Déjate llevar
Como el juego dentro de una pareja te puede sorprender
Mi pareja es una persona muy fogosa, hasta el punto que desde que comenzamos juntos a mantener relaciones sexuales, nuestra imaginación fue ampliando y descubriendo nuevos horizontes.
Al principio ambos tendíamos a ocultar nuestros pensamientos, por miedo al que pensará el otro o si le caería mal, pero yo que soy un chico bastante juguetón, empecé a irla tanteando y diciendo algunas cosillas para ver si ella disfrutaba como yo de las situaciones que imaginaba o de las fantasías que mejoraban nuestros juegos de cama.
Con el tiempo, y viendo que respondía bien, nos convertimos en una pareja de las que hoy día le atribuyen una palabreja bastante rara como “pareja narratofílica”. El caso es que no nos importa admitir que nuestro lema de que hay que ser “señorita en la calle y puta en la cama”, lo llevamos a raja tabla y que nos encantan fantasear, imaginar y decirnos cosas que nos ponen a cien, así como juegos que nos vamos imponiendo para luego recordarlos y tener un buen polvo de recordatorio. Yo que soy el más lanzado de los dos, siempre le pongo alguna tarea para que realice y posteriormente me lo cuente, ya que me encanta ver como una mujer disfruta y relata su experiencia.
La cuestión es, ¿toda las historias son fantasía?, quizás si o con un grado intermedio de las misma, pero lo que nunca sabe un narratofílico o al menos siempre desea es que la fantasía se transforme en realidad.
Tras muchos años buscando, sin éxito, una pareja a la que les guste jugar como nosotros, para entablar amistad, mantener charlas, cenas, paseos, cine, juegos y por qué no alguna vivencia apasionante, decidimos apartarnos de dicha búsqueda más que nada porque se había convertido en un pasatiempo aburrido.
Pasado un tiempo, regrese a aquel chat que usábamos para cazar alguna presa y simplemente pude percatarme que no había cambiado mucho a lo largo de los años. Tras media hora verdaderamente aburrida, conocía a una chica que tenía pareja y que desbordaba simpatía, por lo que intercambiamos contactos y pasamos un largo periodo de tiempo hablando por WhatsApp.
Los años pasaron y la amistad fue cogiendo otros matices. Creamos un grupo donde estaba mi mujer y ella y por el que vacilábamos de varios temas. Siempre le habíamos dejado caer que juegos nos gustaba y que cosas nos gustaría hacer con otra pareja a la que le tuviéramos confianza y de la que sabríamos que pasara lo que pasara, incluso si la amistad se rompiera nadie sabría de aquello.
A pesar de que toda mujer (y también todo hombre) en alguna ocasión es algo celoso, continuamos nuestro juego verbal e imaginario. Las circunstancias de la vida que su pareja era algo más tradicional y no era partidario de muchas de las fantasías, pero eso no hizo que al menos Dulce jugara con en alguna ocasión con Lia y conmigo, o la mayoría de las veces conmigo a solas.
Siempre le había manifestado a mi pareja que me gustaría jugar con otra persona ajena a nosotros, de confianza, y luego usar esa fantasía para seguir lucrando nuestras vivencias y morbo, pero Lia era algo reacia a dejar la fantasía de lado y hacerla realidad.
Una noche al llegar Lia del trabajo, y por un descuido mío, sonó mi WhatsApp mientras me daba una ducha. Yo llevaba la tarde hablando con Dulce y la conversación se había tornado bastante caliente.
- Cariño te han mandado un WhatsApp, dijo Lia.
Pensando que había borrado toda huella de aquella conversación, (no porque ocultara nada ya que ella sabía que me gustaba hablar abiertamente con ella), le dije que mirara de quien era.
El silencio se apoderó de la casa y sin recibir presencia alguna de Lia, pregunte en varias ocasiones de quien era aquel mensaje y que quería, pero no recibí respuesta alguna.
Salí de la ducha y tras secarme fui a la habitación. Le di un beso de bienvenida y le pregunté que deseaba cenar. Después de la cena, fuimos a la habitación y nos acostamos uno junto al otro. Las caricias y las conversaciones dieron lugar a juegos y besos apasionados. Se notaba mi alegría debido al empalme que tenía. Descubrí sus pechos y sujete con la mano derecho el izquierdo, llevándome a la boca su pezón. Mi mano fue deslizándose hacia su barriga, su cadera y sus muslos. Mi boca se encargó de pasar por su pecho, su cuello, su barbilla, sus mofletes y sus labios.
Poco a poco, su respiración se fue tornando más excitada, sus pies se abrieron y dejaron el camino despejado para que mi mano explorara su sexo ya húmedo y caliente.
Durante un largo rato, mi mano fue dueña de su sexo, haciéndola retorcerse de placer, mi boca alternaba sus labios y sus pechos. Sin poder aguantar más, me incorporé y baje a su sexo para besarlo.
- ¿Qué haces?, dijo sabiendo perfectamente que quería hacer.
- ¡Schh, abre los pies y disfruta!, dije en voz baja.
Lleve mis labios al interior de sus muslos, y los bese apretando con mis manos el exterior de los mismos. Me dirigí a su coñito ya chorreante y lo bese y comí apasionadamente, marcando varios ritmos y humedeciéndolo bien.
Quería hacer que se fuera con mis labios y mi lengua, ya que se retorcía de placer y apretaba fuertemente mi cabeza contra su sexo.
Casi sin poder librarme de sus manos que me hundían en su rico coñito, logre poder pedirle que se fuera en boca. Necesitaba sentir sus espasmos y el calor de sus labios y clítoris mientras se venía sobre mi lengua.
No tardó mucho en avisarme que se corría y la apreté fuertemente contra mi boca mientras no dejaba que se desaprovechara ni una sola gota de sus jugos. Luego se relajó y cayo exhausta sobre la cama.
Sus ojos brillaban lagrimeantes por la intensidad de su orgasmo.
- ¿Te ha gustado? Dije incorporándome.
- No sabes cuánto. Lo haces genial y me puse muy cachonda.
- ¿Qué pensarías?, pregunté debido a la carita de esconder algo que tenía ella.
- ¿Yo? Dijo riéndose.
Tras un silencio, dijo:
- ¡Tú sabrás que hablas con tus amigas por WhatsApp!, dijo sonriendo.
- ¿Leíste mi conversación?, y… y… balbucee.
- Digamos que me puse muy cachonda por lo que leí, e imaginé mientras me lo comías que Dulce me besaba mientras me comías el coño.
No esperaba su confesión, así que sin darme cuenta ya estaba empalmadísmo de oír sus confesiones, y el que mi desliz le hubiera supuesto dicha excitación.
Me incorporé y acerque a ella. Sonrió al ver mi polla ya muy dura, así que le pedí que abriera sus pies. Ella se colocó para facilitar mi penetración y le pedí que siguiera relatándome su fantasía; esa fantasía que le había hecho correrse como una perra.
Aprovechando mis envestidas prosiguió con su relato.
- Bueno, en un principio pensé que había quedado con ella, y aparecimos en casa. Como ya era muy tarde la invite a almorzar, como agradecimiento al haberme acompañado a hacer unas compras.
Durante el almuerzo, hablamos de muchos temas, pero surgió la fantasía que tú tenías ganas de hacer, y le conté que querías vernos a las dos pasando un buen rato y me habías pedido que algún día intentara ponerla cachonda.
Como yo tenía dolor de espalda, se ofreció a darme un masaje para relajarme y liberar la tensión. A cambio yo le daría otro, y así fue. Pero cuando se colocó tras de mí, y aprovechando que ya estaba terminando mi masaje de cuello, se inclinó y beso mi cuello.
- ¡Mnn, no pares! dije muy cachondo por su relato, mientras continuaba follándomela.
- Pues… la verdad, ni a ella ni a mí nos gustan las chicas, pero me acordé de las veces que me habías dicho que no necesariamente tiene que gustarte una chica para mantener una experiencia nueva y placentera, así que me deje llevar y disfrute de aquel beso en mi cuello, tan normal pero al mismo tiempo tan sensual. Dulce llevó sus manos a mis pechos y los acarició mientras me besaba y sentía tras de mí los de ella rozando mi espalda.
Poco después, llegaste tú del trabajo, por lo que esas caricias y besos las dejamos de lado. Tras entrar y saludarnos fuiste a la ducha para asearte, nosotras nos miramos avergonzadas, ya más conscientes de lo sucedido, pero sonreímos nerviosamente por la situación.
- No pares que bien lo relatas, dije con mi polla a punto de explotar de lo cachondo que me ponía.
Saqué mi polla, y aproveche para incorporarla, ahora quería que se pusiera sobre mí, y me follara para poder ver sus pechos, que supuestamente Dulce había acariciado. La verdad eran preciosos, bien grandes y de pezones duros como piedras.
Ella continuó,
- Cariño que malo, eres me estoy volviendo aponer cachonda de contártelo, son mis intimidades dijo.
- ¡Schh no pares ahora, porfa!, susurre.
- Vale, dijo gimiendo.
La verdad que al irte a la ducha, nosotras nos habíamos quedado con ganas de probar algo más, así que al oír que estabas a punto de salir, le dije que esperara en el sofá, y me fui a nuestra habitación, me despoje de toda la ropa y me acosté en la cama, a esperarte.
Al salir del baño, viniste a nuestro cuarto aún mojado, y al verme sobre la cama desnuda te quedaste sorprendido y me dijiste que si estaba loca que Dulce estaba en casa. Yo te cogí de la mano y me agaché para lamer tu polla. Para tranquilizarte te dije que Dulce estaba hablando con su marido en la terraza y que no tardaríamos nada. Te quedaste convencido y te dejaste llevar.
Comencé a chupar tu polla, y te puse de espaldas a la puerta. Mientras sujetaba tus nalgas, mamaba sin parar tu polla fresca y excitada.
Dulce que ya estaba en el pasillo a nuestro cuarto, se colocó en una posición en la que podía ver la escena que estábamos desarrollando nosotros así que llevándose la mano a su coñito empezó a tocarse sobre el pantalón.
Yo sabía que nos miraba, y continué chupándotela durante un rato, hasta que me incorpore y cogiéndote de la mano para que no miraras a la puerta del dormitorio, te pusieras sobre mí y me follaras.
- ¡Qué loquita estás! Dije disfrutando de sus cabalgas sobre mí, viendo sus pechos brincando y cachonda al relatarme lo que había pensado al correrse.
Continuó,
- Ya estabas penentrándome cuando te pregunté si te gustaba Dulce, que sabía que sí. Tu dudaste un momento, pero caíste en la tentación del momento al confesarme que tenías ganas de cogerla como me cogías a mí. Le hice una seña y ella se acercó a nosotros, por detrás de ti.
Te pedí que pensaras en ella y te la follaras, que dijeras su nombre y así lo hiciste, haciendo caso a mis órdenes.
Fue cuando Dulce, pasó delante de ti, sin la camisa, ni los pantalones puestos. Sus pecho al aire, luciendo un tanga negro que estaba ligeramente rodado y humedecido fruto de sus masajes al vernos follar.
Te quedaste parado, pero te ordené que siguieras penentrándome y ella se acercó a mí y empezó a besarme y tocarme las tetas.
Pasado un instante le pedí que ocupara mi lugar, ella muy obediente lo hizo gustosamente, pero se colocó a cuatro patas. Me coloqué tras de ti y tras masajearte la polla y humedecerla con mi saliva la coloque en su coño y empujé tu cuerpo con el mío para que la penetraras. ¡Fóllatela te dije.!
Les observe un rato como la sujetabas y la envestías, sintiendo una mezcla de celos y morbo que me ponían aún más cachonda de lo que esperaba. Pase delante de ella, y me coloqué abierta de patas para que ella pudiera besar mi coño, y lo besara. Le costó hacerlo ya que no le gustaba, pero la excitación del momento y las envestidas que le dabas hicieron que se rindiera ante mi coño y lo llevara a su boca jadeante del gusto que tu polla le daba. Me corrí al sentir sus labios y ver cara a cara como te la follabas, y al oírme ella, no tardó en correrse como una loca, así que te ordené que pararas.
- Ya me queda poco cariño, dije exhausto de las envestidas que realmente le estaba dando a mi mujer.
La aparté y la coloque a cuatro patas imitando la postura con la que supuestamente me había follado a Dulce.
- ¡No pares, fóllame que no me queda mucho!, dijo Lia. Ya falta poco para terminar mi fantasía pensada.
Llevo sus manos a su coño, y continué follándomela mientras la sujetaba por sus caderas y pensaba la situación.
- Te ordené que pararas, y sabiendo que no te quedaba mucho para correrte, nos colocamos las dos frente a ti de rodillas sobre unas almohadas en el suelo. Empezamos a tocarnos y nos turnábamos para masturbarte o chuparte la polla. Nos besábamos y te decíamos que conseguiríamos que te fueras sobre nosotras. Ya estabas a punto de caramelo cuando me dijiste que no aguantarías mucho más, asi que me levante, me coloque tras de ti, y sujete tu polla para masturbarla y dirigir toda tu corrida hacia sus pecho. ¡Báñala! Te dije susurrando al oído y te dejaste llevar.
Fue entonces cuando…
- No puedo más cariño me corro, dije ya sin poder escuchar más su relato.
No tardé en llenar su coño de semen al pensar la situación mi mente se fue a aquella dulce fantasía que había tenido Lia y sin darme cuenta nombre a Dulce en mi larga corrida, pensando en su pechos.
- ¿Estás pensando en ella cariño?, dijo Lia mientras empezaba a retorcerse nuevamente.
- ¡Siiiiiii!, ¡Que gusto!, dije chillando por el orgasmos que estaba teniendo mientras llenaba el coño de Lia.
- Ella empezó a chillar y solo repetía ¡Joder! ¡Joder! ¡Qué polla tienes!.
Al terminar ambos caímos de lado, y nos mirábamos sonriéndonos.
Tras asearnos, comentamos lo locos que estábamos, y le pregunte:
- ¿Cariño que guay sería si esa fantasía tuya se hiciera realidad? Dije sonriente.
No paro de reír con su sonrisa picaresca y burlona, para concluir.
- Tus ganas cariño, déjalo de momento en una fantasía y no te estés haciendo ilusiones que ya sabes que me gusta jugar pero que la fantasía sea fantasía.
Eso no paró mi deseo de continuar jugando y quién sabe si en un futuro no muy lejano deparara otras vivencias quizás más reales. Tiempo al tiempo.