Dejando el trabajo
El relato anterior me había planteado dejar mi empleo, y es lo que hago al despertarme el día siguiente, sin embargo una serie de sucesos harán que me lo plantee de nuevo, como creéis que terminará esto ¿conservare mi empleo?
Aquella mañana me levanté temprano, lo sucedido la tarde anterior no dejaba de retumbar en mi cabeza, apenas llevaba un mes trabajando para D. Andrés, y ya había engañado a mi esposo en cuatro ocasiones, en todas ellas había hecho cosas que a él, nunca le había practicado en nuestra relación. Hasta aquella tarde en la que chupé la polla de D. Andrés, nunca había sido infiel a mi esposo, de hecho, nunca me había mostrado desnuda a ningún hombre que no fuera él, y ni me planteaba serle infiel, pero desde aquella felación, todo aquel que lo había intentado había terminado haciendo de mí lo que deseara. Seguía dándole vueltas a la idea con la que me había dormido la noche anterior y, como no, pensando en todo lo que había gozado desde mi llegada allí, lo único que podía comparar con aquello era la primera vez con mi marido, y no estaba segura de haberlo disfrutado tanto. Por eso no podía pensarlo más, y sin pararme a valorar nada cogí el teléfono.
Si?
Buenas días D. Andrés
Hola bolita, ¿Sucede algo?
-No D. Andrés, todo está bien, ayer como dijo vino el técnico y estuvo en el despacho revisando algunas cosas, sus amigos también estuvieron aquí, al final insistieron en llamar a mi esposo y comimos todos aquí en el jardín, como tenía que recoger todo, aproveché para guardar lo que había fuera de la cena de noche buena.
estupendo bolita, aunque de verdad que no tenías que haberte molestado en recoger nada, espero que lo chicos no se pusieran muy pesados y lo pasarais bien. ¿Terminó Sebastián todas las reparaciones?
No, dijo que tendría que volver, pero que lo haría después de las fiestas.
Muy bien bolita, no sé qué haría yo sin ti, el domingo cuando llegue prometo recompensarte, muchas gracias preciosa.
De nada D. Andrés pero quería comentarle otra cosa.
Tú dirás bolita.
Quería comentarle que dejo el trabajo D. Andrés.
¿Pero qué dices preciosa? ¿Cómo vas a dejarlo?
Sí D. Andrés, yo quiero mucho a mi marido y esto ya ha pasado de castaño oscuro, lo mejor será que deje el empleo ahora.
Pero bolita…. Espera al menos a que llegue, entre los dos podremos buscar una solución.
Ya está todo pensado D. Andrés, y lo mejor será dejarlo, no me gustaría dejarle tirado pero en dos o tres semanas tendrá que haber encontrado a alguien que me sustituya, le agradezco de verdad que me haya contratado y lamento que esto termine así, pero es lo mejor – me despedí y colgué.
Verdaderamente estaba convencida de que estaba haciendo lo mejor, sin embargo no tenía tan claro que no fuera a arrepentirme de ello más adelante, además ahora con mi trabajo nuestra economía comenzaba a reflotar, pero sin él, pronto estaríamos de nuevo como hacía unos meses.
Un abrazo por detrás seguido de un beso en el cuello me sacó de mis pensamientos, era mi esposo, mientras seguía besándome el cuello me explicaba que esa noche cenaríamos fuera, la empresa necesitaba gente para el sábado y a él le había tocado pringar, libraría esa noche y trabajaría la noche del sábado, siempre le toca.
Esta mañana he hablado con Pedro me dijo, ya sabías que pasaríamos el día pescando, así que hemos decidido posponerlo un día y nos vamos el domingo, yo me llevaré todo al trabajo para no perder tiempo,, me esperan en casa de tu jefe, salgo de currar y me voy para allí derecho.
Claro, por eso esta noche cenamos fuera, porqué el único día que tenemos para estar juntos tu prefieres pasarlo pescando con gente que apenas conoces le dije, me solté de sus brazos y me fui para la cocina, allí comparé su falta de tacto con mi desliz y no me pareció tan grave. El resto del día fue de lo más normal, aunque la noche era muy fría – normal en diciembre – volvimos de cenar dando un paseo, ya en casa nos acurrucamos en el sofá a ver una película y después a dormir, con el mosqueo que cogí al decirme lo de su jornada de pesca, ni se atrevió a pedirme tema.
Como todos los sábados subimos a comer donde mis suegros, pasamos allí la sobremesa charlando y hablando de cosas sin importancia hasta que se acercó la hora de marcharnos, mi marido tenía que preparar sus cosas para el día siguiente y marchar al trabajo. Ya sola en casa me puse cómoda, el pantalón del pijama que me quedaba muy, muy ajustado y una camiseta de hombreras, aunque fuera hacía un frío horrible la temperatura en casa era bastante buena, de hecho si te abrigabas un poco más el calor resultaba molesto.
Viendo la hora que era me puse a hacer la cena, en un rato mi hija llegaría cenaríamos juntas y veríamos alguna película antes de irnos a la cama, apenas había comenzado con la cena sonó el timbre, que pronto a llegado esta pensé yo, sin embargo mi sorpresa fue mayúscula al encontrarme con Pedro, buenas noches me saludó simpático, hola contesté, pasa aquí fuera hace mucho frío y tengo la cena en el fuego. Ya dentro me explicó que venía a por las llaves querían pasar la noche donde D. Andrés para salir temprano en cuanto llegara mi esposo. ¿Puedes esperar un ratito?, Verás, las llaves están en la planta de arriba y enseguida término con esto, de todos modos le dije, D. Andrés no me ha comentado nada y sin su permiso yo no puedo dejarte las llaves, coge algo para tomar de la nevera mientras te pones en contacto con él para que me avise, yo no tardo nada con esto.
Pedro pasó por detrás de mí mientras intentaba hablar con mi jefe, al hacerlo una de sus manos rozó mi trasero, sin quererlo pegué un respingo, aunque decidí no darle importancia, de todos modos iba intentando hablar por teléfono. Se sirvió una cerveza y volvió a pasar por detrás de mí, esta vez para coger el abridor, en esta ocasión no llevaba nada en las manos y a pesar de eso y del espacio que había para pasar, volvió a rozarme, esta vez con su paquete. Nerviosa me apreté más contra la cocina, el abrió su cerveza y bebió un par de tragos, de nuevo intento hablar con D. Andrés, pero no contestaba, yo estaba a punto de terminar con la cena, cuando otra vez noté su cuerpo apretarse contra el mío, en esta ocasión sus manos también acompañaron la maniobra, una de ellas se colocó en mi cintura, mientras que la otra se posó a la altura de mi ombligo, esta última me obligaba a apretarme contra él, Pedro recorría con la punta de su lengua el camino de piel que quedaba libre desde mi hombro hasta el lóbulo de la oreja, me besaba, me chupaba y me susurraba cosas. Yo no dejaba de cocinar, cada vez estaba más caliente pero no reaccionaba, el por su parte también lo estaba disfrutando, el bulto de su pantalón cada vez estaba más duro y mi trasero daba buena cuenta de ello, la mano que estaba en mi ombligo se había metido por debajo de mi camiseta y andaba peleando con mi sujetador, mucho más fácil lo tubo la otra que por dentro del pijama acariciaba mi coño por encima de la braga. Poco tardó en abrirse paso por el interior de esta y tras un par de caricias introdujo uno de sus dedos dentro, yo lance mi primer suspiro y Pedro me susurró al oído ¿Qué pasa que voy a ser el único al que no te quieres tirar?, apagué el fuego, me quité la camiseta y giré la cabeza para besarlo.
Las manos de Pedro cada vez se movían con más intensidad, el placer que comenzaba sentir en mi cuerpo iba en aumento y cada vez me pegaba más a su paquete, su dureza ya se dejaba notar entre mis glúteos que suavemente se restregaban contra él. Pedro me giró y tumbándome en la mesa me quitó el pantalón del pijama, después hizo lo mismo con mi braga y comenzó a recorrer con su lengua desde mi rodilla hasta mi coño, allí se entretuvo jugando con mi vulva, recorriendo con su legua toda mi rajita y mordisqueando dulcemente mi botoncito, de vez en cuando introducía su lengua dentro como si de una polla se tratara, el placer era inmenso y sin poder evitarlo me corrí en su boca.
Me volvió a besar en los labios mientras sacaba su polla preparándose para metérmela, a esas alturas yo también deseaba que lo hiciera, sin embargo no podía ser, primero había decidido terminar con todo aquello y segundo, mi hija no tardaría en llegar. La polla de Pedro se encontraba ya rozando la entrada de mi sexo, notaba su glande apunto de penetrarme y me incorporé en la mesa, querías un trato igual al de tus amigos y eso tendrás le dije besándole en la boca, me bajé de la mesa y lo apoyé a él en ella, después me puse de rodillas y me metí su polla en la boca.
Pedro suspiraba plácidamente mientras yo metía y sacaba su polla de mi boca, estaba concentrada en lo que hacía, y lo hacía con el máximo entusiasmo, mi lengua recorría toda su barra de carne sin olvidarme de sus pelotas, también le deba pequeños mordisquitos en el capullo que le hacían sobresaltar. Pensándolo mejor mereces un trato especial, le dije sacándome la polla de la boca y poniéndola entre mis tetas. Comencé con un sube y baja lento quería que notara el tacto de mis pechos en su polla, su capullo comenzaba asomar a cada empujón de Pedro que ahora llevaba el ritmo de la cubana, baje la cabeza para esperar a su glande con la punta de mi lengua, este gesto debió de gustarle a Pedro que cada vez gemía con más fuerza siendo sus gemidos más seguidos, comenzó a moverse más rápido anunciando lo que estaba por llegar y en pocos segundos varios chorros de semen impactaron en mi cara, el primero cayó de lleno en mi lengua y mis labios recordándome lo mucho que me gustaba aquel sabor.
Mientras limpiaba con mi legua la polla de mi acompañante sonó mi móvil, D. Andrés me había enviado un mensaje avisándome de que pedro pasaría por casa a recoger las llaves, ok le contesté y desnuda como estaba subí a la planta de arriba a buscarlas.
Pedro se acababa de marchar de casa invitándome a pasar por allí más tarde para tomar algo, rechacé su oferta pues estaba segura de lo que pasaría si aceptaba, además, pronto llegaría mi hija con la que pasaría la noche viendo una peli para después irnos a descansar. Apenas me había puesto las bragas cuando volvió a sonar el móvil, en esta ocasión el mensaje era de mi hija, su novio había pasado a recogerla y no vendría a cenar, estaría en casa de sus suegros hasta el lunes por la mañana.
El mensaje de mi hija me había cogido de imprevisto, y no sé por qué me vine abajo, no era la primera vez que pasaba la noche sola en casa, incluso en fin de semana, como ya dije, mi marido suele pringar en la mayoría de marrones como este, sin pensar muy bien lo que hacía me terminé de poner el pijama y la camiseta, cogí mi abrigo, al perro y salí con él a dar una vuelta.
No era tarde y en estas fechas ya se sabe, la gente frecuenta la calle hasta bastante tarde, me encaminé hacia las afueras del pueblo, después de todo no quedan tan alejado de casa, debía haberme vestido comencé a pensar a causa del frío, el perro había decidido que no le apetecía hacer sus necesidades y sí pasear por el campo, tampoco quería quedarme quieta por el frío, ni volver a casa para sacarle en un rato, así que decidí andar detrás de él hasta que se le plantaran las pelotas hacer sus cositas. Más de media hora estuvimos andando por el campo hasta que se decidió, ya era hora pensé, y me dispuse a volverme a casa.
No llevaba ni dos minutos andando cuando pasé por la puerta de la casa de D. Andrés, la luz del salón estaba encendida pero no se escuchaba mucho ruido, tal vez estaban cenando pensé, mientras imaginé que habrían hecho de cena esos infelices, tal vez debía pasar a ver si necesitaban algo, pero pronto descarté esa idea, ya sabes que no debes pensé, además debajo del abrigo voy en pijama, y ya le he dicho a Pedro que no pasaría, lo mejor será marcharme.
La idea estaba clara, volvería a casa, cenaría y tras un rato de televisión me iría a la cama, sin embargo sin darme cuenta de cómo toqué el timbre. Un segundo contestó una voz detrás de la puerta, era la de Pedro que sorprendido al verme esbozó una sonrisa, que bien que hayas cambiado de idea me dijo, solo quería ver como estabais y a ver si necesitabais ayuda, Pedro dejó el perro en el jardín y entrando conmigo dijo mirad quien está aquí, Al final tenemos postre escuché que decía uno, aunque no quise darle importancia.
Estaban terminando de quitar la mesa cuando llegué, y me dispuse a echarles una mano, pero Pedro no lo consintió, de eso nada dijo, hoy es tu día libre siéntate y espera que te sirvo una copa, no es necesario le dije mientras sin hacerme caso se alejaba a la cocina. Me acerqué hacia el sofá, me quité el abrigo y me senté a esperar a Pedro, los primeros en entrar fueron Carlos y Juan que al verme se quedaron flipados, ambos se sentaron en el mismo sofá dejándome a mí en medio de los dos bien espatarrados y apoyados al respaldo, yo me incorporé hacía delante y me senté en el borde del sofá, Pedro llegó con su bebida y se sentó de frente a nosotros, me miró fijo a los ojos, después miro a sus amigos y sonriéndome llevó su mano a su entrepierna, volví a recostarme en el sofá abriendo mis piernas hasta que rozaron las de aquellos hombres.
Entendieron mi invitación a la perfección y pocos segundos después sus manos y lengua recorrían todo mi cuerpo, Pedro sin embargo observaba sentado en su sillón, veía como yo fuera de mI, buscaba con interés las poyas de sus amigos, con los ojos intentaba animar a Pedro a que se uniera a la fiesta y por fin se decidió, los tres se encontraban ya desnudos y con sus poyas apuntando al cielo, yo aún tenía puesto el pantalón del pijama y las bragas, aunque ambos bastante descolocados, con mis manos pajeaba las poyas de Juan y Carlos mientras mi boca hacía lo propio con la de Pedro, en todo momento sus manos sobaban mis tetas y mi culo, incluso de vez en cuando algún dedo se adentraba en el agujerito de mi coño, imaginad como estaba, no podía gemir por qué el vástago de Pedro ocupaba mi boca, pero el placer que sentía me hacía esmerarme en la mamada como nunca antes había hecho, Pedro lo notaba y no paraba de suspirar, sacó su poya de mi boca, me levantó del sofá, y ocupó mi lugar, yo deprisa me puse de rodillas y seguí con mi gesta, esta vez comiéndome la poya de Carlos. Ahora estaban los tres sentados yo comía la poya de uno mientras pajeaba a los otros dos, ninguno me acariciaba ahora pero el placer de comerme aquellas pollas era bestial, yo abría bien las piernas buscando el equilibrio y seguía chupando, ellos ahora me apretaban la cabeza contra su rabo obligándome a tragarlo entero, en ello estaba cuando note algo apretarse contra mi coño, intenté levantarme y mirar pero no me dejaron, que cojones, si los tres se encontraban en el sofá - y yo podía dar cuenta de ello pues tenía una verga en cada mano y otra en mi boca – quien cojones era aquél, noté un capullo restregarse en la entrada de mi coño, después una leve presión, y por último como entraba hasta el fondo, un gemido apagado por la polla de Pedro se escapó de mi boca y una oleada de placer recorrió todo mi cuerpo, no había duda aquel pollón era de D. Andrés.
Ahora estaba apoyada al respaldo del sofá ofreciéndole mi coño a D. Andrés, a la altura de mi boca tenía la polla de los otros tres hombres, pollas que yo lamía y chupaba como buenamente podía, D. Andrés me cogía de la cintura para dar más fuerza a sus embestidas, notaba la punta de su polla tan adentro que no lo resistía, además mis pechos también eran sobados a cada momento, el placer no tenía igual ya me había corrido tres veces y seguía gozando como una posesa. D. Andrés salió de mí y su puesto lo ocupó Carlos, no era la primera vez que lo hacían de hecho las cuatro pollas habían pasado ya por mi interior, hicieron otro rondo y Pedro se sentó en el sofá, yo me senté encima de su polla y comencé a cabalgarlo despacito, poco a poco apretaba el ritmo hasta que D. Andrés me sujetó, su polla se colocó a la entrada de mi culo y poco a poco la fue metiendo dentro, al principio como en aquella nochebuena, tener las dos pollas dentro resultaba algo doloroso, después el placer le iba ganando el terreno al dolor, haciéndome disfrutar como a una loca. Nos encontrábamos los 5 en el sofá yo con una polla en el culo, otra en el chocho, y dos más en la boca, mis agujeros ya habían recibido por turnos varias veces cada polla, había perdido la cuenta de las veces que me había corrido y seguía disfrutando de ellas. Las penetraciones se siguieron sucediendo unos minutos más, luego uno a uno fueron saliendo de mí, dejándome sentada en el suelo, ahora tenía las cuatro pollas frente a mis ojos, los cuatro se la estaban meneando apuntando directamente hacia mi cara, cuando estuvieron a punto, me hicieron abrir la boca acercaron sus pollas a ella y uno a uno la fueron llenado de lefa, lefa que yo tragué con gusto, después como siempre me encargue de que no quedara ningún resto de este manjar en sus pollas.
Cuando llegué a casa estaba pletórica, esta vez no tenía sentimiento de culpa, de hecho pensaba en lo sucedido y mis pezones se erizaban, estaba tan cansada que apenas andaba en condiciones, sin embargo en la ducha me costó no meterme algún dedo. Eran las dos de la madrugada y estaba a punto de meterme en la cama cuando alguien tocó la puerta, Se trataba de Pedro y D. Andrés, los tres estuvimos juntos hasta las 5 aproximadamente, a esa hora Pedro se marchó a casa de D. Andrés para acudir a su jornada de pesca con mi marido, yo pasé el resto del día con mi jefe, que sin sacar su mano de mi coño me dijo: lo ves zorrita, tú no puedes dejar en empleo, ¿ Dónde te van a llenar de leche mejor que en mi casa puta? En ninguna parte D. Andrés le dije acomodando su polla entre mis tetas.