Deep Blue Sea 14.5

Capítulo 14.5

Ok, disculpen mi despiste pero este capítulo faltaba y una persona me llamó la atención sobre eso. Olvidé publicar un capítulo por completo. Horrible. Quiero dar las gracias a quien me han seguido en la otra plataforma, que allá los espero y sigan disfrutando de la lectura.

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Para sorpresa de Ava el padre de Amanda y su esposa Marcela la recibieron con los brazos abiertos. Harold Daynes era un hombre con un sentido del humor fresco y divertido mientras que Marcela, la madrastra de los hermanos resultó ser una mujer dulce y amable, muy maternal que se preocupaba inmensamente por sus hijastros, más que eso los consideraba hijos propios. Nathaniel la adoraba, la aceptaba como una figura maternal que no tuvo, Amanda era otra historia. Mantenía un trato agradable, cordial y sonreía con afecto a la mujer pero existía una línea invisible y de conocimiento mutuo que Marcela no podía cruzar y esa línea se aplicaba a todos incluida ella.

Amanda se había encerrado tan profundo que aunque anhelaba sentirse parte de la familia, amada por una madre, por una pareja, no tenía idea de cómo demostrarlo o pedirlo. Incluso entre las risas, bromas y conversaciones se notaba como reprimía el exceso de emociones. Ya fuese en una sonrisa, como en ahondar en experiencias y anécdotas demasiado personales o emocionales. Sin poder evitarlo el corazón de Ava se encogió de tristeza. Ojalá y llegase el día en que ella pudiera contribuir a cambiar un poco de eso. Súbitamente Amanda irrumpió en la conversación llamando la atención de la mesa. Ava palideció, anunciaría el compromiso a su padre. "Oh Dios."

-Papá, tengo una noticia.- le dijo con una media sonrisa, parecía nerviosa. ¿Por qué? A fin de cuentas no era una propuesta verdadera.

-Y esta vez eres el último en saber.- rió Nathaniel –No recuerdo la última vez en que alguno de nosotros pudo sorprenderte.

-¿Una sorpresa? – preguntó Harold divertido –No tengo la culpa de que ustedes sean pésimos guardando secretos.

Ava observaba el intercambio con los nervios en un hilo cuando una mano cálida sostuvo la suya bajo la mesa, causando un ligero sobresalto. Amanda la observaba con una sonrisa y un brillo intrigante en la mirada. Aquel era de los momentos en que esos ojos azules la aislaban del mundo. Andrea estaba equivocada. "Profundo" no era la palabra adecuada para describir lo que sentía.

Amanda había estado intranquila toda la tarde desde que realmente procesó las palabras y las consecuencias de lo que había hecho. Proponerle un compromiso a Ava con futuro al matrimonio. Esa de todas, era la locura más grande que había cometido en su vida. Por un instante el pánico la paralizó. La última vez que cometió un acto impulsivo basado en sentimientos terminó con el corazón destrozado y las fantasías de un amor juvenil en pedazos. Un adiós a sus ideas de amor y romance. Quizás por eso escudó la petición tras una fachada de conveniencia sin analizar demasiado por qué de pronto estaba feliz y casi eufórica. A lo mejor fue un golpe de adrenalina por el temor al compromiso, nada complicado. Ava le atraía, le tenía cariño y ayudarla a conservar a su bebé con un compromiso era un precio insignificante a pagar por el futuro del niño. Sebástian necesitaba a su madre, porque aunque no lo hubiese llevado en su vientre, Ava lo amaba tanto como si lo fuera. Una ligera presión en la mano le indicó el regreso a la realidad, se había quedado en silencio y todos la miraban esperando. Amanda parpadeó percatándose que antes de anunciar el compromiso necesitaba despejar las dudas, una en particular.

-Si me permiten unos minutos.- anunció de pronto y se puso de pie provocando sorpresa general –Ava por favor, ven conmigo.- ni siquiera titubeó en seguirla, aún unidas de la mano. Amanda la guio hacia la biblioteca y cerró la puerta. Por un lado la duda parecía absurda teniendo en cuenta las condiciones del compromiso. Por otro tenía total sentido y lógica –Nunca me diste una respuesta.- Ava la miró sin comprender –Te propuse el compromiso pero nunca lo aceptaste. Ya sabes...- hizo un gesto con la mano sin saber explicarse a sí misma por qué era importante -...El, "si, acepto." – la joven mantenía la expresión de desconcierto en el rostro. Para ella todo estaba claro, había aceptado desde el inicio y no todas sus razones involucraban la adopción -¿Te sientes forzada?¿Es eso? Podemos buscar otras alternativas. Yo no quiero que esto sea otro motivo por el que te resientas.

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Inseguridad, comprendió Ava al instante. Amanda necesitaba una confirmación de que estaba allí por las razones adecuadas y por voluntad propia. Porque quizás necesitaba la misma confirmación que ella, de que Sebástian no era la única razón para aceptar el compromiso. Ambas necesitaban más que eso. Era una extraña muestra de vulnerabilidad en la mujer a la que admiraba y un regalo que suavizaba sus temores. No estaba sola en esa maraña de sentimientos. 2

Ava se acercó con una media sonrisa, entrelazó las manos con ella y sin mediar palabra la besó. Con suavidad y ternura, tomando el tiempo para acariciar los labios de Amanda con besos fugaces antes de profundizar el contacto y comenzar una batalla de conquista. Amanda estaba tan sorprendida que se entregó a las sensaciones y cedió el control, absorbiendo la calidez del cuerpo unido al suyo en cada curva, los murmullos de satisfacción que emitía Ava y las corrientes de placer que recorrían su propio cuerpo. Finalmente se apartaron agitadas y sonrojadas.

-Te lo juro.- gruñó Ava, eso de jugar a los besos la tenía en el límite. Apoyó la mejilla en el hombro de Amanda y suspiró –Me gusta tener tu atención, solo yo y me gusta mucho más la idea de que el compromiso de alguna manera te hace exclusiva para mí.- si Amanda elegía buscar otras mujeres no podía evitarlo, pero el compromiso le daba la sensación de seguridad aún bajo las condiciones que lo aceptó -¿Responde eso a tu pregunta? Ya estoy demasiado involucrada en esto, mucho más que aceptar tu ayuda, mucho más que una atracción.- confesó con el corazón desbocado y la realización de lo que verdaderamente sentía la golpeó con fuerza. Pero era una palabra que no podía pronunciar, no aún, o quizás nunca. Ni siquiera ella estaba lista para admitirlo, menos Amanda para escucharlo. El mensaje estaba claro en sus palabras. Se apartó ligeramente para mirarla a los ojos –Sí, acepto.- pronunció con la esperanza de que resultara todo lo verdadero que deseaba que fuese. 2

Amanda todavía se maravillaba con el efecto que Ava tenía sobre ella. Como era capaz de pronunciar las palabras adecuadas para calmar sus dudas y aclarar muchas otras. Una sincronía increíble, como si estuviesen conectadas a un nivel profundo, inconsciente, donde cada una brindaba a la otra tranquilidad y seguridad. Jamás había sentido algo así, el deseo de pertenecer a ese vínculo, de estar en el otro extremo de una conexión tan extraña como única. Había buscado y anhelado algo así toda su vida y también había perdido la esperanza en las historias con finales felices, hasta el instante en que Ava la miró a los ojos y aceptó ser suya. La emoción casi le provocó lágrimas en los ojos. Estaba famélica de sentimientos, de emociones, había enterrado esa necesidad por mucho tiempo y se abrazó a Ava como si su vida dependiera de ello, temblando como una hoja a causa de los recuerdos profundos y algunos dolorosos que regresaban. Ava la sostuvo en silencio, sin preguntar aunque preocupada. 2

-¿Estás bien cariño? – el mote cariñoso se deslizó sin querer y Ava se mordió la lengua por imprudente pero no hubo ninguna reacción. Continuaba envuelta en los brazos de su acompañante, que con una inspiración profunda se apartó.

-Estoy bien, ahora sí.- rectificó con una sonrisa acariciando el rostro de la joven –No tengo dudas Ava y me gusta la idea de la exclusividad tanto como a ti. Y también que me llames cariño.- bromeó más relajada. Detestaba los nombrecitos cursis pero se trataba de Ava y en sus labios sonaba con total sinceridad y además le gustaba –Regresemos a compartir la noticia. ¿Estás lista? –la joven asintió nerviosa pero sonrió cuando salieron tomadas de la mano hacia el comedor.

Resultó que Harold se tomó la noticia del compromiso con una sonrisa satisfecha y emocionada que no se borró ni siquiera cuando Amanda le explicó las condiciones que lo propiciaron. No hubo reclamos ni advertencias, simplemente las felicitó y dio la bienvenida a Ava a la familia. Era como si el hombre supiera todos los secretos del universo y ellos ninguno y por supuesto que los sabía. Su hija no le ofrecía matrimonio a todas las madres solteras de Londres por mucha preocupación que tuviera, solo a una, Ava. 7

-¿Para cuándo será la boda? – preguntó muy natural y alrededor de la mesa intercambiaron miradas confundidas y Amanda casi se atragantó. ¿Qué tan lejos tenían que llegar?

-Ehmm...Supongo que primero debe iniciarse el proceso de adopción.- aclaró Amanda confundida –Estos meses que siguen serán un poco agitados con la nueva colección, la investigación.

-Después de la presentación de la colección sería perfecto, una excelente promoción si me preguntas.- dijo Valeria animada.

-Mi boda no será una campaña de marketing.- resopló Amanda olvidando el pánico inicial.

-¿No? Debe ser que tu apellido no es Dayne y vives bajo una piedra. Lo será, tu misma te has encargado de que las revistas te persigan, así que mejor vamos planeando una boda novita y por todo lo alto.- concluyó Valeria sin inmutarse.

-¿Papá?

-Creo que tiene razón hija. Muchas personas no se lo tomarían bien si no reciben una invitación.- Amanda también lo sabía. En las esferas sociales y de negocios en las que se movían ciertos protocolos no podían olvidarse.

-Ava, ¿Qué quieres tú? – le preguntó Amanda de pronto. Se había mantenido en silencio a propósito para evitar justamente eso. Estar en medio de la discusión. Ella ni siquiera había procesado aun lo que sucedía cuando todo avanzaba tan rápido. 7

-Lo que sea mejor para ti Amanda.- contestó, era lo mínimo que podía hacer para pagar todo el bien que traía a su vida.

-Esa no fue la pregunta Ava.- fue la respuesta seria de Amanda. No le gustaban los shows de la prensa y Ava ya estaba bajo suficiente presión.

-Creo que debe ser una cosa a la vez.- comentó Harold captando la inseguridad y la tensión de la joven –Primero anunciar el compromiso, preparar la adopción y a partir de ahí decidir.

-Supongo que sí.- cedió Amanda que no había apartado la mirada de su futura prometida. Ava suspiró de puro alivio y sonrió en agradecimiento a su futuro suegro. "!Oh Dios, Harold era el suegro!." Un poco tarde para tener un ataque de nervios, observó ironía.

-Si es posible me gustaría pasar mañana para conocer a Sebástian.- dijo la esposa de Harold –Me han hablado tanto de él.- el comentario desvió la atención del tema de la boda como era la intención y Amanda se encogió de hombros. No tenía nada en contra de que su familia apoyase a Ava, en especial su madrastra que representaba la figura materna en su vida y que Ava nunca tuvo.

-Si Ava no tiene inconveniente.- respondió Amanda.

-Por supuesto que no. Estaré trabajando pero será un placer.

-Un día de descanso te hará bien.

-Pero...

-¡Maravilloso! Estaré aquí temprano. ¿Está bien si salimos a desayunar?

-Eh, ¿sí? – Ava respondió insegura.

-Puedes ir Ava. Pasas mucho tiempo aquí dentro. No te preocupes por los paparazzi, eso ya no importa.- le aseguró Amanda, sabiendo que Ava prefería permanecer entre las cuatro paredes a causar más revuelo.

-Está bien.- concedió derrotada.

La cena terminó sin más interrupciones. Nath y Amanda se retiraron al despacho con su padre unos minutos para discutir asuntos de la Empresa, mientras Ava y el resto planeaban el paseo. Hasta Valeria decidió unirse con la excusa de que no había tenido tiempo de hacer un regalo a Sebástian, además de que Ava necesitaba un tiempo de chicas. Ava no pudo protestar. La familia de Amanda la recibía con brazos abiertos y eso la abrumaba preguntándose cuando le tocaría despertar a la cruda realidad. Las cosas así de buenas no duraban demasiado. Valeria también mencionó que se pondría en contacto con el abogado familiar para comenzar el proceso de adopción. Cuando Harold y los hijos abandonaron el despacho se despidieron con la promesa de una nueva cena familiar. Ya a solas, Ava notó la ligera tensión en Amanda que no estaba ahí antes de la cena y sí después de la conversación con su padre.

-¿Todo bien? – preguntó con cautela. Sabía que Amanda intentaba protegerla pero tampoco le gustaba estar ignorante –No me ocultes lo que sucede, sobre todo si tiene que ver conmigo. Por favor.- la mujer suspiró más relajada antes de responder.

-Tiene que ver con la empresa, pero se debe más al conflicto familiar con Andrew. No tiene intenciones de detenerse, hará lo que sea para obtener el control.

-Imagino que te refieres a las fotos.- concluyó en voz baja y Amanda asintió, pero la cortó rápidamente cuando fue a protestar –No, no se trata de ti. Fotos o no es una excusa detrás de otra y ya estoy harta. Papá casi tuvo un infarto por el estrés y Andrew se supone que está para aliviar el trabajo, pero está demasiado ocupado con las mujeres y no haciendo lo que debe. Lo quiero fuera y este es mi momento. Nath y yo tuvimos esa conversación con papá. Lo voy a sacar de ahí aunque sea a rastras.- Ava sabía que la guerra familiar no era su responsabilidad pero la tranquilidad de Amanda sí. Asintió en silencio y de la mano la guió escaleras arriba, contenta cuando la pelinegra la siguió sin cuestionar.

-Necesitas una ducha caliente para relajar, ve y espérame en la cama con la menor ropa posible.- le pidió cuando estuvieron frente a la habitación. Amanda esbozó una sonrisa traviesa.

-¿Eso es una propuesta? – preguntó seductora. Ava rodó los ojos y la empujó hacia la puerta. Por alguna razón las dos sabían que no era el momento correcto para más y ninguna quería equivocarse en la relación naciente, lo cual era frustrante y especial a la vez de experimentar como las etapas de cortejo que ya no existían.

Amanda fingió un suspiro decepcionado pero hizo lo que le pedía. Cuando Ava tocó ligeramente la puerta de Amanda 20 minutos después tenía el corazón desbocado. La sugerencia le parecía ya una mala idea de lo tentadora. Masculló por lo bajo una maldición que sonó muy parecido a "hormonas adolescentes" y entró a la habitación encontrando una imagen inesperada. Algo muy parecido a la ternura le calentó el pecho con la imagen, Amanda profundamente dormida. No le sorprendía con el ritmo de trabajo y el estrés. Con cuidado se acercó a la cama, la cubrió con la sábana y apartó un mechón negro del rostro. Dos orbes azules se abrieron de pronto, oscurecidas por el sueño, no hubo palabras, solo un suspiro y un beso casto de buenas noches antes de apagar la luz y marcharse. Momentos como ese, donde una simple mirada las conectaba a niveles tan profundos que era incomprensible para ella, le confirmaban lo que ya sabía. Se estaba enamorando de Amanda.