Del dicho al hecho, va un trecho
Mi mujer me llama para decirme que hemos quedado con su amiga Paz para cenar. Lo que no sabía era que cenar, cenamos poco
Mi mujer Mara me llamó para decirme que esa noche cenábamos con su amiga Paz. No tenía muchas ganas la verdad, pero estar en compañía de Paz la verdad, siempre era un placer. Una morenaza de pelo largo y ojos claros que te nía dos pedazos de tetas impresionantes y un cuerpazo espectacular y, para mejor suerte, era bastante liberal y cada vez que nos reuníamos hablábamos de sexo y de la aventuras que se corría, y mi mujer se ponía súper cachonda al escuchar estas historias. Siempre que quedábamos con ella mi mujer me pegaba unos polvazos enormes cuando llegábamos a casa. Por eso fue que me alegré tanto de la quedada.
Llegué a casa, me duche y me fui en coche hacia casa de Paz, ya que ella había recogido a mi mujer a la hora del café y llevaban más de cuatro horas de plática sin mí. Aparqué cerca de la puerta de su chalet y llamé a la puerta. A los pocos instantes me abrió la muerta un maromo de metro noventa que, dedicándome una sonrisa me dijo: ¿Tú debes ser Juan? Pasa. Me dirigí hacia el salón donde se encontraban ellas sentadas en los sofás. La mesa tenía los restos de la merienda, cafés y vasos de cubatas empezados.
̶ Veo que habéis comenzado sin mí. ̶ Observé
̶ Te presento Mario, mi novio. ̶ Dijo Paz mientras se levantaba y se acercaba a darme un beso.
̶ Encantado. ̶ Dije ofreciéndole la mano
̶ Tanto gusto. ̶ Contestó él a la vez que me devolvía el gesto.
Me senté al lado de Mara y la besé. Ella se acurrucó a mí y continuaron la conversación. Hablaban del concepto que tenía la sociedad de las drogas, los tabúes que había al respecto y los estamentos que impedían que se legalizaran la mariguana, mientras que el alcohol y el tabaco eran iguales o más perjudiciales para la salud que esta. Me serví una copa de ron y traté de seguir la conversación. El hecho de que hubiera comido poco y hacía ya bastante rato, hizo que me subiera mucho la bebida y me aletargara un poco. Mario acercó una pipa de agua y la encendió. Ya te digo que creía en la legalización de la mariguana… Cogimos un colocón de María en un periquete con la liga que hizo y que nos pasamos en un par de ocasiones poco antes de estar demasiado colocados para coordinar. La conversación derivó en lo machista que era la sociedad, el lenguaje y las costumbres que teníamos y de como era de lo más normal ver escenas lésbicas en el cine porno pero que solo podías ver escenas gays en una película del género. Cada uno dábamos nuestro respectivo punto de vista y de repente la cosa pasó a mayores. Paz se acercó a Mara y la besó en los labios como una quinceañera besa por primera vez. Tan solo duró unos segundos pero a Mario y a mi se nos paró el reloj.
̶ Que!! Os ha gustado verlo no? ̶ Dijo Mara mientras esas dos hembras buscaban nuestras miradas,
̶ Pues sí. Y mucho ̶ contestó Mario
̶ Ya te digo. ̶ Espeté yo
̶ Pues a mí me gustaría veros a vosotros hacer lo mismo. ̶ Dijo Mara mirándome con expresión malévola.
̶ Ni de coña. ̶ Dije
̶ Ves!! ̶ dijo Paz mirando a Mario. ̶ Te dije que la sociedad es machista y vosotros sois machistas.
̶ Yo no lo soy. ̶ Dije
̶ Pues yo aún menos ̶ Dijo Mario
̶ Eso quiero verlo yo. ̶ Dijeron a coro Mara y Paz
Con las mismas, a mí que soy de mecha corta, al ver que Mario se levantaba, me acerqué a él y lo besé. Más que un beso fue pegar los labios de uno a los del otro, pero Paz y Mara querían más.
̶ Quiero un beso de verdad. ̶ Le dijo Paz a Mario. Y Mara me miraba como diciendo: si ya lo sabía yo.
A lo que respondimos besándonos como dos amantes que hacía ya tiempo que aguardaban el momento. Mara cambió la expresión de su gesto que reflejaba que la excitación le brotaba a borbotones y Paz se metió la mano bajo la camisa y se tocó uno de sus pechos a los que le decía a Mario ̶ No pares.
Este siguió besándome a lo que respondí tímidamente. Lo extraño de la situación es que no se si por la cara de viciosas o por la mariguana o el alcohol, me encontraba sin inhibiciones y, al sentirme excitado por la situación, mi polla se empezó a poner dura. Mara se fijó y se colocó tras de mí, desabrochándome el pantalón, dejándolo caer hasta mis tobillos junto a los boxers, dejando mi culo y mi polla medio erguida y desnuda.
Paz copió a su amiga y se colocó a la espalda de Mario. Empezó a desnudarlo y Mara continuó haciendo lo mismo. Al poco tiempo estábamos los dos desnudos enfrentados, rozando nuestras pollas y sintiendo a nuestras mujeres tras de nosotros.
Paz susurró algo a Mario y, cogiéndolo del pelo, le hizo arrodillarse. Sentí como me la empezaba a comer. Veía a paz tocándose bajo la ropa y tenía a Mara tras de mí, sobándome el culo y la espalda. Tenía sensaciones encontradas pero sentía un placer indescriptible.
̶ Ahora te toca a ti. ̶ Me susurró Mara al oído y, cogiendo a Mario del pelo y a mí presionándome del cuello, invirtió nuestras posiciones.
Ahora la cosa era distinta. Estaba arrodillado, con una polla enorme frente a mi boca y la sensación de que ahora la cosa iba a peor. Mara se arrodilló a mi lado y diciéndome “No es tan difícil”, empezó a comerme la boca acercándose al miembro de Mario. Cerré los ojos y correspondí el beso hasta que el rosado glande se interpuso entre nuestras boca. A penas la tenía abierta y, con Mara presionando levemente mi cuello, comencé a besarla.
̶ Abre más la boca y cómetela entera ̶ Me espeto Mara a la vez que me empujaba contra Mario.
A esas alturas me dejé llevar. Abrí más la boca y comencé a chupársela como si de un polo helado se tratara. Dentro y fuera, dentro y fuera, sentí con se endulzaba su glande con el líquido pre seminal y lejos de parar, continué comiéndosela un largo rato, con un ritmo constante. Sentí como tiraban de mi pelo separándome de aquella polla y aterrizar sobre un maravilloso sexo femenino. Sin duda alguna el maravilloso y húmedo sexo de Mara. Ahí sí que me encontraba como en casa. Me encanta comerle a mi mujer su delicado sexo. A ella le gusta que se lo haga suavemente pero, como apretaba mi cabeza contra sí, me exigía que se lo comiera con más rudeza que como de costumbre. Con otro tiró de pelo me sacó de mi deleite para devolverme a la polla de Mario. Esta vez no tenían bastante y me empujaron contra él para que la penetración fuera más profunda, con lo que tuve que sacar la lengua para facilitar la operación y sentir en la garganta la presión de su glande. Mara se sentó en el sofá y me llamó para que fuera hacia ella, tras lo que me rogó que le siguiera comiendo el coño. Sus deseos son órdenes, y más cuando la ocasión lo requería como lo hacía aquella. Sin incorporarme del todo me arrodille entre sus piernas y proseguí con lo que había dejado hacía un rato. La miré y seguía viendo esa expresión de lujuria que era nueva para mí. Para mi sorpresa se sentó Paz se sentó a su lado y comenzaron a besarse y a sobarse. Mara tocaba sus pechos y Paz la correspondía con más besos y caricias. Aunque hacía rato que me había olvidado de Mario, no tardé en saber dónde estaba. Vaya si me enteré cuando sentí como me agarraba por los pliegues de mis nalgas y me incrustaba la punta de la polla en mi culo. Lubricado con no sé qué cosa, sentí como se abría paso en mis entrañas con pasmosa facilidad, lo que no quitaba grandes dosis de dolor. Mi primera intención fue salir de ahí pero Mara me estrechó con sus piernas y Paz, agarrándome del pelo y haciéndome que la mirada, me dijo: “No nos prives de tanto placer”. Heme allí arrodillado, comiéndole el coño a Mara y siendo sodomizado por un tío que no hacía ni dos horas que había conocido. Me sentía el juguete de ambas… pero que bien me sentía, a pesar del dolor y el castigo que le estaban infringiendo a mi culo. Mario bombeaba y bombeaba y sentí como aumentaba su ritmo hasta que, tras escucharlo aullar, sentí como me inundaba el culo con su leche caliente y Mara, viendo la escena y por el cunnilingus a la que la estaba sometiendo, se corrió de gusto, estremeciéndose en el sofá espasmódicamente.
Cansado, abochornado y con el culo dolorido, me senté junto a Mara. El ánimo se me bajó y el cansancio de la semana se apoderó de mí. Paz se sentó a mi lado y se abrió de piernas dejando su frondoso coño desnudo. Con un gesto conminó a Mario a que le hiciera lo mismo que yo le había hecho a Mara, a lo que él obedeció. Pesé que como me pidieran que se la devolviera a Mario iba a pasar pero, lejos de hacerme esa petición, ambas se inclinaron sobre mí y empezaron a comérmela suavemente. El hecho de tenerlas a las dos, me hizo olvidar la sensación de suciedad de lo que me había sucedido y comencé a disfrutar de lo lindo. Mi esfínter estaba dilatado y comenzó a soltar la leche que hacía poco me había inyectado Mario. La verdad es que podría relatar que disfruté largo rato de aquellas dos pedazos de mujeres comiéndomela, pero la verdad es que de la excitación que me produjo tenerlas a las dos a la vez, me corrí como no recordaba haberlo hecho nunca, llenando la boca de Paz mientras gritaba de placer por lo que le hacía su nuevo novio.
Nos vestimos y continuamos la velada con una sensación de complicidad que nunca había experimentado antes y pensé que mi vida acababa de dar un vuelco hacia otra dirección. Desde ese día he disfrutado más y mejor del sexo con experiencias que algún día me atreveré a contar.