Del pueblo a la ciudad

Me fui a estudiar a Madrid...aprendí muchas cosas.

Del pueblo a la ciudad

Me llamo Jesús, soy un chico de 19 años. Nací en un pueblecito pequeño de la provincia de Soria. Estudié en los Salesianos. Terminada la selectividad, obtuve una buena nota y decidí estudiar medicina en Madrid. Mis padres estaban con los sentimientos divididos. Por un lado, orgullosos de su retoño y de que decidiera estudiar medicina. Pero por el otro, no tan de acuerdo en dejarme volar hasta una ciudad como Madrid, les tenía de los nervios que su ambiente me pudiera corromper o algo así. Somos una familia con fuertes creencias religiosas. Reconozco que yo soy el que con menos entusiasmo rezo a Dios. Debieron romperse la cabeza para buscar una solución a sus temores. El hermano de mi padre, militar y tan religioso o más que el, vivía en la capital con su familia. Les venía como anillo al dedo. Hablaron con ellos y acordaron que yo viviera en su casa. Mi tía, a la que en esos momentos, no conseguía recordar ni su cara, disponía de un piso bastante grande en el centro de Madrid, propiedad de su adinerada familia.

Al mes de acordar mi alojamiento, llegué a la estación de Atocha. Me esperaron en la salida y cuando me reconocieron se acercaron con una sonrisa. Mientras llegaban a mi altura, los observé con atención. Mi tío Andrés, 55 años, alto y chupado, con un bigotito muy fino y una mirada que me pareció de hielo, vamos, un militar español de pura cepa, creo que debía marcar el paso hasta cuando follaba. Tieso, como si se hubiera metido un palo en el culo. Su sonrisa, tenía a mis ojos más pinta de hiena que de tío cariñoso. Mi tía era una mujer guapa, de nombre María del Mar, unos 40 años, pelo rubio recogido en un moño, ojos color ámbar, muy bonita. Nada de maquillaje, pero hermosa, con una piel fina y cuidada. Vestido elegante y seguramente muy caro, zapatos de medio tacón discretos. Era alta, más de metro setenta y pico. Seria, elegante y tan fría como mi querido tío. Eran la pareja perfecta. Me acojoné al instante viendo la nevera donde estaba previsto que invernara durante bastante tiempo.

Me dieron un abrazo y dos besos y dentro de su poca conversación me trataron muy cordialmente. Yo que tenía la esperanza de por fin, disfrutar un poco de la vida en una urbe tan cosmopolita, volvía a estar en cierta manera bajo las manos de la Inquisición.

Mi tío nos dejó en su casa y se disculpó, esa tarde debía asistir a una reunión en la Capitanía General.

Mi tía me puso castamente el brazo en el hombro y me condujo dentro de la vivienda. Tenía una voz realmente hermosa y sensual, aunque algo monótona. Me enseñó la casa, porque no era un piso, sino dos plantas de un antiguo edificio, restaurado parece que recientemente, creo que me dijo que la zona habitable rondaba los 400 metros, repartidos a 200 por planta. Menuda pedazo de chabola. Por lo visto la familia de Mar, que era como le gustaba que la llamaran, tenía tanto dinero que daba casi asco saberlo. Ella era la hija pequeña de un poderoso industrial vasco, con influencias políticas muy importantes y varias propiedades en Madrid. Ella las administraba y se quedaba el 50% de los alquileres. Vamos, forrada hasta las orejas.

Mira Jesús, te hemos preparado un habitación en la planta alta, la he elegido que sea grande y luminosa. Es como una especie de suite. Te va a encantar. Supongo que no te dará aprensión estar algo aislado del resto a la hora de dormir. Esa planta solo la ocuparás tu, aunque tu vida queremos que la hagas junto a nosotros abajo. Hay una chica de servicio y una cocinera. Espero que te guste y disfrutes de tu estancia aquí. Lastima que mi querida hija Jimena, no pueda venir hasta navidad, está estudiando un Master en Alemania y la vemos poco. Mientras me lo comentaba, llegamos a mi nueva habitación. Me quedé de piedra. Vaya pedazo de cuarto. 5 veces al menos más grande que el mío. Joder, si te estabas meándo por la noche, te juro que como no empezaras a correr, no llegabas a tiempo al wc.

Durante varios días, me dediqué a conocer más la ciudad y enterarme todo lo posible de como funcionaba el ambiente. Mis tíos hacían su vida cotidiana. La cual era tan monótona como coleccionar garbanzos. Empecé las clases y mi tiempo se aceleró, pasando del perezoso descanso a un ritmo muy frenético.

Al mes, mi frió y correcto tío se marchó durante 15 días a unas maniobras militares. Parece ser que se ausentaba a menudo por formar parte del Estado Mayor del Ejercito.

Mi vida transcurría entre libros, bibliotecas y salidas limitadas por un cierto horario impuesto por mi nueva familia. Supongo que lo acepté tácitamente, pero no era mi idea de vivir en Madrid y estaba trazando planes para trabajar a media jornada y buscar un piso compartido o algo así. Le gustara o no a mis progenitores.

Una mañana, serían las 11 , tuve que volver de imprevisto a mi nueva casa. Me había dejado unas prácticas que necesitaría más tarde. El cabrón de profesor, era capaz de estrangularme, si me presentaba sin las dichosas fichas. Entré y saludé a la chica que hacía la limpieza. Era jovencita, creo que Costarricense, quizás no llegaba a los 20, de tez morena ojos rasgados y muy negros. Su cuerpo era pequeño, pero muy proporcionado. No destacaba nada, pero el resultado era muy harmonioso. Me sonrió al pasar. ¿Hay alguien en casa Lina? Se encogió de hombros y siguió con su faena. Estaba claro que dar conversación no era su fuerte.

Recordé que tenía que tachar un párrafo incorrecto de una de las fichas y me acerqué al despacho que tiene mi tío en la primera planta. Tenía su permiso para usarlo a discreción si el no lo ocupaba en ese momento. Necesitaba encontrar corrector para solucionar el error. Cuando estaba llegando al despacho, me pareció escuchar voces en su interior. Me paré en el pasillo, no sabía se volver más tarde, quizás mi tía tenía una visita. Me pareció escuchar un gemido y me acerqué sin ruido alguno andando por la mullida moqueta. Me puse de cuclillas y miré por la antigua cerradura chapada en latón y con un importante agujero para la llave, la cual me pareció que debía ser larga y grande.

Cuando conseguí que mi vista centrara y absorbiera la diferencia de luz, me quedé tan alucinado que si me pinchan no sale una gota de sangre. La imagen que mi ojo captaba en ese momento frente a mi, puso mi bate de béisbol listo para mandar la pelota fuera del estadio. Estaba contemplando a mi religiosa y recta tía con un rabo de considerable tamaño, hincado profundamente en su boca. El tipo, no podía verle la cara al estar de pie, le estaba follando la boca con profundidad y ritmo, mientras Mar hacía ruiditos y algunas arcadas . Ella, estaba sentada en el sillón de su marido y dado que se interponía la mesa, solo le veía su cara y sus pechos. En un momento determinado, el fulano empezó a gemir, a temblar peligrosamente y empezar a desmoronarse, mi tía como si fuera un cardan articulado, seguía conectada a su polla mientras trataba de mantenerle vertical. El, se empezó a tranquilizar mientras continuaba resoplando para luego oír como decía Mar, eres una diosa comiéndome la polla. Me la pones tan gorda que a veces creo que me va a explotar en tu boca. Ella sonreía con algunos colgajos de leche resbalando por la comisura de sus labios. Me gusta ordeñarte a fondo, tu polla me pone chorreando. En un rápido movimiento, su por lo visto, entrenada lengua trazó una circunferencia y los restos fueron a parar a su boca. Venga vístete y vete ya, recuerda que nos vemos el jueves . En ese momento se levantó y pude ver solo unos segundos su frondoso pero cuidado pubis. La verdad es que además de guapa, tenía aun un buen par de tetas, algo caídas, pero para que me entendáis, son de las que caen con gracia, más por su peso que no por la edad. Pezones marrones y gordos, una espalda bonita y un culo respingón y redondo más propio de una treintaañera. Me largué pitando, si me pillan allí entonces el escándalo sería sonado.

Entré confuso en mi habitación. Decidí no salir de ella, en esos momentos podía topármelos en la casa en cualquier momento. No sabía como reaccionaría cuando me encontrara con mi tía. Estaba hasta avergonzado. También algo asqueado por lo que había visto. Tanta iglesia, tanto rosario, ese lenguaje fino, esos consejos sobre los peligros de la noche ... y allí estaba ella, con un rabo clavado hasta la garganta y diciendo guarradas mientras ordeñaba a ¿a quién? Eso digo yo. Me descalcé y empecé a reptar hasta el ángulo de la escalera que comunica mi planta con el hall. Si era capaz de tumbarme, y solo mantener una pequeña porción de mi rostro al descubierto, podría casi controlar toda la salida y sería difícil que me pudieran ver.

Joder, tuve que esperar un rato largo, parece ser que la trompetista estaba exprimiendo el instrumento a fondo.

A la medía hora, cuando ya mi cuello empezaba a quedar más tieso que un sable, escuché conversaciones y pasos. Luego el tipo entró en mi campo de visión. Era joven, rapado, agradable de cara y bastante fibrado. Más bajo que mi tía, tenía toda la pinta de ser un militar. Le dio un beso en la boca y se dirigió a la salida. Volví a mi habitación y me tumbe en la cama bastante cachondo, empecé a intentar estudiar, vi que si no me hacía una paja, mi concentración se mantendría en la escenita y no en mis apuntes. Me la hice rápita, solo tuve que rememorar y la cosa explotó como un cohete. Más tranquilo, me tumbe en la cama y la falta de sueño me dejó casi en coma. No se cuando....escuché unos golpes en la puerta. Era mi tía

Jesús...no bajas a cenar...¿te encuentras mal? Mientras, empezó a abrir mi puerta. Queda feo decirlo, pero no estoy mal, vamos que soy resultón. Desde pequeño me ha gustado mucho correr y tengo un cuerpo fuerte pero elástico. Mido creo que un metro ochenta o ochenta y uno y tengo el peso adecuado a mi estatura. Cuando abrió la puerta, yo me encontraba en boxes bastante elásticos y apretados. Mi rabo, algo morcillón aun de la calentura de la mañana, marcaba junto a mis pelotas un paquete más que importante. Me miró con cara de preocupación, mientras, me repetía la pregunta sobre mi salud sin dejar de observarme. Juro que por un momento, creía ver como repasó mi anatomía con la experiencia de una experimentada cazadora. Solo fueron décimas de segundo. Se sentó mirándome a la cara mientras me ponía su mano en la frente. Me miró a los ojos y me dijo ¿Cuando has llegado cariño, no te he escuchado entrar y llevo aquí toda la tarde? Sus ojos expresaban cierta duda y algo de temor.

La verdad Mar, es que esta mañana volví de la universidad porque me encontraba mal, he estado todo el día en mi cuarto. Supongo que me quedé dormido y así me has encontrado tu. Ella seguía mirándome con expresión seria.

Pero cariño, ¿no has comido nada desde el desayuno? ¿no has bajado en todo el día a la planta baja? Te podríamos haber subido algo y llamar a un médico. No lo vuelvas a hacer, si tienes un problema quiero saberlo...¿de acuerdo sobrino?

Parece ser que mi mentira entró con naturalidad. Tengo labia aunque la practico mucho menos de lo que me gustaría. Se quedó más conforme, aunque no me hacía muchas ilusiones, ella era astuta e inteligente. Eso quiere decir que seguía sospechando, menos, pero la duda estaba ahí. Si me comportaba con naturalidad, quizás pudiera relajarse lo suficiente como para no cancelar su cita del jueves. Le dije que cuando llegué a mi habitación me quedé profundamente dormido y que si no me llega a llamar, me habría despertado a la mañana siguiente. Mis muchas horas de estudio me dejaban extenuado y ella lo sabía. Se lo dije sonriendo con mi mejor cara de niño bueno. Se la tragó y me dijo que me pusiera algo y bajara a cenar, que me esperaba.

Durante la cena, mi bella y puta tía política, me preguntó sobre mis planes de estudiar y que pensaba hacer después de licenciarme. Como, dejándolo caer en medio de la conversación, Mar, me preguntó si podía acompañarla a buscar un baúl en una finca que tienen cerca de Guadalajara. Me dijo que se adaptaba a mis horarios y que podíamos volver el sábado. El domingo tenía que leer el evangelio en su parroquia y no quería faltar. No la quise mirar en ese momento, mi expresión me habría traicionado. "Vaya con Mar, a Dios rogando y con el mazo dando" menuda hipócrita. Le dije que mañana miércoles y el jueves imposible porque estaba cargado de clases y vendría muy tarde. Ella jugaba conmigo y yo le acepte el envite. El viernes podíamos ir a buscar ese objeto.

Me dio las gracias y ataviada con sus elegantes pero siempre discretas ropas se dirigió con un cierto contorneo de sus regias caderas tan contundente, que puso mi rabo en pie de guerra. Para evitar mi evidente tienda de campaña, me encogí hasta que salió de allí. Joderrrrrrrrrr.. que calentura. Esa mujer con solo su presencia, me acababa de dejar el rabo tan duro que podía partir nueces con el. Tuve que realizar una rápida visita a mi sufrido cuarto de baño y descargar toda la tensión acumulada durante el día. Diosssss....que a gusto se queda uno. Ya lo se..... ya lo se.....no es lo mismo, pero a veces me reconoceréis que da más gusto que según que polvos, con la ventaja de que tu nunca te dices que no ¿verdad? Jejejejeje, que cabrocete soy en el fondo.

Esa semana ya tenía claro que no iba a estudiar absolutamente nada. Le pedí a varios colegas que me pasar los apuntes de esos días y empecé a preparar mi plan de voyeur y quizás, futuro chantajista principiante. El reto me excitaba más que un culo brasileño. Me dirigí a toda pastilla hasta el rastro de Madrid y busque entre las toneladas de trastos que tiene ese mercadillo un puesto de telefonía. Por fin lo encontré. El tipo me vendió dos auriculares de teléfono y sus cables. Compré dos, porque si fallaba el trasto, no tendría tiempo de conseguir otro. Entré en mi habitación. En la casa había un teléfono de pared. Ella, a pesar de tener móvil, siempre usaba el otro, ves a saber si era para evitar el registro de llamadas...

El cable general de la línea pasaba junto a mi ventana. Este truco lo aprendí con mi primo, cuando éramos adolescentes. El tío, un genio de la electrónica en ciernes y en la actualidad un genio codiciado por muchas compañías, había conectado un auricular como el que yo pensaba instar. Es muy simple, solo se trataba de conectar los cables y quitar el micrófono, para que tu aliento, tos, o cualquier ruido próximo a ti, no delatara a los que hablaban de que había alguien mas allí. Solo conservabas el auricular.

Esa misma tarde, sonó el teléfono. Parapetado en mi cuarto, escuché la conversación:

Mar amor, estoy cachondo.... necesito verte ya. Dejamé joderte en tu cama de matrimonio, venga, nunca me dejas...

Mira, José, tiene que ser mañana.. y joderemos en el despacho, allí donde mi marido pasa las horas alejado de mi, mientras chatea en esos foros para gays. .hoy tengo una reunión de Donantes, por la tarde y no puedo faltar, soy la tesorera. Madre mía lo que acababa de escuchar. Mi tío, en vez de verde, era rosa y le gustaba chatear con los suyos. Por lo tanto mi tía, pobre, a dos velas, grandes, como las de navidad.

Vale...te necesito... pero puedo esperar. Ese sobrino que vive en tu casa ¿se puede enterar de algo? ... lo tienes controlado sus horarios, ¿no?

No hay problemas, se su hábitos y además el pobre se pasa el día con la nariz pegada a un libro. Bueno, si tu lo dices Tita .....pues vale, mira por donde, te vas a llevar una sorpresa.

Me pasé el resto del día preparando mi mente para comprender el enorme y súper complicado manual de mi flamante cámara digital megamultifunciones, obsequio de mis padres por la nota de selectividad. Pase tiempo realizando sus correspondientes pruebas y cargas de batería. Me dedique a tapar con cinta negra todas aquellas luces y símbolos luminosos que pudiera delatar su funcionamiento. No me preocupaba la duración, tenía memoria para filmar unas 4 horas. Esa misma noche, armándome de valor, bueno, la verdad, estaba muy acojonado. A una hora prudencial, debo reconocer que, con un sigilo aprendido en mis muchas entradas y salidas furtivas para que Mar supusiera que me encontraba estudiando en la facultad, me introduje en el despacho y probé varios ángulos para captar la zona más interesante a priori. Conseguí el plano correcto, con cierta altura, podía grabar tanto la mesa como la silla del despacho. Una vez, comprobado, la disimulé con un par de libros estratégicamente situados y la dejé preparada para que mañana jueves solo tuviera de darle al PLAY. Me fuí a dormir. Me costó conciliar algo el sueño. Sentía remordimientos por querer grabar ese encuentro íntimo. Pero reconozco que mis ganas de visionar la follada, pudieron más que mi conciencia. Total, luego lo podía borrar y a otra cosa mariposa. Pensé que si yo estuviera saliendo con alguna chica, seguramente habría entendido a mi tía y la habría dejado seguir con sus líos. Lamentablemente estaba a dos velas, sin relación alguna y caliente como el rabo de una sartén.

Más o menos, a la hora prevista, me escondí en un cuarto pequeño que hay junto al despacho. Lo usan para planchar y guardar los útiles de limpieza. Con la luz apagada y la puerta ligeramente abierta, esperé. Escuché a mi tía conversar con alguien en la zona del hall. Me dirigí rápidamente y conecté la cámara. Volví al cuarto pequeño y procuré no hacer ningún ruido. Al momento reconocí la voz de su amante. Ella le dijo:

Entra en el despacho y vete quitando la ropa, quiero comprobar una cosa.

No tardes Mar que estoy muy caliente...

Tranquilo tigre que vuelvo enseguida.

Escuché como subía las escaleras, y por sus pisadas, revisó toda la planta alta. Si llego a ejecutar mi plan B, en vez de este, en estos momentos me habría pillado casi seguro. Satisfecha, bajó casi corriendo las escaleras y se encerró con pestillo en el despacho. Los 10 minutos decidí alejarme de allí, el riesgo de que alguien me pillara era alto. No pude contenerme y le eche un último vistazo a través de la cerradura. Solo podía ver el lateral del torso de mi tía, se movía y gemía, supongo que le estaban trabajando el coño con entusiasmo, su mano trataba de ahogar los profundos gemidos que constantemente emitía. Me puse como un toro semental. Cuando levanté la cabeza y me dispuse a marcharme, me quedé frío al ver a la chica de la limpieza parada en medio del pasillo. Me miraba con una media sonrisa en su cara que me puso casi descompuesto. Al pasar por su lado le dije Por favor, de esto ni una palabra,¿ Ok?.. . No es mi problema, yo solo trabajo aquí. Entendí que no le sorprendían nada estas visitas furtivas.

Me fui a mi habitación y me puse a leer un poco en el escritorio. A las dos horas, escuche llamar a la puerta. Está abierta, entra... Mar apareció por ella, llevaba puesta una bata de seda estampada muy elegante. La tapaba todo su cuerpo y terminaba en un cuello tipo mao.

Hola Mar, esa bata te queda realmente elegante.

Jejeje, oye niño, a tu tía no le tienes que decir piropos.

¿Por que no Mar? No te estoy piropeando, solo he dado mi opinión.

Venga, venga. ¿Hace mucho que has llegado? No te oí entrar.

Pregunta de control. Respuesta preparada. Le iba a meter más dudas aun.

Llegué hace dos horas, perdonar si a veces entro en tromba y no saludo a nadie, es que estoy agobiado con los estudios y tiendo a encerrarme en mi cuarto.

Me observó de nuevo con cierta incomodidad. Parece ser que mi estancia allí le estaba alterando el funcionamiento de su otra personalidad.

Mar, no te lo he querido preguntar, pero ¿no crees que a veces el que yo viva aquí es una imposición de mis padres que solo consigue alterar el ritmo de vida de esta casa?. Ahora tienes también que preocuparte de mí...solo te quiero decir que quizás debería ir planteándome buscar un piso de estudiantes.

Pero Jesús, ¿Por que dices eso?¿ Es que hay algo en mi hogar que te incomode? La vi preocupada y creo que lo dijo sincera. A pesar de que pudiera opinar lo que yo le preguntaba, también había notado durante ese tiempo que mi tía se sentía a gusto con mi compañía. Quizás se sentía más protegida, no lo se. Es posible que en ese momento, su cabecita empezaba a plantearse que había una posibilidad de que yo supiera sus encuentros y que quisiera marcharme por sentirme asqueado o escandalizado de su forma de actuar.

Para nada Mar, al contrario, me encanta vivir aquí y aprecio mucho vuestra atención de acogerme y vuestra compañía, especialmente la tuya, al tito lo veo poco. Solo te lo decía porque no quiero ser una molestia en ningún sentido. Mi tío es el hermano de mi padre y entre ellos se arreglan, pero tu Mar eres también la dueña de este palacio y quiero saber tu opinión sincera

Eres un tesoro Jesús, estate tranquilo que yo soy la primera que quiero que vivas aquí. Te diré de forma egoísta que prefiero estar acompañada de un joven apuesto como tu. Como bien dices, Andrés pasa tiempo fuera de casa y la idea de quedarme sola no me entusiasma mucho. Tu llegada me hace dormir más tranquila. Además, eres digno hijo de tus padres, tu educación es excelente. Me dio un casto beso en la mejilla y se marchó. Pude percibir que se había lavado los dientes. Todo un detalle, seguro que esa boquita olía a otra cosa hace un rato.

Por la noche, sobre la 1 de la madrugada, recogí la cámara y me senté en mi escritorio. La conecté a portátil y a la red, estaba con la batería agotada. Me puse unos auriculares y le di al play.

Madre mía, madre mía... que escenas...calientes, sucias y tórridas. La grabación tenía muy buena calidad, supongo que por los muchos megas de pixeles de la filmadora. Ellos, de manera involuntaria habían contribuido al resultado, poniendo la banda sonora. Sus gemidos apagados, tacos y palabras más propias de putones verbeneros que de gente cristiana condimentaban el encuentro De fondo, sonaba una musiquilla de jazz que terminaba de bordar la toma. Le comió el culo mientras le acariciaba las pelotas. Se la tragaba hasta la empuñadura, mientras, se trabajaba el coño con un vibrador de importante calibre. Luego, la puso a cuatro patas encima de la enorme mesa de mi querido tío y empezó a darle grandes pollazos mientras sus manos le sobaban las tetas. Cuando se cansó de darle caña, paró unos segundos y cogió un tubo de lubricante. Puso un poco en el culo y en su polla. Se la metió de golpe, sin contemplaciones, el ano de Mar, absorbió el rabo con cierta facilidad, ella dio un gritito de dolor y le soltó varios insultos. A pesar de su aparente enfado, comprobé que realmente le había gustado que la tratara tan rudamente. Unos minutos más tarde, empezó a encularla aun más fuerte y con varios estertores, se corrió en lo más profundo de su culo. Se quedaron tumbados encima de la mesa, el con su rabo hundido aun en las profundidades de mi caliente tía. Respiraban con esfuerzo. Se desengancharon y mi tía sin muestras de tener reparos, se puso a limpiarle la polla con la boca. Sus succiones hicieron el resto. A los pocos minutos, empezaron de nuevo a follar. También en plan perrito, pero ahora el rabo lo tenía en su coño y el vibrador entrando y saliendo a destiempo, en su culo. El chapoteo era realmente escandaloso y vi con una excitación casi venenosa, como cada vez que la punta del consolador, abandonaba su culo, un chorrito de leche bajaba de su ano hasta su coño, donde el rabo del fulano se encargaba de meterla en su chochito de nuevo. Eran como los conejitos esos de las pilas, no veas lo que duraban follando. Parecía una carrera de resistencia. Me corrí, de verdad, sin ni siquiera tocarme la polla. Me puse perdido. Tenía una auténtica bomba en mis manos. Creía que en ese momento, solo sería un pasatiempo privado para mi goce. Nunca pensé que eso se convertiría en mi seguro de vida y en mi pasaporte a la pasión y la lujuria. Esa noche me la casqué tres veces más. Agotado y con el rabo en carne viva, pensé horrorizado en las acusadoras palabras de mi confesor. Masturbarse nubla el intelecto, debilita el cuerpo y el espíritu. Tiene toda la razón del mundo, después de cuatro pajas seguidas, lo comprendí. Es mucho mejor que te la chupen, disfrutas más y te cansas menos. Que sabio era mi profesor.

Continuará...

Crome