Deep Blue Sea 15
Capítulo 15
Amanda recorrió la mesa ejecutiva llena de hombres trajeados con una mirada fría y cargada de desprecio. Su padre les había advertido la noche anterior después de la cena que Andrew llevó su “preocupación” a varios integrantes del board y habían convocado una sesión en pleno para discutir el estilo de vida de su futura prometida y la imagen de la compañía. Decir que Amanda estaba furiosa era quedarse corto y la sonrisa complacida de Andrew no ayudaba a mantener el temperamento bajo control. Por eso Nathaniel estaba sentado estratégicamente a su lado, para evitar un desastre si decidía rendirse a los impulsos de asesinar a alguien.
-Comiencen explicando por qué estoy perdiendo mi tiempo sentada aquí con tanto trabajo por hacer.- el tono fue glacial, no iba a perder el tiempo con rodeos.
-Esto.- Andrew lanzó la revista a través de la mesa y no necesitaba mirarla para saber cuál –La imagen de la compañía está en juego. Eres la CEO, temporal pero lo eres y decidiste llevar a cenar la stripper de turno.- concluyó con toda la burla posible.
Cada persona presente estaba al tanto de la ambición de su primo y la rivalidad familiar. Por eso estaban sentados en un cómodo silencio observando el circo. Amanda no podía culparlos. El mundo del dinero era así y siempre quedaba mejor cuando otro hacía el trabajo sucio. Bajo la mesa Nathaniel le presionó la rodilla ligeramente para calmarla, pero la furia de Amanda estaba contenida. Por el momento.
-Debe ser que cuando sales a cenar con la esposa de algún hombre no perjudica a la Empresa.- comentó casualmente –No obstante, para que duerman tranquilos. La joven que cenó conmigo no es la misma de las fotos, es su hermana gemela que falleció hace unos meses.- informó con el mismo tono de desprecio –Que cuestionen mi vida privada asquea. Que caigan en estos circos también. Yo no los llamo para preguntar cuántas prostitutas han pagado este mes. Me molesta la hipocresía.- varios se removieron incómodos en las sillas.
-No estás cuidando tus palabras Amanda.- le advirtió Enrique, uno de los integrantes más antiguos y accionista –Y nos estás insultando.- el hombre siempre tuvo reputación de dudosa y peligrosa.
-¿Respeto? – Amanda soltó una carcajada sarcástica -¿Te molesta que los llame hipócritas? Todos ustedes tienen más escándalos que luces en un árbol de navidad. Y ahora quien pondrá la advertencia seré yo. El próximo que falte el respeto a mi prometida…- hizo una pausa para estudiar el efecto de las palabras, entre rostros sorprendidos y el de Andrew pálido sonrió satisfecha –Van a saber lo que es un escándalo de verdad. Por suerte no tendré que lidiar más con sus ridiculeces.- en sincronía la puerta e abrió y Harold Dayne camino directamente a la cabecera de la mesa donde su hija le cedió el asiento –Mi trabajo aquí está hecho.- dijo y tomó asiento a un lado de su padre.
-Señores.- dijo Harold a modo de saludo con el semblante serio. Era un hombre amable por naturaleza pero con una debilidad, sus hijos –No voy a repetir las palabras de mi hija pero sepan que reflejan exactamente mi opinión sobre este encuentro, que fue convocado sin informar y sin autorización. Espero que no se repita. Ahora en asuntos más serios. He recibido una oferta de fusión y he tomado la decisión de aceptarla.- soltó sin más y la habitación quedó en completo silencio por los segundos en que tardaron en procesar las palabras. Después estalló el caos y las preguntas. Amanda y Nathaniel intercambiaron miradas sorprendidas, ni siquiera ellos estaban al tanto.
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El día de compras fue un éxito para Ava. Las tres mujeres que la acompañaron mimaron a Sebástian con regalos, ropas, juguetes y cada artículo de antes no tenía, o había comprado de segunda mano, ahora los podía escoger hasta en colores. No le permitieron protestar y más de una vez le provocaron lágrimas. La familia de Amanda la adoptaba sin preguntas y juicios, todos dispuestos a darle lo que tanto anheló.
-Este será mi regalo.- dijo Marcela, la esposa de Harold, colocando un libro con decoraciones en las manos de Ava –Llévalo a casa y elige con Amanda el que más les guste.- la revista no era nada menos que habitaciones temáticas de bebé y completamente decoradas –Es bueno que ambas tomen decisiones juntas como futuras mamás.- Ava le sonrió sin saber que decir. Las palabras tocaron algo que aún no asimilaba. Amanda también tendría derechos sobre Sebástian.
Abandonaron la tienda en dirección a otra más atrevida, Victoria Secret. Andrea y Valeria estaban decididas a que Ava también tuviese regalos. Marcela simplemente sonrió cuando le pidió ayuda con la mirada. La mujer se encogió de hombros. Era una conspiración. Se divirtieron a su costa, eligiendo conjuntos atrevidos y sexys entre bromas de doble sentido y sugestivas. Ambas se sorprendieron al saber que entre ellas no había intimidad, aún. Andy y Valeria intercambiaron miradas de intriga pero prefirieron no comentar al respecto.
-¿Qué sucede? – preguntó Ava insegura -¿Es algo preocupante? – suspiró y bajó la cabeza fingiendo revisar la lencería cuando una sensación desagradable le retorció el estómago. Realmente no quería imaginar las razones por las que no habían terminado en una cama –Supongo que es porque tiene de donde elegir.- comentó intentando contener la oleada de celos.
-No y no deberías pensar así.- la corrigió Valeria –Es cierto que no tiene la mejor reputación pero créeme, ha cambiado mucho. No tiene ojos para nadie más, te respeta y quiere asegurarse de que es lo que deseas y no te arrepentirás. No permitas que la inseguridad te gane y no te dejes intimidar porque lo van a intentar, créeme.- de eso estaba segura. Cierta clase de mujeres no respetaba absolutamente nada cuando se trataba de buena posición y dinero –Viene con el territorio, si no que te diga Andy.
-En cada coctel tengo que sacar a las zorras a punta de garras.-confesó casualmente la usualmente amable y risueña esposa de Nathaniel –Las miradas sugestivas, los escotes, no les importa si estás a su lado. Es la maldición del apellido Dayne y tendrás que aprender a lidiar con ella.- Ava suspiró profundo, no sabía cómo decirles que no tenía idea de cómo hacer algo así. No era ignorante ni ingenua, tuvo su cuota de hombres adinerados que pagaban una fortuna para verla bailar y sabía que algunas de sus compañeras aceptaban más que eso, incluyendo su propia hermana. Pero nunca había estado del otro lado, siendo la esposa o prometida en este caso, que lo tenía que soportar.
-Quien lo diría. Que un día me iba a tocar la otra cara de la moneda.- comentó con ironía y alejando las inseguridades por esa tarde.
-Bah, no te preocupes por eso. Vas a salir de aquí con todas las armas necesarias para mantener a tu querida prometida hipnotizada.- se burló Valeria, ella y Andy riendo por el color rojo en las mejillas de Ava. Salieron de la tienda tiendo y con varias bolsas en busca de Marcela para almorzar. Unos minutos más tarde ingresaban a uno de los restaurantes más sofisticados del barrio, cuando Ava se detuvo pálida en el pasillo junto a la mesa donde Marcela las esperaba. Valeria y Andy se detuvieron también. Marcela no estaba sola y de inmediato se dirigió hacia ella.
-¡Ava! No vas a creer a quien acabo de encontrar.- anunció animada y completamente ignorante a el caos que estaba a punto de desatarse.
Pero Ava si se lo creía, no es que la suerte estuviese de su lado y que aquel encuentro fuese del todo casual, no se lo creía. La mujer pelirroja junto a Marcela la observaba fríamente con unos ojos verdes idénticos a los suyos. Hubo un tiempo donde Ava se encogía ante esa mirada intimidante y desprovista de emociones, ahora simplemente la enfurecía y le dolía saber que nada había cambiado.
-Madre.- fue el saludo glacial y de inmediato el ambiente cambió.
-Ava.- la respuesta fue formal y educada, cuando la mujer se puso de pie –Un placer saludarte Marcela, me retiro para no importunar.- se dirigió a su acompañante que asintió aún sorprendida con la escena -¿Es posible que podamos hablar? – esa vez la atención fue para Ava que se obligó a respirar profundo para no causar una escena. No tenía ningún deseo de cruzar palabras con su madre, sabía el resultado de eso, humillación. Pero tal vez esa era su oportunidad para soltar de una vez por todos los años de dolor y sufrimiento, por ella y por Ivy, aunque realmente dudaba que a su madre le importara.
-No tengo…-comenzó Ava, pero un toque ligero la interrumpió. Siempre una mujer de recursos, Valeria le extendió una tarjeta personal a la mujer.
-Llame aquí con la información.- le dijo y la mujer asintió marchándose con un adiós de cortesía. El resto tomó asiento en un silencio incómodo.
-Lo siento Ava, no sabía.- se disculpó Marcela –Conozco a Cecilia hace años, nunca se me hubiese ocurrido que era tu madre. Aunque ahora que lo pienso veo un poco de similitud.
-No importa, muy pocos conocen la historia. No tenías como saberlo.- la tranquilizó aunque estaba tensa y preocupada -¿Preguntó algo?
-Nada particular, pero quizás yo cometí un error al hablar demasiado.
-Supongo que lo sabremos. ¿Qué tan pronto puedes presentar los papeles de adopción? – preguntó a Valeria.
-Mañana comienza el proceso.- respondió entendiendo por donde iba la preocupación de la joven –No te preocupes, Sebástian será tu hijo.- le aseguró, pero Ava no estaba tan segura de eso.
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Amanda llegó a casa agotada y enojada, además de preocupada. Al instante preguntó por Ava y Rosa la indicó que estaba en la habitación del niño, lo cual era comprensible teniendo en cuenta las noticias que había recibido de Valeria. Primero pasó por su cuarto a ponerse cómoda y después fue en busca de Ava. La habitación de Sebástian estaba casi a oscuras, pero la figura de Ava en el sillón reclinable era inconfundible. Se acercó con cuidado de no asustarla y cuando se arrodilló frente a ella descubrió que tenía las mejillas húmedas.
-¿Qué sucede? – fue la pregunta suave. No quería develar que ya sabía sobre el encuentro de su madre. Le acarició la mejilla y entrelazó las manos con ella –Ven.- con un pequeño impulso la ayudó a ponerse de pie y la guio fuera de la habitación –Dúchate y te espero en mi habitación, hoy no me quedaré dormida.- eso le ganó una sonrisa a Ava –Las dos nos merecemos un respiro, pero antes…- deslizó los dedos en una caricia por la piel suave del cuello y después los hundió en la cabellera roja y sedosa, atrayendo el rostro de Ava en un beso lánguido y perezoso, diseñado para hacer olvidar. Ella no se negó y aunque quiso desbordar la desesperación y el temor en sus labios, Amanda no se lo permitió –Déjalo ir.- le advirtió antes de silenciar cualquier protesta mordisqueando sus labios e invadiendo su boca, demandando toda la atención de sus sentidos y no se detuvo hasta que Ava se rindió con el primer gemido –Así me gusta, ahora, ducha y no tardes.- la apartó ligeramente y se despidió con un beso más casto en la frente. Con las piernas como gelatina y el cosquilleo del deseo recorriendo su cuerpo, Ava se metió corriendo a su habitación. Tenía que reconocer que las tácticas de distracción de Amanda eran infalibles.
Cuando Ava entró a la habitación de la pelinegra, se detuvo un segundo para admirarla. En un pijama cómodo y revelador, Amanda estaba distraída con el control del enorme televisor instalado frente a la cama. Con piernas interminables, un cuerpo delgado pero tonificado en cada músculo visible, senos perfectos aunque pequeños y una piel pálida y suave que se moría por besar. El calor familiar regresó a la sangre y se manifestó en el leve rubor que coloreó sus mejillas. La deseaba de una manera emocionante y aterradora por igual. Si tan solo supiera que hacer con ese deseo.
-Una foto es más permanente.- bromeó Amanda desde la cama. Había sentido la mirada hambrienta de Ava sobre ella y su cuerpo reaccionó al instante. Sin embargo no era el momento, no cuando habían tantas cosas sin decir entre ellas –Acomódate.- palmeó la cama en el espacio vacío junto a ella –El cine está listo.- Ava se desprendió de la puerta con una sonrisa y el sonrojo permanente. Nunca fue tan indiscreta, pero con Amanda nada en su comportamiento era normal. Se acomodó en las almohadas y por primera vez sin que Amanda tuviese que sugerirlo, buscó la seguridad de sus brazos lo cual significaba que realmente lo necesitaba. Amanda no dijo una palabra y se distrajo en hablar sobre la película para que su acompañante no percibiera la tensión –Sandra Bullock es de mis preferidas y The Heat es para morirse de risa.- la pelirroja aceptó. Ella no tenía tiempo para distraerse con un bebé por cuidar, además, necesitaba la fuerza silenciosa de Amanda para mantener a rayas el temor que había surgido después del encuentro con su madre. Se preguntó si la mujer a su lado tendría alguna idea porque no le preguntó nada. Por un lado se alegraba que respetase su espacio, por otro, la parte de ella que era independiente y no estaba acostumbrada a tener con quien compartir temores y preocupaciones la mantenía tensa y a la defensiva -¿Quieres hablar sobre ello? – la pregunta la tomó por sorpresa y la rabia y el temor respondieron por ella.
-¿Para qué? Es evidente que Valeria te dio los detalles.- contestó irritada. Cuando escuchó su tono y Amanda se tensó a su lado supo que había cometido un error y estaba liberando su enojo con quien no debía. Amanda no se movió ni pronunció palabra, esperando. No se imaginaba lo que Ava sentía, pero la reacción fue clara y le preocupaba que se lo guardara todo. Escuchó un suspiro y los labios cálidos de Ava en su cuello, depositando un beso tentativo –Lo siento.- otro beso y la mano que descansaba sobre el abdomen se coló bajo la camiseta del pijama. Amanda no podía negar que las caricias se sentían bien y que su control ya estaba en el límite, pero Ava no respondió a su pregunta y la distraía con algo íntimo que aún no compartían y que se podía salir de control por las razones equivocadas. Enojada con la situación detuvo la mano de Ava y se apartó para mirarla directamente a los ojos y lo que vio allí le encogió el corazón. Estaba aterrada.
-Quedamos en enfrentar esto juntas.- le dijo suave pero firme. Ava bajó la mirada avergonzada, hasta que un dedo le alzó el mentón y se encontró con ojos azules cargados de preocupación –Está bien sentirse mal, lo que no está bien es que me dejes fuera y permitas que lo que sientes se interponga entre nosotras. Si no quieres hablar lo respeto y esperaré a que estés lista.
-¿Hasta cuándo Amanda? Un día te vas a cansar de lidiar con mis problemas.- respondió agobiada y con tristeza. La sola idea era insoportable.
-Hasta que saquemos todo del medio. Estamos conociéndonos en circunstancias difíciles, es normal que esto suceda. Llegará un día en que vas a tener que enfrentar los míos. No tengo una vida sencilla y tampoco un carácter de rosas y solo va a funcionar si nos comunicamos.
-Es difícil a veces recordar que no estoy sola. Hoy…- Ava se detuvo para organizar las ideas -…Lo olvidé. Lo siento de verdad. Mi madre…
-¿Te asusta su presencia?
-Me asusta lo que puede hacer.
-¿Crees que quiera la custodia de Sebástian?
-Cuando Ivy murió intenté decirles y nunca tomaron la llamada. No saben sobre Sebástian pero es cuestión de tiempo, creo que Marcela puede haberle dicho sin percatarse. Ella lo controla todo, la imagen es lo más importante y el bebé es la oportunidad perfecta de redimirse como la madre abnegada que nunca fue y yo no tengo como protegerlo.- y tampoco tenía como protegerse ella del dolor que aún le causaba el abandono y la indiferencia de sus padres.
-Tus padres no lo tocarán.- sentenció Amanda y Ava creyó en su palabra, porque lo necesitaba y porque nunca había fallado en cumplirla.
-Gracias.
-Pero no te escondas otra vez y no utilices lo que existe entre nosotras para desviar la atención de los problemas. Si necesitas tiempo dímelo, no te voy a presionar.
-Entiendo, lo siento.- intentó apartarse con la sensación de que había arruinado la noche, pero el brazo alrededor de su cintura de lo impidió.
-Aún tenemos una película que ver.- le dijo la pelinegra con una media sonrisa y la acercó a su cuerpo depositando un beso en la sien, antes de regresar la atención a la pantalla. Ava cerró los ojos por un minuto, empapándose de la calidez y protección. La asustaba cuanto necesitaba la seguridad y la fuerza de Amanda, cuanto dependía de ella y cuanto le iba a doler si tenía que renunciar…el solo pensamiento le produjo escalofríos y se aferró más a la figura a su lado, que no la decepcionó envolviéndola en un abrazo –Déjalo ir ya, estoy aquí y están a salvo. No estás sola.- se sentía bien que por una vez la sostuvieran, así que Ava se abandonó con total confianza a la persona que ya sostenía su corazón.