Del odio al amor, sólo hay... ¿una follada? 3

Continuación de la historia del odio al amor... -Estaba todo oscuro... no sentía nada. No veía nada... sólo...

DEL ODIO AL AMOR… UNA FOLLADA… 3

-Cinco… cuatro…- empezó una cuenta atrás que me acabó de acojonar.

-¡N-no aahg… noo, por favor! ¡No sé a qué te refieres! ¡por favor!- sollocé, llorando inconsolablemente mientras me retorcía en un intento de gilipollas de escapar.

-Tres… dos

-¡Joder, jodeerr, dime a qué te refieres y te lo daré! ¡¡Por favor!!- susurré con rabia, sin poder asimilar que mi hora se acercaba.

Noté cómo a medida que avanzaba esa cuenta atrás mi corazón latía tan fuerte que me dolía el pecho y que hiperventilaba de manera costosa. Se me nubló la vista y perdí levemente el sentido

No sé tampoco cuanto tiempo estuve así. No veía nada. No sentía nada en mi cuerpo… sólo escuchaba una especie de murmullo distorsionado a mi alrededor. Era una voz de hombre. No, de dos hombres. Quizá sólo me lo imaginaba… no lo sabría decir a ciencia cierta, ni siquiera ahora que lo sé podría asegurarlo, ya que estaba turbado completamente y no lo recuerdo

De repente, sentí una especie de gel frío en mi recto y de cómo mi esfínter se cerró instintivamente, quedando atrapada en mi interior la boquilla y medio tronco del arma, supuestamente, una pistola de agua bien reformada. Eché la cabeza hacia atrás mientras apretaba los ojos y aspiraba de manera fuerte, como si hubiera estado sin aire en los últimos minutos. Recuperé la consciencia. Gemí agudamente y mi cuerpo dio un respingo, revolviéndose del gustazo que me dio aquello. Mi agresor empezó a reír a carcajada limpia.

-¡Ja, ja, ja, ja, ja! Vaya… veo que te gusta que te metan pistolas por el culo, ¿no, Chemito?

-Uuhhhg ¿N-Nacho?- ese apodo retumbó en mi sien como si hubieran golpeado una campana enorme justo a mi lado.

-¿… cómo… qué…?

Me apartó la venda de la cara y se quitó el pasamontañas lentamente, dejándome ver su rostro empapado en sudor y su pelo recogido en una coletita baja. Lo miré con suma confusión, al igual que a mi cuarto. Estaba todo desordenado y patas arriba, como si hubieran rebuscado por los cajones lo que fuera que estuviera buscando Nacho… o el "otro".

-¡Si vieras la cara que tienes ahora! Es toda una delicia- rió sonoramente. Yo aún estaba confuso completamente.

-¿D-dónde está…?- acerté a preguntar.

-¿Dónde está… quién?- me preguntó Nacho.

-E-el cabrón que me ha atado de ésta manera… va contigo, ¿no hijo de puta?

-¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! No sé a qué te refieres, Chemito… yo siempre he sido y soy un alma solitaria. Además… no permitiría a nadie que se te acerque y te haga perrerías como ésta. Sólo yo te las puedo hacer, ji, ji, ji, ji- me dijo riendo mientras se sentaba a mi lado. Me dio unos azotitos amistosos en el culo.

-¡No me toques, cabronazo! ¡Sé que no me lo imagino! Hace un momento, había un tío mucho más corpulento que tú a punto de matarme con una puta pistola ¡Dime de qué cojones iba todo esto! ¡Yaa-aaahg!- aspiré fuertemente de nuevo y gemí debido a que presionó el gatillo y otra buena cantidad de esa especie de gel frío fluyo por mi recto. Sacó levemente la "pistolita", echó aún más lubricante por mi esfínter. Suspiré de gusto.

Pude fijarme bien en el arma, y ni por asomo era la misma de antes, era algo menos ancha y de una textura muy diferente al metal que me atravesó al principio. Aquí había gato encerrado, joder.

Lo miré con rabia y confusión, a lo que él respondió con una sonrisita y volviéndome a ensartar la "pistola". Empezó a moverla en círculos sobre sí misma dentro de mi cuerpo, lo que me produjo escalofríos y que se me removiera y tensara todo el cuerpo de dolor y placer. Presionó de nuevo el gatillo y otro chorro de gel frío me atravesó.

-¡Aaaah! ¡mmmmmmmg! ¡¿Qué cojones es eso, lubricante o qué?!- dije entre dientes con rabia aunque sin esperar contestación alguna. Entonces me dio un tortazo muy fuerte en los huevos que me hizo hasta incorporarme levemente aún estando en mi posición mientras callaba el grito cerrando la garganta para luego suspirar de dolor.

-… esto es para que el próximo día, controles la puta lengua que tienes por teléfono… zorrón.

-¡¿Y eso te da derecho a colarte en mi casa?! ¡Y encima tu compinche droga a toda mi familia y casi me mata con toda esta puta broma!

-¿Acaso eres sorda o retrasada, puta? Te lo volveré a repetir… no hay ni ha habido ningún otro. Sólo… estoy yo- me dijo acercando su cara a la mía-… además, ¿no te ha gustado la bromita, Chemito?

-¡Tienes la desfachatez y la cara de preguntarme si me ha gustado! Y encima me dices que no ha habido otro tío enorme en mi cuarto que casi me destroza el culo. No te lo crees ni tú, cerdo cabrón ¡aaaahhggnnnnnnng!

Me volvió a tortear los huevos con una mano mientras con la otra me masajeaba tan placenteramente en círculos mi pobre esfínter con la puta pistolita. Sollocé y de nuevo todo mi cuerpo se volvió a tensar. Empezaba a respirar con dificultad y a sudar como un puerco.

-He dicho que controles esa boquita, Chemito

Empezó a golpeándome repetidamente los huevos con más fuerza que antes.

-¡Noohg, Nacho! ¡Nacho! ¡NooaaaAAaahgg! ¡Para! ¡Para!- le rogué susurrando fuertemente. No aguantaba más el dolor. Paró.

-¿Qué se dice cuando se es una mala perrita con su amo?- sonrió con picardía.

-Cabrón… no me humilles más, t-te lo ruego ¡aaahh!- otro golpetazo en los huevos, que hizo que dos lágrimas me cayeran por el rostro.

-Te pregunto que qué se dice, perra

Clavé mis ojos en los suyos de forma prepotente y desafiante, a lo que él me sonrió socarronamente. Me pellizcó los huevos y yo sollocé.

-P-pe… perdóname

-¿Qué qué?... perdona, es que no se te entiende si estás gruñiendo por lo bajini… ji, ji, ji, ji, ji- otra tanda tortazos en los huevos.

Joder, cómo dolía aquello. Sabía que si quería terminara debía de acatar sus órdenes, así que jodiéndome en el alma accedí. Tuve que apretar la mandíbula con ganas para no soltarle todos los insultos que se mi parte racional me bombardeaba. Él continuaba dándome en los huevos fuertemente como si le fuera la vida en ello, el muy hijoputa.

-¡Joddeeer, perdóname! ¡perdóname! ¡PERDÓNAME, por favor! Pero para esto… te lo suplico

Me miró con un ligero atisbo de humanidad (o al menos eso me pareció) aunque luego, volvió esa mirada morbosa y enfermiza que yo ya estaba empezando a conocer desde hacía poco. Me cogió la polla, la cual para mi sorpresa estaba a reventar de sangre y líquido pre seminal, y me rozó el prepucio con las yemas de sus dedos delicadamente, apartándolo y tirando de él hacia abajo. Fue una sensación que me estremeció y me hizo suspirar muy fuertemente. Meneé mi pelvis hacia su mano para intensificar aquella "paja", pero él apartó la mano, como solía hacer.

-Uummm, si hasta se ha puesto más cachondo que antes, el zorrón. Dime, ¿sigues pensando que pare, eh? Contéstame…- retomó aquel roce con mi verga que me estaba volviendo loco.

No pude contestar. Por un lado me encantaba lo que me estaba haciendo y cómo me lo estaba haciendo, pero por otro lado, odiaba con toda el alma que me gustase lo que me hacía aquel hijo de la gran puta. Perdió la paciencia y me volvió a golpear fuertemente los huevos. Fue tan repentino, que no pude ahogar el grito que di.

-¡Te he dicho que me contestes, joder!- me dijo, retomando el masaje en círculos de mi culo, mientras volvía a apretar el gatillo para lubricármelo bien. Suspiré de nuevo fuertemente.

-S-síí… ¡mmmmmmnngggg! ¡aahh! q-quiero que… uhffff… quiero que… p-pares y q-que te vayas de mi casa… por ffffavvor...- gemí cachondo perdido, de manera poco creíble.

Él de repente empezó a reír a carcajada limpia.

-¡Ja, ja, ja, ja, ja! Eso no te lo crees ni tú, putón. Sólo tengo que ver la cerdada que estas armando con lo que expulsas por la polla para saber que te está encantando

Me empezó a masajear los huevos de la misma manera que me hizo en los lavabos de la feria, estrujándolos suavemente y estirándolos de forma enérgica para luego soltarlos. Sólo pude replicar a lo que me dijo con un resoplido fuerte.

-… vamos a hacer una cosa, Chemito. Si consigo hacer que te corras en menos de quince minutos sin tocarte ni la polla ni los huevos, tendrás que obedecerme y ser complaciente todo lo que a mí me salga de los cojones, y para darte más motivación de aguante y que sea más divertido, si no lo consigo y veo que tienes los cojones suficientes como para aguantarlo, te doy mi palabra de que te desataré y te daré la oportunidad de intentar inmovilizarme y torturarme a tu antojo, ¿trato hecho?

Abrí los ojos de repente y me quedé mirándolo fijamente con cara de incredulidad.

-¿Qu-qué qué?

-¿Hay o no hay trato? Joder, mira que el calentón te deja medio gilipollas…- sonrió con picardía.

No me salían las palabras de lo descolocado que me dejó. Sólo pude hacerle un movimiento afirmativo con la cabeza, mientras mi cara de incredulidad iba aumentando a medida que iba reaccionando ante la proposición.

De repente, con un movimiento rápido de su otra mano, comenzó a dar pequeñas aunque fuertes palmaditas en la pistola para incrustarla aún más hondo. Volví a cerrar los ojos fuertemente y di varios rebuznos entrecortados de placer, mientras que mi cuerpo se movía espasmódicamente sin control. Entonces cogió la pistolita y sin apenas metérmela, empezó a masajearme de manera ruda el recto, como hurgando en mis entrañas. Al principio me dolía a horrores y sentía como me hervía la piel de mi esfínter, y él me lo notaba en los lagrimones que me corrían por las mejillas, los gritos ahogados que daba y cómo me aferraba con las manos a los pies fuertemente, ya que en esa postura (inmovilizadas las piernas por los brazos y estos esposados al cabecero de la cama) era a lo único a lo que me podía agarrar. Lo único que me hacía aguantar el tipo era el premio que en apenas unos minutos conseguiría, y sería humillarlo todo lo que me saliera de los cojones. Si se creía que con ese masaje tan horroroso conseguiría que me corriera, iba listo, el tío cabrón.

Pero en pocos segundos esas esperanzas se disiparon, ya que de repente y sin saber cómo, me hizo presión en un punto de mi recto, que me provocó un gritito cachondo y agudo y que abriera los ojos como platos. Fue sentir eso, y noté cómo la base de mi nabo se contraía fuertemente, como cuando se retiene el orín cuando se está a reventar. Ese respingo de mi polla no pasó inadvertido a Nacho, el cual empezó a reír, victorioso.

-Vaya, vaya, así que he encontrado tu punto feliz, ¿no, putón? Ji, ji, ji, ji.

-¡MmmMMMmmmMmmmgg! ¡CabróOonnn!- pude articular antes que empezara a "taladrarme" literalmente aquella zona.

Lo hacía con mucha maestría el muy hijo de puta, acelerando justo cuando notaba mi esfínter algo relajado y más lento cuando lo contraía exageradamente del gusto que esto me provocaba. Por mi parte, sólo podía seguir haciendo aquellos gemiditos cómicamente agudos, entrecortados en un intento de callarlos para que no supiera que me encantaba aquello. El líquido pre seminal no paraba de salir en forma de un pequeño hilillo traslúcido, y mi cipote no paraba de retorcerse de gusto.

-¡N-nacho, Nachooh, jodeerr, tú… aaAAaahhh tú ganas, tú ganas! pero t-te lo ruego, para ésto… ¡aahhhg! ¡por favor!- le rogué de manera moribunda, a lo que él aceleró el ritmo de la taladrada.

-¿Qué te pasa, mi putón? ¿Acaso el rozar tu punto feliz te da demasiado placer y no lo aguantas?- me dijo el muy hijo de puta, divertido- …mira que eres nenaza, Chemito… además, tú mismo has dicho que yo gano, así que puedo hacer contigo lo que me plazca.

-¡¡Por favorrr… para yaa cabrón!!… me vas a… a provocar un infarto… joder…- susurré, con una cara nada acorde con aquellas palabras. Tenía los ojos en blanco y una leve mueca de gilipollas cachondo, denotando que estaba muerto del gusto. Sentía que me iba a correr de un momento a otro mientras le volvía a suplicar. No quería… no quería volver a caer rendido a mis

bajos instintos. No era sano para mí, y tampoco quería darle el gusto de caer de nuevo en su red de sexo y placer. Volví la cara para morder la almohada y que no me viera la mueca de gusto que estaba poniendo. Nacho, me cogió el mentón rudamente y me impidió que la volviera, al mismo tiempo en que acelera el ritmo de mete-saca de la pistolita.

-¡Ja, ja, ja, ja, ja! Ya veo por tu cara que te está encantando, ¿no? ¿Ves cómo no es para lloriquear como una nena?- tras decir eso, paró.

El muy hijo de puta me dejó con la misma sensación de frustración que la vez primera en la que me hizo quedar a las puertas del orgasmo de mi vida. Abrí los ojos y lo miré con deseo y con confusión por dejarme con las ganas de correrme. Respiraba con dificultad y apenas podía hablar.

-¿Por qué… todo esto, Nacho? ¿Por qué me tienes que… hacer esto?

Posó sus ojos en mí, en una expresión que aún hoy no sabría describir con palabras. Sólo sé que fue tan intensa su mirada que me puso los pelos de punta. Podía ver un leve brillo en sus ojos y cómo en su boca se dibujaba una sonrisa dulce y tierna, o al menos, eso me pareció percibir en aquel oscuro cuarto en donde sólo la luna creciente y la lejana y dorada luz de las farolas lo iluminaban. De repente, en su rostro se volvió a dibujar su expresión habitual, fría y calculadora.

-No tengo por qué dar explicaciones a una puta maricona como tú, Chemito… no tienes el derecho a oírlo ni yo la obligación de decírtelo

-¡No me vengas con gilipolleces, chulo-playa! ¡¿Y tú sí que tienes el derecho de drogar a mi familia e irrumpir en mi casa cómo si tal cosa?! Joder…¡Aaaahh!

Grité, no sé si de dolor o de gusto, al sentir que me sacaba la pistolita del culo. Se quedó con el arma en la mano, observando ese líquido viscoso que chorreaba lentamente por el arma.

-Bien… no está tan rojizo como esperaba… buena señal…- dijo para sí mismo.

-¡¿Me estás escuchando?! Te he preguntado una

De repente, dio un golpe seco en mi esfínter, haciendo que todo mi cuerpo temblara por completo. Me intenté encoger instintivamente del dolor que me provocó. Sin más dilación, se empezó a desabrochar el pantalón de manera lenta, rozando su paquete obscenamente y mirándome con una sonrisita pícara y traviesa. Yo abrí los ojos y se me escapó un suspiro cachondo, sintiendo cómo mi culo se volvía loco y comenzaba a contraerse y dilatarse.

-… quiero verla... quiero ver tu cara de gusto mientras hago contigo lo que me sale de los cojones… no sabes cuánto me derrite eso… quiero ver esa misma mueca de gusto que pusiste ayer cuando te corriste como la puta maricona que eres

-¡E-es… Eso v-volverá a pasar en tus sueños! ¡Cabrón!

Se levantó de la cama, y se empezó a bajar el pantalón hasta quitárselo por completo. Llevaba unos gayumbos blancos normalitos y algo feos, pero de sólo ver el bultazo que guardaban en su interior, me derritió las entrañas. Juraría que su polla era mucho más grande a cómo había calculado en la feria, aunque precisamente en ese momento no podía pensar en eso. En realidad, no podía pensar en nada, sólo en que quería esa "cosa" convulsionante en mi interior. Él me sonreía y se lo sobaba suavemente, mientras me miraba con esos ojos color miel claro tan dulce y salvajemente, como adivinando mi gran sorpresa al vérselo así. No se hizo mucho de rogar para arrancarse el calzoncillo y así liberar a ese montón de carne caliente, que se movía orgullosa y gorda como un mástil. Se subió a la cama de nuevo, poniéndose de rodillas y acercando su hermoso falo a mi ansioso ano. Cuando su puntita rozó mi entrada di un respingo. Para mi sorpresa, mi esfínter no se cerró, sino que se abrió mucho más, deseoso de comerse esa carne. Y sin más dilación, me atravesó entero fuertemente, haciendo que sintiera cada centímetro de su polla.

Una oleada de placer me invadió, haciendo que gimiera como un cerdo en celo. Puse los ojos en blanco y abrí la boca desmesuradamente mientras mi polla estallaba de puro placer. Me corrí. Todos los músculos de mi cuerpo se tensaban fuertemente con cada trallazo de semen que expulsaba. Que sensación, joder… sin ni siquiera tocarme, había tenido una de las mejores corridas de mi puta existencia, y él lo estaba notando con la cantidad de semen que eché y con las contracciones de mi culo sobre su polla. Suspiró con fuerza mientras sonreía y acercaba su cara a la mía, clavando sus ojos en los míos. De repente, la empezó a sacar muy lentamente y entera, cogió un preservativo del bolsillo de su pantalón para ponérselo, y de nuevo me la ensartó fuertemente entera. Otra vez la sacó lentamente mientras suspiraba de gusto y me miraba con lujuria, y de nuevo sin piedad me la volvió a ensartar. Así una y otra vez, y cada vez con más fuerza y rapidez.

Yo estaba en la puta gloria con aquel mete y saca tan placentero. Gemía. No podía hacer otra cosa que gemir y sentir cómo palpitaba en mi interior y calentaba el aquel lubricante helado que me echó. Era increíble, escuchar el crujir semi pastoso de aquel gel y el chasquido de sus huevos en mi perineo. De golpe, y sin esperarlo, hizo un giro con su cadera circular, haciendo que su polla hiciera presión en como él lo había llamado "punto feliz". Volví a rebuznar de gusto mientras volvía a abrir los ojos como platos. El empezó a reír de nuevo sonoramente, mientras perpetuaba aquel movimiento tan placentero y lo acompasaba con un enérgico mete-saca. Mi polla se estaba retorciendo de nuevo como una posesa y volviendo a vomitar preseminal y yo, como siempre, me retorcía sobre mí mismo y esbozaba una mueca entre de dolor y cachonda que tanto odiaba de mi mismo. No lo podía creer, acababa de correrme hacía unos pocos minutos y ya estaba otra vez a punto de estallar del gusto en una eyaculación.

Él, previniéndolo, súbitamente me dio varios tortazos en los huevos, en un intento de retener mi corrida… pero estaba en un punto en el que hasta ese dolor de huevos era un aliciente para ponerme cachondo. Me volví a correr levemente, haciendo que mi culo se revolviera y convulsionara fuertemente, y aunque no vacié del todo mis huevos, me supo a gloria, joder. Él paró de moverse.

-… Chemito… como sigas haciendo eso con el culo… me vas a matar de gusto… putón

-¡¡OoooOOoHhhh!! ¡Nacho, sííí joderrr! ¡Quiero que te mueras de gusto y que me mates a pollazos, jodeeerr!!

-Uuuuummmm así que quieres que te mate a pollazos, ¿no? ¡Ja, ja, ja, ja, ja! Puedes hacerlo mucho mejor, Chemito… cómo se piden las cosas, ¿eh?

-Joderrr Nacho, por favor fóllame. Fóllame y hazme lo que quieras. Soy tu perra cachonda, joder, no pares ¡¡AAaaahhh!!- me pellizcó los huevos a mala leche, mientras se reía con sorna y aceleraba el ritmo de la taladrada tan deliciosa que me estaba dando.

-Así que mi perra cachonda… la cosa mejora por segundos, ji, ji, ji, ji.

-AAaaaAAhhhhh ¡Noohhg! ¡Paraaaah! ¡Para!- le rogué, empezando a llorar. El muy hijo de puta me iba a matar de verdad con esa mezcla de dolor y de placer que sentía. No me vi la cara que ponía, pero Nacho a cada segundo que pasaba me miraba de manera más cachonda y morbosa. Empezó a taladrarme el culo aún más rápido que antes mientras me retorcía los huevos aún más.

-¡¡NoooaaAaaaAAAaaAAaaaahhhgg!!! ¡¡¡Diosssss!!!

Cerré los ojos fuertemente y me revolví completamente. Entrelacé mis piernas y rodeé a Nacho con ellas, atrayéndolo hacia mí de forma desesperada. Quería sentirle lo más hondo de mí, aunque no pudiera más, aunque en el proceso se fundiera por completo con mi cuerpo. El entonces aceleró el ritmo aún más si cabe, suspirando y respirando costosamente mientras hincaba sus uñas en mi piel… entonces, ocurrió.

Lo único que se escuchó no fue ni un grito, ni un gemido… fue un único y corto rugido de dos animales poseídos por el placer. De mi polla surgieron esos espesos chorros de lefa caliente. De nuevo casi todos me cayeron en el abdomen, y algunos en la cara y en la boca, llenándomela casi en su totalidad, provocándome arcadas y que casi me ahogara en mis propios fluidos. Tosí fuertemente y sólo me quedó un regusto a lefa recién ordeñada y un poco de ésta, la cual tragué muerto del asco y del morbo. Destensé mi cuerpo, respirando costosa y pausadamente para recuperarme de aquella gloriosa corrida, mientras que él se quedó con su cara muy pegada a la mía, sonriéndome salvajemente y recuperando el aliento.

Cerré los ojos muerto del gusto, gozando de todo las sensaciones que mi cuerpo estaba sintiendo. De repente, sentí en mi cuello un leve pinchazo y cómo entraba una pequeña porción de algún líquido. Abrí los ojos de golpe y estaba todo difuso y más oscuro, me había colocado la venda encima de los ojos.

-N-Nacho… qué… qué es esto… por fav…- ni pude terminar la frase, simplemente todo se oscureció por completo.

..

Abrí los ojos de repente. Un resplandor me cegó por completo. Miré a mi alrededor, todo me daba vueltas y tardé unos segundos en asimilar en donde estaba. Me encontraba en el salón de mi casa, con mi madre y mi hermana tumbadas en el sofá de al lado. Dormían profundamente. "Pero qué coño… joder… ¿qué significa esto?" Me incorporé lentamente, agarrándome la cabeza, la cual sentía que me iba a estallar. Se me vino a la cabeza en forma de imágenes sueltas lo ocurrido en la noche anterior: sobre el "secuestro" del que fuimos víctimas mi familia y yo, y de… joder… de la espectacular follada que hizo ese asqueroso, rastrero y psicópata de Nacho. Cabrón… mira que armar todo ese numerito de la droga esa con mi familia sólo para vengarse de mí.

Me levanté lentamente y sin hacer ruido. Creía que me iba doler el culo a horrores, pero no fue así… sólo noté un ligero entumecimiento y hormigueo de éste y poco más. Un extraño pensamiento me empezó a rondar la cabeza, aunque no quise ser consciente en ese momento de él. Miré a la mesita del salón y allí encontré botellas de cerveza, muchísimas y casi todas vacías. No recordaba haber bebido tanto… en fin. Me dirigí hacia mi cuarto. Me esperaba que estuviera algo más desordenado pero al entrar, estaba todo perfectamente en su sitio. Me sorprendió bastante, hasta el punto de notar una especie de pellizco en mi estómago y que mi consciente sacara la pregunta que me rondó hacía poco en la cabeza.

¿Habría sido un sueño?

Me senté en mi cama, totalmente confuso y desorientado… ¿habría llegado mi obsesión por Nacho hasta el punto de inventarme cosas así? Esa pregunta se repitió en mi cerebro una y otra vez, durante un buen rato. De repente, mis ojos se posaron en un pequeño detalle que había cerca de mi cama

¿Qué cojones significaba todo esto…?

Continuará