Debut y Despedida

Una novia adolescente vive una nueva experiencia de la mano de quien menos pudo alguna vez imaginárselo. Perderá su virginidad y no será con su novio.

DEBUT Y DESPEDIDA

Tenía 17 cuando me puse de novia con Felipe, quien por entonces tenía 20 años, un chico muy amable, educado, respetuoso y muy cariñoso. Era mi primer compromiso serio, o mejor dicho, formal con todo lo que eso implicaba aunque él no era mi primer romance adolescente en donde no habían faltado besos ni promesas sin cruzar, ni mucho menos intentar, alguna barrera transgresora.

Con Felipe las cosas cambiaron bastante, no sólo había besos sino que también nos tocabamos siempre que podíamos. La intensidad de las caricias alcanzaron su apogeo el maravilloso día en que me tumbó en el sofá de mi casa, me quito las bragas para luego hundir su cara entre mis piernas haciendo que descubriera toda una constelación de sensaciones en mi universo. Desde entonces el uso de faldas comodas o minis fue una constante en mí, pues nunca se sabía cuando podía ser asaltada y sentir esas deliciosas caricias orales que de buen grado las restituia a mi amado Felipe solo que cuando se acercaba el momento de sus orgasmos me la sacaba de la boca dejando que su semen se escurriera entre sus dedos, la explicación que me daba sobre este punto era que no le gustaba besar mi boca con el temor de encontrar restos de esperma en ella. En eso consistía nuestras practicas sexuales, es verdad que hubo un par de intento de penetraciones pero me dolieron tanto que terminaron por asustarme y ante esa situación Felipe, tan bondadoso, había desistido para evitarme todo tipo de angustia.

Y asi íbamos por la vida hasta aquella noche que fuimos a un fiesta de cumpleaños de uno de sus tíos quien vivía con su familia a unos 50 km de la capital. Cuando llegamos encontramos un "Tío" muy simpático, amable, educadísimo y muy gracioso. Tenía un par de años más que el padre de Felipe y no lo parecía, en cuanto a mi bien podía llevarme cerca de 30 años pero aún así su figura física era imponente y firme, como su andar.

No pude evitar compararlo con Felipe, pues este era la replica exacta de su "Tío" con lo cual me excitada al pensar que mi amado novio se convertería en un hombre muy interesante con el correr de los años. Llegue a sentir cierto sofocón en el estomago al imaginarme en brazos de aquel hombre.

Durante la comida o en los momentos previos varias veces nuestras miradas se habían encontrado, haciendo que yo bajara los ojos de vergünza casi de inmediato en tanto el "Tío" me sonreía de manera extraña. En algún momento, pasado los postres, acertamos a cruzarnos un instante, fue cuando aprovechó para decirme que era la mas linda de la fiesta y que envidiaba a su sobrino por tener un "bocadito" como yo para deleitarse.

Muerta de vergüenza casi salí huyendo para refugiarme en los brazos de mi amado Felipe que no dejaba de presentarme tíos ni primos que se le cruzaban por el camino. Igual en mi mente repicaban las palabras del "Tío", yo llevaba esa noche un vestido blanco, por supuesto mi ropa interior también era blanca aunque no tan audaz, zapatos haciendo juego, y un maquillaje aplicado en forma impecable; si me comparaba con las otras mujeres el "Tío" tenia razón, era la más linda.

Durante las presentaciones con pariente lejanos de Felipe y sus padres yo procuraba compotarme como una "lady" sin poder evitar, cada tanto, aquellas mirada que me costaba comprender. En línea general la fiesta estaba estupenda sólo que no podía disfrutarla del todo por sentir aquella inquietante mirarda posarse en mí.

Fue así que en un momento todo el mundo parecía distraido, el "Tío" me miró he hizo un corto gesto con su cabeza, miré para todas partes buscando si alguien había visto algo pero me tranquilizó saber que no; Felipe quiso saber donde iba, le dije que necesitaba ir al baño sin dejar de sonreirle como siempre.

El "Tío" caminaba delante mío saludando o haciendo humoradas con todo el mundo sin dejar que lo perdiera de vista. Como sin querer llegamos al patio de la casa, un lugar solitario. Me lleve un buen susto cuando una mano surgió por la puerta de un cuarto algo destartalado para tomarme de mi brazo y obligarme a entrar en un segundo.

Apenas entre el "Tío" hizo que apoyara mi espalda contra la puerta, sin dejarme decir nada tomo con sus manos mi cara para besarme con desenfrenada pasión. Pronto me di cuenta donde estábamos, en la lavandería de la casa, viejos trastos se veían por todos lados y a la par de un viejo lavarropa automático un canasto de mimbre lleno de ropa sucia.

El "Tío" hundió hábilmente su mano debajo de mi falda y casi al instante en mis bragas, sus dedos comenzaron a acariciarme entre mis labios hasta que dieron con mi clítoris. Con su mano libre corrío los breteles del vestido haciendo que mis tetas aparecieran con los pezones endurecidos de excitación, no pasó mucho que comenzó a chuparme las tetas de manera increible con lo cual me hacía gozar tanto que no podía mantenerme callada, era tanto lo que sentía que llegue a juntar mis rodillas de tal forma que mis piernas se cerraron de una manera que las yemas del "Tio" hacían un delicioso trabajo con mi botoncito.

No sabía que hacer con mis manos, por momento me las mordia, otra acariciaba la nuca del "Tío", otra corría mis bragas un poco para darle más comodidad a esos dedos magistrales, pero de pronto apareció la tremenda erección y ya mi mano tuvo pronto que hacer. No tardé en alcanzar mi orgasmo, mucho más rápido que con mi amado Felipe que en ese momento ni por casualidad lo recordaba. El "Tío" le dió una patada al canasto de mimbre, la ropa quedó desparramada en el suelo, luego hizo que me acostara sobre ese improvisado colchón en tanto me sacaba las bragas dejándomela colgada en uno de mis tobillos.

Sin demora el "Tío" tomó con sus fornidas manos mis piernas para separarlas un poco, apoyo el glande en mi vagina y cuando fuí a decirle que era virgen empujo con todas las fuerzas con lo cual llegue a pegar un grito al sentir como iba desgarrandome todo vestigio de virginidad. Las embestidas eran terrible, me dolía a más no poder pero a la vez tenía una curiosa necesidad de sentir esa enorme virilidad dentro mío, entrando y saliendo en tanto yo daba bufidos de dolor y el "Tio" jadeaba de placer. De pronto pensé en mi vestido blanco y mi sangre virginal que pudiera mancharlo con lo cual me pondría en evidencia con todo el mundo, como pude me lo levanté por encima de la cintura en tanto aquel hombre continuaba con sus embestidas.

Cuando anuncióo su inminente orgasmo, le rogue que no lo hiciera dentro mío, la sacó e hizo que me pusiera en cuatro. Pensé que iba masturbarse y así derramar su chorro de esperma en mis nalgas o entre mis piernas, pero estaba muy equivocada, por encima de mi hombro lo vi soltar un hilo baba que fue a dar en medio de mis nalgas, después de eso se afirmó con sus manos a mi cintura para apoyar su enorme e hinchado glande en la entrada de mi culo.

Le pregunté, asustada y aún temblorosa por lo que me había hecho, qué iba a hacer pero su respuesta fue un terrible envión con lo cual rompió mi otra virginidad invadiendo buena parte de mi recto. No pude evitar llorar, el dolor era terrible, crei que iba a partirme en dos, las embestidas eran feroces, mis manos crispadas se aferraban a las ropas sucias en tanto le rogaba que me la sacara. El "Tío" me sacudía de tal manera que mis tetas desnudas se balanceaban, por instinto comencé a acariciar mi clítoris pero por suerte aquel tormento de iniciación no duró mucho, pronto el "Tío" lanzó un gruñido, casi de inmediato sentí las palpitaciones de su glande mientras me inundaba el recto con su esperma sin dejar de darme furiosas embestidas.

Cuando terminó se dejó caer sobre mí para besar mi nuca y balbucear un urgido "gracias" antes de marcharse. Me quedé sola, tirada en aquella pila de ropa, muy dolorida; con dificultad me puse mis bragas y antes de regresar a la fiesta como sin nada hubiera pasado eche una última mirada al lugar donde me habian hecho mujer en tanto sentía fluir el semen de mi recto.-