De viaje con la amiga de mi mujer 2
Se corrió bien a gusto y a mí me tenía absolutamente salido. La cogí por el pelo mientras ella volvía a contestar a mi mujer y la follé tan fuerte como pude mientras veía su cara de aprobación reflejada en el espejo.
De viaje con la amiga de mi mujer 2
La cena transcurrió muy agradable mientras todos nos contábamos anécdotas de nuestros países pero cuando llegamos a los postres, alguien sacó el tema de cómo nos habíamos conocido cada una de las parejas y la gente se fue confesando hasta que nos llegó el turno a nosotros. Cristina tomó la palabra enseguida y contó nuestra “historia”. Realmente era única cuando empezó a inventarse que nos conocimos sentados al lado en una viaje de hace “años” a Nueva York.
– “¿Desde cuándo sabías que iba a pasar todo esto?”
Le pregunté mientras bailábamos ya terminada la cena. A los japoneses les encanta terminar siempre estas cenas de empresa bailando música, tranquila eso sí que mi empresa era muy tradicional. Bailábamos muy juntos, tanto que su respiración me erizaba el cuello y podía sentir sus pechos clavados. Conforme fui bailando más y más gente, ella se fue pegando cada vez más.
– “Tú no lo sabes, pero cuando Isabel nos presentó hace años, primero me quedé impactada por la sensación de mi cuerpo cerca del tuyo y después hablando contigo quedé prendada de tu carácter y seguridad. Con el paso del tiempo y de vuestra amistad fui asimilando la situación y acabé por esconder esas sensaciones lo más dentro de mí hasta que las olvidé.”
Con toda la gente que estaba bailando, la pista estaba a tope y teníamos muy poco espacio para movernos, pero eso me daba vía libre para poder hacer lo que estaba deseando. Deslicé mi mano por la abertura del vestido de la espalda sin que nadie pudiera verlo bien por las estrecheces del sitio y cuando ella sintió mi mano desnuda sobre su culo se pegó aún más. Continuó explicando:
– “Sin embargo, cuando llegué a mi casa después del hospital y me puse a hacer la maleta me sucedió algo que me sorprendió. Al elegir la ropa de vestir e interior no dejaba de pensar en lo que te gustaría y en cómo me mirarías con ella. Fue entonces cuando reparé en que me iba a encantar ser tu mujer por unos días y no dudé en que daría rienda suelta a mi cuerpo. Tomé la decisión de que si las circunstancias daban lugar, sería tuya por completo sin importarme ni Isabel ni mi marido. Pero en ese momento sólo eran imaginaciones mías”.
Mientras me contaba yo había estado jugando con mi mano en su culo, acariciándolo con suavidad y disfrutando de aquel impresionante culo. Ella me susurró: “Tócame el coño y verás cómo me tienes maridito”. No me hice de rogar, le aparté ligeramente el fino tanga de sus cachetes y le rocé el coño con mi dedo corazón. Aquella zorra estaba empapada. Le metí mano a gusto por todo su coñito a lo que ella respondió apretando su cintura contra mi ya abultada polla. Si en ese momento a uno de mis jefes se le hubiera ocurrido interrumpirnos primero habría alucinado y después probablemente me habrían echado de allí. Ella continuó:
– “No tuve la menor duda de lo que va a pasar en cuanto me pusiste la mano en el culo en el avión. Una descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo y al instante mi coño se empapó cómo hacía años no lo hacía. Desde el avión soñaba con que me follaras cómo mujer y puta, soñaba con mirarte y acariciarte la polla. Cuando por fin pude mirarte en la habitación he sido la mujer más feliz y a la vez más salida que hayas conocido. Sigue así maridito, métele mano a tu putita…”
Había empezado a alternar mi dedo de dentro de coño a su culo y lo había empapado de tal forma que mi dedo entraba sin dificultad por su orificio anal. Menudo culo tenía esta mujer!
– “¿Tú desde cuando lo sabes maridito?” Me preguntó mientras seguíamos haciendo cómo si bailábamos.
– “¿Yo? Cuando te vi en el aeropuerto tuve una sensación que tampoco me esperaba. La idea de que fueras a ser mi mujer durante unos días me llenó de orgullo y al instante intriga por cómo sería y deseo por que pasara. Empecé a darlo por sentado cuando nuestros cuerpos se entendieron a la perfección desde el avión, estaba claro que mi cuerpo aunque yo no fuera consciente tenía adicción por estar lo más cerca de ti posible. Me convencí cuando mis ojos posaron su mirada sobre tu cuerpo desnudo, es sencillamente perfecto para mí. Y acaban de quitar absolutamente las dudas sobre los dos hace unos minutos cuando he comprobado lo puta que puedes llegar a ser con mi mano encharcada en tu coño al lado de mis jefes”. Me expliqué.
– “Dime que me vas a follar hoy maridito.” Fue toda su respuesta.
– “Sí, pero todavía no. Ahora nos toca esperar a que se suban mis jefes y nos subimos con ellos a la habitación. Después te voy a follar cómo te folla un marido de verdad y no ese capullo con el que vives en España.”
Apoyó su cabeza en mi hombro, yo saqué al poco mi mano mojada de dentro de su vestido y nos fuimos con el grupo dónde estaban mis jefes que ya se despedían. Nos subimos todos juntos en el ascensor, Cristina y yo apretándonos la mano muy fuerte sabiendo lo que nos esperaba. Uno a uno fuimos bajando en cada planta y cuando nos tocó a nosotros nos despedimos de ellos y nos dirigimos a nuestra habitación. No hablamos, llegamos a la puerta, la abrí, entramos y cerré la puerta.
Sin ni siquiera encender la luz, la abracé por detrás y ella giró la cabeza y desesperadamente más que besarnos, nos comimos la boca el uno al otro. Su lengua jugaba con la mía a discreción mientras mis manos ya habían subido su vestido por encima de la cintura y la metía mano a placer en su coño completamente empapado. Ella se contorneaba sin parar, restregando su culo contra mi polla y hábilmente y con mi ayuda logró quitarme el cinturón, bajarme la bragueta y liberar mi polla. Seguíamos todavía de pié, ella moviéndose mientras nos besábamos con mi polla enterrada entre los cachetes de su culo.
Se giró para quedar frente a mí pero no dejamos de besarnos. La cogí por el culo y la levanté mientras ella rodeaba con sus brazos mi cuello, la separé las piernas cada una a un lado de mi cintura y la apoyé contra la pared. En cuanto nos apoyamos mi polla quedó apoyada en la entrada de su coño, y tras un rápido movimiento de ella hacia arriba se la metió de golpe gimiendo:
– “Síiiiiiii, qué polla tienes maridito, fóllame.”
La follé con todas mis fuerzas allí apoyada contra la pared, cuanto más fuerte la follaba más le gustaba, y supongo que por toda la excitación que teníamos acumulada, ambos estábamos a punto de corrernos al poco tiempo. No habíamos follado ni siquiera un par de minutos. Ella empezó a avisarme que se corría y le susurré al oído:
– “Yo también y me pienso correr dentro de mi mujer.”
– “Sí, me corroooooooooooo cariño, fóllame, córrete dentro de tu putitaaaaaaaaaaa”.
Y vaya si me corrí, para los dos fue breve pero muy intenso, acabé en un par de embestidas con toda mi leche en su coño y algo fuera de él resbalando por sus piernas. Fue para los dos tal liberación que allí mismo en la entrada de la habitación nos tiramos juntos en suelo con sus piernas abiertas rodeando mi cintura, nuestras manos acariciando ambos cuerpos mientras nos besábamos aún con pasión.
– “Me ha encantado maridito. Me he corrido enseguida.” Me comentó.
– “¿Has visto que nuestros cuerpos y sexos encajan a la perfección? Jamás había follado en un coñito como el tuyo cariño que provocara esas sensaciones en mi polla. Eres perfecta.”
– “De verdad que creo que estábamos hechos el uno para el otro. Me encanta ser tu mujer y tu putita al mismo tiempo. Me encanta cómo has follado a tu mujer, soy tuya. Estoy enamorada de ti.”.
– “Tú no eres de nadie Cris, aunque tan zorra que me vuelves loco. Dios, cómo me gusta el olor y los labios de tu coñito, tu piel, tu voz, tu lengua y tu sonrisa. Yo también estoy enamorado de ti y estos días serás mía”.
Nos estábamos calentando de nuevo, yo metiéndole mano en todo su coño y ella subiendo y bajando la mano por mi polla mientras hablábamos. Decidimos tomarnos una copa del bar de la habitación y nos levantamos hasta allí. De camino ella se quitó el vestido pero se quedó el tanga medio de lado y los zapatos mientras avanzaba contorneándose delante de mí. Yo perdí los pantalones, el bóxer y decidí quitarme la chaqueta y camisa. Nos pusimos una copa de whiskey cada uno mientras seguíamos acariciándonos cada uno sentados muy juntos en dos taburetes que había en la barra.
Ella paró, se incorporó y se sentó en mis piernas de espaldas a mí. Mientras cogía su copa con una mano, con la otra agarró mi polla ya de nuevo empalmada y se la dirigió a la entrada de su coño. La altura del taburete era perfecta para ella poder apoyar sus pies en suelo mientras me follaba. Aquella mujer era espectacular, realmente se comportaba como una puta, de lujo eso sí.
Únicamente vestida con su tanga corrido a un lado de su coño y sus zapatos de tacón alto que no se había quitado, subía despacio mientras se apoyaba con su mano libre en mi rodilla sintiendo poco a poco toda la longitud de mi polla y una vez arriba con la punta de mi polla en la entrada de su coño, se sentaba sobre ella incluso más despacio disfrutando de la follada mientras gemía muy bajo: “Ahhhhhh, siiiiiiii”. Cuando ya tenía toda mi polla dentro, descansaba reclinando su espalda sobre mi pecho a lo que yo aprovechaba para acariciarle su clítoris libre. Ella, durante esos segundos, vaciaba a sorbos su whiskey disfrutando de mis caricias.
Mis dedos en su coño la estaban provocando tanto placer que pronto empecé a notar cómo estaba cerca de su orgasmo y aceleré mis caricias sobre su coño con mi polla completamente dentro de ella mientras le decía:
– “Córrete Cristinita, córrete para mí con mi polla dentro, córrete a gusto sintiéndote tal puta que va a mojar hasta lo moqueta con la polla del marido de su mejor amiga mientras el tuyo te espera en casa. Córrete putita mía”.
Para ella fue la gota que colmó el vaso y explotó en un fuerte orgasmo soltando el vaso que tenía en la mano dejándolo caer al suelo sin cuidado. Empezó a convulsionarse encima de mí, estrujando mi polla dentro de ella y entre gritos sin pudor de placer. Jamás había visto a alguien correrse hasta vaciarse de aquella forma. Yo no paré con mis dedos hasta que noté que ella no podía más y suavemente apoyó sus dos manos sobre la mía en su coño intentando protegerlo de las oleadas que le llegaban. Cuando terminó todavía entre gemidos y pequeños movimientos dejó caer su cuerpo de espaldas a mí completamente ida, y claro todavía con mi polla como un mástil dentro de su coño.
– “Maridito… nunca me había corrido así, tengo empapadas hasta las piernas. Primero el viaje, luego tus caricias, tu polla y ahora este orgasmo. ¿Te gusta tu mujercita cariño?”.
Cristina me tenía loco. Para mí su figura era sencillamente perfecta, su piel suave y caliente, blanca manchada de pecas por todo el cuerpo, su olor a mujer elegante y al mismo tiempo a olor intenso a sexo, su pelo moreno suelto hasta el cuello que se movía sin parar de adelante atrás y a los lados según sus gestos. Sus pechos duros que se movían acompasados a sus embestidas y aquel coño rasurado de labios rosados que también se entendía con mi polla. Su sonrisa entre amorosa, intrigante y morbosa. Su culo firme, redondo, blanco, y que movía con endiablada soltura. Sus manos finas y algo frías pero se enclavaban perfectamente con fuerza entre las mías y conseguían transmitirme seguridad y necesidad. Y su coño…. su coño había sido toda una revelación. Había follado con varias mujeres a lo largo de mi vida y mucho lógicamente con mi mujer, y nunca había sentido en mi polla esa compenetración. Desde el momento en que la penetré sentí desde el principio un placer intenso mientras recorría sus labios y una acogida perfecta. Su coño me arropaba suave, caliente pero a la vez con necesidad y ansiedad.
Cuando Cristina se recuperó con ayuda de nuestros besos y mis caricias en sus pechos notó mi polla todavía dentro de ella empalmada pidiendo a gritos más. Se levantó y se sacó la polla de su mojado coño. Se apoyó en la barra y nos sirvió una copa más a cada uno con toda la parsimonia del mundo. Me entregó la copa frente a mí mostrándome todo su cuerpo en esplendor, estaba reluciente de cintura para abajo con sus flujos y su cuello mostraba brillos de su sudor y mis besos. Me cogió la polla con su mano libre y me empezó a masturbar muy lentamente mientras se inclinaba para besarme en la boca con pasión desenfrenada. Me comía la boca entera, me entregaba su lengua y buscaba la mía y me susurró al oído:
– “Ahora maridito, voy a comerte esa polla tan preciosa que tienes. Llevo deseando desde que te la sentí en el avión. Nunca se la chupé al pardillo de mi marido por pequeña e ingrato, pero no soporto más sin tener la tuya entre mis labios”.
Se agachó entre mis piernas y en cuclillas, mostrándome la perfección de sus curvas y su redondo culo, dejó su copa a un lado. Me besó primero con devoción la punta y el tronco de mi polla y luego de repente se la metió entera de golpe. Disfrutaba de mi whiskey con hielo mientras Cristina me devoraba la polla. La muy zorra pasaba la lengua desde mis huevos hasta la punta de mi polla sin dejar de mirarme a los ojos:
– “¿Te gusta cómo te la chupo maridito?”. Me preguntó.
No quería contestarle y sólo le sonreí. Pero sabía lo que ella necesitaba: le acaricié la mejilla mientras tenía mi polla en la boca y me miraba y sus ojos me pidieron más. Pasé mi mano por su pelo y le guié en su mamada. Apretaba fuerte su cabeza contra mi polla para que se la tragara entera y la dirigí para que acelerara el ritmo. Tenía la polla a reventar y ella lo estaba notando así es que se esmeró con su lengua y se concentró en la punta de mi polla.
– “Mira si me gusta putita que me pienso correr contigo, sigue así cariño”. Le dije y estaba tan cachonda que noté cómo movía su cintura y su culo estremeciéndose ante mi orgasmo.
Apuré mi copa y la solté justo antes de que me corriera. Quería que ella terminara con mi orgasmo como ella quisiera. Y mi nueva mujercita, la muy puta, paró y me miró mientras me daba pequeños besos húmedos en la punta mi polla a punto de reventar y goteando líquido seminal.
– “Uhmmmmm, me vuelva loca el sabor de tu polla maridito. ¿Te vas a correr para mí cariño?”. Siguió mientras movía su mano sobre mi polla de arriba abajo muy despacio pero apretando muy fuerte, me tenía la polla a explotar. “Quiero tu leche en mi lengua, en mi cara, en mis pechos y sobre mi coño mi amor. La quiero ahora mi amor.”
Exploté en un orgasmo tremendo y me corrí tan excitado como nunca. Mi primer chorro fue directo a su cara, ella rápidamente se metió la polla en su boca y me la comió a placer mientras terminaba de correrme. Cuando terminé, se puso de pie y aprovechó los chorros de semen que corrían por sus labios y cuello y sin dejar de mirarme se magreó las tetas a gusto mientras se untaba con mi semen y terminó con sus dedos aún húmedos de mi leche por el borde sus labios vaginales. Cuando terminó con el espectáculo recogió su vaso y apoyada en la barra nos sirvió un par de copas más. Se sentó a horcajadas sobre mis piernas de cara a mí mientras se reclinaba y apoyaba sus codos sobre la barra.
Mientras hablábamos y bebíamos pude acariciarla a discreción desde su cara, su cuello, sus tetas, su cintura y terminaba metiéndole mano sin pudor en su coñito.
– “Vaya follada maridito, jamás me había sentido tan satisfecha en mi vida. Es verdad, mi cuerpo necesitaba del tuyo, mi coño necesitaba una polla como la tuya y mi lengua tus labios. ¿Qué vamos a hacer ahora maridito?.”
– “No quiero pensar en qué haremos. Sólo quiero pensar en este viaje, en esta habitación y en ti. Eso sí, me temo que mañana por la mañana tengo reunión de empresa y no llegaré hasta casi las 2 de la tarde.”
– “No sé si podré resistir la mañana sin tus manos acariciándome…” Me replicó con cara de niña buena mientras movía su cintura despacio de atrás a delante rozando mi polla.
– “Ni yo sin tu olor impregnando mis dedos y mi lengua. Da un paseo por la ciudad, pero a las 2 cuando llegue quiero que estés en la habitación esperándome, desnuda.”
Se acercó y me besó con la misma pasión que lo había hecho durante todo el día, pero ahora si cabe con más compenetración y al mismo tiempo delicadeza. Era ya muy tarde y abrazados nos fuimos a la cama tras quitarse por fin los tacones. Nos tumbamos en la cama y nos unimos en abrazo para dormir con nuestros cuerpos casi compactos, con su pierna encima de mi cintura y nuestros sexos pegados sintiéndose el uno al otro.
No tardamos mucho en quedarnos dormidos y cuando ya desperté para la reunión ella seguía completamente dormida. La dejé en la cama no sin antes deleitarme con sus curvas, su culo perfectamente marcado y su coño enrojecido de la follada de la noche anterior. Estuve a punto de despertarla para follar cuando observé los restos de mi semen entre sus piernas, pero preferí dejarla descansar. Se lo merecía. Me pegué una ducha y tras ordenar mis papeles me bajé a la reunión de empresa en el mismo hotel.
Pasé toda la mañana trabajando con mis compañeros y jefes en la presentación de resultados y acuerdos sobre el futuro de la empresa en los próximos años, pero no dejaba de pensar en Cristina, en lengua y en la maravillosa compenetración que teníamos. Mis jefes no dejaron pasar la oportunidad para mostrar su admiración por mi “mujer” en toda la reunión y en sugerirme que debería venir más a menudo en mis viajes. Si ellos supieran…
Cuando por fin terminó era ya sábado mediodía y teníamos libre para cada pareja hasta el domingo por la noche que es cuando volvíamos a España. Me despedí de la gente del trabajo y subí a la habitación. Cuando llegué noté la habitación todavía medio en penumbra co sólo la luz del baño encendida y el sonido de la ducha. Estaba claro que Cristina se había quedado dormida hasta hacía bien poco agotada de la noche anterior y del viaje. Cuando sintió que ya había llegado terminó su ducha y salió preciosa con el cuerpo y pelo mojados chorreando agua.
– “Espero que no te importe pero necesitaba descansar después de lo de anoche, ¿qué tal tu reunión maridito? Ya te estaba echando de menos a ti y a tu polla.” Me dijo mientras se secaba y yo delante de ella me quitaba la chaqueta, la camisa, corbata, pantalones y calzoncillos hasta que estuvimos ambos desnudos.
– “Bien, sobre todo después de que te conocieran ayer. Parece que fui el único de la cena de anoche que al final cumplió su deseo de follarte.” Le respondí, mientras ella se acercaba al lavabo para coger varias cremas y yo me sentaba en el váter para dejarla espacio.
– “No fuiste el único, pude ver perfectamente los ojos de envidia atroz en las mujeres japonesas de tus jefes mientras intuían nuestras lenguas juntas dentro de la boca. Y aunque no te quise decir nada, pude ver cómo la mujer de tu jefe ponía los ojos como platos y estoy segura se mojaba entera cuando nos vio cómo me metías mano mientras bailábamos” Me confesó.
Yo mientras ella me hablaba con aquel culo tan apetitoso delante de mí había empezado a manosearlo con las dos manos a placer y a pasarle la mano entera por encima de su coñito marcado y ya ligeramente humedecido. La muy puta cada vez fue acercando más y más su culo contra mí y no pude contenerme a pasarle la lengua desde su coño hasta su orificio anal. Cristina se estremeció:
– “Ahhhh, qué bien maridito! Sí, cómeme el culo cariño, cómele el culo a tu mujer, a tu putitaaaaa, ahhhhhh…” Gemía en voz baja. “Llevaba pensando en ti desde que me he levantadoooooooo, síiiiiiiiii….”
Le comía el coño marcado entre sus piernas, le chupaba sus labios ya ardiendo y luego pasaba mi lengua a su agujero y la movía en círculos por la entrada de su culo siguiendo el compás de los movimientos de cintura que ella hacía sin parar de gemir. Estaba embriagado de su olor fuerte a hembra con ganas de follar y sus flujos resbalando por sus piernas y mi boca cuando sonó mi móvil. Paré para mirar quién llamaba al móvil tirado en el suelo entre mi ropa al lado mío y vi que era mi mujer. Cogí el móvil y respondí mientras podía ver la cara desencajada de Cristina por mi parada repentina y su sonrisa posterior.
– “Si? Hola cariño. Qué tal estás?” Respondí a mi mujer.
– “Mucho mejor ya, estoy casi recuperada. Mis padres me están cuidando y estoy casi todo el tiempo dormida”
– “Me alegrooo” Le respondí cuando sin más Cristina se sentaba sobre mí dándome la espalda, cogía rápidamente mi polla empalmada y se la metía de golpe entera en su encharcado coño.
– “¿Qué tal el viaje y la reuniones?” Me preguntó mi mujer mientras Cristina me follaba sentada sobre mí. Menuda puta mi “nueva mujer” follándome sin pudor mientras hablaba con mi verdadera mujer. Me encantaba y se lo hice saber mientras le pellizcaba uno de sus pezones para que se esmerara. Intenté concentrarme todo lo que pude en mi mujer.
– “Muy bien, todo ha salido perfecto. Cristina estuvo ayer muy bien durante la cena y durante todo el viaje”
– “Sí??? Cuánto me alegro cariño! Menos mal que te ha podido acompañar. Espero que no te esté dando mucho la lata.” Me comentó mi mujer. Cristina que podía ir toda la conversación al estar tan cerca de mí se giró y me puso la cara más traviesa que le había visto hasta entonces mientras seguía subiendo y bajando sobre mi polla.
– “No, ha estado todo el día a su aire mientras yo trabajaba esta mañana y ayer se subió mucho antes que yo porque estaba agotada del viaje” Le mentí. “Lo malo cariño es que mis jefes me han pedido esta mañana que me quede por lo menos hasta el viernes que viene aquí para poder organizar todo el año que viene de la empresa y poder trabajar sin distracciones”.
Cristina se giró, me miró y sonrió para a continuación pasar a follarme con más fuerza y noté cómo vertió flujos sobre mis huevos y piernas de la excitación que tenía.
– “Bueno cariño, no pasa nada, eso es buena señal. Quédate a trabajar sin problemas, pero ¿qué va a hacer Cristina? ¿Estás con ella? Pásame con ella.” Respondió mi mujer.
Tendí el teléfono a Cristina mientras se levantaba de mi polla y volvía a ponerse de pie.
– “Hola Isa, ¿ya estás mejor?” Le preguntó Cristina mientras apoyaba sus codos en la encimera del baño y se doblaba para dejarme el culo en pompa a mi disposición. Sabía lo que quería y se lo iba a dar.
– “Sí, estamos aquí en el hall del hotel que ahora nos vamos a dar una vuelta por Nueva York.” Mentía la muy puta de Cristina. “No te preocupes que se está portando como un caballero y ha estado pendiente de mí en todo momento para que no me sintiera sola”. Le dijo mientras recibía mis embestidas desde atrás.
La agarraba fuerte con mis manos en sus caderas y la follaba tan fuerte como podía. Ambos estábamos muy excitados pero ella conseguía esconder sus gemidos de mi mujer mientras hablaban, y mi mujer debía estar oyendo el sonido de mis huevos chocando con fuerza contra su culo: “Paff! Paff!” pero me imagino que sin pensar que su mejor amiga tenía la polla de su marido completamente enterrada dentro.
El calentón de Cristina era tal que cuando notó que se corría puso el micrófono del teléfono en silencio mientras mi mujer le contaba los detalles de la operación y su recuperación. Mientras oíamos la voz de mi mujer por el altavoz ella sin poder oírnos Cristina se soltó:
– “Vamos fóllame maridito, fóllame cabrón mientras la cornuda de tu mujer está al teléfonooooo, siiiiii, qué bien me corroooooooooooooo, Isa vaya polla que tiene tu maridoooooooo, ahhhhhhhhhhhhhh”.
Se corrió bien a gusto y a mí me tenía absolutamente salido. La cogí por el pelo mientras ella volvía a contestar a mi mujer y la follé tan fuerte como pude mientras veía su cara de aprobación reflejada en el espejo hasta que no aguanté más y me corrí primero dentro de ella pero cuando lo notó, se salió, se agachó hasta mi polla y descargué el resto en su cara y su boca abierta mientras seguía hablando con mi mujer.
– “Tú, tranquila Isa”. Le decía a mi mujer mientras recogía los restos de mi corrida de sus labios y mejillas “Que yo me quedo aquí hasta el jueves con tu marido para que sus jefes vean que estoy a su lado y así de paso veo Nueva York tranquilamente y le hago compañía” Le dijo a mi mujer mientras su mano acariciaba mi polla suavemente y la mía calmaba su palpitante coño por encima tras la follada.
Continuará.