De virgen a mujer

Fue entonces que me entro la curiosidad de ver dos cosas, una cómo me vería vestida de niña en la calle y dos cómo me tratarían los hombres que me encontrara en el mi caminar.

DE VIRGEN A MUJER.

Hola me presento ante ustedes, mi nombre el Lupe, de tez morena, 1:67 de estatura, complexión normal, ojos de color café obscuro, pasiva al 100%, sumisa de igual manera, complaciente y me encanta el sexo en todos los sentidos y en todas las poses, aunque no las he probado todas, pero soy materia dispuesta.

Todo lo que voy a narrar es verídico y no cambiare nada en las narrativas posteriores.

Desde que tengo uso de razón siempre tuve una cierta inclinación por las cosas femeninas, ropa, zapatillas, pulseras, aretes, etc.

Nací en una ciudad llamada Huatusco, pero a los tres días de haber llegado al mundo me llevaron a vivir a la ciudad de Xalapa, Veracruz., México.

No conocí a mis padres biológicos, pero crecí en una buena familia, desde muy peque me hice parte de la servidumbre de la casa eso me ayudo a aprender a hacer muchas cosas y valerme por mi propia cuenta, se desde limpiar la casa, hacer de comer, lavar ropa y muchas cosas más.

Tenía mi cuarto apartado del resto de la familia, el cual me daba ciertas ventajas pues también servía de bodega de ropa y cosas que la familia ya no usaba.

Ahí en ese cuarto nació de mi curiosidad la necesidad de sentir mi parte femenina, por las tardes o las noches, después de terminar mis quehaceres me encerraba y buscaba entre las bolsas de ropa algunas prendas de mis hermanas, las cuales son dos.

Me gustaba que una de ellas fuera ya grande de edad y la otra un año menor que yo, porque así podía tener cosas de la grande como eran maquillaje y pantimedias, de la chica su ropa me quedaba como si fuera hecha para mí.

Cuando lavaba lo hacía en la azotea de la casa, que no tenía barda y desde ahí podía ver el mercado cercano y a las personas que pasaban, la casa estaba situada encima de tres comercios y su entrada principal era por un pequeño callejón, las calles aledañas no estaban pavimentadas solo algunas y la que llevaba al mercado.

Por las noches casi no pasaba gente y los taxis era raro que pasaran por la zona, prácticamente cobraba vida esa zona de la ciudad por las mañanas, algunas veces en la noche pasaban hombres tomados o alguno que se le había hecho tarde para llegar a su casa, pero en si era una zona muy tranquila.

Me gustaba lavar ropa porque podía sentir en mis manos la textura de la ropa de mis hermanas, se prendía dentro de mi algo muy especial, era una combinación de nervios, morbo, lujuria o yo que se, pero me gustaba esa sensación mucho.

Por aquellos tiempos me gustaba tener el cabello hasta los hombros y me peinada con una raya del lado izquierdo, siempre he tenido una piel lampiña y aunque hacía muchas cosas en la casa mis manos pequeñas se mantenían suaves.

Así fue pasando el tiempo y yo me deleitaba en mi cuarto con las prendas que podía encontrar en las bolsas guardadas, logre hacerme de tres vestidos de mi hermana la menor, dos pantimedias de color natural y unas medias con liga de color humo, tenía un sostén blanco y tres pantaletas de mi hermana mayor, que por cierto eran algo pequeñas, no se como le hacía para ponérselas.

Algunas veces me llegaba a vestir muy bien con todo lo necesario y me iba a ver al espejo que tenía en el cuarto atrás de la puerta, era un espejo mediano, pero me colocaba un poco lejos de el para poder ver mi silueta completa, me gustaba como me veía, era una verdadera chiquilla traviesa.

Una tarde llevaron una bolsa nueva y sacaron todas las demás para regalarlas a unas personas, mis cosas las tenía bien escondidas debajo de mi cama y como nadie entraba pues no tenía temor de que alguien las descubriera.

La bolsa nueva que había llegado tenía algo muy especial, contenía cuatro pares de zapatillas de mi hermana mayor, dos bolsos uno café y uno negro, algo de maquillaje que no sacaron de los bolsos y pintura de labios.

En cuanto pude me probé las zapatillas, me ajustaban bien con su correa al tobillo, eran de tacón mediano y estaban algo desgastadas, al día siguiente se las lleve al zapatero para que las repintara y les pusiera tapas a los tacones, no me cobro nada pues era amigo y siempre le llevaba un refresco cuando iba yo a hacer mandado.

Me las entrego en la tarde noche, mi corazón latía muy rápido de la emoción y quería probármelas para saber si me quedaban y podía yo caminar con ellas puestas, sería mi primera vez vestida y con zapatillas.

Llego la noche todos se fueron a dormir, yo me encerré en mi cuarto, saque la ropa y todo lo que necesitaría para arreglarme, lo puse encima de la cama, me fui vistiendo poco a ´poco, me gustaba sentir cada prenda cubriendo mi cuerpo, pero la emoción de tener zapatillas era lo máximo.

Cuando me las puse me sentí en la gloria, me quedaban justas y me gustaba como habían quedado con su retoque que le dio el zapatero.

Pasaron algunos días y me gustaba mucho vestirme y sentirme toda una nena, pero de pronto me empecé a dar cuenta que algunos hombres me miraban diferente, había algo en sus miradas que me hacían sentir algo no incomoda, pero si especial. Note que me gustaba cuando su mirada se cruzaba con la mía y se producía una conexión muy especial, la verdad no sé cómo explicarlo.

Fue entonces que me entro la curiosidad de ver dos cosas, una cómo me vería vestida de niña en la calle y dos cómo me tratarían los hombres que me encontrara en el mi caminar.

Le di muchas vueltas a este pensamiento, pero fue creciendo cada día más a tal grado que decidí hacerlo en la primera oportunidad que se me presentara, quería experimentar y lo haría un fin de semana que era cuando la familia se dormía más temprano.

Por llego el día, me apure a hacer los quehaceres de la casa, cuando eran las ocho de la noche me metí a bañar, antes puse sobre la cama lo que esa noche iba yo a usar; un vestido amarillo de tela muy suave, el sostén blanco, una pantaleta negra, pantimedias, miz zapatilla negras, puse también el rubor, el pinta labios rojo, delineador de ojos y mascarilla para las pestañas, las sombras para los ojos y el bolso negro con que iba a salir.

Terminado el baño como un ritual muy especial me empecé a vestir, cuando me puse a maquillarme me temblaban las manos de los nervios y emoción combinados en un palpitar fuerte de mi corazón. Por fin termine, me peine en esta ocasión de una manera diferente, hice una raya en medio e hice mi fleco para el frente y así cubrir hasta las cejas, recorte lo que sobraba y me fui a ver al espejo, me encanto como me veía, era toda una niña.

Ahora a intentar salir a la calle, eran ya las once y media de la noche, en mi mente hice un plan de hacia dónde iría, me propuse caminar por unas calles frente a la casa que no estaban pavimentadas y que posiblemente podría encontrar a algún hombre e incluso sabía que podía ser hasta un borracho, esta con los nervios hasta el tope y las piernas y las manos me temblaban.

Tome mis llaves las puse en mi bolso y me dirigí a la puerta de la casa, abrí un poquito y me asome para ver si no pasaba alguien, cuando me cerciore bien salí y cerré con mucho cuidado la puerta sin hacer ruido, el aire que corría se metió entre mis piernas y su caricia fue algo maravilloso-

Empecé a caminar atravesando la calle y enfilando hacia donde yo quería llegar, por lo menos unas seis u ocho cuadras de distancia lejos de casa, pasé junto a una casita de madera y techo de lamina de cartón donde no tenía mucho se había cambiado la familia de un compañerito de la escuela y conocía bien la casita pues en alguna ocasión fui a hacer tareas ahí.

Me gustaba como sonaban los tacones de mis zapatillas, los postes de luz iluminaban las calles desiertas, yo volteaba para ver si podía vislumbrar a alguien caminando, en verdad esperaba a algún hombre que me pudiera ver y observar su reacción hacia mí.

Caminé una cuadra y media y vi un camión de volteo estacionado, me dirigí hacia el caminado despacio, pues la sensación del aire acariciando mis piernas me tenía volando entre las nubes.

Cuando llegué al camión de volteo escuche un sonido raro, me asome por debajo del camión y ahí estaba un hombre sobre unos cartones durmiendo roncando como un marranito, hice ruido con los tacones para ver si despertaba, pero estaba bien dormido.

Le di la vuelta al camión para hacer como que apenas venía llegando, pero haciendo más ruido con los tacones de las zapatillas, vi que se movió e insistí haciendo mayor ruido, cuando se medió incorporo me alejé un tramo del camión e hice como que venía apenas acercándome.

Se sentó y busco de donde venía el ruido, me pare junto a la llanta donde él pudiera verme, hice como que me acomodaba la correa de la zapatilla y él tosió.

Me hice la sorprendida y me aleje un poco para poderlo ver bien, se asomo casi sacando la mitad de su cuerpo y me pregunto: ¿qué haces aquí chiquilla? Me despertaste con tacones de tus zapatillas.

Mil disculpas no era mi intensión señor, le respondí.

No te preocupes chamaca, de todos modos no estoy cómodo del todo debajo de este camión, mi compañero se fue a dormir y me dejo que durmiera en el camión pero se le olvido darme las llaves y aquí me tienes tirado.

Chamaca, me dijo chamaca, me confundió con una niña.

Logre mi objetivo saber que podía pasar como niña ante los ojos de un hombre.

¿y por qué no busca un cuarto donde pasar la noche? Dije con mi voz lo más aniñada posible.

Pues no soy de aquí, respondió y diciendo eso salió totalmente debajo del camión.

Era un hombre moreno, con un poquito de panza, de cabello con algo de canas, yo creo que con unos 45 o 47 años de edad, su pantalón de mezclilla sucio por el trabajo, su camisa a cuadros también sucia, unos zapatos viejos y sucios, sus brazos muy fuertes y oliendo a hombre en toda la extensión de la palabra.

¿Y tú dónde vives? Mira que ya es muy noche para que andes en la calle chiquilla bonita, me dijo.

Aquí cerca señor, iba para allá vengo de una fiesta de unas amigas de la escuela, le dije, aunque no era cierto.

Y de repente que me acuerdo de la casita de madera y techo de lamina de cartón, se me hizo agua la boca y el corazón me empezó a latir con mayor rapidez, pero la idea cruzo como centella por mi cabeza y pensando y diciendo.

Yo conozco una casita aquí cerca donde puede usted pasar la noche y nadie lo va a molestar, le dije con la voz medio temblorosa de nervios.

Pero ¿está segura de que no vive nade ahí? Me preguntó.

Yo asentí con la cabeza y le dije, si usted quiere yo lo llevo y le digo donde es.

Vamos pues, me dijo y tomándome de la mano nos encaminamos hacia la casita abandonada.

Sus manos eran grandes y rasposas, mi manita se perdió entre la suya y empezamos a caminar rumbo a la casita de madera.

Mi corazón iba muy acelerado, me sentía nerviosa y a la vez feliz de poder convivir con un hombre que veía en mi a una nena.

Cuando llegamos a la casita lo jale de la mano para que entrara sin temor alguno.

Abrimos la puerta y nos adentramos a la primera pieza de la casita, realmente tenia tres piezas, la que servía de cocina, comedor y sala, y dos piezas para dormir, el baño estaba afuera en el patio junto al lavadero de ropa.

No esta nada mal, me dijo. ¿ya habías venido aquí? Me pregunto.

Si a hacer tareas de la escuela, aquí vivía un compañero mío.

¿Era tu novio?

Noo para nada, nunca he tenido novio, respondí inmediatamente.

Luego nos fuimos a uno de los cuartos, había algunos trapos viejos tirados y unos cartones, la luz del poste alumbraba lo suficiente como para poder bien.

Pues esta muy bien la casita para descansar, me dijo y tomándome por sorpresa me dio un beso en la mejilla diciendo al mismo tiempo, gracias chiquita linda por traerme.

De nada, respondí con voz suave y sorprendida por el beso en la mejilla.

Se coloco frente a mí y tomándome por la barbilla me dijo, eres una pequeña muy hermosa, te vez muy linda, así como bienes vestida.

Gracias, respondí viéndolo a los ojos, mis piernas me temblaban, mis manitas también, mi corazón estaba latiendo muy aceleradamente y en mi mente chocaban la excitación del momento y la duda de qué pasaría si me descubría.

De pronoto me dio un beso en los labios, yo me estremecí totalmente, luego entre abrió su boca y me introdujo su lengua en mi boca, ese fue mi primer beso.

Sus manos grandes acariciaban mi espalda y me hacia sentir más pequeña de lo que era, sentí el calor de su cuerpo pegándose al mío.

Empezó a besar mi cara, mi cuello, mis labios, mis orejas. Yo tenía los brazos caídos a los lados sin poder reaccionar, mi mente esta en blanco solo concentrada en lo que estaba experimentando.

¿Te gusta chiquilla linda?

Si me gusta.

Sus manos empezaron a bajar de mi espalda a mis nalgas, cuando las acaricio sentí tan especial, me encanto la sensación de sus manos acariciando mi trasero nos unimos en un beso prolongado, mis manos fueron a su nuca y su espalda, ahí estaba yo llenando mi curiosidad de pequeña traviesa.

No se en que momento bajo el cierre de su pantalón y saco su verga, tomo mi mano y la puso sobre ella, la sentí dura, grande, con una cabeza en forma de hongo, tenía muchos bellos.

Me tomo de los hombros y hizo que me hincara frente a él, tenía su verga a centímetros de mi cara, la tenía yo agarrada con mi manita, me dijo ¿te gusta, ya habías visto una?

Si me gusta y no nunca he visto una, respondí.

Me tomo de la nuca y me llevo a ponerla en mi boquita, le di un besito y luego otro, empecé a recorrer su tronco duro con muchos besitos. Chúpala me dijo él, pase mi lengua sobre su cabeza en forma de hongo recogiendo un liquido que le salía transparente, me supo saladito, pero nada desagradable, olía un poco a sudor, pero no me fue nada desagradable, luego me indico que me la metiera en la boca.

Lo hice y al hacerlo el gimió de placer, que rico se siente chiquilla linda, sigue así pequeña mía. No me cabía toda pues estaba algo grande para mi boquita, pero se la estuve mamando como por quince minutos.

Me levando y dándome de besos me quito el vestido, ¡que hermosa te ves con tus medias pequeña! Me dijo acariciando mi trasero y mis piernas cubiertas por las pantimedias.

Me las quito también y me recostó sobre los cartones, puso su camisa y pantalón encima de los cartones.

Entonces descubrió que no era del todo una chiquilla, pero no dijo nada siguió besándome y de pronto soltó la pregunta de oro ¿ya lo has hecho?

No nunca, le respondí

Entonces eres virgen chiquitita linda, te voy a hacer una verdadera mujercita ya veras que te va a gustar.

Levanto mis piernas y puso su cara en mi trasero, sentí su lengua recorrer ambas nalgas, luego se dirigió a mi anito virgen, cuando paso su lengua por el me estremecí completamente y gemí por primera vez al sentir esa corriente que inundaba todo mi ser.

Mi anito recibió su lengua palpitando de gozo, me lo chupo, lo succiono, lo beso y lo preparo.

Luego coloco mis piernas sobre sus hombros, con una mano puso la cabeza de su verga en la entrada de mi culito escupió y empujo un poquito para ver si entraba su verga.

Como mi anito estaba muy peque y apretadito, puso más saliva acomodo una vez más su verga y lo volvió a intentar, ahora empujo un poco más fuerte y de pronto sentí como se me abría el ano y entraba la cabezota de hongo en el yo solo emití un sonido combinado de pujidito y gemido.

Cuando entro la cabeza de hongo se detuvo un poquito, mi respiración estaba acelerada, mis manos a los lados de mi cuerpo, su rostro frente al mío viéndonos a los ojos. Ahí te va el resto mamita me dijo y empujo lo que faltaba de entrar.

Sentí sus huevos chocar con mis nalgas, veía mis piernas sobre sus hombros y él me acariciaba las piernas, sentía yo riquísimo.

Luego empezó con un vaivén despacio, en cada embestida yo pujaba y gemía, su boca busco la mía y nos entrelazamos en ese beso profundo, entonces acelero sus metidas profundas, cada estocada la disfrutaba yo al máximo.

Así me tuvo un buen rato, luego me la saco y me acomodo de rodillas medio inclinada, y me la volvió a meter.

¡Estas bien rica y apretadita chiquilla hermosa! ¡Me decía, te voy a hacer mujer y te va a gustar!

Yo casi no podía hablar pues estaba concentrada en lo que estaba recibiendo y me gustaba tanto.

Mi pequeño pene nunca se paró, pero mi ano si que palpitaba en cada embestida, parecía que besaba y chupaba esa verga en cada metida que me daba.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero si recuerdo que de pronto el me tomo por las caderas muy fuertemente y emitiendo uno como gruñido me dijo ¡me vengo, te voy a dar mi semen, chiquilla linda! Y de pronto sentí en mis entrañas como su verga se puso más dura, más gruesa y empezó a inundar con algo caliente mi interior.

Se dejo caer sobre mí quedando acostado boca abajo, su verga palpitaba dentro de mi culito después de un momento salió solita húmeda y mojando mis nalguitas.

Se incorporo y me ayudo a hacer lo mismo, así desnudos nos abrazamos y nos besamos. Ya eres una mujercita, hoy me diste tu virginidad chiquilla hermosa, eres una delicia.

Gracias respondí y lo volví a besar en la boca.

Me vestí poniéndome la pantaleta y el vestido, acomode mis zapatillas y le regale mis pantimedias como recuerdo, con sus manos sobre mis nalgas me dio el beso de despedida a la entrada de la casita de madera.

Regrese a la casa, me metí a mi cuarto y me tire en la cama, pensando en cada momento vivido esa noche, me había gustado y mucho, sentía el anito un poquito adolorido y húmedo aún por los mecos de este hombre.

Me quede dormida y al otro día temprano me cambie, guarde mis cosas, me fui a bañar y decidí volver a vivir tan maravillosa experiencia.

Desde entonces he tenido maravillosos encuentros y he degustado todo tipo de vergas, nunca me ha importado de quien son, pero si les puedo decir que cada una que he tenido oportunidad de disfrutar lo he hecho al máximo, han sido de hombres maduros, uno que otro joven, aun de algunas chicas como yo pero activas, y de todos tamaños, formas y colores.

Espero tener oportunidad de ir contando mis aventuras y a ustedes les gusten, pueden escribirme a fjgsousa60@gmail.com para sus comentarios.