Deep Blue Sea 11
Capitulo 11
Se que dije que no continuaría publicando en TR, pero algunas personas han expresado su opinión al respecto y tienen razón. Ya que lo comencé no sería justo dejar la historia a la mitad. Así que la voy a terminar en TR para quienes se preocuparon. Si soy honesta, pensé que nadie la leía, por eso fue parte de la decisión. Igual si mantengo mi palabra, que las publicaciones futuras serán en wattpad.
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Amanda revisaba las estadísticas en la pantalla de la computadora en el despacho de la empresa cuando el teléfono rompió el silencio. El identificador mostraba el nombre de Valeria. Ya se había tardado.
-Valeria, ¿a qué debo el placer? Dos llamadas en dos días, comienzo a preocuparme.
-Buenos días para ti también Amanda.- el tono de Valeria era una mezcla de preocupación e irritación –Preocupada estoy yo. El anillo está precioso, lo que sea que te inspiró no lo dejes ir, te lo digo en serio.- si ella supiera- Lo que quiero que me expliques, es por qué demonios lo vas a excluir de la colección.
-Porque lo quiero conservar, es único. La colección tiene otras piezas mejores.
-Te lo juro, últimamente no eres tú.- se quejó su amiga, Valeria tenía sus sospechas y estaba preocupada lo que la llevaba al segundo motivo de la llamada –Por cierto, pide a tu secretaria que compre un ejemplar de cualquier revista de chisme. Hello, Ok Magazine, etc. Creo que las cosas están a punto de salirse de control.- ¿Ahora qué? –Por último, Cartier concertó la reunión en Paris mañana a las 9am, tienes que volar esta noche, no hay opción. Ya sabes que ese contrato es importante, el más importante. Mantenme al tanto.- y con esa petición Valeria colgó.
La Ejecutiva miraba las fotos y el artículo con una mezcla de incredulidad, rabia y la sensación de haber cometido uno de los errores más grandes de su vida. Maldijo mil veces en silencio al mundo y a ella misma por ser tan descuidada. ¿Cómo no pensó en esto?¿Cómo pudo exponer todo así? La impotencia era tan grande que tenía ganas de gritar y golpear a alguien. Necesitaba hablar con Ava pero no tendría tiempo hasta su regreso de París. La reunión con Cartier era muy importante, una oportunidad para trabajar en conjunto con una de las marcas más importantes en el mundo de la joyería. Si tenía suerte, algunos de sus diseños serían confeccionados exclusivamente por Cartier.
-¡Maldita sea! –masculló frustrada y marcó al despacho de la casa esperando que Ava estuviese ahí.
-Residencia Daynes.- contestó la joven con seriedad, el dolor de cabeza remitió un poco de solo escucharla.
-Ava, soy yo, Amanda.
-Oh, Amanda, que sorpresa.- el afecto en su tono era evidente y sonrió -¿Todo bien? Me alegra que hayas llamado, estaba pensando en ti.- otra sonrisa, todavía no se acostumbraba a ser el objeto de tanto afecto sincero.
-Sí, todo bien aquí en la Empresa y me alegra saber que me tienes presente.- Ava hizo un ruidito de incredulidad, como si fuera posible –Se te escucha preocupada Amanda.- ¿Cuándo había aprendido a descifrarla tan rápido?
-Lo estoy. Escucha, algo sucedió la noche de la cena, tomaron unas fotos, no sé cuándo, nunca me percaté pero han terminado en cada reviste de chisme posible.- le dijo Amanda sin detenerse –Lo lamento Ava, tu situación es delicada y yo la convertí en un circo. El artículo insinúa que eres mi nueva amante, no conocen tu identidad aún, pero es cuestión de días que comiencen a investigar y van a exponer hasta el último detalle de tu vida.
En el otro lado de la línea se hizo un silencio mortal. Ava estaba helada, entre el shock y el ataque de pánico que le recorría el cuerpo. ¿Cada detalle de su vida expuesto? "Oh Dios, oh Dios." Había esperado evitar algo así al menos hasta que interpusieran la demanda y los abogados la humillaran frente a todos. Pero allí habría estado sola y su pasado nunca hubiese afectado a la mujer que la salvó de la desgracia. "Oh Amanda, lo siento tanto." Controló las lágrimas y el sollozo antes de poder hablar. Tenía que contarle todo, tenía que decirle que gracias a su pasado y malas elecciones, su vida se convertiría en un infierno. Y por supuesto que nunca más querría saber de ella, no cuando le había ocultado secretos que podían perjudicar su vida, su imagen y la confianza que depositó en ella.
-Amanda, necesito que vengas ahora a casa.- le dijo desesperada, la voz se le quebró –Necesito que hablemos, es importante.
-No puedo, tengo que viajar a París en dos horas pero trataré de regresar lo antes posible. Te lo prometo.- contestó sintiéndose miserable por lo que estaba provocando y no poder estar con ella en ese momento.
-Por favor, necesito hablarte. Hay cosas que tienes que saber de mí, de mi pasado.- lo intentó conteniendo el llanto –No quiero que lo sepas cuando una revista publique la peor versión de mí.
-Lo siento Ava, tendrá que esperar y créeme, nadie se siente peor que yo con todo esto. Además, no creo que en tu pasado exista nada que pueda perjudicarme o supere lo que yo he hecho. No te preocupes por mí, se manejarlo, estoy acostumbrada y lo prefiero a que caigan sobre ti y Sebástian. Quédate tranquila, ¿Sí? Recuerda, estamos juntas en esto y yo no me arrepiento de esa cena.
Ava se quedó mirando el teléfono cuando Amanda colgó, con lágrimas silenciosas empapando sus mejillas y la garganta cerrada en un nudo. Amanda estaba equivocada completamente. Decidida salió en busca de Rosa y algo de información, minutos después marcaba el teléfono.
-Valeria, es Ava.- claramente la mujer conocía sobre el artículo y las fotos, estaba preocupada por ella –Estoy bien, pero necesito un favor, es sobre Amanda.
-Lo que sea Ava, ¿Qué sucede?
-Necesito que me ayudes a salir de aquí, es demasiado tarde para lo que está por venir, pero al menos esto lo puedo hacer bien por ella y desaparecer de su vida antes de perjudicarla.
-¿Qué?¿Desaparecer?¿De qué hablas? No Ava, primero Amanda me asesina y segundo, ella sabía lo que hacía cuando tomó la decisión de llevarte a la casa.
-Valeria, mi pasado es una pesadilla que la va a perjudicar y mucho. Intenté decirle pero se marcha a París y no es algo que puedo contar por teléfono.- la voz se le quebró una vez más –Cuando sepa lo que hice nunca más querrá mirarme a la cara y sé, porque lo sé, que saldrá en esas revistas para que el mundo lo vea.
-Ok, me has convencido, entiendo que es algo grave, voy para allá y antes de tomar una decisión vas a contarme todo Ava. Quizás haya una manera de enfrentarlo, Amanda no te dejará marchar tan fácil y no me lo va a perdonar a mí si te lo permito.
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Amanda recogió la maleta en la estera del aeropuerto y salió casi corriendo hacia la salida. En París no tuvo tiempo de nada, entre la reunión y la comida sorpresiva con la hija del Presidente de Cartier, Amalia Jacques, una admiradora de su trabajo y la que había propiciado todo, no tuvo tiempo de llamar para hablar con Ava, ni con Valeria siquiera para darle las buenas noticias. Prefirió regresar a primera hora, sobre todo porque había pensado en Ava cada minuto y lamentó no poder llevarle un regalo de recuerdo. Quizás podía remediar eso.
Camino a la salida se detuvo en una de las tiendas de souvenirs y escogió unos chocolates, cuando se percató que la cajera la mirada fijamente. Probablemente la reconocía de alguna revista en la que publicaban sobre ella con frecuencia, por curiosidad compró un ejemplar, intrigada por la evolución de su historia con Ava. Lo había olvidado completamente con tantas cosas de que preocuparse, comenzaba a cuestionarse si entre el trabajo de la Empresa de su padre y el lanzamiento de la nueva colección era demasiado.
Ojeó la revista distraída hasta que una foto de página completa y un rostro muy conocido la congeló en el lugar. Amanda parpadeó aturdida, de pronto era incapaz de escuchar y ver más allá de lo que la página mostraba porque no era solo una foto. Un latido doloroso se instaló sobre la ceja derecha y hubiese jurado que el estómago se le retorció hasta quedar en un nudo. La oleada de furia le estremeció el cuerpo, la sangre le hervía bajo la piel y la foto estaba grabada a fuego en su retina. Tenía que haber una explicación para lo que estaba viendo y recordó la desesperación de Ava durante la llamada. No, se negaba a perder el control allí. Cerró la revista, pagó por todo y fue en busca de un taxi mientras marcaba a Valeria y le informaba sobre el resultado de la reunión. Nada sobre el artículo y le resultaba imposible creer que su amiga no estuviese al tanto. Cerró los ojos contra el cristal frío, ignorando la punzada de dolor en el pecho, la decepción, la rabia y los celos que le quemaban las extrañas como un veneno corrosivo. Inspiró profundo y lo bloqueó todo, resguardándose en los muros que la habían protegido y que en ese instante necesitaba más que nunca para sostener el control.
Valeria colgó la llamada con Amanda y miró a la mujer frente a ella. Ava estaba pálida, ojerosa, los ojos rojos del llanto y las lágrimas que a ratos se le escapaban. La joven estaba hecha un desastre y no era para menos, si antes la situación era delicada, había escalado a categoría infernal.
-Amanda está en camino. ¿Estás segura que no quieres que esté presente? – le preguntó y Ava asintió.
-Es algo que tengo que hacer sola, se lo debo.
-Será difícil, pero tienes mi apoyo. No te juzgo Ava y te comprendo, pero estoy fuera de la situación. Se paciente y mantente firme con ella, le importas mucho.- la aconsejó antes de ponerse de pie y salir del despacho.
Valeria esperó a su amiga en el salón del bar, era el primer lugar que visitaría a su llegada y no se equivocó. Amanda entró en silencio, mortalmente seria y pálida con línea de tensión dibujadas en el rostro. Lo sabía, ya lo sabía. Intercambiaron una mirada sin palabras en lo que Amanda se servía un vaso de wiskey y que bebió de golpe. Valeria se acercó sabiendo que no era momento para palabras. Le apretó el brazo en un gesto de apoyo, le dolía verla así y como cada oportunidad que llegaba a si vida estaba manchada por algo.
-Lo siento, si sirve de algo yo le creo, intenta hacerlo tú también.- le dijo antes de marcharse, no esperaba una respuesta.
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Ava había pasado los dos días en un manojo de nervios, convencida de que cuando la verdad saliera a la luz Amanda la echaría de allí y dolía. Hasta el último instante rezó para que las locuras que cometió en su juventud no le trajeran mayores consecuencias pero no había contado con las de Ivy, su hermana. Cada vez que ojeaba la revista se culpaba a sí misma por no haber sido capaz de detenerla, de protegerla de si misma y el daño que se hacía. Ivy siempre fue descuidada, atrevida, tenía la opinión de que todo debía vivirse intensamente porque cada día era único.
Pero ver aquellas páginas la destrozaba, la imagen de su hermana desnuda y drogada completamente, expuesta para que el mundo la recordase así. Ava hubiese sido capaz de asumir la identidad de las fotos si Amanda y Sebástian no estuviesen en su vida. Pero estaban y no quería perderlos, al menos no sin utilizar hasta el último argumento a su favor. Pero cuando la puerta del despacho se abrió, las palabras desaparecieron y la presencia de Amanda lo inundó todo. Ava se tragó el sollozo cuando vio la expresión en su rostro, una máscara helada y sus ojos vacíos. Quería refugiarse en los brazos de la única persona que no era capaz de mirarla a la cara y que probablemente no deseaba estar allí.
-Ya estoy aquí.- fue el saludo cortante que recibió de Amanda que se acercó al mini bar en busca de un segundo vaso de licor, para luego acomodarse en el sofá en una esquina del despacho. Aún no era capaz de mirarla directamente pero a juzgar por lo poco que había visto, Ava tampoco la estaba pasando bien. A pesar de todo deseaba abrazarla, consolarla, pero no estaba lista. La rabia pulsaba en la superficie bajo la piel y no quería que Ava tuviese que pagar por eso –Te escucho.
La tranquilidad fría con que Amanda impuso las condiciones de la conversación la golpeó más fuerte que cualquier grito. Amanda podía estar enojada por muchas razones, por cómo quedaría su imagen en la Empresa después de haberla ayudado, por su reputación ahora que estaba próximo el estreno de su nueva colección. Pero en cuanto a ellas y lo que significaba para su incipiente relación, sobre eso no sabía absolutamente nada. Estaba al borde de la desesperación y por mucho que quería derrumbarse y llorar necesitaba tener aquella conversación. Ava inspiró profundamente y asintió decidida.
-A los 17 años me marché de casa, no, en realidad nos marchamos de casa, mi hermana Ivy y yo, en contra de la voluntad de nuestros padres. Yo podía quedarme, era la hija modelo, con excelentes calificaciones y modales impecables, fue un dinero en educación bien invertido. Pero Ivy no. Ella se convirtió en la rebelde, protagonizando escándalos, avergonzando a mis padres. Amenazaron con enviarla a un internado fuera del país, era eso o marcharse de casa.- la historia sería más compresible si comenzaba desde el inicio –Eligió irse de casa y yo con ella, era mi hermana, sé que otra persona la habría abandonado a su suerte pero yo era la mayor, me sentía responsable de lo que ocurría y que culpaba a mis padres de no comprender, de que ninguna de nosotras les importara lo suficiente. Ivy a pesar de sus locuras era una niña que necesitaba a su madre y esa nunca estaba, ellos nunca estaban.- en ese punto Amanda la miró brevemente, el dolor en su voz era sincero y ahora se preguntaba dónde estaba la hermana, ¿cómo es que nunca se le había ocurrido preguntar por su vida, por su familia? Ava estaba sola con un bebé, ¿y sus padres y Ivy? La pelirroja pareció interpretar correctamente la interrogante en su mirada y respondió –Mis padres viven en Ascot.- dijo a lo primero, Amanda alzó una ceja curiosa. Ascot era un pueblo de personas ricas, no se podía ser un trabajador de clase media y costear una propiedad allí –Te sorprende, sí, mi padre es abogado, tiene mucho dinero y negocios, nacimos en cuna de oro. En la sociedad y el mundo en que viven no se permite otra imagen que no sea la de perfección, la familia feliz, a pesar de que todos saben que mi padre tiene amantes, por eso nunca está y mi madre, entre amigas y compras, galas benéficas, tampoco. En resumen, Ivy se rebeló, quería llamar la atención y lo logró.
-¿Por qué no te quedaste? – fue la pregunta sorpresiva.
-Ivy, fue la menor por dos minutos, gemelas, era parte de mí, crecimos juntas, yo...- la voz le falló.
-Fuiste su hermana y su madre.- completó Amanda comprendiendo en parte, el vínculo entre gemelos se conocía como algo especial -¿Eran idénticas?
-Sí, como dos gotas de agua. En un inicio nuestros padres presumían de tener dos muñequitas perfectas.- comentó con ironía, encajaba en su vida también perfecta.
-¿Hablas con ellos?
-No, nunca más, solo los llamé cuando...- se detuvo bruscamente y los ojos se le llenaron de lágrimas –No importa. Ya no importa. Lo siento Amanda, no son las respuestas que estás buscando, nada de eso interesa, solo lo que está aquí.- señaló la revista frente a ella –Esto es lo que debo explicar. Amanda negó y alzó la mano para detenerla.
-Se trata de tu vida y yo quiero escucharlo. Llegarás a eso, estoy segura de que tiene mucho que ver. Continúa.- le pidió, estaba interesada en todo lo que fuese parte de ella, quizá la ayudara a comprender.
-No marchamos a Londres, tenía unos ahorros, renté una habitación barata y salí a buscar trabajo. Ivy conoció un hombre, nos ofreció clases de baile y trabajar en su club. Sin trabajo, sin dinero, no tenía idea de lo que estaba aceptando hasta que fue demasiado tarde.- Amanda se tensó al instante, sabía que estaba a punto de escuchar cosas que no le iban a gustar. Comprendió exactamente lo que Ava insinuaba. La prostitución de jóvenes era muy común, extranjeras o no, una presa fácil para tipos como ese. Una rabia fría barrió con el poco control que estaba logrando recuperar, con mucha suerte ese hombre nunca se cruzaría en su camino porque era capaz de sacarle la piel a tiras.
-¿Cómo lograste...? – preguntó Amanda y el tono de suspenso fue suficiente. Ava no podía explicar cómo se sentía una joven de 18 años que prácticamente fue forzada a vender su cuerpo. Eran recuerdos que había desterrado mucho tiempo atrás, pero que de vez en cuando encontraban el camino de regreso a su vida, como ahora.
-Por ser gemelas teníamos nuestro propio show, en privado éramos muy codiciadas. Fue al inicio, uno de los clientes cruzó el límite y Ivy terminó lastimada. Lo amenacé, que me marcharía de allí, pero fue más porque decidió que era malo para el negocio, que por mis amenazas. Accedí a quedarme y bailar, tenía la esperanza de así proteger a mi hermana. Comencé a pagarme los estudios, era buena con los números, así que elegí economía. Reuní lo suficiente para abandonar el lugar, terminar y encontrar un trabajo y lo hice, me fui de Londres.
-¿Y tú hermana?
-Se quedó. Yo no podía continuar, me rompió el corazón marcharme pero Ivy...- se le escapó un sollozo –Ella se hundió cada vez más en las drogas, el dinero, aceptaba...
-¿Prostituirse?
-Sí.- susurró como respuesta.
-¿Y tú? – la pregunta se escapó antes de que pudiera contenerse. Ava había vivido un horror, pero para Amanda ciertas línea no debían cruzarse y necesitaba saberlo. Siempre había elección.
-Lo intentaron, al inicio. No pude evitar que la primera vez...- eran momentos que había enterrado tan profundo que a a veces se sentían ajenos, pero allí con Amanda tenía la piel al descubierto –La segunda, me llevé un cuchillo pequeño y lo corté. Estuvo a punto de matarme pero Ivy se ofreció a continuar con la condición de que todo el dinero fuese para ella. Lo hizo para protegerme.- intentó sonreír pero fue más una mueca de tristeza y resignación –Tengo préstamos escolares, ganaba bien, pero no lo suficiente.
Amanda tenía serios problemas en asimilar toda la información que recibía. En algún punto, quizás cuando Ava insinuó que fue violada, la visión se le nubló completamente y una rabia ciega pulsaba en su sangre como un veneno letal. Cada músculo de su cuerpo vibraba en tensión, quería encontrar a esos malditos y hacerlos pagar y probablemente lo haría. Las fotos le mostrarían el camino directo. Y Ava...¿de qué podía culparla?¿De querer cuidar de una hermana que estaba más allá de la salvación? Ivy eligió su vida y si querían llamarla egoísta porque Ava finalmente cortó el lazo de dependencia y se salvó de ese destino, a ella le daba malditamente igual. Solo quedaban varias dudas que aclarar.
-¿Las fotos? – preguntó, Ava se puso de pie y rodeó el escritorio con la revista en la mano abierta de par en par y se detuvo frente a ella.
-Esta soy yo.- señaló la imagen donde una pelirroja se colgaba de una barra semi-desnuda, aún tenía las partes íntimas cubiertas.
-Puede ser cualquiera.- la foto tenía unos años y no se distinguía bien.
-Lo sé, pero soy yo y no quiero mentirte.- contestó y Amanda agradeció la sinceridad, aunque no el pinchazo de los celos y la furia dentada que todavía bullía en su interior –La otra foto...es Ivy.- la mano le tembló y la revista se estremeció. Sin dudarlo, Amanda extendió el brazo, lanzó la revista a un lado y atrajo a Ava hasta su regazo, que entre el shock y la sorpresa no pudo hacer más que acurrucarse y llorar en el apoyo de la mujer que se había convertido en su pilar.