Deberes conyugales 2

Mis deberes de esposa me obligan a hacer cosas que no me gustan.

DEBERES CONYUGALES 2.

  • ¡Desnuda! ¡ Quítate la ropa!

Sé que debo obedecerle, pero tengo miedo. Está parado ante mí, ha venido a media mañana, mientras limpiaba la casa. Me mira con ojos de loco, de bestia cegada por la lujuria.

  • Espera- le ruego – vamos a la alcoba.

  • No, acá en la sala. ¡Obedece!

Me suelto el vestido , me lo quito y lo dejo sobre la mesa, después me saco la combinación.

  • Mírame- me manda.

Quedo de pie frente a él, con los brazos pegados al cuerpo, avergonzada, sintiendo como el deseo le invade y me ensucia en su mente.

  • ¡ Que melones mas buenos tienes! La bragas..¡YA!

Me las bajo y saco los pies de la prenda en el suelo.

  • Eres un pedazo de mujer hermosa. Y mía. Hoy vas hacer algo nuevo. Ponte de rodillas frente a mí.

No sé lo que quiere, pero le obedezco. En el pantalón se le marca el bulto de su tranca levantada y dura. Se suelta y saca el cinto, y se abre el pantalón dejando que caiga al suelo. Está con el calzoncillo blanco bajo. La polla, como él dice, quiere reventar la tela. Se lo baja y queda su porra ante mi rostro, tiesa, con las bolas gordas, todo pelos negros.

-Métela en la boca y chúpala.

Me da un asco terrible.

  • ¡ Obedece!

Sigo sin hacer nada, me da repugnancia meter esa cosa por donde orina en la boca.

  • ¿ Quieres que te pegue con el cinto?

Me doy cuenta que no tengo alternativa. Abro la boca, mi marido acerca el cabezón de su pija, también la llama así, y no tengo más remedio que dejar que me la meta. Llega casi a la garganta, me da una arcada, la aguanto. Mi esposo va un poco hacia atrás, aprieto los labios ciñendo su tronco, para que no entre tan dentro. Me agarra la cabeza con las dos manos y hace que la mueva adelante y atrás. Lento al principio, cada vez más rápido.

  • Con la boquita apretada. Sigue... así.

De pronto se para, parece que disfruta del momento, me deja quieta la cabeza y es él el que se mueve hasta que el chorro de su leche me llega a la garganta.

La saca . Arrodillada como estoy la tengo ante mi rostro. Me da un par de golpes con ella en la cara que me mancha con los restos de su esperma.

  • Vístete y vamos a almorzar que tengo que volver al trabajo.

Me vuelvo a poner las bragas y el vestido, voy a la cocina , pongo el puchero al fuego para que se caliente y aprovecho para lavarme la cara y beber un trago de agua que me quite el sabor de su leche. Pienso en mis obligaciones como esposa y me doy cuenta que aunque humillante, si pongo bien la boca, es más cómodo y más rápido que cuando me la clava en el sexo.