Deep Blue Sea 20

Capitulo 20

-Ontari, me alegra que hayas podido venir.- salió Clarke evitando el silencio incómodo y cortando la tensión. A fin de cuentas ella la había invitado y por mucho que quisiera la paz entre sus amigas, tenía claro que no sería posible en un futuro cercano.

-No podía faltar, gracias a Lexa no te veo nunca.- contestó abrazando a la rubia.

-Nada de quejas, tómate unas vacaciones y visita New York.- se defendió Lexa.

-Touché.- admitió vencida, lo único que había hecho durante años era trabajar -¿Recuerdan a Costia?- presentó a su acompañante que esbozaba una sonrisa muy satisfecha. Al menos una persona de las presentes si la conocía y se percató de que posiblemente había cometido un error al llevarla. Arriesgándose, buscó con la mirada a Valeria que la devolvió con frialdad. Ella sí que se acordaba.

-Valeria, que gusto encontrarte.- el tono condescendiente y dulce de Costia rompió el contacto de miradas y Ontari maldijo mentalmente su estupidez. La rubia esbozó media sonrisa bebiendo de su copa.

-Igualmente Costia, ha pasado mucho tiempo, aunque ya veo que algunas cosas no cambian.- respondió en un tono neutral, cualquiera diría que nunca habían sido enemigas hasta desearse plagas.

-Cambian para bien.- dijo con una sonrisa que le provocó el efecto de un puño en el estómago.

-Me alegro, si me disculpan.- afortunadamente un conocido diseñador se acercó y tuvo la excusa para marcharse antes de perder la compostura. Incluso después de tantos años algunas heridas no dejaban de sangrar. Maldita Ontari y malditos los recuerdos que la acosaban. 2

Ontari observó el intercambio en apariencia educado y supo que su oportunidad para conversar con Valeria y arreglar las cosas se había ido por la ventana. Cuando se giró al resto del grupo se encontró con la mirada dura de Amanda y no la culpaba, se merecía el reproche. De todas las personas que podía llevar escogió a la menos indicada y se dio cuenta también que se había dejado manipular. Por supuesto que Costia insistió en ir, no porque le interesara el arte, sino porque Valeria estaría allí. Suspiró y saludó brevemente a la prometida que acompañaba a la pelinegra, la preocupación de su situación con Valeria ni siquiera le permitió asombrarse por la noticia y continuó hacia las obras con la palabra de que más tarde se encontrarían.

-Bueno, al menos no corrió sangre.- dijo Lexa cuando se marchó la pareja –Las mujeres sí que saben guardar rencor.

-¿Todavía lo dudas? – respondió Clarke –Honestamente esperaba que Ontari utilizara el sentido común.

-El daño está hecho.- se unió Amanda escaneando con la mirada a las personas, específicamente a Valeria –Vamos a continuar mirando, quizás si Ava se anima hasta compre algo con tu trasero al aire.- se despidió sin perder la oportunidad de molestar a Lexa.

-¿Estás preocupada?- le preguntó Ava que se había mantenido en silencio, Amanda asintió -¿Quieres ir a buscarla?- ofreció refiriéndose a Valeria, ella también quería asegurarse de que estaba bien.

-No, esta noche es para ti y ya has soportado suficiente drama. Hoy estoy en una misión.-le recordó con una sonrisa agradecida. Para ella era importante que considerara a Valeria una amiga. Ava sonrió cuando se detuvieron en un segundo óleo, tan espectacular como el primero. Aprovechando que la rodeaba por la cintura con un brazo protector, se reclinó ligeramente en Amanda.

-Los colores que utiliza son perfectos, tiene un talento increíble y de la manera que representa a Lexa, se nota lo mucho que la ama.- comentó Ava completamente embelesada.

-Sí, el amor de ellas siempre ha sido así, profundo. De los que puedes escribir miles de historias. Siempre las envidié.- confesó la pelinegra –Quería algo así. 2

-¿Las envidias aún?- preguntó en un tono suave, no la presión de una confesión de sentimientos, sino la esperanza de un futuro. Contuvo el aliento y alzó la mirada para encontrarse dos orbes azules que brillaban con intensidad.

-No, ya no.- fue la respuesta definitiva que le provocó una sonrisa a la pelirroja. Asintiendo besó la mejilla pálida y regresó la atención al cuadro. Pasaron unos minutos en silencio, una junto a la otra disfrutando de la cercanía.

-Creo...que quiero uno de esos, con el trasero de Lexa al aire.- dijo Ava de pronto y Amanda la miró un segundo antes de estallar a carcajadas. 4

-Por supuesto que sí, lo tendrás.- afirmó aun riendo y depositando un beso cariñoso en el cabello rojo.

Pasaron el resto de la noche admirando el trabajo de Clarke y entre risas. Al final Amanda había obtenido su tan ansiado "tenías razón" de Ava. Se cruzaron con Valeria un par de veces y se despidieron de la artista y Lexa entre otra tanda de bromas e insultos. Y como no, Ava obtuvo su pintura del trasero bronceado a pesar de las protestas porque fue una broma pero Amanda no cedió, alegando que así al menos tendría un cuadro de su amiga y material para burlas futuras. Regresaron solas a la casa, simplemente disfrutando del paseo en el auto y un abrazo cálido. Ava no pudo borrar la sonrisa tonta, era su segunda cita con Amanda y no pudo pedir una noche mejor. 4

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Ontari aprovechó que su acompañante se distraía con una estrella de cine para observar la multitud de personas. Amanda ya se había retirado con la prometida, pero Valeria continuaba en la fiesta. Por fin la localizó, escuchando una conversación aburrida a juzgar por el modo ensayado en que sonreía, algunas cosas no habían cambiado y todavía podía encontrar vestigios de la joven que fue su ex novia, su primer y único amor. ¿Para qué mentir? Todavía le hacía sentir cosas tan intensas como contrarias. Ni siquiera 8 años eran capaces de borrar el dolor de un corazón roto. Como si hubiera presentido su mirada sobre ella, sus ojos se cruzaron brevemente antes de que se volteara apartándose del grupo con una disculpa. Decidida a no perder la oportunidad dejó a Costia que ni se percató de la ausencia y fue tras Valeria. La siguió a una de las salas más alejadas y solitarias donde se detuvo frente a un cuadro de lo que parecía ser una guerrera de ojos verdes.

-Nunca ha dejado de pintarla.- comentó a la figura que le daba la espalda y la vio asentir.

-Nunca ha dejado de amarla- fue la respuesta y Ontari dio un paso adelante para tener acceso al menos a su perfil. Hubo una pausa silenciosa –Sabías que yo estaría aquí.- el comentario directo ya lo esperaba, pero el tono desprovisto de toda emoción hacía rabiar a Ontari, le traía recuerdos dolorosos.

-Lo sé, no me percaté hasta que fue tarde.- no tenía defensa contra eso.

-¿No? – Valeria sabía utilizar bien la ironía –Déjame adivinar, te insistió y no pudiste negarte.- continuó y la pelinegra se mordió la lengua –Siempre ha sido la mala excusa para no reconocer cuanto te manipula, aún después de tantos años. Ella sabía perfectamente que yo estaría aquí.

-Lo siento, ¿Qué quieres que te diga? – respondió alzando la voz un poco sin poder evitarlo. En su trabajo era la mejor con un control de hierro sobre las emociones, pero un minuto con Valeria y todo se iba al traste.

-¿Qué me digas? Nada, pero al menos que tengas algo de consideración.-la fachada comenzaba a tambalearse –Algo de respeto por una vez en tu vida, que no le permitas burlarse en mi cara, ya que cuando lo hacía a mis espaldas tampoco lo evitaste.-le soltó volteándose para encararla y Ontari fue testigo de las emociones arremolinadas en los ojos azules que amó tanto -¿Crees que no lo sabía? Cómo te lleno la cabeza de estupideces sobre mí. Que estaba experimentando, que no tenías nada que ofrecerme y al primer niño que apareciera iba a dejarte.- le escupió cada palabra con rencor –No era lo que ella decía, sino el hecho de que jamás la desmentiste y te quedabas callada. ¿Sabes por qué? Porque también lo creías y estabas esperando a que yo cometiera el primer error. Por eso fue tan fácil dar media vuelta y olvidarte de todo sin explicaciones ni razones. Elegiste creerle a ella y sus mentiras.- olvidada estaba la máscara sin emociones, Valeria prácticamente vibraba de la tensión y el esfuerzo por mantener la voz baja y las emociones a raya. Ontari por primera vez se quedó estática y sin palabras porque Valeria tenía razón. 2

-Parece...que tengo que disculparme por muchas cosas.- consiguió decir con la voz a medias. 4

-Una persona se disculpa cuando no va a cometer el mismo error. Estás con ella y deberías regresar a su lado.- contestó la rubia recomponiéndose y poniendo control otra vez sobre sus emociones.

-No estamos juntas.

-No me interesa, mientras esa mujer continúe en tu vida manipulándote no quiero saber nada.- "de ti," se reservó lo último pero estaba implícito y Ontari lo encajó como el golpe que era.

-Aún creo que debemos hablar Valeria.- insistió tensa.

-Y yo creo que ya hablamos lo suficiente.- rebatió, a pesar de que se sentía como una punzada directa al corazón se mantuvo firme. Lo sacrificó todo una vez, no más. 8

-No puedo sacarla de mi vida, ha sido mi amiga a pesar de todo y estuvo ahí cuando...- se detuvo antes de cometer otro error, demasiado tarde.

-¿Cuándo te dejé? Por supuesto, antes y después, siempre esperando la oportunidad de meterse a tu cama. Sonriendo cuando se exhibía contigo del brazo, mucho mejor si yo estaba presente.- recordó con amargura como la mayoría de las veces dejaba la comida intacta de la rabia –Tú ya elegiste, regresa con ella. Entre nosotras todo esta aclarado.- y sin darle tiempo a nada caminó hacia un grupo de personas que la reconoció al instante y la incluyeron en la charla.

Dividida entre el impulso de tomarla del brazo y arrastrarla fuera de allí para conversar y la rabia porque cada palabra certera le quemaba en la consciencia y la tristeza del rechazo, decidió marcharse al instante. A medio camino encontró a Costia quien insistió en acompañarla de regreso a la casa, con la excusa de que no lucía bien a pesar de las negativas. Pidieron un taxi y enseguida se perdió en los pensamientos y las luces de la ciudad, incapaz de olvidar la mirada herida y las palabras de Valeria.

-¿Por qué insististe en ir? A ti no te gusta el arte.- preguntó de pronto a la mujer.

-¿Cómo?

-A la exposición, no te interesan esas cosas, podías conseguir una invitación tu sola. ¿Por qué insististe?

-Bueno, porque es Clarke y quería verla.

-Clarke nunca fue tu amiga.- le recordó seria –Fue por Valeria.- ni siquiera lo formuló como una pregunta, el factor sorpresa daba mejor resultado. La mirada de Costia se enfrió.

-Admito que tenía curiosidad cuando me dijiste que hablaste con ella y que se iban a reencontrar. No entiendo cuál es el problema.

-Yo tampoco entiendo tu objetivo con ese encuentro.

-Ninguno Ontari, crees que de pronto vas a reunirse con tu ex, la que has amado toda tu vida ¿y no me preocupo?¡Ella no tiene derecho a regresar y pretender que todo le pertenece!¡Que puede disculparse y será igual! – contestó perdiendo la paciencia y destilando celos –Tuvo su oportunidad, ¿por qué cuando la echaron de su casa no fue a buscarte? – en el instante en que las palabras salieron y Ontari abrió los ojos de par en par supo que había cometido el peor error de su vida.

-¿Lo sabías? – preguntó incrédula –Y nunca...¿desde cuándo?!Responde maldita sea! – exigió y Costia retrocedió ligeramente.

-Todo el mundo lo sabía, aunque nadie se atrevió a mencionarlo nunca.- dijo con ironía –El padre pagó mucho dinero para ocultar que tenía una hija lesbiana. 4

-Conociendo la verdad, todavía me decías todas esas cosas, aun cuando supiste que me dejó porque no tenía elección. No fuiste capaz de contarme la verdad, pero si de continuar envenenándome contra ella.

-Valeria nunca te mereció, ¿crees que iba a caminar contigo de la mano? No fue a buscarte. ¿No lo ves? Cuando se libró de su padre y pudo tener una relación contigo no lo hizo. ¡Llevas 8 años sufriendo por alguien a quien claramente no le importas!- le dijo con crueldad y Ontari tuvo que reunir toda su voluntad para no insultarla.

-Son sus errores, pero tú, tú me mentiste deliberadamente y alimentaste mi rencor hacia ella. Eso, se llama manipulación.- estaba furiosa pero ni siquiera podía culpar a Costia por aprovecharse de sus inseguridades para beneficio propio. Necesitaba salir de allí -¡Deténgase! – le ordenó al taxista al instante, cuando el auto se detuvo prácticamente saltó fuera.

-¡Ontari!¿A dónde vas? – preguntó Costia nerviosa, no había calculado el efecto que sus palabras y revelaciones podían causar. Valeria siempre fue una sombra entre ellas, pero hasta ese instante nunca supo cuánto. Cuando quiso abandonar el auto Ontari se volteó enojada.

-¡No me sigas, no me llames, no te aparezcas en mi puerta hasta que decida que hacer contigo! – el tono amenazador fue suficiente, aquello era serio. La lluvia comenzó a caer en pequeñas gotas cuando el taxi se alejó con su ocupante.

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Ava abrió los ojos respirando profundo y con la sensación de que estaba en un sauna. El calor era insoportable, las gotas de sudor corrían bajo el pijama húmedo, sobre todo en la espalda donde se concentraba la temperatura más alta. Aún desorientada trató de moverse pero el peso de un brazo se lo impidió, además de un quejido. No estaba sola, Amanda se había colado en su cama. Recordó que estuvieron conversando un poco sobre la situación de Valeria y un poco más sobre la historia de Ontari y Costia, un drama típico de novela. Pero el presente era otra cosa, ya un poco más despierta Ava dedujo correctamente que la fuente de calor era Amanda. Como manta para el invierno no tenía precio, con el detalle de que no estaban en invierno.

Se liberó del agarre para encender la lámpara y el aire fresco la alivió un poco, Amanda soltó otro quejido entre sueños y cuando se giró a mirarla también estaba empapada en sudor, con los cabellos húmedos y el pijama echo un desastre. Cuando le tocó la frente estaba hirviendo. En la exposición se había quejado de un malestar ligero, además de que se paseó por la casa descalza y con todo el cansancio y estrés acumulado, no tuvo defensas para detener la infección. Se fue al baño en busca de una toalla húmeda para refrescarla y limpiar el sudor antes de llamar a Rosa. Cuidar de un adulto no podía ser más complicado que cuidar un bebé, pero Ava estaba a punto de llevarse una sorpresa.

-Amanda.- susurró despertando a la pelinegra que necesitaba darse un baño y cambiar el pijama mojado. Más quejidos y movimientos inquietos, hasta que después de unos minutos abrió los ojos opacos por la fiebre.

-Ayy, me estoy muriendo.- fueron las primeras palabras acompañadas de un gemido muy dramático y la risa de Ava. 2

-No, solo tienes un poco de fiebre, las consecuencias de caminar descalza sobre el piso helado de la casa.

-Oh, mi cabeza, mi garganta.- se quejó llevando las manos al cuello -¿Segura que no estoy muriendo?

-No.- respondió la pelirroja pasando la toalla por el rostro –Levanta la lengua.- indicó y puso el termómetro que había encontrado en la cajita de primeros auxilios en el baño –Al menos tendrás unos 38, iré por agua para que te tomes las pastillas y debes ducharte y cambiarte de ropa. ¿Necesitas que llame a Rosa? – Amanda negó.

-Es un malestar tonto, además estoy bien cuidada. ¿Te quedarás? – preguntó con expresión agotada y esperanzada, ¿cómo iba a negarse?

-Por supuesto, tendré que avisar a Rosa para que cuide de Sebástian, no puedo acercarme a él o se enferma.

-Lo siento.

-No te disculpes, es natural que alguien que tengas gripe. A veces pienso que con todos tus super poderes no eres humana.- bromeó Ava.

-Si me hubiese quedado en mi habitación no.

-Deja de preocuparte, él estará bien y me alegra poder hacerte compañía al menos.- tuvieron que repetir el procedimiento de la temperatura que arrojó 39 y Ava aprovechó para ir en busca de agua y pijama limpia. Amanda tomó las pastillas y la ayudó a entrar a la ducha, manteniendo la puerta semi abierta en caso de algún mareo repentino. Cambió las sábanas de la cama y esperó a que Amanda saliera para ayudarla a acomodarse –Voy a ducharme, trata de descansar, apenas son las 3am. 2

-Estoy cansada pero no tengo sueño.

-Es normal. ¿No te enfermas mucho?

-Nada, pero cuando lo hago es fuerte.

-Me sucede también.- contestó Ava con una sonrisa y le señaló el catálogo en la mesa de noche -¿Puedes mirar y darme tu opinión? – Amanda asintió y comenzó a ojear la revista –Es la decoración para la habitación de Sebástian, un regalo de Marcela.- le aclaró antes de entrar al baño. A la salida la encontró en la misma posición y mirando las páginas -¿Te sientes mejor? – la pelinegra negó y se encogió de hombros, Ava le tocó la frente –Creo que la temperatura comenzó a bajar. Si no estás interesada puedes dejarlo.- le señaló el catálogo. Marcela le aconsejó que comenzaran a compartir decisiones sobre Sebástian pero Ava no estaba tan segura de eso –Me gustaría que habláramos sobre la adopción.- se decidió a sacar el tema porque a las 3AM mucho no podían hacer.

-¿Sobre qué?

-Sebástian.- contestó y Amanda frunció el ceño.

-¿Sucede algo?¿Has cambiado de opinión?

-No Amanda, nada de eso. Me refería a ti, a cuanto quieres involucrarte en la adopción y con el bebé, interactuar con él, tomar decisiones como su otra madre, o si simplemente tú presencia será para firmar los papales. Espera...- alzó la mano cuando la pelinegra abrió la boca –Sé que le tienes mucho cariño, que lo proteges pero no es lo mismo que ser su madre. Solo quiero saber qué papel te gustaría tener en su vida, nada más.- le aclaró con suavidad aunque estaba a la expectativa. Amanda a pesar del malestar la miraba con una expresión de sorpresa única.

-¿Quieres que sea su madre? – preguntó abriendo los ojos de par en par, expresión que Ava interpretó como temor y la comprendía a pesar de albergar sus propias ilusiones.

-No por obligación, sé que un hijo es mucha responsabilidad y ya me has dado más que suficiente.

-Ava.- la detuvo y la tomó de ambas manos –Sebástian es tu hijo y se cuánto significa para ti, pero me preocupa siempre tomar decisiones que lo involucren y te enojes. Lo adoro y nada significaría más que poder ser parte de su vida junto a ti, si me lo permites. No sé nada de como criar a un niño, pero confío en ti para guiarme. Es un privilegio maravilloso que me des un lugar en tu pequeña familia.- le dijo con una sonrisa y la beso despacio antes de retroceder de golpe -¡Ugh! Lo siento, voy a contaminarte. ¿Qué? – preguntó cuándo descubrió a Ava observándola con una expresión extraña y una media sonrisa. Acto seguido los labios estaban buscando los suyos –Ava, no que... 2

-Shh...- la silenció con otro beso más profundo hasta que la temperatura subió y no precisamente por la fiebre –Te salva que estás enferma, porque si no.- apoyaron frente con frente y cuando alzó la mirada le quedó claro que Amanda estaba dispuesta a olvidar su malestar –Créeme, estoy sufriendo pero no es el momento.- como si el universo se confabulara contra ellas (o la escritora xD) y tal vez era mejor así, aún les quedaba mucho por descubrir -¿De verdad estás dispuesta a cambiar pañales? A preocuparte cuando se caiga y llore, llevarlo al colegio, ayudar con los deberes o aconsejarlo cuando alguna chica linda como tú le rompa el corazón.- preguntó mirándola a los ojos y buscando respuestas. Amanda simplemente asintió porque todas esas cosas significaban que Ava la incluía en su futuro y en su vida. 2

-Ah, si es una chica linda como yo, tendrá muy buen gusto, como su madre.- medio bromeó antes de cambiar la expresión a una de total seriedad –Ya he cambiado pañales y lo consentiré cuando llore, de una caída o de un corazón roto, o simplemente porque quiera hacerlo. Haré todo eso y más porque seremos una familia.- respondió envolviéndola en un abrazo –Gracias. No mentía cuando te dije que quiero todo contigo.- como respuestas recibió un beso suave en el cuello, un suspiro profundo y un cuerpo que se amoldó al suyo buscando refugio, pero también brindando la calidez que necesitaba. Amanda cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño con una sonrisa.