De webcam y tutorías en la universidad
Hugo en su morboso entretenimiento de mostrarse pajeándose a través de la cámara, descubre a un morboso seguidor
En esta época de pandemia que nos ha tocado vivir, todo ha cambiado. La vida que tenemos los estudiantes universitarios, además de perdernos multitud de fiestas, también hemos tenido que modificarla, clases online, videollamadas de tutorías, vamos un rollazo grande.
Este mi segundo año de universidad vuelvo a la misma ciudad del curso pasado, por suerte este año he decidido compartir piso con un compañero de clase con el que hice muy buenas migas, y no con la gente extraña que convivía el año pasado que hizo que mi primer año en la universidad fuese un suplicio, que se terminó de estropear con el maldito virus.
Los dos estábamos en segundo, teníamos las mismas clases y los mismos horarios. Además, de compartir los mismos gustos y aficiones, por lo que desde el principio la convivencia era muy buena. Salíamos poco, ya que las circunstancias no lo permitían.
Nuestra vida en el piso a ratos era aburrida, sobre todo cuando mi compañero Edu se encerraba en su cuarto a leer o hacer interminables videollamadas con sus amigos del pueblo y familiares. Yo, desde hace un tiempo había decidido hacer otro tipo de videollamadas, me gusta pajearme en Chartubate, me había dado cuenta lo mucho que me gusta enseñar mi rabo por la cámara, y además me servía para sacar algo de pasta y matar el aburrimiento.
A pesar de tener mucha complicidad y estar gran parte del tiempo juntos, cuando Edu o yo estábamos en nuestros cuartos no solíamos molestarnos para nada y teníamos total intimidad. Yo casi todas las noches me tumbaba en la cama, encendía el portátil y poco a poco, a medida que los seguidores iban pidiéndolo iba mostrando mi cuerpo.
Tengo 20 años, pero mis rasgos físicos y mi cuerpo podrían hacerme pasar por un chaval mucho más joven, sin apenas vello en el cuerpo, un poco en las piernas, y poco y muy rasurado en el rabo.
Ésa es la parte de mi cuerpo que no me hace pasar por un chico pubertoso. No es por presumir, pero cuanto con una verga bastante por encima de la media, gorda, curvada y sin circuncidar que la hace más que apetecible.
Como os decía había descubierto desde hace unos meses mi afición por ser modelo de webcam, al principio me costaba enseñar mi cara, solo mostraba el rabo y algunas veces el culo, pero al ver que la mayoría de mis seguidores eran extranjeros, me fui soltando y alguna vez que otra me mostraba entero, sobre todo en los chats privados.
Los días trascurrían con normalidad, desayunar, clases alguna online y otras presenciales, dependiendo de la semana y sobre todo de la situación del país, estudiar por la tarde, cena, ducha y webcam.
Tras varias semanas, con el número de los seguidores aumentado bastante y sobre todo el número de peticiones y chats privados estaba más cachondo y motivado para seguir emitiendo todas las noches. Total, la paja antes de dormir no podía faltar si encima sacaba algo de pasta por ello pues de lujo.
Había un nuevo seguidor, que estaba muy animado con las peticiones estos últimos días, incluso me había pedido varias veces chat privado, pero nunca habíamos podido hacerlo por haberlo hecho con otro antes.
Tras varios días notando su ausencia por el canal, una noche coincidimos, me hizo una petición y esta noche si pude complacerle en exclusiva. Yo estaba ya desnudo desde hacía rato y pajeándome, mi glande estaba bastante mojado, pero tenía aún cuerda para rato.
Entramos en el privado, y una de sus primeras peticiones es que le dejé ver mi cara, no lo hice a la primera, pero si que fui mostrando poco a poco hasta mostrar mi rostro por completo, primero enseñaba mis labios, luego poco a poco sacaba la lengua, jugaba chumándome un dedo.
No sé si lo estaría excitando, pero yo me estaba poniendo muy cachondo al provocarle de esa manera, de nuevo bajé mi cámara para no mostrarle la cara al completo, quería jugar con él. Me pidió que me echase lubricante por el pecho y fuese bajando poco a poco hasta mi rabo.
Sobaba mi glande y bajaba por todo el tronco hasta mis huevos, lo repetía una y otra vez, hasta que me pidió, que le mostrase mi culo. Puse mis rodillas en la cama, la cabeza sobre la almohada y con el culo en pompa, lo fui abriendo poco a poco.
Me pidió que jugase con mis dedos en mi agujero, no era algo que hiciese muy a menudo, pero estaba muy cachondo y no me importaba, llegando incluso a meterme dos dedos aprovechando el lubricante que aún tenía en ellos.
Estuve así un buen rato, una mano jugando con mi culo, las piernas abiertas y con la otra mano pajeándome, estaba muy caliente y no tardaría mucho en correrme. Por suerte debe ser que él también estaba ya cachondo perdido y me dijo que me tumbase boca arriba y me corriese sobre mi pecho.
Obediente cumplí sus órdenes, una gran corrida inundó mi pecho quedando rendido durante varios segundos con la leche cubriendo mi cuerpo. Me hizo una última petición.
- “Me gustaría que te comieses tu leche”.
No le vi ningún inconveniente, es algo que hacía a menudo, me gustaba. Y así hice, recogí gran parte de mi corrida con la mano y poco a poco la fui llevando a mi cara, girando con la otra mano el portátil para que se me viese la boca. No me di cuenta de lo extasiado que estaba de la corrida que giré del todo la cámara y se me vio por completo la cara.
Tampoco le di mucha importancia, total no era la primera vez que mostraba mi cara mientras me pajeaba. Me dio las gracias por el show y nos despedimos, yo cerré el chat, me limpié, fui al baño y directo a la cama.
Con estas corridas antes de dormir, me quedaba muy relajado y para nada me costaba dormirme. Como un tronco toda la noche hasta la mañana que despertaba para desayudar e ir a clase.
Edu y yo nos fuimos a clase como cualquier día de los que nos tocaba asistir de forma presencial, la mañana trascurrió con normalidad, hasta que en medio de la mañana recibo una notificación en el móvil de un correo de uno de los profesores.
“Hola Hugo, buenos días, he corregido tu trabajo de la semana pasada y me gustaría comentarte unas cosas a mejorar. Tengo tutoría toda la mañana, pásate cuando acabes las clases de la mañana por mi despacho y lo comentamos”.
Le conté a Edu que se fuese solo para el piso, que Pedro el profesor me había pedido ir a su despacho para unas cosas del trabajo que nos mandó la otra semana.
Edu se sorprendió un poco: “ Qué raro tío, a mi me ha puesto la nota esta mañana, un 8 tengo, no sé qué querrá corregirte, si lo hicimos casi igual. Luego me cuentas, me voy al piso y voy haciendo la comida, nos vemos luego allí”.
Pedro era un profesor majo, vamos no era un profesor al uso, era bastante jovencito, no llegaría a los treinta años. Nos comentó un día en clase, que nada más terminar la carrera empezó a dar clases en la universidad haciendo una suplencia a un profesor, y le gustaba y ahí seguía varios años después.
Además, era bastante enrollado y hacía sus clases entretenidas, se le veía que se cuidaba, ya que estaba delgado y vestía siempre un poco informal.
Terminamos las clases de la mañana y cuando casi todo el mundo se iba a sus casas a comer, ya que en nuestra facultad por las tardes no hay casi nadie, yo iba en sentido contrario del interminable pasillo, hasta llegar a su despacho.
Como era de los últimos en incorporarse al profesorado, le habían habilitado un despacho en una habitación que antes guardaban material, y estaba muy retirado de todos los demás despachos de profesores.
Llegué a la puerta del despacho y llamé con la mano:
- “Adelante”
- “¿Se puede profesor?
- “Si, como no pasa y siéntate, si ya pensaba que no ibas a venir, que las clases terminaron hace un rato”.
- “A última hora que teníamos una practica y se ha alargado un poco”.
- “No pasa nada, si podía haberte escrito para contestarte por correo, pero como sabía que hoy os tacaba venir por eso he aprovechado para llamarte. Te comento lo que quiero que cambies”.
Yo estaba sentando enfrente suyo en el escritorio y el profesor se levantó sentándose en el borde de la mesa cerca de mí, giró la pantalla de su monitor para que pudiese ver las correcciones que me había indicado.
Tras un rato hablándome, y a pocos centímetros de mí, me di cuenta que estaba empalmado. Un bulto importante se marcaba dentro de sus vaqueros. Al finalizar la explicación se alejó de su pantalla y quedó frente a mí para hablarme.
Cuando estábamos hablando de frente, mi mirada no pudo irse varias veces a su entrepierna, yo me estaba empezando a poner cachondo también. El no hacía por esconder su bulto, es más, al ver que yo miraba se llevó la mano para colocarse su rabo.
Yo estaba en ese momento emplamadísimo, me mordí los labios y alcé mi mirada hacía su cara.
- “Así llevo desde anoche que me hiciste el privado”
Mis ojos se abrieron como platos, no sabía que responder, una sensación de lujuria y corte me recorrió el cuerpo.
“Desde que ibas a mi clase el año pasado me poníais super cachondo, y hace unas semanas entrando en la web para ver las cams, me sonaba una de las habitaciones que se veía, y mi imaginación más guarra hacía pensar que ojalá fueses tu.
Anoche cuando vi tu cara me puse muy cerdo, y no he podido aguantarme ya más. Y por lo que veo tu estás bastante cachondo también.”
No paraba de sobarse el rabo. En un momento se levantó, fue hacia la puerta y cerró con llave, se acercó a mí, me ayudó a levantarme para que me sentase sobre el borde de la mesa. El se agachó y desabrochó mis vaqueros.
-“Voy a agradecerte el show de anoche”
Dicho esto, me sacó los vaqueros y comenzó a chupar mi polla por encima del bóxer. Estaba ya bien dura girada hacia la izquierda llenando bastante toda la tela blanca del bóxer. Tras varias chupadas y pasadas de su lengua por mi glande, liberó mi verga y acto seguido la introdujo en su boca.
Que cachondo que estaba, estaba en la universidad en el despacho de mi profesor y le tenía de rodillas comiéndome el rabo. Pero no chupaba por chupar, estaba haciéndome una mamada como muy pocas veces me habían hecho.
El tragón del profesor se metía mi rabo entero, tocando mi pubis con su nariz, yo aprovechaba para agarrarle la cabeza con las dos manos. Me tenía super cachondo y con la mamada que me estaba dando no iba a tardar en correrme.
El sabía eso, no parecía importarle, siguió con su mamada, cada vez más fuerte hasta que no pude aguarme más, y estallé dentro de su boca. Pedro saboreó hasta la última gota, limpiando mi glande para que no se perdiese nada.
Limpió las últimas gotas, se levantó y me comió la boca, dándome a probar mi propia leche. Tras un rato así nos separamos.
- “Por hoy se ha terminado la tutoría, que van a cerrar la facultad, pero si quieres la podemos seguir en mi piso esta tarde”.
- “Por mi encantado profe”.
- “Te mando luego mi dirección al correo y nos vemos allí, vivo solo, podremos estar tranquilos toda la tarde”.
- “Perfecto tío, que me he quedado con ganas de más”.
Tras guardarme el rabo, abrí la puerta, salí del despacho, y me fui para casa, con una sonrisa en la cara que se podía apreciar incluso con la mascarilla puesta.
Si os ha gustado esta primera parte del relato puedo hacer alguna más