Del juego a la realidad

Un marido con una doble vida en internet. Pronto su juego se le escapara a su control

Mi nombre es Pedro. Soy una persona corriente, como las cientos de miles que te puedes cruzar día a día en la calle. Tengo un aburrido oficio de oficina, estoy felizmente casado y tengo un hijo maravilloso. Mi vida es feliz aunque rutinaria. Trabajo cada día, hago unos kilómetros de carrera, juego con mi hijo, veo con mi mujer alguna película en la tele, ahorramos para pasar una semana en la playa en vacaciones, todo muy normal.

Hace ya mucho tiempo que nuestra vida sexual cayó en lo vulgar. No es que de novios fuésemos unos aventureros, pero teníamos nuestra chispa, hoy en día entre el estrés, el trabajo y mil cosas nos habituamos al clásico polvo de fin de semana casi por compromiso. Amo a mi mujer, nos compenetramos y nos divertimos pero en el sexo la llama se estaba apagando

Yo me negaba a caer en esa rutina. Por eso comencé a escribir fantasías eróticas. Daba rienda a mi imaginación y eso me encendía, al punto de que luego podía hacer el amor con mi mujer con energías renovadas. Me regodeaba observar como mis relatos eran los más leídos de la web donde los publicaba. Nada de ello sabia mi esposa, siempre más tímida y recatada, no me atrevía a mostrarle según que relatos. Al tiempo comenzó a aburrirme ya que publicar aquellos relatos se volvía más automático sin ninguna intervención. Comencé entonces a frecuentar chats en busca de algún alma que compartiera fantasías y tener charlas eróticas. Solo un par de ocasiones pase un buen rato, la mayoría de las veces los chat están llenos de basura.

Por fin encontré el lugar que soñaba. “sombras” un portal de gente anónima que compartían toda clase de fantasías, tanto en grupo como en conversaciones privadas. Mi Nick era Conan, posiblemente guiado por el estereotipo masculino del guerrero cuyas aventuras leía de crio. De todos mis nuevos “amigos” destacaba “La pantera negra”. Hablaba con ella durante horas, su forma de escribir y su volcánica imaginación para la lujuria hacia que me excitara con cada párrafo. En una ocasión, me puse tan cachondo que acabe despertando a mi mujer en mitad de la noche para hacerle el amor de forma frenética.

Todo cambio un día en el que mi mundo se desmorono a pedazos. Era una noche en la que volví a contactar con “la pantera negra”. Ella me envió una imagen, no era raro que en ocasiones, para ilustrar nuestros relatos y charlas, nos mandásemos imágenes sacadas de páginas pornográficas. Pero cuando se descargó la imagen me vi a mí mismo. Estaba desnudo de cintura para abajo, con las piernas abiertas sobre la mesa y masturbándome. Esa imagen podría haberla sacado de alguna de nuestras sesiones. Mire asustado la webcam del portátil, siempre la tengo desconectada y no tenía idea alguna como podía haberme sacado aquella imagen. Asustado, cerré la sesión, luego elimine mi registro de la web e hice lo que cualquiera con mínimos conocimientos de informática hace, borrar el historial de navegación. Me acosté muy asustado y acelerado, con el corazón en un puño y un ataque de nervios.

Había pasado una semana desde el incidente y ya empezaba a olvidarme del asusto cuando al revisar mi correo personal apareció en email cuyo remitente ponía “La pantera negra”. Casi sufrí un ataque de ansiedad, jamás me había registrado en ningún lugar con mi correo personal. Al constatar de que no se adjuntaba archivo alguno, lo abrí y leí el escueto mensaje

“Saludos Conan.

He comprobado que tras irte de súbito la otra noche, has eliminado tu cuenta. Siento haberte asustado, fui demasiado brusca. Permíteme ofrecerte una explicación. En mi vida real me dedico a la ciber seguridad. Conozco de sobra lo vulnerables que son las redes sociales. Pensé que no me creerías y por eso decidí mostrarle lo fácil que podía ser usar a distancia tu cámara. No suelo hacer esto, pero tengo un vínculo especial contigo, eres mi amigo de “aventuras” y no quisiera que nadie se aprovechase de ti, hay muchos tiburones en la red. Por eso quería ofrecerte mis servicios profesionales para ayudarte a montar una red segura”

Aquel correo me dejo un sabor agridulce. Por una parte sus intenciones me parecían buenas y eso me quito un peso de encima, por otra parte me hacía sentir vulnerable al ver la facilidad con la que había averiguado mi correo personal. Elimine el mensaje sin contestar y me olvide del tema una vez más.

Dos días después recibí una llamada en el móvil de un número largo, pensando que sería algún proveedor de telefonía, conteste la llamada. Al otro lado sonó una voz tremendamente sensual, como esas locuciones de sitios eróticos cuyas voces, casi gemidos, parecen que te hablen en susurro. Escuche atentamente “hola conan”. Sabía que se trataba de la pantera, mi primer impulso fue colgar e incluso tirar el teléfono a la basura, cambiar de número, pero había algo en aquella voz que me atrapo, el sudor frio que me recorría la espalda chocaba con una excitación como pocas veces había sentido, no quería dejar de oír aquella voz.

Escuche nuevas disculpas de la pantera y volvió a ofrecerme sus servicios informáticos por un módico precio de mil euros. Eso me enfureció y me libro de su influjo y la acuse de hacerme un chantaje. Pareció sinceramente ofendida, aunque había algo divertido en su tono, y me aseguro que un trabajo como ese podía costar 5 o 6 veces mas en la calle, que me hacía un precio “de amigo” y que si no quería, no era ningún chantaje, nunca mas volvería a tener noticias suyas y jamás nada ni Nadia sabría de mi otra vida.

Dos días después me encontraba en la mesa mas discreta de una cafetería. Había accedido al ofrecimiento de la pantera y me hallaba esperándola. Fue ella la que lo organizo todo. Quedamos por la mañana, de forma que pudiera pedir un rato en el trabajo sin levantar sospechas. El bar estaba en un polígono de una localidad vecina, era la típica cafetería cutre donde solo desayunan los trabajadores de la zona, las posibilidades de ver alguien conocidas eran ínfimas. Me gustaba porque el sitio era discreto y al mismo tiempo público, sin posibilidad de caer en ninguna trampa. Reconozco que aquel día me había preparado más de la cuenta, mi mejor camisa, una ducha tempranera, mi mejor perfume… puesto que mi mujer salía más temprano que yo, pude prepararme, no sabía muy bien porque tenía ganas de dar la mejor imagen posible.

Había pasado casi media hora desde la hora acordada, yo andaba dándole vueltas al móvil pensando que todo era una broma y estaba a punto de irme cuando un golpe sordo me despertó de mis pensamientos. Alguien había dejado caer con fuerza un maletín sobre la mesa. Levante la vista y allí estaba ella, la pantera negra. No tenía ninguna idea de lo que me esperaba. La mujer que tenía frente a mi rondaría los 26 años. Vestía un pantalón de cuero ajustadísimo que no parecía posible que dejase circular la sangre de sus piernas. No tenía un culo de cine, y sus piernas eran mas bien delgadas, pero aquel pantalón tan ajustado resaltaba un culo prieto y duro. Llevaba una camisa negra con los últimos botones deliberadamente desabrochados dejando mostrar el inicio de un escote no muy voluminoso pero firme y tentador. Lo que más me gusto fue su rostro. Era morena, de pelo corto y algo alborotado, con unos ojos color miel y unos labios gruesos. Pero había algo en su mirada y en su pícara sonrisa, un aire juguetón y de superioridad, la típica cara que hace que te corras imaginando mil perrerías.

Me saludo con una sonrisa, se fue a la barra y yo no pude dejar de mirar aquel culo que parecía que fuese a reventar el pantalón y regreso con 2 cervezas. No sabía muy bien cómo comportarme pero todo fluyo con normalidad, ella hablaba por los dos de trivialidades, yo le seguía la conversación aunque era difícil no imaginarme aquella voz y aquel rostro en una situación mas intima. Notaba un calor poco natural y acabe mi cerveza. Ella me invito a una segunda ronda pero poco después de sentarse, me apresuro a acabarla, puso un billete sobre la mesa, me cogió de la mano y salimos corriendo.

Me explico que justo acababa de entrar en la cafetería un conocido, y me propuso ir a un bar cercano. Sugirió que dejara aparcado mi auto, apenas íbamos unas manzanas de distancia y ella me llevaría en la moto. Tenía una de aquellas motos gigantes de carretera. Me ofreció un casco y arranco con un fuerte estruendo. Yo me pegue a su cuerpo y note como estaba empalmado, con el bulto de mi pantalón pegado a su culo y rezaba porque ella no lo notase.

Tal y como aseguro, apenas nos movimos unas manzanas de distancia y me quedé estupefacto, entramos en la cafetería de un tanatorio que a esas horas estaba desierta. Ella trajo otras 2 cervezas. Leyó en mi cara mi sorpresa por el lugar donde nos encontrábamos y me dijo “vamos vamos.. tu eras el que escribió aquel relato “noche de brujas” donde hacías el amor en un cementerio, o “el último adiós” donde follabas con tu mujer en el servicio de un tanatorio” “eso solo son fantasías” me defendí y ella me aseguro “las fantasías son deseos reprimidos”. Ahogue una respuesta y me acabe la cerveza, era muy extraño, cada vez me sentía mas somnoliento y acalorado

De súbito abrió su maletín y saco un portátil, “vamos al trabajo”. Se levantó para sentarse junto a mí, empujando la silla hasta quedar pegada a mí. Ella trabajaba en encender el portátil, se inclinó y yo pude observar su escote a través de su camisa. Unos preciosos pechos de tamaño medio pero firmes. El calor me ahogaba y de súbito sentí la mano de la pantera posarse en mi pierna, acariciándome el muslo muy cerca de mi polla. En la pantalla del portátil comenzaron a verse las imágenes pornográficas que nos habíamos enviado en innumerables sesiones. Sentí el aliento de mi compañera pegado a mi oreja y su sensual voz “Bueno.. tengo que confesar que nada de esto entraba en mis planes.. pero me gustas Conan (su mano apretaba mas mi muslo) y he pensado que quizás podríamos acabar este juego en mi casa… una sola vez… nuestra gran aventura…”

En cualquier otro momento de mi vida habría renunciado pero me sentía atrapado por esa voz, por esa mirada ardiente y apenas balbucee un si. Los siguientes minutos fueron un poco confusos, me vi de nuevo en su moto. Salimos de la ciudad hasta aparcar en unos unifamiliares. La pantera se bajó, forcejeo un poco con la puerta y entro en el jardín de la casa. Yo la seguía absorto en ese culo tan prieto, a estas alturas todo me daba igual, solo deseaba tirar a esa hembra en la cama y follarmela a 4 patas bombardeando ese culo.  Como si fuese capaz de leer mis pensamientos, la pantera se paro y dijo “no estaría mal darnos primero un bañito en la piscina no crees?” “no tengo bañador” argumente pobremente “No lo vas a necesitar”.

Comenzó a desnudarse, vi caer su camisa y luego su sostén, admirando su espalda. No podía quitar la vista de su culo, al bajarse el pantalón lo admire, tan fuerte y prieto como imaginaba. Deslizo un tanga negro por sus piernas, así de espalda giro su cara, mi miro con una sonrisa devoradora, y camino hasta meterse en la piscina. Torpemente me desnude y me lance a la piscina. Nada mas entrar en el agua la pantera se me abalanzo, rodeando con sus piernas mi cintura, atrapando mi cabeza entre sus manos y hundiéndome la boca entre sus labios. No fue un beso pasional, fue más un beso salvaje donde nuestras lenguas se enfrascaron en un combate. Clavo sus uñas en mi espalda con tal fuerza que di un respingo, me arañaba sin dejar de devorarme la boca y le correspondí agarrando con ambas manos sus nalgas y apretándolas con más fuerza de la que debiera. Parecía gustarle porque seguía arañando mi espalda con sus uñas, despegaba su boca solo para tomar una bocanada de aire y volvía a hundir su lengua dentro de mí. Nos devoramos con pasión salvaje. En un arrebato ella tomo aire, volvió a fusionar nuestras boca y con un hábil movimiento me hundió en el agua. Bajo la piscina nuestras lenguas seguían bailando dentro de nuestras bocas, me agarraba con fuerza entre sus piernas y era incapaz de soltarme. Tuve un momento de pánico al verme atrapado y sin aire, pero reconozco que me excitaba aún más. Tras unos segundos que me parecieron eternos, me soltó y salimos a la superficie respirando trabajosamente. Mientras recobraba el aliento note como la palma de su mano acariciaba mi pene, la mira y volví a encenderme en esa sonrisa llena de picardía. “Mejor vayamos dentro, donde estemos mas cómodos” me dijo. La vi salir de la piscina, el movimiento de su culo me traía loco como si fuese un encantamiento, la seguí pensando únicamente que llegaba el momento de follarmela.

Entramos a un amplio dormitorio con una gran cama, para entonces ella ya estaba tumbada, con las piernas ligeramente separadas, mostrándome su sexo totalmente depilado e invitándome a tomarla. A la pantera le iba lo salvaje, y yo ya no estaba para romanticismos, me lance sobre ella y comencé a devorarle los pechos. Eran mas bien medianos, podía tomarlos dentro de mi mano, pero duros y con unos pezones grandes. Arrastre mi lengua de uno a otro pezón, chupando como un niño del biberón, mientras devoraba uno pellizcaba y apretaba el otro pecho con mi mano. Iba saltando de uno a otro pecho con un ansia animal. Mire a los ojos de la pantera y me incline para darle otro beso animal.

En aquel momento con un movimiento de sus fuertes piernas me tumbo colocándose ella boca arriba. Se lanzó a por mi cuello mordisqueándolo y pasando su lengua hasta mi oreja. Yo me deje llevar envuelto en el placer de sus besos y no fui capaz de ver ni de impedir su siguiente movimiento. Fue muy rápida para pasar una cuerda por mis muñecas y dejar mis brazos atados al cabecero de la cama. Solía escribir algunos relatos con ataduras, pero al contrario de lo que pudiera pensar la pantera, no se trataban de deseos reprimidos, nunca me gusto la sensación de estar a merced de nadie. Y sin embargo en aquellos momentos, ante aquella mirada felina, estaba en el clímax de la excitación.

“Muy bien… conan… es hora de comprobar si todo esto ha merecido la pena… si estas a la altura de tus fama…” Había algo en su mirada diablesa que me produjo un súbito sentimiento de pánico “ahora vas a darme placer… no he montado todo esto para 5 minutos… vas a aguantar sin correrte una hora. Te voy a cabalgar hasta quedarme seca, y tú lo vas a soportar una hora… Porque si te atreves a correrte un solo minuto antes, publicare todos tus secretos y todo el mundo sabrá lo que a pasado… No pongas esa cara, esto va a ser el polvo de tu vida”

Iba a protestar cuando ella se dio la vuelta, ofreciéndome un primer plano de su culo. Podía oler su aroma más íntimo, ese olor a sexo que volvió a estallarme de pasión. Sin tiempo a reaccionar ella se sentó sobre mi rostro, note mi cara enterrándose entre sus nalgas y su vagina pegada a mis propios labios. Siempre me ha gustado recrearme en el sexo oral, hacerlo despacio, pero este no era el momento. Saque mi lengua como pude ya que mi rostro estaba enterrado en su cuerpo y la penetre con la lengua. Notaba sus gemidos y sus flujos chorreándome por la cara, y moví mi lengua de forma frenética por todo su interior. Mi nariz estaba aplastada contra su ano y me faltaba el aire. No parecía dispuesta a dejarme hasta que lograra hacer que llegara al orgasmo así que me debatía en frotar todo su interior con mi lengua, llevándola tan profunda como me daba de sí. No podía respirar, me ahogaba entre sus fluidos y mis propias babas y en un momento de nervios trate de deshacerme sin éxito de mis ataduras. Me convulsione nervioso, llegando aún mas en su interior y cuando creía que iba a ahogarme, ella se levantó dejándome respirar, unas bocanadas de aire para recuperarme. Sus piernas chorreaban aquel néctar, y sin darme tiempo a recuperarme del todo, volvió a bajar sus caderas y a aplastarme. Me dedique otra vez a penetrarla con la lengua, mas que sexo oral era una follada con la boca. Ella estaba cada vez mas excitada, su respiración se aceleraba y yo ardía de deseos de que me correspondiera tomando mi pene y llevándolo a su interior. Entonces recordé su advertencia y trate de controlar mis impulsos, respirar era la mayor de mis preocupaciones, pero ella no debajo que me ahogara. Levantaba su cuerpo en el instante justo y el tiempo suficiente para dejar que me recuperase y volvía a meter su sexo en mi boca, una y otra vez. En una ocasión dejo su culo ligeramente mas elevado, lo que me permitió respirar y emplearme a fondo el alcanzar con mi lengua su clítoris y frotarlo con ansia. Ella gemía, clavo sus uñas en mi pecho y grito de placer, un chorro cayo en mi garganta y ella se corrió en mi boca.

Se giró aun jadeando y me miro directa a los ojos, yo aún estaba recuperándome y ardiendo en deseos de follarla. “No ha estado mal… nada mal… Han sido 15 minutos muy buenos te lo reconozco. Pero ahora empiezo la bueno, y vas a tener que aguatar todo lo que te queda…” Mientras me hablaba su mano había comenzado a acariciar mi pene, pasando un dedo juguetón de arriba abajo y estrujando suavemente mi glande entre sus dedos. Yo memoria de ganas por mas, pero sus palabras eran una clara advertencia y trate por todos los medios de reprimirme. “Creo que no me gustaría que fracasaras… así que voy a ayudarte un poco…”

Saco de entre las sabanas una cuerda suave, podía ser el cinturón de una bata, y con destreza anudo mis testículos y apretó la cuerda produciéndome un pequeño dolor. “Así bastara.. esto te ayudara a aguantar un poco”

Sin mas preámbulos agarro mi pene con la mano, lo coloco en la entrada de su vagina, y se sentó de súbito introduciéndolo todo dentro de ella.

Era un espectáculo glorioso, ahí la tenía, con esa sonrisa felina, su delgado pero firme cuerpo y sus pechos botando al compás de sus botes. Con una mano manejaba la cuerda que me tenía prisionero los testículos, apretando mas o dándome un ligero respiro. Atado de manos en la cama y con mis partes anudadas, ella era una vaquera que literalmente me estaba cabalgando. En cualquier momento esto habría sido un sueño cumplido, pero ahora no podía disfrutarlo como se merecía, todo mi ser estaba concentrado en no sucumbir al placer de aquella pantera. Trataba de cerrar los ojos para librarme de su imagen, aunque la tenía grabada a fuego en el cerebro. Trataba de llevar mi mente a los pensamientos mas anodinos y aburridos del mundo, pero ella, una vez mas leyendo mi mente, se inclinaba para mordisquearme los pezones o morderme el cuello, lo que me llevaba de vuelta a la cama y a ver una vez mas su escultural cuerpo botar sobre el mío. Ella bailaba sobre mi pene como si estuviese escuchando rock and roll, se movía eufórica y parecía hacer todo lo posible por lograr que yo no fuese capaz de soportar su reto. Notaba sus flujos derramarse por mi ingle, ella gemía y hasta gritaba en pleno éxtasis, el sudor recorría su cuello y rodeaba sus pechos.

No sé cuándo tiempo duro aquella tortura, luchaba con todas mis fuerzas por resistir, pero ella seguía botando, cabalgándome como a un potro salvaje. La oí gemir una vez mas en pleno orgasmo. Entonces ella soltó la cuerda que me presionaba los testículos y se inclinó hasta que sus labios quedaron pegados a mi oreja “adelante.. disfrútalo” me susurro entre jadeos. Ahí en esa posición notaba sus tetas aplastarse contra mi pecho, y su cintura comenzó a moverse velozmente, mi polla entraba y salía de su cuerpo a un ritmo bestial. Me convulsionaba tratando de empujarla a ella, de penetrarla hasta lo mas hondo, sin darme cuenta mis ataduras me dejaron una señal de quemado en mis muñecas. Ella gemía de placer y yo no pude aguatar un minuto mas hasta que me deje ir en un orgasmo como nunca había sentido, con espasmos de placer.  Ella se levantó echándose a un lado dejándome aun mi pene empinado chorreando semen como una fuente mientras aun yo podía saborear las mieles del placer observando aquel cuerpo de diablesa que me había vuelto loco.

Durante unos instantes me sumí en una placentera inconsciencia. Cuando recupere la voluntad, la pantera terminaba de vestirse, yo forceje pero seguía maniatado a la cama.

“No ha estado nada mal.. Conan…42 minutos… no es un record pero no a estado nada mal…No me has defraudado. Tienes mi palabra, de esto jamás nadie sabrá nada. No tengo ninguna foto tuya, y tu vida está a salvo, no volveremos a encontrarnos. Bueno, quizás tengas que explicarle algo al dueño de esta casa cuando llegue, pero seguro que con tu imaginación escribiendo fantasías se te ocurre algo…”

Yo empecé a protestar y chillar, jalaba de mis ataduras pero no conseguía llamar la atención de la pantera. Solo la recuerdo darme la espalda y observar aquel apretado culo mientras se marchaba y me dejaba allí…