Deep Blue Sea (IV)

Capítulo 4

Amanda llegó exhausta y preocupada, pensando en frío durante el día, Nath tuvo razón cuando la acusó de imprudente. Enfrentarse a Andrew fue una estupidez.

La enorme mansión estaba a oscuras y en silencio, le hubiese gustado saludar a Ava, no es que pudiera olvidarse de ella tan fácilmente, aunque no estaba segura de que en su estado fuese lo más conveniente. Por fuerza de costumbre el despacho era su primera opción antes de marcharse a la cama y descubrió que la luz estaba encendida. ¿Ava? Abrió la puerta sin titubear, una vez más subestimaba su atracción por ella y su propia ansiedad.

-Buenas noches.- saludó en el instante en que entró a la habitación. Estaba inclinada sobre algunos papeles, aun trabajando –Es tarde, deberías estar descansando.

Ava alzó la mirada, cansada y esbozó una ligera sonrisa, Amanda se acercó hasta tomar el asiento frente a ella.

-Se me fue el tiempo, no me había percatado de la hora.- contestó estirando los músculos, el pijama se ajustó a su cuerpo y Amanda la apreció sin disimular provocando el sonrojo en sus mejillas, esa vez, Ava no se ocultó de su mirada -¿Cómo te fue hoy?

Ahora fue ella la sorprendida, no tenía por costumbre que nadie la esperase en casa, preguntando algo tan simple como su diario. Ciertamente ella había sido la única culpable.

-Agotador pero productivo, o eso espero.- respondió inclinando ligeramente el rostro –Hay muchas cosas que corregir.

-Lo imagino.- en realidad no, su mundo se resumía a los números, llevar una responsabilidad como la de Amanda no estaba segura de tener temple para eso –Se te nota agotada, tensa. Me comentaste que tenías una reunión con los socios.

-Fue breve, solo querían asegurarse de que su dinero estaba a salvo.- se encogió de hombros.

-Suena sencillo, pero tengo la impresión de que no lo es.

-No, no lo es, pero me gustaría dejar esos temas donde pertenecen, en el trabajo, ahora estoy en casa.-Comprendiendo que no quería continuar la conversación, rebuscó entre los papeles el informe que había preparado.

-¿Quieres que revisemos lo que llevo? – preguntó, a fin de cuentas estaba allí trabajando no socializando. Amanda no le iba a revelar los problemas cuando era la principal sospechosa.

-Prefiero que sea mañana, si no te importa. ¿Cómo fue tu día?

-Estuve aquí, compartí con Sebástian y…Rosa me mostró la habitación.- dijo en tono de reproche aunque no revelaría lo que le contó la anciana –Otra vez es demasiado.

-Quiero que esté cómodo.- contestó indiferente, al marcharse sería un regalo. La idea le causó incomodidad, casi había olvidado que la presencia de Ava y su hijo era temporal.

-No justifica el gasto, podía quedarse conmigo.- Ava permanecía inflexible muy aparte de la infancia de Amanda, no podía evitar las dudas de antes. La atmósfera de familiaridad desapareció en un segundo y cuando Amanda respondió, Ava supo que si continuaba así jamás se entenderían.

-Pensé que ya habíamos aclarado este tema ayer, pero me equivoqué. Quiero que lo digas en voz alta, no con dudas en la mirada.- le pidió cortante –Quieres sinceridad, entonces adelante.- por muy increíble que pareciera Ava estaba tan enojada como ella y no se dejó intimidar.

-Es imposible que no tenga dudas, que me cuestione si en todo esto al final deba pagarlo mucho más caro. Fuiste sincera sí, pero no comprendo. ¿Por qué te tomas tantas molestias en agradarme?, en ayudarme, en preocuparte por Sebástian  cuando solo quieres llevarme a la cama. Seré una más, eso lo tengo claro, dependo de ti y cada vez te debo más, que no tengo como pagar ni agradecerte, excepto que mi cuerpo sea el precio. Sabes que haría cualquier cosa por mi hijo, por no perderlo y lo has aprovechado, lo has utilizado contra mí.- soltó con amargura, además de  que la atracción que sentía por Amanda la abrumaba y de alguna manera buscaba culparla por hacerla sentir así. Pero quizás había ido un poco lejos en las acusaciones, Amanda no era la responsable de que estuviera a punto de ir a la cárcel y la estaba haciendo pagar por ello.

Amanda estaba lívida, furiosa y sin palabras. ¿Así era como interpretaba su ayuda? Que utilizaba la situación en su beneficio sí, pero a Sebástian no, jamás. Un bebé se merecía todos los cuidados del mundo y nunca existió una segunda intención en ese pensamiento. Una mirada azul, fría y vacía, desprovista de cualquier emoción se clavó en ella y Ava tuvo la certeza de que había marcado un abismo profundo entre ambas.

-Mañana vendrá mi hermano Nathaniel, a él le presentarás el informe, está al tanto de todo. Puedes dejarlo en el escritorio y yo lo revisaré más tarde, a solas. Por razones de seguridad necesito que permanezcas aquí y no te preocupes, la estancia no es necesario pagarla de ninguna forma.- le informó en su tono de ejecutiva y se puso de pie para marcharse, antes de cruzar la puerta, las palabras resonaron en la habitación –Tienes razón en que no necesito comprar a nadie, si deseo tener a alguien en mi cama. No te molestaré más, olvida que alguna vez tuvimos esta conversación. Rosa se encargará de todo de aquí en adelante.- Ava no tuvo dudas que esas palabras significaban una despedida y que cumpliría su palabra.

Amanda se marchó en silencio y ella se desplomó en la silla con un sollozo. A la mañana siguiente fueron solamente tres en el desayuno y Ava angustiada no se atrevió a preguntar. Con aparente descuido fue Rosa quien le confirmó las dudas, aunque el resultado de la conversación fue mucho peor de lo que sospechaba.

-El niño Nath vendrá para el almuerzo.- Ava solo pudo asentir, tenía la pregunta en la punta de la lengua, ¿y Amanda? –Y la niña Amanda pasará un tiempo fuera, el departamento le queda mucho más cerca cuando sale tan tarde del trabajo. Me comentó que la situación en la Empresa es muy difícil.- ahí estaba, se había marchado. El desayuno se le revolvió en el estómago, pero Rosa la miraba suspicaz y no tuvo más opción que contestar.

-Sí, lo puedo imaginar, han sido muchas pérdidas.- intentó mantener la voz lo más neutral posible. La mujer no insistió y decidió tomarse el resto de la mañana para compartir con Sebástian.

Nathaniel llegaría al mediodía para revisar el informe. Apenas logró relajarse en lo que fue una mañana muy corta, pero se arregló para recibir al hermano de Amanda que llegó antes de lo previsto y la sorprendió en los jardines mientras paseaba el bebé en un cochecito.

-Es un niño precioso.- fue el saludo sorpresivo, antes de extender la mano con curiosidad –Soy Nathaniel.

Le pareció un hombre atractivo, compartía el tono de ojos con Amanda, azules, pero amables y cálidos, ajenos a la frialdad de los de su hermana. Cuando estrechó su mano fue un apretón amigable y cordial, inexplicablemente Ava se sintió cómoda, a pesar de que sabía que la estaba evaluando, no la intimidaba como Amanda. Observó los rasgos perfectos y atractivos que no le provocaron absolutamente ninguna reacción, por no decir que su mente automáticamente, lo comparaba con la belleza de la mujer que ocupaba sus pensamientos. Perfecto. Simplemente perfecto.

-Ava Brenner y Sebástian, mi hijo. Un placer.

La presencia del bebé que Amanda había olvidado mencionar despejaba unas cuantas dudas a Nathaniel. Por otro lado Ava era una belleza de mujer, delicada, femenina, natural y amable, sospechar de ella casi le parecía ridículo aunque las apariencias podían engañar. El escenario de madre soltera, sin trabajo, encajaba mucho mejor con los motivos de su hermana y el hecho de que la supuesta ladrona resultara ser tan atractiva, quizás también influía.

-Rosa ya me habló maravillas del pequeño, la ha seducido.- comentó inclinándose para acariciar los cabellos del niño con una sonrisa.

-Le encantaban los niños, eso se nota.- respondió devolviendo el gesto –Nos ha tratado de maravillas.

-Créeme, sería feliz si te quedaras eternamente, la pasa muy sola en la mansión. Un niño le da vida, Amanda nunca está y yo solo vengo de visita.- confesó culpable.

-Es increíble estar aquí, sobre todo por Sebástian que está rodeado de atenciones, pero me temo que solo estoy de visita. Ya se han tomado demasiadas molestias, decoraron toda una habitación para él y le encanta, pero sé que nuestra presencia aquí puede causar problemas.- Ava no era tonta, Nathaniel la observó atento, cada vez estaba más de acuerdo con su hermana.

-No creo que debas preocuparte, Amanda te ha traído por seguridad. Quien sea que te haya utilizado puede intentar otras formas de perjudicarte. Te declaraste inocente, no hay demanda formal aún, pero si se da el caso, con la presión adecuada tendrías que confesar el robo, así sea una mentira y las autoridades dejarían de buscar al verdadero culpable.

Ava se paralizó, ¿Cómo no había pensado en eso antes? En su hijo y que podría estar en peligro, con motivos ocultos o no, Amanda había comprendido eso incluso primero que ella. Los remordimientos y la culpa era una carga miserable.

-¿También cree que soy inocente? – preguntó aturdida.

-Confío en Amanda.- una respuesta firme y sin titubear, era sincero y confiaba en su hermana ciegamente, todos lo hacían excepto ella.

-Todo esto me abruma a veces. No esperaba ser acusada de robo multimillonario, mucho menos de recibir este trato de ustedes.

-A veces la vida nos sorprende.- una respuesta sabia y muy acertada.

-Aun no comprendo cómo Amanda pudo tomar una decisión así y ayudarme.

-Porque nació con un detector de mentiras instalado.- bromeó Nathaniel –Y también aprendió a ocultarlas muy bien. Conociéndola sé que no te dejaría a la suerte con un bebé. Amanda puede ser fría e implacable en los negocios, debe serlo, pero la realidad es que es tan humana como cualquiera de nosotros. Los niños son su debilidad.

-Yo…le debo una disculpa.- confesó sin saber por qué.

-¿Dudaste de sus intenciones? – preguntó lo obvio, Ava asintió avergonzada, aunque las intenciones a las que se refería no eran las adecuadas.

-Es natural, tu posición es muy delicada y Amanda tiene una reputación que la precede.

-Fue sincera desde el primer instante.

-Es una de sus virtudes, que a veces debería controlar. Habla con ella, sé que entenderá, estás bajo mucha presión. Te utilizaron una vez y será muy difícil volver a confiar.- Nathaniel miró la hora y señaló la casa –Hora de comer, después revisaremos ese informe tuyo, tengo mucha curiosidad.

En el almuerzo conversaron de todo y nada, Nathaniel bromeó con Rosa y estuvo atento a Sebástian y a la propia Ava. En algún punto se mencionó a Amanda, pero nadie dio detalles sobre su ausencia, simplemente estaba ocupada. Después Rosa se llevó al bebé y se retiraron al despacho donde Ava le mostró los pocos avances de un día. Pero Nathaniel la tranquilizó a pesar de la importancia de lo que realizaba, estaba convencido de que atraparían al culpable.

-¿Cómo te sientes tú? – la sorprendió con una pregunta personal.

-Bastante bien dadas las circunstancias, la verdad que con tanto apoyo ha sido mucho más llevadero.

-Amanda me comentó que tuvo que despedirte, pero no como llegaste a venir a la casa.- La mención de su benefactora le provocó una sonrisa, las circunstancias habían sido absurdas. Ava se lo contó y Nathaniel no pudo evitar reír, le interesaba conocer la relación entre su hermana y la joven, a juzgar por ciertas razones y expresiones cuando salía el tema de Amanda, estaba intrigado.

-En cuanto lo arreglen regresaré.- le aseguró Ava, asegurando que el departamento estaba en reparación.

-¿Crees que sea lo mejor para ti y para tu hijo?

-No puedo quedarme aquí para siempre, dependiendo de tu hermana.- algo parecido a la tristeza empañó sus ojos –Necesito un trabajo, además, Amanda me trajo por necesidad, pero no nos entendemos del todo bien. Estoy segura que no pretende tolerarme más de lo necesario.

-No creo que sea como dices, aceptar ayuda no es malo. ¿Es eso lo que te molesta? – Nathaniel frunció el ceño –Amanda no está molesta ni incómoda con tu presencia. Lo ve como una oportunidad beneficiosa para ambas. Si algo lo hace diferente es que confía en ti lo suficiente para algo tan importante, inocente o no. Tener su confianza es muy raro.

-No haría nada en su contra, no tengo opción, ¿por qué va a desconfiar de mí?

-Porque es el mundo en el que vive.- Nath sonrió –Veo que eres independiente, testaruda y desconfiada, me gusta eso. Quizás cuando todo esto termine y quieras cambiar de aires te lleve conmigo, puedo encontrar algo para tí.- ella lo miró incrédula –Hablo en serio, necesito personas eficientes y lo eres, necesito trabajar menos o Andy me pedirá el divorcio.

-¿Eres un adicto al trabajo?

-Se puede decir, disfruto de lo que hago.-sacó la tarjeta del bolsillo y apuntó su número personal –Guárdalo y llámame cuando estés dispuesta para trabajar.- Ava no se lo creía, mirando la tarjeta como una oportunidad para recomenzar su vida.

-Gracias, lo tendré en cuenta cuando termine la pesadilla.

-Amanda me matará, pero no se puede quejar, ella te dejó ir.

Cuando Nathaniel se marchó, la cabeza de Ava estaba llena de preguntas. ¿Había influido Amanda, en que le ofrecieran el trabajo? Definitivamente se lo preguntaría cuando la viera otra vez. Pero para su disgusto y algo parecido a la desesperación, no apareció en los días siguientes. Nathaniel revisaba el informe diario y las noticias sobre ella eran escuetas y relacionadas al trabajo. Según él, toda la Empresa estaba bajo auditoría por irregularidades y tenía mucho trabajo hasta el punto en que había desplazado personal de su propia Empresa para ayudar. Personas de confianza.

-Además, la Vice-Presidenta de Luxury Diamons.- la compañía que había fundado Amanda – Esta aquí resolviendo ciertos asuntos sobre algún negocio y esas dos no tienen para cuando parar.- el comentario casual la pilló desprevenida y alzó la mirada de golpe, Nath lo interpretó como curiosidad.

-Debe ser difícil dirigir ambas cosas.- comentó controlándose, entre la culpa por cómo le había hablado, el hecho de que la ignoraba y enviaba a su hermano en su lugar y ahora…¿celos? Tenía los nervios de punta.

-Sí, pero Valeria lo tiene todo bajo control. Han estado juntas desde los inicios, si alguien conocer el modo de Amanda esa es ella.

¿Juntas? La palabra de pronto le parecía una amenaza, podía significar cualquier cosa, que eran socias, amigas, nuevamente se recordó que ella no tenía derecho a preguntar, ni a sentirse de ninguna manera al respecto. Pero si tenía que verla, le debía una disculpa y con esa excusa mentirosa, pidió la dirección del departamento a Rosa. Esa noche apenas durmió y temprano ya estaba en camino al lugar, con suerte llegaría antes de que Amanda se fuera a la Empresa. El edificio estaba en un lugar exclusivo de Londres, el portero le permitió subir con la justificación de que traía unos informes confidenciales para la señorita Dayne y marcó la clave de un piso exclusivo. Solo había dos puertas, alzó el puño y tocó la adecuada varias veces. El corazón le latía desbocado, estaba nerviosa y no tenía idea de que iba a decirle, aunque la realidad se conformaba con verla. No pretendía entrometerse en la relación que Amanda pudiera tener, después de todo, ella la había rechazado con sus dudas. Antes de que pudiera arrepentirse y marcharse, la puerta se abrió y definitivamente no era Amanda.

-¿Sí?¿Cómo puedo ayudarla? – inquirió la mujer que la estudiaba desde el otro lado.

Una belleza rubia, de ojos azules, tan alta como ella, envuelta en una bata de seda que marcaba un cuerpo perfecto. “Barbies rubias,” recordó el comentario de Rosa sobre los gustos de Amanda. Fue como un puñetazo al estómago. Siempre estuvo consciente de que sería una aventura más, pero no esperó que la sustituyera tan rápido, tan fácil, cuando por un instante sus palabras la habían hecho sentir…especial. Era una estúpida y una ilusa.

–Lo siento, ha sido un error…yo…- se detuvo cuando escuchó una voz conocida en el interior.

-Val, ¿Qué haces? – no se había equivocado después de todo, era Amanda.

Quiso salir corriendo, pero los pies se le anclaron al suelo el tiempo suficiente para que apareciera en su campo de visión, cubierta en una bata de baño. La expresión fue de sorpresa, luego el gesto se endureció. Ava parpadeó saliendo del trance, con la garganta cerrada en un nudo y la avalancha de emociones que amenazaba con aplastarla y no se derrumbaría otra vez. Rabia, decepción, tristeza, celos, nada que pudiese controlar y comprender, por eso dio media vuelta y casi corrió al elevador. Cuando las puertas se cerraron, las lágrimas comenzaron a caer.

Amanda no daba crédito a lo que veía, Ava en la puerta de su departamento, ¿Qué hacía allí? Le había costado mucho mantenerse alejada y evitar la casa, por suerte, las montañas de trabajo la entretenía entre lo ocupada y agotada, no tenía tiempo para más. Pero nada de eso evitaba que cada día hubiese pensado en ella, la necesidad se convertía en obsesión y a veces la ansiedad la mantenía en vela. Ava se había metido bajo su piel de una manera dolorosa y cruel en cuestión de días. Valeria fue su salvación cuando llegó y pudo contarle todo y desahogarse, hasta su amiga estaba sorprendida.

-¿Y eso que fue? – le preguntó desde la puerta intrigada.

-Esa, es Ava.- respondió escueta. Cuando Valeria se asomó, el pasillo estaba vacío.

-Oh.- cerró la puerta –No está, es rápida y muy linda. ¿La buscarás? Si ha venido hasta aquí es por algo.

-No, probablemente sea a decirme que se marcha, o cualquier otra cosa.- respondió con indiferencia, pero lo cierto era que si quería salir corriendo tras ella, zarandearla y que entrara en razón. Se obligó a respirar profundo y encogerse de hombros –Lo mejor es que me mantenga alejada, las atracciones pasan.- Valeria le sostuvo la mirada por unos segundos hasta que negó.

-Te creería, si no te hubiese visto la cara, tu expresión.- la conocía de años, conocía cada cambio en unos ojos azules, limpios y claros como un cielo despejado.

-¿De qué hablas? – Amanda no quiso ceder, a pesar de la tensión con la que aún se contenía. Con tranquilidad, Valeria señaló los puños cerrados, fue la primera vez que notó la extraña sensación, ni siquiera se había percatado.

-Lo que sea que sientas por ella, es intenso. Supongo que es de esas cosas locas de la vida.-fue el comentario de su amiga. Amanda no lo afirmó, pero tampoco lo negó. Necesitaba trabajar. Valeria por su parte, decidió que era tiempo de conocer un poco más sobre Ava, una visita a Rosa para empezar no estaba mal.


Unas horas más tarde estaban en el despacho de la Empresa, discutiendo sobre negocios, cuando apareció un Nathaniel sonriente y ajeno a la tormenta que venía cocinándose.

-Adivina qué.- soltó tomando asiento, Valeria lo miró, Amanda continuó con la atención en los papeles –Le ofrecí trabajo a Ava, para cuando todo termine y aceptó.- anunció animado y el silencio que siguió a sus palabras fue ensordecedor. De hecho, habría jurado que la temperatura descendió varios grados. Valeria abrió los ojos como platos, pero Nathaniel no comprendió la advertencia, Amanda estaba tensa de rabia cuando alzó la mirada.

-¿También piensas pedirle el divorcio a Andy?- la pregunta fue un latigazo helado, Nath parpadeó, conocía a su hermana y el tono estaba mucho más allá de su comprensión.

-No seas tonta, pensé en ayudarla y que un cambio de aires le vendría bien.- contestó despreocupado, intercambiando una mirada de desconcierto con Valeria.

El calor repentino y tempestuoso  le llegó hasta la sangre que hervía bajo la piel, de hecho, le sorprendía que no se hubiese derretido sobre sus huesos. No podía controlarlo, era absurdo sentir celos de su propio hermano, felizmente casado y enamorado, pero entrometido. Precisamente, esos celos se unían a la larga lista de razones que la distanciaban de Ava. Estaba perdiendo la cabeza, definitivamente.

-Perfecto, llévatela entonces.- concluyó y regresó la atención a los documentos sin una gota de concentración, quería lanzárselos a la cabeza. Esa vez Nathaniel no dejó pasar el comentario.

-¿Qué sucede aquí?¿Valeria?¿Amanda? Sabes que le ofrezco algo razonable, ahora explícame, ¿por qué escupes las palabras como si fueras una víbora? A no ser que…- la mirada de advertencia de Valeria fue suficiente, Amanda lo ignoraba, pero tenía los labios fruncidos en una línea tensa y las piezas cayeron en su lugar –Ava te gusta.- no fue una pregunta y si una afirmación, estaba sorprendido -¿Por qué no me lo dijiste? Como si ya la situación no fuese complicada.

-No tengo que darte explicaciones.- fue la respuesta mordaz, estaba cerca de perder la paciencia.

-¿Eso crees?¿Sabe ella sobre tus intenciones? – Continuó indagando pero ella se negaba a responder, tampoco es que fuese necesario –Por supuesto que lo sabe, por eso te marchaste.- las palabras de Ava tenían sentido ahora, al menos había sido sincera.

-Nath, deja el tema, Amanda no ha molestado a la chica si eso es lo que piensas. No hables sin saber.- intervino Valeria previniendo una catástrofe –No es el momento.

-Espero que sepas lo que haces. Ava está en una posición muy vulnerable, como para que se compliquen la vida ambas.- fue el comentario de Nathaniel que desbordó la copa, Valeria cerró los ojos negando. ¿Por qué no se había quedado callado?

-Largo Nathaniel y no regreses hasta que yo olvide lo que acabas de insinuar.- Lo que se traducía a que prácticamente se estaba aprovechando de Ava, una manera muy fina de llamarlo prostitución. Contrario a un estallido de ira, fue un tono cargado de desprecio –Desaparece de mi vista.- de Ava esperaba esas dudas, pero no de su hermano que se suponía que la conocía. Comprendiendo que había cruzado un límite, Nathaniel se marchó sin replicar una palabra.

-Solo está preocupado Mandy.- murmuró Valeria, comprendía ambas partes de la situación. El silencio fue suficiente para hacerla callar y no tocar el tema en el resto del día. Ya en la tarde, recibió la llamada preocupante del investigador privado que había contratado, lo citó para una hora después en el despacho.