Decadencia III: De La Mano Del Morbo Y Del Amor
Días después de haber sido conquistada, Skarlet continúa recorriendo la espiral de su vida decadente liderada por Juan, quien agrega a una persona más a este viaje.
¡HEY!
Se recomienda leer los capítulos anteriores para entender esta historia.
Aquí los links:
Decadencia I: https://www.todorelatos.com/relato/176831/
Decadencia II: https://www.todorelatos.com/relato/177101/
Si ya lo leíste, pues, sigue leyendo. Que lo disfrutes.
Decadencia III: De La Mano Del Morbo Y Del Amor.
Transcurrieron varios días desde que Juan se proclamó dueño de mi cuerpo, de mi mente, de mi ser. Era frecuente que yo me escapara de mi oficina para hacerle una mamada en el cuarto de seguridad, en los baños de los hombres, o donde a él le provocara. Por suerte para mí él no quería ser despedido por lo que trataba de que el riesgo de ser descubierto fuera bastante bajo a pesar de estar siempre latente.
No solo era sexo. Su dominio iba mucho más allá, ya que yo le llevaba el almuerzo todos los días, le compraba cualquier tipo de chuchería que se le antojara, le compraba regalos cada vez que podía, así como satisfacía sus caprichos materiales. Poco a poco él fue ocupando mis prioridades en la vida. Este negro que bien podría ser mi padre no tenía necesidad de gastar ni un centavo, todos sus gastos eran cubiertos por mi bolsillo.
Un buen día, mi nivel de entrega a los deseos de este negro rompería otro de mis límites.
Era un viernes, yo estaba en mi escritorio sentada. Ya faltaba poco para la hora del almuerzo. Patricia, mi amiga, me fue a buscar a la oficina.
- Skar, el jefe, los chicos y yo vamos a ir a “La Choza” a comer. ¿Vienes?
- No puedo Patty...ya estoy comprometida. -Le respondí. Patricia pasó a la oficina y cerró la puerta tras de sí.
- Skar....¿todo bien? -Me preguntó, en tono de voz bajo y preocupado.
- Si ami...¿por qué? -le pregunté, desviando mi atención de la computadora hacia ella.
- Chama tienes ya más de un mes sacándome el culo para muchas cosas....tú no eres así, ¿pasa algo? -Me preguntó, siguiendo mostrando preocupación (Ndr: "Sacar el culo" es una expresión del argot venezolano para indicar que alguien está rechazando las invitaciones de sus amistades)
- No vale, no pasa nada, todo está bien. -le dije.
- Skarlet, te conozco bien. Dime la verdad.
- Bueno chama....- le dije, y vi hacia los vidrios de la oficina con gesto pícaro, para ver que nadie nos viera mientras chismeábamos. - Es que estoy enrollada con Juan.
-¡¿COMO ES LA VAINA?! -Expresó ella alzando la voz en tono de sorpresa.
- ¡¡Shhh!! -la callé, como si alguien pudiera oírnos. - Chama han pasado algunas cosas....
- ¿Qué cosas Skarlet? ¡Si ese tipo es un baboso de cuarta!
- Si, si, lo sé... -le dije, haciendo una pausa, sin saber bien como decir lo siguiente. Por lo que dije lo primero que se me vino a la mente. - Marica es que tiene un güebo que te hace olvidar todo y te enamora....
- ¡SKARLET! -Exclamó ella sorprendida.
- Jiji ¡Shhhhh! Jiji -La mandé a callar entre risitas tontas. Su expresión era todo un poema.
-¡¡¡Marica te lo cojiste!!! -Me dijo aún en tono de sorpresa.
- Siiiiiiiiiii -Le confirmé.
- Pero.....pero....¿¿¿como??? ¿Te rascó? O peor, ¿Te drogó ? (Ndr: "Rascar" en este contexto del argot venezolano significa "embriagar", o "emborrachar")
- No chama...
- ¡Cuéntamelo TO-DO! -Me dijo.
- Chama es que empezó como una locura...- No sabía cómo decirle como empezó todo, porque la verdad es que el inicio de toda esta aventura hasta a mí se me hacía inverosímil. - Me lo encontré en los chinos...........- Y ahí empecé a narrar mi historia. Patricia escuchaba, atónita, todo. Le conté lo de la apuesta, la mamada en el baño, la manoseadera en la calle y en el metro, lo ocurrido en la camioneta para ir a su casa, y por supuesto, lo que pasó esa noche en su casa, el cómo me volteó como calcetín usado, el cómo se apoderó de mi en tan solo una noche.
- Chama...¿de verdad? -Me preguntó cuando terminé de contarle todas las guarradas de ese día.
- Si...
- Chama no sé qué decir... -Me dijo. A juzgar por la expresión de sus ojos, era cierto. -¿De verdad tan bueno fue? ¿Has repetido?
- No solo he repetido marica... -Le respondí. - Lo he hecho todos los días. Y me tiene super empepada, hasta el punto en que perdí toda voluntad ante él. No hago más que pensar en satisfacerlo, en complacerlo. Empiezo mi día en la oficina anhelando el momento en que estaré de nuevo con él, mamándome ese güebote, haciéndolo feliz...marica soy suya. Estoy aquí mojaíta por él. (Ndr: "empeparse" en el argot venezolano significa obsesionarse con algo o alguien).
- Chama pero.....pero....¡él podría ser tu papá! ¿Todavía se le para? -Preguntó ella, curiosa.
- No solo se le para Patty....sino que dura parado un buen rato, suficiente como para agotar mis fuerzas. Y así agotada y todo él me sigue dando.
- Chama...no sé qué decir... -Me dijo ella.
- No digas nada marica...mira la hora que es, ya son las 12:15, Él debe estar esperándome para comer -le dije agarrando el bolso donde llevaba dos viandas de almuerzo para ir a calentarlas rápidamente.
-¿Llevas dos viandas de almuerzo? No me digas que... -dijo ella, sabiendo la respuesta, pero esperando oírla de mí.
- Si Patty....Yo le hago su comidita.
- Marica te tiene pero mal... -Me dijo en tono burlón picaresco. -¡Hasta la comida le haces ya!
- Jijiji gafa...pero si, no lo niego. Me tiene donde quiere y como quiere. -Le dije.
Ambas salimos de mi oficina, no sin antes despedirnos. Me dijo que le gustaría que comiéramos juntas de nuevo, yo le dije que haría un hueco en mi agenda. Lo que no le dije es que ese hueco sería hecho solo si Juan lo autorizaba. Si, Patricia tiene razón, ese negro me tiene tan mal, que ya me consideraba su propiedad y todo mi mundo giraba en torno a él. Y era él quien tendría la última palabra en todo siempre.
Y lo cierto es que esto me gustaba. Me hacía sentir plena.
Luego de calentar las dos viandas fui rápidamente al cuarto de seguridad, dónde estaban los monitores de las cámaras. Allí hay un espacio apartado para descansar, un cuartito contiguo, donde los dos comíamos siempre.
Y allí estaba él esperándome. Su cara mostraba enfado. Y lo entendía, por hablar con Patricia llegué tarde. Aun así le serví en la mesa bajo su atenta mirada, en silencio, sacando la comida de la vianda y sirviéndosela en un plato de porcelana, con los cubiertos debidos, y un vaso con jugo de naranja. Yo comería en la vianda. Oh si, Juan me tiene mal. Y eso lo iba a comprobar en los siguientes minutos: luego de servirle, él me dijo que me arrodillara a su lado, cosa que hice obedientemente.
-¿Por qué tardaste? -Me preguntó.
-Perdone señor -Le dije - Es que Patricia me entretuvo en la oficina.
-¿Te entretuvo? ¿Asuntos de trabajo?
-No señor. -Le dije. - Es que quería saber porque me he distanciado de ella.
-¿Y qué le dijiste?
-Le conté que era por usted. Que me había cojido y me tiene a sus pies señor.
-Jajaja ¿En serio? ¿Le dijiste eso?
-Si señor, en serio.
-¿Y se te olvido que tenías que traerme la comida? -Me preguntó, tomando el plato con sus manos.
-No señor, jamás olvidaría hacer algo para usted. Es solo que no me di cuenta de que el tiempo había pasado…- En ese momento él, sin ningún tipo de contemplación me echó toda la comida encima, bañando mi cabello, mi ropa, mis tetas, todo. Yo reaccioné con un gesto de sorpresa.
-Así aprenderás tetona imbécil, a que debes estar pendiente del tiempo . -me dijo.
-¡¡Perdón señor, perdón en serio, no volverá a ocurrir!! -Exclamé nerviosa, aún de rodillas. Por suerte la comida no estaba hirviendo ni mucho menos.
-Ve al baño, inútil. Límpiate y apúrate. -me ordenó.
Yo obedecí al instante, yendo a un pequeño baño que se encontraba en ese mismo cuartito. Rápidamente allí me desnudé y procedí a limpiar mi cuerpo de la mejor forma que pude en el lavamanos (ya que no había ducha) y lo que podía de mi ropa que estaba totalmente arruinada, mientras pensaba sorprendida en lo que este gesto de su parte había causado en mi: un total sentimiento de culpa y aceptación del castigo, pensado en que lo tenía bien merecido por ser tan incompetente.
Y por supuesto, una muy deliciosa ola de excitación que invadió mi cuerpo por ser aleccionada de esa manera.
Una vez lista, salí del pequeño baño, con la ropa mojada ya que no tenía otra muda allí. Me veía desaliñada y ridiculísima, y pensé que sería parte de mi castigo. Al salir vi que Juan hablaba con Tamara, una chica de unos 20 años, delgada, y tan negra como él, que trabajaba de limpieza en la empresa.
- Deja eso Tamara -le decía él, para que ella no limpiara el reguero de comida que había en el piso - ya Skarlet lo va a limpiar.
-Pero Juan -dijo ella -Es mi trabajo, yo lo hago.
-No niña -Le respondió él . -Ella tuvo la culpa y lo va hacer. ¿Verdad que si pequeña?
- Si señor Juan -Respondí. La chica cuando me vio tuvo que esforzarse para contener la risa, pero igual se le notó el gesto de burla, así como también de sorpresa. Yo intenté tomar la mopa para limpiar todo lo que quedaba en el piso.
-¿Qué haces? -Me preguntó el.
-Voy a limpiar...
-No niña . -Me interrumpió el. -Los materiales de limpieza mal utilizados se los cobran a las de limpieza, ¿No sabías? Si ella malgasta esa mopa en un reguero que TU hiciste, se la podrían cobrar.
-Pero Juan -dijo Tamara, aún ajena a toda la situación -esto es justificado, no me la van a cobrar
-No no no Tamara. Es un riesgo -Prosiguió él. -¿Cuantas veces las mujeres de esta empresa han derramado un montón de cosas y a ustedes les han cobrado injustamente los utensilios que usan para limpiarlo? -La verdad nunca había pasado. Sin embargo, el inventaba todo eso para hacerme llegar más bajo en mi degradación. Lo que yo no podía adivinar era donde terminaría, pero lo iba a averiguar en unos minutos.
-Bueno -dijo Tamara - Todo esto estaría justificado la verdad, no van a cobrarme por....
- Shhhh niña -La calló él nuevamente. - Esta mujer estúpida aprenderá a tener cuidado de esa forma.
La cara de Tamara fue un auténtico poema al ver que yo no hacía nada ante el insulto. Yo solo tenía la mirada en el piso, totalmente avergonzada. Avergonzada y excitada.
-Juan...- Dijo Tamara. -No le digas así...ella seguramente no tuvo la culpa...no le faltes el respeto.
-Jajajajajaja -Carcajeó él. -ay niña...cierra la puerta con seguro y observa. -Le terminó de decir. Ella obedeció extrañada, cerró con seguro la puerta tras de sí y se recostó de ella, intrigada por ver lo que Juan le mostraría. -¿Y bien Skarlet? -se refirió él a mí.
-Yo...- la verdad no sabía que decir. Así que, al igual que con Patricia, dije lo primero que se me ocurrió. -Yo tuve la culpa Tamara. El señor Juan tiene toda la razón.
- Que escueto y patético discurso. -dijo él -Me sigues decepcionando Skarlet. Este día te has dedicado a solo decepcionarme. -ante estas palabras sentí nervios, y más culpa aún. -¿Ni siquiera le vas a pedir perdón a Tamara? Ella limpió el piso esta mañana y tú lo ensuciaste.
-Señorita Skarlet no...no es necesario. -dijo Tamara, totalmente extrañada por la actitud de ambos.
-¿Señorita? -la interrumpió Juan. - Jajaja no me hagas reír. Esta tetona imbécil no tiene nada de decencia.
- Yo...- comencé a decir de nuevo, sin quitar la vista del piso. Seguía con la mente casi en blanco. Mi único pensamiento era "no metas la pata, él está decepcionado de ti, recupera su afecto, no metas la pata".
-¿Tu qué? -me apresuró Juan.
- Yo soy una estúpida, señorita Tamara. -dije. - Perdóneme por favor, todo esto es culpa mía. Yo lo limpio.
-¿Qué es esto? -preguntó Tamara ya escandalizada. -¿Que se traen ustedes dos entre manos? No entiendo nada.
-Jajaja -se rió Juan de nuevo. -tranquila Tamara. No te exaltes. Mira esto: Skarlet, empieza a limpiar.
-¿Con que lo limpio? -Pregunté. Juan me dio un lepe no muy fuerte detrás de la cabeza (ndr: en Venezuela un lepe es una fuerte palmada en la cabeza, puede ser dada en la frente o en la parte de atrás de la misma)
- Ese hocico estúpida, cuídalo. -Dijo él. Tamara estaba sorprendida ante todo esto, pero aun así reaccionó y me ofreció la mopa. - No -le dijo Juan -que use los trapos esos con los que esta vestida. Total, ya están todos arruinados por el agua y el sucio.
-Juan estás llegando muy lejos . -Le dijo Tamara.
-No niña -le dijo el poniéndose de pie para ubicarse a su lado - Observa -Le dijo con una sonrisa en la boca - Skarlet, ¿estoy llegando lejos?
- No señor Juan . -Respondí.
-¿Tengo razón en todo?
-Si señor Juan.
-¿Por qué?
-Porque usted es mi Dios.
-Explícanos porque tienes ese concepto de mí, pequeña idiota.
-Porque estoy locamente enamorada de usted señor Juan. Usted desde hace un tiempo ya me demostró que no valgo nada sin su presencia, me ha conquistado totalmente, y a cada cojida que me ha dado me ha enseñado que estoy en este mundo para servirle y seguir sus deseos . -Dije sin pensar bien. La verdad no sabía que decir, solo seguí mi corazón. Si me hubieran dicho hace unos meses que yo sentiría eso por Juan, me habría reído muchísimo.
-Vaya…- Dijo él -que muñequita tan entregada ¿verdad Tamara?
En este punto Tamara tenía los ojos como platos. No sabía cómo reaccionar ante toda esta situación. Estaba inmóvil.
-Hasta dejaste a la niña sin palabras -dijo Juan. - pídele perdón Skarlet.
-Perdóneme señorita Tamara. Fui una estúpida descuidada.
- Mueve esas tetas Skarlet, empieza a limpiar . -Me ordenó él. Yo empecé a quitarme la chaqueta y la blusa, quedándome con el sostén puesto y me puse a cuatro patas para empezar a limpiar
Juan en tanto, salió junto con Tamara de la habitación, dejándome sola y encerrada, limpiando. Tardé alrededor de 40 minutos en limpiar el piso con mi ropa y lavarla en el lavamanos. De hecho estaba terminando de ponérmela de nuevo, así empapada, cuando ellos dos entraron nuevamente al pequeño cuartito. La cara de ella había cambiado completamente.
-¿Ya terminaste? -Me preguntó él.
-Si Señor. -Le respondí. Tamara caminó por todo el cuartito viendo el piso, como supervisando todo.
-Tamara, ¿qué dices? -Le preguntó a ella.
-Solo limpió la zona que ensució. Debió hacerlo con todo el piso del cuarto. -Dijo ella, en tono de reclamo, para mi completa sorpresa.
-¿Ves? Es una completa inútil. -le dijo él.
-Si, va a ser que tienes toda la razón . -dijo ella.
-Skarlet, ¿tienes algo que decir?
-Señor yo… -¡Paf! Me interrumpió él con una cachetada que me volteó la cara.
- Estúpida perra inepta. -Dijo él. Tamara se veía sorprendida, pero se reía de todo. - Arrodíllate imbécil. Pídele perdón a Tamara por ser una completa perra inútil.
-Perdóneme señorita Tamara -Dije, arrodillándome, humillada, degradada y EXTREMADAMENTE excitada. -Soy una perra inútil, por favor perdóneme.
-Ay Skarlet…- dijo ella, sentándose en una silla con las piernas cruzadas. -Te voy a ser sincera, esto es nuevo para mí. No salgo de mi asombro al ver la clase de mujer asquerosa que realmente eres. Aún no doy crédito a mis ojos, ni mucho menos a las palabras que el señor Juan me ha dicho. Pero lo dicho, va a ser que tiene razón. Y bueno, nada, haré lo mejor que pueda para disfrutar de todo esto…no te quedes ahí, empieza a limpiar, apúrate que no tengo todo el día.
Inmediatamente acaté la orden, me puse de pie y corrí al baño quitándome de nuevo toda la ropa para remojarla y empezar a trapear a cuatro patas ante la atenta supervisión de Juan y de Tamara, quien no dejaba de reírse burlonamente de mí. Mientras yo iba limpiando, Juan se puso cómodo en otra silla. - Fuera tanguita y sostén Skarlet . -Me ordenó -Muéstrale a Tamara la clase de perra sucia y loca que eres. -terminó de decirme, y yo obedecí, quitándome la ropa íntima y haciendo ademán de dársela a él en las manos. -No me la des a mí. Dásela a Tamara. -Obedecí y se la di a ella. Ella extendió su mano y agarró ambas piezas de ropa íntima con las puntas de sus dedos índice y pulgar. Arrojó el sostén a la basura, y tomó la tanga con cuidado para ponérmela en la cabeza, cuidando de que la parte con mis jugos quedara en mi nariz.
-Así . -dijo ella -Para que tengas una apariencia más acorde a ti, mujer ridícula jajajaja -Terminó de decirme. Juan también se echó a reír, pero vio con atención como Tamara me hacía dar media vuelta para darme una buena nalgada y hacerme volver a mi tarea de limpieza, cosa que hice diligentemente.
Me sentía extremadamente humillada y degradada, lo que me excitaba muchísimo, cosa que no es ya una sorpresa para mí. Y a Juan al parecer le excitaba todo a lo que me estaba sometiendo, ya que podía notar el enorme güebo marcado bajo el pantalón. Y por supuesto, eso no pasó desapercibido para Tamara.
-Mírame nada más eso mi negro -Le dijo ella, apuntando hacia su verga. No pude evitar sentir celos.
-¿Qué pasó? -Le preguntó Juan. -¿Nunca has visto uno en tu vida o qué?
-Muchos he visto…- dijo ella - pero nunca uno como ese. Se te nota mucho. Ahora entiendo por qué me dijiste allá afuera que le apagaste el cerebro con tu güebo, esa cosa se ve grande desde aquí.
-Jajajaja -rio Juan, bajándose la bragueta del pantalón y sacando se enorme verga al aire. - Míralo en persona Niña, es más grande liberado. -Dijo. Sentí que mis ojos brillaron, pero una punzada de nervios me entró cuando le vi la cara a Tamara, tenía una expresión de deseo y no le quitaba los ojos de encima a esa vergota. -¿Que miras estúpida? ¡Sigue trabajando! -me reclamó Juan. Yo me puse manos a la obra pero atenta a los acontecimientos entre esos dos.
Tamara se acercó lentamente, pero Juan la agarró por un brazo en lo que la tuvo bastante cerca y la jaló hacia él, para sentarla en sus piernas, cosa que hizo aumentar la sensación de celos en mí. Ella, con una risita tonta, lo veía pero no lo tocaba. Juan con las piernas abiertas y moviendo su pelvis ligeramente se lo ofrecía. -¿Y si alguien entra…? -murmuró ella. -Tranquila nena, la puerta esta con llave, y me dará tiempo, diremos que estabas limpiando y no podía abrirse la puerta y yo no podía salir porque el piso esta mojado…total, mentira no es, al menos no al 100%. -contestó él, tomando una de las manos de ella y llevándola a su miembro. Ella se dejó llevar y lo agarró por el tronco. Y yo, limpiando sumisamente, por dentro me moría de la rabia y de los celos. Juan aparentemente notó mis sentimientos, supongo que mi cara me delataba. -¿Te pasa algo cerda? -Me preguntó. Yo no lo quería contrariar.
-No Amo, nada. -Le dije, tragándome mis sentimientos y mis palabras. Quería decir que esa verga era mía, pero lo mejor fue quedarme callada. Él me continuó viendo fijamente mientras Tamara le acariciaba el güebo, ahora con las dos manos. Y yo me sentía más desnuda de lo que ya estaba.
-Se muy bien que tienes algo en la punta de la lengua cerda…suéltalo . -Me dijo, como leyendo mis pensamientos.
-No le digas así amor…- Le dijo Tamara en tono zalamero y dulce, para más rabia mía. - Se que está sucita y asquerosita…pero no es una cerda…es una vaca.
-¿Cómo? -Dijo él sorprendido y al mismo tiempo divertido.
-Si bebe…mira esas tetotas. Toda una vaca.
- Jajajajajajaja -Carcajeó fuertemente Juan. -Que ocurrencias tienes niña jajajaja tienes razón…toda una vaquita.
-Jajaja -se río ella también, poniéndose de pie y caminando hacia mí, con paso firme, decidido, y lleno de mucha, mucha autoconfianza. Debo admitir que con su caminar, digno de una modelo de pasarela, me sentí tan inferior, y tan temerosa de ella. Además de sorprendida, nunca me imaginé a la mujer de limpieza caminando con esa actitud. Se agachó a un lado de mí, y con total confianza en sí misma y en la situación, me agarró fuertemente por la mandíbula. - Seguramente eso que tiene en la punta de la lengua es un mugido, típico de su especie ¿no es así vaquita? Anda, suéltalo. -Me ordenó.
-Muuuuuuuuuuuuuuu -dije. Juan se carcajeaba tan fuerte que pensé que se orinaría de la risa, y Tamara también, soltando mi mandíbula y poniéndose de pie a mi lado. Su pose había cambiado completamente, ya no se paraba de forma normal, parecía ahora una diosa en todo su esplendor. Con los brazos cruzados, erguida completamente, con su cuerpo apoyado en una sola pierna mientras la otra estaba ligeramente más estirada hacia adelante de ella, con su pie enfundado en una zapatilla delante de mí.
- Hazlo ahora vaca, pero bambolea las tetas. -Me ordenó
- Muuuuuuuuuuu -volví a mugir, moviendo mi torso para que mis tetas bambolearan. Pensé que nunca me sentiría más degradada en mi vida.
- Ponte de rodillas, muge y bambolea las tetas . -me ordenó nuevamente y yo obedecí, poniéndome de rodillas para que mis tetas pudieran verse a la perfección, y empecé a bambolearlas más fuerte, para diversión de ellos.
- Muuuuuuuu -Repetí el mugido.
Juan estaba ya casi privado de la risa. Tamara seguía riendo de forma burlona, aunque no tan escandalosa, pero veía complacida a Juan, pude notar en la mirada de Tamara cierta satisfacción y alegría de hacerlo reír. ¿Tenía 5 minutos aquí, involucrada en toda esta situación, y ya sentía cierta entrega a Juan? ¿Como era eso posible?
Bueno, yo no soy quién para juzgar. En una noche de sexo guarro caí a los pies de este viejo. ¿Será que Juan es brujo? ¿O nos drogó? No lo sé. Y la verdad ya no me importaba. En el fondo, tras toda esa degradación y humillación que yo sentía en ese momento, también sentía mucha felicidad y plenitud, al ver que mi Amo Juan estaba pasando un buen rato. Sin embargo, también sentía temor. Temor de Tamara. Temor de que esta chica negra lo apartara de mí. Y a juzgar por su cambio radical de actitud, y de verla complacida de divertir a mi Amo, todo indicaba que iba por ese camino.
- Buena vaquita obediente… -Dijo Tamara, dándome un par de palmaditas suaves en mi cabeza, como si yo fuera su mascotita fiel y entrenada. -Besa mis zapatillas. Cuidado de que tu hocico ni ninguna parte de tu cuerpo toque mi piel, no te has ganado ese privilegio todavía, pequeña . -Me ordenó. Yo me quedé impactada al oírla. Si hacía unos minutos era una chica con actitud de poca cosa, ¿cómo podía ahora hablar con esa seguridad, dándome esa orden? ¿Como podía caminar con ese paso tan decidido, derrochando superioridad?
¿Cómo podía tratarme así?
Juan dejó de carcajearse al oírla darme la orden, aunque seguía con una sonrisa burlona dibujada en su rostro. Ahora prestaba atención a lo que pasaba frente a él. Yo al verlo a los ojos, obedecí inmediatamente la orden de Tamara. No quería seguir decepcionando a mi Amo Juan. Me incliné para quedar a custro patas nuevamente, y sosteniendo mi cabello a un lado para que no hiciera contacto con la piel de ella, procedí a llevar mi boca hacía su zapatilla, ofrecida ante mí por la pose que ella aún sostenía. Comencé a besar sus sucias zapatillas sumisamente, mientras una ola de calor extra invadía mis genitales. Tuve todo el cuidado que pude para que mi humanidad no tuviera contacto alguno con su piel. No duré mucho en ese acto de devoción y entrega, ya que ella sin decir nada me quitó su pie de la boca, para caminar hacia mi Amo.
Una vez en donde él estaba, lo rodeó muy sensualmente colocando una de sus manos en su pecho, y una vez detrás de él comenzó a masajear sus hombros, inclinándose para acariciar su pecho de nuevo, y yendo un poco más abajo para acariciar el gigantesco güebo de él, el cual seguía afuera de su pantalón esperando por atención. Yo los veía arrodillada, con esa mezcla de sensaciones entre celos, humillación y mucha, muchísima excitación. - El piso no se va a limpiar solo vaca…- dijo Tamara, haciendo que yo reaccionara sumisamente y me pusiera manos a la obra.
Mi atención se dirigió al piso. Tomé mi blusa y comencé a trapear de rodillas con mis manos fuertemente para que todo quedara impecable y ver si podía terminar rápido. No habían pasado ni 5 minutos cuando comencé a oír la respiración de mi Amo, que se había tornado más fuerte, mezclada con el sonido como si estuvieran chupando algo. No quería desviar mi atención, pero esos sonidos me obligaron a hacerlo por un instante, y vi a Tamara a un lado de mi Amo inclinada sin flexionar las piernas con su verga en la boca, chupándole la puntita, jugueteando allí con su lengua y sus manos acariciando esas espléndidas bolas.
Traté de apurar el paso. Tenía la esperanza de recibir un poco de ese güebo también, ya que al fin y al cabo soy adicta a él y es por eso que estoy metida en esta situación tan loca e inverosímil. Pero no podía concentrarme del todo, la respiración de mi Amo aumentaba en intensidad, los sonidos que ella hacía con su boca también, y mis celos desesperantes me iban sacando poco a poco de quicio.
Volví a dirigir mi mirada rápidamente hacía ellos. Mi Amo me veía, y Tamara, para mi sorpresa, ya tenía TODA su verga en su boca. Apenas y se le notaban las arcadas para mi sorpresa. -¿Ves vaquita? Tienes competencia…- Me dijo mi Amo, en un obvio intento por hacerme picar más. Y lo logró la verdad, ya que sentí ese cosquilleo en el estómago típico de sentir que me quitan lo mío. Pero lo cierto es que él no me pertenece, al contrario, yo le pertenezco a él, y él es libre de follarse a quien quiera. Me mantuve repitiéndome esto durante un buen rato mientras seguía trapeando el piso con mi ropa.
Una vez el piso se veía impecable, mi Amo me ordenó lavar mi ropa y tenderla mojada detrás de una pequeña nevera que había allí en la oficina. Me tardé unos 15 minutos en terminar el piso y medio lavar mi ropa para que no quedara tan mugrienta. Obviamente al no contar con herramientas para lavar la ropa, esta quedo medio sucia. Pero no me importó, lo único que deseaba era desocuparme rápido para ir con mi Amo e intentar hacerme notar ante la negra.
Luego de haberla tendido, me ubiqué al lado de mi Amo, de rodillas. Tamara estaba ya a estas alturas agachada y seguía saboreando ese miembro que tan enamorada me tenía, para mi molestia y celos. No quería hacer nada, la cara de placer que tenía mi Amo era profunda, lo estaba gozando al máximo y no quería interrumpir ni decir nada que lo desconcentrara, así que muy a mi pesar solo me quedé observándolos.
Debo reconocer que se veía que Tamara no lo hacía nada mal. Se veía en sus movimientos que se esmeraba en proporcionar el mayor de los placeres, podía ver como subía y bajaba alternando los ritmos de rápido a lento, babeando ese enorme falo que tanto me volvía loca, para bajar a sus bolas y recoger buena parte de las babas que escurrían hasta ellas e irlas absorbiendo mientras volvía a subir hasta la punta y tragarlo completo de nuevo. Era una visión muy morbosa y muy excitante.
Mi Amo tomó su cabello y la hizo detenerse, sacando su verga de la boca de ella. Dirigiéndola por el cabello, la hizo ponerse de pie, y en ese momento caí en cuenta de que ella no tenía el mono de trabajo puesto. La verdad me había fijado que se lo había quitado en algún momento mientras yo limpiaba o lavaba mi ropa en el lavamanos.
Sus piernas se veían hermosísimas sin duda alguna. Bastante bien tonificadas y con un culo pequeñito pero respingón. Mi Amo hizo que ella abriera las piernas y se sentara de frente a él sobre su verga, sobre la cual ella fue bajando lentamente metiéndosela en la cuca entre gemidos y una respiración entrecortada,
Una vez su bollito se logró tragar ese güebo entero, ella comenzó una suave danza sobre él, masajeándolo lenta y suavemente en un principio, para ir aumentando el ritmo a medida que su calentura crecía. En un momento dado, y como pudo, Tamara se quitó la parte de arriba de su uniforme de trabajo, quedando totalmente desnuda y con las zapatillas colocadas. Mi Amo en ningún momento le soltó el cabello, lo que hacía era hundir su cara en sus tetitas que, si bien eran pequeñas, ofrecían una vista sexymente graciosa y sensual. Él devoraba con hambre y deseo el sudor de esas tetas, mientras que yo en las mías sentía punzadas de envidia.
No duraron mucho tiempo así. Mi Amo estaba muy, muy excitado y gemía de bastante placer. Ella también gemía, y sonreía mientras me echaba miradas provocadoras como si quisiera decirme “mírame perra, estoy cabalgando a tu semental”. Yo no hacía nada, solo los veía convertidos en un solo cuerpo sudoroso y lleno de lujuria y placer. Ella abrazaba la cabeza de mi Amo mientras este seguía disfrutando de sus tetitas, chupando y mordiendo los pequeños pezones, lamiendo la parte inferior de sus tetas, el canal que ambas formaban que era amplio dado el tamaño pequeño de ambas masas.
Ella en ningún momento bajó la intensidad de los movimientos, más bien la aumentaba, moviéndose con mucha gracia y técnica. -¡Ah! ¡Ah! ¡Siiiihh! -decía ella entre gemidos, mientras seguía danzando para él. En un momento dado ella estiró su brazo y me tomó de una mano, acercándome a ellos y haciéndome ubicar detrás de ella mientras me decía entre gemidos que no me quedara allí parada, que hiciera algo útil por ambos, y me hizo arrodillarme entre las piernas de ellos. En ese momento mi Amo me tomó por la cabeza con su mano libre, y me hizo hundirla donde ambos cuerpos se unían, en sus partes íntimas, haciéndome recibir un par de embestidas por parte del culo de Tamara en la cara, quién se movía aún más frenéticamente.
Pude ver las bolas de mi amo, con todos los jugos de ambos escurriendo por ellas. Debo admitir que me dio un poco de reparo, ya que nunca había saboreado los jugos de otra mujer, salvo los míos propios. Aun así, entre mis celos, mi envidia, y una excitación y morbo crecientes que me tenían invadida, no quería ser menos, así que comencé a estimular las bolas de mi Amo con mi boca, masajeándolas con mi lengua y chupando con delicadeza pero con suficiente esmero. La posición era bastante incómoda para mí, pero no me importó lo más mínimo, necesitaba darme a notar.
Luego de unos 10 o quizás 15 minutos de baile de Tamara y de lamidas mías, mi Amo soltó mi cabeza y el cabello de ella, y sin hacer mucho esfuerzo la alzó por los brazos para sacar su güebo de cuca. Yo no me despegué de sus bolas, seguí lamiendo y chupando con mi cara ya bien llena de flujos bien pegada a sus bolas. Sentí los espasmos que le invadían en sus genitales y logré ver como salían chorros de semen se su verga. Los dos primeros con tanta fuerza y descontrol, que fueron a estrellarse en la cuca y ano de Tamara. Los demás, simplemente parecían de una fuente, y fueron a parar a los muslos de mi Amo, a su abdomen, y a mi frente.
Para acompañar su semen, Tamara se sobaba frenéticamente el clítoris con sus manos, hasta que, entre temblores, gemidos y espasmos corporales, se corrió, no muy abundantemente, sobre la verga de mi Amo y mi cara. Mi Amo sonreía al ver toda la escena, mientras recuperaba su aliento. Yo aún seguía de rodillas entre las piernas de él, lamiendo con suavidad sus bolas.
Él seguía erecto. Y aprovechando esto, y para sorpresa de Tamara que seguramente no esperaba ver en un hombre de su edad tanto vigor sexual, me tomó del cabello y me hizo ponerme a cuatro patas entre las piernas de Tamara. Al girar mi cabeza pude notar que él hacía que ella se sentara en mi espalda. -Ábrele el culo a la vaca. -Le dijo. Ella obedeció y abrió mis nalgas lo más que pudo, dejando mi agujerito anal claramente visible ante ambos. -Escupe -Le dijo a ella, y ella obedeció, escupiendo en mi culo. Yo ya sabía que estaba condenada una vez más a ser empalada analmente por él. Y no es que me molestara la verdad. A pesar del dolor, me fascinaba ser enculada por mi Amo. Gracias a mi lado masoquista el sexo anal con él era algo que realmente yo gozaba como una perra en celo, así que el saber lo que sucedería a continuación me emocionó mucho.
Mi Amo posó la punta de su enorme verga en la entrada de mi Ano, y la restregó suavemente por la zona, esparciendo las babas de Tamara a conciencia. Luego comenzó a empujar poco a poco. - Se ve estrecha -Mencionó Tamara. - Lo es… -Contestó mi Amo. -A pesar de que me la he ogido por el culo bastante, ella sigue siendo bastante estrecha. -Continuó diciendo mientras seguía empujando lentamente, disfrutando el empalamiento. Solía hacerlo de esta forma, así el disfrutaba de los reflejos de mi cuerpo, los dedos de mis pies retorciéndose, mi espalda arqueándose, mis nalgas contrayéndose…aunque esto último era muy difícil esta vez, ya que Tamara las mantenía bien abierta para él. Pude notar como, a medida que me lo metía, él tomaba a Tamara por el mentón y la besaba en la boca con lujuria, beso que ella correspondió gustosa, y que me hizo sentir muchos celos, aunque estos quedaban en segundo plano ante el dolor y excitación que su verga me hacía sentir.
El beso que ambos se dieron duró bastante. Era sonoro, se oía claramente como sus lenguas jugaban entre ellas, incluso por encima de mis gemidos que no eran precisamente bajos de volumen. Pude sentir como Tamara comenzaba a restregar su cuca contra mi espalda, buscando placer, incluso después de que dejaron de besarse, lo cual sucedió una vez tuve todo ese güebote bien metido hasta las bolas en mi culito. En ese momento el comenzó un suave mete y saca, como cuidando de no hacerme daño, a diferencia de otras veces pasadas donde el literalmente parecía una máquina. Esto en cierta forma me hizo sentir amada.
La habitación se llenó de gemidos de él y míos. Intenté buscar la mirada de Tamara, quería ver si aun tendría esa sonrisa burlona en su cara al ver que ahora era yo la que hacía gozar a mi Amo. Ella aún seguía restregando su cuca contra la piel de mi espalda, y en determinados momentos, cuando mi Amo aumento la velocidad de su pelvis durante la penetración de mi culo, ella soltaba una de mis nalgas para azotarla a placer y luego abrirla nuevamente.
Y fue en este interín que logré ver su cara. Y para mi sorpresa seguía teniendo esa sonrisa burlona, lo cual por alguna razón me hizo sentir molesta. ¿Por qué sonreía? Esta vez la que atendía su verga era yo, la que le daba placer era yo. Ella al parecer notó mi molestia, y, luego de guiñarme un ojo, se volteó hacia mi Amo soltando mis nalgas, para abrazarlo y darle otro apasionado beso en la boca que el correspondió con intensidad. Este beso provocó que la penetración pasara de ser “cariñosa” por así decirlo, a brutal y frenética, lo que me hacía doler mucho más el culo y mis entrañas, pero aún más mi corazón, ya que yo de esta forma quedaba relegada a un mero juguete sexual no digno de algún vestigio de amor por parte de él, lo cual ya estaba más que claro desde el principio de nuestra relación, pero la verdad creo que en el fondo tenía la esperanza de significar algo más que sexo y servidumbre para él.
Y fue este pensamiento, sumado a la cada vez más violenta penetración anal a la que estaba sometida, que tuve uno de los más explosivos y brutales orgasmos de mi vida, entre temblores y espasmos. Mi Amo y Tamara hicieron caso omiso a esto, simplemente se siguieron besando apasionadamente, con Tamara sin dejar de restregar su vulva contra mi espalda y mi Amo sin dejar de bombear mi culo con su verga.
No sé cuánto tiempo pasó, lo cierto es que todo se me hizo corto cuando llegó a su fin, un final que marco el orgasmo de mi Amo, quien se vino dentro de mi culo. Me fascinaba que él se corriera dentro de mí, sentir como mis entrañas se inundaban de su caliente y espesa leche era una sensación indescriptible, que hacía que mi cuerpo se retorciera incontrolablemente en otro orgasmo. En ese momento él me sacó su verga para ponerse de pie y contemplarme, mientras Tamara volvía a abrir mis nalgas exhibiendo mi ano abierto ante nuestro dueño.
-Vaya…- Dijo ella, levantándose de mi espalda, haciéndome sentir frio en ella - Que aguante tiene esta tipa…a mí me costó muchísimo soportarte en mi cuca, no me imagino en mi culo.
-Jajaja -carcajeó mi Amo -La vaca está acostumbrada a esto ya, a pesar de que no tenemos mucho tiempo juntos…por cierto, mira cómo le dejaste la espalda -Dijo al ver que mi espalda estaba encharcada de los jugos vaginales de ella. -¿Acabaste tú también?
- Si papi, dos veces. -Contestó ella para mi sorpresa y también envidia. Ella tuvo 3 orgasmos, y yo solo 2. Y seguramente sería castigada por ello, a mi Amo no le gustaba que yo acabara sin su permiso.
-¿Te gustó restregarle el bollo en la espalda a la vaca? -preguntó mi Amo.
- Mas que eso, fueron tus ricos besos mi amor -Le dijo en tono meloso. Mi Amo se quedó sin palabras, y yo, muriéndome de celos. - Besas tan rico como tiras . -Le terminó de decir Tamara.
- Y tú, furcia…- dijo mi Amo luego de una corta pausa silenciosa entre todos, en un claro intento de desviar la atención de ese comentario meloso de Tamara -veo que te corriste dos veces con mi güebo en tu culo…sin pedirme permiso. ¿Sabes lo que eso significa verdad?
-Si mi Amo. -Contesté -Perdóneme por ser tan salida y tan perra, es que usted tiene un güebo muy rico -Le dije intentando igualar la melosidad de Tamara. Pero la verdad soné como una puta patética.
-Si bueno, no me importa imbécil . -Dijo, dejando claro, una vez más, que yo no tenía importancia alguna en sus sentimientos. - Ven -Me ordenó el, haciéndome ponerme de pie. El culo me dolió horrores, así como ambas piernas . -Mira nada más que desastre eres, no puedes volver así a la oficina.
-Tienes razón amor. Esta muy asquerosa. -Le acompañó Tamara. Tomó una tanga tipo hilo de color negro que estaba en el piso, supuse que era de ella misma, y me la pasó por la espalda, intentando limpiarme sus jugos esparcidos en mi piel.
-Que atenta eres Tamara -Le dijo mi Amo a ella al verla ayudándome. -Me imagino que sabrás agradecérselo, Vaca.
-Gra-gracias por ayudarme señorita Tamara -Le dije con tono de desgano y resignación. Mi Amo caminó hacia mí, puso ambas manos en mis hombros, y me hizo arrodillarme ante Tamara.
-Así no puta. Agradécele como lo haría una perra dedicada. -Me ordenó.
Mi rostro estaba prácticamente frente a la cuca de Tamara. Una puchita negra, depilada, se le veían los cañoncitos de los vellos, toda brillante de la mezcla de sudor y de semen. -Ella te limpió la espalda. Lo menos que puedes hacer es limpiarle la totona…con tu lengua . -Dijo mi Amo. Tamara al oírlo abrió sus piernas ligeramente ofreciéndome su vulva. Volvieron los reparos, era la primera vez que mamaría una cuca. Pero, una vez más, el morbo y la excitación se impusieron a mi razón y poca dignidad. Me abalancé hacia la cuca de Tamara, hundí mi rostro en su entrepierna con deseo, ella me recibió agarrándome fuertemente por el cabello y hundirme más en su sucio sexo. Y comencé a mamar, a jugar con mi lengua en su cuca, intentando seguir el ritmo de los movimientos que ella comenzó a hacer con sus caderas, un movimiento brusco y potente como el que hacía para mi Amo mientras lo cabalgaba.
Sin embargo, fue poco lo que duró todo. Su clítoris estaba afuera de su escondite, lo que significaba que seguía muy excitada, por lo que no me costó hacerla correrse, entre fuertes gemidos aunque no tembló tanto como antes, y no botó muchos flujos, aunque si lo suficiente como para dejar mi cara impregnada con su olor.
-Ve al bañito a lavarte putita. -Me dijo mi Amo, al ver que Tamara ya me liberaba. Debo admitir que quede caliente en cierta forma y no me mentiré a mí misma, estaba disfrutando del sabor de la cuca de la negra. Pero las ordenes de mi Amo eran lo más importante en mi vida, así que me puse de pie rápidamente y fui al baño a limpiarme como pude, usando mi blusa, que agarré de detrás de la nevera, como trapo para mojarlo y limpiar el resto de mi cuerpo a consciencia.
No pude evitar verme en el pequeño espejo del lavamanos. Y la verdad, no lograba reconocerme a mi misma. De ser una chica normal, a pasar a esto, disfrutar de tanta degradación, tanta humillación…a disfrutar incluso del sabor de otra mujer. No salía de mi asombro al ver con que tanta facilidad mi Amo ha logrado hacer que yo rompiera mis límites.
Sin embargo, aún faltaba camino por recorrer. Y yo a estas alturas estaba dispuesta a hacerlo, De La Mano Del Morbo Y Del Amor.
Continuará…
Mil gracias por leer esta nueva entrega, espero que haya sido de su agrado. Como ya he dicho en anteriores relatos, sus comentarios son valiosos para los que publicamos en esta página. Nada te cuesta dejarme el tuyo ya sea en el apartado de comentarios del portal o en mi mail skarletpricet@yahoo.es , no importa si es bueno, o es malo.
La continuación será publicada la semana que viene.
Besitos.
Skarlet.