Declaración de Amor

Este es el primer Relato que presente a un Certamen Literario, espero q os guste.

DECLARACIÓN DE AMOR

"Supongo que te sorprenderá leer esta carta, y más viniendo de mí, pero es algo que tenía que decirte y no quería que se escapara mi tiempo.

Hace ya unos 7 años que nos conocemos, y desde ese primer día en el que te vi me enamoré de ti. No sabía ni como te llamabas, pero tampoco me hacía falta saberlo, sólo con el hecho de verte por el patio del instituto ya era feliz. Nunca olvidaré la carne de gallina que salpicó mis antebrazos cuando te vi por primera vez. Hice todo lo que estuvo en mi mano para intentar estar cerca de ti, solo por el simple hecho de que te fijaras en mí.

Al acabar el instituto pensé que, salvo contadas ocasiones, no te volvería a ver nunca más, y menos tenerte a mi lado y poder oler tu fragante perfume, pero llegó algo que nos volvió a juntar. No sé si fue el destino, o una simple casualidad, el caso es que el amor que sentía por ti desde hace años, volvió a surgir aún con más fuerza. Estar a tu lado me daba esta vez tranquilidad y confianza, no como antes, cuando los nervios afloraban en mí como el que va por primera vez al dentista, seguramente te hubiera dicho en cualquier momento lo mismo que estás leyendo ahora mismo, pero hasta que no ha llegado el momento de separarnos no me he dado cuenta de lo que te puedo echar en falta.

Cada vez que nos mirábamos o nos tocábamos, la vocecita interior que todos tenemos me decía: "Venga díselo, dile lo que sientes", pero tenía tanto miedo a que me rechazases que nunca he sido capaz de hacer lo que estoy haciendo ahora. Te quiero Sandra, y no puedo seguir callándomelo más. Y no es sólo que te quiera, es que no voy a querer a nadie en esta vida ni la mitad de lo que te quiero a ti. Muchas veces he soñado como sería la vida si estuviésemos juntos, y dudo que haya algo más bonito. Sólo con mirarte a los ojos y ver que eres feliz conmigo sería suficiente para saber que mi paso por esta vida ha servido para algo.

Esto es sólo una muestra de lo que siento por ti, el resto está en mi alma esperando que lo descubras. Tú me conoces bien y sabes como soy, y no haría esto si no es porque realmente lo siento. De todos modos quiero que sepas que los sentimientos que tengas hacia mí después de leer esto, los comprenderé sean cuales sean. Siempre me has visto como una persona que te ha escuchado y ayudado, y a no ser que en tu interior haya también una vocecita que te diga algo parecido a lo que yo escribo, no creo que cambies la forma de verme, aunque yo te amaré siempre.

Deseo que seas feliz en esta vida, y si no puede ser conmigo, que la persona que disfrute de tu amor procure hacerlo posible, porque eres la mujer más maravillosa que ha pisado la faz de la tierra y siempre te llevaré conmigo en mi corazón".

Esta fue la carta que le escribí a Sandra, la persona que más he querido en esta vida. Nada más dejarla en su buzón, una sensación de tranquilidad se adueñó de mí, como intuyendo que nunca me contestaría. A los cinco días recibí una llamada en el móvil, era ella. Una mezcla entre nerviosismo y miedo se apoderó de mí. Descolgué, esperando que me dijese lo que he estado deseando oir tanto tiempo. Fue una conversación corta, sólo me dijo que teníamos que vernos en la cantina de la universidad a la hora de comer, y colgó.

Nunca en mi vida he tenido tantos nervios como ese día. Allí estaba yo, esperando a que entrase por la puerta. Llegó un momento en el que perdí la cuenta de las tilas que me había tomado, incluso pensé en tomarme un Licor 43 para ver si me relajaba, pero cerré los ojos y decidí respirar lentamente, relajando los músculos, entre ellos el corazón que parecía salirse de mi pecho.

Al poco rato entró por la puerta, deslumbrante como sólo ella sabía hacerlo. No es que fuera muy ostentosa vistiendo, pero es como si tuviera un don que hacía que todo lo que se pusiese le sentase bien. Mientras ella se acercaba, yo la miraba como si fuese la octava maravilla del mundo. Ella esbozaba una leve sonrisa de complicidad. Se sentó frente a mí, lo que hizo que no pudiera apartar mi mirada de sus enormes y preciosos ojos negros. Abrió el bolso y sacó un papel doblado. Me dijo que tenía pensado contestarme del mismo modo en el que yo me había declarado, pero que prefería hacerlo en persona, le parecía lo más oportuno, y comenzó a leer:

"Como supondrás he recibido tu carta, y como bien dices, era algo que no me esperaba recibir, y mucho menos viniendo de ti. Siempre has estado ahí, animándome en mis malos momentos y apoyándome en mis decisiones, y te lo agradeceré eternamente. Entiendo que quieras demostrar, más que demostrar, declarar tus sentimientos, y la verdad es que me ha gustado mucho como lo has hecho, ya que escribir una carta es una de las formas más bonitas que puede haber. Pero también sabes que ahora estoy con un chico, y lo cierto es que me va muy bien. Sé que suena a frase típica, pero es la verdad. No sé cuanto tiempo estaré con él, porque a veces nos peleamos y es como si deseara no volverlo a ver nunca, pero hoy por hoy le quiero".

Mi cara cambió drásticamente, de una felicidad comedida a una tristeza solemne, mientras ella me miraba cariñosamente, no pudiendo evitar que cayese una lágrima por sus sonrosadas mejillas al ver como estaba yo. Siguió leyendo:

"Con todas estas palabras no quiero que pienses que no siento nada por ti, al contrario, nuestra amistad perdurará por siempre, y si tuviera que pasar el resto de mi vida con alguien, sería con alguien como tú, pero no es tan fácil como parece comenzar una relación contigo, mucho menos mientras estoy con este chico. Necesito tiempo para saber que es lo que quiero y lo que me conviene".

Yo veía que la carta era más larga aún, pero ella no pudo reprimir las lágrimas y tuvo que dejar de leer. Rápidamente guardó la carta en el bolso y se levantó. Justo antes de marcharse, se acercó a mí y me dio un dulce beso en la frente. No esperaba esa reacción por parte de ella, y allí me quedé, sin hacer nada, viendo como el amor de mi vida se marchaba llorando.

Pasaron los días y no recibía ningún tipo de señal por parte de ella. No me cogía el móvil ni la veía por el messenger. Incluso un día fui a esperarla al salir de clase y tampoco la vi. Una gran depresión se iba adueñando de mí, los días se habían vuelto largos e insulsos, así que solo tuve una opción si quería poner fin a esta historia: hablar con sus amigas.

Sabían donde quedaban a tomar café todos los días, así que me presente. Allí estaban ellas, como si de una reunión de brujas se tratase. Me conocían, y suponían que a mí me gustaba Sandra, por lo que el tema de conversación era evidente. No quisieron decirme mucho, solo que fuera a los bares del puerto esa noche para obtener una respuesta.

Y allí me presenté bien temprano, para no faltar a esa cita improvisada. Y tal y como me dijeron las arpías, tras mucho esperar, la vi aparecer. Yo llevaba mis mejores galas para la ocasión, pero lo suyo era como sacado de un cuento de princesas. No había mucha gente en la discoteca, así que decidí "esconderme" un poco, hacer tiempo y esperar a ver cual sería su reacción al no verme por allí, porque seguro que sus amigas le habían dicho que iba a ir. Y, efectivamente, llegó con un grupo de amigos y me estuvo buscando por el local durante un rato, al tiempo que se tomaba un par de cubatas. Entre que el local no era muy grande, y yo quería que me encontrase, en la tercera vuelta que dio nos chocamos.

Me miró a los ojos, dejó la copa en la barra, me cogió de la mano y me dijo que bailásemos. La verdad es que hice bien en esperar, porque ese par de lingotazos que se tomó le quitaron la vergüenza que pudiera tener. Comenzamos con una típica canción de regueton, y lo cierto es que se la veía muy suelta, restregándome su culo por mi cuerpo y adoptando posturas muy sensuales. Después de un par de canciones, en las que hubo movimientos que habrían puesto cachondo a un muerto, pusieron una canción de las lentas. Era mi momento de pasar a la acción, pensé, y no dudé, la cogí de la cintura y la arrime a mi cuerpo, juntando nuestras miradas en un momento que ni siquiera hubiera podido imaginar. Ella fue bajando sus manos por mi espalda hasta llegar a la parte más alta de mi culo. Yo no me atrevía a hacer eso y solamente le acariciaba la espalda. Nuestras frentes se chocaron dulcemente, mientras nuestras cabezas se fueron moviendo lentamente hasta que nuestras narices se rozaron sensualmente. Las miradas se hacían ardientes en esos segundos. Muy despacio nuestros labios comenzaron a acercarse. Era como si el tiempo se hubiese detenido, sin música, sin gente, sólo ella y yo, lo que había soñado cientos y cientos de veces estaba apunto de suceder. La acerqué todo lo que pude a mi cuerpo, lo que hizo que nuestros labios se tocaran durante unos segundos que se hicieron eternos. Ella se separó de mí y se me quedó mirando fijamente. De repente me soltó y se fue hacia la barra. Yo me quedé allí, en medio de la pista, esperando a ver que sucedía, pero parecía que mi oportunidad se había esfumado. Llegó a la barra, cogió el cubata que había dejado, y se bebió de un tirón lo que quedaba, que era más de medio vaso. Se volvió hacia mí y comenzó a andar, con paso firme y nada dubitativo, mientras yo pensaba en el guantazo que me iba a dar. Al llegar a mi altura, me cogió de la cintura, tal y como yo la había cogido antes, me apretó contra su cuerpo, me miró fijamente y leyendo sobre sus labios me dijo: Te quiero. Y acto seguido comenzó a besarme como si fuera algo que hubiera estado deseando toda la vida. Nuestras lenguas se entrecruzaban mientras nuestras manos repasaban cada centímetro de espalda. Ahí si que puedo decir que el tiempo se paró, porque según me dijeron después, estuvimos como unos diez minutos besándonos, pero para mí fueron unos pocos segundos. Terminados esos besos apoteósicos, me acerqué a su oido y le dije que tenía el coche aparcado fuera. Ella no me dio tiempo ni a preguntarle si quería venir, directamente me cogió de la mano y me sacó del pub.

Mientras nos dirigíamos a mi coche, pensaba en lo que me estaba pasando, que era lo que había soñado todas las noches, que era una fantasía hecha realidad. Yo no podía creérmelo, y viendo como me miraba creo que ella tampoco. Llegamos al coche, nos montamos y echamos los asientos hacia atrás mientras nos quitábamos la ropa mutuamente, intercambiándonos besos interminables. Cuando estuvimos completamente desnudos, creí estar en el paraíso. Era la perfección hecha mujer, con unas curvas ideales, unos senos grandes y turgentes y un culo que parecía hecho con molde. La cogí de la cintura y se colocó sobre mí. No pude evitar tirarme a chupar esos pezones rosados y puntiagudos como si fuera un bebé en busca de su leche. Ella gemía suavemente en mi oreja, lo que hacía que mi grado de excitación fuera en aumento. Mientras sus manos acariciaban mi cuerpo, las mías se dirigían hacia su culo, apretándolo con fuerza. Casi sin quererlo comenzamos a frotar nuestros sexos, cuerpo con cuerpo. Al principio con dulzura y delicadeza, para luego, una vez que estuvimos bien calientes, ser dos bestias salvajes y sin compasión la una de la otra, deseando llegar a un orgasmo frenético y utópico. Nuestros gemidos y gritos nos excitaban mutuamente mientras sus uñas se clavaban en mí, al igual que las mías sobre su espalda. No hubo penetración de ningún tipo, pero eran tal el grado de excitación y las ganas que nos teníamos, que no hizo falta. El momento de después, abrazándonos y recuperando la respiración fue algo que no olvidaré en mi vida. Se hizo el silencio mientras nos miramos fijamente, sin pestañear. En nuestras miradas estaba el deseo que nos ardía dentro durante tanto tiempo. Yo me hubiera quedado toda la vida mirándola, y supongo que ella también, pero teníamos que volver con sus amigos.

Mientras nos vestíamos, y en los descansos que teníamos mientras nos besábamos, le pregunté que por qué no nos habíamos declarado hace tiempo, porque era evidente que no sólo yo tenía ese sentimiento. Ella solo pudo responderme que necesitaba tiempo para pensárselo, que ya se había fijado en mí hace años, pero que era una decisión arriesgada y quería estar segura.

Esa respuesta me valía, ya que me sentía la persona más feliz del mundo por estar con la chica que había amado tanto tiempo. Ni siquiera le comenté lo del chico con el que estaba, solo le pregunté una cosa más: "Es la primera y la última vez que te lo voy a preguntar: ¿me quieres?". Su respuesta fue clara y concisa: "Te quiero desde el primer día en que te vi", aunque realmente no me hubiera hecho falta que me dijese nada, ya que sus ojos hablaban por ella.

Pasaron los meses, y me presentó a su familia, esta vez como su pareja oficial, ya que yo había estado en su casa varias veces. Ellos me aceptaron sin problemas, y eso me alegró, ya que decían que eran unos padres muy exigentes. Sandra y yo terminamos los estudios al mismo tiempo, lo que aprovechamos para irnos a trabajar y comenzar una vida en pareja, compartiendo piso, gastos y todo lo que eso conlleva. Por ahora llevamos casi dos años y no me puedo quejar, porque creo que somos la pareja más feliz que ha pisado la tierra en mucho tiempo. Cosa que creó que va a durar mucho tiempo, porque Sandra se ha quedado embarazada, y eso nos llena de felicidad. Además, vamos a transmitirle a ese niño la felicidad y la alegría que nos tenemos, y sobre todo el amor, que es lo más importante en nuestras vidas.

Por cierto, no me he presentado, me llamo Mónica, y soy lesbiana.