De varias generaciones
Cuando eres joven, bonita e inocente y entras en una nueva familia nunca sabes con que tradiciones o costumbres raras te puedes encontrar.
Soy Perla, tengo 21 años, estudiante de psicología al igual que mi esposo Adam, nuestra historia es un tanto rara y difícil de creer supongo, pero una se va acostumbrando a las cosas que pasan a lo largo de la vida.
Todo empezó cuando conocí a Adam en una de nuestras clases en común, es un tipo agradable de 27 años, serio, alto, de tez blanca, ojos claros, cabello rubio y muy buen mozo. Él se acercó a hablarme, me ofreció ayuda con algunas cosas de la materia y poco a poco fuimos atrayéndonos, comenzamos una larga relación, algo aburrida ya que no pasábamos de besos y caricias, tengo que admitir que parte fue mi culpa ya que vengo de una familia en la cual el sexo es prácticamente un tabú y creo no es necesario decir que era virgen, pero por su parte, Adam decía que prefería esperar a su noche de bodas ya que en su relación anterior su prometida simplemente desapareció un día antes del compromiso formal.
Yo vivía con mis padres, pero cuando comencé la carrera me mude a una casita de alquiler a unas 10 cuadras de la universidad la cual difícilmente podía costear trabajando en una pequeña tienda, Adam vive con sus padres en una gran mansión por así decirlo, tiene su propia casa en las afueras de la ciudad, pero por los estudios decidió quedarse con sus padres hasta terminarlos. Luego de un tiempo me presento a ellos, él un hombre carismático pero serio a la vez, y ella una mujer joven, dulce pero algo tímida y retraída, muy parecida a mí por cierto.
Comencé a pasar tiempo con ellos, estaba más en su casa que en la mía, no porque yo quisiera sino que siempre insistían en que me quede a cenar, a desayunar, a merendar, a dormir… (Obviamente yo en un cuarto separado al de Adam), entonces Adam me lo propuso! Casarnos en un mes, yo acepte enamoradísima, y no había mucho para planear porque su padre ya tenía todo listo para el gran día, al comprometernos me mude a la casa, las primeras noches fueron normales aunque podía escuchar llorar a Estella la madre de Adam, los llantos nocturnos se hacían más frecuentes conforme se acercaba la gran fecha, supuse que se debía a que se casaba su único hijo.
Una tarde Adam se fue a ver a sus amigos, yo me quede en la casa para relajarme luego de mucho estudio, Estella se había ido a tomar el té con unas amigas suyas y John (padre de Adam) aun no volvía de su trabajo, por lo que decidí tomarme un baño de relajación en uno de los baños principales, luego de un rato escuche la puerta, sobresaltada Salí de la bañera, tome una toalla y me envolví rápidamente ya que no había llevado ropa, fui corriendo en dirección a mi habitación por un pasillo y me choque con John, pedí disculpas muy sonrojada, él me dijo que no me preocupara pero que debía dejar de correr en toallas por los pasillos de la casa, me aparto de el muy despacio y podría decir que sentí una leve caricia en mi brazo.
Quedaban solo dos días para la boda y Adam me dijo que sus amigos le prepararon una despedida a la cual obviamente no podía faltar, dude pero finalmente no tuve problemas en que fuera después de todo son sus amigos, yo solamente me quedaría en la casa porque no comparto mucho esas ideas de despedidas. Esa misma noche antes de que partiera para la fiesta lo note algo nervioso y raro incluso. Llegada la hora de dormir Estella me acerco un té a la habitación, estaba más callada que de costumbre y en sus ojos al mirarme se veía una tristeza muy notable, solo dejo el té y se marchó.
Alrededor de las 3am me despierta alguien golpeando a mi puerta, me sentía extraña y con debilidad en las piernas, al abrirla John me saluda y entra de golpe diciéndome algo que no alcance a entender, se veía preocupado o nervioso, cierra la puerta, me toma de las manos y me sienta en la cama junto a él y me dice:
JOHN: -Esto es lo que pasa cuando tu propio hijo te desobedece.
PERLA: -¿De qué hablas John?
JOHN: -No te preocupes no es tu culpa, esto es una larga tradición en nuestra familia.
PERLA: -John quieres decirme de una vez ¿qué está sucediendo? Me estas asustando…
JOHN: -¡Yo se lo pedí formalmente y él se negó! ¡Ahora le voy a enseñar que le pasa a las mujerzuelas que se pasean semidesnudas por mi casa!
Me tumbo sobre la cama y rasgó el camisolín que traía, dejando al descubierto mis notables senos y la diminuta ropa interior que llevaba debajo, intente zafarme pero no me respondían bien los brazos ni las piernas, comenzó a besarme y a pasar sus manos por todo mi cuerpo desenfrenadamente, apretaba y chupaba mis pechos entre jadeos como si no hubiera un mañana, cuando intente gritar me dijo que me callara que de todos modos nadie aria nada, entonces rápidamente se desabrocho el cinturón, bajo su cierre y saco su enorme miembro, largo y grueso.
Cuando comencé a retorcerme y pedirle que me dejara, con una mano me tomo con fuerza del pelo y con la otra corrió mi ropa interior diciéndome: -Tienes que agradecer que me tome la molestia de drogarte, así lo disfrutaras más al contrario de lo que hizo mi padre con la putita de Estella. Y me penetro bruscamente, comenzó un vaivén con envestidas fuertes y duras, mientras gemía y moría de placer al poseerme.
Entre llantos y sollozos poco a poco me deje llevar ya que más no podía hacer, entonces él me pidió que lo disfrutara como la buena putita que era, y entre jadeos y sudor dijo que no me soltaría hasta verme acabar. Empecé por aceptar por completo lo que ya era inevitable, sentirlo, sentir ese miembro ir y venir empujando cada vez con más fuerza invadiendo todo mi ser, comencé a tener unas extrañas sensaciones de fuerte desesperación que me obligaban a contener la respiración que era ya casi incontrolable, fue entonces que me deje ir por primera vez con el padre de mi prometido.
John largo una leve carcajada y dijo: -Bien chiquita ahora me toca a mí.
Me arrojo al suelo boca abajo, intente arrastrarme para escapar, pero me tomo por los muslos levantando mi culo, escupió en su mano y embarro su pene con saliva, comenzó a pasarlo por mis nalgas de arriba abajo, lubrico la entrada de mi ano e introdujo un dedo, y mientras lloraba y pedía por favor que me soltara me ensarto bruscamente, deje escapar un grito entre lágrimas mientras él me envestía y decía que pronto iba a pasar, que su hijo aunque se negó al final, consiguió una linda virgen como debía según la tradición, que yo me había sacado la lotería con él, porque su padre le rompió el culo a Estella sin lubricarlo siquiera y que el mío es el primero bien estrecho que prueba.
Siguió envistiéndome y manoseándome un largo rato hasta que se corrió en mi interior, se quedó tumbado sobre mi unos minutos y luego solo se quitó, se subió los pantalones y dijo no quiero que le digas una palabra de esto a mi hijo porque tú fuiste la que provoco todo, y lo mismo te va a pasar cada vez que se me venga en ganas de ahora en más. Y salió de la habitación…