Deep Blue Sea VIII

Capítulo 8

Ava no estaba muy segura de que el tiempo fuese a influir mucho. Amanda le había brindado más apoyo y protección a ella y su pequeño que nadie en su vida. No la había hecho sentir como alguien que se vendía por dinero, sino deseada. Muchos hombres la miraban con lujuria, morbo, pero el brillo en los ojos de Amanda era puro y limpio deseo y a diferencia de otras situaciones de su vida donde sintió asco y rechazo, con ella su cuerpo reaccionaba a las promesas que ardían en su mirada azul. Se hubiera ido a la cama desde la primera noche, si Amanda lo hubiese querido así.

-Es lo mínimo que puedo hacer.- regresando a la realidad contestó a Valeria, quien esbozó una sonrisa satisfecha.

-No permitas que te intimide y siempre se honesta, es todo.

Y con esa última advertencia la puerta se abrió y apareció Amanda, que las observó a ambas con preocupación. En Ava apenas demoró la mirada para no causar incomodidad, lo cual la decepcionó un poco, pero era de las consecuencias que había provocado y tenía que corregir. Mientras la recién llegaba intercambiaba unas palabras con Valeria sobre la situación, se dedicó a observarla. Sin duda Amanda era hermosa, de labios finos y elegantes, la piel que siempre daba la impresión de ser bronceada de manera natural, unas pestañas tupidas y abundantes, que ocultaban una mirada azul que la había recorrido con interés en más de una ocasión y por estúpido que parecía, le temía a esa mirada y la anhelaba a su vez. Con ella, Amanda la hechizaba a su antojo.

En su camino a la mansión Amanda maldijo constantemente. Desde que recibió la llamada de Valeria con la noticia sobre Andrew estaba furiosa. ¿Cómo se atrevía a entrar a su casa de esa manera, insultando a Rosa e intimidando a Valeria y Ava?¿Qué hubiese sucedido de estar Ava sola? Aunque Valeria le aseguró que no la reconoció, tarde o temprano daría con ella y por supuesto que lo usaría en su contra, haría todo lo posible por desacreditarla y tomar el control, lo conocía más que bien. Irónicamente, muy aparte del enojo y la preocupación estaba nerviosa, vería a Ava otra vez.

Se le escapó una risa irónica, estaba nerviosa ante la perspectiva de un encuentro que no tenía como manejar. Valeria no le había comentado si conversaron sobre el incidente en el departamento, supuso que lo sabría al llegar. En cuanto puso un pie en la mansión, Rosa le explicó brevemente lo ocurrido e inmediatamente se dirigió al despacho. ¿Debería tocar? Se escuchaban voces, aunque no comprendía las palabras, se decidió por entrar de una vez. Las dos mujeres voltearon a mirarla, Amanda se controló. Ava se veía hermosa, con su cabello rojo recogido en una cola juvenil, el rostro limpio de maquillaje no restaba nada de su belleza natural y esos ojos verdes luminosos, que por un instante, la miraron con emociones que no supo identificar. ¿Estaba sonriendo antes de que ella llegara? Al parecer sí, la ausencia de tensión entre ella y Valeria indicaba que habían aclarado ciertos temas. Se obligó a no quedarse mirándola como una idiota embelesada y se concentró en la situación.

-¿Todo bien? Rosa me ha puesto al tanto, desde hoy tiene la entrada prohibida a esta casa.- dijo con frialdad, sobre todo porque había puesto en riesgo a Ava y su bebé –De camino llamé a la agencia de seguridad, vendrán a instalar un mejor sistema y tendrán un guardia en la puerta de entrada. Me preocupa que a medida que avance esto y se sienta acorralado intente algo más. Estarán protegidos.- aseguró y esa vez miró a Ava que había permanecido en silencio y con una mirada inquietantemente fija sobre ella.

-Lo sé.- la respuesta y la suavidad en su voz la sorprendió. Estaba siendo amable y hasta sonreía otra vez. ¿Qué tanto habían hablado esas dos? Amanda entrecerró los ojos y lanzó una mirada interrogante a Valeria que también sonrió con un gesto distraído.

-Creo que lo mejor es que estés aquí, también puede aparecer en el departamento y serás tú quien esté sola.- dijo Valeria preocupada.

-Se defenderme.

-No lo dudo, pero aquí también hay mayor privacidad. Yo me voy mañana y quiero hacerlo sin preocupaciones Amanda. Promete que te regresas y de aquí en adelante tendrás mucho cuidado, Andrew vendrá por ti con todo.- la petición de Valeria la ponía entre la espada y la pared, además si se negaba quedaría como una cobarde.

-Está bien, puedes irte tranquila.- aceptó con sospecha ante la sonrisa de triunfo de su amiga.

-Perfecto, entonces hablemos del asunto inmediato, no llegué a todos los detalles con Ava.

Cuando Amanda se fue a sentar Ava le ofreció la silla principal pero se negó. Amanda fue todo lo profesional que pudo mientras explicaba los nuevos hallazgos, desde ese instante buscarían a profundidad en los documentos de Thomas y Andrew como principales sospechosos. Muy aparte de todo Ava lució relajada y concentrada en la conversación, ya no desviaba la mirada, sino que la sostenía con seguridad, lo cual descolocó un poco a Amanda. ¿Qué había cambiado? Después de una hora aproximadamente, Valeria se despidió con la excusa de que se hacía tarde para su reunión con Nathaniel y las dejó a solas, no sin antes animar a Ava con una sonrisa y un guiño que Amanda no se percató.

-¿Has comprendido todo?- preguntó Amanda, sin la presencia de Valeria comenzaba a sentirse inquieta.

-Sí, solo me asombra todo esto, como es posible que una persona sea capaz de destruir tanto por ambición, más entre familia.- comentó consternada.

-El mundo es así.

-Y tú te mueves en ese mundo, además has triunfado, es admirable.- fue un cumplido de sincera admiración, Ava la sorprendió.

-No tenía muchas opciones para elegir.- se encogió de hombros aunque le había gustado escucharlo –Pero gracias.

-Podías haber sido una niña rica y mimada, de esas que se divierten de fiesta en fiesta, gastan fortunas en las tiendas y viven del dinero de sus padres.- comentó con humor.

-Alguna vez lo fui,- en su muy temprana juventud fue justamente alguien así –Me creía una diva, en la cima del mundo.- la misma Amanda sonrió, aunque jamás había sido indiscreta o desmedida, solo arrogante, orgullosa y con fama de romper corazones –Demasiado arrogante y creída.- Ava mantuvo la sonrisa, por alguna razón le creía. Amanda tenía la extraña cualidad de ser sincera sin revelar demasiado.

-Supongo que algunas cosas no cambian.- se burló Ava divertida. Amanda se aferró al momento de humor sorpresivo y relajado, no se había esperado algo así de su parte.

-¿Crees que soy arrogante?

-Creo que debes serlo, sobre todo en el mundo que te ha tocado vivir y eso te ha hecho llegar a donde estás. Pero también he presenciado cosas que me muestran a la persona detrás de eso.- concluyó con naturalidad –Me has ayudado, has cuidado de Sebástian y esas, no son acciones de una persona creída que no mira más allá de su dinero.

-¿También me psicoanalizas? No siempre es así Ava, no soy tan altruista.- fue la respuesta sincera, Ava negó suavemente.

-No, me limito a los hechos.- hizo una pausa y respiró profundo, había llegado el momento de nadar en el río –Amanda yo…lo siento, por todo. Fui muy injusta contigo, lo lamento, reaccioné de una manera exagerada y te hice pagar por mi…

-No, detente ahí. He sido yo quien insistió en complicarte la vida, en arrastrarte a reconocer lo que sea que hay entre las dos, sin tener en cuenta lo que estás pasando. Por supuesto que ibas a dudar de mis intenciones, en el mundo nadie hace favores sin un precio y que yo insinuara mi interés no fue apropiado.

-Hablas como si yo fuese una niña ingenua. Para mí no es nueva esa clase de interés y el precio que conlleva, fue nuevo en el hecho de que fueses una mujer, en parte, pero lo más desconcertante fue reconocer el mío propio. Nunca había reaccionado así, con nadie.- ni siquiera en otras situaciones más comprometedoras de su vida, más bien se había sentido asqueada, pero tenía un papel que representar, o en las previas y pocas relaciones íntimas que pudo tener, jamás se excitaba de esa manera.

Amanda la estudiaba con detalle mientras hablaba y por primera vez captó un destello oculto en su mirada. Sus ojos se habían oscurecido, como si recordase algo que prefería mantener en el olvido. ¿Sería sobre el padre de Sebástian? Claramente el tipo no era una presencia en su vida, hasta ese instante no se había percatado que no conocía nada de su vida y de su pasado. ¿Debería pedirle un informe al detective? De ese modo sentía que traicionaba su confianza, pero también estaba en una posición delicada donde no se podía permitir errores y sorpresas. Tampoco era la primera vez que reconocía la atracción, pero le sorprendió la seguridad y aceptación, cuando antes lo negó.

-Las dos enfrentamos las cosas de manera incorrecta.- aceptó Amanda –Me alegra que podamos aclararlo.

-Algo así…en este instante…

-Complicaría todo al extremo, lo sé. Pero existe y es absurdo lo mucho que me está afectando, me he pasado la semana…-Amanda suavizó el tono hasta casi un susurro, estaba revelando demasiado, pero necesitaba ser sincera. Ava por su parte contuvo el aliento al escucharla, ponía todas sus cartas sobre la mesa, aceptaba su debilidad con ella y eso no ayudaba en su resolución de mantener las complicaciones al mínimo. Las palabras se le escaparon antes de poder controlarlas.

-Pensando en ti…- terminó ella y Amanda alzó la mirada con sorpresa, Ava sonrió ligeramente, ¿qué sentido tenía negarlo? –Admito que me sentí traicionada, tonto, ¿cierto? Yo te acusé de cosas desagradables y cuando fui a buscarte, imaginé que Valeria y tú…que ciertamente no necesitabas tanto drama para tener una mujer en tu cama. Me dije que no tenía derecho a sentirme así, cuando no podía ofrecerte nada. Desde que me miraste en la sala de conferencias, como me miraste, me gustó, me llenaste de dudas y desde ese entonces he batallado contra eso. Claramente sin éxito ninguno.- confesó, ya que estaban siendo sinceras, jugar al gato y al ratón no tenía sentido.

-Yo reconozco que no he batallado contra nada en lo absoluto. Me impresionaste desde que te vi, fue inexplicable y un verdadero alivio mirarte a los ojos y saber que eras inocente. Te seguí hasta tu casa, es preocupante el hecho de que no me pude controlar y no quise hacerlo tampoco. Habría inventado cualquier excusa para tenerte cerca, no pensé siquiera en conquistarte,- sonrisa irónica –Solo quería…tenerte.- Ava no pudo evitar sonreír, aquello todo sonaba a locura y se sentía como una –Quizás tengas razón y debas preocuparte por mí, tengo todos los síntomas de ser una acosadora.- le dijo con sinceridad, una broma de humor negro y sarcasmo, Ava negó sin perder la sonrisa. Valeria tenía razón en que Amanda la protegería hasta de sí misma.

-Pareciera que hablas de una bruja que te ha hechizado.- dijo Ava, una media broma con algo de verdad.

-He pensado que quizás lo sea.- fue la respuesta juguetona de Amanda, ambas rieron.

-¿Qué haremos con esto?

-Podemos ignorarlo o…vivirlo, explorarlo. Yo no creo que sea la más indicada para tomar una decisión, aunque la lógica me impide arrastrarte en algo así en tu situación.- reconoció Amanda.

-Mi situación no es tu culpa, no la provocaste. En realidad, sé que mi presencia aquí te perjudica y mucho, no, no me dirás que no es cierto.- la detuvo cuando intentó hablar –Has sido honesta conmigo desde el inicio, no me mientas ahora.- para su sorpresa Amanda asintió, le estaba dando órdenes a su jefa –Has tratado de protegerme, incluso aceptaste que te acusara injustamente y te marchaste. Es una locura, pero quiero conocerte, no sé el final, pero me gustaría recorrer el camino para descubrirlo.- fue una decisión firme y justa, sincera, nacida de un deseo inexplicable, de que no quería perder ninguna oportunidad que la vida pusiera en su camino para ser feliz y si era con Amanda, mucho menos. ¿Qué es lo peor que podía pasar?¿Terminar con el corazón roto?

Finalmente Ava admitía lo que tanto había esperado, su consciencia se debatió entre el pánico de lo que implicaba y lo que por primera vez deseaba tanto como para arriesgarse. ¿Conocerla? Una simple palabra podía provocar muchas sensaciones. Nadie jamás había intentado “conocerla.” Impresionarla, agradarle, besarle los pies, adularla, satisfacerla, se le ocurría muchos adjetivos, excepto que alguien quisiera conocerla, por supuesto, no es que le daba la oportunidad a nadie de acercarse demasiado. Quien entraba en su vida tenía claro desde el inicio que era temporal, sin compromisos, la excusa eterna para evitar encaprichamientos y que no era del todo eficiente. Pero contrario a lo que un exceso de intimidad y cercanía que no fuese sexual le producía, de Ava le parecía una petición adecuada. Por alguna razón deseaba impresionarla y mostrarle lo mejor de sí misma.

Ava estudió la expresión indescifrable de Amanda, que se había quedado en silencio por varios minutos. No le parecía cómoda, como si hubiese escuchado precisamente lo que no deseaba, que ella no se lanzara inmediatamente a sus brazos. Conocerse implicaba mucho más que una cama y la atracción que sentían y quizás ese fuese el problema, los intereses no coincidían.

-Lo siento si no es lo que esperabas.- se obligó a decir con una punzada decepción.- finalmente Amanda la miró fijamente, sorprendiéndola.

-Me parece bien. ¿Por qué lo dices? – alzó una ceja confundida.

-Porque…-Ava titubeó, realmente tenía que eliminar el mal hábito de asumir por Amanda y sus reacciones –Nada, no te preocupes.- una mirada azul que la hizo removerse en la silla, suspiró culpable –Pensé que te arrepentías, sé que no te gusta el compromiso…- la ceja se alzó más y comprendió que había hablado de más, eso decían las revistas y Rosa –Asumí que solo quieres la aventura, la noche y una vez satisfecha la curiosidad pues…no tendría sentido conocernos. Lo sé, lo siento.- agregó ante el silencio y la seriedad de Amanda, que decidió que era buen momento para que Ava conociera algo más sobre su ella.

-Hum…comprendo.- Ava suspiró avergonzada, cuando una sonrisa traviesa y tremendamente sensual se dibujó en los labios de Amanda. Sorpresa y un estremecimiento involuntario le recorrieron el cuerpo, en los ojos azules y oscuros se reflejaba el verdadero deseo, ese que la desnudaba –Una noche, no será suficiente.- dijo Amanda y en esa simple declaración imprimió toda sensación posible, que recorrió su piel como una caricia invisible y por supuesto, su cuerpo reaccionó al impacto. Un cruce de miradas expresó más que cualquier palabra y Amanda apeló a su control y sentido común para no rodear el escritorio y mostrarle todo el placer del que podían disfrutar y establecer su punto. Una noche, definitivamente no bastaría.

-Y dices…que la bruja soy yo.- fue la respuesta de Ava a media voz, cuando pudo encontrarla, estaba sonrojada y se esforzó por contener la oleada de calor que barrió su cordura por un instante.

-Has pedido conocernos.- le recordó Amanda con un brillo travieso y todas las intenciones al descubierto en la mirada. Sin secretos.

-Sí, lo he pedido.- aceptó cruzando las piernas, incapaz de aliviar la incomodidad de su cuerpo, ella solita se lo había buscado. Su cuerpo y sus deseos reaccionaban con Amanda como si tuviese un interruptor a su presencia y era una mujer acostumbrada a seducir…y a tener.

-¿Te arrepientes ahora? – miradas y una batalla de voluntades.

-No, en lo absoluto.- desafío aceptado.

-Nos veremos más tarde entonces.- agregó Amanda quebrando el momento a consciencia, la reacción visible de Ava había incitado la suya propia. Era eso o un resultado mucho más peligroso. Ava era una tentación para su autocontrol, un retroceso a sus tiempos de adolescencia y hormonas revueltas. Una total maravilla de la naturaleza. Se puso de pie prácticamente en un salto –Necesito recoger algunas cosas y revisar las auditorías que me quedan por hoy.- Ava parpadeó agradeciendo el respiro, en ciertas batallas ella llevaba las de perder, Amanda le sostuvo la mirada sin darle tregua.

-Entiendo, gracias otra vez por todo. Voy a comenzar a trabajar en lo que pediste. ¿Llegarás a la cena? Así podré darte el informe.- fue una pregunta simple y muy reveladora, Ava temía equivocarse cada vez que abría la boca y Amanda insistía en sorprenderla.

La petición fue tan natural, que Amanda sintió como si fuese parte de su vida diaria desde siempre, así era todo con Ava y daba miedo, mucho miedo. La esperaría para cenar, en casa, le parecía tan gracioso que tuviesen actitudes y comportamientos de una pareja cuando ni siquiera se acercaban a más de un metro. Y como en otras ocasiones, Amanda no sentía la imperiosa necesidad de salir corriendo en dirección contraria. Suspiró resignada, ni siquiera se tomaría la molestia de analizar que significaba, no quería saberlo en realidad, no aún.

-Lo intentaré, pero creo que por hoy puedo hacer la excepción.- contestó, solo porque ella estaría esperando y Ava lo comprendió sin necesidad de palabras. Esbozó una ligera sonrisa satisfecha, gesto que provocó una mirada hambrienta en su acompañante y otra de esas sonrisas cargada de secretos –Nos veremos entonces.- añadió antes de abandonar la habitación antes de arrepentirse de ser tan caballerosa, o tan idiota.

Instintivamente el cuerpo de Ava se relajó, había estado tan tensa por la expectativa sobre lo que podía ocurrir, que ni siquiera se percató. Ausente, se llevó una mano a los labios carentes de atención y sensibles a causa del cosquilleo que la recorría con excitación. Una caricia de sus dedos desató una avalancha de sensaciones y se estremeció otra vez. “Maldita sea.”

-Ay, para Ava, detente con esta locura.- murmuró aferrándose a los papeles como si de eso dependiera su vida.