De viaje, una semana antes de mis clases
Quedaba una semana más o menos, antes del inicio de mis clases en la universidad y decidí hacer un viaje con mi hermano Carlos, lo que me llenó de satisfacción y descubrir cuánto lo amo.
De viaje, una semana antes de mis clases en la Universidad
Se me estaban terminando las vacaciones en la universidad, quedaba más o menos una semana y decidí emprender el viaje con mi querido hermano Carlos. Partimos hacia Trujillo, ciudad de la eterna primavera, alquilamos un cuarto con cama matrimonial para nosotros dos. Ese día, sábado por la noche, llegamos tan cansados que sólo estar frente a la cama dormimos abrazados el resto de la noche, más de ocho horas de viaje en ómnibus desde Piura.
Al día siguiente, domingo, recorrimos la ciudad, tomándonos fotitos en cada lugar de la ciudad, visitando lugares turísticos, cenando en restaurantes, caminando por la ciudad, a veces de la mano, otras abrazados, parecíamos dos enamorados. Entrada la noche, decidimos regresar al hotel y darnos un buen baño juntos y desnudos los dos en la ducha, era nuestra primera ducha juntos en Trujillo, abrazándonos, acariciando nuestros cuerpos, lejos de miradas inquisidoras; yo recostada en la pared del baño y el junto a mi comiéndome la boca, con su lengua dentro de mí y sus manos acariciando mis nalgas, lo tenía abrazado por el cuello como si no quisiera dejarlo ir y sentí como su verga crecía y chocaba con mis piernas, esto me excitó y no hice más apretar su cuerpo al mío. De inmediato mi hermano se hizo a un lado, me acercó a la ducho, abrí un poco las piernas, me sujetaba con una mano a la pared de la ducha y con la otra acariciaba su espalda, él sujetaba mi cuerpo con las dos manos y en un segundo me penetró, fue la penetración más excitante que sentí, sobre todo porque podía gritar de placer todo cuanto quisiera ahí mismo y con el agua cayendo sobre nosotros, un sexo increíble aunque un poco incómodo, lo disfruté mucho. A punto de terminar se salió de mí, me arrodillé ante él y se la chupé rico tratando de tomarme toda su leche, cuando empezó a expulsar su leche la apunté hacia mis pechos y me sobaba la verga en mis pechos. Así sentía recorrer sobre mi cuerpo su leche, mi sudor y el agua que nos limpiaba y nos bañaba todo. Decidimos no salir ese día y continuar con nuestra sesión de sexo. Ya más frescos salimos del baño y así desnudos nos acostamos en la cama.
Más relajados, buscamos una película por cable, mientras descansábamos de nuestro reparador y excitante baño. Mi hermano estaba boca arriba, con su brazo derecho extendido y su brazo izquierdo doblado detrás de su cabeza. Yo me cobijaba en su brazo extendido, de costado, poniendo una de mis piernas entre las suyas, sobando con mis muslos su fláccida verga, de rato en rato, mi cabeza recostada en su pecho y mi mano derecha acariciando su abdomen; luego cerrando su brazo me abrazaba tiernamente. Es mi hermano menor por dos años, pero ligeramente más alto que yo que mido casi 170 centímetros. Unos largos minutos después de haber estado viendo la televisión, acariciaba su verga que empezaba a ponérsela grande y dura otra vez, él quitó su mano de mis hombros y me empezó a acariciar las nalgas, me las sobaba, me las apretaba, las deseaba, con uno de sus dedos recorría mi raja. Lo masturbaba suavemente y empecé a besarle el pecho, a mordérselo suavemente, a lamerlo lujuriosamente. Después deslizó su mano hacia mi coño, me lo empezó a frotar con deseo, meterme uno de sus deditos, nos estábamos excitando nuevamente. De inmediato puse mis nalgas encima de su pecho, de espaldas a él, mi hermano me las sobaba sin cesar, me incliné poniendo mi cara cerca de su verga para darle fuertes lamidas y chupar y saborear ese rico pene; mi coño quedó a la altura de su cara y con su lengua y con sus dedos me daba placer mientras le succionaba su verga metiéndola y sacándola de mi boca, acariciándole los testículos con mis dedos y con la palma de mi mano. Este estupendo sesenta y nueve nos encendió a los dos. Ardía en deseos, cambié de lugar y me puse frente a mi hermano, sentada en sus piernas, me levanté un poco hacia arriba y hacia adelante, tratando de introducirme su gran verga en mi palpitante coño. Cuando me dejé caer sobre su verga, entró su verga rápidamente con una delicia increíble, puse mis dos manos en sus pechos, tratando de darme impulso de atrás hacia adelante y de vez en cuando de arriba hacia abajo, de lado a lado, quería sentir esa rica verga totalmente en mí. Él me acariciaba las nalgas, me acariciaba los pechos, me estrujaba las tetas en cada movida de mis caderas, lo que me ponía a mil, me hacía moverme más rápido de adelante hacia atrás y a punto de terminar, me sostuve en la cama con las dos manos y me impulsaba levantando mis nalgas de sus piernas, sacándomela hasta la mitad para volvérmela a meter chocando mis nalgas a sus piernas. Sólo se escuchaba el ruido de nuestros cuerpos al chocarse por nuestros movimientos y el ruido de nuestros jadeos y grititos de placer, quería que todo el hotel escuchara lo que estaba sucediendo en la habitación, una pareja de amantes que disfrutaba del sexo y se deseaba una a la otra. Luego de este momento mi hermano me pidió cambiar de posición y así lo hice, me acosté en la cama, él tomó mi perna derecha y se la puso en su hombro izquierdo, luego mi otra pierna en su hombro derecho y, con su mano derecha apuntó su verga a mi coño y me la introducía lentamente. Tenía mis rodillas a la altura de mis ojos, el pecho de mi hermano descansaba en mis piernas y su rica verga entraba y salía de mi coño caliente. Doblada en dos, disfrutaba de las fuertes embestidas de mi hermano, la sentía toda dentro de mí, me tenía cogida de los hombros tratando de impulsarse y darme más rápido y más fuerte, deseaba que me tuviera así toda la noche, pero era físicamente imposible, así que disfruté el pequeño momento, tratando de tomar su cuerpo con mis manos, queriendo apretarlo para que me diera más rápido y así lo entendió mi amante, mi amor, el hombre de mi vida, mi hermano, me hizo gozar como loca, sin importar los vecinos de cuarto, cuyas murmuraciones me encendían a querer tener a mi hermano dentro de mí todo el tiempo. No se cuánto tiempo estuvimos haciéndolo pero fueron varias horas y descansamos poniendo mi mejilla izquierda en su pecho y él con sus dos manos me abrazaba y nos quedamos dormidos.
Al día siguiente, casi las diez de la mañana, ante las atentas miradas de nuestros vecinos de cuarto, salimos del hotel mi hermano y yo, uniendo mi mano izquierda a la suya derecha, recostando mi cabeza en su hombro, de cuando en cuando, como diciendo este es mi hombre y yo soy su mujer.
Paseamos todo el día, conociendo lugares, caminado por las plazas, tomados de la mano, dándonos besitos, abracitos cortos, ante las débiles miradas de los demás. Ya en la noche decidimos salir a bailar a una discoteca cercana, día de semana no son muy concurridas como sí lo son los fines de semana pero igual fuimos. Al entrar escogimos una sala donde exhibían música rock, nos sentamos en una mesa los dos solos y pedimos de beber. Mientras bebíamos, nos acariciábamos el rostro, los hombros, nos dábamos pequeños besos; parecíamos dos enamorados sin remedio. Y en tanto estábamos en nuestros cariñitos de enamorados, observamos una hermosa chica, que se encontraba sola en aquel momento, mi hermano me lanzó una mirada y yo sólo levanté las cejas en señal de aprobación. De inmediato, mi hermano se levantó de su lugar y se encaminó hacia donde estaba la hermosa chica, no sé cómo la convenció pero llegaron juntos y se sentaron en nuestra mesa, éramos ya tres en ella. Seguimos la amena charla y los tragos iban y venían hasta ponernos más eufóricos, la nena se llamaba Michelle, era una lindísima chica de 20 años, piel canela, cachetoncita, cabello lacio y algo largo, de estatura pequeña y labios finos. Mi hermano nos presentó como una pareja de recién casados sin tabúes, con deseos de experiencias nuevas, la charla empezaba a tornarse fluida.
La noche estaba poniéndose caliente, mi hermano pidió bailar con Michelle y ella accedió de buen grado, era un rock balada, la oportunidad para darse un buen acercamiento y se dio, Carlos puso sus manos en la cintura de ella y las de Michelle descansaban en los hombros de mi hermano, en un instante juntaron sus mejillas y la melodía seguía su ritmo. Sus cuerpos estaban cerca uno del otro, entonces Carlos posó sus labios en los de ella y sus manos se fueron directamente a sus nalgas, Michelle no hizo siquiera el menor de los intentos por evitarlo. Después de este encantador baile estábamos los tres sentados en la mesa, bebiendo alegremente los últimos tragos de la noche, al menos para nosotros, invitando a Michelle a nuestro cuarto de hotel. Ya en nuestra habitación, mi hermano no perdió tiempo para irse encima de ella, comiéndole la boca, apretándole una vez más las nalgas; estaba empezando a excitarme y nos sentamos en la cama los tres, mi hermano la echó en la cama y se empezaron a besar de costado, acariciándose, yo quedé detrás de ella, con lo caliente que estaba metí mi mano debajo de su faldita, acariciando sus piernas hermosas y rellenitas. Estaba que no cabía en mi misma, de inmediato le quité su calzoncito y pude observar su rico culo, nalgas gorditas, apetitosas, mi dedo recorría la rajita de su gran culo. En unos minutos estábamos desnudos, Michelle estaba desnuda echada en la cama y yo sobre ella, con una de mis piernas entre las de ella frotando con mi muslo su coño mientras mordía sus pezones y mi hermano con su verga en la boca de ella. Después de unos minutos Michelle se dio vuelta quedando boca abajo, me subí en ella poniendo mi coño en sus nalgas y mientras frotaba mi coño en su culo, moviéndome de atrás hacia adelante, mi mano derecha buscaba su coño para meter mis dedos y masturbarla rápidamente con mis otra mano tocaba sus pechos, jalando con mis dedos sus pezones. Ahora era mi boca la que se comía la verga de mi hermano o de mi reciente marido para Michelle, para el caso es igual. Pude sentir como mis dedos se humedecían en el coño de la nena. Al notar que estaba muy excitada, Michelle se puso al filo de la cama, echada con las piernas abiertas y de pie junto a ella mi hermano agarrándose la verga con su mano derecha la metía de una sola vez en su coño babeante, yo me dediqué a darle un gran beso donde nuestras lenguas jugueteaban, mis manos amasaban sus pechos redondos, jalándole delicadamente sus pezones mientras mi hermano la sujetaba de las piernas entrando y saliendo de su coño. A punto de terminar, mi hermano vació su leche en los pechos de Michelle y yo procedí a lamer de sus pechos, ella le seguía jalando la verga con su mano como si quisiera que la última gota de leche quedara en ella.
Luego de esta breve sesión de sexo, Michelle y yo nos comimos el coño mientras mi hermano descansaba, un sesenta y nueve riquísimo, con mi lengua en su jugoso coño, su lengua y sus dedos se aplicaba en el mío, sentía en las paredes de mi coño el roce de su lengua con su dedo entrando y saliendo de mí, sus labios y su lengua tocando mi clítoris, sentir su lengua inquieta encendía mi cuerpo, que me hacía hurgar con mi lengua en el suyo. Esta escena excitó a mi hermano, me senté al filo de la cama con las piernas lo más abiertas posible para que Michelle frotara su coño en mí, mi hermano empezó a hurgar su culo, recorriendo su rajita con su dedo y luego con su verga pero sin meterla, luego se inclinó para lamerle su rajita, mojándose el dedo para meterlo también en su culo. Después de breves minutos se levantó, ella seguía moviéndose de arriba hacia abajo y mi hermano estaba ya tratando de meter su verga en el culo de la nena y así lo hizo. Con su verga en el culo de Michelle, mi hermano empujaba hacia adelante y el coño de ella se pegaba más al mío frotándose fuertemente, parecía que hubiese querido arrancarme la piel del coño, pero lo disfrutaba, le ofrecía mis pechos para que les dé una rica mamada, así lo hizo, mojando mis pezones con su lengua, lamiendo también toda mi aureola del pecho. Mi hermano descargó toda su leche en el culo de Michelle y sólo se salió de ella con la verga fláccida provocando un quejido de satisfacción en la nena. Luego de esto me bajé de la cama, quedando mi culo apoyado en la misma, juntando mis pechos a los suyos, con mi boca pegada a la suya, dándonos besos de pasión, con mi mano izquierda sostenía su espalda y con la derecha cogía su coño metiendo y sacando mis dedos de ella, masturbándola locamente, ella hacía lo mismo en el mío, tratando de terminar las dos al mismo tiempo encima de nuestras manos, nos dimos una corrida de campeonato sintiendo como nuestras piernas recibían los jugos que provocaba nuestra masturbación. Y nos echamos a descansar.
Michelle quedó sorprendida y admirada por ser una pareja de esposos jóvenes con grandes deseos de disfrutar del sexo en sus formas variadas, le confesé mi bisexualidad, aunque ni falta que hacía, al tiempo que le di un gran beso en los labios de despedida mientras mi hermano la acompañaba hasta la puerta del hotel y más allá para que tome un taxi e ir a su casa, y darle otro beso de despedida con las consiguientes caricias de rigor.
Entretanto, mi hermano llegaba al cuarto y me encontró en la ducha del baño, allí entró el desnudo; no pude más que sonreírle por aquella mentirita que me llenó de orgullo, una pareja de esposos liberales. Tomamos la ducha juntos, tocando nuestros cuerpos como si nos estuviéramos descubriendo, como si fuera la primera vez, sin besos y sin abrazos, sólo caricias cargadas de placer intenso. Desnudos nos fuimos a la cama, nos pusimos derechos y de costado, viéndonos el uno al otro, tocándonos con nuestras manos que teníamos libre porque la otra descansaba sobre nuestro cuerpo, nos acercamos y nos dimos un gran beso, su verga empezaba a penetrar mi coño, me acercaba más a él y él más a mí, quedando toda su verga dentro de mí, moviéndonos lentamente como si todo el tiempo del mundo girara a nuestro compás, luego él me giró quedando él arriba y yo abajo. Abrí mis piernas para que sus dos piernas quedaran dentro de las mías, nos besamos, nos abrazamos, me rodeó con sus dos manos a mi cuello, yo con las mías a su espalda y bajando hasta sus nalgas, luego rodeé con mis piernas las suyas y mis pies descansaron en sus nalgas mientras él puso sus manos en mis hombros para tomar más impulso en sus penetraciones, nuestros cuerpos húmedos hacían ruidos extraños por el sudor mezclados, nuestros quejidos eran leves y nuestros movimientos lentos, esta cogida fue casi interminable, pero quería disfrutar cada segundo, en cada penetración me llenaba de felicidad, sujetando su espalda con mi mano izquierda y con mi mano derecha le apretaba las nalgas, le ofrecía mi boca para que la besara y lo hacía deliciosamente; cuando las penetraciones se hacían más intensas me sujetaba con más fuerza apartaba su boca de la mía, la giraba hacia la derecha para jadear y poniendo mi boca cerca de su oreja, le mordía suavemente el pabellón, metía mi lengua en su oreja, esto lo excitaba más y empujaba con más fuerza como si me quisiera atravesar con su verga, como si quisiera sacármela desde el coño hasta el culo, seguía introduciéndole la lengua, estaba perdida por ese sexo, no me contuve más y cerca de su oreja le susurré:
- Te amo hermanito, seré tuya toda la vida, quiero ser tu mujer por siempre.
Y le mordí la oreja después de mi confesión, desenlacé mis piernas de sus nalgas y la apoyé en la cama, mi hermano quitó su mano derecha de mi hombro se dio impulso con la otra y con la mano libre me apretaba fuertemente las nalgas, causándome dolor muy placentero; mis manos acariciaban su cuerpo sudoroso, se movía frenéticamente como si la vida se le fuera en ello, estaba a punto de correrse.
- Por esta vez, mi amor, hazlo dentro de mí.
Y lo volví a rodear con mis piernas aprisionándolo y con mis manos acercaba su cuerpo al mío rodeando su espalda. Sentí el latir de su verga en mi coño y la satisfacción de él al cerrar sus ojos y quedar sin moverse por unos segundos mientras su leche inundaba mi coño. Así estuvimos unos largos minutos sin movernos, unidos nuestros cuerpos y en la misma posición, con su verga fláccida dentro de mi coño, acariciándonos, besándonos, una feliz pareja de amantes.
El día siguiente era martes, nos levantamos como al mediodía, relajados y con mucha hambre, nos bañamos ligero y nos fuimos a comer algo en un lugar cercano, mirar las calles, caminar por ellas, sólo por el placer de caminar juntos, de la mano, mirándonos a los ojos, cómplices de nuestras aventuras y deseos. Llegamos al hotel entrada la noche, abrazaditos como dos tiernos enamorados, como siempre sedientos de más sexo. Esta vez mi hermano quería darme por atrás. Él se acostó en la cama, yo me subí encima de su cuerpo con mis piernas dobladas con mis pies debajo de sus piernas, mi hermano levantó las piernas hacia arriba, sosteniendo sus pies con sus manos; con mis manos cogí su verga y la introduje en mi culo. Con la verga de mi hermano metida dentro de mi culo, empecé a dar saltitos entre sus piernas como una loca, metiéndola y sacándola. Estuve así largos minutos, cuando vi el rostro de mi hermano por la excitación que le causaba, por sus ojos cerrados, sin poder cogerme con sus manos, síntoma que se venía, no hice más que apurar mis subidas y bajadas para que la explosión por el orgasmo fuera total, debía darle mucho placer a mi hombre. Me llenó el culo con su rica leche, de mi joven esposo como diría Michelle.
Salimos en la noche para despejarnos un poco, pasear, tomarnos más fotitos, de la mano, a veces abrazados, de besitos y todo el romance. En ningún momento cruzó la idea de hacer un trío con un chico, sólo quería ser penetrada por mi hermano, al menos durante esos días, quería ser suya solamente. Los siguientes tres días que siguieron a la semana fueron de sexo intenso, dormíamos desnudos y cansados de hacer tener un gran y rico sexo. El día viernes antes de salir para regresarnos a nuestra querida ciudad, a tener que adaptarnos a la hipocresía de la gente, decidimos salir temprano y comprar algunos productos para comer en el cuarto de hotel y no tener la necesidad de salir de la habitación. Estábamos desnudos, sedientos de más y más sexo.
Puse mi cuerpo al filo de la cama, desde la cintura hasta la cabeza en la cama, mis nalgas y mis piernas por fuera con las piernas abiertas. Mi hermano vino hacia mí y me penetró de un solo movimiento, sus manos se sostenían en mis hombros, los dedos de su mano tocaban mi espalda. Así se daba impulso, con las manos sostenidas en mí, moviendo las piernas de atrás hacia adelante muy rápido y sin pausa, cuando estaba a punto de terminar, me bajé hasta su verga y me la metí en la boca, dándole una buena chupada para recibir toda su leche dentro de mi boca mientras le acariciaba sus testículos, sus ricas bolas, para que me inundara la boca. Descansamos largos minutos, casi al término de la mañana, cabalgaba sobre mi hermano sentada en él, con su verga dentro de mi coño, subiendo y bajando sin descanso, él echado en la cama y yo subiendo y bajando de su verga. Terminamos cuando estaba en la cama de costadito, echada en ella y él vino por detrás y me penetró el culo, metiendo dificultosamente su mano en mi coño para masturbarme, sólo alcancé a acariciar su mano que me masturbaba el coño pues en esa posición no podía acariciar su cuerpo. Y así con su verga en mi culo y sus dedos en mi coño me dieron doble satisfacción, sintiendo sus jadeos de placer cerca de mi oído, al tiempo que gemía de satisfacción.
Al día siguiente, partimos temprano, en el ómnibus, me abracé a él, puse mi cabeza sobre su hombro, cuando él levantaba la cabeza para mirarme nos besábamos, y mientras nos besábamos le acariciaba la verga por encima de su pantalón discretamente. No lo sé pero creo que era la expresión del amor, así lo entendió mi hermano cuando acariciaba mis cabellos cuando me recostaba en él.