De vuelta a su oficina

Esta historia es algo que ocurrió un par de meses antes de la pandemia, en la oficina de mi ex jefe y amigo de mucho tiempo.

Hola, me recuerdas? Soy el fuego que te puede hacer arder.

Te cuento un poco cómo soy: Mi piel es blanca y tersa, soy de complexión más o menos atlética, con piernas fuertes y nalgas redondas, mis tetas son grandes con pezones rosados y un lunarcito coqueto en una de ellas, llevo el cabello ondulado hasta el hombro y mis labios son suaves y carnosos, para comérselos a besos.

Este relato es en realidad un recuerdo de lo que pasó en una oficina.

A pesar de que habían pasado meses de no vernos y aún más desde que dejé de trabajar para él, manteníamos comunicación por mensajes, de vez en cuando le enviaba fotos mías medio desnuda, resaltando mis tetas que sé que le encantan, para mantener su interés en mí. El tiene una pequeña colección de fotografías mías, en diferentes poses con y sin lencería, yo disfruto tomarme las fotos y el disfruta recibirlas.

Era enero, y teníamos algunos meses de no vernos, pero siempre en contacto, un día quedamos de vernos, ya nos traíamos muchas ganas, y como es un hombre con muchos compromisos, quedamos de vernos en su oficina, temprano por la mañana, se suponía que iríamos de ahí a desayunar y platicar para ponernos al corriente, pero ambos deseábamos que eso fuera algo más que un desayuno.

El solo pensar en volver a verlo me excitaba, ya que recordaba las veces que lo hicimos en su oficina, en el sillón gris e incluso en el suelo.

Yo estaba en buena forma, ya que suelo hacer ejercicio, así que me sentía muy segura de que le gustaría lo que vería en nuestro reencuentro, la noche anterior elegí cuidadosamente mi ropa, sobretodo la lencería. Me decidí por un bralette de encaje negro con un amplio escote que a penas podía contener la mitad de mis tetas y se podía ver a través de la tela el rosado de mis pezones, la prenda se amarra por el cuello y deja la espalda descubierta, me parece súper sexy el mostrar la piel de la espalda desnuda.

Las bragas también eran negras, semi transparentes, de tacto muy suave que también permitían ver la mitad de mis nalgas fuera de éstas. Por lo demás solo me decidí por unos jeans ajustados, botas de tacón y un jersey cortito y holgado.

El día de la cita, me levanté muy temprano, tomé una ducha y me encargué de que mi piel quedara suave para sus caricias, me masturbé en la regadera pensando en tenerlo de nuevo entre mis piernas, recorrí mi cuerpo bajo el agua frotando mi clítoris, introduciendo despacio los dedos en mi vagina, hasta obtener el mayor placer. Dejé la ducha y me arreglé, un poco de maquillaje, perfume y salí.

Durante todo el trayecto hacia la oficina, me imaginaba cómo podría ser nuestro reencuentro, yo tenía muchas ganas de verlo, después de todo, somos amigos.

Llegué antes que él, la secretaria quién era nueva y no me conocía, me pidió que lo esperara en la sala mientras ella lo llamaba, y la dejé, fingiendo que nunca había estado ahí.

A los pocos minutos llegó él, con su actitud soberbia de siempre, lo observé desde la sala de pies a cabeza mientras él entraba a las oficinas de sus empleados, saludó brevemente a todo mundo y me dejó al final, con un saludo frío e informal, con tono serio me pidió que lo acompañara a su oficina, que está en el último piso, aislada de todas las demás.

Subí detrás de él, abrió su puerta, entramos y cerró la puerta con seguro detrás de mí. Ahí me saludó con más calidez, con un beso suave en la comisura de los labios, era su manera de decirme que le daba gusto verme. A penas pasábamos de la puerta, ni siquiera llegamos al sillón, me quedé recargada en la pared y me dio un segundo beso, fuerte, apasionado, rodeé su cuello con mis brazos y quedamos pegaditos, más y más besos subiendo de intensidad, no necesitamos decir nada.

Mucha saliva! Mientras nos besábamos me apretaba las nalgas, me desabrochó el pantalón, ya podía sentir su miembro atrapado en la ropa, creciendo con el roce de mi cuerpo, de tanto en tanto se detenía y me miraba a los ojos, decidí entonces sacarme yo misma el jersey para que viera la linda lencería que escogí para él. En ese momento, cuando me quité el jersey y lo arrojé a un lado, cambió su mirada, pasó de ser una mirada dulce o “normal”, a una mirada llena de fuego y deseo.

Se quitó el cinturón, y se desabrochó el pantalón,  con un gesto firme me hizo poner en cuclillas, y bajé su pantalón y calzoncillos, comencé a lamer su miembro,  chupaba la punta y desde abajo lo miraba a los ojos, me gusta ver cómo disfruta. Sus fluidos iban brotando poco a poco con cada lamida, tiene un sabor dulzón. De pronto me hace levantar, le gusta ser dominante, y a mí, que el me domine… me pone de espaldas contra el, y le ayudo a bajarme los jeans y las bragas.

Siento su miembro rozar en mi culo, entre las nalgas, buscando la entrada a mi vagina, me generaba mucho placer sentir su miembro rozar mis labios vaginales, hasta que entró, de una sola embestida, y tuve que ahogar un grito de placer, porque los empleados podrían escuchar algo.

Cada vez más intenso, me doblaba más, ya no sentía las piernas, pero no me importaba, estaba tan dentro que no quería que lo sacara, separaba mis nalgas con sus manos para entrar aún más. De pronto me jalo un poco del cabello, hizo correr una gran descarga de adrenalina en mi cuerpo, empecé a moverme a su ritmo, con gemidos muy discretos, me sujetó de ambos brazos, así de espaldas a él como estábamos, obligándome a elevar y arquear mi espalda, llegando con su miembro hasta lo más profundo de mí, con cada embestida me rebotaban las tetas, sentía que pronto llegaríamos al clímax, empecé a hacer pequeños movimientos circulares con mis caderas, hasta que se sacó toda su leche adentro, esperó unos segundos y lo sacó.

Me incorporé con un poco de dificultad, nos vestimos y recompusimos, disimulamos lo más posible, fingimos que ahí mismo no había pasado nada, hablamos un poco de cosas del pasado y abrió la puerta de su oficina para despedirme con un abrazo, un abrazo dulce y apretado, y un beso en la frente  . No lo he vuelto a ver, pero me encantaría hacerlo de nuevo.