Deja vu...

Cuando las fantasías se hacen realidad....

El vuelo estaba siendo algo movido debido a las turbulencias que se originan en la costa mediterránea después del verano y como es normal en mí empecé a entretenerme en mirar a los demás pasajeros e imaginarme a dónde iban, a qué se dedicaban, cómo era su vida… La verdad no resultaba muy interesante el tipo de gente que me acompañaba en este vuelo, todo bastante insustancial bajo mi punto de vista claro. Así que cerré los ojos, liberé mi mente de pensamientos y la dejé volar.

Por fin avanzaba por el pasillo de llegadas del aeropuerto, buscando el espacio entre las paredes y la gente que además de caminar mantenía conversaciones la mayoría estúpidas por teléfono. Nunca entenderé por qué tenemos la necesidad de encender el teléfono móvil antes de que se abran las puertas, y hablar con alguien con cualquier excusa. Mi maleta con el impulso las ruedas se giraban constantemente, y tenía que parar para volver a enderezarlas. Tenía prisa por salir a el vestíbulo de llegadas, me estaban esperando.

Después de bajar las escaleras mecánicas pude vislumbrar el cartel de “Salida” junto con otros que mencionaban los transportes para llegar a la ciudad. Sabía que no los necesitaría, tenía una chofer privada. Pero antes necesitaba pasar por el lavabo, a pesar de que los servicios del avión tienen ese aire erótico que han promovido muchas películas prefiero el servicio clásico del aeropuerto. Me deslicé dentro dejando a mi lado el equipaje y me bajé la cremallera introduciendo mi mano dentro del boxer blanco. Noté que empezaba a excitarme desde el momento que el avión paró los motores, y ahora mi miembro estaba algo excitado por lo que me costó un rato el poder orinar. No se si fue el “sobeteo” que le hice con mis manos o el imaginarme a mi chica esperándome que endureció de tal modo mi polla que me costó hacerla entrar de nuevo. Se apreciaba claramente mi erección, la verdad no me importaba, quería que ella la viera. Me lavé las manos, me miré en el espejo y pensé en lo que iba a hacerle en pocos minutos (mmmmm…).

Me dirigí directo a la salida y se abrieron las puertas automáticas apareciendo ante mí la multitud que esperaba a las personas que llegaban como yo. Como yo? No, yo tenía apetito, hambre y no de comida precisamente. Quería sexo!! La vi a ella al fondo de la sala, pasé entre medio de la gente agolpada y cuando la tuve a ella a 5 metros en línea recta y sin obstáculos, aparté la bolsa que llevaba colgada para provocar que su mirada se fijara en el bulto provocado por mi erección. Sus ojos sonrieron de excitación y se movió inquieta. Me acerqué y mis labios se pararon a 2 milímetros de los suyos para notar la excitación creciente. Mis manos se aferraron a su trasero dándole un masaje vigoroso hasta entreabrirlo para excitarla más y más. Su mano bajó directamente a mi bragueta y palpó en toda su extensión mi polla ya dura y palpitante. Sin mediar palabra la cogí de la mano para dirigirnos al parking. Ella me indicó el lugar donde había aparcado, era el final de la planta y la luz de los fluorescentes más cercanos parpadeaba.

Ella se dirigió a abrir la puerta al tiempo que me abalancé por detrás apretando mi sexo contra su cuerpo. Solté todo el equipaje para agarrarle los pechos y masajearlos mientras ella giraba su cabeza, cerraba sus ojos y gemía de deseo. Introduje mi mano por su minifalda y con sorpresa me di cuenta que mi hembra iba sin ropa interior. Su coño estaba caliente y empezaba a humedecerse rápidamente. Hice que mis dedos pasearan por esos agujeritos que son míos mientras intentaba liberar mi polla del maldito pantalón que la oprimía. Separé los cachetes penetrándola en su coñito cada vez más excitado. La cogí del pelo mientras la penetré sin miramientos. Sabía que hacerlo allí le excitaba completamente y me lo contagiaba, no sabía si lo estaba yo más que ella. Se oían rumores de coches, personas y maletas rodando, la excitación aumentaba mientras los dos jadeábamos cada vez más. Decidí que era el momento de poner la directa y le introduje poco a poco mi pene en su trasero.

Se volvía loca de placer al notar que la punta se estaba metiendo en su culo y yo le susurraba palabras sucias en su oído. “Es lo que te gusta, a que sí zorra?”, “Mi puta quería correrse en público y yo le voy a conceder ese deseo”, “Eres una perra en celo y te voy a romper el puto culo”. De un golpe de cadera le metí mi rabo a fondo y comencé a bombearla dúramente. Nos dimos cuenta que dos filas de coches más allá había una pareja que estaba entrando el equipaje en el maletero y al oir ruido se giraron en nuestra dirección. Ella quiso parar, pero yo seguí con más fuerza quería llegar al orgasmo mútuo, era el objetivo. Así que se abandonó sin preocuparse de que nos estuvieran viendo entre las sombras y decidida a llegar al climax. No se hizo esperar, empezó a subirnos la pasión, el ardor, la líbido, hasta que ella exhaló un gemido gutural mientras notaba como sus fluidos iban cayendo al suelo pintado del parking. Seguí apretando mi sexo más fuerte hasta que mis huevos se pusieron duros y mi polla eyaculó en su culo mientras mi cuerpo era recorrido por una descarga eléctrica de placer.

Y me desperté, me había quedado dormido y la azafata me estaba tocando el hombro mientras me avisaba que tenía de abrocharme el cinturón y me señalaba la cintura. Miré donde señalaba y me di cuenta que el sueño había hecho que tuviera una erección formidable. Volvía a mirar a la azafata viendo como se sonrojaba y me pedía excusas. Se abrieron las puertas del avión, avanzaba por el pasillo, esa extraña sensación de que lo había vivido se apoderó de mí. Y noté que mi sexo se excitaba cada vez más presintiendo que lo que iba a ocurrir era lo soñado. Se abrieron las puertas y la ví allí al fondo, vestida de negro, con su minifalda y la mirada de sorpresa al deslizar atrás la bolsa cruzada que llevaba delante. El “deja vu” siguió como si fuera una repetición a cámara lenta del sueño.

Me gusta que venga a recogerme al aeropuerto a pesar de que los fluorescentes del parking estén a plena luz.