De vuelta a casa
Un chico vuelve a casa antes de tiempo llevándose una agradable sorpresa
Se estaba acabando el verano, mientras aprovechaba los últimos días de playa antes de volver a la universidad. Habían sido unos días geniales con mi novia y una parejilla de buenos amigos y la verdad no quería que se acabase, pero cosas de la vida tres días antes del final de nuestras vacaciones, al levantarme de la cama y asomarme al balcón de nuestro air bnb descubro con horror como en la calle están cayendo chuzos de punta. De verdad que no había visto llover con esa virulencia en mi vida ¡Malditas tormentas de verano!
Como siempre yo era el primero en levantarme y aprovechaba para recoger un poco el piso del desastre de la noche anterior y me preparaba mi cafelito mientras tanto. Ese era mi momento. Poco después, las ocho u ocho y algo de la mañana mi chica aparece en el balcón – buenos días, cariño ¿queda café? – buenos días, si hay más en la cafetera. Se dio la vuelta para ir por su café, momento que aproveche para mirarle el culillo, que, aunque llevamos ya unos años juntos seguía pareciéndome la mar de atractiva. La verdad no se como una chica como esa ha podido acabar con un tío como yo. Alba es una chica de 25 años, muy mona y sobre todo femenina, con un precioso pelo castaño muy rizado que me vuelve loco. Bajita, delgada, deportista, de cadera estrecha y culo redondito y bien puesto llevaba puestas unas braguitas de algodón rosas, de esas a medio cachete con un lacito blanco delante y un de mis camisetas que le quedaba como un camisón y que tapaba su juvenil pecho. A su vuelta conmigo al balcón descubrimos con horror que esa tormenta iba a durar toda la semana. No tenía sentido seguir en la playa a si que solo faltaba esperar que nuestros amigos despertaran para recogerlo todo y salir de allí pitando.
Tres horas de coche después dejé a Alba en su casa y me fui para la mía. ¡Hostias! No he avisado que vuelvo antes. No importa, me acorde de llevarme las llaves.
Mis padres se divorciaron, no se muy bien porque razón ya que se llevaban bien, nunca discutían, al parecer se querían mucho, sobre todo mi padre la quería a ella, pero de golpe y porrazo, un día se divorciaron así que vivo con mi madre, los dos solos y nos va bien la verdad, aunque mi padre sigue ahí en la distancia.
Como siempre hay me quito los zapatos antes de entrar en casa para no meter dentro la mierda de la calle. Abro la puerta y esta todo en silencio, las luces apagadas. Debe haber salido a comprar. Me voy a mi cuarto a soltar la maleta y decido darme una ducha mientras mi madre vuelve de donde sea que haya ido, la verdad que me siento un poco sucio después del viaje. Me desnudo sin miedo a que me vean y me dirijo al cuarto de baño para el que tengo que atravesar toda la casa. El dormitorio de mi madre esta justo antes, con la puerta abierta de par en par y al pasar justo por delante veo algo raro. Por el rabillo del ojo veo dos cuerpos desnudos en la cama ¡Joder! El corazón me da un vuelco y doy un salto hacia atrás. Mi madre esta con alguien.
¿Qué coño hago yo ahora? Me vuelvo a mi dormitorio todo lo rápido que puedo sin hacer ruido para vestirme y salir de allí pitando. Aquí no ha pasado nada, nunca he estado aquí. Ya me había puesto los calzoncillos y los pantalones y mientras me ataba las converse note como algo me impedía agacharme. Era mi pene que había despertado. No podía ser con la caña que le había metido estos días atrás con Alba. Pero ahí estaba, tieso como una vela y yo notándome como poco a poco la libido iba apoderándose de mí. No voy a ir a mirar, es mi madre. Me repetía como si fuese un mantra. Pero uf, joder. Bueno venga solo una miradita.
Me quito el pantalón quedándome solo en calzoncillos y despacio avanzo por el pasillo hasta llegar a su habitación. Me escondo tras la pared he intento asomarme un poco. Ya las oigo. ¡No puede ser! ¡Mi madre esta con otra chica! ¿pero desde cuando le van las tías? Procuro asomarme todo lo que puedo sin ser muy descarado. Veo a mi madre, a cuatro patas sobre la cama, completamente desnuda haciéndole un cunnilingus a... ¡No me jodas su mejor amiga! Estaba recostada sobre los almohadones de la cama con sus piernas abiertas, disfrutando de la boca de mi madre. Sostenía con una mano su cabeza, presionándola contra su rajita mientras que con su otra mano se acariciaba el pecho. Gemía retorciéndose de placer mientras mama se masturbaba. Miro hacia abajo y me noto como la polla me va a estallar. ¡Joder no la había tenido así de dura en la puta vida! Me la saco de los calzones y siento la inevitable necesidad de hacerme la mayor paja de mi vida. Procuro que no me vean, pero necesito soltarlo todo. Se me olvida que estoy escondido y voy asomándome cada vez más y más hasta que ¡mierda! La amiga de mi madre y yo cruzamos nuestras miradas. Mi ha visto de lleno, con la polla en la mano. Noto un escalofrió intenso, un sudor frio que resbala por mi espalda. Veras tu la que me va a caer. Espero que se me asuste y me delate, petrificado frente a la puerta. Los segundos pasan mientras su mirada permanece clavada en mis ojos. No dice nada. Espera ¿Qué? Se la mano con la que se magreaba una teta de repente la sube hasta su boca y con el dedo índice me hace la señal “silencio” entonces la veo sonreír y morderse el labio. Agarra a mi madre con las dos manos para que no pueda levantar la cabeza de entre sus piernas y sin apartar su mirada de la mía comienza a gemir en voz alta, sonriéndome, poniendo caras de placer, cada vez más alto… Gemía para mí.
La tenia mas dura aun si cabe tras eso. Y de repente, me hace otra señal con la mano, esta vez me pedía que me fuese. Me extrañó, pero obedecí. Me fui de allí con el calentón de mi vida, con la polla tiesa como una farola. No sabía qué hacer, pero tenía claro que había que descargar tensiones, así que me tumbe en mi cama dispuesto a darlo todo, luego ya vería que hacía. No mucho después, apenas un par de minutos. En plena paja apoteósica la amiga se presenta en mi puerta, desnuda.
Se llama Esther, tiene 45 años, los mismos que mi madre y son amigas desde que iban al colegio. Esther es una mujer de verdad, rubia con el pelo casi a media espalda, tiene los ojos verdes, una figura femenina, muy marcada, unas tetas espectaculares, yo diría que una 100C por lo menos. Llevaba el chochito arreglado con una fina línea de vello corto de unos 5 o 6 centímetros, de muslos firmes y culo esculpido en el gimnasio. – ¿te ha gustado lo que has visto? Me dijo con un tonito de guarra que solo había escuchado en las mejores pelis X y sin esperar respuesta – Que preguntas, veo que te ha encantado. Normal, me pillo en plena faena.
Esther entro en mi cuarto, contoneándose, exhibiéndose para mí. Se subió a mi cama arrodillándose sobre mis caderas de tal modo que mi iniesta polla chocaba con su coñito, pero sin llegar a penetrarla. La notaba empapadísima, solo con el contacto sus jugos se derramaban por mi polla. Se echo sobre mí, aplastando sus tetones contra mi pecho, frotándose, arriba y abajo, despacho. Acompañando sus movimientos con la cadera, presionando hacia abajo contra mi polla, hundiéndola en sus labios. Me besaba por el cuello, el pecho y la boca. – ¿te ha gustado lo que has visto? No atinaba a decir palabra, pero dio igual – Tengo una sorpresita para ti mi amor, pero tienes que prometerme que vas a ser un chico bueno y vas a estar totalmente callado – Estaba tan cachondo que me olvide de mi novia – Seré un chico bueno – le conteste.
Ella se quitó de encima mía y cogiéndome de la mano me ayudo a levantarme de la cama. Sin soltarme salimos de mi cuarto, dirección al de mi madre. Ella me miraba con cara de excitación a la vez que me hacia la señal de silencio. Una última vez ¡silencio! Me susurro al oído justo antes de entrar el dormitorio de mi madre.
Pepi, se llama. Estaba sentada en una silla con los ojos tapados con unas medias negras. Le había dado varias vueltas para asegurarse que no se transparentaba nada. Mi madre, es algo mas baja de Esther, mide un metro cincuenta y cinco de pelo negro azabache, pesa unos 50 kilos y tiene el pecho mas grande que su amiga. Gasta una 110D. Lo se porque muchas veces le compro yo la ropa tiene unas caderas y unos muslos gorditos, pero sin llegar a desproporcionarse, la verdad es que esta muy buena. Tenia las manos atadas a la espalda.
Esther me acompaño a la cama, tumbándome sobre ella. No se cansaba de insistirme en que guardara silencio. Una vez que me preparó, se fue hasta mi madre – Tengo una sorpresita para ti cielo. – uff ¡joder que puta eres! No puedo aguantar más – respondió mi madre que jamás la había escuchado llamar puta a nadie – aquí la única puta eres tu y me vas a demostrar que lo eres y de las buenas - ¿Qué me has preparado? Estoy ansiosa
Esther se fue donde mi madre. Como estaba atada de manos a la espalda la agarró de la coleta poniéndola en pie. Un poco de fuerza sobre su pelo fue suficiente para que ella entendiese que tenía que levantarse. La guio del pelo hasta los pies de la cama y la ayudo a subir. Primero una rodilla, luego la otra, caminó de rodillas entre mis piernas rozándome – ummm ¿Tenemos invitados? – le dijo mi madre a Esther, no solo no le extraño la presencia de otra persona si no que le agrado la idea de ser tres en la cama – Si putita, he traído un amigo solo para ti - ¿Amigo? A si que me has traído un rabo – Eso es lo que siempre me dices ¿No? Que donde se ponga una polla que se quite todo lo demás, pues aquí tienes tu polla, que la disfrutes.
No había acabado la frase cuando mama ya se había inclinado sobre mi entrepierna, buscando a ciegas su regalo hasta que se topo con el en su frente. – mmmm. Mama saco la lengua en busca de mis huevos, los lamio, los beso y se los metió en la boca. Luego recorrió toda la longitud de mi polla hasta la punta, despacio. – Uff ¡Dios es enorme! – Sabes que siempre te traigo lo mejor zorrita mía. Le contesto Esther a la vez que se recostaba a mi izquierda pasando su brazo tras mi cuello, poniendo sus tetas al alcance de mis dientes y agarrando a mi madre por la coleta. – Venga, enséñale a mi amigo lo que sabes hacer.
Mama se metió mi polla en la boca hasta el fondo. ¡joder como la chupa! Se notan los años de experiencia, pero Esther le iba marcando el ritmo, despacio. Metiéndosela hasta la garganta, bajando hasta si base, oprimiéndola con su lengua y evitando los dientes. Luego para afuera, y vuelta a empezar. Una y otra vez. Llego un momento en el que Esther soltó su coleta, cuando mama cogió ritmo y subió considerablemente la velocidad. Estaba decidida a que descargase todo mientras que Esther había comenzado a besarme y a acariciarme el pecho a la vez que se frotaba contra mi.
De repente, vio como mis ojos se abrían y clavaba mis pupilas en las suyas. Me tensionaba, mis músculos empezaban a convulsionar. Esther se dio cuenta. Puso si dedo índice sobre mis labios mientras no dejaba de mirarme. ¡silencio! No sabia como iba a permanecer cayado sin reventar en un gigantesco orgasmo. Me contuve haciendo acopio de toda la fuerza de voluntad que pude encontrar y entonces sucedió. Descargue en la boca de mama, un gran chorro caliente y espeso y después otro, y otro más. Escuchaba a mama tragar sin sacarse mi polla de la boca, pero yo descargaba más rápido de lo que ella podía gestionar y acabo rebosando por sus labios. Mama se incorporó, paro aun de rodillas entre mis piernas, con la boca y el cuello empapados en mi amor. Soltó un gemido de excitación como si una vampiresa acabase de chupar toda la sangre de su víctima. Nunca había imaginado que mi madre pudiese ser un ser tan sexual. Esther también se puso de rodillas a su lado y mientras lamia de su cuello los restos de mi esperma le pregunto - ¿Qué te ha parecido puta? – Dios que ganas tenia de una buena polla le dijo a la vez que buscaba so boca para besarla aun con los ojos tapados – Quiero más. Le dijo mi madre. - ¿mas? – Si más, quiero que me folle como a una perra. Quiero que me reviente el coño. ¿Qué vocabulario era ese? No era mi madre.
Esther me miro y yo entendí que buscaba mi aprobación para seguir. Asentí con la cabeza. – Estas de suerte putita mi amigo va a reventarte ese coñito que tienes. -Ufff siiii. Ahora era Esther la que se recostó sobre los almohadones, echando a mi madre sobre su pecho, con las muñecas aun atadas a su espalda se colocó como puto. Esther metió sus brazos bajo las axilas de mi madre, prácticamente inmovilizándola a la vez que ella se abría de piernas para mí. Tenia su coño completamente depilado. Empapada hasta el punto de que ya comenzaba a manchar las sabanas. - ¡Follame! Dijo mi madre y yo con mi polla aun tiesa me coloque entre sus piernas, llevando mi glande a la entrada de su cueva y de un golpe de cadera la penetre hasta el fondo con total facilidad. Comencé a bombear pollazos sobre la cadera de mama. Ya había descargado bastante antes, pero me sentía con fuerzas para otra más. No paso mucho tiempo cuando los gemidos de mi madre inundaron la habitación. Gemía en voz alta, casi gritaba. Los vecinos deberían estar flipando. Y de repente sin darme cuenta de lo que estaba pasando, Esther decidió que seria buena idea destaparle los ojos a mi madre. En pleno misionero, su cara a escasos centímetros de la mía. Poco a poco deslizando las medias por su frente hasta que me vio. La habitación quedo en silencio, los ojos de mi madre estaban abiertos completamente, con sus pupilas dilatadas. Podía ver la cara de horror que tenía. No sabía qué hacer. – ¡sigue follandola! Dijo Esther con voz autoritaria. ¡A la mierda! Ya está todo perdido así que decidí huir hacia delante y proseguí con mis embestidas sin que mi madre pudiese dejar de mirarme. Aún con esa mueca de espanto en su cara. Pero algo pasó es su cerebro, no se debido a que, pero un par de minutos después se le escapo un pequeño gemido – muy bien cariño, déjate llevar. Le susurraba Esther mientras acariciaba sus pezones. Poco a poco volví a notar la humedad de mi madre en mi polla hasta que de repente, echo la cabeza hacia atrás, acurrucándose sobre las tetas de su mejor amiga y soltando un gran gemido. Se había abandonado al placer, le daba igual quien fuese el dueño de la polla que la estaba empalando. Gritaba cerdadas, se estremecía hasta que no pude más. – Me voy a correr. Les dije - ¡Llénala! Me respondió Esther – Toma anticonceptivas. Música para mis oídos.
Descargué otro gran chorro dentro de mama y después otro más, sentí que mama se había corrido a mí misma vez cayendo ambos rendidos. Esther se quito a mi madre de encima mientras yo me incorporaba a su lado y bebió directamente del coño de mama el exceso de esperma que brotaba de entre sus labios. Después de eso, la desato quedando tumbada a mi lado. – Cariño voy a darme una ducha. Le dijo Esther a mi madre mientras salía de la habitación dejándonos solos.
Mama me miro a los ojos con cara de preocupación – ¿Que acaba de pasar?