De Voyeur a Ginecologo (2)
Después de la gran experiencia como espectador en acción de mi cuñada, se me presenta la oportunidad de obtener más de ella con un aparente engaño de conocimientos de una carrera trunca, que ella descubre y sin embargo también aprovecha para satisfacer sus necesidades.
Después de la situación que conté en la primer parte, no volví a tener algo similar, eran escasos nuestros encuentros y solo en ocasiones especiales veía a Jessica. Mucho tiempo después me case con Julieta y hubo un distanciamiento aún mayor, tanto ellos como nosotros cambiamos de residencia natal, hasta que un día por razones laborales tuve que estar una semana precisamente en la ciudad donde ella vivía. Ella y Ricardo nos habían dado la noticia de que serían padres, unos 3 o cuatro meses atrás, por lo que yo encontraría a mi cuñadita embarazada. Julieta me encargó que no dejara de visitar a su hermanita, ya que se sentía muy sola debido a que su esposo llevaba casi un mes en el extranjero por capacitación que le pagó la empresa donde trabaja. De momento la idea no me gusto nada, si salgo de viaje me gusta tener libertad y disponer del tiempo que me sobra después del trabajo a mi antojo.
Sin embargo Julieta me insistió muchísimo y el primer día por la tarde Jessica me marcaba a mi teléfono celular, para saber cuando iría a visitarla, le comenté que ese día no podía, que sería hasta el siguiente, lo cual me agradeció y me avisó que me esperaría a cenar, que prepararía algo para mi, se lo agradecí. Llegué al siguiente día, me esperaba muy hermosa, con la cena lista y muy alegre. Le di un tremendo beso en su mejilla y la abrace fuerte, pero precavido de no forzar su vientre. Platicamos de trivialidades, trabajo, casa, familia, hasta que toco el tema de su estado físico, me comentó que la ausencia de Ricardo y por su escaso dinero, no había podido asistir a su consulta ginecológica mensual y que se sentía preocupada por saber si todo iba bien. Yo la escuché y le ofrecí mi ayuda, le dije que le podía prestar dinero si lo necesitaba, a lo cual se negó, argumentando que Ricardo estaba en proceso de conseguir otro especialista, por que él que la venía atendiendo, no les inspiraba confianza, y que mejor lo esperaría.
Entonces solo sobró preguntarle, si se sentía bien; vacilo un poco y enseguida argumentó que sí, pero que se sentía algo nerviosa y abochornada a veces. Le contesté que debía ser normal, y que con su marido lejos, tal vez más, así que comentamos:
Y bueno ese día me retiré temprano, prometiéndole hacerle llegar lo anterior a la brevedad. Cuando estuve a solas en el hotel, no pude evitar pensar como serían esos nervios o bochornos en Jessica. Sé que las mujeres embarazadas necesitan atención sexual, cariño y mucha comprensión, y podría ser que lo extrañara de parte de Ricardo. Así que al día siguiente contacté a mi ocupado tío, y en vez de enviarme información, me indicó donde buscar. La bajé de Internet en formato editable y entonces se me ocurrió una idea descabellada: colocar recomendaciones "incomodas", que dieran rienda suelta a sus presuntas necesidades, lo más sutiles posibles, pero eso si muy claras y si no creía tales recomendaciones, sería muy difícil que contactara y corroborara eso con mi tío. Me haría indispensable en alguna de esas recomendaciones y tal vez podría sacar algo de provecho. Me acordé de esa famosa frase, "el que no arriesga, no gana", así que puse manos a la obra. Si bien el documento mencionaba estados anímicos del cuarto mes de gestación (que era lo que ella me confirmó llevaba), no se explayaba tanto. Las necesidades sexuales las mencionaba escuetamente, entonces tuve que analizar y sacar mi nulo talento de doctor ese mismo día en la tarde; tenía que trabajar sobre argumentos creíbles, que le indicaran que diera rienda suelta a sus necesidades, que se autoexplorara y que hiciera ejercicios que le pudieran ayudar a mantenerse tranquila y sobre todo ágil y con toda la capacidad para que sucediera un alumbramiento natural.
Por la noche me dirigí a su casa sin avisarle, la encontré algo desalineada y triste. La abrace, la traté de animar y le entregué el documentó que según mi tío había enviado, al final su firma electrónica, avalaban las recomendaciones. Le dije que no me había dado tiempo de leerlo, pero que mi tío se lo recomendaba ampliamente y que tales situaciones eran lo último de su congreso de investigación. Se animó un poco, hojeo y nos despedimos. Me fui pensando en lo que seguiría, tal vez echaría todo al bote de la basura, tal vez me llamaría enojada, exigiéndome respeto y bueno, estaba hecho, tenía que mantenerme. No recibí ninguna señal esa noche, al día siguiente estaba seguro de que lo había leído, ella es una persona que le gusta leer, realmente me sentía un poco ansioso de su respuesta, de su pensar. Me tranquilice y al final de mi estancia en el trabajo recibí su llamada:
Sentí que sudaba frió, así que argumenté:
Era verdad lo que Jessica argumentaba, en eso no había sido cuidadoso y el plan podía caer. La visité nuevamente en su casa, le comenté que había contactado a mi tío por teléfono y que me había dicho que todos los ejercicios habían sido probados con tres mujeres, obteniendo resultados exitosos, pero que aún eran difíciles de manejar por la cultura en la que vivíamos. La vi un poco más convencida y cambio el tema por trivialidades, hasta que nuevamente la regrese yo.
Lo sabía, ella se estaba calentando con los ejercicios extremos y lo que había probado la dejo intranquila, de hecho casi podía asegurar que su "incomodidad", más bien era su conciencia diciéndole que tales tocamientos le generaban inmenso placer y ganas de seguir abriéndose la vulva, frotar su clítoris y tal vez hasta sentirse penetrada por algo o alguien. Realmente tuve que mantener la calma, mientras todos estos pensamientos giraban a mil en mi cabeza, el plan iba marchando bien, había que conservar esa astucia para llegar a un poco más o hasta donde ella lo permitiera.
Hicimos un ejercicio que realmente no necesitaba mucho de mi ayuda, de hecho ninguno necesitaba, pero en mi edición yo coloqué que era necesario el apoyo. El ejercicio consistía en hacer movimientos con los brazos, ella estando sentada en flor de loto, los abría y los cerraba y yo solo le sostenía un poco los codos. Después pasamos a otro, también con pocas posibilidades de contacto, yo le sostenía los brazos y estando ella acostada boca arriba, levantaba sus piernas para fortalecer su abdomen, apoyándose de mis brazos, mientras yo permanecía sentado con las piernas abiertas.
Después de estos dos ejercicios, con sus debidas repeticiones, y de haberle dado cierta confianza, decidí recomendar algo más emocionante. Le indiqué otro ejercicio, lo pensó un momento y accedió, me comentó que era algo raro, pero que prosiguiéramos. El ejercicio consistía en que ella se colocaría en cuclillas y yo le ayudaría a estabilizar su peso sosteniendo con mis manos sus ingles, de tal modo que mis manos quedarían muy cerca de su vulva, ella se balancearía un poco y trataría de abrir sus piernas con sus brazos. Se puso en dicha posición y sin pensarlo mucho, para no generar desconfianza, deslice mis manos por debajo de sus piernas y la sostuve, apoyándome de sus ingles, por detrás de ella, hincado, ella solo se apoyaba en sus pies separados y su espalda recta. Apenas percibía un poco más de calor proveniente quizás de su vulva y me imaginaba que rozaba algunos de sus vellos púbicos. Por supuesto que tome ventaja de la situación y al sostenerla, jale un poco hacía afuera, de tal modo que su vulva sintiera que mis manos la abrieran indirectamente; no me moví y espere probablemente su reclamo, su respiración se hizo un poco más acentuada y después de su primera serie de 12 repeticiones, me pidió descanso, se veía un poco ruborizada, lo cual no era para tanto, ya que el ejercicio no demandaba tanto esfuerzo. Seguro había producido cierto morbo, por que por mi parte la verga se me empezaba a despertar, pese a mi control.
Le comenté que el pantalón que traía no ayudaba mucho para sus ejercicios y le sugerí cambiarlo por un corto que fuera cómodo, no comentó nada, solo se dirigió a su recamara. En unos momentos regresó con un pantalón corto algo holgado, en mis adentros pensé que esto mejoraría más nuestro contacto. Le dije que continuaríamos con el ejercicio que no habíamos acabado, no le agrado la idea, probablemente pensó que con tales tocamientos que le di, era suficiente, por lo que rápidamente me puse en posición de una forma muy normal, esperando que se incorporara, tardó un poco, hasta que finalmente me dio la espalda y empezó a tomar la posición nuevamente en cuclillas; ahora yo la tomé completamente por debajo de su pantalón corto, sentí que su piel se erizaba al contacto desnudo de sus ingles con mis manos. Pensé que me limitaría, pero no pronunció palabra alguna, por lo que mis manos procedieron a jalar nuevamente y sutilmente hacia fuera, la parte que tocaban, nuevamente tratando de abrir indirectamente su vulva, trataba de sentir alguno de sus vellos púbicos sin éxito, hasta que yo inconscientemente, ya con mi verga parada y su respiración algo más exaltada, empecé muy suavemente a subirla y bajarla como si estuviera sentada en mi verga muy lentamente, hasta que se hizo más descarado y se detuvo, argumentando que era suficiente y que ya nos habíamos pasado de repeticiones. Me bajó de mi nube de golpe, por lo que tuve que actuar normal y solo confirmar que era verdad y que pasáramos al siguiente.
No sabía con que más seguir, necesitaba continuar con algo como lo anterior, así que se me ocurrió decirle que si sus piernas podían haber quedado un poco adoloridas y que me permitiera ayudarla a relajarlas, me confirmo con un movimiento de cabeza. Le pedí se recostara sobre su espalda, entonces tome sus pies y se los levanté en línea recta para moverlos de un lado a otro y hacia arriba y hacia abajo de tal forma que sintiera relajación. De momento y por forma instintiva le quité sus zapatos sin preguntarle, argumentando que me permitiera darle un poco de masaje a la planta de sus pies, ella trato de retirarse, diciéndome que no era necesario, la sostuve fuertemente y le respondí que no tuviera pena, que solamente se relajara y que cerrara sus ojos, mientras retiraba sus calcetas y me centraba en las plantas de sus pies, se le veían tan deliciosos que deseaba besarlos, pero me contuve y solo me dedique a acariciarlos y a olerlos cada que los pasaba cerca de mi nariz, se relajo y cerró sus ojos, situación que aproveché para verle sus piernas y entrepierna.
Estando ya muy caliente, mi mente trabajaba a mil, sobre el paso siguiente, por lo que le comenté a modo de sugerencia y conservando la tranquilidad que habíamos ganado, en voz baja:
Le indiqué que lentamente tratara de incorporarse, mientras yo la sujetaba con mis piernas y mi sexo pegado al suyo, le comenté que estaba muy lejos e hice mi cadera hacia delante y por fin mi sexo quedó embarrado al suyo, el falo lo tenía completamente parado, por lo que ella seguramente lo notó, la vi a los ojos para conocer su reacción. Este ejercicio no venía en el documento, me lo saqué de la manga y como no puso objeción, procedí naturalmente.
Observé su cara un poco asombrada, pero hizo lo que le indique. De momento yo movía un poco mi cadera, queriéndome enterrar en ella, mientras la animaba a continuar con el supuesto ejercicio. Terminamos esa serie, me comentó estar cansada, nos quedamos en esa misma posición listos para empezar la segunda serie, la cual fue menos emotiva que la primera. Terminamos y entonces como vi que se me estaba yendo la oportunidad, se me ocurrió lanzar la última carta de mi artículo y persuadirla con el supuesto beneficio, para ver si podía obtener provecho.
Se quedó observándome, buscando en mi cara la falsedad u otra cosa que le indicara que era exactamente lo que quería. Yo también la vi a los ojos serenamente y seguro; me tuve que mantener congruente y solo encogí los hombros, en señal de opción.
Manteniéndome muy natural respondí:
Un poco dudando asintió:
Así que fingí hablar con mi tío por mi teléfono celular un par de minutos para indicarme supuestamente lo que podíamos hacer, me aleje un poco de ella, argumentando débil señal y acercándome a la ventana, confirmé lo que me indicaba y hasta anoté algunas cosas, demostrando seriedad y prometí hablarle después, si encontraba algo inusual. Por supuesto que todo esto dejaba abierta una puerta de exploración completa para Jessy, que explotaría al máximo. Colgué mi celular y me acerqué a ella de la forma más normal posible y así le dije:
Y entonces se alejo a su habitación rápidamente. Sus últimas palabras fueron como música a mis oídos y entonces traté de no verme nervioso y borrar la sonrisa de satisfacción de mi cara para no ser descubierto. Tuve que pensar en problemas del trabajo para bajar la euforia de satisfacción a lo que vería, pues uno no ve la desnudes de una hermosa mujer y en ese estado a menudo y hasta me arrepentí de no haber sido ginecólogo realmente, pensaba en como me gusta revisar esa parte grandiosa de las damas, cuando mi bella cuñada apareció súbitamente, mientras mi mirada estaba clavada al piso, sentado en el sillón de su cómoda sala.
Se veía hermosa, su rostro era encantador, sus ojos dos chispas de felicidad y su cuerpo adornado por ese adorable vientre que encerraba el milagro de la vida. La bata le quedaba como minifalda, se ajustaba cruzada y un pequeño cinturón arriba de su barriga sostenía el atuendo. Se había amarrado su lacio cabello en cola de caballo, lo cual la hacia verse más juvenil y sensual a mis ojos. Después de la mirada rápida que le lance, le contesté:
En silencio se sentó frente a mí en el sillón y desajusto la bata por su lado superior. Entonces aparecieron dos melones morenos claros frente a mí, completamente rígidos y una aureola grande y oscura, que no quise hacer otra cosa más que mamarla. Los pezones los tenía descaradamente parados. De una manera seria trate de observar todos los ángulos de sus senos, sin tocar, hasta que su voz me saco de mi aparente análisis:
Entonces procedí a tocar primero el que estaba a mi derecha, que delicia, lo tomé por los extremos y luego lo apreté un poco, buscando aparentemente algo, lo sopese y luego hice lo mismo para el otro seno y luego los dos. Luego hice unas anotaciones en una hoja previamente preparada y sin hacer comentarios me puse a inspeccionar y a observar sus aureolas. Asentí y enseguida le pregunté si le dolían los pezones si los apretaba un poco, me respondió muy normal que no y entonces me dedique a pellizcarlos ambos, hasta que vi su cara un poco ruborizada. Ahora le pregunté si había sentido algún malestar en general en alguno de sus senos, mientras los volvía a amasar lentamente. Dudo un poco y me dijo que a veces le dolían y que los sentía hinchados y pesados.
Entonces con ese permiso procedí a darle una masajeada de tetas, lo mejor que pude, se las apretaba, se las soltaba, le pasaba mis dedos por las aureolas y le pellizcaba los pezones delicadamente. Ella solo volteaba la cara y su respiración se hacia un poco más acentuada y sus pezones se paraban al máximo. Sus aureolas se volvieron más oscuras.
Hizo lo que le indiqué y esa primera impresión me perturbo tanto que tarde en reaccionar y pensar, me paralicé un momento. A pesar de que yo conocía esa vulva de lejos, me seguía pareciendo encantadora. Se veía peluda, cerrada y muy abultada, así que no tuve más que decirle:
Se tapo su cuerpo con la bata y me dirigí detrás de ella hacia una deliciosa inspección y probablemente algo más, si sabía como manejarlo, por lo que fui maquinando los argumentos y replanteando que lo que estábamos haciendo parecía no desagradarle a ella; podría tal vez ella saber cuales eran mis intenciones, sin embargo era todavía un terreno neutro, no había que dar nada por hecho. Entramos y argumenté que efectivamente ahí había mejor iluminación, mientras procedía a acomodar tres almohadas de un lado y ella sacaba de otro compartimiento otras 4. Me dije para mí, que era perfecto y coloqué las otras 3 del otro lado, mientras la séptima la coloqué en medio, al verme dudó de la última, le comenté que era para levantar más su cadera y ella solo hizo un gesto de comprensión.
Mientras se colocaba y su bata me dejaba ver el cielo, miró a mi entrepierna y mi amigo me empezaba a delatar, con un bulto que era imposible de esconder. Me volteó a ver con su cara burlona y desconcertada.
Me turbo su comentario, pero de inmediato supe que debía tomar el control:
Para ese momento ya estaba en la posición que le indiqué y alternaba mi visión entre su cara y su vulva, así que le dije: es normal, sin embargo tiene que hacerlo para que tú y tu bebé estén relajados. Colocó sus piernas sobre las almohadas, haciendo una especie de "V" y sus nalgas quedaron encima de la almohada central. Me hinque en la orilla de su cama y lejos de su vista me dedique a observar su vulva primero cerrada. Luego empecé a hacer tacto en los alrededores, como reconociendo que todo estuviera normal y entonces procedí a abrir sus labios exteriores, enseguida se acentúo el olor a sexo femenino delicioso, acerque mi nariz lo más que pude para captar lo más posible, aparentando el acercamiento para observar, la verga me iba a romper del pantalón, a veces tenía que hacerla a un lado, por que me estorbaba. Me separé un poco para anotar en mi supuesta hoja de revisión, era el pretexto para repetir mi acercamiento una vez más y abrir sus pétalos nuevamente.
Enseguida abrí sus rosados labios menores, la entrada a su intimidad se veía gloriosa, con los típicos pliegues del interior de la vagina y un poco de humedad que se pegaba entre los pliegues de los labios menores y dejaba un hilo al aire de su fluido suspendido de un pliegue a otro, mientras el aroma me embriagaba, tanto que sentía que ya no pensaba bien y que podía de un momento a otro perder la cabeza. Así que tenía que llevarla a mi nivel, para que accediera a lo siguiente, de lo contrario no pasaríamos de ahí. Por lo que me puse a revisar más detalladamente la entrada de su vagina, humedecí un poco mi dedo con sus mismos fluidos y lo gire a través de la entrada de ese paraíso, como palpando sus pliegues. Lo deje y mantuve abriendo y cerrando sus labios menores, para ver aparecer y desaparecer la entrada de su vagina e indirectamente tocando un poco y muy ligeramente su clítoris con alguno de mis dedos, le pregunté si sentía algún malestar, contestándome que todo era normal. Guardamos silencio y ahora me puse a verificar el interior de sus labios mayores, que entre tanto toqueteo se veían un poco más hinchados y sus labios menores se abrían como una rosa al retoñar con un poco más de humedad:
Tomó sus piernas como le indiqué y tiró de ellas para darme una visión muy excitante, un regalo total para mí, una vulva hinchada completamente expuesta y lista para comerse, con una rajada enorme que la hacia verse misteriosa, contemplé cuanto pude, le comenté que era suficiente y entonces le dije que en la entrada de su vagina me faltaba revisar un pequeño detalle, pero que desde esa posición no era posible, por lo que le dije que se levantara, se volteara y se agachara lo más que pudiera. Me obedeció y nuevamente me regalo otro hermoso espectáculo, en la posición de perrito, que poco falto para sacarme la verga y enterrársela sin contemplación. La bata hace rato era estorbo y yacía abultada a la orilla de la cama. Le abrí nuevamente la vulva, ahora un poco más salvaje, vi su estrecho orificio vaginal y la lubricación hacia más acto de presencia. Algunas partes de ese fluido ya se habían secado, sobre todo en donde terminaban sus labios mayores y comenzaba su apretado ano y ahí solo quedaba un rastro blanquecino. Ahora le pedí y como pude me di a entender que en esa misma posición colocara su culo en vilo a la orilla de la cama, solo sus rodillas se apoyaban y sus codos, esto ya era una sesión close up de revista para caballeros, pero no dijo nada, al contrario me preguntaba si era correcto como lo hacía, ahora estaba hincado en el suelo con ese culo dispuesto para mi, sin que ella me viera.
En ésta última posición quedó correcta, con todo el culo al aire al filo de la cama, aquí se decidirían varias cosas. Me dediqué a olfatear un poco más descarado sus intimidades, mientras mi dedo dudaba por entrar en aquel orificio cálido, así que con una voz casi entrecortada le pedí permiso para revisar el canal vaginal:
Me confirmo que estaba bien, por lo que me agaché y empecé a hundir mi dedo medio en su intimidad, cuando estuvo todo adentro, soltó un pequeño suspiro, mientras lo movía lentamente en su interior, como buscando algo, se sentía tan apretada que me era suficiente un solo dedo para sentir la presión de sus paredes, ya me imaginaba como apretaría el tronco de la verga. Saqué mi dedo y lo lamí, sabía delicioso, era un manjar, un sabor agridulce, con consistencia densa y lechosa, abrí nuevamente toda su pepa y seguí aspirando todos sus rincones, entonces simulando que era mi dedo lo acerque junto con mi lengua y toqué muy sutilmente el interior de su vulva, sobre sus labios interiores, cuidando no ser descubierto. Estaba a reventar, pero no podía actuar tan animal, si ella me podía dar algo más, tenía que pedirlo sutilmente. Me acomodé la verga, saqué cordura de mi interior y con un gesto le indique que era suficiente, mientras le comentaba lo siguiente:
Al ver su cara un poco más encendida, hizo un ligero gesto de resistencia, tal vez solo para disimular, pero no le pregunté si quería hacerlo, se lo ordene con seguridad, por eso respondió casi enseguida, colocándose como le indique.
Ahora no observé tanto, sino que abrí nuevamente sus labios y me dispuse a obtener aquel fluido tan deseado introduciendo mi dedo nuevamente y entonces me detuvo en seco su solicitud levantando un poco el tronco de sus cuerpo con sus codos.
Yo tenía un poco de barba de dos días, pero era suficiente para hacer cosquillas, me vanaglorie por mi adelanto y solo asentí riéndome sin contestarle. Puse mi barbilla en su clítoris y alrededor de su raja e hice círculos, le pregunte si estaba bien y apenas me confirmo que sí, ella también se movía, los pelos de mi barbilla se mezclaban con la abundante vellosidad de su pepa. Me apoyaba de la parte interna de sus rodillas empujándola levemente en mis vaivenes. Veía su cara y su mirada era encendida, su lengua se movía ligeramente en sus labios.
Me separe un poco y palpé su vulva con dos de mis dedos, había ya más líquido, sin embargo dije:
Y entonces me aventuré a querer comerle la pepa con la lengua, pero ella me aventó con sus dos manos:
Me separé un poco, ya había esperado ésta reacción, sabía que era débil su resistencia, eran los restos de su poca conciencia, lo que realmente quería es que siguiera, ya no había otra opción a estas alturas, su embarazo no importaba y pasaba a segundo termino, lo importante era apagar esa comezón interna que tenía ella y el calor de mi verga, así que le dije
Como me encontraba a un lado de sus piernas que aún yacían en los cojines y la otra mitad de ella ligeramente levantada, con mi brazo derecho empuje sus piernas hacia atrás y por un lado y perpendicularmente mi lengua con respecto a su pepa, la clavé rápidamente como cuchillo en pastel, como tren sobre su vía y empecé un movimiento largo de arriba a abajo, desde su clítoris hasta la entrada de su vagina, sintiendo algunos de sus pliegues y sus labios muy cerrados por la acción de tener sus piernas levantadas y cerradas. Ella se dejo caer hacia atrás sobre su espalda, lamentando su calentura y al mismo tiempo disfrutando de la lengua de su cuñado, que la había envuelto y calentado con todas sus mentiras. Jadeo ligeramente y apretó con sus manos las sábanas que tenía a su alcance.
Luego me puse nuevamente de frente entre sus piernas, se las separe y por fin di rienda suelta a mi lengua, aquí ya no pudo más y tomó mi cabeza para restregarla en su vulva al compás que mejor le resultara. Sabía a gloria, simplemente el sabor era tan deleitante para mi que no me podía despegar, le metía la lengua a la vagina, le daba tremendas lamidas de arriba hacia abajo con toda mi lengua a su vulva, le hacía círculos en el clítoris, metía uno de mis dedos le picaba el clítoris con la punta de mi lengua y tragaba todos sus fluidos. Sus vellos los enroscaba con mi lengua y se los empapaba con mi saliva.
Luego le comenté que me había cansado un poco y que mejor me recostaría en la cama boca arriba, de esa forma le pedí que se sentara en mi cara de frente a mí. Empezó un vaivén de atrás hacia delante sobre mi boca, mientras yo alcanzaba con mis manos sus nalgas y sus senos, apretándolos y alternando las caricias, de vez en cuando tomaba un poco de aire, por que quedaba muy encerrado por sus piernas y su vulva; ella gemía ahora más libre, sin retenerse como antes. Luego le indiqué que se volteará y quedamos como un 69, pero solo yo comiéndome su almeja, aquí descaradamente metía la lengua en su intimidad y lamía por fuera a mi antojo, también me atreví a darle ligeros piquetitos a su ano con la punta de mi nariz y mi lengua. Mi verga pedía a gritos atención, así que sin dejar de darle lengua, me quité como pude el pantalón y calzón, para quedar mi verga erguida frente a los ojos de Jessy. Ella entendió el mensaje y la sostuvo con sus manos y la masajeo ligeramente.
Ahora salía gran cantidad de sus fluidos hacia mi boca, sentía un inmenso placer por ser devorado por la boquita de mi cuñada, haciendo caso omiso a sus liberales comentarios, no mencioné nada para no arruinarlo, la detuve y prácticamente la cargué a la punta de mi verga, estando volteada hacia mi, sabía lo que vendría y no dijo nada, ella misma centró mi falo en su entrada, la restregó dos o tres veces a lo largo de vulva, hasta que la posicionó y empezó el descenso, estaba haciendo una sentadilla sobre de mi y yo la apoyaba soportando sus nalgas con mis manos; del inmenso placer que empecé a sentir al fundirme en ella y su pepa peluda desde atrás devorándome le dije:
Estando completamente adentro de ella, inició unos deliciosos sentones, veía mi glande casi salir de ella y volvía a desaparecer mi verga completa, tres o cuatro sentones y descansaba empalada y haciendo círculos. Después descendió las piernas hacia los costados y como poseída, empezó hábilmente a echarse hacia delante y hacia atrás, apretándome deliciosamente y saliendo y entrando completamente en ella, me volteo a ver y me dijo:
Cuando se mecía hacia atrás y hacia delante, sentía como me picaban los pelos de su vulva mis huevos y me hacía ver estrellas. Luego se sentó de frente a mí, observé su bella cara, sudada y encendida, nos vimos a los ojos, mientras ella misma se paseaba mi verga por lo largo de su raja y sin perdernos de vista se empezó a sentar nuevamente en ella, hasta que estuve nuevamente dentro de ella. Aquí la tomé de las nalgas y le di con todo lo que tenía, me salía y me metía por completo, le metía la lengua en su boca, la besaba despiadadamente, nuestras lenguas se entrelazaban, nuestros labios de succionaban, le amasaba los pechos, le acariciaba la espalda. Le dije al oído y bajito, mientras bajaba la velocidad de mis arremetidas, que mi tío me había encargado mamarle los senos para bajarle lo hinchado, cosa que aceptó con gusto, entonces sin perder el ritmo de mis estocadas tome sus tetas y las empecé a succionar como becerro, mientras ella jadeaba más rápido y me decía: así Manuel, así, mamalas.
La levanté y la puse en cuatro, verle la pepa tan peluda y empezarse a tragar mi verga, desde atrás fue orgásmico, los pliegues rosas de sus labios mayores se salían por todo el diámetro de mi verga, era fantástico, no perdía detalle. Ella mencionó que me movía delicioso y que el grosor de mi verga le frotaba espacios desconocidos y que se sentía llena completamente. No quise desperdiciar la posición del misionero, le coloqué una almohada bajo su cadera, nos volvimos a ver a los ojos y nuevamente nos dimos lengua, mientras seguían mis arremetidas, voltee a ver el espejo de su cómoda y verme entre sus piernas, con sus talones en alto, era muy morboso.
Finalmente la puse de lado y alzándole una pierna arremetí su vagina nuevamente y le comenté que estaba cerca mi orgasmo, ella me respondió que también sentía su venida muy próxima, entonces me concentré en su clítoris con mi mano y en breve una sacudida tremenda le llegó, con una docena de palabras sucias de su dulce boca, mientras también yo explotaba en su interior. Sin sacarle mi verga, la seguí bombeando un poco, mientras mi leche se escurría entre los dos y mi erección se apagaba.
Suspiro a modo de relajación, mientras nos desconectábamos y se recostaba sobre su espalda.
Y entonces me agaché entre sus piernas y le di lengua a su raja otro buen rato, para calentarla y terminar haciendo un rico 69 de despedida y otros piquetitos con mi verga más en su flor, para culminar más suavemente ambos. Nos despedimos.
Continuará