Deep Blue Sea 24

Capítulo 24

Decidieron pasar la tarde en familia, aunque Amanda reservó para una cena en la noche solo ellas con motivo de celebración. Todo se sentía como un nuevo comienzo, estaba flotando en las nubes desde la declaración de Ava y con una sonrisa permanente. La amaba y el sentimiento era correspondido a pesar de que aún no reunía el valor para decirlo, estaba allí, como una bola de calor en el centro de su pecho. Disfrutaron con Sebástin hasta que estuvo listo para dormir y Rosa se hizo cargo. Por esa noche Amanda prefirió no manejar y dispuso del chofer. El restaurante era elegante pero casual, más íntimo y la mesa que pidió estaba en una de las partes más discretas del salón, donde podían hablar sin ser escuchadas. La conversación fue limitada, se comunicaban con sonrisas y miradas que no necesitaban una sola palabra. Como si hubiesen desarrollado un lenguaje secreto, solo entre ellas y las sensaciones eran únicas. Casi se arrepentía de haber salido de la casa, cuando las miradas de Ava reflejaban una promesa que esperaba hacía mucho tiempo.

Irónicamente estaba nerviosa y necesitaba asentar las mariposas y la comida con un paseo. Ava aceptó la sugerencia con una sonrisa, porque ella no estaba en mejores condiciones. Pasearon de la mano por una de las calles más famosas, llena de boutiques en las que ocasionalmente se detuvieron pero no compraron nada. Amanda si tomó nota de todo lo que Ava admiraba, más tarde se arriesgaría a comprar algunas y enfrentar la reprimenda, pero no esa noche. Esa noche todo era perfecto. Fue Ava la que puso fin al paseo cuando se hizo claro que Amanda evitaba el momento de regreso. Se hubiese reído de la situación pero no quería incomodar más a la pelinegra que le regaló media sonrisa nerviosa. Con resignación y ni tanta, se dejó guiar  al auto mientras Ava ya maquinaba su estrategia.

También estaba nerviosa pero determinada, por muy inexperta que fuese la deseaba y planeaba que Amanda se olvidara de todo y le arrancase la ropa. Una vez dentro del auto y con el cristal oscuro asegurando la privacidad, Ava puso en marcha el plan. En el segundo que Amanda parpadeó, la pelirroja ya estaba sentada sobre ella.

-¿Te vas a lanzar puerta afuera al estilo 007? – bromeó cuando vio la expresión sorprendida. La tomó con suavidad del mentón e  hizo que la mirase –Yo también estoy nerviosa. ¿Recuerdas que es mi primera vez? – Amanda soltó un suspiro y asintió.

-Lo siento, no sé qué me sucede.-admitió, pero si sabía. Nunca había estado con alguien que le importara tanto y a quien quisiera hacer feliz. Ava decidió no responder y la besó.

No había nada de casto en la agresividad con que sus labios buscaban el contacto y no ofreció resistencia cuando Amanda pidió entrada y se encontraron en un beso húmedo que provocó escalofríos en ambas. Adiós nervios, pensó Ava cuando Amanda recorrió la piel de los muslos desnudos y miles de corrientes eléctricas se dispararon hacia el punto al sur entre sus piernas. Cuando el pulgar de Amanda recorrió la humedad de la tela, adiós ropa interior. Las caderas de Ava de dispararon de una y enterró los dedos en el cabello negro, ahogando el gemido en los besos que no se habían detenido.

-Ava, aquí no.- la detuvo cuando sintió su propio cuerpo reaccionar el calor acumularse en su vientre.

En un momento de lucidez bajaron del auto y Ava casi la arrastró hacia la casa. Amanda se echó a reír y subieron entre besos calientes y más de una caricia considerada no apta para el público. La habitación de Ava estaba primero y entraron entre risas. Cuando se cerró la puerta se hizo el silencio y el aire se cargó de anticipación y electricidad. Ava la guió hacia el borde de la cama donde cayó sentada sin mucha elegancia y le daba igual, completamente atrapada en la mirada verde cargada de fuego. La pelirroja se detuvo a unos pasos y con un gesto de los hombros dejó caer el vestido y acto seguido el sostén, Amanda simplemente olvidó respirar. En otro paso se deshizo de los tacones y se acercó hasta quedar entre sus piernas. La visión frente a ella era exquisita. Atrás quedaban las sonrisas inocentes y surgía una diosa sensual con una mirada seductora que invitaba a todos los pecados.

-Oh Dios.-susurró con reverencia, incapaz de apartar la mirada y deslizando las manos por las caderas desnudas –Eres hermosa.-humedeció los labios secos y depositó un beso en el vientre suave.

-Quiero verte.-pidió Ava con la respiración agitada y tirando de la blusa. Amanda se deshizo de casa prenda excepto el sostén. Cuando Ava se inclinó sobre ella para ayudarla, no resistió la tentación de lamer uno de los pezones rosados a su alcance. Escuchó el suspiro de Ava en el mismo instante en que la prenda caía y después dos manos delicadas acariciando cada uno de sus pechos.-Se siente increíble.-comentó la pelirroja rozando cada pezón duro con la punta de los dedos, completamente maravillada –Tú sí que eres hermosa.-con una sonrisa traviesa y más confianza, Amanda atrapó el otro pezón entre sus labios y aprovechó para liberarla de la ropa interior –No.-logró detenerla Ava cuando depositó otro beso justo encima de su centro y casi se cae al suelo. No estaba segura de poder mantenerse de pie si la seguía tocando así.

-¿No? –Amanda casi gruñó, ebria con el olor de la excitación que estaba justo al alcance de sus labios.

-En la cama.-logró decir Ava, ¿cómo es que todavía le quedaban neuronas funcionando? Amanda obedeció y se apartó lanzando la ropa interior y retrocediendo de espaldas hasta quedar extendida en el centro de la cama, como una sirena a la orilla del mar. La mirada voraz de Ava se sentía como una caricia y su cuerpo se tensó aumentando la excitación y con una sonrisa sexy esperó el primer movimiento. Ava se relamió los labios como un gato y subió a la cama sin apartar la mirada de su cuerpo –Quiero…-extendió la mano y con la punta de los dedos acarició el vientre desnudo y los músculos se tensaron al instante. La miró a los ojos -…Quiero besarte en todos lados.-dijo sonrojada y la sonrisa sexy se amplió.

-Es todo tuyo.-contestó la pelinegra y ni que se lo tuvieran que decir dos veces.

Ava la atrapó en un beso lánguido y sensual, que terminó con labios inflamados y cortas de oxígeno. Después un beso en la mejilla y comenzó un camino por el arco del cuello, de vez en cuando saboreando la piel con la punta de la lengua y emitiendo suspiros cálidos de placer. Amanda simplemente se dejó hacer, disfrutando de las sensaciones maravillosas que le producía cada caricia, aunque su cuerpo se estuviese asando a fuego lento. Cuando la boca cálida se cerró en uno de sus pezones y succionó, se le escapó el primer gemido. Ava ya se había acomodado entre sus piernas y con movimientos rítmicos, las caderas rozaban empujándolas un poco más al límite. Amanda se arqueó con el cuerpo en llamas cuando los labios descendieron por el vientre y segundos después la respiración de Ava impactaba en su centro húmedo. Con la punta de la lengua tentativa acarició el clítoris e inmediatamente la detuvo.

-Otro día exploras a tu gusto pero hoy no creo que lo resista.-confesó Amanda con la voz ronca y la mirada oscurecida de deseo. Ava lejos de tomarlo como un insulto a su inexperiencia, sonrió orgullosa. Si había logrado llevarla casi al orgasmo sin tan siquiera tocarla era magnífico. La pelinegra le sonrió de vuelta y tiró ligeramente de ella para atrapar los labios en otro beso. Con las manos entrelazadas la guió justamente donde la necesitaba –Ahí.-los dedos de Ava se deslizaron entre los pliegues y se arqueó como si hubiese recibido un latigazo de puro placer. Empujó los dedos hasta la entrada y con un movimiento de caderas se deslizaron dentro. Ava gimió junto con ella, embriagada con la visión de Amanda, sudorosa y temblando en sus manos. No había paciencia para embestidas suaves cuando las caderas marcaron el ritmo, curvó los dedos y cuando se le escapó otro gemido y otro, supo que tenía el punto preciso. Amanda estimulaba su propio clítoris con movimientos rápidos y Ava no resistió la tentación de saborear succionando uno de los pezones y luego el otro. El efecto fue instantáneo, cuando la humedad empapó sus dedos y los músculos internos apretaron los dedos con fuerza. Su propio deseo se acumulaba en el vientre y entre sus piernas, donde pulsaba casi dolorosamente sin poder aliviarlo. Pero por nada del mundo cambiaría lo que estaba viviendo.

-Ava.-el gemido de Amanda fue tan sensual que casi se derrite y respondió a la petición de un beso sin detener las embestidas. Amanda se dejó envolver y arrastrar en la corriente de fuego que barrió con su cuerpo, cuando miles de luces estallaron tras los párpados cegándola. El orgasmo la dejó en blanco, sin aliento y vulnerable de una manera que no había experimentado nunca. Tembló y algo cálido cayó en sus mejillas junto a los besos suaves de Ava, con el calor de su cuerpo cubriéndola. Eran lágrimas y comprendió por qué se le temía tanto al amor. Porque te desnudaba frente a la persona que amabas y si tenías suerte, esa persona estaría ahí para abrazarte.

-Shhh,-el susurro apacible y tierno –Te amo, estoy aquí.-y dos brazos la sostuvieron hasta que no hubo más lágrimas. Para quien no tenía una Ava era aterrador, pero no Amanda. Estaba segura entre sus brazos y se sentía capaz de conquistar el mundo.–Gracias.-la escuchó decir cuando la miró confundida, Ava sonrió –Por confiar en mí, por necesitarme como yo a ti.

-No tienes idea.- respondió con todas las emociones a flor de piel –Gracias a ti por amarme.-con un beso para distraer, invirtió las posiciones –Es mi turno para impresionarte.- y ella no se iba con rodeos. Lamió y succionó en el cuello donde el pulso latía desbocado, descendiendo con besos húmedos hasta la clavícula, entre los pechos y por último mordisqueando un pezón duro que se alzaba pidiendo atención. Ava se retorció y gimió pidiendo por favor y no era justo torturarla, no esa noche. Trazando el camino con la punta de la lengua por todo el vientre, se posicionó cómodamente entre las piernas abiertas.-Ava, mírame.-le pidió rodeando cada muslo con los brazos para mantenerla en el lugar. Ava, que no podía pensar cuando toda la sangre se había ido al sur de su cuerpo, se incorporó ligeramente y abrió los ojos, a tiempo para ver como los labios de Amanda se cerraban sobre el clítoris duro e inflamado.

Todo su cuerpo se tensó y se dejó caer sobre la almohada gimiendo. Cada succión y presión con la punta de la lengua, producían corrientes de placer, que subían por la línea de la columna como flechas, estremeciendo todo hasta los cimientos. Una barrida de la lengua entre los pliegues, que sin advertencia la penetró, le arrancó un grito de sorpresa y después la succión insistente, sin piedad en el punto endurecido. La oleada de calor comenzó en el vientre y le recorrió el cuerpo bajo la piel como un volcán en plena erupción. Tembló y se sacudió en el inicio del orgasmo más intenso de su vida, cuando súbitamente dos dedos la penetraron, embistiendo dentro de su cuerpo en el punto más íntimo y fue imposible detener la explosión. Amanda no se detuvo cuando el interior de Ava se contrajo, embistió y bebió de ella hasta el último temblor y el último gemido de la mujer que se estremecía. Con un último beso en el interior de los muslos, se recostó a su lado y la abrazó cuando los sentimientos también la superaron. Ava se refugió en su pecho, buscando la misma fortaleza que había brindado y se le escapó un sollozo cuando escuchó sus palabras, uno de felicidad.

-Te amo.-dijo Amanda con emoción y sin una duda de que cada palabra era cierta. Depositó un beso en la frente cubierta de una capa de sudor fina y le alzó el rostro. Con una media sonrisa la besó –Ya sé que parece el cliché después del sexo para algunos, pero para mí es cuando estoy al descubierto, cuando te he estregado todo y no me queda más.-ella lo comprendía, pero Amanda necesitaba decirlo porque Ava merecía saber que era la única poseedora de ese derecho y de ese momento –Te amo a ti y a nadie más.-hubo un tiempo en que creyó que conocía el amor, pero no fue más que una pálida ilusión, comparado con la inmensidad que le llenaba el corazón con la simple presencia de Ava.

-Lo sé, solo importa que me ames, aquí y ahora.-el pasado se quedaba donde pertenecía, para ambas –Y que yo también te amo, solo a ti.-respondió con otro beso y una caricia –Esta noche fue increíble, nunca me sentí así.-confesó y no había secretos en su mirada donde mostraba su alma –Jamás me atreví a soñar con que tendría a alguien como tú, que me amara.-dos lágrimas frescas rodaron por las mejillas, idénticas a las de Amanda.

-Hemos aprendido muchas cosas las dos y me gusta pensar que tendremos muchos años para continuar.-respondió y era una propuesta, una promesa del futuro.

-Lo tendremos.-dijo Ava con una sonrisa radiante y no pudo detener al bostezo. Amanda sonrió orgullosa, la pelirroja rodó los ojos –Pensé que eso del orgullo después del sexo era un mito masculino, ya veo que no. Te ves muy satisfecha de ti misma. Pero definitivamente tienes habilidades, muy buenas habilidades.-alzó las cejas de manera sugerente y se echaron a reír.

-Tú tienes las tuyas, esta noche ha sido especial en muchos sentidos, ha sido mi primera vez también. Nunca hice el amor con nadie, nunca me permití entregarme del todo. Solo hoy, solo contigo.

-Soy feliz Amanda, por ti.

-Eso es muy bueno, porque planeo que seamos muy felices y que momentos como este se repitan. Ha sido increíble.

-Quedemos en que las dos somos asombrosas.-bromeó Ava.

-Es un trato.-contestó Amanda con un bostezo y fue el turno de Ava que sonrió con picardía. Se acurrucaron juntas y extendió las sábanas sobre los cuerpos desnudos, pero nada superaba la sensación de estar piel con piel y dormir con el ritmo apacible de los latidos de un corazón. El de Amanda junto al suyo.

…………………….

Era avanzada la mañana cuando Amanda entró a la oficina en su edificio. Llegaba tarde, algo inusual y con una sonrisa estúpida en el rostro, pero después de la noche y espectacular despertar que había tenido, era un milagro que se hubiese levantado de la cama. La noche fue especial y una confirmación de que lo que sentía por Ava no tenía palabras suficientes para describirse y la mañana…bueno, la mañana fue como disfrutar de la luna de miel por adelantado. Iba a ser difícil mantener las manos lejos de Ava ahora que sabía lo suave y exquisita que era su piel. Estaba reviviendo sus mejores momentos con una sonrisa, que obvió completamente la entrada de Valeria a la oficina. La recién llegada se detuvo a observarla, notando ciertos cambios no tan sutiles en Amanda que estaba radiante, además de perdida en un mundo que no era el presente.

-Amanda.-ni caso -¡Amanda! – alzó una ceja cuando su amiga tardó unos segundos en enfocarla –Ok, ¿qué sucedió? Estás…-señaló en un gesto alrededor de la pelinegra –Tienes un brillo diferente, toda sonriente. Asumo que la reunión de ayer fue bien y Ava está feliz.- con la mención del nombre el rostro de Amanda se transformó en sonrisas y expresión soñadora. ¿Qué demonios? Si no lo veía no lo creía.

-Fue perfecto.-contestó distraída, ¿estaban hablando de la reunión? Valeria entrecerró los ojos, tenía la impresión de que hablaban de dos temas diferentes –Salimos a cenar y a celebrar, pero ayer antes que eso me dijo que me amaba.-confesó todavía en Avalandia porque ni siquiera la miraba.

-Me alegro, pero eso se notaba. Hay que ser ciego para no ver que te ama y tú a ella.-comentó la rubia aprovechando la oportunidad para obtener información como buena amiga que era -¿Se lo has dicho? –Amanda asintió.

-Se sintió increíble, justo después que…-se detuvo de golpe cuando se percató del desliz, pero Valeria la conocía demasiado bien y estalló en carcajadas.

-¡Al fin joder! Pensé que las tendría que atar a la cama. Por eso la sonrisa tonta. Es que tienes que verte, te brillan los ojos y te he visto los dientes más veces en los cinco minutos que llevo aquí, que en el resto de tu vida.

-No seas idiota.-le lanzó la pelota de estrés que tenía sobre el escritorio, Valeria la esquivó.

-No quiero detalles, pero si saber cómo fue y cómo te sientes.-eso último lo dijo con suavidad.

-Fue…-todas las emociones del día anterior, una en particular, le borraron las palabras. ¿Cómo describir lo que sentía? –Me siento capaz de todo por ella, es increíble, como estar flotando constantemente en una nube. No sé cómo ponerlo en palabras, ella es todo, magnífica, especial. Decirle que la amaba fue tan fácil.-describió Amanda claramente emocionada y Valeria sonrió feliz.

-El amor es así, te da valor para todo.- y sobre eso la rubia tenía experiencia suficiente –Sé cómo te sientes, felicidades, hasta la euforia se contagia.-dijo riendo y no mentía. Si Amanda era feliz, ella también lo era, aunque no pudiese evitar la ligera punzada que le recordaba un pasado en el que ella también se sintió así.

-Ahora solo faltas tú.-comentó Amanda que había captado el destello de nostalgia -¿Cómo van las cosas con Ontari?

-Bien, hemos salido a tomar café, ponernos al día. Nada demasiado comprometedor, ninguna quiere apresurarse ni equivocarse.-confesó la rubia con un suspiro –Ha pasado mucho tiempo y ya no somos las mismas.

-Creo que la amistad es un buen comienzo, pero sean honestas la una con la otra. Sé que sientes cosas por ella y Ontari por ti, como dices, hay que ser ciego y esta vez nada les impide estar juntas.

-¿Y si no es suficiente?

-No lo sabrás si te escondes detrás de la amistad y niegas lo que realmente quieres.-Amanda hizo una pausa sabiendo que era más fácil decirlo que hacerlo, cuando ella misma había batallado contra lo que sentía por Ava –Por cierto, Ava aceptó ser la modelo, llámala para que redacten el contrato y demás, no quiero hacerlo yo directamente.

-Excelente.-respondió Valeria cambiando a modo negocios aunque su mente daba vueltas a las palabras de Amanda.

-Me gustaría que supervises las sesiones de fotos, entrevistas y esas cosas. Ella es nueva en este mundo y sé que mi presencia hará las cosas más difíciles, al menos hasta que se sienta cómoda.-le pidió no queriendo dañar la carrera naciente de su prometida.

-Estará bien, recuerda que ella a sobrevivido situaciones difíciles.

-Lo sé, por eso quiero evitarle otras.

En eso Valeria podía comprenderla, la necesidad de proteger a quien se ama y Amanda siempre fue muy buena en eso, una de sus grandes virtudes. Hablaron un poco más de la colección nueva, la gala de presentación y la reunión con el board de la empresa. La rubia no se sorprendió con la noticia de que su padre estaba involucrado aunque no pudiesen probarlo, lo cual no quitaba el enojo y la impotencia, a que una vez más se salía con la suya.

-Ni tanto.-comentó Amanda –Si robó a la empresa, ahora tendrá que desembolsar unos cuantos millones para poder quedarse con ella. Y esos van a la cuenta personal de papá y la familia, mientras que la empresa sigue endeudada. Es la mejor venganza y bien jugada.- Valeria se echó a reír.

-A veces olvido quien es tu padre.-Harold Daynes era un hombre humilde y amable, para ella el padre que no tuvo. La imagen de hombre de negocios despiadado e inteligente, que su hija había heredado, le resultaba difícil de asimilar a veces –Me alegro que haya encontrado una manera de hacer pagar a los hijos de…

-No te contengas.-se rió Amanda –Son unos hijos de puta, ah y Ontari estuvo allí, Enrique la reconoció.- ahí sí que se sorprendió Valeria –Fue una pequeña satisfacción personal después de todo lo que ha causado.-la rubia tenía sentimientos encontrados con el tema.

-Todavía puede dañarle la carrera Amanda, la prefiero lejos, mi padre sigue siendo un hombre poderoso.- y la realidad era que hasta cierto punto aún le temía, no por ella, pero si por Ontari.

-Tú también tienes poder y no estás sola.- respondió su amiga con una mirada fría -¿Sabes? – Continuó de manera casual –Entiendo que le temieras con 20 años pero no ahora. ¿Qué harás si decide que la amistad renovada con Ontari no le gusta? Te amenaza y ¿la dejas otra vez? – palabras duras pero necesarias –Si es así estás perdiendo el tiempo y dándole falsas esperanzas. Ontari es una mujer fuerte, capaz de enfrentar muchas cosas. Es cierto que Enrique tiene poder y dinero, pero nunca se iría a una guerra pública contigo y esa es tu carta de ventaja.-entrelazó una mano con Valeria en un gesto raro de afecto pero que dio a la rubia el valor que necesitaba. Amanda la conocía mejor que nadie, lo demostraba la comprensión en su mirada –Si Enrique se atreve a hacerte daño una vez más, lo voy a destrozar y sabes que no seré la única, papá y Nath también. Tienes una familia, no olvides eso y esa familia te va a proteger.- le dijo seria, no es que fuera la mejor consolando, pero sus palabras nunca eran vacías. Valeria era su familia, su hermana aunque no compartieran sangre. La rubia la abrazó con un par de lágrimas y sin palabras porque no eran necesarias.

-Gracias.- dijo apartando las lágrimas, la pelinegra se encogió de hombros.

-Tú solo avisa cuando necesites esconder el cuerpo.- contestó y las dos rieron rompiendo la tensión y el drama. Y Valeria estaba segura que el ofrecimiento iba en serio.