Decisión mortal
Algunos autores de TR nos hemos animado a escribir relatos sobre crímenes. "Decisión mortal" de ZESNA. ¿Por qué tuvo que ocurrir? ¿Qué sentido tiene perderlo todo?
Un vaso de whisky en mi mano izquierda.
El mullido sillón que soporta mis 90 kilos de peso sin protestar, mientras mi mirada está perdida... buscando algo que tenía la certeza que jamás iba a encontrar: una explicación.
Es muy difícil poder explicar cómo las cosas pueden cambiar tan drásticamente cuando crees haber llegado a tocar el cielo con las manos.
Cómo puedes tener la felicidad completa y al segundo sufrir un revés que da vuelta toda tu vida en 180 grados y se torna imposible de superar?
Cómo el destino te agrede de tal forma que te pones a cuestionar toda tu existencia... y la de toda la humanidad?
Cómo adquiere relevancia el dicho de que para morirse basta tan solo con estar vivo? De que por un capricho del destino, de pronto te encuentras en el lugar equivocado en el momento menos oportuno? De que...
Y te haces la pregunta: "por qué?"
Por qué yo?
Por qué a mí?
Qué hubiera sucedido si me hubiera tardado cinco minutos más?
Qué hubiera sucedido si en lugar de llevar a mi familia al balneario por la carretera atestada de vehículos, hubiera tomado la ruta costanera?
Qué hubiera sucedido si directamente no hubiera decidido hacer ese viaje?
Qué hubiera sucedido si no me hubiera dejado convencer por mi mujer embarazada, mi hijo de 6 años y mi hija de 4, que ése era un día propicio para disfrutar de un día soleado en la playa?
Qué hubiera sucedido si no hubiera aparecido de improviso el niño detrás de la pelota, provocando el accidente? Qué hubiera sucedido si por evitar atropellarlo, el instinto no me hubiera hecho mover el volante hacia la izquierda dándome de frente contra el camión que venía velozmente en sentido contrario?
Qué hubiera sucedido el día de hoy, si yo no hubiera sido el único sobreviviente del maldito accidente?
El destino quiso que yo no pudiera acompañar a mi familia en su viaje postrero... pero por qué?
Levanté la mano izquierda, observé cómo se derretían ambos cubitos de hielo dentro del líquido dorado y tomé un sorbo. Lo disfruté como nunca, lo saboreé como si ésa hubiera sido la primera vez.
Ahora levanté la mano derecha, miré el cañón y apreté el gatillo.
Todo se oscureció repentinamente, al tiempo que escuchaba un estruendoso estampido antes de que el silencio sepulcral invadiera mis tímpanos.