Déjame explicarte que no es lo que parece.
Que más les puedo decir, esta situación me ha dejado muy desconcertado y he decido huir a un lugar donde pueda pasar página, incluso cambiar de trabajo ...
Cuando escribo estas cosas no tengo la menor idea de publicarlas, me encuentro en un estado de desconcierto que no me deja coordinar las ideas. Lo hago porque tengo necesidad de desahogarme, de decirle a alguien lo que me ha pasado, pero no tengo cojones ni confianza de decírselo a nadie. Por eso he empezado a escribir como una forma de descargar un huracán de ideas que se agolpan en mi cabeza.
Me iban muy bien las cosas con mi novia, tanto que hemos estado a punto de casarnos, pero ahora todo se ha venido abajo. Son tres años de noviazgo y de un sexo salvaje que me había empezado a sentir que estaba ante la mujer de mi vida. Como las cosas iban tan en serio pues decidimos comenzar a montar nuestra casa, la casa donde pensábamos vivir cuando nos casáramos, la casa donde nuestros hijos vivirían y llenarían de alegría. Y como no, mientras llegaba ese día, la casa que me serviría de picadero tanto para follarmela a ella como a cualquiera que cayera en mis manos, pues debo confesar que no tengo nada de monovaginal.
Pero al fin, después de una temporada de trabajo en el mar, llegó su hermano Ignacio, al que pude conocer. Nuestra presentación fue muy agradable. Uno no sabe en estos casos como van a ser las cosas cuando conoces a tu futuro cuñado. Muchos son tíos celosos de quien se acerque a su hermana y menos ven con buena cara a ese que se la está follando y de ninguna forma se pueden llevar bien con él. Pero en este caso las cosas no fueron mal, Ignacio resultó ser una persona tolerante con nuestra relación y me brindó una amistad sincera.
El matrimonio de Ignacio se había roto recientemente y por eso decidió enrolarse en un barco de transporte de mercancías. Eso le había permitido alejarse de sus problemas, poner muchas millas de por medio. Pero también lo alejó de una vida sexual intensa. En el barco no se había buscado ni una rosca y ahora estaba desesperado por recuperar el tiempo perdido. Y su amistad un poco estaba empujada por eso, pues al saber que yo tenía las llaves de un piso de solteros en camino de convertirse en mi hogar matrimonial vio una posibilidad para poder encontrar un lugar donde follarse a cuanta tía se le ponía delante. Yo me percaté de ello, sentí temor a que eso le permitiría enterarse que allí no solo llevaba a su hermana, pero en definitiva, antes que él me lo pidiera yo le ofrecí la llave del piso.
Y no tardó en llevarse allí a la primera chica. Nos pusimos de acuerdo para no aparecer por allí a importunar y cuando habían pasado más de un par de horas y yo pensaba que ya no estarían en la casa, me acerqué con el objetivo de revisar como habían dejado el piso, no fuera a ser que lo hubieran dejado de miedo y luego mi novia pensara que era yo quien lo había dejado así. Pero para mi sorpresa, cuando entré en mi casa la fiesta de Ignacio estaba en su apogeo, tenía la puerta de la habitación entreabierta y se sentía los gemidos de la tía que en ese momento le estaba dando una cogida de culo salvaje. Aquella cogida de culo se hacía interminable, parecía que nunca iba a acabar y tanto se demoró que empecé a empalmarme de mala manera. Ahora me estaba enterando de la clase de semental que era mi cuñado y de lo insaciable que era en el sexo. Pues después de haberle dado una cojida de culo de libro a la chica se fueron a ducharse juntos y en el juego del baño la cosa terminó en otro jaleo. Bueno, como aquello no tenía fin, salí de la casa y los dejé a los dos en aquella sesión de sexo fogosa e interminable, que porque no decirlo me había puesto como un tren.
Para no cansar les diré que en definitiva Ignacio se alojó en mi casa en plena categoría de ocupa y a pesar de los inconvenientes que esto generaba a mi relación con su hermana, pues lo tomaba de buena gana porque era un tipo estupendo y me da corte reconocerlo: sus sesiones de sexo con las chicas que traía me ponían a tope. Al principio él dormía en el sofá del salón, pero pronto empecé a considerar que a una persona que ya prácticamente era de la familia no resultaba adecuado ponerlo a dormir en el sofá cuando podíamos compartir una cómoda cama matrimonial.
Cuando no tenía una cita acordada yo me acostaba temprano y me dedicaba a ver la tele, tarea en la que me sorprendía el sueño; él acostumbraba a ducharse antes de ir a la cama y desde mi cama a través del espejo lo veía como se enjabonaba, como hacían espuma los vellos de su pecho y luego la forma escrupulosa en que limpiaba su polla, finalmente la ducha para aclarar el jabón y luego se secaba y salía con la toalla a la cintura y desnudo se acostaba en mi cama. En la penumbra observaba a aquel ejemplar masculino a mi lado, sabía que era una máquina sexual, pero ahora reposaba tranquilo e incluso más de una vez al observarlo dormido lo miraba y me daba la impresión de un tío inofensivo que tenía a mi lado.
Pero como sucede con estas cosas, tenían la candela muy cerca y aunque por mi mente no pasaba tener con él ningún tipo de relación sexual, por la de él no sucedía igual. Y una noche cuando estaba medio dormido sentí como una de sus manos acariciaban los vellos de mi pecho. Aquello no me agradó mucho, pero pronto se dirigió a mi polla y la acarició de una forma suave y delicada que de inmediato se empalmó. En ese momento sentí tensión en aquella cama, pero pronto Ignacio dirigió su boca a mi polla y se la introdujo de una succión que me resultó especialmente deliciosa. En ese momento pensé: mira, la máquina sexual parece que va a resultar un poco mariquita y lo dejé hacer, porque una mamada venga de donde venga es muy placentera.
En ese momento comencé a saber como un maestro puede llevarte al éxtasis. Solo me succionó una vez la polla y de inmediato su lengua se dedicó a juguetear con los vellos de mi pubis, con su lengua lamía mis huevos, lamía el tronco de mi polla y luego seguía dándome lengua por el ombligo. Cada vez que su boca se acercaba a mi polla recibía una succión que me llevaba a la gloria y me hacía soltar una gran exclamación de placer. Quería más, pero me dejaba así, deseando más y de nuevo o eran mis huevos los lamidos o su boca subía a mi pecho y lamía uno de mis pezones que se ponían duros y provocaban que mi polla se pusiera más dura y que incluso se balanceara de forma pendular pidiendo ser mamada.
Estaba totalmente mojado con su saliva, sentía como su abundante saliva me mojaba las nalgas, cuando fui sorprendido con la succión de uno de mis huevos por su boca. Sentí temor a ser lastimado, pero aquello me estaba dando mucho placer y decidí estar lo más tranquilo posible para no provocar que me lastimara. Cuando me mamaba los huevos no dejaba de pajearme con una mano a mi polla que estaba totalmente lubrica por su saliva y de esa forma experimentaba un placer que nunca antes había sentido. Cuando me mamó los huevos todo lo que sus cojones quisieron me volvía a succionar la polla para elevar al máximo la excitación que me estaba produciendo.
Mi mente estaba en blanco, yo estaba asumiendo la postura de mamado y me dejaba hacer y porque no decirlo quería más y él lo sabía, pero meticulosamente utilizaba las dosis de excitación de manera que no me parecieran suficientes, que quisiera más y en ese momento él aprovechaba para disfrutar de mis pezones que mamó con mucho rigor hasta ponérmelos adoloridos y hasta en un momento se acostó sobre mí y nuestras bocas se besaron. Mi mamada me estaba llevando cada vez más a dejarle disfrutar mi sexo y en ese momento estaba tan excitado que lo único que quería era que me siguiera dando placer. En un momento le dije: por Dios Ignacio, acaba de mamarme bien la polla y sácame la leche que me tienes desesperado.
Ignacio se sonrió, me tenía en el punto que él deseaba, bajó con su lengua por todo mi vientre mientras sus manos apretaban mis nalgas y en el momento que succionaba mi polla sentí como uno de sus dedos jugueteaban con mi esfínter al cual había llegado la abundante saliva de tanto mamarme los huevos. Mi reacción iba a ser de rechazo, pero en ese momento su mamada comenzó a ser constante, ahora no me succionaba la polla y la abandonaba en busca de acariciar otra parte de mi cuerpo, sino que la continuaba mamando con intensidad de forma que su intruso índice penetró en mi ano y simultáneamente comenzó unos masajes que también me resultaron placenteros.
Estaba en la gloria, sentía que en cualquier momento explotaría y soltaría un chorro de leche en la boca de Ignacio. Cuando él se dio cuenta que estaba al borde de correrme dejó de mamar, pero ahora se dedicaba a mamar mis huevos y me tenía en una situación explosiva. Me tenía succionado un huevo, continuaba un masaje enloquecedor con su dedo índice en mi culo y con la otra mano me continuaba pajeando, pero de forma que no me acabara de correr. Me retorcía de placer, todos los músculos de mi vientre se estremecían, pero mi leche no acababa de salir como lo deseaba pues había dejado de pajearme y solo me estimulaba con los masajes de su dedo en mi culo y la inmovilización que provocaba mi huevo succionado dentro de su boca. Poco a poco ante los estremecimientos de todos los músculos de mi cuerpo lentamente mi leche comenzó a salir de mi polla, nunca en la vida había sentido tanto placer en una corrida, solté una cantidad de leche que nunca había soltado y cuando tenía mi polla totalmente embarrada de leche, su boca se apoderó de ella y estaba tan sensible que provocó las mayores convulsiones que he sentido en una corrida en mi vida. Sentí temor, nunca había sentido tanto placer, pero me era imposible evitar que Ignacio continuara su mamada. Le suplicaba que terminara mientras él me decía: quiero extraer hasta la última gota de leche de tus huevos. Su dedo índice abandonó mi culo en el momento en que él comprobó que ya no tenía ni una gota de leche en los huevos y que casi estaba al borde del desmayo. Me dejó totalmente extenuado, lo único que pude decirle fue: nunca me he corrido de esta forma tan salvaje, me has dejado muerto y caí en ese momento dormido entre sus brazos.
Cuando desperté me sentí muy extraño, no estaba claro si las cosas habían ocurrido o si se trataba de una pesadilla. Pero ni Ignacio ni yo hicimos la menor alusión a lo ocurrido. Como si no hubiera pasado. Después de asearnos, desayunamos y yo me fui al trabajo con un mar de contradicciones en mi cabeza. Ignacio era el hermano de mi novia, estas cosas no debían pasar, pero habían pasado y lo mejor era que no volvieran a ocurrir porque podría ser un desastre para nosotros. Pero luego cuando a mi mente llegaban las ideas de la mamada de la que había sido objeto me empalmaba a tope, recordaba la explosiva forma en que me había corrido, el placer que había sentido y de nuevo me entraba el deseo de repetir.
Cuando volví a casa ya estaba Ignacio allí, llamé a mi novia y le inventé un excusa para no ir a verla esa noche. Con Ignacio no hablé nada, él estaba en bermudas y sin camisa preparando la cena, lo saludé de forma parca y por primera vez me dediqué a detallar su cuerpo. Su piel estaba bronceada por el sol y tenía un hermoso cuerpo de atleta. Su espalda no tenía un solo vello, tenía un hermoso pecho velludo de macho masculino, en el vientre aquel bosque se reducía cubriendo solo su ombligo y luego volvían a aparecer los vellos, tenía unas piernas fuertes y velludas, despedía un olor muy masculino y me era muy sorprendente la pasión con la que me había mamado la noche anterior. Pensar en esas cosas me empezó a empalmar y pensé que lo mejor era ir al baño y darme una buena ducha para que se me quitara la calentura de la cabeza, pensé que lo mejor era refrescarme.
Después de ducharme me puse una bermuda y también me quedé con el pecho descubierto. Cenamos en una pequeña mesa de la cocina y luego estuvimos un rato viendo la tele, finalmente me retiré a la habitación y me metí en la cama temprano. Ignacio estuvo un poco más de tiempo en el salón y finalmente antes de acostarse se dio un meticuloso baño que podía observar desde el espejo. Luego se puso la toalla en la cintura y se metió en la cama de nuevo desnudo. No intercambiamos palabra alguna pero lo primero que hizo fue poner su mano en mi vientre, sus dedos se introducían tímidamente por debajo de la tela de mi boxer. En unos instantes estaba soplado como un tren, estaba deseando ser mamado como la noche anterior, pero él solo me acariciaba el vientre hasta que mi polla empalmada salió a rozar sus dedos. Luego acercó su boca a mi pecho y lo primero que hizo fue chupar una de mis tetillas, la tenía adolorida del trabajo que le había hecho la noche anterior y me estremecí desde un inicio. Se subió encima de mi y nuestros pechos se rozaron, nuestras bocas quedaron separadas a unos milímetros por unos instantes hasta que sus labios fueron por los míos. Yo me mostré un poco reacio a besarlo, pero su boca fue lujuriosa en busca de la mía, su lengua luchó con mis labios y entró en mi boca, sentí el sabor de su saliva y pronto comencé a chupar aquella lengua que tenía en mi boca, traté de entrar con mi lengua en su boca y sentí como la succionaba hacia su interior y ahí comenzó un beso lujurioso y apasionado. Aquel beso duró mucho tiempo, cuando casi sin aire separé mi boca de la suya su lengua se apoderó de mi cuello y todo mi cuerpo se estremeció.
Su lengua comenzó a saborear mi pecho, mi ombligo fue el próximo objeto de su lujuria y luego de una forma desesperada con su boca empezó a tratar de despojarme de mi boxer. Me dejó completamente desnudo y sin tregua se lanzó a darme lengua entre mis muslos, tenía mi polla babeando y desesperada por ser mamada, pero ahí me pude percatar que él también estaba empalmado y por primera vez me percaté del tremendo trozo de polla del que estaba dotado Ignacio.
Nuestros cuerpos se restregaban con lujuria y él se puso en una posición en la que cuando su polla llegaba a mi polla la suya se acercaba a la mía, estábamos a punto de empezar un famoso 69, el comenzó con su poca a restregarse por mi polla y pronto comenzó a mamarme de la forma lujuriosa del día anterior pero acercaba su polla a mi boca tratando de que yo también se la mamara. Empecé a mamarle pero pronto él dejó de mamar y me dijo: no sabes mamar y te voy a enseñar como se le mama la polla a un macho.
Me puso de rodillas en la cama frente a él y me dijo: vamos antes de empezar a mamar dale lengua por todo el rabo, comienza desde la base y ve hasta la cabeza, cuando te la metas en la boca apriétala con fuerza con los labios y segrega toda la saliva que puedas. Comencé a actuar como él me pedía y sentía sus expresiones de placer. Me decía: así está mejor pero trata de meterte en la boca la polla completa. A mi no me cabía semejante aparato y él empezó a acariciar mi cabeza y con sus manos sujetaba mi cabeza de forma que podía tratar de introducir un mayor trozo. Constantemente me decía: vamos, esfuérzate, dale placer a tu macho, te voy a enseñar a mamar como un bendito y de repente sujetó mi cabeza e introdujo su polla un considerable pedazo en mi boca, a mi me dieron arqueadas, se me salían las lágrimas pero él continuaba haciendo que se la siguiera mamando. Luego me dijo que tomara aire y que me repusiera y de nuevo me puso a mamar de esa forma, constantemente me exigía que la apretara con los labios, que la ensalivara al máximo y de nuevo me volvía a atragantar y a provocarme arqueadas. Ignacio sonreía y de nuevo me ponía a mamar de nuevo.
Yo sudaba copiosamente. En un momento Ignacio me la sacó de la boca y le salió la primera gota de leche, él pasó uno de sus dedos por la cabeza de su polla y tomo esa primera gota de leche, pude observar como la fue esparciendo por todo el borde de su polla y así me la dio de nuevo a mamar. Por primera vez en la vida sentí el sabor de la leche de un hombre en mi boca, no me fue muy agradable, tenía un olor muy penetrante, pero así entró en mi boca y de nuevo me la hizo mamar con pasión, con una de sus manos sujetaba mi cabeza y con la otra comenzó a apretar con fuerza una de mis tetillas. Ahora me sentía dominado por aquel macho, yo pensaba ser mamado como el día anterior y el me estaba haciéndosela mamar salvajemente.
Finalmente él se acostó boca arriba y me dijo: vamos mamame los huevos y dame lengua por todo el vientre y dame el placer de una buena mamada. Cuando se la estaba mamando así él no dejaba de apretarme las dos tetillas y aquello me empalmaba a tope.
Luego me acostó en la cama boca arriba, puso sus rodillas al lado de mi cabeza y presentó su polla en mi boca invitándome a seguir mamando. Ignacio me puso a mamar así mientras con su boca comenzó a mamar mi polla, luego siguió hacia mis huevos y cuando los succionó introdujo su polla en mi boca hasta la misma base, yo sentí como aquel trozo de carne rozaba mi campanilla, me daban arqueadas, se me salían las lágrimas cuando sentí como que me estaba electrocutando, su lengua había comenzado a mamar mi culo, su barba me arañaba y en la posición que me había puesto estaba a su merced, cuando él lo deseaba me hacía atragantar con su polla mientras mi culo estaba siendo objeto de una mamada feroz.
Había perdido toda mi voluntad, paró aquella sesión de mamada, yo estaba desfallecido y sentí como me alaba por las piernas hasta el borde de la cama, vi su pecho sudado frente a mi, sentí como presentaba la punta de su polla ensalivada en mi culo dilatado. Ignacio me dijó: bésame. Hice el intento de ir en busca de su boca cuando la entrada de su polla en mi culo hizo estremecerme, traté de escapar, pero con toda su fuerza me retenía, no podía escapar, entro hasta lo más profundo de mi, nuestras bocas comenzaron a besarse mientras sentía como me decía: relájate, no intentes escapar, vas a saber lo que es un macho.
Comenzó con suavidad sus movimientos de cadera que provocaban la entrada y salida de su polla en mi culo. Mis piernas se estremecían pero él continuaba sus embestidas con suavidad, mis brazos solo podían llegar a su espalda. Sus embestidas comenzaron a subir de ritmo, cada vez me retorcía más, empecé a protestar, quería que me la sacar y en ese momento sentí como sus fuertes manos me apretaban las nalgas, me las azotaba y me decía: vamos, pórtate bien y deja que goce tu culo. Poco a poco me fui dando cuenta de que no tenía escapatoria, tampoco tenía voluntad para impedirlo y continuo follándome hasta que la leche salió de sus cojones, en ese momento el ritmo de sus embestidas era salvaje, gemía de placer, me apretaba con fuerza con sus brazos, todo su cuerpo se estremecía hasta que cuando soltó toda la leche de sus huevos comenzó a relajar sus músculos y me empezó a besar con una ternura deliciosa.
Cuando sacó su intrusa polla de mi culo nos abrazamos y así nos quedamos dormidos por mucho tiempo. Cuando nos despertamos nos fuimos al baño a asearnos y esta vez si hablamos, yo estaba cortado, pero él estaba muy contento, no cesaba de decirme que se había pasado mi virginidad por sus cojones y que eso era lo más hermoso que un hombre le podía dar a otro. Finalmente me abrazó y de nuevo nos besamos mientras una de sus manos acariciaba una de mis nalgas. Luego muy bajito me susurró al oído: vas a ser mío.
A partir de ese momento mi vida a sido un lío. Por un lado mi relación sexual con Ignacio comenzó a elevar su intensidad y cada vez se me hacía más difícil darle la cara a mi novia, las disculpas para eludir visitarla empezaron a ser hasta torpes y solo deseaba estar al lado de su hermano.
Por otro lado conocí el gusto de Ignacio de andar desnudo por la casa y no quedó un solo rincón donde no me follara o me pusiera a mamar y esto ocurría a cualquier hora del día o de la noche. Incluso en una ocasión por la noche me sacó al patio de la casa y allí me dio por el culo como un bendito. Aquello era como dos animales salvajes que solo buscaban estar el uno junto al otro y darse el máximo de placer.
Mi novia estaba preocupada por mi frialdad y una tarde cuando estábamos en plena faena, no soportó más y nos sorprendió en plena acción. En ese momento Ingacio me estaba dando una follada de antología en el sofá del salón, lo que ella no hacía nunca (entrar a la casa sin avisar), lo hizo. Nos vinimos a percatar de su presencia cuando soltó un grito de espanto: ¿Qué coño es esto? Preguntó. Sorprendido y como saliendo de un shock solo se me ocurrió decir: Déjame explicarte que no es lo que parece.
Entre sollozos le oí reprochar a Ignacio: ¿Cuál es la razón de que siempre te enrollas con los hombres que son mi pareja? ¿No puedes mirar para otro lado?
Que más les puedo decir, esta situación me ha dejado muy desconcertado y he decido huir a un lugar donde pueda pasar página, incluso cambiar de trabajo, me he enrolado en el mismo barco en que trabaja Ignacio.
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