De victor a Paola, la transformación

La historia de como el ver a mi hermna en bragas chupandosela a su novio revive en mi la fantasía de ser yo el que tenga esa verga en mi boca, y ser mujer.

Soy Víctor, y quiero relatar la historia de cómo un jovencito empieza su camino del sexo; de cómo sus deseos heterosexuales se van mezclando con los homosexuales, y con el incesto, para volverse una verdadera maraña de experiencias que poco a poco me fueron convirtiendo en travestí.

A mí desde muy chico siempre me gustó la ropa de mujer, no sé si nací predispuesto, pero siempre me llamó la atención, pues recuerdo que desde los seis años me ponía las bragas y los vestidos de mi hermana. Yo tengo dos hermanos y dos hermanas. Mi hermano mayor Juan me lleva seis años, mi hermana Verónica cuatro, mi hermana Karla dos y tengo un hermano al que yo le llevo tres años.

Bueno, aunque ya dije que siempre me gustó vestirme de mujer hubo en la época en la que ese gusto quedó muy sepultado, pero un día renació de golpe y cambió todo dentro de mí. Cuando yo tenía trece años jugaba soccer con mis amigos en el camellón que esta frente a mi casa y un día a mi amigo Julián se le olvidaron sus guantes de portero. Yo me ofrecí a ir por los míos a casa, pues estaba a sólo un paso de ella. Cuando llegué a casa no vi a nadie, lo cual se me hizo extraño, pues mi hermana y su novio estaban en casa cuando yo salí y no los había visto que salieran. Pero cuando subí las escaleras, vi a través de la puerta del cuarto de mis hermanas algo que me dejó helado. Mi hermana estaba en ropa interior y arrodillada frente a su novio, quien estaba sentado en la cama. El tenía los pantalones bajados y una tremenda polla le brincaba entre sus piernas. Al parecer a Verónica le gustaba mucho, pues la besaba sin parar y de repente se la metía en la boca. Corrí sin hacer ruido a mi cuarto y tomé los guantes, me brinqué por la ventana y salí, una vez que vi a Julián, le aventé los guante y le dije que mi hermana me necesitaba para algo y que regresaba pronto; pues no quería que me fueran a buscar y estropearán todo. Regresé rapidísimo y me quede espiando como mi hermana le daba una tremenda madada a su novio en la verga. Pero pronto mis ojos empezaron a recorrer todo el cuerpo semidesnudo de Vero, su piel blanca y sus piernas bien torneadas por el ejercicio, su cabello castaño claro caía sobre sus pechos que eran cubiertos por un sostén blanco que translucía sus pezones erectos y sus enormes pechos. Pero lo que más me excito fue su precioso trasero, era un culo bien parado y que ahora tenía casi de frente a mí, pero a unos metros de distancia. Su novio le pasaba las manos por la espalda y las nalgas, y en unos momentos le desabrochó el sostén y sus senos brotaron libres; las aureolas rozadas de sus pechos parecían desbordarse y apuntaban al frente totalmente firmes. El comenzó a estrujarlas, mientras ella hacía movimientos cada vez más rápidos y decididos. El empezó a gemir y después de unos segundos de hacerlo, mi hermana se hizo para atrás y una gran cantidad de semen le brotó en la cara y en los pechos, tardó mucho en dejar de salir y la verga seguía enorme, rosada y palpitante, pronto Vero se la tragó de nuevo y siguió mamando un rato. Cuando se pusieron de pie me levanté y corría a mi habitación. No podía hacer otra cosa más que masturbarme y esa fue la primera de muchas pajas que me he hecho pensando en mi hermana Vero.

El día siguiente era sábado y me levanté muy tarde. Cuando salí de ducharme mi mamá ya estaba terminando de recoger la casa y los botes de ropa sucia estaban frente a la escalera. En el bote de mis hermanas pude ver las bragas que Vero traía puestas la tarde anterior, cuando le estaba dando la mamadota a su novio. Sin siquiera pensarlo las tomé y me fui a mi cuarto. Me tendí sobre la cama y me empecé a masturbar pensando en mi hermana, y pensando en que era a mí a quien le propinaba semejante mamada. Me vine con un tremendo y prolongado orgasmo, sin embargo, seguía bien caliente. Y fue cuando se me ocurrió que en honor al pasado debería probarme esas bragas para ver como se me veían. Conforme me la iba subiendo, una electricidad muy rica recorría mi cuerpo, la tela se sentía suave y fresca en mi piel. Mi pene se empezaba a levantar de nuevo, al grado que lo tuve aplastar muy bien cuando la bragas llegó a su sitio. Me encantó como se veían mis nalguitas, y me quedé muy excitado, así que decidí dejarme las bragas y las traje puestas todo el día. Así estuve varios días robándoles las prendas íntimas a mis hermanas y a mi mamá y poniéndomelas bajo mi ropa interior de hombre.

Las tardes en las que me quedaba sólo con Vero y su novio empecé a fingir que me salía de la casa y cuando se ponían a fajar, los espiaba. Me masturbaba viéndolos y pensando que era a mí a quien Vero le propinaba semejantes mamadas. Pero pronto me di cuenta de que la verga de su novio también me excitaba mucho. Era mucho más grande que la mía, y no tenía circunsición, era gruesa y de un color moreno precioso. Me gustó tanto que con el tiempo me di cuenta que disfrutaba de la misma manera pajeandome pensando que yo era quien le propinaba semejante mamada a él.

Yo me seguía robando las prendas íntimas de mis hermanas, pero con el tiempo esto dejó de satisfacerme. Así que un día que me quedé sólo en casa, lo cual era muy raro, no dude y me fui al cuarto de mis hermanas. Tomé todo lo que me gustó y empecé mi primera trasformación. Tome unas bragas de encaje de Vero que me volvían loco, o loca, y un sostén, negros ambos, Luego recordé que mi mamá tenía medias y ligueros y fui a su cuarto por unas medias y unos ligueros, negros también. Me puse una falda y una blusa muy escotada de cuello en V. La falda la doble para que se viera muy corta y el sostén lo rellene con papel. Me puse tacones y luego me maquille, aunque torpemente, lo admito. Además mi cabello era corto. Me puse unos aretes, y aunque se notaba que era un jovencito, de lejos si parecía una hembra. Eso fue suficiente para mí. Sólo me faltaba algo… mi nombre de mujer. Decidí que sería Paola. Me tendí sobre la cama de Vero y me masturbe pensando que era yo, en vez de hermano de Vero, su hermana y que una vez quedándome sola con su novio le daba la mamada que ella no podía.

Yo ya me sentía listo para volverme una mujercita, pero había muchas cosas que necesitaba hacer antes, por ejemplo conseguir una peluca; la quería rubia y rizada. No como mi cabello que es castaño claro y lacio, el cual ya me dejaba crecer, pero tardaba mucho. También necesitaba aprender a maquillarme. Primero se me ocurrió confesarle mis gustos a alguna de mis hermanas, pero la sola idea de que se lo dijeran a mis papás me aterraba. Incluso la poca ropa interior que yo me había atrevido a comprar, la escondía como un tesoro. Pero todas las noches me acostaba con unas bragas de encaje rosas y un camisoncito de tirantes y del mismo color. Me encantaba dormir con el, pues me tapaba justo bajo mis nalguitas, y si levantaba los brazos se podían ver mis braguitas. Todas la pajas que me hacía eran pensando en Vero y en su novio.

Pasaron varios meses hasta esto que les cuento. Me brinco porque durante esos meses todo siguió igual. Una noche estaba tan excitado que solo llegué, me puse mi lencería, me masturbé varias veces y me dormí. Pero se me olvido cerrar la puerta. A la mañana siguiente Vero me levantó para ir a la iglesia. Yo no me quería levantar y ella empezó a jalar mis cobijas. Me destapó y se quedó atónita con lo que vio. Yo estaba con mis braguitas, más bien sus braguitas y mi camisón. Yo me apené mucho, pero a la vez estaba emocionado, pues ya quería compartir mi secreto con alguien.

Tres mis bragas. Eres un loco.

¿Por qué?- Dije bastante nervioso, lo confieso.

Eso no se hace. Eres un maricón.

¿Qué tiene?- No me sentía de humor para negarlo, pues me gusta serlo.

Le voy a decir a mis papás.

No. No les digas.

Ella se dio la vuelta, y yo hice lo único que se me ocurrió. Salí corriendo tras ella, olvidando que estaba vestido como nenita. La alcancé justo cuando iba a bajar las escaleras, la tomé del brazo y empezamos a forcejear. El ruido hizo que Karla saliera de la recamara de mis hermanas.

¿Qué…hacen?- Apenas terminó la frase y se quedo perpleja mirándome.

Este maricón. – Que se duerme con nuestra ropa interior puesta.

Ese camisón no es nuestro.- Dijo Karla.- Ni de mamá. ¿De donde lo sacaste?

No importa, lo voy a acusar con mis papás.

No Vero. Por favor.- Dije. Desesperado y avergonzado.

Déjalo Vero.

Le voy a decir a mis papás que su hijo es maricón, que quiere ser mujercita.

Sí tú les dices a mis papás, yo les digo lo que haces con tu novio cuando no están en la casa.- Dijo Karla de lo más tranquila.

Vero se quedó pasmada, al igual que yo, pues no tenía idea de que Karla también lo supiera.

Pero es un maricón.

Y tú eres una puta.- Contesto Karla.- También se que le pusiste el cuerno a tu novio y también se lo puedo decir.

Vete al diablo.- Respondió Vero y bajó las escaleras.

Karla y yo nos quedamos escuchando que decía. Pero sólo les dijo a mis papás que ya me había levantado y que ya me iba a bañar. Yo suspiré muy aliviado. Estaba súper sorprendido que Karla me hubiera defendido.

Gracias.

Por nada.

Yo

¿De quien es el camisón?

Mió, lo compré.

Me gusta. Luego me lo prestas.

Claro.- Dije con inseguridad.

¿Te has vestido todo de mujer?

Sí…bueno…casi.

Eso no me molesta. Si te gusta es cosa tuya. Yo te ayudo en lo que quieras.

Gracias.

Hablamos cuando regresemos.- Me sonrió y se metió al baño.

Yo me metí muy emocionado a mi cuarto, pues por fin alguien sabía mi secreto. Vero no podría decir nada. Karla me apoyaba, eso sería genial, podría pedirle que comprara la peluca para la que había ahorrado. Era el mejor día de mi Vida. En honor a Karla, me puse una de sus bragas y me vestí para ir a la iglesia.

Era un miércoles por la tarde la primera vez que Karla me ayudó en mi transformación. Yo estaba emocionado a más no poder, porque por fin tenía mi peluca con bucles dorados. Vero había salido con su novio, así que teníamos un par de horas solos. De cualquier forma Vero ya no importaba, pues yo ya no ocultaba mis gustos. Ella sólo me llamaba maricón y me reñía cuando me veía con sus tangas o bragas puestas.

Fue algo muy lindo. Yo ya tenía afeitadas mis piernitas. Karla me ayudo a elegir mi ropa. De lencería me pondría unas bragas de encaje blancas y el sostén que le hacía juego; además de un liguero con medías del mismo color, pero veladas. Una falda de tablones, que era lo que estaba de moda, con cuadros. Arriba una blusa blanca de cuello en "V" algo escotada. De rellenos para mi sostén, yo ya tenía un par de silicones con pezón que me daban el aspecto de estar excitada con mis pezones paraditos. Me vestí y me puse los tacones. Luego Karla me sentó frente al espejo, me puso una cobijita sobre la ropa y empezó a maquillarme. Eso era algo mucho mejor de lo que yo podía hacer. Yo jamás me había puesto base, y no me sabía delinear los ojos. Me pinto los labios de un tono claro, que se veía mucho mejor que el rojo que yo usaba. En unos minutos me dejo preciosa.

Por fin llegó el momento que yo tanto esperaba. Mi linda peluca de bucles dorados, la cual me puso con pasadores. Yo ya tenía las orejas perforadas y me puso unos pendientes largos, que lucían bien con mi cuello largo. Cuando me vi de frente al espejo, sentí como mi pene se ponía una tremenda erección. Ahora sí era una nena, fácil podría pasar por tener 16 años. Me veía hermosa.

¿Cómo te vas a llamar?

Paola.

Que lindo nombre. –Dijo Karla y me dio un beso en la mejilla.

Estuve paseándome frente al espejo, disfrutando de mi primera experiencia travestí de verdad. Era increíble…deseaba y sigo deseando haber sido mujer, pero esto realmente me acerca. Cuando oímos que llegó vero, yo pensé en irme a mí cuarto, pero Karla me detuvo y dijo que fuéramos a la sala.

¿Cómo crees?

¿Qué tiene?

Me da pena.

Te tienes que acostumbrar. No te voy a vestir así para que te quedes en casa. Además Vero no puede decir nada y Su novio no te va a reconocer.

Ok.

Bajamos y nos sentamos a ver tele. Yo crucé mis piernas, y esperé con ansía el momento de que un hombre me viera como nena. La excitación era tanta que sentía que me corría, era como estar realmente húmeda.

Vero entró con su novio y de inmediato se quedo mirándome con la boca abierta. Su novio también me miraba, pero de otra forma. Yo me sentía excitadísima, pues su mirada era de lujuria y de deseo. Varias veces yo había notado como miraba así a Karla, pero ahora yo acaparaba su atención.

Les presento a Paola.- Y me señalo. – Vamos juntas en la escuela.

Hola me dijeron los dos.

Hola.- Dije, y me levanté un poco para saludar a Manuel de beso cuando él se acercó.

¿Y Víctor?

Salio con sus amigos. Karla y yo vamos a ir a la tienda.

Dicho esto subieron y nosotras hicimos ruido de salir y nos escondimos en el baño. Después de unos diez minutos salimos, y como calculábamos, los dos estaban tendidos en la cama. Vero estaba en ropa interior y él totalmente desnudo; recostado boca arriba y nuestra hermana le propinaba una tremenda mamada. Desearía haber sido yo la que tuviera esa verga en la boca, y por la mirada de Karla; creo que ella también. Los miramos hasta que Vero estuvo desnuda también. El quería tener sexo, pero Vero se oponía, así que se conformó con una espectacular mamada, que terminó con una venida sobre los pechos de Vero. Yo me tocaba bajo la falda, y Karla también.

Pronto les contare sobre la primera vez que estuve con un hombre y como siguieron las cosas con mis hermanas y sobretodo con el novio de Vero. Besos. Espero su mails y sus calificaciones.