Deep Blue Sea 18

Capítulo 18

-¿Alguna vez has considerado dedicarte al póker? – Ava no se resistió a preguntar -¿Cómo lo haces? Pasar de un estado al otro.- Valeria se echó a reír.

-Calla, que Amanda y yo solíamos ganar pequeñas fortunas en la universidad jugando.

-No me extraña.- esbozó una sonrisa y después suspiró –Amanda me propuso ser la modela de la nueva colección y pienso que está loca. Un compromiso, ¿y ahora esto? Arriesga demasiado.- opinó preocupada.

-Sé que puede parecer un poco loco.- la justificó la rubia que ante la mirada incrédula de Ava se sonrió –Vale, más que un poco. Pero ella es un genio en estas cosas y lo que propone es muy atractivo y yo lo apruebo. Si te preocupa la imagen no lo hagas, muy al contrario, será un éxito y confío en Amanda. Sospecho que está inspirada y hará maravillas porque se trata de ti y quiere impresionarte.

-¿Impresionarme?¿Con qué? No lo necesita, si ya me pone como tonta nada más con una mirada.

-Lo sé, pero recuerdas cuando te dije que ella es un poco lenta. Bueno, esta es una de esas ocasiones y a mí me conviene, al negocio le conviene y al mundo también.

-Que poética y que interesada.- la felicitó Ava con sarcasmo.

-¡Hey! No me juzgues. Es mi deber hacer que todo lo que toque se venda como oro y el tuyo mantenerla inspirada siendo su musa.- le guiñó el ojo sugestiva y la joven se sonrojó.

-Que exagerada, contarle algo a ustedes es la perdición.- Ava fingió disgusto pero lo cierto era que disfrutaba de su amistad relajada con Andy y Valeria, algo que ni siquiera tuvo con su hermana –Si la imagen no te preocupa, entonces que es.

-Tú,- respondió Valeria sin titubear –Ser la modelo es exposición total de tu vida, tu rostro en las calles, la tv, fotos promocionales, todo. Tienes un bebé que será expuesto cada vez que salgas. Es un milagro que no lo hayan descubierto aún. Por otro lado, el trabajo te dará la economía que necesitas porque mientras se utilice tu rostro la empresa pagará por la imagen. Sé que Amanda va a intentar minimizar la promoción, pero quizás te toque hacer alguna entrevista, donde ten por seguro, te van a sacar preguntas privadas. ¿Realmente estás preparada para todo eso? – la pregunta del millón y Ava se había quedado sin palabras asimilando todo –La verdad es que solo de tener una relación con Amanda harán exactamente lo mismo, con la diferencia de que si aceptas, tienes la oportunidad de una carrera y de ganar una fortuna. Además de que te protegeremos de todo lo que sea posible.- concluyó la explicación con la lógica evidente.

-Esta es otra de las situaciones donde ella arriesga para que yo gane, ¿verdad? – Ava suspiró negando.

-Ganamos todos créeme, en estas cosas siempre hay un riesgo. No es mi deber convencerte de que aceptes, ella me lo prohibió. Debe ser tu decisión únicamente, porque debes entender la carga y responsabilidad que representa.

Después de lo sucedido con las fotos Ava no podía decir que estaba cómoda con su nueva realidad, pero estar con Amanda tenía su precio y ese era uno de ellos. Ser modelo en cambio, potenciaba sus temores e inseguridades. Primero, porque conseguía un contrato de miles de euros solo por ser su amante, lo que técnicamente no era cierto y después estaba su hijo. Por donde quiera iba a perder su privacidad. Valeria tenía razón y se sentía injusto decepcionar a la mujer que tanto hacía por ella.

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-Me lo pensaré.

-Te daré unos días, pero al final de la semana necesito la respuesta.

-La tendrás.

Pasaron un rato más entre conversaciones personales, beneficios del contrato y hasta chismes de los famosos. Cuando fue evidente que Amanda no llegaría, Ava decidió regresar a la mansión. La conversación con Valeria la había distraído de la cena que tenía su prometida con una mujer que abiertamente la despreció y desafió. La tal Angela tenía la ventaja de un contrato importante y la creencia de que Amanda no la iba a rechazar por una stripper barata. Ya en casa se dedicó a bañar y dar de comer a Sebástian en un intento de ocupar su mente. Amanda apareció unas horas más tarde, atrasada y corriendo para la cena, a la que vistió de manera formal, pantalones y blusa, elegante y ejecutiva, nada que fuese a impresionar a la zorra francesa. La despidió con un beso apasionado que le corrió todo el carmín de labios y la sacó una sonrisa a Amanda.

-Esos celos tuyos me encantan.- así la dejó la pelinegra y hasta Ava tuvo que reír. ¿Cómo podía dudar de ella con esas miradas?

.....................

La cena en el hotel Hilton transcurrió entre formalidades y negocios, al menos en un inicio, pero Angela no tardó en introducir comentarios sugerentes sobre sus intenciones para la noche y además se las arregló para enojar a Amanda. Solo le bastó hacer un comentario inapropiado de Ava.

-Es una pena que te hayas visto involucrada en ese escándalo, ya hoy en día no se sabe que pasado oscuro y perjudicial ocultan las personas. Y las que se esconden detrás de un rostro inocente son las peores.- comentó la francesa con descuido. ¿De verdad era tan idiota? Ella había visto a Ava en su trabajo, ¿Qué pretendía ganar con eso? En un intento por cambiar el tema Amanda se encogió de hombros.

-No se puede opinar y juzgar sobre lo que no se conoce. Hay personas que no nacen privilegiadas.

-Tienes razón, pero también existen trabajos honrados que no implican prostituirse o desnudarse.- continuó la mujer. No es que estuviese equivocada, pero en su caso los comentarios llevaban una intención oculta. Angela interpretó la seriedad de Amanda como decepción por la situación a la que la habían arrastrado y extendió la mano sobre la mesa cubriendo la suya a modo de consuelo –No tenías como saberlo. Esa clase de mujeres son capaces de encantar y seducir a cualquiera, son expertas.

Por segunda vez en el día Amanda retiró la mano obviando la delicadeza y la miró con frialdad. No fue sorpresa encontrarse una mirada calculadora y astuta. Angela no tenía un pelo de idiota, sabía perfectamente lo que estaba haciendo. Intentando doblegarla en un juego de poder y Amanda respondía muy mal a los chantajes.

-Creo que voy a retirarme por esta noche.- dijo haciendo un gesto al camarero para pedir la cuenta –Es una pena desperdiciar la cena.

-Es pena verdadera, realmente no puedo estar segura de que nuestros tiempos coincidan otra vez en el futuro.- la mujer le sostuvo la mirada impasible y dejó la amenaza flotar entre ellas. Ya se había tardado, o cumplía el capricho de irse con ella a la cama, o haría todo lo posible por bloquear su trato con Cartier. Amanda esbozó una sonrisa fría antes de responder.

-Lástima. No te preocupes, siempre habrá oportunidades.- ordenó al camarero que cargara la cena a su tarjeta antes de sellar la conversación –Los negocios se hacen basados en calidad y respeto, no en juegos de sábanas. Si es así como pretendes jugar con tu reputación y la mía, no estoy segura de que me interese trabajar con una compañía que no es capaz de valorar mi trabajo. Que tengas buenas noches y saludos a tu padre.- se despidió sin darle tiempo a responder. Ya contactaría ella directamente al hombre para aclarar su propuesta de una vez por todas. 13

.....................

Ava se encontró por enésima vez enredada entre las sábanas de la cama después de tantas vueltas. No podía dormir, no podía apagar su mente y los posibles escenarios en que esa mujer seducía a su prometía, se repetían una y otra vez.

-¡Argh! Basta ya.- masculló presionando la almohada contra su rostro.

Para ser la primera vez que experimentaba unos celos tan malditos, lo estaba llevando fatal. Miró el reloj a su lado de la cama 9:30PM, ¿cuánto podía tardar la dichosa cena? Según la ley universal, si pasaba de las 10 y no estaba de regreso era porque la francesa le había ganado la partida –Oh, voy a enloquecer.- se quejó frotándose el pecho donde tenía un ardor muy molesto –Que horrible esto.

-¿Hablando sola? – escuchó la voz desde alguna parte de la habitación y se sobresaltó. Cuando apartó la almohada del rostro, Amanda la observaba desde los pies de la cama con una sonrisa divertida.

-Uff.- Ava soltó todo el aire avergonzada y regresó a ocultarse tras la almohada, no sin antes escuchar la risa de Amanda. Unos segundos después la cama se hundió a su lado y el aroma del perfume Light Blue le refrescó los sentidos.

-Ava, ¿me esperabas? – preguntó la pelinegra apartando el objeto que le impedía verla y la coaxionó a que abriera los ojos mordisqueando el labio inferior. Disfrutaron de un beso suave hasta que dos esmeraldas la miraron con una mezcla entre avergonzada y preocupada. Eso fue respuesta suficiente –Nada ocurrió, la dejé plantada iniciando la cena porque es una imbécil arrogante.- con un suspiro de alivio Ava enroscó los brazos alrededor de su cuerpo y se escondió en la curva del cuello depositando un beso allí.

-Lo siento, no es que no confíe en ti, son mis inseguridades y que soy nueva en sentir estas cosas.- confesó Ava con sinceridad.

-Lo sé, lo manejaste mucho mejor de lo que yo lo hubiera hecho.

-No creas, me costó no lanzarla por el hueco del elevador. No quería armar una escena.- Amanda se echó a reír.

-Esa es mi chica.- bromeó y a Ava le brillaron los ojos. Valeria tenía razón y es que verdaderamente nunca se había dedicado a mirar a la mujer entre sus brazos. Sus reacciones a cada gesto y palabra, era hermoso provocar tantos sentimientos y a la vez aterrador –Voy a cambiarme.- al ver la interrogante en los ojos de Ava asintió –Ya regreso.- unos minutos después estaba de vuelta en pijamas, deslizándose bajo las sábanas al lado de Ava que inmediatamente se enroscó en su cuerpo como un koala y provocó risas en Amanda –¿Día difícil? – recibió un asentimiento silencioso -¿Hablaste con Valeria? – otro asentimiento –Ava.- le advirtió.

-Sí, hablé con ella, me explicó todo y me contó algo de su historia. Fue triste y la aconsejé un poco.

-Me sorprende que te haya contado, para ella es algo muerto y enterrado.

-Es más fácil engañarse a veces que enfrentar las cosas.

-Hmm, cierto.- contestó Amanda pensativa, envolviendo a la joven en un abrazo y suspirando agotada. Ava la llenaba de una calma increíble, después de un día tenso le bastaban unos minutos junto a ella y lo olvidaba todo.

-Estás agotada.- murmuró Ava cuando percibió que la respiración de su acompañante se suavizaba. Amanda ni siquiera le contestó, con otro suspiró entrelazó sus piernas y la acercó más a su cuerpo. Como pudo, Ava extendió el brazo y apagó la luz en la mesa de noche, regresando a su posición anterior. A esas alturas ya no se sabía quién se aferraba a quien por seguridad. A Ava le gustaba pensar que era un deseo mutuo y se sentía maravilloso.

...................

Valeria marcó el número en su teléfono de la oficina y esperó nerviosa por una respuesta. Cuando escuchó la voz del otro lado se quedó congelada y sin saber que decir, hasta que el tono insistente la hizo reaccionar. 1

-Hola, soy yo.- logró contestar y fue la otra persona quien perdió las palabras.

-¿Valeria?

-Sí, Valeria.- después de años aquello no tenía por qué afectarle, pero la manera en que pronunció su nombre le provocó un par de sensaciones que prefirió ignorar.

-¿Qué sucede?

-Amanda necesita hablar contigo. ¿Puedes venir?

-Por supuesto.- se hizo una pausa silenciosa -¿Algo más? – había una curiosidad oculta en la pregunta, Valeria apretó el auricular, tenía las palabras en la punta de la lengua y no podía decirlas -¿Valeria? – un suspiro irritado del otro lado.

-También necesito hablar contigo.- soltó de pronto en su tono más formal y ejecutivo -¿Cuándo puedes venir a la oficina?

-Esta mañana tengo un par de horas libres.- contestó la otra mujer sorprendida, tenía una oportunidad y no la iba a desperdiciar.

-Ok, te espero.

-Hasta más tarde entonces.- cuando escuchó la despedida, Valeria parpadeó como regresando a la realidad y soltó el teléfono de golpe como si fuera una víbora venenosa a punto de morderla.

-Oh, ¿que hice? – farfulló frustrada y con el corazón desbocado. ¿En que estaba pensando? No estaba preparada para enfrentarla. Pero ya estaba hecho y Ava tenía razón, no podía huir toda la vida.

Una hora más tarde cuando le avisaron que su cita ya estaba subiendo solo tenía una opción para huir, lanzarse por la ventana. Que dramática. No solo no estaba preparada para enfrentarla, sino que también la conversación con Ava le hizo ver y recordar muchas cosas con las que había soñado la noche anterior. Incluyendo como se sentía estar entre sus brazos y se percató de lo mucho que extrañaba esa sensación. Los recuerdos podían ser traicioneros e inoportunos. Un toque en la puerta le advirtió la llegada y no se arriesgó a ponerse de pie, le temblaban las piernas.

-Adelante.- cuando la figura entró a la habitación Valeria no le pudo quitar los ojos de encima. Se había cruzado varias veces con ella durante los años pero siempre de lejos, a una distancia prudente que no afectaba a ninguna. Además de que no frecuentaban los mismos círculos sociales ni remotamente –Por favor toma asiento.- le indicó cortés y agradeció que su voz no delatara los nervios que sentía -¿Algo para beber?

-No, estoy en horas de trabajo.- negó su invitada con educación y la observó fijamente –Tuve un espacio y aproveché. Si me has llamado con tanta urgencia supongo que es serio.- omitió el hecho de que la había llamado ella y no Amanda, después de evitarla durante casi 8 años. 4

-Sí, el tema es delicado, pero ya te lo explicará cuando aparezca, al parecer hoy se le pegaron las sábanas.- se quejó irritada y frunció el ceño, esperaba que no fuese a causa de la francesa o no sería la única en caer ventana abajo –Lo de ahora es algo personal.- confesó tensa, era el momento del todo o nada. Cuando se atrevió a mirarla a los ojos vio una chispa de curiosidad, pero imperaba la serenidad que siempre la caracterizó. Sin embargo, ya no podía leer aquellos ojos color miel como antes, había una barrera entre ellas y fue la responsable de ponerlo allí. Con las memorias regresaron las emociones y ver de primera experiencia como le era indiferente a alguien a quien amó tanto, dolía. 7

-Si crees que puedo ayudarte en algo.- le pelinegra lo dejó en el aire porque no tenía idea de que agregar, estaba desconcertada. La llamada de Valeria la sorprendió, solo escuchar su voz evocó toda clase de emociones contrarias que se estaba esforzando mucho por contener. Además del cabreo monumental, ¿la llamaba 8 años después para pedirle un favor?

-Que me escuches nada más.- en la seriedad del tono se percató también del temblor, Valeria estaba nerviosa y eso la desconcertó aún más. La rubia se puso de pie y caminó hacia los ventanales de cristal –Te mentí.- susurró tan bajo que casi no la escuchó.

-¿Cómo? – preguntó confundida. ¿Qué estaba sucediendo?

-Que mentí.- abandonó la vista segura de las ventanas y la enfrentó. Se lo debía, mirarle a los ojos cuando le dijera la verdad –Aquel día te mentí.- repitió y se llevó una mano al pecho donde un puño invisible la apretaba. Estudió las emociones que cruzaron en el rostro de su acompañante, sorpresa, incredulidad y por último rabia. Aún si no le creía una palabra necesitaba decirlo.

-¿Por qué? – la frialdad de la pregunta no la sorprendió.

-Porque era necesario y porque no tenía opción.

-¿Qué pretendes lograr Valeria? Ocho años y sales de la nada con esto.

-Sí, 8 años en los que tampoco buscaste una respuesta.- le contestó en un tono duro y con una buena dosis de reproche que sorprendió a ambas –Me conocías, fuiste mi amiga durante años y, ¿no se te ocurrió pensar que sucedía algo?!Por Dios! Un día antes estaba en las nubes y mirándote como una estúpida enamorada y al día siguiente me comporto como una perra indiferente.- hizo una pausa, "enamorada," escuchar esa palabra le producía sentimientos encontrados –Es evidente que algo iba mal.- agregó y se hizo el silencio. No había argumentos contra eso. Valeria suspiró agotada, no había descansado nada y lo poco que pudo estuvo plagado de recuerdos, tanto felices como dolorosos –Lo siento, no te llamé para convertir esto en una guerra de reclamos.- su acompañante permaneció en silencio y ella regresó a refugiarse en las vistas de la ciudad –Mi padre lo descubrió. Cuando llegué a casa estaba esperando.- escuchó a la mujer maldecir a sus espaldas pero no se volteó a mirarla –No me digas que de saberlo hubieses hecho algo. Lo sé de sobra y ese era mi temor. Tuve que negarlo todo, pero nada me libró de las amenazas, entre ellas expulsarte si me acercaba otra vez a ti.- alzó la mano cuando vio el intento de protesta –El amor no te paga una carrera, la beca era lo único que tenías y no podía protegerte de nada, ni siquiera pude protegerme yo.- se tragó la amargura y fue hacia el bar a servirse algo fuerte –No se creyó una palabra, se comportó con normalidad los días que siguieron hasta que la cocinera me llamó una tarde asustada. Mi madre, una fanática del catolicismo lo convenció de internarme en una institución mental para curar mi perversión. No podía regresar a casa y tuve que pedirle ayuda a Amanda y su familia. Por supuesto, no hubo escándalo y mi salida fue silenciosa, les convenía, pero me quitó todo. Si no fuese por Harold que me pagó la universidad y me acogió en su casa, me quedaba en la calle. 1

-No sé qué decir.- dijo la pelinegra. La confesión la dejaba sin palabras y en gran parte sintiéndose miserable. Valeria le había roto el corazón en mil pedazos y tenía razón en que nunca buscó las respuestas en su rencor. Nunca se sintió suficiente porque no tenía nada para dar a su novia rica, por eso cuando Valeria le dijo que su relación no era importante se lo creyó y había pasado todos esos años equivocada.

-No hay nada que decir.

-Yo creo que sí. Me has dejado creer durante años que...

-¿Qué no fuiste suficiente? – terminó Valeria mirándola fijamente, estaba bien al tanto de las inseguridades de su ex –novia, la mujer hizo un gesto y negó.

-No.- respondió con dureza –Que no significó nada para ti, que fue un experimento, una fase. Pudiste decirme después.

-Me odiabas, lo dejaste claro.- la rubia se encogió de hombros y bebió otro sorbo de licor –Además, yo no estaba en mi mejor momento. Fue una etapa difícil, de amargura y rencor.- un suspiro, en esa etapa de concentró en los estudios y nada más –Quería que supieras, tienes derecho. Ya sé que me he comportado como una imbécil, pero supongo que es mejor tarde que nunca.

-Necesitamos reunirnos para hablar, con tiempo. Quiero conocer toda la historia, esta vez sin omitir nada.- le pidió su ex sin dar espacio a protestas, se sentía como la peor amiga y persona del mundo y necesitaba empezar a corregir 8 años de errores y malentendidos. Mientras el mundo de Valeria se derrumbaba a su alrededor, ella la había dejado sola.

-Está bien.- aceptó Valeria y la anticipación le produjo una sensación curiosa en el estómago. Los malditos sueños le dejaron las emociones a flor de piel.

-Te llamaré y nos ponemos de acuerdo.- ambas asintieron, necesitaban aclarar todo y quizás como propuso Ava, hasta podrían recuperar la amistad. Valeria hizo una mueca inconsciente, esa palabra sonaba tan mal entre ellas.

El ruido de la puerta al abrirse las trajo de regreso al mundo que habían olvidado y ambas se giraron para encontrar una Amanda mirándolas entre curiosa y sorprendida.

-Ontari Queen, vaya, esto sí que es una sorpresa.- se acercó a saludarla con un abrazo que su amiga le devolvió –Con esa excusa de que los Detectives se casan con el trabajo ya no haces tiempo ni para visitas. 3

-¿Llegando tarde al trabajo Dayne? Algunas cosas no cambian y yo que apenas tengo tiempo para dormir.- la saludó con humor y las dos se echaron a reír. Habían sido compañeras de crimen, fiestas y amores en la universidad a pesar de la diferencia de status social. Intercambiaron un par de bromas más cuando Amanda captó la mirada triste y nostálgica de Valeria. Alzó una ceja interrogante pero su amiga desvió la atención y decidió no insistir en ese momento.

Las tres se acomodaron entre papeles y comenzaron a explicar con detalle lo sucedido en la Empresa y las pruebas que tenían hasta el momento. No muchas para un caso, pero las suficientes para comenzar la investigación de manera discreta. Más de una vez Amanda notó el intercambio de miradas entre ambas mujeres cuando creían que la otra no estaba mirando. Interesante. La reunión no se alargó mucho puesto que Ontari tenía que regresar a su trabajo, pero aseguró que se mantendría en contacto. Cuando las dos amigas se quedaron a solas, Valeria se distrajo con unos papeles y Amanda se dedicó a observarla en silencio.

-Me siento como un pez en una pecera, ¿por qué me miras así? – se quejó incómoda.

-¿Y tú desde cuando eres tan sensible? – contestó Amanda, sabía la verdadera razón -¿Estás bien? – la pregunta fue suave y preocupada. Valeria se rindió y soltó el lapicero, le dolía la cabeza por falta de sueño y tenía el estómago destrozado por los nervios.

-No dormí nada.- confesó presionando el puente de la nariz –Toda la noche soñando, recordando.-hizo una pausa –Estaré bien. Le conté una parte y fue...liberador. Quedó en llamarme porque quiere que hablemos. Ava tiene razón, lo necesitaba. Es una excelente mujer, ¿sabes? No cometas la tontería de apartarla.- le dijo entre ausente y distraída. Amanda no se lo tomó personal porque tenía razón y porque no hablaba solo de ella ni de su relación.

-¿Estás dispuesta a ese encuentro?

-He tenido caso 8 años para enfrentarla. ¿Qué crees?

-Que si te hace daño no tendrá que tratar más con ella. Ambas son mis amigas, pero tu bienestar ante todo.

-No es necesario, de verdad.

-¿Estás segura?

-Sí.- respondió un poco más firme y Amanda lo entendió como era, una señal para dejar el tema de lado.

-Bueno, esta noche hay una exposición de arte y llevaré a Ava.- comentó Amanda sonriente y Valeria se echó a reír olvidando sus malestares.

-Mencionas su nombre y te brillan los ojos. Estar enamorada te asienta.- Amanda la miró con los ojos abiertos de par en par, cuando fue a rebatir la detuvo –Estoy feliz por ti, ya era tiempo. No la dejes ir.

-Solo si ella quiere marcharse.

-Entonces has las cosas bien para que ese pensamiento nunca se le ocurra. ¿De quién es la exposición? – inquirió cuando tomó las invitaciones de la mesa. Miró el libro promocional y abrió los ojos de par en par –Lo había olvidado completamente. ¿En serio ya están aquí?

-En serio, se puntual.

-Esto no me lo pierdo yo por nada del mundo.

-Esperaba que dijeras eso.- contestó Amanda con una sonrisa.