De vacaciones con un amigo de mi padre

Al amigo de mi padre le había salido un viaje e negocios. Al que me apunté para tomarlo como una vacaciones. La oportunidad perfecta para disfrutar del calor del trópico y de buen sexo.

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Mario era amigo de mi padre, de los de toda la vida. Soltero, bastante guapo y muy cuidado iba al gym, se depilaba, bronceado integral. Mi padre iba con él al gym, asi que también estaba bastante bien. Yo despistado, todavía no me había dado cuenta de la corriente de energía que había entre ellos. Los dos apenas pasaban de los cuarenta y yo muy poco de los diez y ocho.

Se veía de lejos la amistad y los gestos de confianza que se tenían. Muy íntima para ser solo dos amigos.

Yo era un panoli, no me enteraba de la misa la media y mi madre menos. A pesar de mi calentura permanente, de llamarme la atención cualquier trozo de piel expuesto ya fuera de chica o de un tipo decentemente construido jamás habría esperado lo que se me vino encima.

A Mario le surgió un viaje de empresa al extranjero, podía llevar un acompañante. Como no se le conocían novias, ni parejas, pensó en quien podía invitar a acompañarle. En otras ocasiones mi padre se hubiera ofrecido encantado. Pero ahora que pasaba una extraña época con mi madre no podía permitírselo. Lo que hizo fue proponerme a mí como su sustituto. Imaginando lo que era casi seguro que iba a ocurrir, que terminaríamos follando los dos.

-¿Por qué no va Alex contigo? Le vendrá bien un viaje, subir a un avión y conocer otro país.

Yo estaba encantado de visitar un país cálido en medio del frio invierno. Librarme durante unos días de las clases. Pensaba que como mínimo podría disfrutar de la vista de los cuerpos poco cubiertos al sol del trópico. Disfrutar de esos días como unas vacaciones. Desde luego si surgía la ocasión de ligar no la desaprovecharía.

Me llevé mi ropa mas fina y mis bañadores mas pequeños. Estaba dispuesto a pasármelo bien. A lucir mi cuerpo cuidado por las tardes de natación y bien depilado. A aprovechar ese cuerpo ofreciéndolo a quien lo quisiera.

Los pasajeros del avión y la gente en el aeropuerto parecía prever el calor del destino y lucían mas de sus cuerpos. Ya llevaban ropa más fina y ligera. Algún escote o pierna se empezaba a ver, lo que no contribuía a mi tranquilidad.

Antes de despegar aproveché una escapada al baño para cambiar mis vaqueros por unas reducidas bermudas que al sentarme descubrían mis muslos casi hasta la ingle. Dejar el jersey en la mochila que llevaba como equipaje de mano. Había visto en mi móvil la temperatura que hacía en nuestro destino. Además me puse una camiseta de tirantes con un buen escote en el pecho y las axilas, con lo que lucía casi todo mi cuerpo.

En esos estrechos asientos ya estábamos muy pegados y eso que íbamos en primera. Ya en el avión se puso tierno y cariñoso lo que en realidad no me disgustaba en absoluto. Ya que había admirado su cuerpo en mas de una ocasión, al volver con mi padre del gym, de nadar o de hacer joggin. Notar su mano con confianza rozándome el brazo o apoyada en mi hombro o espalda no me enfadaba. Más bien al contrario, me ponía caliente.

Iniciamos la ascensión y dejó descansar su mano en mi rodilla desnuda. Podría ser para darme confianza, era mi primer vuelo. Pero sus dedos calientes acariciaban mi piel con suavidad. Y yo me dejaba y le sonreía como si no me diera cuenta de ello. Tan excitado por estar por fin a bordo de un avión como por su compañía.

Él en cambio se había subido al avión con su traje. Lo que no me dejaba muchas opciones para acariciarlo. Aún así siempre me las apañaba para apoyar la mano sobre su muslo o su brazo. Así podía notar la firmeza de sus músculos. Al terminar el ascenso y soltar los cinturones de seguridad, le dije:

  • ¿Por qué no te pones algo más cómodo?. Todo el viaje así vas a ir incómodo. Y a arrugar el traje.

  • De acuerdo, pero creo que no me he traído nada tan sexy como lo que llevas tú.

-Esto no es nada sexy, es solamente algo cómodo para el avión.

Cogió su bolso de mano y se fue al baño. Al salir llevaba unos vaqueros raídos que le sentaban de fábula y una camiseta qué marcaba su torso de maravilla. En ese momento pensé que no me hacía falta ligar con nadie, que ya llevaba el ligue desde aquí.

Pasé una mano por su pecho rozando los pezones y le dije:

  • Así estás mucho mejor. Más relajado. Por cierto tendrás que aclararme el rollito que os traéis mi padre y tú. Ahora que estamos solos podrás contarme los detalles.

-¿Tu padre no te ha dicho nada?

  • Claro que no, y menos estando mi madre al loro.

  • Si nos guardas el secreto te lo contaré todo.

Me sonrío y seguimos el resto del viaje con caricias disimuladas. Ya en nuestro destino, al salir del aeropuerto se veía el cambio de ambiente de nuestro país natal a allí. Las parejas, la gente, se trataba de una forma completamente distinta. La muestras de cariño que se brindaban eran completamente naturales y no solo entre parejas heterosexuales. A veces eran dos chicos, o chicas o incluso grupos.

Besos y caricias, calurosos abrazos, no era raro. Gente que llegaba o se iba a veces por meses así que los reencuentros y las despedidas eran muy calurosos. Pero justo a nuestro lado dos chicas con muy poca ropa encima que acababan de encontrarse empezaron a comerse la boca. Lo hacían de forma completamente sensual excitando a todo el que estaba alrededor.

Nada más cruzar la puerta giratoria de la terminal Mario me cogió de la cintura de forma natural. Como si no quisiera perder mente la multitud. Yo no solamente me dejé sino que además me acerque mucho más a él. Recogimos las maletas y un taxi nos llevó hasta el hotel. Mario había tenido la precaución de coger una sola habitación, eso sí enorme. Con una cama aún más grande que las que hubiera visto yo en toda mi vida, creo que era más grande que mi habitación en casa. Todavía no sé si lo hizo adrede. Pero admito que me gusto el descaro.

  • No te importará que durmamos juntos.

  • Para nada. Ahí hay sitio de sobra.

-¿ Qué hacemos ahora?

  • Podemos bajar a la piscina o descansar un rato. Lo que prefieras.

  • Me gustaría bajar a la piscina y ver el ambiente. Mario, ¿Te habrás traído el bañador speedo que usas para nadar con mi padre en la piscina?. Yo también tengo uno de esos.

  • Por supuesto, creo que por aquí solo usan de ese tipo.

Salí a contemplar el panorama desde la enorme terraza y sin mas problemas empecé a desnudarme allí. Me daba igual que alguien me viera desde alguno de los otros edificios. Al fin y al cabo allí no me conocía nadie. Tiré las pocas prendas a una tumbona y completamente desnudo empecé a buscar en la maleta uno de mis pequeños bañadores.

Sabía que él me fue miraba, me devoraba, pero me hice el despistado. Y lo hacía adrede. Me agaché buscando en la mochila con lo que mi culo quedaba perfectamente ante sus ojos. Deseaba que él lo mirara, que lo viera y deseara. Entonces sin perder mi trasero de vista él empezó a desnudarse. Lo miraba de reojo apreciando lo cuidado que estaba sus músculos marcados y su vientre plano.

Cuando se bajó el boxer ajustado no pude hacer otra cosa más que quedarme mirando su polla. Era la primera que veía al vivo, no en una pantalla de ordenador, léase porno y me gustó. Sin un solo pelo colgaba entre sus muslos como desafiándome a acariciarla. Según me miraba la polla empezaba a coger algo de horizontalidad. Se notaba la exitacion corriendo entre los dos, como una corriente de energía.

Pero no se lo iba a poner tan fácil. No me iba a ponerme a follar con él nada más llegar a la habitación del hotel. Solo con los bañadores y las toallas al hombro bajamos a la piscina. Los cuerpos casi desnudos y perfectos se exhibían alrededor del charco. Chicos y chicas exhibiéndose sin complejos.

Mario tenía algunas reuniones el día siguiente y yo necesitaba algo para entretenerme durante ese tiempo. La piscina parecía un buen lugar o dar una vuelta alrededor del hotel y empezar a reconocer la ciudad. También podía ir a la playa que no estaba demasiado lejos y seguro que los cuerpos estarían aún más desnudos que en la piscina del hotel. Todas eran buenas opciones que dejaría para para el día siguiente.

Nadé un rato, tomamos el sol y contemplamos a los a los demás. Que tampoco llevaban mucha ropa. Los bikinis las chicas solo tapaban sus pezones y apenas el pubis. La mayoría de los hombres solo llevaba speedos aún más pequeños que los nuestros. Y todos miraban alrededor, se deseaban e intentaban buscar oportunidades para ligar. Un par de chicas estuvieron tonteando con nosotros mientras Mario les pagaba algunas copas.

De vez en cuando Mario pasaba la mano con disimulo por mi espalda, lo qué me hacía recordar con quién estaba en realidad allí. Y lo que pensaba hacer esa noche con él. Todo ello contribuía a mantener mi polla si no dura al menos morcillona. Y el rabo de Mario se mantenía más o menos igual.

En elrestaurante del hotel se permitía estar en bañador y la cena fue agradable y excitante a la vez. Nuestras rodillas desnudas se tocaban por debajo de la mesa. Y como en todas partes en aquel país la gente se miraba, se deseaba y en muchos casos se conseguía.

Entre bocado y bocado notaba la mano de Mario acariciando mi muslo, mi espalda o mi vientre. Y entonces es cuando yo empecé a corresponder y tocar su piel suave y depilada. Mi mano trepaba cada vez más por su pierna acercándose al bulto del bañador. O la posaba en su brazo acariciando su bíceps con confianza. A cada gesto mío el correspondía con la sonrisa e incluso un gemido muy quedo alguna vez.

Nos tomamos alguna copa en el bar. La anticipación aumentaba la excitación y el calor que sentía. Por fin subimos a la habitación. Parecía que por allí nadie se molestaba en vestirse y nosotros seguíamos en bañador. En el ascensor nos mirábamos a los ojos y casi podía sentir su deseo. Estaba muy alagado. Casi sin cerrar la puerta me cogió de la cintura y me besó. Abrí los labios de inmediato. Mi lengua buscó la suya, estaba ansioso por probar su saliva.

Mis manos duros directas a por su culo. Me agarré a sus nalgas por debajo del bañador. Cuando separamos los labios completamente desatado pasé la lengua por su cuello, barbilla y oreja. Para entonces sus manos ya me estaban librando de lo poco que tapaba mi cuerpo. Mi polla durísima saltó atrapada entre nuestros vientres. Y yo notaba la suya contra mis muslos.

Mario había empezado a lamer mi hombro y bajar por mi pecho para mordisquear mis pezones. Su saliva en mi piel me quemaba tanto como mi propio deseo. Aún no habíamos llegado a la cama y estaba lamiendo mis axilas. Mis gemidos llenaban la habitación y mira que era grande.

Sin dejar de lamernos, besarnos y acariciarnos nos fuimos acercando a la cama. Los bañadores en el suelo, en medio de la habitación. Caí en la cama boca abajo y él encima. Lamía mi cuello, la nuca y yo tenía todo el vello de esa zona erizado. Su polla dura en vertical entre mis nalgas. Se movía despacio pajeándose en mi culo. Sin separar los labios y lengua de mi piel empezó a bajar por mi espalda.

Estaba caliente como un horno y a cada segundo que pasaba aún más. Le dejaba hacer disfrutando, ya llegaría mi momento de explorar el cuerpo de Mario. Notaba su saliva resbalando por mi columna, la lengua en mis omóplatos o por encima de mis riñones. Se acercaba al culo. Me daba mordisquitos en las nalgas dándome tanto placer como haciéndome cosquillas. Las separó con sus fuertes manos dejando por fin mi oscuro objeto del deseo ante sus ojos.

Un fuerte gemido de escapó de mis labios cuando pasó la lengua de abajo arriba por toda la raja. Se puso a jugar con el ano clavando la lengua. Pero no estuvo mucho tiempo ahí. Igual que la tarde que habíamos pasado tocándonos furtivamente hacia aumentado la excitación. Decidió hacerme esperar, lamió mis huevos y empezó a bajar por la parte de atrás de los muslos.

Hasta llegar a mis pies, más cosquillas cuando paso la lengua por toda la planta. Cuando me chupó los dedos uno a uno pensaba que nunca volvería a sentir nada igual. Pasó la lengua entre ellos haciéndome suspirar. Me giré boca arriba para que pudiera seguir dándome placer con sus manos y caricias, besos y lamidas. Mirándonos a los ojos con lascivas miradas esta vez, empezó a subir por mis piernas sin separar la lengua de mi piel.

Llegó a mi rabo que apuntaba al techo duro como el palo mayor un velero e igual de vertical. Se metió los huevos en la boca, subió con la lengua pegada al tronco. Hasta que se metió el glande en la boca sin dejar de mirarme. Tener a ese hombre entre mis muslos comiéndome la polla, con toda la suma de sensaciones anteriores fue algo superior a mis fuerzas y me corrí. No me dio tiempo a avisarle pero eso no fue importante.

Se incorporó con la boca llena de mi lefa para besarme y jugar con ese jugo y las salivas entre nuestras lenguas. Me estaba encantando saborear mi semen mezclado con sus babas. Mi rabo empezó a perder consistencia mientras el suyo seguía bien duro apresado contra mi vientre. Me preguntó:

  • ¿Quieres comerla? o ¿prefieres que te folle?

No me lo pensé ni un segundo.

  • Tenemos toda la noche y todas las vacaciones para follar. ¿podré hacerlo yo?.

  • Desde luego. Quiero es bonita polla en mi culo.

  • Entonces quiero saborear la tuya. Aprender a hacer una buena mamada.

Se tumbó a mi lado boca arriba.

  • Toda tuya.

Aparte de la mía propia era la primera que tocaba y sosteniendola con la mano empecé admirándola. La acariciaba con suavidad descubriendo todos sus detalles. Forma, la suavidad de su piel, su dureza, el color morado del glande. Por fin me decidí a usar la lengua y chuparla como su fuera un polo helado, empezando por los huevos que me atreví a meterme en la boca.

Besar el glande antes de metérmelo en la boca. Intentaba tener cuidado con los dientes y al no ver muecas de dolor pensaba que lo estaba consiguiendo. No tuvo que darme muchos consejos, al fin y al cabo había visto mucho porno y me había fijado en como me lo había hecho él a mí.

Para cuando se corrió en mi boca, no pensaba perderme ese momento por nada del mundo, mi polla ya se había recuperado. Me había gustado saborear mi semen de su lengua, así que hice lo mismo. Lo retuve en la boca y lo besé con toda la lascivia de que fui capaz. Lo dejé caer desde unos centímetros de altura a su boca abierta y estuvimos jugando un rato con las lenguas.

En ese momento Mario echo mano a mis nalgas abriéndolas y dejando al alcance de sus dedos el ano. Jugando, metió el índice en mi boca para ensalívarlo y empezar a dilatarme.

-¿Quieres que te folle?

  • Desde luego, no voy a perdérmelo. Pero ten cuidado soy virgen.

Me hubiera gustado saborear más de su cuerpo. Lamerlo enterito. Pero también tenía ganas de probar ese rabo por mi culo.

-Siéntate sobre mi cara, quiero volver a cometerlo.

Hice como me indicaba, con cuidado de no aplastarlo aunque él me sujetaba de las nalgas con sus fuertes manos. De la huevos a la espalda parecía que notaba su lengua y la saliva por todas partes. Poca más dilatación necesitaría pero Mario empezó a añadir dedos en el ano. Más cachondo no podría estar. Él había tenido la precaución de buscar el lubricante en la maleta. Me dio la impresión de que había traído de sobra, pero yo pensaba hartado todo esos días.

-Ahora ponte tú a caballito y así lo controlas sin que te duela. Ve penetrandote despacio y paras cuando te moleste.

Podía seguir esas indicaciones. Me puse sobre su cadera y fui guiando su durísimo rabo hasta colocar el glande a la entrada e mi culo. Luego no tuve más que ir bajando despacio. Lo notaba abrirme pero no me dolió demasiado. Tardé un poco en llegar abajo hasta dejar descansar mis huevos sobre su pubis. Ahí paré a descansar un minuto mientras él me acariciaba el pene y los testículos y yo le pellizcaba los pezones.

Empecé a moverme, despacio, sin prisa. Notando cada penetración, cada subía y bajada con un escalofrío que me recorría la espalda hasta la nuca. Con nuestros gemidos que debían oírse en las habitaciones vecinas. Ya no paré hasta que se corrió dentro de mi, llenando el recto de lefa.

Mario también gritó con su orgasmo. Caí rendido entre sus brazos que me recibieron encantados. Nuestras sonrisas y miradas lascivas lo decían todo en ese momento. Su polla fue saliendo despacio y sola de mi culo del que rezumaba el semen. Lo acariciaba con un dedo recogiendo parte de lo que salía y poniéndolo entre nuestras bocas para que lo chupáramos en nuestros besos.

Nos fuimos tranquilizando, calmando las respiraciones alteradas. Relajados y abrazados nos fuimos quedando dormidos. Esperando renovar esos placeres por la mañana antes de sus reuniones.

Las vacaciones habían empezado muy bien. Esperaba continuarla en esa línea y follar todo lo posible. Después de esa noche tenía mucho más clara su relación con mi padre. sin necesidad de que él me diera más detalles.

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