De vuelta a casa (2)

UNA AMISTAD MUY ESPECIAL... (Cómo decidimos pasar unas vacaciones en la playa)

Hola a todos de nuevo. Para los que no me conozcan ante todo presentarme: Me llamo Carmen, de Córdoba, 1’65, rubia de melena un por debajo de los hombros, ojos marrones, delgadita (aunque mi novio dice que le vuelve loco mi cuerpo), sexo depilado, culito respingón, y tetas redonditas y firmes a pesar de mis 38 años. Supongo que recordaréis de mi anterior relato "De vuelta a casa", en el que os contaba una ardiente noche poco antes de la pasada Navidad en la que mi novio y yo fuimos a cenar con unos amigos y compañeros de mi novio y en la que alcancé tal extremo de calentura que no pude evitar pedirle a mi novio que parase en cualquier camino para hacer el amor cuando regresábamos a casa. El ese relato os hablaba de Rosa, la esposa de Rafa, un compañero de Nacho (mi novio). Ella es un poco más alta que yo, aproximadamente 1’70, morena de melena negra azabache, ojos verdes, bastante bien proporcionada con un culo que quita el hipo y pechos de talla 100 aproximadamente pero que se sostienen increíblemente bien a pesar de su tamaño. Aparte de por su físico, si por algo destaca Rosa es precisamente por su simpatía y carácter agradable, siempre dispuesta para los amigos y a echar una mano a quién lo necesite, aparte de que siempre se las suele ingeniar para convertirse en el alma de la fiesta, hasta tal punto que no hay juerga que organicemos que una de las primeras personas en saberlo es precisamente ella. Rafa es moreno, de cabello largo que se recoge en una coleta, ojos negros, y bastante bien constituido físicamente. Pero de quién quiero hablar es de ella.

Ella es Rosa...

La historia que paso a relataros tuvo lugar a comienzos del verano pasado, cuando en compañía de otras dos parejas decidimos irnos de vacaciones a una conocida playa de Marbella para pasar 15 días sin dar golpe. Para no llevar tantos coches decidimos irnos solamente en 2, siendo uno de ellos el nuestro, en el que subimos Rosa, su marido, Nacho y yo, los hombres delante y nosotras detrás. Inmediatamente el coche parecía un patio de colegio dadas las bromas y tonterías que decíamos, así como juegos de palabras encadenadas y similares para que el trayecto fuese más ameno. Las otras dos parejas habían salido la noche anterior para hacerse cargo de las habitaciones y los preparativos para que a nuestra llegada ya estuviese todo listo, así que nosotros podíamos viajar con más tranquilidad. Tardamos casi 4 horas en llegar, ya que dada la hora de salida decidimos pararnos a comer por el camino. Cuando llegamos metimos nuestras cosas en el bungalow que nos correspondía. Me encantó su aspecto coqueto, formado por salón-cocina, dos habitaciones y un cuarto de baño. Ocupamos una y ellos hicieron lo propio con la otra. Ya que a la hora que llegamos no era la más apropiada ni para playa ni para nada decidimos darnos una ducha y salir a cenar a alguno de los restaurantes cercanos, continuando después tomando unas copas hasta que decidimos irnos a descansar ya casi rozando la madrugada. Esa noche tuvimos una placentera sesión de sexo Nacho y yo. Me acababa de repasar el vello de mi sexo, aunque no demasiado, y sentir su roce me estaba excitando de una manera increíble.

Cuando nos levantamos a la mañana siguiente nos pusimos los bañadores y nos fuimos directos a la playa para empezar a disfrutar de nuestras vacaciones y a tumbarnos al sol como los lagartos y no hacer absolutamente nada. Llegamos a la playa, tendimos las toallas y plantamos la sombrilla, dando pie a una pauta que se repetiría en días sucesivos: levantarnos e irnos a la playa, comer en casa o en los chiringuitos, ligar bronce y tirarnos las noches de fiesta después de cenar hasta las tantas. Habían pasado unos 5 o 6 días cuando me quedé alucinada con Rosa.

Menuda vista, ¿eh?

Cuando me levanté a la mañana siguiente y llegamos a la playa pude ver el objeto de tanto misterio cuando se despojó del pareo estampado y de la camiseta que llevaba: Si mi bikini era pequeño, el suyo ya rozaba el escándalo de lo diminuto que era: negro, con pequeños adornos metálicos y una cadenita en la parte izquierda y en la trasera además de otra pequeña cadena, un fino hilo que se introducía entre sus redondas nalgas, un breve triángulo que casi no tapaba su sexo, y la parte de arriba que apenas tapaba sus pezones, destacando de una manera impresionante sobre su bronceada piel. Me di cuenta de que tenía el sexo mucho más depilado que yo, apenas una fina tirita de vello en su pubis, ya que el bikini se trasparentaba totalmente, y pensé que así me lo tenía que dejar yo (Envidiosilla que es una a veces, jejeje...).

El efecto en mí fue todavía mayor cuando con el mayor de los desparpajos se quitó el sujetador quedando sus firmes pechos al aire. Sin querer me quedé absorta mirándola, de lo que se percató en seguida, preguntándome si me gustaba, contestándole que sí y diciéndome que esperase a ver lo que tenía para mí... Llevábamos un rato tumbadas al sol cuando me pidió que la acompañase al apartamento. Le pregunté que a qué y me contestó que iba a buscar algo y que enseguida regresábamos, así que se puso el sujetador y ambas nos dirigimos hacia allí solamente con nuestros pareos puestos, notando las miradas que nos dirigían los hombres al cruzarse con nosotras, sobre todo a ella. Debo reconocer que estaba despampanante.

Cuando llegamos me quedé un instante en el comedor aprovechando para beber agua mientras ella entraba a su dormitorio. Me llamó al cabo de unos instantes y cuando entré vi que tenía en sus manos un precioso bikini tan diminuto como el suyo salvo que estampado. Le pregunté qué era, contestándome ella que no me hiciese la tonta y que me lo probase a ver qué tal me quedaba. Me iba a meter en el dormitorio a hacerlo cuando me dijo que si es que me daba corte, que lo hiciese delante de ella, así que me quité el sujetador y me puse el que ella me tendía, dándome cuenta enseguida de que no tapaba casi nada. Cuando me iba a despojar de la braguita me di la vuelta. Tenía razón ella: me cortaba desnudarme así delante de ella. Me puse el tanguita del bikini e inmediatamente me di cuenta de que debí habérmelo depilado más, ya que veía como sobresalía un poco por los lados, como le hice notar cuando me di la vuelta. Sin embargo notaba su mirada fija en mí, diciéndome que me quedaba estupendamente y que lo otro tenía solución. Al preguntarle cómo ya que no conocíamos allí ningún centro de estética me contestó que no me preocupase, que si quería me lo podía hacer ella, que ella era la que se lo. No estaba muy convencida, pero poco a poco me fue convenciendo, así que me quité el diminuto tanguita y me recosté en la cama abierta de piernas mientras ella buscaba en su bolso una crema depilatoria y las demás cosas necesarias. Se acercó a mí y, abriéndome un poco más las piernas, empezó a extender la crema sobre mi pubis y los lados de mi sexo, haciéndome darme la vuelta para quitar el poquito vello que pudiese haber entre mis nalgas. No sé porqué, pero aquella situación me estaba calentando enormemente como debía demostrar la humedad que ya sentía en mi sexo y que creo ella notó. Percibí como mientras realizaba aquella labor rozaba la entrada de mi sexo o mi clítoris haciendo dar a mis caderas pequeños brincos, pero preferí pensar que era sin querer.

Cuando terminó, y tras extenderme una crema protectora para proteger la zona, me acercó un espejo para que pudiese verme. Me excité más todavía ante la visión de mi sexo casi totalmente despojado de vello, tan sólo un pequeño mechón, diría que incluso más depilado todavía que el suyo, mientras permanecía observándome con la mirada fija en mi sexo y un extraño brillo en sus ojos, mordiéndose el labio inferior. No pude resistir la tentación de pasar mi mano por la zona, sintiendo un estremecimiento de placer por la sensación de suavidad que me hizo humedecer más todavía.

Y esta soy yo...

- Tienes ganas de masturbarte, verdad? - dijo ella.

- Qué? No.., yo....

- Vamos, no disimules, te estás muriendo de ganas de hacerlo. Sólo hay que verte...

- Bueno, la verdad es que sí, pero me da corte hacerlo ahora, delante de ti.

- Pues hazlo, no te cortes y disfruta.

Decidí hacerle caso y disfrutar el momento. Total, ¿qué podía pasar? Me despojé del sujetador del bikini que todavía llevaba puesto y empecé a acariciarme sintiendo como me observaba. Empecé a pasar las manos por mis pechos, a acariciar mis pezones, bajando una de ellas por mi vientre hasta llegar a mi sexo. Me acaricié los lados de mi vulva recién depilados y casi al instante mis dedos ya estaban jugando con mi clítoris hasta que introduje un dedo en mi mojadísima vagina, con los ojos entornados de placer y gimiendo suavemente...

  • Ten, prueba con esto - la oí decir mientras me tendía un grueso vibrador que había sacado de su neceser.

Mi culito...

Me lo quedé mirando sorprendida. Era de color negro, una reproducción casi perfecta de un miembro masculino, con las venas marcadas y pensé que era más gruesa que la de mi marido. Lo cogí con mi mano y lo acerqué a mis labios empezando a lamerlo a todo lo largo, metiéndomelo después en la boca para seguir chupándolo hasta que me lo metí casi de un solo golpe en mi vagina. De reojo podía ver como ella se había despojado de su bikini y desnuda igual que yo acariciaba furiosamente su sexo y pellizcaba sus pezones con la mano libre mientras me miraba lujuriosamente. Estuvimos así hasta que ambas llegamos a un increíble orgasmo que nos dejó derrengadas permaneciendo echadas yo en la cama y ella en el sillón hasta que nos recuperamos. En ese momento fui consciente de lo que había pasado y, con cierto sentimiento de vergüenza, solamente le dije que nos vistiésemos y volviésemos a la playa.

- No te vas a poner el que te he regalado? – me dijo, dándome cuenta entonces de que tenía en la mano el que había tenido puesto toda la mañana.

- Es que no sé, me parece demasiado atrevido. Nunca me he puesto uno así...

- No seas tonta y póntelo. Seguro que a tu marido lo vuelves loco. Además, aquí no nos conoce nadie y podemos hacer algunas cosas que no haríamos normalmente...

Este último comentario lo hizo con un enigmático brillo en los ojos que no supe interpretar. Pensé que ya estaba bien de dudas y me lo puse. Ahora sí que se veía divino con mi coñito recién depilado. Volvimos a ponernos los pareos y regresamos con nuestros maridos. Cuando llegamos noté la cara de sorpresa de Nacho, sobre todo cuando me quité el pareo y pudo verme bien, notando como se formaba un indiscreto bulto en su bañador que tuvo que disimular como pudo.

- Y esto qué es?

- Ya ves, un regalo de Rosa que pensó que podía quedarme bien y gustarte...

- La verdad es que estás para comerte entera aquí mismo... – añadió susurrando en mi oreja y besaba mi cuello y mi boca, lo que me hizo sentir un escalofrío por todo mi cuerpo.

Me quité la parte de arriba mostrando mis pechos y le pedí que me untase bronceador, cosa que empezó a hacer casi nada más terminar de decírselo. Sentir sus manos por mis pechos untándome la crema me empezó a calentar nuevamente, y me giré para que me la untase por la espalda y el culo. Hacía menos de media hora que había tenido un orgasmo en compañía de Rosa y ahora me encontraba excitada otra vez. Sentí como se ponía encima de mí con la excusa de hacérmelo mejor. Sentí sus manos por mis hombros y toda su dureza en mis nalgas, notando como mi sexo se mojaba cada vez más. Sin decir una palabra le hice levantarse y, cogiéndole de la mano, nos dirigimos al agua. Fue increíble la sensación del agua fresca en contraste con mi calentura. Nos metimos poco a poco hasta que el agua nos llegó por los hombros y sin más preámbulos me colgué de su cuello empezando a besarle con toda mi pasión. Noté sus manos en mi culo y como una de ellas empezaba a rozarme el coñito por encima del tanguita, apartándolo a un lado y metiéndome un par de sus dedos. Deshice la lazada de su bañador para liberar su pene de su encierro y, colgándome de su cuello, la guié con mi mano hasta mi vagina, empezando a moverme suavemente para sentirla deslizarse en mi interior. Los gemidos que intentaban salir de mis labios quedaban ahogados por su boca y su lengua que hacían diabluras en el interior de mi boca, sintiendo como las oleadas de placer del orgasmo llegaban sin previo aviso. Permanecimos así hasta que noté sus manos apretar más fuerte mis nalgas, lo que me anunció su inminente orgasmo. Salimos del agua bastante más relajados y nos tumbamos en las toallas. Creo que se me tenía que notar bastante el rubor en las mejillas, dado que Rosa me miró y me sonrió levemente.

Estuvimos el resto del día en la playa hasta las 5 de la tarde más o menos. Íbamos a volver a casa cuando Nacho y Rafa nos recordaron que esa tarde jugaba la Selección en la Eurocopa y que tenían pensado ir a un bar a verlo junto a los otros dos amigos, preguntándonos si nos apetecía ver el partido. Yo, la verdad, no estaba muy entusiasmada, no me apetecía demasiado, así que les dije que yo me volvía para casa pero que Rosa se fuese con ellos si quería, contestando ella que tampoco tenía demasiadas ganas y que se venía conmigo a ducharse y a relajarse hasta la hora de la cena, así que ambas emprendimos el camino hacia el apartamento. Antes de salir de la playa nos metimos en una de las duchas que había para quitarnos un poco la arena. Estábamos debajo del agua y podía notar pequeños roces por parte suya, pequeños toques de cadera, una mano que rozaba mi culo, etc., disculpándose ella cada vez que lo hacía. Aquello me tenía un tanto intrigada, sobre todo por su "inocente" insistencia. Parecía como si me quisiera seducir con aquellos leves roces (Con lo lista que soy habitualmente y lo ilusa que estaba siendo en ese momento...). Llegamos al apartamento, me metí en mi dormitorio a desnudarme y coger una toalla y, saliendo con ella envolviendo mi cuerpo, salí y metí la toalla de playa junto al bikini en la lavadora. Podía sentir el olor del sexo en la diminuta prenda. Cuando salí al comedor Rosa ya se encontraba debajo de la ducha, y cuando salió entré yo a ducharme.

Rosa en la ducha...

Estaba bajo el agua sintiendo los relajantes chorros en mi cuerpo cuando ella entró con la excusa de orinar. Seguí a lo mío notando como disimuladamente no me quitaba la vista de encima. Cuando salió cerré el grifo y secándome volví a salir envuelta en la toalla volviendo a nuestro dormitorio. Estaba a punto de quitármela cuando ella entró envuelta también en la suya, y al darse cuenta de que me iba a despojar de la mía me dijo que si es que ahora me iba a cortar después de lo que habíamos hecho ambas por la mañana. Sonreí nerviosa y le respondí que un poco de corte sí que me daba (pensando que sobre todo era por el hecho de estar totalmente desnuda delante de otra mujer). Finalmente me quité la toalla para ponerme unas braguitas cuando tocándome los hombros me dijo si no me había dado cuenta de lo enrojecidos que los tenía. Me giré un poco ante el espejo y pude comprobar que así era, ofreciéndose a ponerme crema por la espalda para aliviarme. Me dijo que me tumbase en la cama boca abajo y que me dejase hacer. Le hice caso y desnuda como estaba me tumbé, poniéndose ella a mi lado. Al poco rato dijo que así no estaba cómoda y que se iba a colocar mejor, cosa que hizo sentándose sobre mi culo y siguió con lo que estaba haciendo. Me percaté de que ella tampoco llevaba nada cuando noté el roce de su sexo en mis nalgas, lo que hizo que me empezase a poner nerviosa. Sin embargo aquella sensación no me era desagradable. Bajando un poco sobre mis piernas fue recorriendo mi espalda poco a poco hasta llegar a mis nalgas que se entretuvo en amasar. Sentí que, sin saber porqué, me estaba empezando a calentar otra vez, y creo que en mi sexo ya tenía que haber cierta humedad, cosa de la que ella se tuvo que apercibir.

De repente apretó un poco más de la cuenta haciéndome lanzar un leve quejido. En ese momento sentí como se venía hacia delante y me daba un suave beso en el cuello a la vez que se disculpaba si me había hecho daño. Me di cuenta de que se había quitado la toalla y, desnuda completamente, sus pechos rozaban mi espalda. Aquello se estaba descontrolando y decidí cortar por lo sano. Dándome la vuelta en la cama le iba a preguntar qué estaba haciendo cuando la pregunta quedó ahogada en mi garganta. Su cuerpo a contraluz sentada sobre mis piernas y ligeramente inclinada hacia mí se veía impresionante: la vista de sus pechos a punto de rozar los míos y, sobre todo, de su sexo me turbaron, a la vez que me di cuenta del brillo de sus ojos. Nos quedamos mirándonos unos instantes y, de improviso, se lanzó sobre mis labios dándome un beso que me dejó sin respiración. Se irguió un poco como esperando una respuesta por mi parte, siendo esta vez yo la que, incorporándome un poco en la cama, la besé.

Yo duchándome...

Notaba su lengua intentando entrar en mis labios entreabiertos mientras sus manos no cesaban de acariciar todo mi cuerpo y mis manos no se separaban de su delicioso culito. Era la primera vez que besaba a una mujer, pero sentía una sensación maravillosa. El roce de sus pechos, la suavidad de su piel, sus labios en los míos... Era increíble. De vez en cuando dejaba de besarme y sentía sus labios en mi cuello, lo que me hacía estremecer de placer. Por si no os lo he dicho, mi cuello es uno de mis puntos débiles. Sentir un roce, que me soplen suavemente en él, que me lo besen..., son caricias que hacen que casi inmediatamente me excite y empiece a mojarme. Cambió de posición y, acostándose a mi lado, continuó besándome acariciándonos mutuamente los pechos. Sentí como su mano bajaba por mi vientre hasta que llegó a mi entrepierna. Pude notar como sus dedos acariciaban mi clítoris, lo que me hizo empezar a soltar gemidos de verdadero placer. Sin dejar de acariciarme sus labios empezaron a jugar con mis tetas. Su lengua rodeaba mis pezones, los chupaba con sus labios, me los mordía suavemente y, poco después, fue siguiendo el camino trazado por sus manos hasta que llegó a mi sexo siguiendo el contorno de mi vulva llegando a mi clítoris e introduciéndose sus dedos en mi encharcada vagina, poniendo mis manos en su cabeza apretándola hacia mí. El tono de mis gemidos iba creciendo, y si no se escuchaban ya en toda la urbanización era por poco. De improviso noté como las oleadas del orgasmo recorrían todo mi cuerpo pero no la dejé que se retirase de mí. Poco a poco me fui girando como pude en la cama hasta que mi cabeza se introdujo entre sus piernas formando un placentero 69. La vista de su depilado coñito era impresionante. Era la primera vez que veía un sexo femenino de esa manera y a la vez sentir su embriagador olor. Le devolví la caricia que ella me estaba dando a mí y pude sentir su sabor agridulce. Debía hacerlo satisfactoriamente para su parecer, ya que su cabeza se apretaba más todavía contra mi coño y sus dedos se movían furiosamente entrando y saliendo. Me volví loca de gusto cuando sentí su lengua lamiendo mi ano y empecé a hacerle lo mismo. Nuestros posibles gemidos quedaban ahogados por los sexos que ocupaban nuestras bocas hasta que volvimos a corrernos casi a la misma vez las dos. Se giró para quedar otra vez sobre mí mirándome con sus cabellos en su cara enrojecida y el brillo de la lujuria en sus ojos.

Mi coñito...

Esta vez fui yo la que la volví a besar mientras nuestros pechos se rozaban y frotábamos nuestros sexos. Se levantó un momento para ir a su cuarto volviendo al poco rato con un pequeño neceser que puso en medio de las dos estando ambas tumbadas en la cama y empezó a sacar un verdadero surtido de juguetes sexuales: los vibradores de la mañana, bolas chinas y un pene con arnés que por su parte interior tenía otro más pequeño para introducirlo en la vagina. Cogiendo uno de ellos lo empezó a rozar por mi sexo, el cual ya se encontraba sensibilizado al máximo, a la vez que volvía a besarme empezando a metérmelo. Me hizo poner en posición de 4 en la cama colocándose detrás de mí y siguió jugando con el vibrador mientras su lengua volvía a jugar con mi ano. De golpe sentí como algo intentaba entrar y, girando un poco la cabeza, pude ver como eran unas bolas anales. Me relajé y poco después pude notar como ya estaban todas dentro de mi culito. El roce combinado del vibrador en mi coño y las bolas en mi culo me hicieron alcanzar de inmediato un nuevo orgasmo, cayendo desplomada sobre la cama quedándome tumbada.

El coñito de Rosa...

Sacó el vibrador dejando las bolas en mi interior y volvimos con una nueva sesión de besos. Le dije que ahora era yo la que quería follármela a ella, así que cogí el arnés. Al ponérmelo e introducir el más pequeño en mi coñito noté enseguida una corriente de placer que atravesó todo mi cuerpo. Era una sensación increíblemente placentera. Me veía en el espejo del dormitorio en una imagen de lo más morbosa: mi culito, mis tetas y, surgiendo de entre mis piernas, una deliciosa polla aunque fuese de látex. Vi en sus ojos una mirada verdaderamente lujuriosa y, sin decir palabra, así tumbada como estaba en la cama se fue acercando a mí hasta que se la introdujo en la boca comenzando a mamarla con verdadero deseo. A cada cabezada que daba sentía más espasmos de placer dentro de mí.

Se la sacó de la boca y poniéndose a 4 me dijo que por favor se la metiera ya, que estaba deseando sentirla en su interior. Me puse detrás de ella y acerqué la punta a su mojado conejito quedándome sorprendida al ver la facilidad con la que aquella polla penetraba en su interior hasta que la tuvo toda dentro. Estaba realmente mojada, pudiéndose oír con toda claridad el sonido del dildo entrando y saliendo de su sexo. Debido a la excitación que sentía empecé a moverme más deprisa, notando como sus gemidos aumentaban de intensidad. Pensé que nos iban a oír en todo el complejo. Al poco rato cambiamos de posición y, tumbándome yo boca arriba en la cama, esta vez fue ella la que se montó encima de mí y se la metía ella sola, empezando a cabalgar furiosamente. Podía ver el bamboleo de sus tetas cerca de mi cara, y no pude evitar empezar a mamárselas mientras agarraba con mis manos su delicioso culito. Estuvimos así hasta que ambas nos corrimos entre espasmos que estuvieron a punto de hacer que me desvaneciera del placer que sentía. Se levantó y sacándome el arnés volvió a devorarme mi conejito, haciéndome sentir una sensación que no había tenido nunca y llegar al segundo orgasmo en menos de 5 minutos. Estaba totalmente desmadejada.

Tumbándose a mi lado siguió besándome mientras acariciaba mi cuerpo, con una dulzura que no había experimentado nunca, y notaba el sabor de mi sexo en mis labios. Podía notar como sus ojos seguían brillando de deseo. Dándome un rápido beso en un pezón se fue dando la vuelta poco a poco en la cama hasta que quedó enfrentada a mí y, pasando una pierna por debajo de la mía me dijo que me íbamos a hacer algo que me iba a encantar. Pude notar el roce de su coñito contra el mío en lo que era la primera "tijera" de mi vida, pero me encantaba. Nuestros sexos se frotaban rápidamente, notando como si se diesen besitos entre ellos. Así estuvimos hasta que ambas alcanzamos un nuevo orgasmo que nos hizo quedarnos exhaustas en la cama y nuestros cuerpos perlados de sudor por el calor a pesar del aire acondicionado. Se podía notar el olor a sexo en el ambiente. Al darnos cuenta de la hora nos levantamos y nos volvimos a meter en la ducha, esta vez las dos juntas, enjabonándonos, pero esta vez fui yo la que, dándole la vuelta, volví a comerle su chochito llevándola a un nuevo orgasmo....

Cuando llegaron nuestros maridos nos encontraron sentadas en el sofá viendo una película en el DVD portátil que teníamos, yo vestida con un short y una camiseta y ella solamente con un vaporoso vestido estampado, mientras nos tomábamos un refresco. Se podía notar que se habían tomado alguna copa, sobre todo por las caras de felicidad que traían. Nuestra Selección había ganado y ambas nos lanzamos una mirada cómplice. La Eurocopa no había hecho más que comenzar y ambas deseamos que España llegase muy, muy lejos.... Mis ansiadas vacaciones no habían hecho más que empezar.

Besos a tod@s.

Otra vista de nuestros coñitos... ¿No creéis que son una delicia?