Deep Blue Sea 10

Capítulo 10

Hola! Este posiblemente será el último capítulo que publique en TR. Quienes quieran continuar la lectura, tendrá que ser en wattpad. El link está en mi perfil.

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El día fue una completa distracción para ambas. Amanda estaba inusualmente distraída y cada pensamiento se veía interrumpido por Ava y sus labios. Estuvo de tan buen humor y relajada que sorprendió a la secretaria de su padre, atendió a varios clientes con amabilidad, un par de conferencias, una llamada de Valeria que se irritó por tener que repetir la misma oración varias veces y que preguntase unas diez más que le ocurría, todo sin perder la paciencia. Un record.

Podía decirle pero no quería, aún no. A media tarde pidió que no le pasaran más llamadas, revisó los últimos diseños que Valeria le había enviado y que saldrían en la próxima colección de Dayne Design y se los envió de regreso, todos menos uno. La imagen tridimensional de un anillo sencillo, banda simple, fina en oro negro, con diamantes de 3mm incrustados en ascenso hasta la piedra principal, otro diamante más llamativo que en ese instante se le antojaba cambiar por una esmeralda.

¿De dónde había salido ese pensamiento? Probablemente de dónde había salido también el hecho de que la piedra combinaba perfecta con los ojos de Ava. Perfecto, simplemente perfecto. Con una mueca salvó el diseño y cerró la laptop, quería marcharse a casa. El celular vibró sobre la mesa con el rostro de Valeria y ya sabía por qué llamaba. Presionó el botón de aceptar.

-Amanda, falta un diseño.

-Lo sé, quiero hacerle unos cambios, te lo envío esta noche.

-¿Cambios, qué cambios? – inquirió irritada –Esto tiene que enviarse mañana a primera hora, de hecho, quería hacerlo esta noche por adelantado.

-Y lo tendrás, deja de molestar.- comenzaba a molestarse –Me voy a casa, buenas noches.

-¿Qué sucede contigo? Has estado extraña todo el día.

-Nada sucede, quiero irme, tengo hambre, ahora si me permites.

-Bien, procura enviarlo a tiempo.- le advirtió y recibió un gruñido de respuesta. Amanda había colgado.

Ava compensó la noche de ausencia y pasó toda la mañana con su hijo ante la mirada atenta de Rosa. En más de una ocasión tuvo la impresión de que la mujer quería decirle algo pero al final decidió que eran ideas suyas. En cierto modo estaba avergonzada, Rosa las había visto en el sofá dormidas, por suerte conservaron la ropa aunque faltó poco para perderla. Amanda y sus besos estuvieron todo el día en su cabeza y estaba convencida que no saldrían de allí en mucho tiempo. No era una cobarde que huía de las cosas difíciles, pero su situación allí era más que eso y se preguntó si no estaba perdiendo la cabeza. ¿Cuánto había tardado en besarla? Un día, una tarde desde que establecieron la norma para conocerse y no podía culpar a la otra mujer. Fue ella misma quien propició el beso, quien se lanzó sobre Amanda y por supuesto que no la rechazó. Sus labios y su cuerpo respondieron ante el recuerdo, impacientes por nuevas caricias y sin poder evitarlo se sonrojó.

-Dios mío, parezco una adolescente.- murmuró avergonzada y de cierta forma lo era. Nunca había estado con una mujer y Amanda sí, con muchas. Más hermosas y experimentadas.

El temor y la inseguridad le anudaron el estómago. Se aburriría de ella si no podía satisfacerla, ahora era la experiencia nueva, pero bien lo dijo Rosa, Amanda jamás se comprometía. De su boca nunca salieron palabras que implicaran una relación más allá de la cama y conocerse tenía más que ver con que vivían bajo el mismo techo. "¿Y qué esperas? Estás consciente de lo que ella quiere, ni más ni menos." Disfrutar, pasarla bien, experimentar, físicamente jamás había sentido lo que Amanda le provocaba y su cuerpo estaba hambriento, quizás eso desaparecería con el tiempo una vez satisfecho. Sí, eso tenía que ser. Después de bañar y alimentar a Sebástian trabajó en los papeles hasta que Rosa la llamó para comer casi anocheciendo, había logrado concentrarse y el tiempo pasó rápido.

-Me daré un baño y ya estoy de regreso.- le dijo, entonces se percató que no sabía nada de Amanda. ¿Dónde estaba? La respuesta llegó cuando a punto de entrar a su habitación Amanda salía de la suya en pijamas y con el cabello recogido en una cola. Lucía como una jovencita. ¿Por qué no la había ido a saludar?

-No quise molestar, Rosa me dijo que estabas trabajando.- comentó Amanda al ver la interrogante y la decepción en la mirada verde. Le costó mucho no entrar al despacho y mantenerse al margen para no abrumarla con su propia necesidad de verla. En cambio se concentró en modificar el diseño del anillo y enviarlo a Valeria con nuevas instrucciones.

-Entiendo.- logró decir Ava, ella tenía otras cosas que hacer y el hecho de que se besaran no significaba que actuarían como una pareja. Era estúpido y ella lo sabía -¿Tuviste un buen día en el trabajo? – se recompuso y esbozó una media sonrisa.

-Algo así.- había estado impaciente por regresar con ella. Nadie nunca había ocupado tanto sus pensamientos como Ava y eso la desconcertaba, pero fue así desde que la conoció y comenzaba a aceptarlo por muy absurdo y peligroso que pudiera parecer –Estuve un poco preocupada y distraída.- comentó molesta por la incomodidad entre ellas, evidentemente Ava no sabía cómo comportarse en la situación y se maldijo por tanta inseguridad entre ellas.

-¿Ocurrió algo? – preguntó al instante, ella preocupada porque Amanda no la había saludado cuando necesitaba descansar de toda la presión de la Empresa. Nunca fue una persona egoísta y no iba a comenzar en ese momento.

-Nada relacionado con el trabajo o tu situación, no te preocupes.- le aclaró para tranquilizarla, Ava frunció el ceño confundida y Amanda decidió ir directo al tema y arriesgarse. También cabía la posibilidad que Ava estuviese arrepentida de lo que ocurrió – Hum...¿Me darás un beso o tengo que ir yo? –Ava parpadeó sorprendida con el cambio tan radical y la petición. El corazón le dio un vuelco y no pudo evitar la sonrisa tonta, pero al menos logró controlarse y no salir corriendo hacia sus brazos, en cambio cruzó el pasillo a paso lento.

-¿Solo uno? – la mirada azul tormenta lejos de intimidarla le encendía la piel, a pesar de la tensión que percibía en el cuerpo de Amanda esta no se movió, cediendo una vez más la iniciativa.

Ava la estudió lentamente. La mujer alta llevaba unos pantalones de pijamas azules con estrellitas y una camiseta del mismo color, se veía adorable y en contraste con la imagen de seriedad y ejecutiva sensual que también llevaba a la perfección. Lo sentía como algo íntimo, personal. Más que eso, el deseo que se reflejaba en los ojos azules la hizo sentir atrevida y femenina, así que se acercó, apoyando una mano a cada lado de las caderas de la pelinegra y se alzó en la punta de los pies hacia sus labios. Los cuerpos se encontraron en cada curva y reclamó sus labios en un beso dulce y sensual. Algo parecido a un gruñido vibró en el pecho de Amanda y por extensión en su cuerpo, los pechos se rozaron sensibles y una mano rodeó la cintura de Ava en un gesto posesivo. Se detuvieron cuando los pulmones se resintieron y varios gemidos se escaparon mutuamente, la temperatura había subido escandalosamente en el pasillo. Amanda depositó un beso en la curva de la mandíbula femenina, incapaz de alejar los labios demasiado tiempo de la suavidad tan exquisita, pero sabía que tenía que detenerse.

-No, contigo nunca será solo uno.- dijo Amanda utilizando todo su autocontrol para no arrastrarla con ella a la cama –Necesitas irte ahora.- sugirió retirando la mano y permitiendo que Ava recuperase el control y la distancia. Casi maldijo ante la visión, labios inflamados, mejillas sonrosadas, Ava sería su ruina, eso lo tenía claro.

-Ehm sí, necesito ducharme...Rosa, la cena.- respondió Ava sin ser capaz de ordenar las palabras y aturdida, la mirada de Amanda era depredadora –Esto es difícil.- confesó sin importarle que fuese la presa, estaba frustrada. Acto seguido se sonrojó intensamente por el atrevimiento. Amanda parpadeó y soltó una carcajada espontánea, nunca hubiese esperado escuchar eso de la pelirroja y resultó refrescante y un alivio saber que ella se sentía igual. Ava no pudo evitar una sonrisa avergonzada –Lo siento, sé que lo haces por mí, porque te acusé injustamente.

-Esa no fue una acusación injusta Ava.- le rectificó, no iban a jugar a la víctima y el culpable –Quiero llevarte a la cama, pero también te respeto y esto es algo que necesitas asimilar y decidir por ti misma. No eres culpable de estar aquí y yo sí.

-Pude negarme a venir y no lo hice, soy adulta, como ahora puedo marcharme y rentar una habitación, me pagas lo suficiente, incluso más. Y sin embargo...- se detuvo cuando percibió la tensión en el cuerpo a su lado y alzó una mano por reflejo para acariciar la mejilla de su acompañante -...No quiero hacerlo.- confesó y los músculos bajo su tacto automáticamente se relajaron. Amanda se inclinó hacia la caricia, sorprendida por como algo tan simple podía aliviar la tensión de todo un día.

-Por esto estaba distraída y quería regresar a casa.- dijo de pronto, con Ava al parecer no podía contenerse. La declaración provocó una sonrisa emocionada en la pelirroja –Y por anoche.

-Es difícil concentrarse cuando paso el día contando los minutos para que lo hagas, para que regreses.- respondió Ava, Amanda se merecía la misma sinceridad –Le temo a esto, es intenso, desconcertante.- murmuró casi para ella misma más que para Amanda –Me cuestiono si no es que estoy perdiendo la cabeza y si quizás termine perdiendo mucho más.

Amanda comprendió que hablaba de sentimientos y no solo de la atracción física entre ellas. Esperó las alarmas que siempre se disparaban con palabras semejantes pero nunca llegaron, silencio total. Una vez mucho años atrás ella creyó sentirse así por alguien, fue una declaración total de un amor, o lo que creía que era amor de juventud. Iluso, romántico, ingenuo, sobre todo eso, ingenuo. Cualquiera con un poco de experiencia hubiese sido capaz de ver el verdadero rostro de la mujer a la que entregó todo. pero con 20 años descubriendo el mundo, la sexualidad. Las atenciones de una mujer mayor, hermosa, sensual y experta en seducir jóvenes tontas la deslumbraron.

Todavía podía recordar la sonrisa condescendiente con que la detuvo y le rompió todos y cada uno de sus sueños idílicos. Era una muñeca bonita pero inútil. Toda tierna y romántica, nada para lo que tenía tiempo en su vida. Esas palabras no solamente quebraron sus ilusiones, sino también su mundo, su amor propio, su orgullo. No estaba a la altura de alguien como ella, exitosa, hermosa y rica, mientras viviera como una niña mimada, superficial, que derrochaba el dinero de su padre. En eso tenía razón y gracias a ello estaba hoy donde estaba y había triunfado. Pero el resentimiento estaba allí, causando que las palabras sinceras de otra persona le provocaran una oleada de rechazo y no podía permitirlo. No podía permitir que después de tantos años influyera en su vida, a punto de despreciar un sentimiento que por primera vez la hacía sentir tan viva. Inspiró profundamente antes de hablar, arrepentida porque su silencio había provocado la tristeza de Ava.

-Yo...- intentó hablar pero Ava la silenció.

-No Amanda, se cómo manejas tu vida. No tienes que decir una sola palabra, se a lo que me expongo y aún así quiero esto.- firmeza y decisión absoluta.

-Eres una mujer valiente.- le acarició la mejilla –Pero estás equivocada, si tengo algo que decir sobre eso.- una pausa para que le sostuviera la mirada –Yo también lo quiero, si vamos a perder algo será juntas.- eso logró sorprender a la joven que abrió los ojos cristalinos. ¿ Qué le estaba diciendo? –Tengo mis razones para comportarme como lo hago y ninguna es válida ahora. Dejaron de serlo cuando te conocí. No puedo cambiar lo que dice una revista de mi pasado, solo puedo confiar en que con el tiempo llegue la confianza.- dos lágrimas rodaron desde la mirada verde primavera –Tampoco puedo predecir el futuro, pero a juzgar por el presente, creo que podemos tener uno muy bueno. No pido que te lances a esto sola si yo no estoy dispuesta a lo mismo.- más lágrimas que le encogieron el corazón, parecía que con cada palabra empeoraba el efecto y se sentía perdida. Pero confiaba en sus instintos y la acogió en un abrazo sin palabras, que la hizo sentir tan vulnerable como se veía la propia Ava.

Alivio, felicidad y esperanza, era lo que Ava sentía a cada palabra y necesitaba creerlo, que por el tiempo que estuvieran juntas se entregaría tanto como ella estaba dispuesta a hacerlo. Sobre el futuro no quería pensar. Tenía un probable juicio sobre la cabeza y no arrastraría a la otra mujer con ella, pero mientras si podía disfrutar de un pedacito de felicidad que le brindaba la vida. Alzó la mirada entre sus brazos y atrajo el rostro confundido hacia un beso suave y salado.

-Eso es suficiente para mí, confío en ti.- respondió con total entrega y Amanda se vió a si misma, joven, ilusionada, aunque a diferencia de ella Ava tenía muy presente la realidad. Y se prometió a si misma que no fallaría a esa confianza. Ava se limpió las lágrimas y sonrió –Tengo que dejar de hacer estás cosas.- comentó ante la mirada interrogante de Amanda –Arruinar besos calientes con un manantial de lágrimas.- ojos azules que la miraron con un toque de diversión y una carcajada que cortó la tensión del momento.

-Por esta vez tu honor escapa intacto.- bromeó Amanda y la empujó ligeramente hacia la puerta –Rosa nos va a matar, te espero abajo, quedarme aquí es demasiada tentación.

Ava tardó unos segundos en comprender el significado del comentario, hasta que se sonrojó completamente y entró a su habitación con una sonrisa satisfecha. No le importaría nada compartir la ducha con Amanda, la imagen de su cuerpo perlado con gotas de agua era devastadora.

-Necesito una ducha...fría.- se regañó en voz alta, a fin de cuentas la frustración era culpa suya. Pero estaba feliz y no podía, ni quería evitarlo.