¡Dejadme probar a mi!

A estas chicas del instituto no se les resiste ningún chico.

En mi clase hay un grupo de chicas que son la ostia, hacen lo que les da la gana y no hay quien se les enfrente. A mi me tienen muy intimidado, tiene un comportamiento tan avasallador y además son tan hermosas que si me piden cualquier cosa, les obedeceré como un perrito asustado.

Para mí que pueden tener a su disposición cualquier chico que quiera, no creo que ninguno pueda mostrar la resistencia suficiente.

Entre ellas, Soraya es la que lleva la voz cantante. La encuentro tan bonita y tan resuelta, que me parece un sueño inalcanzable. No creo que nunca se llegue a fijar en mí. Yo no soy el tipo de chicos que suele gustar a estas preciosidades, saco buenas notas y hago mis deberes… a sus ojos debo ser un aburrido. Ellas por el contrario son las musas de todos mis sueños.

Ayer me sucedió algo extraordinario. Estaba en la biblioteca estudiando cuando entro Soraya con otras dos amigas. Se sentaron en la mesa contigua y se pusieron a estudiar para el examen próximo de mates.

Con disimulo levante la vista de mis apuntes para poder verlas durante un instante. Vi a Soraya tratando de hacer algún ejercicio de los que pueden salir en el examen. Me pareció tan hermosa, con una cara tan bonita que me quede absorto mirando durante unos instantes.

Ella me descubrió y me mandó una sonrisa que consiguió acelerarme el corazón. En mi segundo intento fui levantando la cabeza lentamente con intención de espiarlas un poco. Mis ojos quedaron fijados antes de llegar a su objetivo al descubrir que por debajo de la mesa podía ver las bonitas piernas de mi deseada Soraya.

Y no solo eso, al tener las piernas entreabiertas pude ver con claridad su braguita blanca que se apretaba en su vulva remarcándole los labios y la rajita. Esta visión logro turbarme completamente y empecé a revolverme en la silla sin saber dónde mirar.

De reojo comprobé que nadie más se había dado cuenta de la circunstancia y que podría seguir mirando sin ser descubierto. Ella parecía muy concentrada con los estudios y no levantaba la vista. De vez en cuando justaba las rodillas y el espectáculo se interrumpía.

Por suerte, enseguida las separaba y se volvía a abrir el escenario lentamente como las flores en la mañana y me dejaba ver la protuberancia de la vulva apretada bajo las bragas. Sin poder remediarlo y sin ganas de hacerlo disfruté de una erección como pocas veces había tenido.

Tuve que acomodarme varias veces el paquete pues parecía dispuesto a estallar. En alguna ocasión nuestras miradas se cruzaron. Soraya ajena a la zozobra que me estaba causando me sonreía y volvía a sus estudios.

Cuando ya no pude aguantar más decidí ir al lavabo a aligerar la presión. Para mi desgracia estaba cerrado, yo no podía esperar más, así que como recurso alternativo me fui al lavabo del gimnasio y allí pude desahogarme.

Todo iba perfecto hasta que oí abrir la puerta exterior y luego como alguien iba comprobando uno por uno los reservados hasta llegar al mío. Después de un toc.. toc… en la puerta sonó la voz melodiosa de Soraya.

Apresuradamente recogí todo lo que pude y me puse a su disposición. Insistía en que debía hablar conmigo con urgencia y que abriera la puerta enseguida. En cuanto abrí la puerta se coló dentro, cerró la puerta tras de sí y me echo mano al paquete.

Sorprendido por su actitud no supe reaccionar y deje que me bajara los pantalones y me dejara con todo el instrumental al aire. Con cierta destreza se puso a darme meneos, estirando del pellejo de arriba abajo y sobando el capullo con fuerza.

Ante la cara de asustado y sorprendido que debía tener, Soraya comprendió que había que suavizar un poco el frote. Se puso la mano frente a la boca y la lleno de saliva. Después de ese momento me hizo una paja tan rica como las que yo mismo me hago.

Superada la primera fase de cierto dolor, me deje manosear a su antojo. Vi como deleitaba viendo subir y bajar el pellejo haciendo desaparecer mi bien dotado capullo. Creo que las dimensiones de mi polla le sorprendieron gratamente, y que mantuviese la dureza durante tanto rato la termino por seducir.

Me corrí intensamente, en dos andanadas y en cantidad. Soraya seguía frotando como si estuviese ordeñando una vaca, sin pensar que después de correrme lo que deseaba era un poco de reposo y unas caricias mucho más delicadas. Las piernas me temblaban y la polla ardía.

No podía dar crédito a lo que estaba sucediendo. No me explicaba como la tía más buena del instituto me hubiese hecho una paja tan rica. Por un instante soñé que terminaba por chupármela pero eso no se produjo. Después de un rato, viendo que ya no me corría otra vez, dio por terminada la sesión.

Antes de irse me dijo que hoy se sentaría a mi lado en el examen. No había tenido tiempo suficiente para estudiar y esperaba que yo le ayudase a sacar un cinquillo al menos. Hemos cumplido de sobras con nuestro objetivo, Soraya no solo aprobará sino que hasta podrá sacar buena nota. He podido pasarle casi todas las respuestas del examen.

Ya en la salida y después de entregar los exámenes, ella ha dejado el corro de sus amigas y ha venido hasta mi para darme un besito en le mejilla. Luego me ha dicho que me espera en la cafetería sobre las cinco para invitarme a un refresco.

Estoy alucinado, nunca habría imaginado lo que he conseguido: la tía más buena del instituto me ha hecho una super paja y además ahora se siente en deuda conmigo por haberla a ayudado en el examen.

Mientras nos tomamos un refresco ella no deja de mirarme con picardía y de mostrarse su mejor perfil, esto es, se pone un poco de lado para que pueda verle su bonito pecho.

Debe saber que me está poniendo cachondo, insiste en la postura y sus palabras se alargan y humedecen en una forma muy especial. Antes de llegar más lejos, se destapa invitándome a ir a su casa con la excusa de preparar un examen de la próxima semana.

Se que es una excusa para jugar conmigo, resulta impensable que ella se preocupe por algo tan lejano… la próxima semana. Sin embargo a mí me parece una propuesta maravillosa, que me llena de emoción y de nervios que apenas logro controlar.

Al mismo tiempo que me he armado como un burro, me ha entrado un tembleque en las piernas que me delata como principiante en estas lides, estoy completamente en sus manos.

Me acompleja mucho que una tía tan buena lleve la iniciativa, me seduzca y descubra que soy virgen. Sin embargo, siento tantas ganas de volver a correrme en sus manos que cualquier inconveniente resulta insignificante y aceptable.

Una vez en su casa nos sentamos en el sofá, me agradece la ayuda durante el examen y sin más preámbulo, me pone la mano sobre el paquete, sabiendo muy bien que no voy a poner ningún inconveniente y que ella domina la situación,

Instantes después me está gratificando mi ayuda con una paja excelente. Parece que tiene prisa por llegar a su objetivo. A mi me gustaría que se recreara un poco mas, pero si es así como ella lo quiere, me doy por satisfecho con lo que recibo.

Suena su móvil y Soraya me deja a medias, ha recibido un mensaje. Lo lee y sonríe ampliamente. Luego con mucha destreza teclea la contestación y lo envía. Al volver al sofá me sonríe maliciosamente y retoma la tarea pero ahora con lentitud, como si lo que quisiera fuera alargar el juego. A los pocos minutos suena el timbre de la puerta. Soraya va a abrir. Yo me tapo y adopto una actitud discreta para poder disimular.

Enseguida me doy cuenta que no me va a servir de nada. Han venido sus amigas Diana y Paula. Por cómo se conduce deduzco que Soraya pretende continuar la paja pero en presencia de sus dos mejores amigas.

Estoy blando como un muñeco y no me puedo oponer a sus deseos. Solo mi polla gorda y tiesa mantiene el tipo. Después de unos minutos observando, Diana se levanta con la intención de agregarse a la fiesta. Inspiro con la boca bien abierta y los ojos a punto de salir de las orbitas.

Se acerca moviéndose como una gata en celo. Me hace suspirar de emoción y de temor. Me da miedo caer en manos de estas chicas tan atrevidas. Cuando creo que su intervención es inmediata, desvía su trayectoria y se va hacia el cuarto de baño.

Soraya mantiene el ritmo lento de sus meneos y me mantiene muy cerca del límite. Yo estoy fuera de control, despatarrado sobre el sofá, con los brazos extendidos y la cabeza recostada sin apenas fuerzas para ningún acto voluntario.

De reojo veo como Paula se ha acomodado en un sillón próximo. Se debe estar dando gusto con la mano que tiene debajo de la faldilla mientras observa con atención como su amiga me pajea. Tengo la polla super dura e hinchada. Después de tanto frote está muy sensible y poco a poco se está mezclando la placentera sensación con otra de dolor que apenas puedo reprimir.

Temo que no tengan ningún miramiento y terminen por hacerme daño. Veo venir a Diana con cara de traviesa y termino de asustarme. Por suerte viene con muchas ganas de jugar pero también armada con un tubo de crema de las manos que extiende generosamente sobre el glande y luego reparte por todo el tronco y los testículos.

Experimento un alivio tremendo al ver lubrificada toda la polla, al sentir como su mano resbala suavemente y como la piel gana en elasticidad y como disminuye el ardor que me quemaba. Soraya se echa a un lado aceptando le relevo de Diana. Me mira con malicia hacia la polla y luego a los ojos fijamente. Los dos miramos con cierta sorpresa como su amiga se esfuerza en cada sacudida por conseguir el movimiento más perfecto con ánimo de hacerme correr.

Ahora me siento muy cómodo y halagado. A mi lado tengo la chica más guapa del instituto mirando con gula hacia mi sexo. Se deja acariciar la pierna. La visión de su cara lujuriosa me emociona. Por otra parte su amiga, que también está de rechupete, se ha propuesto hacerme una paja inolvidable.

Supongo que para ellas es una especie de entrenamiento divertido. Para mí es una experiencia inolvidable. Empiezo a suspirar y a temblar ante la inminencia de mi orgasmo. Las dos se acercan todavía más y Diana redobla sus esfuerzos por conseguir una corrida espectacular.

Esta llega como una explosión. Una bocanada de leche sale disparada hacia el cielo y termina sobre mi pecho. Ella sigue con los meneos mientras siguen saliendo nuevos borbotones de leche que ahora salen con menos velocidad y el recubren la mano.

Durante unos instantes estoy en el paraíso y casi pierdo el conocimiento. Como Diana no parece conocer que a los hombres después de corrernos lo que más nos gusta es un suave toque, tranquilo y delicado, parece que quiere insistir en su frote. Le sujeto la mano y le hago ver que de momento ya no podemos hacer nada mas. Parece que lo entiende y se relaja a mi lado con la percepción del trabajo bien hecho.

Paula que ha permanecido observando desde el sillón, parece darse cuenta que se ha perdido algo o que llega demasiado tarde. Se levanta muy decidida y se abre paso entre sus amigas diciendo:

¡Dejadme probar a mi! ¡Dejadme probar!

Deverano.