DÉJÀ-VU (Segunda Parte)

Buscas en la gaveta, y la consigues, con su funda, y el arnés de cuero que llevas bajo el abrigo.

Buscas en la gaveta, y la consigues, con su funda, y el arnés de cuero que llevas bajo el abrigo.

Lo ves salir del cuarto, ya bañado y vestido, te sientas cerca del balcón de la sala, enciendes un cigarrillo, y lo esperas a que termine de peinarse frente al espejo de la sala, de donde puede perfectamente verte, y tu lo vas viendo a el, vas estudiando sus gestos, sus movimientos, pero no te resultan nuevos, como si ya los conocieras, como si ya se hubieran conocido antes, tienes esa sensación de que hay algo que han vivido, pero no consigues saber qué será.

Él se gira hacia ti y te dice que está listo. Apagas el cigarrillo, ya te levantas y ves como se aproxima, lentamente, con ese andar sigiloso, su calzado no suena, ni rechina contra el suelo de tu apartamento, ¿cómo lo hace? Tu caminas en medias y escuchas un sonido, pero él... Parece una especie de felino, que se mueve silenciosamente, acechando a su presa, sus ojos te miran, profundamente, te hipnotizan, su mandíbula baja, sus hombros alzados, su cadera se mueve al compás de sus pasos, lentamente, sin apuro, sabe que va a llegar a ti, que te ha arrinconado, que eres su presa y no puedes escapar, te tiene bajo su hechizo, y lo sabes, lo reconoces, no puedes moverte, ya está sólo a un paso de ti... Sientes tu corazón como que va a explotar, bombea incesantemente, sus manos suben hasta tocar tu rostro, cierras los ojos, y te desarma, hace añicos tus defensas, posa sus labios sobre los tuyos, con una suavidad tal, como si temiera dañarte, romperte, afectarte de algún modo, sientes ese contacto, te gusta, pero te asusta a la vez, ya has tenido esas experiencias, ese temor de que lastimen tus sentimientos se hace presente, pero se diluye, porque quieres intentar una vez más, con él, vivir esas sensaciones de amor y de placer, que te traen paz y felicidad. Pero sabes que son efímeras en tu vida. Aun así, quieres vivir eso.

¿Nos vemos en el bar, o prefieres que me venga directo a casa y vaya preparando algo para comer cuando llegues? Fue con lo que decidió romper el silencio.

Tu ya no sabes qué hacer, ni tampoco qué decir al respecto, te sueltas gentilmente de su abrazo, dando un pequeño beso en sus labios, y haciendo descender lentamente sus brazos, caminas en dirección al refrigerador, tomas una lata, donde antes hubo galletas, que está encima de este, y sacas un manojo de llaves, tienen un identificador: A B 31, le explicas que es la torre A, ala B, nivel 3, apartamento 1.

Él se rie y te dice: ¿Temes que me pierda? O temes perderme? Puede ser que anoche haya estado ebrio al llegar, pero yo me sé orientar, es el único apartamento que tiene la puerta de madera y vidrio. Me lo dijiste anoche, así como me dijiste que íbamos a dormir, porque el cansancio te vencía, y terminamos haciendo el amor una y otra vez, una vez más.

Levantas una ceja y dices: Recapitula... Creo que no entendí esa última frase. Según tu, "terminamos haciendo el amor una y otra vez, una vez más" ¿Qué quieres decir con eso de "una vez más"? No te recuerdo de antes.

Hace dos años, en el matrimonio de un amigo en común, nos conocimos, por supuesto, yo era un muchacho más bien de una apariencia más frágil, bastante delgado, por no decir enclenque, aún así hubo un gusto mutuo en ese momento, y nos vinimos a tu apartamento, quisiste que me mudara contigo y todo, pero te dije que no estaba en mis planes. El motivo era que no me sentía seguro de gustarte a ese punto, como para establecer una relación, y convivir. Pero tu insististe. Después, unos dos meses después, ya estábamos conviviendo, y recibí una llamada de tu trabajo, habías tenido un accidente y estabas en el hospital. El diagnóstico era que habías perdido bastante memoria reciente, y necesitabas urgente una transfusión de sangre, yo me ofrecí, ya que ambos somos AB negativos. Te recuperaste, pero al despertar, no me recordabas, y decidí salir de tu vida, para aprovechar y reinventarme. Estuve alimentando y ejercitando no sólo mi cuerpo, sino también mi mente, estuve estudiando, de hecho, saqué una maestría, todo mientras esos dos, casi tres años, que no nos veíamos, transcurrían.

Wow! No sé qué decir, exclamaste. Me hablas de cosas que no recuerdo, pero lo dices de tal manera que suena altamente creíble. Volviendo al tema de nuestro encuentro de hoy, le dijiste; ya tienes las llaves, por favor, no las pierdas. La historia suena muy convincente, pero la confianza es algo que tendrás que ganarte. Ya voy tarde, espero verte esta noche. Le diste un beso breve en los labios, y al llegar a la puerta te regresaste para decirle: Procura cerrar bien al salir.

Él te sonrió y te guiñó el ojo derecho, para que supieras que no debías preocuparte.

Así saliste de tu apartamento, dejando a un dssconocido con quien ya hasta habías convivido en otro momento, pero que ya no recordabas, tenía razón, ibas pensando mientras salias del edificio y bajabas las escaleras que te llevarían a la acera y donde esperarías el colectivo que te llevaría al metro para poder ir al trabajo. En mala hora se te descompuso el automóvil, pensaste, y volviste a las ideas de dónde o cómo puedes haberlo conocido.

Él te dijo el nombre de ese amigo en común, revisas tu cuenta de Facebook desde tu celular, y le envías un mensaje privado: Necesito verte, hay cosas que quiero me ayudes a aclarar y entender. Envíame un WhatsApp cuando tengas un momento.