Deep Blue Sea 26

Capítulo 26

Cuando Amanda alzó la mirada se llevó una sorpresa. Frente a ella con una sonrisa sensual estaba Tatiana, la mujer que le rompió el corazón y que la marcó de por vida. Por suerte, años de práctica escondiendo sus emociones la ayudaron a mantener una expresión neutra cuando la saludó directamente.

-Amanda, felicitaciones por el éxito.- le dijo educadamente y con sinceridad lo cual la descolocó más. Tatiana siempre fue una mujer arrogante, experta en manipular y la manera abierta y sincera con que la miraba, provocaba sensaciones que no quería analizar. Estaba tan hermoso como siempre, con curvas y labios rellenos, rubia de ojos azules y piel perfecta, en un tiempo de su juventud fue como una adicción que se convirtió en pesadilla. Definitivamente tenía sentimientos encontrados.

-Tatiana, una sorpresa.- la saludó solo de palabra, no quería arriesgar un movimiento para el cual no estaba lista –Gracias, ha sido un éxito hasta ahora.

-No lo dudo.-contestó la mujer con la mirada fija en ella -¿Podemos hablar? En privado si es posible.- pidió extrañamente amable. El primer impulso fue negarse, era su fiesta, no podía desaparecer y más que eso, allí estaba su familia y Ava, su prometida. “Oh Ava,” no dudaba que ya hubiesen reconocido a Tatiana y su pasado con ella no fue un secreto a pesar de que estuvo casada cuando fueron amantes. Increíble a donde llegaba la estupidez de la juventud. Pero también tenía curiosidad, mucha, por conocer los motivos de su presencia allí y de aquel cambio que quizás fingía. De cualquier manera era una puerta del pasado que necesitaba cerrar. Con un ligero asentimiento que sorprendió a la rubia, pensando que se iba a negar y las guió a una puerta lateral que daba a un salón privado. No se detuvo a pensar en las consecuencias y si en terminar el encuentro lo antes posible. Cerrada la puerta Amanda se movió hacia las ventanas de cristal que reflejaban la ciudad.

-Ha pasado mucho tiempo.- años en que no la había visto más que de lejos en un evento social, o en la portada de una revista. Tatiana se casó con un millonario ruso cuando era muy joven y el hombre había fallecido unos años atrás heredando los millones.

-Sí.- fue la única respuesta con un toque de nostalgia, o quizás estaba leyendo demasiado en una conversación de tres palabras. Hubo un silencio antes de que continuara –Quería disculparme.- dijo y la pelinegra se obligó a mantener la mirada hacia afuera. Sus emociones con respecto a Tatiana variaban entre los recuerdos de la pasión que compartieron y la rabia y el dolor que sintió cuando rechazó lo que ella creyó en aquel momento que era amor. Eso la hizo sonreír, no podía estar más equivocada y para su sorpresa, esa rabia y dolor ya no la quemaban. Formaban parte de un eco pasado que le provocaba un poco de nostalgia y tristeza. Maravillada por el descubrimiento respiró aliviada, era feliz y amaba a Ava, ese amor había sanado su corazón maltrecho y la hizo comprender muchas cosas –Aquel día hice y dije cosas…innecesarias.- Amanda se giró curiosa.

-Pero ciertas, fuiste sincera y yo lo necesitaba.- se encogió de hombros con tranquilidad –Es pasado, tenía una idea tonta de la vida.- poder hablar de eso sin amargura era increíble –Si algo, debo agradecerte.

-Has cambiado.

-¿No lo hacemos todos? – le sostuvo la mirada, se dio cuenta de que podía y poco a poco iba desapareciendo la sorpresa y las emociones confusas. Su vida era transparente y su futuro seguro con la mujer que amaba.

-Leí que estabas comprometida, así que te creo.- comentó todavía sorprendida, Amanda esbozó una sonrisa de pura felicidad y sus ojos…llenos de amor. A ella jamás la miró así, con deseo y admiración pero nunca con el sentimiento que brillaba en su mirada y estaba allí para todo el que supiera mirar. Se sorprendió ella misma con la punzada de dolor, había tardado demasiado. Cuando murió su esposo tuvo intenciones de contactarla, disculparse y quién sabe si recuperar algo de lo que fueron, ya era imposible –Me alegro por ti, eres feliz.- una afirmación y envidiaba a la mujer responsable de esa felicidad.

-Lo soy, como nunca.- respondió porque era imposible no hacerlo, pero no lo hacía con intenciones de minimizar lo que sintió en el pasado o como venganza. Simplemente no podía ocultarlo y no quería hacerlo. T

atiana se movió hasta quedar frente a ella y admirar el perfil exquisito de la pelinegra. De joven había sido hermosa, salvaje y apasionada y no había perdido ninguna de esas cualidades. Jamás negó la atracción por ella, nunca pudo resistirse o no hubiese cometido la locura de convertirse en su amante. Cierto que Sergei  y ella tenían un acuerdo discreto, pero Amanda se metió bajo su piel de manera peligrosa. Su esposo se lo había advertido.

-“Estás cruzando límites.” – le dijo un día que las encontró conversando y riendo, ella como la adolescente que no era. No quiso aceptarlo y lo negó, pero Sergei no era ciego –“Es como la miras.”- con el paso de las semanas no pudo negarlo más y entró en pánico, no por su marido, no era un hombre celoso, sino porque sus vidas no eran compatibles. La respuesta de su esposo fue práctica –“Rómpele el corazón.”

-¿Sabes? – hizo una pausa antes de mirarla –No todo fue mentira, si hubiese sido otra mujer con otra vida.- era su manera de decirle que quizás el anillo que llevaba su prometida, hubiese sido suyo.

-No ibas a dejar a tu esposo.- afirmó Amanda serena, no sabía qué hacer con tantas confesiones, pero al menos saber que no fue solo un pasatiempo, que hubo sentimientos, lo hacía más tolerable.

-No.- respondió Tatiana, ¿para qué mentir? –Y porque yo no era lo que necesitabas, aunque en el momento pensaras lo contrario. Y de la manera en que brillan tus ojos cuando la recuerdas a ella, me da la razón.

-Supongo que la vida da vueltas necesarias y te enseña.-no es que Amanda fue partidaria de esas tonteras sobre el destino, pero si de que la vida solo se aprende con las experiencias, malas y buenas. Sostuvo la mirada intensa de Tatiana y reconoció el deseo, la añoranza y algo más que ya no tenía cabida en su mundo. Cuando la rubia alzó las manos para acariciar su rostro la detuvo, estaban demasiado cerca, aliento con aliento y Amanda no sentía nada –No.- fue suave porque no había necesidad de humillar, ni ser cruel –Lo siento, el pasado es pasado para mi.- así las encontró Ava cuando abrió la puerta. Muy cerca y conectadas con una mirada. Tatiana asintió y dejó caer las manos, convencida de que ya no quedaba nada.

-Tienes mucha suerte.- le dijo a Ava cuando pasó a su lado de salida, la pelirroja le sostuvo la mirada y entonces lo vio, “oh.”

-Lo sé.- contestó segura aunque todavía estaba batallando con los celos y la sensación desagradable que le paralizó el cuerpo cuando las encontró tan íntimas. Gracias a Valeria por insistir que fuese por Amanda cuando desapareció.

-Adiós Amanda.- se despidió probablemente para siempre.

-Adiós Tatiana y mucha suerte.- porque a pesar de todo la mujer también tenía derecho a ser feliz. Cuando se cerró la puerta el silencio fue incómodo y Amanda tenía que dar explicaciones.

-No la besé.-fue lo primero, Ava la miró, ya lo sabía porque el pintalabios estaba intacto. Pero, ¿si no aparecía a tiempo lo hubiese hecho? Amanda la conocía demasiado bien y encontró la duda en su mirada –Tampoco lo hubiera hecho, no lo necesito, te amo y te respeto.

-Lo siento, si confío en ti, pero no en ella.

-No hay nada de que preocuparse, aclaramos las cosas y por los viejos tiempos para cerrar el pasado.

-¿Incluía besarte? – inquirió Ava con sarcasmo.

-Nada de eso.- negó porque Ava enojada era hermosa.

-Sí, ella vino con las intenciones, aún siente cosas por ti.- Ava lo había visto reflejado en sus ojos y la tristeza por haberlo perdido.

-Pero yo por ella no, fue un enamoramiento de juventud, ahora puedo ver la diferencia. Te amo a ti.-concluyó con sinceridad. Ava se acercó y le lanzó los brazos al cuello, las palabras fueron suaves pero en su mirada había fuego.

-No más habitaciones a solas con ella, ni con nadie.- casi lo gruñó como una orden y Amanda no pudo evitar la risa.

-Está bien, habitaciones solo contigo.-contestó con humor y con un beso quedó zanjado lo que podía haberse convertido en una catástrofe.

El resto de la fiesta Amanda no se apartó de su lado, por decisión propia y los demás sabiamente no preguntaron por su encuentro con Tatiana y el hecho de que Ava las hubiese encontrado. Las interrogaciones vendrían después. Tatiana no se marchó de la fiesta, pero tampoco se acercó más y la pelirroja lo agradeció, a pesar de que las palabras de Amanda la tranquilizaron, la intensidad con la mujer la miraba le provocaba impulsos poco aconsejables. Finalmente Amanda tomó la palabra para revelar la sorpresa.

-No es secreto para nadie las imágenes que salieron en varias revistas sobre el pasado de mi prometida. Lo cierto es que la joven en las fotos era su hermana gemela Ivy, una de las muchas que deciden probar suerte y terminan arrastradas a mundos peligrosos de adicción.- dijo y recorrió a la audiencia con la mirada –Ella falleció como consecuencia de ese mundo y dejó un bebé, que por fortuna, tiene una segunda madre que lo ama y ha hecho cada sacrificio por él. Por eso es mi intención crear una fundación para ayudar a esas jóvenes sin familia a tener un futuro, les pido que lo tengan en cuenta esta noche.-encontró la mirada cristalina de Ava que se secaba una lágrima y le sonrió, susurrando un “te amo” silencioso que captaron algunos y aplaudieron –Como dije, también es una sorpresa para Ava, es una de las mujeres más valientes que he conocido y que ama incondicionalmente. Ella ya tiene su final feliz, yo me aseguraré de eso.- agregó con una sonrisa traviesa y se escucharon risas, incluida la de Ava. Valeria apareció a su lado y manipuló una de las pantallas gigantes –Como parte de la colección existen tres diseños únicos en modelo y exclusivos y las tres piezas se van a subastar.- se escucharon comentarios de excitación –Valeria tiene los detalles, hagan sus ofrecimientos y al final de la noche se revelan los ganadores.- concluyó, Ava la esperaba con los brazos abiertos y un beso de agradecimiento porque simplemente no tenía palabras -¿Te gustó la sorpresa? – le preguntó aunque supiera la respuesta necesitaba estar segura.

-Tú eres increíble, si ya no te amara, hoy lo habría cambiado sin duda. Gracias por honrar su memoria y por mi final feliz.- al final de la gala entre las 3 piezas se recaudaron 10 millones de libras y no le sorprendió que Tatiana se llevara una de ellas. Fue Ava quien se le acercó personalmente y le extendió la mano –Muchas gracias.-agradeció con sinceridad porque además, la mujer había donado un millón extra.

-No es necesario, es una causa que apoyo y puedo comprender.- contestó la rubia –Yo tuve la suerte de encontrar a mi esposo muy joven o mi destino hubiese sido otro. Lo siento por tu hermana.- a pesar de su pasado con Amanda a la pelirroja se le hacía difícil despreciar a la mujer, con quien al parecer, tenía mucho en común.

-Gracias y también por darle a Amanda la oportunidad de quedar en paz con el pasado.-aunque no apreciaba el intento de besarla.

-Lo necesitábamos las dos, me alegra que sea feliz.

-A mi también. Fue un placer, si me disculpa.-se despidió porque no era mucho lo que podían conversar sin tocar el tema delicado entre ambas –Buenas noches y gracias una vez más.- Amanda la esperaba intrigada –Le agradecí nada más, lo correcto.- y lo era sin importar las diferencias que tuvieran, o más bien, las cosas en común.

-¿Qué te parece si nos vamos de aquí? – sugirió Amanda rodeando la cintura y atrayéndola.

-No podemos, hay invitados.

-Valeria se encarga, deja que me despido.- sin darle tiempo a protestar se acercó al micrófono y anunció que se marchaba con su prometida a una noche romántica. Nadie se lo reprochó.

Tardaron un poco en marcharse entre despedidas y felicitaciones, Ava permaneció en silencio durante el trayecto del auto, aun asimilando las sorpresas, el éxito y el giro que había dado su vida gracias a la mujer que estaba a su lado. Incluso lo que sentía, el amor que le acariciaba el corazón con una mirada, era nuevo y a veces demasiado increíble para creerlo. Amanda se contentaba con mantener sus manos entrelazadas, intuyendo que necesitaba un poco de tiempo para ordenar los pensamientos, hasta que se percató de que no iban a la casa y el auto se detuvo frente a uno de los hoteles más lujosos junto al río.

-¿Por qué estamos aquí? – preguntó intrigada pero aceptó la mano de Amanda que la guió fuera del auto y al lobby del hotel.

-Noche romántica, ¿recuerdas?

-Pero…

-Sebástian está con Roa, nos llamará si hay una emergencia.-se adelantó la pelinegra sabiendo lo difícil que era para Ava dejar al bebé –Esta noche es nuestra para disfrutar.-se dejó llevar a la suite presidencial sin quejarse por los excesos y mimos interminables porque Amanda tenía razón, se merecían un descanso lejos de todo. El lugar era enorme, con balcón, jacuzzi y ventanales de cristal que mostraban el río y la ciudad. La pelinegra la abrazó y se apoyó en su cuerpo, rodeada por la protección de sus brazos.

-A veces creo que es un sueño.-dijo en voz baja –Y tengo que contener los sentimientos negativos que me dicen que nada tan bueno dura para siempre. Te amo, tanto que por momentos no sé qué hacer, como funcionar si un día no estás. Es maravilloso sentir y a la vez aterrador.

-Lo sé, sé de temores, sé de desear lo imposible y ahora se de amar. Nuestro futuro es juntas, lo que venga lo enfrentaremos juntas y estaré siempre que me quieras.- para no ser buena con las palabras, Amanda tenía la capacidad de derretirle hasta los huesos.

-Nunca, nunca quiero dejarte ir.- fue la declaración seguida de un beso lleno de esperanza, de deseo y amor. Se deshizo de la chaqueta blanca y comenzó con los botones de la camisa de Amanda cuando la detuvo agitada.

-Espera un minuto.- aclaró cuando vio su decepción –Tengo una sorpresa más.- de la mano la llevó a los ventanales donde se reflejaba el río a oscuras transitado por algunos barcos.

-Amanda, ¿qué?

-Mira hacia allá.- le dijo y así lo hizo. Amanda marcó un número en su teléfono y lo dejó sonar un par de veces. De pronto en medio de las aguas oscuras surgió un letrero de luces lo suficientemente grande para iluminar todo el espacio. Ava se quedó sin aliento y sin palabras de la sorpresa. El corazón latía con tanta fuerza que lo sentía en la garganta y le impedía hablar.

“Marry me.”

Pedían las letras enormes, insistentes y haciendo testigo a toda la ciudad. Cuando se giró buscando a la pelinegra, la encontró de rodillas en su traje blanco y con una sonrisa.

-Se mi esposa, sin nada más entre nosotras que amor. Por ningún motivo excepto que quiero pasar el resto de mis días contigo, tener una familia y ese final feliz que te prometí.- se puso de pie acariciando su rostro –Y porque te amo, solo por eso.- agregó mirándola atenta, esperando, no necesitaba presionarla y no quería hacerlo. Ava la amaba y de eso no tenía una sola duda. La pelirroja inspiró profundo antes de hablar, hubiese gritado la respuesta desde que la encontró arrodillada pero la sorpresa y las emociones se lo impidieron.

-Sí.- susurró tomando el rostro de Amanda entre sus manos –Sí, porque te amo, un futuro y una familia solo lo quiero contigo.- respondió y esa vez nadie pudo detener el beso, la ropa volando y que cayeran a la cama, piel con piel, piernas entrelazadas, olvidando el cartel, el barco y el mundo por una noche.

………………………

Todavía se maravillaba como había llegado viva al final de todos esos meses. El anuncio de la boda causó furor general en la familia, la prensa y medio país. La verdad es que no sabía que fuese tan importante, pero lo fue y estaba viva y cuerda. Gracias a dios. Siete meses más tarde y una boda a punto de comenzar. Primero la convencieron con el vestido, Valeria amenazó con quemarlo si se le ocurría llevar un traje, Marcela y Andrea se unieron con Ava para todos los detalles y ella se justificó en el trabajo cada vez que pudo, aunque a petición de la pelirroja por la ilusión que le hacía, fueron juntas a escoger el cake. Para que mentir, lo disfrutó, en general, disfrutaba cualquier momento con Ava y Sebástian que ya estaba enorme y hablador. En ese instante el niño reía sentado con su abuela materna, en un tuxedo infantil muy gracioso. También la convencieron de hacer la caminata del pasillo hacia el altar improvisado, porque no podía negarle a su padre ese sueño y la entregó a Nath que funcionaba como padrino de su parte junto con Ontari y Lexa, del otro lado, Valeria, Andrea y Clarke, las damas de Ava. Su padre desapareció nuevamente para acompañar a la pelirroja en su entrada, empezó la música y a ella se le aflojaron las rodillas.

-Respira.-le dijo Lexa por lo bajo, hubo risas.

-Tienes cara de salir corriendo.- bromeó Ontari.

-Deja que sea tu turno de estar parada aquí.- le soltó con maldad y la Detective dejó de reír, Lexa se unió a la burla.

De pronto las conversaciones cesaron y al final del pasillo improvisado en el jardín apareció Ava del brazo de su padre. Estaba hermosa en su vestido blanco, con el cabello recogido y una sonrisa radiante. Y ¡Dios!!Cómo la amaba! Quería salir corriendo sí, pero para llevársela en brazos y devorarla porque era suya, el amor de su vida. Sus miradas se conectaron y no dejaron de sonreír, perdidas en una burbuja hasta que su padre la entregó con un beso y estuvieron frente a frente, manos entrelazadas. Habían pasado la noche separadas, propuesta de Valeria para seguir la tradición antes del matrimonio y Amanda la maldijo infinitamente. Ni todas las plagas de la tradición iban a impedir que Ava fuese su esposa. El sacerdote comenzó la ceremonia en algún punto, pero estaban demasiado idas en las promesas de cada mirada, hasta que con ligeros toques, Nath y Valeria las trajeron de vuelta a la realidad, lo justo para intercambiar anillos, los votos y jurar el “hasta que la muerte nos separe” y un minuto después eran esposa y esposa.

-Ya puedes besarme.- le dijo Ava en voz baja y con una sonrisa cuando Amanda se le quedó mirando embelesada. Se sentía increíble ser el objeto de tanta adoración, de tanto amor, cuando la miraba como lo más valioso de su mundo. Como no tenía palabras, Amanda simplemente la besó con intensidad y una delicadeza que casi le saca lágrimas.

Las personas se acercaron en una avalancha a felicitar, pero antes que nadie ambas besaron y abrazaron a su hijo. Sebástian era tan cercano a Ava como Amanda y la idolatraba, con apenas 1 año y 5 meses la imitaba en cada cosa que hacía. La perseguía a todos lados, incluyendo cuando se sentaba a revisar papeles en el despacho y el niño se instalaba a jugar en el corralito solo por estar con ella. Recibieron las felicitaciones y Amanda se mantuvo en un silencio poco característico, que se rompió cuando estaban bailando.

-Es real Amanda, no voy a desaparecer.-se abrazó a la pelinegra, que le correspondió con un ligero temblor –Puedes creerlo, ¿que eres mi esposa?- una broma pero el tono era posesivo.

-Ava Daynes, queda perfecto.- dijo por primera vez y Ava rió.

-Ahora no te podrás deshacer de mí.

-Nunca, tú eres mi mayor tesoro, mi esposa.- suspiró todavía maravillada –Mi esposa, tardaré un poco en creerlo.

-No te preocupes, que para convencerte nos queda el para siempre. Yo tampoco puedo creerlo.- confesó Ava –Pero estás aquí, eres perfecta y eres mía y no cambiaría nada.

-Para siempre, me gusta.

-Recuerda, solo habitaciones a solas conmigo.-masculló la pelirroja fingiendo enojo, Amanda se echó a reír atrayéndola aún más hasta que nada, excepto la ropa las separaba.

-Solo contigo.- esbozó una sonrisa sensual y llena de cosas prohibidas que estremeció a Ava junto con el escalofrío placentero que la recorrió después con sus palabras –Aunque recuerdo bien que disfrutas mucho…fuera de las habitaciones.-las memorias vívidas del jacuzzi en el balcón a medianoche la sonrojaron –En ese para siempre, compartiremos muchas, pero muchas más…

-Cuenta con eso.-aceptó sellando las promesas con un beso.