Dejándome convencer, nuevamente en el cine 2

No se hasta donde quería mi esposo que llegara, pero estaba dispuesta a disfrutar...

Dejándome convencer, nuevamente en el cine 2

Y allí estaba yo, donde mi esposo quería, con las piernas abiertas, dejándome tocar el cuello y los senos por un extraño, mientras Alberto me besaba con pasión y me acariciaba la vagina por encima de mi tanga; estaba muy excitada, el hombre que estaba a mi lado izquierdo se bajó los pantalones y mostró su gordo pene, lo acariciaba con sus dos manos, se empinaba para que yo lo viera mejor, no podía apartar mis ojos de ese pene que estaba bien erecto por mi presencia, por mis piernas abiertas mostrándole todo, por mis senos al aire para que otro los acariciara, por mis gemidos, ese pene estaba duro por mí; mi esposo se dio cuenta de como miraba ese pene y al oído me dijo: tócalo, lo quieres…y llevé mi mano hacia ese pene que se me ofrecía, me quemó antes de tocarlo, el hombre exhaló fuerte al sentir mis dedos apretarlo, lo tomé de la base, quería ver que tan grande era, no era muy largo aunque si era bastante grueso, lo acaricie desde la base hasta el glande que estaba muy mojado, quería más pero no me atrevía.

Alberto me corrió el tanga para poder llegar más fácil a mi vagina, separó mis labios y me penetró con dos dedos, mi suspiros se intensificaron; mi esposo levantó la mirada para ver al hombre de mi lado y hacerle una señal, entendí que quería que él también me tocara; el hombre no se hizo esperar, llevo su boca hacia mi otro seno y empezó a besarlo, a pasar la lengua por todo el seno y chupar el pezón, mientras tanto el hombre sentado atrás, no se había quedado quieto, con una mano seguía tocándome el otro seno y con la otra me acariciaba la espalda por un lado, por debajo de la blusa, quería bajar y bajar hasta llegar a mis nalgas, yo me corrí un poco hacia adelante para dejarlo seguir; Alberto tomó la blusa y la desgarró para liberarme, me asusté al quedar desnuda de la cintura para arriba, Alberto tomó la blusa rota y la guardó en un bolsillo de la chaqueta que estaba a su lado; quedé con los senos al desnudo, la falda completamente subida alrededor de la cintura, las piernas completamente abiertas, una de ellas sobre el regazo de mi esposo, mi tanga corrida para que mi esposo siguiera metiéndome dos dedos muy adentro, que placer, mi vagina estaba chorreando.

El hombre de atrás, llegó con su mano hasta el inicio de mis nalgas, las rozaba en la parte superior, sentía que me apretaba y trataba de levantarme, para llegar más abajo, era imposible; el que estaba sentado a mi lado, no dejaba de chuparme el seno y morderme el pezón, me dolía y me gustaba; yo seguí tocándole todo el pene, lo sentía crecer en mi mano, le acaricié con mis dedos el glande, el tipo levantó su rostro hacia mi cara tratando de llegar a mi boca, yo volví el rostro hacia mi esposo para no dejarlo besarme en la boca, entonces me dijo al oído que quería sentir mi boca en su pene; yo miré a Alberto que también escuchó la petición de aquel hombre, me asintió como dándome permiso, como invitándome a que lo hiciera; estaba indecisa, tenía unas enormes ganas de sentirlo en mi boca pero me dada mucho susto hacerlo allí, en plena sala de un cine, con varios hombres mirando, sabiendo que si aceptaba eso sería una invitación para mucho más.

Mi esposo sintió mi indecisión y me sacó los dedos de mi vagina, me sentí vacía y necesitada; entonces el hombre sentado a mi lado aprovecho el lugar y llevó su mano hasta allí, me tocó toda la vagina, metía sus dedos, me apretaba suavemente el clítoris produciéndome un calambre en todo mi cuerpo; mi esposo me halo hacia él tratando que quedara inclinada sobre su cuerpo, sabía lo que buscaba, que mi cuerpo quedara más al alcance de ese hombre a mi lado, bajé la pierna que tenía sobre su regazo y me acomodé de lado recostada sobre el hombro de mi esposo dándole la espalda a ese hombre que no dejaba de acariciar mi vulva.

Cada silla de la sala el cine tenía sus apoya brazos; mi esposo levantó el que estaba entre los dos con lo cual quedamos más apretados, me acarició el rostro y mirándome me besó dulcemente metiendo su lengua lo mas profundo que podía; no me di cuenta en qué momento el hombre sentado a mi izquierda levantó también el apoya brazos que separaba su silla de la mía, pero sentí que se pegaba a mi espalda, peligrosamente juntos, mi esposo acomodó nuevamente mi falda hasta mi cintura, el tipo me acarició las nalgas con sus dos manos, las separaba y las apretaba a su gusto, yo estaba expectante.

El hombre que estaba en la fila de atrás se levantó un  poco de su silla y llevó sus manos para participar de la tocada de mis nalgas, sentí como me apretaban entre los dos, las abrían más y más, yo me levanté un poco sobre mi silla, sin voltear a ver, sentí unos dedos tocando mi ano, lo tenía muy mojado por los flujos que resbalaron de mi vagina, me penetraron con un dedo, sentí muy rico ese dedo exploratorio, luego fueron dos, era mucho placer, quería más; el hombre sentado a mi lado se apretó más a mi espalda y sentí su grueso y caliente pene rozar mis nalgas, se había puesto el condón en un momento, abrí los ojos mirando a Alberto, él estaba muy excitado, lo veía en sus ojos que no los apartaba de las manos que me tocaban, cuando el hombre me acercó el pene, Alberto me levantó el muso para facilitarle la misión, sentí el pene que se acercaba a ms vagina, lo quería adentro pero le suplicaba a mi esposo que detuviera todo, el me besó nuevamente y me dijo: ya verás como gozas; y gocé, fue sentirlo que me penetró y me vine en un grandioso orgasmo que me hizo gemir muy fuerte y convulsionó todo mi cuerpo.

El otro hombre no cesó en su tarea, me metió un tercer dedo en el ano, y los movía aceleradamente, trataba de abrirme más de lo que estaba, sentía como si tuviese dos penes perforándome, mi excitación no bajaba, me llegaba otro orgasmo; mi esposo llevó una mano hasta mi vulva y me acarició el clítoris haciendo que explotase nuevamente, que sensación tan fuerte, estaba más que deseosa de seguir con esa pasión desbordada que me hacían sentir cuando me di cuenta que un par de hombres se acercaban por entre las sillas de la fila de adelante, eso colmó mi aguante, me levanté inmediatamente, sacando simultáneamente el pene y los dedos de mi interior, me puse de pie sin importar que mis senos estaban al descubierto y le dije a Alberto que me pasara la chaqueta, que no íbamos ya….Y salimos pero esa noche no terminó allí, en casa los seguimos disfrutando más aún y luego en otras ocasiones, mucho más.