Deep Blue Sea 21

Capitulo 21

Unas horas más tarde Amanda se tomaba una sopa caliente bajo la mirada atenta de Rosa y Ava, la primera mascullando quejas sobre lo irresponsable que habían sido por no llamarla y que el doctor decidiría si ya estaba bien o no, a pesar de que la fiebre había desaparecido. Ava lo observaba todo con una sonrisa divertida. El teléfono sonó y la pelirroja contestó desde la cocina, dejando más tiempo a Rosa que continuaba regañando a Amanda.

-Residencia Dayne.- contestó distraída.

-¿Ava?

-Valeria, sí, soy yo.

-¿Dónde está Amanda? No contesta el celular.

-Enferma, con fiebre, al parecer pescó un resfriado.- escuchó que la rubia se reía entre dientes y rodó los ojos. Vaya manera de preocuparse por un amigo enfermo. Pero esas dos se entendían así –Oye, ¿estás bien?- preguntó refiriéndose a la noche pasada.

-No, pero lo estaré.- contestó con un suspiro –En fin, te llamo por dos motivos. Pídele a Rosa que compre las revista de chisme para el día, te aviso que no es agradable.

-Nunca lo es.

-Cierto. Lo otro es que tengo a tu madre en la línea, esperando una confirmación de donde y cuando pueden reunirse. Siento ser portadora de malas noticias.

-No importa.- respondió Ava soltando el aire que había contenido sin percatarse –Dame un segundo.- honestamente no sabía qué hacer ni cómo enfrentarse a su madre, ni si quería hacerlo. Se acercó a la mesa donde Amanda la miraba con expresión preocupada. Era un alivio la comunicación silenciosa entre ellas porque a veces no sabía cómo expresarse –Valeria dice que salió algo en las revistas.- dijo y Rosa comprendió de inmediato abandonando el comedor para ordenar que trajeran varios ejemplares. Amanda asintió esperando, algo le decía que no era la único –Tiene a mi madre al teléfono y quiere reunirse conmigo.

-¿Y tú que quieres? – preguntó la pelinegra abandonando la cuchara para mantener toda su atención en ella.

-No sé, por un lado quiero hablarle, por otro, nunca voy a estar preparada y Sebástian me preocupa.

-No puedes evitarla toda la vida. Mejor conocer sus intenciones desde ahora para prepararnos.- entrelazó una de sus manos con dedos delicados y finos –Yo estaré aquí, si te sientes segura entonces que venga.

-¿Aquí? Pero es tu casa, no puedo…

-Y la tuya también, pero es tu decisión cuando quieres enfrentarla.- le dijo porque era lo correcto. Personalmente Amanda esperaba que aceptara la oferta porque así ella podía estudiarla.

-Tienes razón.- alzó el teléfono aferrándose a la mano de Amanda –Esta tarde a las 3PM aquí en la mansión. Y déjale saber que será su única oportunidad.

-Entendido.- contestó Valeria –Pásame con Amanda.

-Ok, pero quiero que vengas más tarde si es posible.- le advirtió a la rubia.

-Veré que puedo hacer.

-Listo.- aceptó y entregó el teléfono a la pelinegra que saludó a su amiga y permaneció varios minutos en silencio y asintiendo con el ceño fruncido. Cuando colgó estaba seria.

-La visita de Angela Jacques trajo problemas.- le dijo –Quiero que sepas que nada de lo que dicen esas revistas es cierto. Ahora quiero que te relajes un poco, hace sol, ¿Qué tal la piscina?

-El sol aparece cada 5 horas por 5 minutos y estás enferma.

-¿Una película?¿Billar?

-Una película estará bien, el día gris y frío se presta para estar en cama bebiendo chocolate caliente.- comentó con una sonrisa –Extraño a Sebástian, Rosa me dijo que comió bien, está jugando en su corralito y que necesitamos escoger la decoración.

-También me gustaría pasar tiempo con él cuando esté mejor.- afirmó Amanda y se ganó una sonrisa de la pelirroja –Quiero conocerlo e ir aprendiendo sus caprichos y costumbres.

-Me parece perfecto, ya aprendió a ponerse de pie solo y se aventura a dar pasos pero bien agarrado a los bordes.

-No me gustaría perderme algo así.

-Sobre la revista, lo sé, supe que ella sería un problema y se lo importante que es este negocio con Cartier para ti. ¿No hay nada que puedas hacer? – preguntó Ava acariciando su mano.

-Depende de cuanta influencia tenga ella sobre el padre y si el viejo es idiota. No obstante, yo no los necesito tanto como ellos a mí y si no cierran el trato antes de que presente la nueva colección lo van a lamentar.

-Pensé que buscabas expandirte.- dijo confundida.

-Sí y no, mi contrato oficial es con Tiffany y ellos me están ofreciendo una renovación espectacular, pero Cartier no lo sabe. Angela no lo sabe y cree que tiene la ventaja para presionarme y obtener lo que desea de mí.- explicó Amanda –Verás, la idea de tener inversores exclusivos es arriesgada. Valeria, Nath, mi padre y Marcela, entre ellos se repartieron las acciones de la empresa y un porcentaje mínimo es de Tiffany por ser socios desde el inicio, al igual que yo poseo algo de ellos. Es mínimo, un 5% que no representa nada, es simbólico, el resto se mantiene familiar y yo como fundadora, presidenta y socia mayoritaria. Con tres tiendas en lugares estratégicos, Londres, París y New York, lo hace exclusivo y aumenta el valor de las joyas, quizás me aventure con una en Dubai, aunque puedo vender a través de Tiffany.

-Vaya, no tenía idea de que fuera tan complicado.

-Prefiero mantener mi negocio a salvo, que venderlo a pedazos y depender de otros.

-Tiene sentido y si hasta ahora ha funcionado es que estás en lo correcto. Entonces, ¿no necesitas a Cartier?

-Me beneficiaría algo con ellos, pero no es indispensable. Mis críticas son maravillosas, cuando a ellos los apuntan como diseños clásicos, pero pasados de moda.- se rió entre dientes –Esa mujer es una idiota y pensar que ella misma sugirió la asociación y lo utiliza como chantaje de sábanas.

-Supongo que siempre es así.

-Lamentablemente sí, el poder lo es todo.

-Lo siento, si yo no estuviera de por medio te sería más fácil lidiar con ella.- dijo Ava y las palabras le supieron amargas y estúpidas, la mirada de Amanda se lo confirmó.

-Voy a olvidarme de lo que has dicho.- contestó seria –Nunca me hubiese acostado con Angela, ni siquiera estando soltera. No mezclo negocios con placer y además sería un suicidio, es una arpía.

En ese instante apareció Rosa con un par de revistas y las dejó sobre la mesa, anunciando también que el doctor estaba por llegar. Cada portada mencionaba la exposición de Clarke y los asistentes. Amanda ojeó la primera donde aparecían fotos de las dos y también con Valeria, sin ser una sorpresa, también un primer plano del anillo que lucía Ava en el dedo. Era inevitable que especularan sobre un posible compromiso y el hecho de que era una joya nunca vista y su estilo de diseño inconfundible.

-Está en todos lados.- comentó Ava con aprehensión. Todavía le costaba verse tan expuesta al mundo y los titulares con que se referían a su relación. “La millonaria y la stripper,” así de ofensivos y vulgares –Me costará un poco adaptarme pero estaré bien.- se detuvo en una de las páginas con otro titular sobre Amanda – “La heredera regresa a las andadas” –leyó en voz alta y le mostró el artículo con la foto de Angela y ella en el restaurante, casualmente cuando la francesa tomó su mano sobre la mesa –Mencionan un posible negocio con Cartier –Amanda bufó impaciente.

-No dudo que esto lo haya preparado ella. La noticia me aparta de la competencia e intimida a otros que quieran ofrecerme algo. Ese fue el momento donde se insinuó y cuando la rechacé me amenazó abiertamente.

-Hmm, vamos.- anunció la pelirroja tirando de la mano que las mantenía unidas –Quiero ver una película.- se detuvo para besarla –Siento que tengas que pasar por todo eso pero yo estaré aquí, ¿sí? Confío en ti.- aseguró Ava con sinceridad y la tranquilidad de esas palabras barrió todas las dudas de Amanda.

………………….

Como prometió Rosa el doctor no tardó ni 20 minutos en llegar. Revisó a la pelinegra y decretó un simple resfriado con tratamiento de líquidos y Advil para la fiebre. Para Ava recomendó lo mismo por precaución. Al final Rosa las envió a la cama a descansar, orden que ambas siguieron al instante. La película no las mantuvo despiertas por mucho tiempo a causa de la falta de sueño y el agotamiento. Fue entrada la tarde, que Rosa despertó a la pelirroja avisando que su madre había llegado y la hizo pasar al estudio. Ava se acomodó el cabello, se lavó el rostro pero no se molestó en cambiar el pantalón de deportes y el sueter, no es que tuviese a nadie a quien impresionar aunque no negaba que estaba muy nerviosa. Respiró profundo y entró al estudio donde su madre la esperaba en el sofá ojeando una revista.

-Madre, a que debo la visita.- la saludó tomando asiento detrás del escritorio, donde se sentía segura de alguna forma. La mirada indiferente y desaprobatoria de su madre siempre la intimidó y a pesar de los años esa sensación estaba presente. La diferencia es que no iba a permitir que la dominara otra vez. Cecilia Brenner la observó en silencio y Ava se obligó a sostenerle la mirada, al final con un ligero asentimiento su madre desvió los ojos hacia la revista que sostenía.

-Estás comprometida.- fue la afirmación suave de la mujer mayor y Ava ocultó la sorpresa a tiempo. Se le escuchaba muy cansada.

-Otra decepción para ti supongo.- no pudo evitar la respuesta sarcástica. Cecilia abandonó la revista y negó.

-No Ava, si eres feliz no.- decir que la respuesta dejó sorprendida a Ava es quedarse corta y esa vez fue demasiado para ocultar. Su madre suspiró y a pesar de la presencia elegante e impecable había algo en sus ojos que no podía descifrar –Solo vine a advertirte que tu padre sabe sobre el bebé.- le dijo y Ava palideció –No fuese importante si no estuviera a punto de comenzar su campaña política para gobernador. La imagen de padre de familia y abuelo abnegado le viene perfecta. Piensa detener el proceso de adopción y pelear por el niño.

-¡No! – saltó Ava que ya no se pudo contener -¡No puede!

-Lo intentará y es por eso que le presenté el divorcio.- confesó de una y vio a su hija caer sentada en el sillón con lágrimas en los ojos –Quiero estar de tu lado en esto si me lo permites.

-¿Por qué? – se obligó a preguntar a pesar de que quería gritar de la rabia y la impotencia. Por otro lado, la revelación de su madre también la dejó sin palabras.

-Un divorcio en medio de la campaña podrá su imagen por los suelos. Su nueva amante y jefa de campaña lo convenció de utilizar la adopción y cuando me negué me propuso un trato, actuar como la esposa dedicada mientras obtiene lo que quiere y no te quita el bebé, pero yo lo conozco, una vez que acceda se lanzará igual.

-¿Por qué ayudarme?¿Por qué a mí y no a él? Llevas años de su lado, fuiste tú quien lo apoyó cuando decidió enviar a Ivy a un internado.- le recordó con amargura.

-Eso no fue una equivocación Ava y lo sabes. Tu hermana estaba fuera de control y necesitaba disciplina.- le respondió Cecilia con tranquilidad, no se iba a disculpar por intentar ayudarla de la única forma que conocía -¿Dónde estarían ahora de haberla enviado a un colegio?¿Dónde estarías tú? – por mucho que lo odiara su madre tenía razón. Ivy estaría viva y ella no hubiese tenido que sufrir tanto. Pero la parte irracional de su niñez que sufrió el abandono de su madre cuando la necesitaba, no estaba dispuesta a reconocerlo tan fácil.

-Lo único que necesitaba Ivy era a su madre que nunca estaba.

-Sí, las dos lo necesitaban y sin embargo, tú tenías buenas calificaciones y pensabas en el futuro mientras Ivy exigía dinero para comprar y salir de fiesta. Yo sé que amabas a tu hermana, pero no todo es blanco y negro y no todo es mi culpa. Sí, yo no estuve como una madre presente y amorosa, es mi error y me toca vivir con eso, pero nunca permití que nada les faltara. No las echamos de casa, ustedes decidieron marcharse para obtener una libertad, ¿Qué cuantos beneficios les trajo? Ella eligió ese camino Ava, no tú, la seguiste por protegerla.- concluyó su madre y eso tampoco podía rebatirlo.

-¡Ese era tu deber, protegerla!

-Lo intenté, no de la manera que hubieses querido pero lo intenté. Ella no quería que la ayudaran, nunca lo quiso, era tan diferente a ti, solo le interesaba el dinero y las apariencias.

-¿Y la culpas? Eso fue lo que nos inculcaron.

-Tal vez, pero Ivy se consumió en los caprichos. Tu hermana no estaba interesada en el amor de sus padres sino en su dinero. A la única persona que amaba era a sí misma y a ti, muy a su manera pero lo hacía. La amabas incondicionalmente, lo sé y ella lo utilizó a su favor para presionarnos, te fuiste antes de que pudiera evitarlo.

-¡No puedo creer que la culpes y la acuses de manipuladora para justificarte! – contestó con rabia, pero más que eso porque tenía razón y muy en lo profundo lo reconocía. Que por mucho que quiso cambiarla no pudo y que aunque quería culpar a sus padres por no estar ahí para ellas, Ivy escogió su camino sola.

-Era de las dos la más parecida a tu padre.- dijo Cecilia y con eso fue suficiente para decir que había heredado la ambición y el egoísmo que lo caracterizaba –Me buscó unos meses después de marcharse.- ante eso Ava alzó la mirada, ¿Qué tanto ignoraba? –Quería dinero, no, necesitaba dinero para ti, para comprar tu libertad. Asumí que no podía ser nada bueno y lo investigué. Te había metido en un grupo de prostitución.- madre e hija se miraron fijamente y entonces Ava lo vio, el dolor silencioso y la impotencia –Utilicé uno de los contactos de tu padre para enviar el dinero y una advertencia, le ofrecí a Ivy la opción y no quiso. Intenté sacarte de ahí y estabas tan ciega intentando protegerla y cambiarla que te rehusaste.- Cecilia apretó los labios y miró las revistas –No fui la madre más ejemplar pero eran mis hijas y las amaba, incluso a Ivy. Puedes creerme o no, quizás nunca perdonarme pero es cierto. Sé que debí hacer más por ambas, ya no puedo cambiar el pasado, pero sí el presente.- se puso de pie y deslizó una tarjeta en la mesa –Estaré en el Hilton, la habitación y mi teléfono para cuando tomes una decisión.- inspiró profundamente antes de hablar otra vez –Me gustaría conocer a mi nieto si me lo permites, más adelante. Nunca quise esto para ti Ava, todo el sufrimiento, pero me alegro que hayas encontrado la felicidad.- le dijo sinceramente antes de marcharse.

Ava se quedó allí en silencio, quizás horas, reviviendo las palabras de su madre una  y otra vez y también las elecciones que tomó en su vida. Suyas y culpa de nadie, en eso Cecilia tenía razón. Solo se percató de la hora cuando una Amanda muy preocupada entró al despacho y se sentó junto a ella en el borde del escritorio.

-¿Estás bien? – pregunta tonta pero no sabía que decir, se había cruzado con Cecilia a la salida y después de un breve saludo la mujer se marchó. Decidió darle un tiempo a Ava pero pasada la hora se inquietó y decidió entrar. Recibió un suspiro cansado cuando acarició la mejilla húmeda y la joven cubrió la mano con la suya buscando refugio en la calidez. Ya había agotado las lágrimas y estaba abrumada por todas las revelaciones que necesitaba compartir. En un tono triste y cansado le contó cada detalle de la conversación y el nuevo problema. Sebástian era su prioridad, en un futuro ya decidiría que hacer con respecto a su madre –Entiendo que tienes emociones encontradas con respecto a tu madre y tu hermana.- le dijo Amanda escogiendo las palabras con cuidado –Amabas a tu hermana e intentaste protegerla de sí misma, eras joven cuando tomaste la decisión de marcharte con ella y a mí me gusta pensar que todo ocurre por una razón. Lo intentaste Ava, guarda lo mejor y deja ir la amargura y el rencor, la amaste incondicionalmente y ella a ti también, recuerda eso. En cuanto a tu madre, es tu decisión si le permites regresar a tu vida, al parecer ella está dispuesta a ganarse una oportunidad y ha dado el primer paso. También es la abuela de Sebástian, quien sabe si es un nuevo comienzo para recuperar algo de la familia que siempre quisiste. Piénsalo, ¿sí? – Ava respondió asintiendo en silencio y Amanda depositó un beso en la frente –Marqué en la revista la decoración que me gustó para la habitación, ¿por qué no vas y lo revisas? Así podemos llamar de una vez y tenemos la habitación lista para los cambios.- le sugirió como una excusa para distraerse y Ava se lo agradeció.

-Deberías estar descansando.- la regañó sabiendo que tenía intenciones de ponerse a trabajar aún enferma.

-Lo hago, no saldré de casa, solo necesito revisar un par de cosas, ¿sí?

-Está bien.- sin previo aviso la abrazó con fuerza –Gracias por siempre estar ahí cuando lo necesito.- Amanda correspondió con una sonrisa.

-Tú haces lo mismo por mí.- después de un breve roce de labios la pelirroja se marchó, no sin antes revisar que la fiebre estuviese bajo control.