Decadencia IV: El Trompo De Mi Vida.

Skarlet se vera sumergida en una serie de situaciones degradantes y en una pequeña competencia. De ganarla, se llevará un premio jugoso. De lo contrario, perderá a su Amo. ¿Logrará vencer?

¡HEY!

Se recomienda leer los capítulos anteriores para entender esta historia.

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Decadencia I: https://www.todorelatos.com/relato/176831/

Decadencia II: https://www.todorelatos.com/relato/177101/

Decadencia III: https://www.todorelatos.com/relato/177357/

Si ya los leíste, pues, sigue leyendo. Que lo disfrutes.

Decadencia IV: El Trompo De Mi Vida.

Una vez terminada mi "ducha", y nuevamente maquillada y medio peinada, salí del baño. Mi Amo y Tamara me esperaban, ambos ya completamente vestidos. Me dirigí ante la intimidatoria mirada de ambos detrás de la nevera y tomé mi chaqueta y mi falda, ya secas del todo, para vestirme con ellas. Al no tener blusa tuve que abotonar la chaqueta, pero como era tipo blazer ejecutiva de 3 botones, mi pecho quedaba muy al descubierto. Me tapaba las tetas, sí, pero se apreciaba buena parte de ellas en el escote.

Mi Amo al ver la pinta de puta callejera que tenía con ese escotazo, se acercó a mí con un alfiler en la mano. Sin embargo, con la otra sacó de un bolsillo de su pantalón un lápiz labial de color rojo. Supuse que sería de Tamara, aunque me daba curiosidad, era muy difícil ver a las chicas de limpieza con maquillaje. Con el lápiz labial mi Amo procedió a abrir todo mi escote y escribir en mi pecho, justo donde ambas tetas se unían para formar el canal, la frase "Puta de Juan". Luego me tapó con algo de dificultad la frase con la chaqueta y la aseguró con el alfiler para que no se abriera. De igual forma yo debía tener muchísimo cuidado ya que la tela de la chaqueta parecía que fuera a romperse, así como el alfiler se veía muy endeble y que sufría para mantener unida la tela. -Mas te vale no hacer movimientos bruscos perra, no vaya a ser que se haga un escándalo por tu culpa -Me dijo con una sonrisa.

Tamara no se quedó atrás, y con sonrisa burlona se acercó a mí. -Abre el hocico vaca -Me ordenó, y yo obedecí, para que así ella, acto seguido, me metiera su tanga tipo hilo lleno de sus jugos y su sudor en mi boca. La prenda era pequeña la verdad, pero aun así podía notarse que tenía la boca llena de algo. No pude evitar chupar la tanga, su sabor era bastante fuerte, lo que me hizo sentir cono un asqueroso e inferior ser, más aún de lo que ya me sentía, si cabe. Y eso me mantenía en un estado de excitación muy, muy grande.

- Seguramente te están extrañando en tu oficina Skarlet . -Me dijo mi Amo - Lárgate de aquí. Eso sí, un par de condiciones antes de que te vayas: la primera: tienes PROHIBIDO sacarte el hilo de la boca, hasta que llegues a la oficina. Recuerda que puedo ver todos tus pasos por las cámaras y te tendré bien vigilada. Si te lo llegas a sacar, ten por seguro que no volveré a darte mi güebo . -Me dijo. Esto último me hizo poner nerviosa. No podía imaginarme a mi sin recibir más de esa verga en mi futuro. Hasta ganas de llorar me dieron, de solo imaginármelo. -La segunda: cuando llegues a la oficina, te sacaras el hilo de la boca y te lo meterás en la cuca...¿entendido? -me preguntó. Yo asentí, nerviosa por la amenaza de quedarme sin su verga. -Muy bien puta, fuera de aquí -Me terminó de ordenar para darme una nalgada mientras yo me dirigía a la puerta.

Volví a mi oficina, con la incómoda pero muy excitante sensación del semen de mi Amo mezclado con la saliva de Tamara entre mis nalgas, además de sentir como me escurría lentamente por mis piernas. Al caminar, el roce entre ambas y la lubricación de los fluidos se sentía extraña.

Eso, sumado al hecho de que en mi boca tenía metido el hilo de Tamara, aún con el sabor de su sudor y sus jugos en él, y también sumado al hecho de que tenía escrito en mis tetas la frase "Puta de Juan" apenas disimulado por la chaqueta, le daba un plus de riesgo bastante caliente a toda la situación.  Me metí rápidamente en el ascensor, aprovechando la suerte de que ya estaba allí, y marqué mi piso. Al cerrarse las puertas aproveche para rápidamente recoger con una mano los jugos que me escurrían por las piernas y los lleve a mi boca llena de la tanga para saborearlos y así quedar mis piernas más limpias. Pensé que podría llegar a mi oficina sin ningún problema.

Pero no fue así. O al menos eso me temí, ya que a último momento detuvieron el ascensor y se metieron en él nada más y nada menos que Patricia y Karina. Ambas me saludaron, y yo solo me limité a sonreírles sin separar mis labios siquiera. Había cámaras en el ascensor así que seguramente mi Amo me estaba viendo.

-¿Skarlet que te pasa? -Me preguntó Karina, otra de las mujeres más deseadas de la empresa, ya que tiene una figura que, a pesar de ser bastante atlética y con una musculatura marcada, no dejaba de ser MUY sexy, con unas piernas impresionantes, unas caderas anchas y un culo bastante redondo y que se adivinaba durito. Era de piel canela, cabello liso y muy bonita de cara. Sus tetas eran operadas, se las puso bastante grandes. Una delicia de mujer. -Tienes los cachetes como inflados, ¿te sientes bien?

No supe que hacer más que asentir con mi cabeza colocando gesto de extrañeza con mi rostro.

-¿Amiga segura? -Me preguntó Patricia. Yo volví a asentir con la cabeza.

-No me parece chama... -Dijo Karina, y buscó un espejo en su bolso, para luego hacerme verme reflejada en él. - Mira....tus cachetes están inflados.

En efecto, me vi y me di cuenta de que si estaban más inflados de lo normal. Hice gesto de comprender a que se referían, saqué mi teléfono y escribí en una aplicación de notas "Han de ser las muelas, que me duelen un poco y por eso no puedo ni hablar". Se los mostré a ambas quienes leyeron. En eso el ascensor se detuvo en el piso 4.

-Ay amiga...pobrecita -Dijo Karina, para disponerse a bajar en ese piso. - Dentista contigo. Nos vemos Patricia, ya sabes Skarlet, ve al dentista . -terminó de decir para salir del ascensor. Las puertas se cerraron tras ella y continuamos el camino.

-Marica a mí no me engañas -Me dijo Patricia ya que estábamos solas. - Esas no son muelas un coño. ¿Qué te pasó?

Volví a escribir en el teléfono. "Es solo un juego que tengo con Juan. No puedo sacar lo que tengo en mi boca hasta llegar a la oficina".

-¿Y que tienes en la boca? -Me preguntó la muy curiosa. En eso se abrieron las puertas del ascensor y entró en él el señor Raymundo, el mandamás de la empresa.

-Buenas tardes -Dijo él, muy serio. Se paró a un lado de Patricia, y pude notar como ponía una mano en su culo, aunque trató de disimularlo. -Skarlet, ¿está listo el informe de las facturas pagadas del mes anterior? -Negué con la cabeza. Estaba nerviosa. -Lo necesito para mañana a primera hora, ¿entiendes? Y por favor, trata de llegar temprano. -Me dijo. Yo asentí con la cabeza. El me vio extrañado. -¿Que te pasa, te sientes bien?

-Son las muelas -Le dijo Patricia, salvándome el pellejo. -A la pobre le duelen, tiene los cachetes hinchados y todo.

-Ah caramba -Dijo el señor Raymundo. Se abrió el ascensor y sentí un gran alivio por estar ya en mi piso. Pero para mi sorpresa, él se bajó conmigo. Patricia, al ver que el me siguió, también se bajó. -A ver -me dijo el señor Raymundo -Abre la boca para verlas. -Me dijo, más por curiosidad que por nada. Yo sentí que el corazón se me aceleró de golpe.

-Señor Raymundo, es que ella tiene algo en la boca que no puede sacar por el tema de las muelas . -Intentó de nuevo salvarme Patricia.

-¿Ah, sí? A ver muéstramelo -Dijo el señor Raymundo con curiosidad. Yo no sabía qué hacer, seguramente mi Amo me estaba viendo por las cámaras. Pero no tenía opción, así que abrí la boca y saque el hilo de Tamara de ahí, pero lo hice de forma tal que quedara hecho bolita y no pudiera distinguirse, al menos no bien, de que era ropa interior. Patricia y el señor Raymundo me vieron con cara de sorpresa.

-Es.....es....- Dije, dubitativa. -E-es una tela con un remedio…especial....para los dolores de muelas. -Dije. Tuve que pensar rápido una excusa y eso fue lo mejor que se me ocurrió. El corazón me latía a mil por hora.

-¿En serio? -Dijo él. - No he oído de nada al respecto.

-Si, es una nueva medicina -Le dije, intentando manejar la situación. Lo que me dolía en el fondo era que le estaba quedando mal a mi Amo.

-Ya veo...bueno, nada, ponlo de nuevo en tu boca y que te mejores. Si necesitas reposo pídelo a recursos humanos. Debes ir al dentista. -Me dijo, para darse media vuelta e irse a buscar las escaleras. Patricia lo siguió, aunque la expresión de su cara era un poema. -No te olvides del informe mañana Skarlet. -Me dijo el señor Raymundo mientras se alejaba.

-No señor no lo olvidaré -respondí, y volví a meter el hilo en mi boca. Todavía conservaba el sabor de Tamara.

Caminé rápidamente a la oficina, con temor de que alguien más pusiera en riesgo mi obediencia hacia la orden de mi Amo. Igual ya había desobedecido y estaba segura de que él vio todo por las cámaras, pero esperaba que se apiadara de mí. Por su verga yo haría cualquier cosa, no quería que me la quitara...pensé en lo abobada y controlada que me tenía ese güebote, en cuan increíble era que me tuviera así. ¿Hasta dónde sería yo capaz de llegar por Juan? No tenía la respuesta clara, pero la vida me haría averiguarlo.

Llegué a la oficina, como él me ordenó, saqué el hilo de mi boca y lo mostré a las cámaras que apuntaban a mi espacio de trabajo. Luego lo metí por debajo de mi falda en mi cuquita, que se hallaba palpitando de excitación, estaba bastante mojada. Me senté en mi escritorio, le mande unos whatsapp a mi Amo pidiéndole perdón por lo sucedido, rogándole que no me quite su verga, explicándole lo sucedido, y me puse a continuar mi trabajo.

Debido a que tardé más de la cuenta en esas "labores de limpieza" en la oficina de mi Amo, tuve que hacer tiempo extra. Mi horario de trabajo es de 7:30 a.m. a 4:30 p.m., pero dado todo el volumen de tareas que debía hacer, incluyendo el informe mencionado por el señor Raymundo, tuve que quedarme haciendo esas horas extras. En todo ese tiempo mi Amo no me contestó mis mensajes, a pesar de que estuve suplicándole durante todo ese tiempo que me perdonara.

Ya a eso de las 6:15 p.m. me encontraba sola en todo el piso, o al menos eso era lo más probable. A las 5:30 p.m. el 80% de las luces se apagan de forma automática en todo el edificio, así que estaba todo el piso en una penumbra que bien podría tildarse de tétrica. En mi oficina solo estaban encendidas un par de lámparas de techo, suficiente para trabajar. Logré terminar el informe y me disponía a salir, sin saber bien a donde, ya que mi Amo no me contestó los mensajes en toda la tarde y eso me tenía extremadamente preocupada. Ese viejo baboso me había conquistado a punta de güebo y abusos. Me tenía loquita. No sabía si ir a su oficina primero, o a su casa, no habíamos hecho planes algunos a pesar de que le pregunté por mensaje que haríamos después de trabajar, proponiéndole varias opciones.

Apagué mi computadora y me dispuse a tomar mi cartera para ir a su oficina. Pensé que sería un buen punto de partida. Al levantarme de la silla noté esta tenía una sombra de humedad donde pongo mi culo, debido seguramente a la excitación enrome que me producía la sensación del hilo de Tamara que aún conservaba metido en mi cuca. Toqué mi falda y en efecto, estaba mojada, mi cuca no había parado de manar juguito de excitación en toda la tarde.

-¿Que pasa vaquita? -escuché la voz de mi Amo en la puerta de mi oficina sorpresivamente. Una sorpresa que me llenó de alegría y emoción. -¿Estas mojada?

-¡Amo! -Exclamé, alegre. -¡Gracias Amo! ¡Gracias por venir! ¡Estoy muy arrepentida por no lograr cumplir su orden mi señor bello perdóneme por favor se lo ruego! -Fue lo único que se me ocurrió decir. Vaya que estaba bien entregada.

-Si, vi todo, vaca idiota. Pero te comprendo, era tu jefe.

-Si mi Amo, tuve que hacerlo...- dije algo aliviada, sabiendo que me comprendía. Pero fui una idiota por pensar eso.

-Aun así, debes ser castigada . -Sentenció mi Amo tajantemente.

-Pe-pero Amo. -Intenté refutar sorprendida.

-Cállate.

-Por favor Amo, no me quite el gusto de tener su verga de nuevo. -Rogué haciendo caso omiso de la orden de callarme. Se acercó a mí y me propino una buena cachetada que me volteó la cara. Me dolió, así como también me excitó y pensé que sí, que la tenía merecida por insolente. Me quede callada.

-Te daré una pequeña oportunidad más, vaquita, para que no digas que soy cruel . -me dijo sentándose en mi silla. -Ven aquí, me ordenó, haciendo señas de que me acercara, cosa que hice obedientemente.

Me jaló por un brazo y me hizo caer boca abajo sobre sus piernas. Alzó mi falda dejando mi culo al descubierto y a su completa merced, y sin mediar ningún tipo de palabra, comenzó a darme unas muy fuertes y sonoras nalgadas, que me hacían gemir y hasta gritar. -Cuéntalas, imbécil -me ordenó -¿Eres la directora de contabilidad y finanzas no? Vamos a ver entonces, cuenta esto. -me terminó de decir para seguir nalgueándome fuertemente mientras contaba todas y cada una de las nalgadas, quise hacerlo perfecto y así logré hacerlo, sin saltarme ninguna.

Cuando llegamos a 100 nalgadas, me empujó, haciéndome caer al piso. -Fuera falda, fuera chaqueta, fuera blusa. Te quiero desnuda. -Me ordenó. -Si Amo -respondí y me quité todo rápidamente ante él, para quedar de rodillas vistiendo únicamente mis sandalias stiletto. La frase "Puta de Juan" no se había borrado mucho, solo se corrió un poco la pintura labial en algunas letras, pero nada que lo hiciera ilegible. El me veía cómodamente en la silla, complacido.

Rebuscó en mi escritorio, en las gavetas del mismo, y sacó de una un par de pinzas de documentos. Sacó luego de sus bolsillos un llavero de cadena, bastante largo, y unió ambas pinzas con ella, para acto seguido morder cada uno de mis pezones con una pinza, haciéndome gemir de la sensación, y dejarlas allí, colgando, unidas por la cadena. Esto me dolió, pero me excitaba muchísimo ese dolor. Él de forma juguetona y sádica golpeó la cadena con suavidad para causarme algo de dolor extra, con éxito, haciéndome gemir más duro.

Acto seguido se quitó el cinturón del pantalón, y con maestría lo aseguró a mi cuello pasándolo por su propia hebilla. Se puso de pie y comenzó a caminar, y halando el cinturón me hizo seguirlo a cuatro patas, arrastrándome tras el cómo la perra que era. -Párate inútil. -Me ordenó al llegar a la puerta de mi oficina, al ver que no era capaz de seguirle el ritmo. Yo obedecí, rápidamente me puse de pie y comencé a caminar tras él, totalmente nerviosa, porque si bien es cierto que las probabilidades de que no hubiera más nadie en el piso eran altas, no estaba muy segura de que así fuera y había un gran riesgo de ser descubiertos. Además, el personal de seguridad nocturna podría vernos por las cámaras, pero al parecer nada de esto le importaba a mi Amo, y no deseaba decepcionarlo de nuevo. Adicionalmente estaba clara que todo esto me estaba excitando sobremanera, y en el fondo quería seguir hasta donde este hombre deseara, y así iba a hacerlo.

Caminamos un buen rato por todo el piso, sin ser descubiertos por nadie más. Solo estábamos él y yo. De vez en cuando nos deteníamos y él me hacía pegar brinquitos para ver saltar mis tetas y la cadena que las unía por las pinzas, o me daba alguna que otra nalgada. Y yo aceptaba todo para su diversión...y para ganarme el derecho una vez más a poder saborear su enorme verga.

Fuimos a las escaleras y subimos al piso 9, haciendo un recorrido amplio por todo este piso, que también estaba solitario, o al menos eso creí yo, ya que en una de las oficinas nos encontramos con Tamara, quien al parecer nos esperaba.

- Hola mi amor -Saludó ella a mi Amo al vernos llegar. Que lo llamara "mi amor" me dio celos. Me vio de arriba abajo y soltó una risita burlona -Todavía no me puedo creer lo que haces con esta tipa, en serio.

- Jajaja Tamarita -le respondió mi Amo -Son los efectos de mi güebo...si te descuidas podrías terminar así tú también.

- Jajaja y te creo...- Le respondió Tamara - Todavía me duele la cuca por la cojidota que me diste en tu oficina, debo reconocer que el orgasmo que me diste ha sido el más rico que he tenido.

-Para que tu veas como son las cosas nena...- Le dijo mi Amo.

-¿Y cuáles son los planes? -Preguntó Tamara.

-Bueno, de momento será irnos al apartamento de la vaca...nunca he ido y quiero conocerlo. -Dijo mi Amo.

-¿Y cuánto tiempo tienen juntos en esto pues? -Preguntó Tamara, curiosa.

- Casi un mes...como 20 días más o menos -Respondió mi Amo.

-Esto es...asombroso. -dijo ella. -¿Y todavía no vas a su casa?

- Solo fuimos a la mía una vez. -Respondió mi Amo -La primera vez que estuvimos juntos de hecho...tan bien lo hice que terminó limpiando mi casa, y mira cómo vamos...me paga los mejores hoteles, las mejores comidas, y me cocina y todo.

-Y todo en 20 días...- Respondió Tamara aun incrédula.

-Tú no puedes decir mucho al respecto, apenas hoy que estamos hablando más allá de cosas de trabajo y ya me abriste las piernas y te dejaste mamar la cuca por una puta . -Le dijo mi Amo

-Bueno...- Respondió Tamara pensativa - En eso tienes razón...y debo decir que toda esta situación me gusta, ¿pero eso donde me deja? Ni pienses que me humillaré como esta idiota para ti.

-Jajaja no guapa, tranquila.. .-Le dijo mi Amo - Lo que te dije de que terminarías así fue un chiste....solo somos un par de personas que disfrutamos del sexo y ya. La verdad no quiero verte así, por lo que te conozco no eres mala chica, de hecho, en el trabajo todos te apreciamos porque eres dulce y amable. Me sorprendí cuando vi tu comportamiento en mi oficina, no lo voy a negar, pero no te veo como esta vaca estúpida. Esta mujerzuela se merece esto y más. Y si quieres te puedes unir en calidad de reina.

-Pues...me gusta la idea. -Respondió ella. -¿Y entonces? ¿Nos vamos ya?

-Claro...pero déjame pasear a mi mascota un ratomás -Dijo mi Amo - Debo decir que esto de llevar a una puta como un animal es bastante excitante, lo he visto en muchas películas porno y nunca le vi la gracia, pero ahora que lo hago...me encanta. Y a juzgar por cómo le chorrean los jugos a esta imbécil, ella también lo está disfrutando. ¿Me equivoco vaca?

-No Amo -Contesté -Lo estoy disfrutando.

-¿Y si alguien nos ve? -Preguntó mi Amo.

-No lo sé Amo...reconozco que tengo miedo, pero me gusta saber que usted disfruta mucho y estoy dispuesta a correr todos los riesgos necesarios para su placer.

Dicho esto, mi Amo jaló la correa y me hizo seguirlo. Tamara nos siguió a ambos, podía sentir su mirada burlona clavada en mi culo . -Espera -dijo ella al cabo de un par de minutos. -Quítate las sandalias, los animales no llevan zapatos -dijo. Obedecí, me quité las sandalias. Ella esperaba de pie con las manos tendidas esperando que yo se las diera, así que me agaché, las tomé y se las di en la mano. Ella las tomó con algo de asco, y las examinó un poco -Estas son caras... - dijo pensativa. Y tenía razón, me costaron bastante dinero. Acto seguido las tiró en uno de los tantos botes de basura del piso. Y sin más, mi Amo me hizo proseguir la marcha tras él.

Paseamos por todo el piso 9, sin encontrarnos a nadie, así que fuimos a las escaleras para ir al piso 10. Al abrir la puerta nos llevamos una gigantesca sorpresa: Nos encontramos al señor Raymundo, a Patricia y a Karina.

-Ah caray... -Dijo mi Amo, al ver la escena.

El señor Raymundo tenia a Patricia con el frente de su cuerpo pegado contra la pared del pasillo de escaleras. Ella estaba desnuda de la cintura para abajo, incluso descalza. Su pierna izquierda la tenía alzada, sostenida por las manos de Karina, quien estaba con la blusa abierta de par en par, mostrando sin tapujos sus enormes tetas operadas, y la falda en sus tobillos, con una pantaletica de encaje bajada a la mitad de sus muslos, dejando ver una cuquita con una línea delgada de vellos bien cuidados. Tenía sus sandalias puestas.

El señor Raymundo estaba paralizado, con su verga adentro del culo de Patricia. Bueno, la verdad, todos estábamos paralizados, sin saber bien que hacer o decir. Al cabo de unos segundos que se me hicieron eternos (y apuesto que a todos los demás también), el señor Raymundo se despegó de Patricia, quién emitió un tímido gemidito ante el movimiento.

-Juan. -Fue lo que atinó a decir el señor Raymundo, mientras se guardaba su verga aún erecta en el pantalón.

-Jefe. -contestó mi Amo sin esquivar su mirada.

-Y bien...¿Qué está pasando aquí? -Preguntó el señor Raymundo.

-Lo mismo me pregunto yo -Respondió Juan.

-Vamos Juan, no te hagas el tonto. -le contestó el señor Raymundo. -Sabes muy bien lo que estaba haciendo. Soy el dueño de toda la empresa y las empleadas suelen ofrecerse a cubrir mis necesidades, sea cual sea. En cambio tu...

-Yo también tengo mis necesidades -Le contestó mi Amo.

-¿Ah sí? Porque yo veo un acto cruel y humillante nada más y nada menos que a la contadora de mi empresa -Dijo el señor Raymundo, señalándome.

-Oh, sí, yo disfruto de eso, es una de mis necesidades. Y esta perrita tetona disfruta complaciéndola… . -Dijo mi Amo.

-Es decir, confiesas que eres un sádico. -Le dijo el señor Raymundo amenazante.

-Si, lo confieso. Así como usted acaba de confesar que es un viejo verde...- Le contestó mi Amo. Definitivamente no iba a dejarse joder.

-¿Qué pensará la policía al ver que denuncio violencia de género en tus actos? -Le preguntó el señor Raymundo a mi Amo.

-No lo sé, probablemente nada, cuando sepan que esta puta lo hizo todo porque quiso, y sobre todo, por amor a mí. Además tengo testigos, ¿Verdad Tamarita?

-Si papi -Le contestó Tamara apoyándolo.

-¿Y tú vaquita? - Me preguntó mi Amo -¿Estás aquí en contra de tu voluntad?

-No señor Juan -Respondí - Soy feliz satisfaciendo sus fantasías sexuales y sus necesidades, sea cual sea.

-¿Lo ve jefe? Solo somos tres personas intentando disfrutar de la vida . -Le dijo mi Amo - Ahora, pregunto yo, ¿Qué pensará su esposa al saber que usted le pone los cuernos con las empleadas? ¿Y la junta directiva? ¿Aceptarán que usted continúe a la cabeza luego de semejante escándalo?

-Ustedes tres podrían ir presos por actos inmorales. -Amenazó el señor Raymundo.

-Puede ser . -Dijo mi Amo - Pero vamos, ¿que podría pasar? Un par de meses en la cárcel cuando mucho. Además, fue lejos del horario laboral, y pensábamos estar solos en el edificio...si, no creo que lleguemos ni a una semana. Y con lo corruptos que son los cuerpos de seguridad, con mojarles la mano no pisaríamos una celda. En cambio, usted tiene un matrimonio que perder...y una empresa también...

El señor Raymundo se quedó perplejo, sin saber que decir. Echó un ojo en Karina y Patricia que seguían inmóviles en la misma posición que las encontramos. -Baja la pierna estúpida. -Le ordenó a Patricia, quién obedeció, aunque se quedó recostada de frente a la pared. Karina comenzó a vestirse de forma apresurada. En la cara del señor Raymundo podía notarse cierta molestia al verse acorralado . -Ni creas que podrás chantajearme... -Fue lo único que se le ocurrió decir.

-Oh vamos jefe...- Dijo mi Amo -No quiero chantajearlo ni mucho menos...al final usted y yo somos iguales, un par de viejos sucios, ¿no es así? Solo mírese. Gozando de la buena vida con este par de mujerones, y vaya que mujerones. Lo mismo que hago yo.

-¿Y qué propones? ¿Que dejemos todo así? -Preguntó el señor Raymundo.

-Más o menos, si...vamos jefe...disfrutemos de la vida...présteme a ese par de putas un rato...me gustaría catarlas también...yo le presto a la vaca tetona...

-Estás loco...esto es inadmisible. -Contestó el señor Raymundo, ofendido. Yo la verdad no entendí por qué se ofendió.

-¿Por qué jefe? -Preguntó mi Amo.

-No es lo mío -Respondió el señor Raymundo.

-Ay por favor jefe...no me va a decir que no le provoca cojerse a Skarlet...he visto como la mira.

-Claro que me la quiero cojer. Pero ahora que veo que te la has gozado tú, no sé, me da algo de asco.

-¿Asco por qué? ¿Acaso usted cree que Karina y Patricia son dos santas que nunca han tirado con otro? ¿O es que le da asco que sea yo el que se haya cojido a la zorra?

-Es obvio que estas dos putas han dado sus culos a otros antes que a mí. Y no, no es nada personal contigo. Mira Juan, no pienso darte explicaciones de nada.

-Vamos Jefe...le cuento, la vaca es muy loca. Es una puta sucia sin remedio. Domada, hace de todo, es bastante obediente...hará de todo para usted si se lo digo.

-Ese es el punto Juan. No es mía. Seguirá siendo tu perra . -Respondió el señor Raymundo.

-Ah, es por eso...bueno jefe, yo no tengo problemas en que Karina y Patricia sean suyas...

-Si son mías. Y no las comparto.

-Y si Skarlet fuera su propiedad...¿se la tiraría sin más? -Preguntó mi Amo. De oír eso me entró una punzada en el estómago. Imaginarme como propiedad del señor Raymundo y no de mi Amo no me gustaba, más que todo porque no me hallaba sin la verga de mi Amo como ya dije hace rato.

-Pues si hombre, claro. -Contestó el señor Raymundo.

-Bueno jefe, hagamos algo, sé que le gustan las apuestas tanto como me gustan a mi...- dijo mi Amo Juan. Yo desconocía ese gusto del señor Raymundo -Así que hagamos esto: Patricia le va a mamar el bollo a Tamara. Skarlet hará lo mismo con Karina, al mismo tiempo. La primera que llegue al orgasmo entre Karina y Tamara pierde. Si Karina gana, usted tendrá a Skarlet a su entera disposición, me haré a un lado. Si Tamara gana, Patricia pasará a ser una más de mis perras. Puta por puta, ¿qué le parece?

El señor Raymundo se quedó pensativo. Su mirada cambió por completo al oír la apuesta. La punzada en mi estómago se convirtió en miedo. Miedo de que él aceptara, y ganara. Karina y Patricia también se veían expectantes de todo. Tamara, sin embargo, sonreía con malicia. No entendía por qué mi Amo no la ofrecía a ella como premio. Esto aumentaba mis celos aún más.

-Pues bien . -Dijo el señor Raymundo. - Puesto así, es bastante interesante. Pero hagámoslo en la azotea del edificio, estaremos más seguros allí -Propuso. Mi Amo estuvo de acuerdo. El miedo me invadió por completo. Y también la sorpresa, ya que Karina y Patricia no dijeron nada en protesta. ¿Significaba eso que tenían una relación con el señor Raymundo parecida a la que tengo yo con mi Amo? ¿Se consideraban a sí mismas juguetes de él? Yo lo hacía por eso, porque soy la esclava de Juan, un mero instrumento para su placer, y si él quería regalarme, muy a mi pesar lo aceptaría, porque él es mi Amo, y si eso lo hace feliz pues así serán las cosas y punto. Además, he de reconocer que en todo eso de mi sumisión, de mi esclavitud, he encontrado una extraña razón para existir. Yo sin duda ya no sería una persona normal nunca más.

Mi Amo jaló la correa, poniéndonos todos en marcha escaleras arriba hasta llegar a la azotea. Era de noche y se podía ver buena parte de la ciudad de Caracas iluminada. Hacía frio, pero el morbo de toda la situación me distraía de este hecho, así como supuse que a los demás también les pasaba. Patricia subió solo con la blusa puesta, ya que nunca llegó a vestirse como si lo hizo Karina mientras mi Amo y el señor Raymundo charlaban.

-Aquí está bien . -Dijo el señor Raymundo, señalando uno de los bordes. - Siéntense ahí en el piso, Tamara y Karina. Dejen ver sus cucas.

-Que se desnuden completas mejor. -Dijo mi Amo -Será más estimulante para nosotros verlas sin nada de ropa.

Karina, Tamara y Patricia obedecieron sin rechistar. Se desnudaron rápidamente ante los dos hombres. Yo ya estaba desnuda y descalza, así que no hice más que apreciarlas.

Tamara sin duda alguna tenía un hermoso cuerpo. Me sorprendía que no fuera modelo o algo por el estilo. Karina, por su parte, parecía toda una actriz porno. Ella y yo compartíamos un físico bastante parecido, aunque ella estaba ayudada por el bisturí, a diferencia de mí que soy toda natural. Su culo inyectado se veía grotescamente apetitoso. Sus grandes tetas siliconadas se mantenían inmóviles, con los pezones erectos. Su abdomen casi plano exhibía un “six pack”, los típicos cuadritos abdominales. Quizás esa era otra gran diferencia entre ella y yo: ella iba al gimnasio para sacar musculatura, yo en cambio lo hacía para conservar la línea y mantener mi figura y mis curvas bien moldeadas. Sin embargo, en Karina la musculatura no era algo que la afeara, si bien tenía los músculos bien definidos, se veía muy divina y apetitosa.

Patricia por su parte era un caso muy distinto. No, su cuerpo igual era MUY provocativo también. Era una chica muy linda de rostro, algo rellena, pero de esas rellenas tipo "Gordi-buenas". Sabía que su mayor gancho era ese bello culo generoso en carne, con unas caderas anchas que le daba una curvatura a su cuerpo que ella lograba exhibir bastante bien. Sus tetas eran pequeñas y tenían su caída natural, pero lejos de ser algo feo, al contrario, le daba un toque único de belleza. Sin duda un detalle morboso era su cuca, de labios hinchados y provocativos. Tenía un "señor Cucón" como diríamos aquí en mi país. Sus piernas eran también gorditas, pero provocaba morderlas a placer. Ella siempre tuvo cierto complejo hacia su físico, pero se le fue quitando a medida que iba viendo como los hombres se la comían con la mirada, más que todo porque aprendió a vestirse y a realzar y exhibir sus puntos fuertes, que no eran pocos.

Tamara y Karina asumieron sus posiciones. Se sentaron desnudas en el piso con las piernas abiertas, recostándose de la pared del borde, una al lado de la otra. Patricia y yo nos pusimos a cuatro patas entre las piernas de la chica que le correspondía. Tanto Patricia como yo arqueamos bien la espalda y procuramos parar bien nuestros culos.

Esto de enrollarme con mujeres lo estaba asumiendo este día. Y, sin embargo, para ser el primer día que saboreo las partes de otra mujer, en este caso las de Tamara unas horas atrás, lo cierto era que me daba un morbo tremendo, por lo que verle la cuquita a Karina no hizo más que excitarme. Verla ahí, toda húmeda y deseosa, me abría el apetito, y a juzgar por la cara de Karina, no era la primera vez que una mujer se la mamaría, así como tampoco sería la primera vez que lo disfrutaría.

-Comiencen a mamar -Ordenó mi Amo. Inmediatamente enterré mi cara en la cuca de Karina. Sin más, metí mi lengua en su vulva, de la cual manaba una buena cantidad de jugos vaginales. Moví la lengua dentro como si fuera una serpiente, asegurándome que hacía presión en todas las paredes vaginales allá donde lograba alcanzar. Sentí el respingo de Karina al momento de sentirme dentro de ella, lo que me hizo pensar que no iba por mal camino.

Me puse a pensar en ese momento como me gusta a mí que me la mamen. Si bien es cierto que mi Amo jamás me la ha chupado (en más de una oportunidad me ha dejado claro que nunca lo haría, no se rebajaría a ese nivel), lo cierto es que novios anteriores si me lo han hecho, así que comencé a recordar lo que me gustaba que me hicieran, así como también a imaginar lo que me excitaría mucho, y recé para que a Karina le gustara. No quería decepcionar a mi Amo Juan y perderlo para siempre.

Seguí lamiendo el interior de esa húmeda cueva con deseo. Como ya dije, para ser el primer día mamando cuca, si bien me sentía algo degradada, lo cierto era que me gustaba bastante. La diferencia de sabores entre Tamara y Karina era bastante amplia, empezando por el hecho de que la cuca de Tamara estaba sazonada con la esencia de mi Amo cuando la probé, por lo que su sabor era más fuerte y rico, mientras la de Karina era mucho más suave. Aún así me pareció deliciosa también.

De vez en cuando sacaba mi lengua y separaba mi rostro mientras succionaba uno de sus labios mayores, atrapándolo entre el labio inferior de mi boca y mis dientes superiores, sin ejercer mucha fuerza, lo que hacía que Karina temblara de gusto y gimiera como perra. Repetí la operación varias veces intercalando los labios, con excelentes resultados.

Sin embargo, oír gemir a Tamara me ponía algo nerviosa. No sé qué estaba haciendo Patricia, pero pude ver de reojo a Tamara temblando de gusto, con su boca bien abierta y su pecho moviéndose al ritmo de una respiración bastante agitada. Debía esforzarme más.

Subí de la jugosa vulva de Karina a su clítoris. Era bastante llamativo, creo que el más grande que había visto en mi vida, sobresalía bastante de su capuchón, lo que me hizo pensar que sería fácil hacer que se corriera de gusto si lo atacaba sin piedad. Y así hice, me lancé a chupar ese botón de placer sin ningún remordimiento, succionando lo más duro que podía mientras dentro de mi boca lo atacaba con la punta de mi lengua de forma muy rápida. Esto hizo que Karina se moviera como intentando escapar de mi boca, lo que no le permití tomándola por las caderas y atrayéndola a mi cara. Podía sentir los temblores cada vez más fuertes en todo su cuerpo, mientras sus gemidos pasaron a ser gritos de desespero.

Podía escuchar la risa de mi Amo, mientras que el señor Raymundo le decía a Patricia que se esmerara en hacer que Tamara se corriera. Entre tanto movimiento vi de reojo de nuevo a Tamara que se mordía los labios mientras sonreía con mucha malicia sin dejar de emitir gemiditos ahogados. Supuse que estaba aguantándose el orgasmo, supuse que al igual que yo, ella no quería decepcionar a mi Amo.

Seguí atacando sin piedad al clítoris de Karina, estuve unos minutos allí pegada, ya no solo chupando ese botoncito con fuerza, sino también mordiéndolo suavemente, para luego pasar la lengua por los alrededores de forma circular. La pobre Karina temblaba y temblaba cada vez más, haciendo fuerza para no venirse. Fuerzas que fueron en vano, ya que al poco tiempo Karina se vino en mi cara en un squirt digno de película porno, bañando mi cara y mi cabello en sus jugos que fueron bastante abundantes, mientras estaba allí privada con los ojos volteados y jalándose el cabello con ambas manos, restregando con fuerza, aunque bastante temblorosa, su cuca en mi cara.

-¡Y tenemos una ganadora! -Dijo mi Amo alegremente entre risas. Me separé de Karina para verla temblar pasmada y privada. Nunca me imaginé que alguien pudiera acabar a ese nivel, y mucho menos gracias a una mamada mía. Para ser mi primer día mamando bollos no lo hacía mal por lo que vi, lo que me hizo sentir bastante bien. Y para regocijo mío, volteé a ver a mi Amo. Estaba feliz y contento de haber ganado la apuesta, lo que me hizo sentir plena, ya que gracias a mi había ganado. -Buena partida jefe, más suerte para la próxima -le dijo mi Amo al señor Raymundo mientras le extendía la mano. Este último tenía cara de pocos amigos.

-No se moleste en venir más a trabajar Juan, está despedido . -Le dijo el señor Raymundo a mi Amo, dejándole la mano ahí tendida, dándose media vuelta y yéndose del sitio de forma grosera.

-Pero que mal perdedor...- Dijo mi Amo mientras lo veía alejarse. Sin embargo, no se le veía preocupado, a diferencia de mí y de Tamara que veíamos desconcertadas todo lo que sucedía.

-¿A dónde vas? Bebé, ¿me dejarás aquí? -Le dijo Patricia al señor Raymundo, poniéndose de pie, desnuda. No obtuvo respuesta alguna.

-Claro que te dejará aquí pequeña Patty...ahora eres mía . -Le dijo mi Amo.

-Mira, no sé qué le habrás hecho a Skarlet, ni a la niña esta, pero conmigo no te hagas muchas ilusiones . -Le dijo Patricia, intentando zafarse de todo.

-Jajajaja por eso no te preocupes Patty, no necesito hacerme ilusiones de nada, estoy seguro que también caerás, igual que la vaca tetona . -Le dijo mi Amo.

-¡Ja! ¡No me hagas reír! A ver genio, ¿Como piensas hacer eso? -Le preguntó Patricia, de forma burlona y desafiante.

-Ahorita, esta noche, mientras pagues la apuesta de tu jefe . -Dijo mi Amo.

-¿Y tú crees que voy a caer en semejante juego?

-Si no lo haces, le arruino la vida a tu jefe. Aunque eso te convendría en cierto punto, si él se divorcia podrás tenerlo para ti. Bueno, seguramente te toque compartirlo con Karina. Pero vamos, que eso no te importa mucho tampoco...en fin, veo que ahí hay amor, y no sé si quieras ver a tu amado en problemas. Pero pregúntate que pensará la gente de ti cuando sepan que eres uno de los culos que él se tira. Y más todavía, pregúntate que pasaría si llego a difundir este video tuyo mamándole la cuca a la chica de limpieza, con ese culote bien paradote...- Le dijo mi Amo a Patricia mientras le mostraba el celular reproduciendo el video de lo que acababa de pasar minutos antes. Patricia se puso pálida al verlo.

-No...no serías capaz...- Atisbó a decir ella.

-Vamos nena...solo será una noche...te lo meto por el culo, me lo mamas bien rico, y listo. Si no te gusta, te dejare ir...tienes mi palabra.

-¿Así como dejaste ir a Skarlet? -Preguntó ella desafiante, intentando dar largas a la situación, buscando como zafarse.

-No Patricia. -Interrumpí yo, algo molesta por su actitud. -Él no me deja ir porque simplemente yo no me he ido.  No quiero irme de su lado. No me hallo sin él. Se que es difícil para ti creerlo, pero marica, estoy donde estoy por mi propia voluntad. Me gusta todo lo que me hace. Me gusta cómo me trata. Como me mandonea, como me coje, como me castiga, ya sea por capricho o porque hice algo mal. Quizás sea esa mi naturaleza, ser la esclava de un hombre. Quizás sea que el señor Juan sabe cómo hacer que una mujer como yo rompa sus límites, y la haga llegar más allá, hasta donde estoy. O quizás sean ambas cosas. Pero el señor Juan, es MI AMO porque así lo quiere no solo él, sino yo también. Lo amo y adoro con todo mi ser, y estoy dispuesta a darlo todo, TODO por él.

-Pero Skarlet, ¡te estaba paseando desnuda por la oficina! -Exclamó Patricia. -¡Y encima con la correa al cuello, como perra! ¡Y con esas inscripciones en tu cuerpo!

-Si chama, lo estaba haciendo, me estaba castigando y humillando. Lo hacía por que me lo merezco. Fui mala perra, y debo pagar. Y estoy dispuesta a pagar de la forma que él quiera. Disfruto de las humillaciones que me hace, y le doy las gracias por ello. Y quiero más. No solo porque disfrute mis castigos y mi propio sufrimiento. Sino porque estoy enamorada de mi Amo. Y quiero ser la mejor perra que pueda para él, así me cueste todo. -Le dije. Mi Amo me veía complacido. Tamara se vestía, al igual que Karina.

-¡KARINA! ¡MUEVE ESE CULO, APURATE! -Gritó el señor Raymundo desde la puerta por la que llegamos a la azotea.

-¡Si papi! ¡Voy! -Dijo Karina terminando de agarrar sus cosas para irse en una carrera graciosa. No nos dijo nada.

Patricia también recogió su ropa y se dispuso a irse sin decir nada, siguiendo a Karina. Pero en la puerta el señor Raymundo la detuvo.

-¿Para donde crees tú que vas? -Le preguntó éste poniéndole la mano en el pecho para detenerla.

-Me voy contigo bebé . -Le dijo Patricia.

-¿Eres imbécil o qué? -Le preguntó el señor Raymundo, molesto.

-Pe...pero...papi...- Apenas logró tartamudear Patricia.

-Nada. Quédate con Juan, él te ganó.

-Pero papi, ¡no quiero!

-¿No escuchaste lo que dijo? Me va a destruir la vida si no le das culo.

-Pero....pero -Patricia no sabía que decir.

-Pero nada. -Interrumpió el señor Raymundo. -Te vas con él, y le vas a dar el culo. Serás una buena chica para él. De lo contrario te boto de la empresa a ti también.

-Pero...papi

- Cállate Patricia. Además es tu culpa. ¿Quién te manda a no mamar mejor el bollo de la negra esa? Ahora ve y haz lo que él quiera. Y hazlo bien. Pobre de ti si se me jode la vida. -Le terminó de decir el señor Raymundo para tirarle la puerta en la cara. Patricia se quedó ahí parada, desconcertada.

-¿Ves? -Dijo mi Amo. -No le importas mucho que se diga.

-Cállate Juan . -Le dijo ella, viendo al piso.

-Cállate tú. Y ven a mamarme el güebo. -Le ordenó mi Amo. Luego de unos largos segundos de duda de ella, comenzó a caminar hacia él. -No no no no. A cuatro patas, como la perra sucia que eres. -Le ordenó mi Amo. Patricia lo vio con molestia. - Recuerda...se una buena perrita obediente. Si no, le jodo la vida a tu amor no correspondido...además verás que obedeciéndome la pasaremos bien tu y yo. Sobre todo yo jejeje -Le dijo mi Amo.

Patricia, resignada, obedeció. Se puso a cuatro patas y gateó hacia él, hasta llegar a pocos centímetros de sus piernas. Tamara se acercó a mí, y comenzó a manosearme el culo mientras ella y yo veíamos la escena complacidas. Mi Amo se bajó la bragueta del pantalón y saco su enorme güebo, que estaba flácido, aunque no por eso dejaba de verse descomunal, tanto, que hizo que la mirada de patricia cambiara por completo, de odio, a sorpresa.

-Tranquila pequeña -Dijo mi Amo. -Si a la vaca tetona le cupo en el culo, a ti también te va a caber por cualquiera de tus agujeros...

Patricia estaba inmóvil con semejante verga a escasos centímetros de su cara. Mi Amo lo tomó y se lo puso encima de su rostro, acto que le causó sorpresa a Patricia, aunque, quiero pensar que por instinto, comenzó a lamer toda la extensión de esa enorme verga negra que poco a poco iba ganando una erección.

-¿Quieres cobrarte aquí? -Le preguntó Tamara, sin dejar de manosear mi culo.

-Mmm no. Tienes razón. Ya es tarde. Vámonos a casa de la vaca. -Dijo mi Amo, guardándose la verga en el pantalón. -Vístete Patricia. Hay que buscar la ropa de la vaca también.

Bajamos a mi oficina a buscar mi ropa y una vez me vestí, nos fuimos. Como toda chica precavida que soy, tenía un par de tacones extras en los armarios de mi sitio de trabajo, así que me los puse. Sin embargo, eran mucho más altos de lo normal, del tipo plataformas, y cerrados. Vamos, los típicos zapatos que te pones para buscar fiesta, y cumplían muy bien su cometido, porque la pinta de puta que me daban era realmente llamativa al realzar mi cuerpo.

Salimos de la empresa sin mediar ni una sola palabra, mi Amo iba abrazando a Tamara por la cintura mientras que Patricia y yo íbamos detrás de ellos, sumisas. Ella no me veía a los ojos, supongo que molesta por todo lo que pasaba en ese momento. O quizás avergonzada, no sabría decirlo.

Lo que si puedo decir es que toda esta situación me gustaba mucho. A pesar de los celos que me daba ver a mi Amo con otra, estaba feliz de que el disfrutara. Aunque debo admitir que me asombraba como, en un solo día, pasamos a tener a dos mujeres más involucradas en nuestra extraña relación. Y pensar que aún me faltaban muchas más vueltas por dar en éste, El Trompo De Mi Vida.

Continuará…

Mil gracias una vez más por leerme y llegar hasta este punto de la historia, aquellos que la han seguido desde el comienzo. Si tienen algún comentario (ya sea un halago, una critica constructiva o destructiva también) déjenmelo en el apartado de los comentarios o en mi correo skarletpricet@yahoo.es esto me anima mucho a seguir escribiendo, y además es gratis, así que dejen la pena.

La continuación será publicada la semana que viene.

Besos.

Skarlet.