Del odio al amor, sólo hay... ¿una follada? 2

Continúa la historia de Chemito y sus confusiones...

DEL ODIO AL AMOR… UNA FOLLADA… 2

Me quedé un buen rato, con la mente en blanco y la mirada perdida en el techo de mi cuarto, mientras empezaba a escuchar una especie de zumbido en mi cabeza. El único movimiento que hacía era el de mi mano derecha repartiendo mi aún caliente lefa por mi abdomen y la otra mano estrujándome y "ordeñándome" placenteramente la polla y los huevos, haciéndome gemir levemente. No sabría decir cuánto estuve así o si me quedé dormido o no, solo sé que el sonido de mi puerta me sacó de aquel estado de trance. Me intenté levantar rápidamente para vestirme o limpiarme, pero por primera vez en esa mañana sentí el dolor de los golpes que me dio Nacho. Antes con el cabreo y la excitación que me provocó su llamada, ni me di cuenta de aquel dolor punzante en mi estómago.

De repente se abrió la puerta. Era Sergio.

-¡Buenos días cabronaz...!- se quedó callado de golpe y mirándome. Puso los ojos como platos.

-¡¿S-Sergio?! b-buenos días- intenté decir con naturalidad, mientras buscaba las sábanas para taparme con rapidez, pero viendo que estaba encima de ellas sin y sin poder cubrirme enteramente con ellas, cogí el calzoncillo y me intenté tapar con él y las manos la polla y los huevos, pero sin mucho éxito.

No se movía de la puerta del cuarto y su mirada estaba fija en mi mal tapada y semi-erecta polla y mis huevos. Comprendo su reacción, ver a tu colega de repente desnudo y lleno de lefa, es un poco chocante y más para alguien que no estaba acostumbrado a ver esa clase de cosas en otro tío y menos entre colegas. Me dio una vergüenza y un morbo que no podía con él el ver su cara, lo que me provocó una repentina convulsión en mi polla que me la puso algo más que morcillona.

-P-perdona tío, no, no sabía que… en fin…- se quedó inmóvil y bloqueado sin saber qué hacer.

-No pasa nada ¿Querías algo?

-¿Eh? E-esto… si. Quería ver si ya estabas despierto, para tomar algo antes de irnos mi hermano y yo para el pueblo… y por lo visto, estás más despierto que yo incluso, ¡so guarro! ¡ja, ja, ja, ja!- rió con ganas, lo cual le agradecí por dentro.

-Cabrón, cómo que tú no te haces pajas, joder ¡Ja, ja, ja, ja!

-Hombre, sí… pero por lo menos abro la ventana para que no se reconcentre el olor, que es que eres un cerdo cachondo. Además… no suelo pajearme pocas horas después de haber follado… o el tío que sea te tiene muy cachondo o es que simplemente no te ha satisfecho del todo

-¡¿Qué qué?!- exclamé, cortándoseme la respiración.

Un escalofrío me recorrió la espalda, como si fuera una descarga eléctrica, dejándome con cara de gilipollas.

-N-n… no

Me apareció ese leve tartamudeo y gimoteo que siempre me sale al mentir. Me maldije por no haber aprendido a mentir de pequeño en condiciones, joder, así siempre me pillaban si hacía alguna trastada, porque todo yo era un puto libro abierto para todo el mundo.

-No me vengas con que no… que ayer apestabas a sudor y semen como un "condenao"

-P-pe… pero, n-no tiene que ser con un

-Ninguna mujer por fuerte que sea, te deja la ropa como la llevabas ayer, echa un guiñapo… es pura lógica

-¡P-pero qué dices, gilipollas! ¡T-tú lo flipas, joder!- dije intentando denotar enfado en mis palabras, aunque sin mucho éxito.

Joder, ahí sí que me había pillado. Sergio no era ningún cerebrito y no daba mucho de sí, el pobre (las cosas como son) pero a veces tenía unos momentos de lucidez y sacaba cada deducción que me dejaba a mí y a todos en su alrededor a cuadros. Y justo le tenía que dar la inteligencia en plena resaca de la borrachera, joder, pensé.

Mi colega se empezó a acercar a mí, con paso firme y con sus ojos clavados en los míos mientras que yo, cada vez tenía la cara y el cuerpo destilando sudor como un puerco. Cuando llegó a un lateral de la cama se empezó a sobar el paquete descaradamente, a lo que yo le miré con aún mas asombro que antes, mientras que mi polla se revolvía por entre mis dedos.

-…ayer estuvimos a punto de follar con las dos zorras con las que estuvimos enrollándonos Juanma y yo, pero las muy putas eran unas calienta pollas de cuidado y nos dejaron cachondísimos y a punto de corrernos para toda la noche y hasta ahora

Me confesó, mientras se desabrochaba las bermudas y se cogía el elástico del calzoncillo y lo estiraba. Yo estaba extasiado cada uno de sus movimientos. Le miré la cara con lujuria a lo que él me miró y sonrió con una picardía que nunca antes le había visto, haciendo que por mi polla subiera una especie de hormigueo que me estaba poniendo muy cachondo. Intenté serenarme por un instante.

-S-sergio… a qué viene todo esto…- acerté a decir… antes de que lo que viera a continuación me hiciera perder el raciocinio.

Súbitamente, se bajó el elástico de sus calzoncillos y surgió como poseída su dura polla, la cual se alzaba altiva en contra de la gravedad, convulsionando levemente.

-Pues a qué va a venir… que tu mejor colega está cachondito y necesita vaciar los huevos…- me dijo agarrándoselo y masajeándoselo con una mano y yo me quedé boquiabierto con la escena y sin poder articular palabra, poniéndome tan cachondo que casi me corro ahí mismo.

-Venga… sólo te pido una mamadita, que seguro que al que te follaste le diste mucho más anoche

Me taladró en la nariz un fuerte olor a orín y a semen, cosa que me estaba dando un asco y un morbo impresionante. Estaba a punto de tragarme todo ese pedazo de carne como un poseso cuando de repente conseguí reponer lo poco que quedaba de mi yo racional, ya que vi cómo sus ojos se entrecerraban y se tambaleaba levemente. Estaba aún alcoholizado perdido, lo que me dio fuerzas para mentirle.

-M-mira Sergio… no te parto… (tragué saliva) la cara porque eres mi colega y sé que estás aún muy pedo perdido y no dices más que tonterías. Aparta "eso" de mi vista y resérvaselo a alguna guarra a la que te folles, cabronazo, ¡ja, ja, ja, ja!

-Puhfff de verdad que estoy ciego perdido, tío, ¡ja, ja, ja! Perdona. Es la falta de atención que tiene mi "picharra", que me tiene "desquiciao perdío".

-Ya… ya… falta de atención…- le sonreí levemente.

-Mejor me bajo "pa" la cocina a tomarme algo con la peña a ver si me espabilo un poco.

Se guardó la polla en el calzoncillo, a lo que yo suspiré fuertemente, no sé si de alivio o de pena porque… puhff, menudo miembro viril me acababa de perder, joder.

-Bueno, pues entonces, esperad que me vista, que me arregle un poco y salimos ahora para la estación… y tú… acaba de arreglarte "ese" problemilla, que enseguida bajo- le dije señalando con la cabeza al bultazo que se le notaba por la bermuda con una media sonrisa picarona, a lo cual él me sonrió complaciente y salió del cuarto.

Me quedé un rato con la cabeza apoyada en el cabecero de mi cama. Por lo menos pude salir del atolladero sin más problemas, y la verdad es que en el fondo me sentía orgulloso de mí mismo. La noche anterior perdí una batalla contra mis instintos, pero ya no volvería a pasar. Además de pensar en Nacho, ya incluso estaba empezando a sentir curiosidad por seguir a mi colega y comprobar si se la estaba pelando o no, y en caso afirmativo, chupársela hasta derretirlo de placer, imaginando que aquella zorra a la que casi se folló, hubiera sido yo. Por suerte, pude frenar a tiempo, antes de hacer algo de lo que luego arrepentirme

Estuve un rato así, hasta que decidí moverme. Bajé a donde estaban mis colegas y mi familia tras limpiarme y vestirme con bermudas, camiseta y chanclas de playa. Estaban mi madre atareada terminando de hacer las tostadas y el café junto con mi hermana pequeña que se encontraba sentada en el la mesita de la cocina hablando con ella y especialmente cariñosa con Sergio. Juanma estaba a lo suyo, jugando con su consola portátil y pasando de todo ser viviente que no fuera él mismo.

Saludé a todos y tras tomarme un café y poco mas, salí con mis colegas y su equipaje para llevarlos a la estación.

Cuando regresé estaban aún en la cocina mi madre y mi hermana; mi padre al fin hizo acto de presencia. Él me miró como para saludarme, pero yo le volví la cara.

-¡Anda, pero mira a quién tenemos aquí! Ya veo que al niñito no le ha dado un coma etílico por la carretera, porque vaya ojillos de resaca que tenías esta mañana… si en vez de tanta juerga estudiaras…- me dijo mi hermana Cristina, divertida.

-¡Mira quién habla! La que hasta que hasta que no ha encontrado trabajo tras sacarse el graduado no ha dado un palo al agua en su vida… yo por lo menos tenía una excusa para salir con mis colegas de la facu, joder

-Sí, sí lo que tu digas, vaya ejemplo de hermano mayor que eres…- dijo, dando un sorbo a su taza de café, sin parar de mirarme.

-Por cierto, tu amigo éste, el que no para de hablar, ¿tiene o ha tenido novia o algún rollete?- preguntó de repente como con rin tintín.

-¿Uhm? Pues, creo que no, ¿a qué viene esa pregunta?¿Acaso te gusta, pillina?

-¡Ja, ja, ja, ja! Hombre, esta bueno, pero no como para mí… es demasiado mayor.

-Es que te he visto tan cariñosa con el durante el desayuno y bueno…- le dije mientras me echaba otra taza de café que mi madre tenía preparado mientras la miraba con picardía.

Mi padre, como siempre, a lo suyo hablando por el móvil. Seguramente estaría hablando con algún socio de los suyos sobre sus acciones en bolsa. Mi hermana me miró divertida.

-Sólo preguntaba porque está demasiado bueno como para no tenerla. Es muy rarito… como tú, vamos

-Pues sí la verd…- cuando me di cuenta de lo que estaba infiriendo con esas preguntas empecé a poner mala cara, a lo que ella esbozó su típica sonrisita picarona que me irritaba tanto.

-¡¿Qué quieres decir con eso ahora?!

-¿Yo?, nada, nada… sólo creo que hacéis buena pareja y bueno, si no queréis estar con tías pues… eso… os tenéis el uno al otro

Escupí el sorbo de café que tenía en la boca. De repente un calor se adueñó de mí y de mi entrepierna, y mi polla se retorció espontáneamente, viniéndome a la cabeza la imagen de la polla de mi colega y de su cara pícara.

-¡P-pero qué coño dices, niñata! ¡No te pases que al final te daré una hostia que no veas!- le grité nervioso e iracundo mientras sentía que la sangre me subía a la cabeza de golpe. Cabrona metomentodo.

-¡Aquí nadie va a darle un bofetón a nadie!- dijo mi madre, mirándonos enfadada.

-Tú, Cristina, deja de meterte con tu hermano, y tú, Jose, te tranquilizas, por favor. Vuestro padre está gestionando unos negocios ahora mismo y no puede desconcentrarse con vuestras chiquilladas- dijo mi madre para tranquilizarnos- hijo, ¿tú también quieres tostadas?.

-Si, por favor…- respondí de mala gana y de forma casi automática, con la mirada perdida.

-¡¿Qué qué?! No me digas eso…- dijo mi padre, de repente con la cara roja del cabreo mientras hablaba por el móvil. Seguramente sería su mejor amigo y socio, Juan Carlos, que le estaba dando malas noticias de su empresita de los huevos-… menudos incompetentes de mierda, cojones… tu tranquilo, sí... sí, sin problema, en una hora y media nos vemos en la oficina de allí y lo arreglamos. Hasta ahora- colgó.

-¿Qué pasa, cariño? ¿Otra vez problemas con el proyecto ese?- preguntó mi madre, con cara de preocupación.

-Sí, pero no es nada. Un problema en el sistema informático de la empresa, parece que se han perdido algunos documentos pero… no creo que sea muy grave. Los documentos importantes siempre los llevo en mi pen drive. Lo que pasa es que necesitan a alguien que les apriete las tuercas, que si no empiezan a tocar los cojones y no rinden- nos miró a mi hermana y a mí-… lo siento mucho, sé que os prometí irnos de vacaciones este verano y al final no va a poder ser… con éste proyecto no puedo escaparme y

-Tú tranquilo, papá- dijo mi hermana. Yo me quedé callado, sin mirarle siquiera.

-… bueno, espero que no me requieran más de dos o tres días allí para solucionar el problema antes del fin de semana que viene.

-¿Ya te vas?- dijo mi madre.

-Sí, no tengo tiempo ni de hacer la maleta siquiera, ya me compraré algo allí. Os quiero.

-Adiós, papá- se levantó mi hermana y le dio un beso, junto con mi madre. Yo me quedé sentado y mi padre me miró con algo de tristeza. Cogió las llaves de su coche y su maletín con sus documentos y portátil y se fue. Mi padre es ingeniero y el dueño de una empresa energética que además estudiaba sobre nuevos combustibles. Tenía un proyecto entre manos que precisamente iba encaminado a buscar una nueva fuente energética más efectiva que la solar y otras cosas.

Ambas me miraron con algo de reproche durante un buen rato y yo aparté la mirada. Me dio igual que me miraran así, porque de sobra sabían la mala relación que tenía con mi padre. Si le daba tanta pena nuestra relación, que no hubiera permitido que su trabajo lo absorbiera tanto, cojones, que siempre estaba enfrascado en sus juegos económicos y dejándonos siempre en un segundo plano a su familia, y especialmente a mí. Cómo detestaba aquello, joder.

Tras un rato de silencio mientras comíamos, mi hermana lo rompió.

-… y bueno, cuéntanos, ¿qué tal anoche en la feria?

-¡¿Ehh?!-la miré con desconcierto, ya que me había sacado de repente de mi mundo.

-…creo deducir por tu labio que no fue una noche tranquilita que digamos, ¿no?- me dijo mi hermana con picardía.

-Eh, pues, fue una noche tranquilita más o menos y… bueno- sonó el reloj de la cocina de repente, marcaban las doce.

-Puff, se me ha hecho al final muy tarde y tengo que continuar preparándome para el examen de septiembre. Luego os cuento, ¿vale?

-Bueno, hasta la comida, hermanito, y no empieces a hacer el tonto con el ordenador o a mirar películas porno, ¿eh? ¡Ja, ja, ja, ja!

-¡Mmmm!- escupió mi madre el sorbo de café que tenía en la boca- Cristina, p-por favor…- le dijo intentando contener y disimular la risa que el comentario le provocó. Yo miré a mi hermana con un odio divertido mientras la sonreía y me iba hacia mi cuarto.

El día pasó sin muchas extrañezas. Estuve estudiando en mi cuarto durante al menos tres horas seguidas, debido a que tras correrme la noche anterior casi tres veces y ésta mañana otra más me había quedado como nuevo. El resto del día lo pasamos fuera de casa, comimos fuera y nos fuimos a la playa. El sentir cómo el sol acaricia y calienta tu piel y luego como el agua cristalina la refresca por completo es una sensación tan plena y relajante. Por unos momentos pude quitarme de la cabeza a Nacho y el efecto que me estaba provocando en mí; aún no entendía bien el por qué de aquel control hipnotizante que tenía sobre mis bajos instintos y sobre mis sensaciones. Lo único que tenía claro era que la próxima vez que lo viera le partiría la cara antes de que me empezara a liar de nuevo para desahogarse. Se iba a enterar, el muy cabrón.

No sé cuanto estuvimos allí, pero acabamos reventados y hambrientos. Regresamos a casa para ducharnos y pedir unas pizzas para la cena. Nos las tomamos junto con unas cervezas y nos quedamos tumbados en los sofás viendo la televisión.

De repente, noté cómo a mi madre y a mi hermana se les empezaban a caer los párpados casi a la vez. Yo empecé a sentir una pesadez en los miembros que me angustió, mientras en mi cabeza sentía como si la sangre me fluyera tan densamente como si tuviera miel en las venas. La habitación me daba vueltas sin parar. Ellas cerraron los ojos y se quedaron fritas, y yo me quedé unos segundos más consciente, pudiendo oír un ruido intermitente y constante a mi alrededor. Creía que era mi corazón, pero luego me di cuenta de que en realidad eran unos pasos, como si alguien merodeaba por el cuarto y se me acercaba lentamente. Intenté levantarme para ver quien cojones estaba allí, pero no podía mover un solo músculo. Mi corazón empezó a latir con fuerza y una ansiedad crecía en mí, hasta que fueron mermando mis fuerzas y mi raciocinio. Cerré los ojos y caí en un profundo sueño.

.

No sé cuánto tiempo pasó. Tan sólo sé que me embriagó un fuerte olor a alcohol y a jazmín que me taladró la nariz y el cerebro. Abrí los ojos de golpe, aunque me pesaban los párpados y los tuve que dejar entreabiertos. No veía nada, sólo un entorno borroso y oscuro. Fruncí el ceño debido a mi dolor de ojos, e intenté ver con más claridad. Poco a poco se volvió todo algo más nítido, aunque tampoco es que viera mucho más que antes, ya que estaba muy oscuro. De repente, sentí una mano dándome unas palmaditas en la cara, a lo cual di un respingo.

-Vaya, vaya. Así que al fin te despiertas, ¿eh, mequetrefe?- resonó una voz en mi cabeza.

-¿Q-quién…? uhg- susurré como pude- ¿quién eres?

Intenté mover los brazos, pero algo me lo impedía. Miré desesperadamente y vi que estaba esposado al cabecero de la cama.

-¿Pero qué… qué es esto?- me empecé a remover de forma ansiosa y temblorosa, intentando librarme de ellas como un gilipollas, pero obviamente no pude.

-¿y mi familia?

-Ssssh, tranquilo nenito… no te pasará nada si colaboras, ¿Dónde lo tiene?- me dijo una voz ruda que no conocía. Acercó su cara a la mía de forma rápida- ¡eh, espabila, joder! ¿Vas a colaborar o qué? ¡Contesta!- me dio una bofetada en la cara, poniéndomela echada hacia un lado. Luego puso su mano en mi mejilla y me la apretó contra la cama, inmovilizándome.

-¡Aaaah! ¿de qué hablas?¿quién coño eres?- le pregunté entre quejidos a mi agresor.

Pude verlo claramente por el rabillo del ojo. Era un hombre de mediana edad, esbelto y alto. Iba todo vestido de negro y llevaba puesto un pasamontañas. Pude ver entre la tela negra sus ojos negros llenos de furia.

-¡¿Dónde tienes a mi familia, cabrón?!

-¡Cállate y dime dónde cojones tiene guardados! ¡Vamos!- cerró el puño y dio un fuerte golpe a mi almohada justo al lado de mi cara, cosa a la que yo grité y me provocó un repentino escalofrío de terror. Mi cuerpo temblaba de forma incontrolable y un espasmo en mi estómago me provocó que no pudiera decir palabra alguna.

-Uumm, ya veo que no vas a colaborar… muy bien…- de repente se sacó una pistola (que tiempo después sabría que era parecida a una nueve milímetros) y me la puso en la boca. Le abrió el seguro, haciendo esa especie de crujido metálico que me hizo temblar aún más si cabe que antes. Yo me quedé quieto, con los ojos como platos, mirando aquella cosa apuntando directamente a mi cara

-Te lo repito una vez más… donde los tiene guardados

-¡Uuh! N-no, no sé a qué se refiere (tragué saliva) ¡p-por fav… por favor!- sollocé, muerto del miedo.

-Oh, síí que lo sabes… si no me das lo que me pertenece por las buenas… tendré que tomar medidas drásticas

De repente, me quitó las sábanas de encima fuertemente, dejando todo mi cuerpo destapado. Instintivamente me encogí durante un segundo todo lo que pude. Entonces empezó a pasar la pistola de forma suave y estremecedora por mi abdomen hasta que llegó a mi paquete, el cual empezó a hacer presión con la pistola, provocando que mi ya despertada polla se acabara de espabilar. Yo gemí.

-Uummm, ya veo que encima de todo te has puesto cachondo, ¿eh, mequetrefe? Desde luego, te tengo que enseñar modales encima de todo

-¡P-por favor, no me haga nada! Coja el dinero que quiera… p-pero por favor…- dije entrecortadamente, debido al pánico y a la excitación que me estaba provocando ese masaje a mi paquete con el frío metal.

-Sssshhh… tranquilo, niñito de mamá… que se está poniendo la situación interesante

Puso sus manos en mi abdomen y sin apenas rozarlo y las bajó hacia el pronunciado paquete que ocultaba mis calzoncillos. Me los arrancó de repente, lo que hizo que me sobresaltara, liberando mi para entonces gordísimo y durísimo falo. El chasquido que sonó al golpearme el abdomen, me puso a mil por hora. De mi polla surgió ya una gotita de pre seminal y me la miré con la boca abierta, ya que era la última reacción que esperaba tener ante una situación así. Mi agresor me miró con una sonrisita que se le adivinaba por entre el pasamontañas.

-… ya veo que lo que yo creía que asustaba a la gente a ti te pone cachondo… por lo visto, tendré que tomar medidas mucho más drásticas para tomar lo que es mío…- dijo apretando la pistola en la base de mis huevos y viajando por mi perineo.

-P-po… p-por fav… por favor se lo ruego… n-no me haga daño- sollocé mientras de mis ojos brotaban lágrimas, muerto del pánico y de la cachondez.

Mi agresor me agarró con las dos manos los tobillos y los empujó hacia donde tenía esposadas ambas manos, provocando que mis piernas se flexionaran.

-… ahora me vas a facilitar el trabajo y por tu bien no te vas a mover lo más mínimo, ¿entendido?

Le hice un gesto nervioso con la cabeza, afirmando. De repente me quitó la esposa de una muñeca a lo que yo mantuve esa posición con las piernas. Me pasó el brazo por delante de ésta y me volvió a esposar la muñeca en el cabecero, dejándomela inmóvil al igual que el brazo. Repitió esa misma operación con la otra pierna, hasta que terminé completamente inmovilizado tanto de piernas como de brazos, en una postura que dejaba completamente expuestas mis zonas más delicadas e íntimas. De repente me vendó los ojos. Me asustó y me excitó a partes iguales. Pude entrever por entre la tela negra que volvió a coger algo (supuse que la pistola) y prosiguió con el masaje de mi perineo, haciendo presión sobre mi esfínter y provocando que mi cuerpo se revolviera lo poco que podía con esa postura y que de mi garganta emanaban gemiditos y sollozos. Mi polla, algo menos hinchada debido a su desuso, también se revolvió levemente de gusto y de mis huevos emanaba algo más de líquido pre seminal que antes.

-… tu familia está acostada, cada una en su propia cama. Aunque el efecto de la droga que os puse en la pizza ya se le ha pasado, seguirán durmiendo… de tu propio autocontrol depende que sigan así y que no se despierten. Si lo hicieran… entonces la situación se pondría muy mal para ellas y para ti también

Le miré con confusión, queriendo adivinar a qué cojones se refería con eso. No me dio tiempo a preguntar… de repente y sin mediar palabra, me empezó a meter la boquilla de la pistola por el culo, seguido por casi la mitad de todo el tronco metálico del arma. Simplemente, tuve que cerrar completamente mi garganta para evitar gritar. Sólo se escuchó un grito fuerte y corto, mientras deformaba la cara de dolor y tensaba todo mi cuerpo.

-Aah-aahg… ¿¡q-qué… uhhgg… haces?!- exclamé, susurrando con los dientes prietos de la rabia.

-… sssshh… ahora putón… dime dónde está lo mío si no quieres que te atraviese literalmente en dos de un disparo…- me dijo, acercando su cara a la mía, sonriendo de forma tranquila y a la vez amenazadora.

-¡¡¿¿Q-q… que??!!

Yo abrí los ojos como platos, mientras mi respiración se volvía irregular y los latidos de mi corazón me ensordecían por completo.

-Cinco… cuatro…- empezó una cuenta atrás que me acabó de acojonar.

-¡N-no aahg… noo, por favor! ¡No sé a qué te refieres… por favor!- sollocé, llorando inconsolablemente mientras me retorcía en un intento de gilipollas de escapar.

-Tres… dos

-¡Joder, jodeerr, dime a qué te refieres y te lo daré! ¡¡Por favor!!- susurré con rabia, sin poder asimilar que mi hora se acercaba.

Noté cómo con cada vez que avanzaba esa cuenta atrás mi corazón latía tan fuerte que me dolía el pecho y que hiperventilaba de manera costosa. Se me nubló la vista y perdí levemente el sentido

Continuará