Declaracion de la Renta
Una mujer casada, cree que su marido le prepara una encerrona con otro amigo para hacer una orgía.
Mi nombre es M , pero eso es lo de menos mi nombre de guerra es Kamora. Soy mujer de unos treinta y tantos años. Coqueta, femenina, sensual y creo que muy guapa.
En el terreno sexual, estoy abierta a nuevas experiencias que me plantee mi pareja, falta el día que le diga que no. Realizo todo tipo de prácticas sexuales y todas ellas me resultan placenteras. Mi pareja, con la cual comparto ya once años de convivencia, es muy varonil, moreno y complexión fuerte. Y es un buen fornicador, pero eso es normal, tiene una buena verga, cuando está dura mide bien unos dieciocho centímetros. Y me encanta comérsela.
Nunca le había planteado hacer un trío, porque era una idea que no me atraía lo más mínimo. Si que me encanta excitar a los hombres, y aun recuerdo un viaje que habíamos hecho con unos amigos, nosotros íbamos en la parte trasera del coche. Y mi pareja estuvo durante el trayecto haciéndome una paja. Nuestro amigo no dejaba de mirar por el espejo retrovisor, hasta que su mujer se dio cuenta. Y allí se armo la de Mari-morena. Y esa había sido la experiencia más sobresaliente en ese campo hasta ayer.
Sábado, por la tarde, no serían más de las cinco. Calor sofocante, se caían los pájaros con el calor. Estaba sudorosa y me apetecía horrores darme un baño relajante. Prepare la bañera con sales y puse unas velitas alrededor de la misma. Me desnude y me metí en el agua. A parte de las sales, también eche un patito que da masajes. Es un patito que vibra, y yo lo pongo en mi entrepierna, cierro los ojos y me quedo todavía más relajada. Llevaría en la bañera no más de diez minutos cuando oigo el timbre de la puerta.
Hipólito, cariño, abre la puerta que yo estoy en el baño. Grite.
Volví a repetir hasta dos veces, pero mi pareja no daba señales de vida. Así que a mi pesar tuve que levantarme de la bañera enroscarme una toalla, y de esta guisa fui abrir la puerta.
-¿Quién es?
- Soy Ramón, quede con Hipólito, para la declaración de la renta.
-Pasa
Ramón es un amigo nuestro, casado, con dos niños. El hombre se quedo impresionado al verme solo con la toalla. Sus ojos echaban chispas. Lo lleve hasta la cocina y le dije qué tomara asiento. Fui a buscar a mi pareja, el cual estaba desnudo durmiendo la siesta.
Le tire unos calzoncillos para que se los pusiera. Tenía la verga media dura. Y de esta guisa vestidos los dos, nos fuimos para la cocina donde nos esperaba Ramón. Yo con una toalla e Hipólito con unos calzoncillos. A mi se me intuían las nalgas y a él, el pene.
Ramón, era un tipo fibroso, moreno y bien parecido. Algo delicado, por no decir amanerado. No muy varonil. Pero heterosexual.
-Cariño, ponnos unas cervezas.
Me agache para cogerlas de la nevera. Y me di cuenta como Ramón observaba todo los movimientos. Serví las cervezas y me senté al lado de mi pareja. Pero Ramón me podía observar sin ningún problema. Más bien yo tenía ganas de que me viera la entrepierna. Así que sin disimulo se la mostré. Hipólito se dio cuenta de la jugada. Y yo creo que se excito como un burro. Me echo mano a la parrocha y empezó a frotármela. Ramón se quedo helado al ver mi húmeda entrepierna y ver como su amigo me estaba frotando el chumino. Hacia una semana que me lo había depilado. Y así, que el podía ver sin problemas mi rajita.
Nos fuimos calentando y ya no podía más. Así que le baje los calzoncillos a Hipólito y le empecé a comer la verga, con el rabillo del ojo observaba como Ramón se tocaba su polla por encima del pantalón. Al inclinarme para comer la verga de Hipólito se me quedo al descubierto la retaguardia.
Así que Ramón tenia que tener un buen plano de mí culo en pompa, enseñándole mí ojete y mi rajita, que estaba encharcada. Yo seguía a lo mío, comiéndole la verga, lamía y lamía en ella y con las dos manos la agarraba. Le apretaba las bolas hasta casi estrujarlas. Y lamía todo el tronco de la verga. Luego intentaba tragarla todo lo que podía. Esto le encantaba a mi pareja.
Hipólito se subió encima de la mesa y se puso a cuatro patas. Me dio todo su trasero, le separe las nalgas empecé a comerle el ojete, de vez en cuando le daba una palmada en las nalgas. No dejaba de menearle la polla. La escena era casi irreal. Me quede desnuda porque Ramón me quito la toalla. Se situó detrás mía, y con los dedos intento separarme las nalgas. Al sentir que me esta acariciando el ojete, di un respingo. Gire y le dije:
-No me masajees el culete que me desestabilizas.
Pero el siguió, empezó suavemente y luego fue cogiendo ritmo. Hasta que su dedo anular (me supongo, porque yo no lo veía) se introdujo dentro de mi ano. Hipólito no dijo nada, estaba absorto mientras le estaba comiendo el ojete.
Hipólito, mi pareja, decide tomar el mando, me obliga a arrodillarme y me veo con las dos pollas en la boca. La de él y la de su amigo, comiéndoselas, usaban mi boca como chocho, los dos se movían descompasadamente. Siguieron así como unos diez minutos hasta que se corrieron y llenaron toda mi cara de lefa. Me resbalaba, hasta llegar a mis pechos y con los restos de lefa me frote vigorosamente mi chumino.
Yo creo, que lo tenían preparado. Y a los dos le apetecía. Uno ver como su amigo me follaba y el otro follarme. Pues yo a chula, chula y media. Y les di caña a los dos.
Al terminar de correrse, primero se corrió Ramón y luego mi pareja. Me enfade y les dije que esto no se hacia sin proponerlo antes. Y que si, que chupársela se la chupada sin ningún problema a su amigo Ramón, pero que no iba a permitir que me penetrara otro hombre que no fuera mi pareja.
Pero para el año que viene tengo una fantasía erótica que es sentir dos vergas dentro de mí. Una en mi chumino y otra en mi culo.
Así que cuando llegue junio, estoy esperando a que Ramón aparezca para hacer la declaración de la renta y proponerles mi fantasía sexual.
¿Aceptaran?