Debora y yo camino a la perversión
Es el comienzo de un camino en bajada.
DEBORA Y YO CAMINO A LA PERVERSION
Me llamo Jesús, la historia que quiero contarles empieza hace poco más de dos años atrás, cuando estaba por cumplir mis 43 años.
Para ubicarlos un poco en mi historia les diré que me crié en la capital federal de la Argentina, en plena época de la dictadura militar. Además de la represión que se vivía en el país, yo tenia madre represora por horas extras, persona envidiosa, mojigata y santurrona. Mi padre era carpintero, y aunque me llame Jesús y me haya valido montones de bromas me encanto heredar su oficio. Entrando en materia sexual, les diré que la represión general, mas la particular mucho mas fuerte aun, me complicaron el acercarme a las chicas. A los 22 años tuve mi primera novia y relaciones recién a los 24 con la que seria mi pareja por 7 años. De ella solo diré que era como mi segunda madre, nada de sexo oral, nada de esto, nada de aquello.
A los 31 años me separe y estuve un año entero sin salir con nadie, mi padre falleció al poco tiempo de haberme separado. De a poco fui saliendo y le di un nuevo enfoque al negocio de mi padre, me empezaba a ir mejor y me sentía conforme por primera vez en mi vida.
En una de esas rutinarias exposiciones de muebles la vi: tenía unos ojos verdes que la mayoría no alcanzaban a ver, tenía unos 120 de tetas y uno de esos culos de hembra, no duros de hombre, sino esos que me encantan, rellenos y bien de mujer. Nuestra relación se fue dando con naturalidad. Débora tenia 21 años y me empezó a contar pedazos de su vida, que había sido mucho más traumática que la del resto de los mortales. A mis 32 años me sentía vivo por primera vez, aunque hoy me parezca mentira a esta edad conocí el sexo oral, trataba de aprender a darlo y disfrutaba de una maestra en ofrecerlo. Como disfruta Débora del chupar una pija!!! Que diferencia con mi primera pareja.
Para lo que había sido mi historia había llegado al paraíso, Débora engordo unos kilos, sus tetas y su culo siguen deliciosos, pero desarrollo una panza que a ella le molesta bastante, pero que os aseguro que cuando vamos por la calle, nadie llega a saber que la tiene. Siempre me niega el tener sexo anal, aclarándome que no es que no le guste sino porque soy muy bruto y no se tratarla, lo cual me pone violeta de calentura.
A mis cuarenta años y con sus 29 recién cumplidos, sintiéndome sumamente seguro, le preguntaba sino le gustaría probar un trío o estar con otro hombre, se ofendía y se enojaba, realmente estaba muy satisfecha en ese momento conmigo y ni se le ocurría fantasearlo siquiera. Cuando Débora cumplió 32 entramos en una profunda crisis, estaba celosa y todo el tiempo buscaba motivos para pelear conmigo con lo cual no teníamos muchas relaciones y cuando las teníamos estaba yo tan caliente que acababa enseguida dejándola a ella caliente y enojada. Ya no me reponía como antes y me gustaba tener sexo día por medio, ella quería todos los días.
Todo cambio el día que me invitaron a la boda de una intima amiga, Ana Maria, que había sido compañera de escuela de mi hermana Pilar. Ana María a sus 35 años se casaba con un poderoso abogado de la ciudad, la fiesta era a todo lujo.
La noche de bodas Débora estaba deliciosa se paseaba por la casa con un conjunto de ropa interior blanco que marcaba sus pezones con una hermosa tanguita cola less. Que son las que siempre usa, iba solo en ropa interior y con zapatos altos, se estaba haciendo la planchita, no me pude contener, me acerque desde atrás, la incline sobre la mesa y corriéndole la tanguita a un costado la penetré rápidamente, me empujo un poco con su culito, Salí que se hace tarde, me dijo, la bombeé un buen rato hasta que me salí. Estas perfumada con tu olor a hembra caliente ahora, le dije. Se puso un vestido negro que marcaba su cuerpo al máximo, la iba a atacar de nuevo pero me detuvo en seco.
En la fiesta la noche venia de maravillas, la novia estaba hermosa, Débora bailaba sin parar en la pista, se movía sensualmente, a mi no me gusta bailar y solo la miraba desde mi asiento. En un momento note que un hombre de unos 30 años, la miraba comiéndosela, sentí un hormigueo en mi cuerpo. Débora se acerco a saludar a la novia y el tipo que la conocía también se acerco, aprovechando para quedarse a bailar con Débora. Ella me miro mientras bailaba sensualmente y me guiño un ojo. Se toreaban todo el tiempo en el baile. En ese momento el locutor dijo que esta era una fiesta diferente y que por lo tanto pondrían una música lenta y bajarían las luces, solo se vive una vez a disfrutar. La luz comenzó a bajar y Débora venía hacia la mesa, la mano del pelado la tomo del brazo y la atrajo hacia el, ella se fue envolviendo hasta quedar tomada de su cuello. Las luces bajaron y me puse de pie no veía nada con la oscuridad, el vestido negro de Débora no ayudaba. Mis ojos se fueron acostumbrando a la luz sentí una punzada en el estomago, una descarga eléctrica y mi pija dura como hacía tiempo vi las dos manos del tipo sobre el culo de Débora, marcaban un ritmo de hacer círculos bien suaves como si apenas la rozara para luego de dos o tres círculos amasarla bien fuerte clavándola contra él. Débora parecía entregada al jueguito luego me pareció ver que su mano izquierda subía a la teta derecha de Débora y la amasaba y liberándola del encierro comenzaba a chuparla iba a acercarme pero me sentía congelado y caliente, rara mezcla. Dos parejitas jóvenes me empujaron de la pista diciéndome que no molestara y me fuera. Me senté a esperar, cuando se encendieron las luces Débora vino caminando hacia la mesa, sus mejillas bien coloradas como cada vez que esta muy caliente o tuvimos sexo. Levanto su copa me sonrío y brindo por la novia y el placer. Esta historia así empezó.
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