Dejándose poseer

Alicia es una chica normal con fantasías ocultas, lleva tiempo sin sexo, pero todo cambia cuando conoce a Marcos que le proporciona un placer inimaginable poseyéndola.

Todo empezó una noche de verano. Ella se sentía sola, llevaba mucho tiempo sin tener el contacto íntimo con un hombre. Por una parte necesitaba saciar sus necesidades sexuales, pero para ella tampoco era una prioridad, cuando te acostumbras a estar mucho tiempo sin sexo, te acostumbras a ello, y aunque lo extrañas tampoco es una prioridad.

Además ella también tenía sus juguetitos sexuales con los que saciaba sus deseos más ocultos, se masturbaba fervientemente algunas noches mientras veía porno o simplemente imaginaba fantasías sexuales que estaban enterradas en el fondo de su interior, que jamás confesaría  a nadie, pero cuando las fantaseaba y se masturbaba al mismo tiempo, llegaba al éxtasis.

Esa noche salió de copas con sus amigas. No solía fijarse en los hombres más allá de lo normal, pero esta vez fue distinto. Le vio en el fondo del bar, el hombre estaba riendo con sus amigos mientras tomaban copas, de repente alzó la mirada y la miró directamente a los ojos. Fue una mirada penetrante que la hizo estremecer.

Ella empezó a temblar, llevaba tiempo sin sentirse así por nadie y mucho menos por un desconocido, pero ese hombre, esa mirada, le hizo estremecerse hasta el punto de mojar las bragas.

Él era alto, moreno y muy atractivo, pero lo que más la sedujo fue esa mirada, tan seguro de sí mismo, tan seductor.

Ella se disculpó con las amigas para ir al baño, pasó junto a él y le miró directamente a los ojos, fija pero con una sonrisa juguetona. Él le respondió con la misma sonrisa e incluso le guiñó un ojo.

Ella fue al baño, se retocó un poco el maquillaje y se miró ante el espejo, se veía hermosa, su pelo castaño ondulado estaba perfecto, sus ojos castaños brillaban, sonrió y pensó, por qué no? Pero estaba indecisa, no estaba acostumbrada a entrar a los hombres, solía ser al revés, además llevaba mucho tiempo sin sexo.

Salió del baño decidida a mandarle alguna señal a aquél hombre que la había hecho temblar, y justo al abrir la puerta del servicio ahí estaba él, plantado delante de ella, había poca luz pero parecía un adonis con una sonrisa traviesa.

Él la miró de arriba abajo lascivamente , luego la enfrentó a los ojos y le dijo:

-Ya te vas?

Ella primero se sonrojó, pues notó que él no dejaba de escrutarle su generoso escote, tímida pero decidida le respondió

-No sé, la noche aún es joven.

Él sonrió y la miró divertido, y le dijo

-          Pienso como tú. Soy Marcos, encantado de conocerte.

Ella sonrió tímidamente y le tendió la mano mientras le dijo

-Yo soy Alicia, es un placer.

Él cogió su mano, pero en lugar de apretarla la tiró para acercarle a él y darle dos besos furtivos, se acercó a su oreja y le dijo :

-          No adelantemos acontecimientos querida, la noche es joven.

Ella se quedó paralizada, no esperaba esa actitud, pero al mismo tiempo se excitó  y notó como se mojaban de nuevo  sus bragas. “Menos mal que a las mujeres no se nos nota eso” pensó.

Él seguía mirándola lascivamente y divertido al mismo tiempo, al final sacó su móvil y le dijo:

-Pronto mis amigos se irán pero si me das tu número podemos seguir charlando.

Ella asintió y le dio su teléfono.

Acto seguido él desapareció con una sonrisa pícara en sus labios.

Ella volvió a la mesa con sus amigas, al pasar al lado de él ni siquiera la miró, le pareció extraño, pero siguió su camino.

Las amigas le preguntaron por qué había tardado tanto y se excusó diciendo que había cola.

Al final decidieron irse a casa, ya era bastante tarde y habían pasado una noche de risas, antes de salir del bar ella miró por última vez a la mesa de aquél hombre y sus amigos, que seguían charlando y bebiendo.

Al poco de llegar a casa recibió un whassap de un número que no tenía

-Hola preciosa, os habéis ido antes que nosotros, me habría gustado despedirme...

Ella no tenía su número guardado pero sabía que era él.

-Hola Marcos, te vi muy ocupado con tus amigos y no quise entretenerte, quizá podamos vernos otro día ;)

  • ¿Por qué no ahora? – respondió él

Ella dudó antes de responder, eso no lo esperaba.

-Es que ya estoy en casa y llevo el pijama.

  • Uhmm no hay nada más sexy que una mujer en pijama, dame tu dirección y me paso a verte.

Ella se quedó paralizada durante un instante. Era un desconocido, pero le daba mucho morbo. No sabía qué hacer, pero su clítoris se había hinchado notablemente y sus pezones se habían endurecido. Definitivamente aquél hombre, aquella situación la ponía caliente.

-Verás es que no vivo sola, tengo una compañera de piso y ya está durmiendo…

  • Y si vengo, bajas al portal y ¿charlamos un poquito ahí? Así nos conocemos mejor, que esto del whassapp es un rollo…

Ella dudó pero al final le dijo

-Está bien- y le dio su dirección.

-Vives cerca, en 5 minutos estoy ahí, no hace falta que te cambies.

Ella se puso nerviosa, fue al baño, se puso un poco de base maquillaje que ya se había quitado antes, iba a ponerse algo de ropa más decente, pero entonces sonó su móvil, él estaba abajo.

Pensó “qué más da?” y bajó en su pijama de shorts rosa y camiseta rosa con topos.

Le abrió la puerta del portal, él seguía igual que en el bar, tan guapo e imponente, con sus tejanos y su camisa oscura. La miró de arriba abajo lascivamente y le dijo:

-Definitivamente me gustas más con tu pijamita.

Ella se sonrojó y solo le salió un tímido “gracias”

Sin poder reaccionar más, él se acercó y la besó salvajemente, le metió la lengua bien adentro y le mordisqueó los labios, mientras con las manos empezó a sobarle las tetas por encima de la camiseta, sus pezones endurecieron y él se los apretó mientras rugía “uhmmm”

Ella primero se dejó llevar, pero luego él bajó su mano y se la puso entre las piernas. Ella dió un respingo y se apartó instintivamente. Él la miró extrañado y ella le dijo:

-Vas demasiado rápido, pensaba que querías conocerme mejor y encima estamos en el portal de mi casa, puede vernos alguien.

Él sonrió maliciosamente y le dijo:

-Anda si lo estás deseando, y no te preocupes que es tarde y a estas horas no pasará nadie.

Y antes de darle tiempo a responder volvió a besarla con lujuria, con una mano le apretaba los pechos, le retorcía los pezones que se marcaban bajo su camiseta y con la otra le sobó el culo y luego empezó a sobarle de nuevo entre las piernas. Su vagina ya estaba mojada y él lo notó enseguida, aún por encima de la ropa, sonrió y susurró “sabía que lo deseabas” y siguió besándola y sobándola.

Ella se dejó llevar por la situación, le gustaba sentirse dominada por ese hombre que apenas acababa de conocer, y también empezó a sobarle el trasero.

Entonces él le subió la camiseta descubriendo sus senos desnudos con sus pezones erectos, empezó a apretarlos, ella se retorcía de placer y él sonreía. Siguió sobándolos y pellizcándolos, luego acercó su boca y empezó a succionar primero uno y luego el otro.

Ella ya jadeaba, estaba muy excitada, por una parte temía que algún vecino viniera, pero por otra parte estaba tan caliente que le daba igual y sólo quería sentir el placer que aquél hombre le daba.

Él la levantó, la sentó en el 4º escalón, y en un instante la sacó el short del pijama y el tanguita que llevaba, ella le miró con deseo intuyendo lo que iba a hacer y solo pudo decir “mmmmm”

Él se acercó y empezó a lamerle el clítoris que ya estaba hinchado, mientras le introdujo un dedo y con la otra mano seguía sobándole los pechos y pellizcándole los pezones.

Ella cada vez estaba más mojada, él seguía lamiendo y metió dos dedos, cosa que hizo que ella se retorciera de placer y arqueara un poco la espalda.

Él la miró y sonrió placenteramente y siguió lamiendo y metiendo dedos hasta llegar a 4 y le susurró:

-Qué bien lubricas para mí nena, me encanta.

Y siguió lamiendo y metiendo los 4 dedos, cada vez más rápidos. Ella no podía aguantar más y al final se corrió del placer en los dedos de aquél hombre casi desconocido mientras ponía los ojos en blanco y se mordía la lengua para no gritar y evitar ser escuchada por los vecinos.

Él sacó los dedos húmedos de la corrida de ella, los lamió y la miró complacido. Entonces se bajó los pantalones y los calzoncillos hasta los tobillos, sin sacárselos del todo, la miró y con tono firme le dijo:

-Chúpamela.

Ella obedeció, se acercó y empezó a succionar su pene erecto. No era muy grande pero si muy grueso, lo lamió por los lados y luego lo chupeteó. Se lo introdujo en la boca y empezó a subir y bajar, llenándolo de babas, mientras con una mano le acariciaba los testículos.

Él jadeaba de placer. Ella siguió chupando con muchas ansias, como si se tratara de la mejor de las golosinas. Él se emocionó, la agarró de la cabeza y empezó a guiar sus vaivén de succión, cada vez más fuerte, guiando la felación, follándole la boca a aquella chica que acababa de conocer.

Ella casi sentía arcadas de sentirla tan profunda dentro de su boca pero no paró, se dejó llevar  y permitió que ese hombre manejara la situación, siguió follándole la boca, agarrándole la cabeza,  cada vez más rápido, hasta que de repente paró y la empujó suavemente y le dijo “para”.

Ella obedeció y se separó.

Entonces él se acercó a ella, la levantó y la puso de espaldas, la empujó boca abajo de forma que quedara a 4 patas ahí en las escaleras, toda desnuda, mientras él seguía con la camisa puesta y los pantalones y calzoncillos en los tobillos.

Le levantó bien el culo, la agarró del pelo y le dijo

-Voy a follarte como una perra.

Y sin darle tiempo a responder la penetró de golpe. La pilló de sorpresa, pero Ella estaba tan lubricada de la corrida anterior y de la excitación que no le dolió.

Él siguió penetrándola cada vez más fuerte, mientras le tiraba del pelo hacia atrás. A ella le dolía un poco, pero a la vez le gustaba. Cada vez la embestía con más fuerza, como un potro desbocado, ambos jadeaban de gusto .

Siguió penetrándola a  4 patas ahí en la escalera mientras la tiraba del pelo con una mano y con la otra le azotaba el culo, cosa que a ella le provocaba más excitación y hacía que levantara más el culo para sentir mejor sus embestidas.

Él notó que le gustaba y siguió follándola así y le susurró al oído

“como me gustan las zorras como tú”

Ella no respondió más que con un jadeo.

Él siguió follándola fuertemente, entonces ralentizó y se paró, la cogió por el brazo e hizo que ella se girara.

Ella primera le miró con ojos interrogantes pero enseguida lo entendió. Él quería correrse encima de ella. Ella le miró y él empezó a pajearse y le dijo entre jadeos “abre la boca nena”

Ella obedeció, abrió la boca, y él se corrió encima de ella, pero no solo en su boca, la corrida era tan grande que le dio en toda la cara, en la boca, en las mejillas y hasta en el pelo.

Ambos seguían jadeando y bajando sus bufidos de placer. Ella seguía desnuda con la corrida en su cara y su pelo. Él la miró divertido y se subió los calzoncillos y pantalones.

-Me ha encantado conocerte, Alicia.

Ella le respondió con una sonrisa mientras su semen bajaba por su rostro, y lo lamió para que no chorreara en las escaleras.

Él empezó a reír y le dijo entre risas “te gusta la lechita, eh?”

Ella asintió.

-          Pues cada vez que quieras solo tienes que decírmelo, estaré encantado de proporcionártela.

Ella sonrió mientras seguía desnuda y lamiendo restos de semen.

-          Antes de irme me gustaría darte un regalo de despedida.  – dijo él

Ella le miró interrogante y dijo

-          El qué?

Él no respondió, sólo la agarró del brazo y la alejó de las escaleras, la hizo arrodillarse en el suelo del portal. Ella obedeció sin decir nada y se quedó de rodillas desnuda como estaba esperando su respuesta.

Él volvió a bajarse un poco los pantalones y los calzoncillos, esta vez el pene no estaba erecto, pero apuntaba directo a ella. Ella primero no entiendió pero siguió quieta de rodillas.

Entonces él empezó a mearse encima de ella, le apuntó directo a la cara y luego bajó un poco para darle al pecho y la resta del cuerpo y dejarla toda rociada con su lluvia dorada.

Ella dio un respingo al notar su pis caliente encima de ella, a parte que no lo esperaba resultaba extraño, nunca le habían meado encima. Pero no se movió, dejó que aquél hombre hiciera lo que quisiera, se sentía como poseída por el morbo de la situación.

En cuanto terminó la miró y le dijo con voz firme “límpiamela”.

Ella obedeció, le lamió la punta, sintiendo los restos del pis en su boca, cosa que inexplicablemente la excitó. Estaba desnuda, con restos de semen  y pis por todo el cuerpo de un hombre casi desconocido y se sentía excidada. No lo comprendía, pero le daba igual, se dejó llevar y se la lamió a gusto .

Siguió chupando para dejarla bien limpia, pero cuánto más chupaba, más crecía la erección que había desaparecido. Él jadeó de nuevo y solo susurró “eres insaciable eh”.

Se la chupó un buen rato, con una mano se ayudaba a los vaivén de succión y con la otra le sobaba los testículos. Él empezó a empujar más adentro y le agarró la cabeza volviendo a follarle la boca hasta darle arcadas. En un momento dado, la polla se salió de la boca, ella escupió un poco de exceso de babas y se decidía a seguir chupando, pero él la agarró del pelo y la empujó de nuevo hacia las escaleras poniéndola a 4 patas.

El hombre se chupó un dedo y se lo metió en el culo de ella, le dolió un poco pero se dejó hacer, siguió penetrándole el culo con el dedo cada vez más rápido. Entonces se mojó bien la polla con babas y la puso en la entrada del ano.

Primero despacio, empezó a metérsela. Ella dio un respingo, se agachó y se sacudió un poco, pero él volvió a levantarle el culo y enderezarla y siguió metiéndole el pene hasta que entró entero.

Primero se quedó quieto así, pero luego empezó a sacarla despacio y volver a meterla en el ano de ella, poco a poco.

Primero a ella le dolía y se quejaba un poco, pero él siguió, hasta que dejó de dolerle.

Él notó que ya estaba bien y entonces empezó a penetrarle el ano más rápidamente, dentro fuera, dentro fuera, cada vez más deprisa, ella jadeaba, él bufaba y mientras le penetraba el culo también la azotaba, dejándole algunas marcas, y le tiraba el pelo hacia atrás para levantarle la cabeza.

Siguió penetrándole el culo un buen rato, al final le levantó tanto la cabeza tirándola del pelo que ella pudo mirándole directamente a los ojos, él estaba excitado y lujurioso y con una sonrisa malvada, y le preguntó:

-Cuántas veces te han follado este lindo culito? Se nota que no es virgen

Ella entre jadeos sólo respondió

-Varias veces, aunque ahora hacía tiempo que nadie me lo follaba.

Él sonrió y siguió embistiéndola sin piedad, cada vez más fuerte hasta que ya no pudo más, y ella sintió su sémen caliente dentro de su ano.

Paró suavemente y se la sacó del ano, y el semen brotó ligeramente del agujero, aunque ahora era mucho menos cantidad que cuando se le corrió en la cara.

Volvió a hacerla girar y le volvió a pedir que se la limpiara. Ella sintió y le lamió la polla a conciencia, pero antes que volviera a ponerse dura del todo, él la apartó y se subió los calzoncillos y pantalones.

Se dirigió a la puerta de salida, la miró, ella seguía desnuda en la escalera, con restos de su semen en su cara  y pelo, en su ano y restos de su pis en todo el cuerpo. Sonrió de forma malévola y le dijo:

-Me ha encantado conocerte de verdad, has sido la mejor puta gratis que he tenido en mi vida, me gustaría volver a follarte todos tus agujeros y mearte encima. Cuando tenga ganas te lo haré saber, hasta pronto.

Y sin darle tiempo a responder, se fue.