De vacaciones con mi suegra y su hermana

Me voy de vacaciones al pueblo de mis suegros. Mientras mis hijos juegan con sus primos, yo me voy a dedicar a jugar con mi suegra y su hermana... juegos de mayores.

Tenía tan buena relación con mi familia política que cuando me invitaron a pasar el verano en la casa del pueblo, con mis hijos, no dudé en irme con ellos. Aquel año, mi mujer y yo tampoco coincidíamos en las vacaciones de verano, ella se quedaba a trabajar en agosto y yo, que ya tenía pocas ganas de aguantar el pegajoso calor de Barcelona, preparé las maletas y al día siguiente ya estaba plantado ante la casa de mis suegros: Puri, de 60 años, que no es que fuera una beldad, pero se mantenía delgada y sus pechos eran más que generosos. En más de una ocasión, me había pajeado a su salud en la ducha, aunque nunca había pensado que pudiéramos llegar a mayores. ¡Era mi suegra! Y su marido, Edelmiro, de 63, acabado de prejubilar, el típico abuelete barrigón, calvo, algo pasota, pero muy simpático. En la casa también veraneaba Loli, la hermana viuda de mi suegra, de 58 años.

La vieja casona familiar era una enorme casa de dos plantas. Una planta baja con el comedor, una sala de estar, cocina y baño. En la primera planta, otro baño y las habitaciones de los mayores, en un extremo de la planta, dos habitaciones: una con mis suegros y la otra, Loli. Yo en el otro extremo, al lado del baño. Los niños, que entre mis hijos y sus primos sumaban seis, dormían juntos en el desván, que también tenía un baño.

Yo ya hacía mucho tiempo que fantaseaba con Puri, pero era mi suegra y no me planteaba pasar de las pajas en la ducha. Pero que descartara tirármela no significa que renunciara a jugar con ella. Y el juego escogido fue el del exhibicionismo. Así que cada vez que podía, trataba de quedarme en calzoncillos ante ella.

Como uso esos bóxers ajustados, se me marcaba descaradamente la polla. Por las mañanas, esperaba a oír a que mi suegra iba al baño para hacerme el encontradizo. Inevitablemente, ella miraba mi paquete de refilón, lo que aumentaba mi excitación. El primer día, me disculpé:

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Perdona, Puri, pero con este calor, es que duermo en calzoncillos, y no te había oído.

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No pasa nada, Javier, si es como si fueras mi hijo. Además, yo también duermo ligera de ropa. Me pongo esta camiseta por si a los niños se les ocurre corretear por esta planta- dijo señalando una vieja y amplia camiseta-. Anda, pasa.

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No, no, ya me espero.

Y regresé a mi habitación a bridarle una buena paja.

Era fácil distinguir a mis suegros, ya que Edelmiro por las mañanas no paraba de toser y carraspear, y se solía levantar pronto. Se aseaba mínimamente y se iba al bar del pueblo a desayunar con sus amigos y leerse el Marca. Lo que me costó más en distinguir fue a mi suegra de su hermana, ya que un par de días más tarde, a quien me encontré en la puerta del baño fue a Loli.

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Ostras, Loli, perdona. No te he visto.

Loli, con un cuerpo similar al de su hermana, llevaba una bata de verano medio abierta, dejando muy poco a la imaginación. Nuestros ojos escanearon indiscretamente el cuerpo que tenían en frente y, con una mezcla de excitación y vergüenza. Le cedí el paso y regresé a mi habitación con la polla totalmente tiesa y lista para una inminente paja.

El siguiente paso, fue de avanzarme a ellas al baño y que me pillaran duchándome. Cuando ya les había pillado la hora de visita al baño, entraba un poco antes y no echaba el pestillo. Las esperaba enjabonado y sin hacer ruido. Ellas entraban y se disculpaban, pero como la cortina era traslúcida, con unos dibujos opacos, el primer día le dije a Puri:

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Pasa, Puri, no te preocupes, con esta cortina ni te veo ni me ves, y a esta hora todos vamos apurados.

  • Era una verdad a medias: que fuera traslúcida no significaba que no nos viéramos.

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Es verdad, Javier, me respondió. No se ve nada, y total, para lo que verías…

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Que va, Puri, si aún estás de muy buen ver.

Evidentemente, la erección ya era descomunal, y las ganas de pajearme incontrolables. Estaba tan excitado que no me corté y me coloqué de tal manera que mi polla se intuyera por la parte traslúcida y que me la viera Puri, que se quedó callada. Me estaba enjuagando cuando Puri se fue, diciéndome:

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No son las nueve de la mañana y ya estoy frita de calor, cuando salgas de la ducha voy a entrar yo.

Estuve a punto de invitarla a entrar en ese instante, pero reconozco que me corté. Lo que sí hice fue salir y secarme muy despacio y en silencio, por si volvía a entrar: ella o Loli. Pero en esta ocasión Puri picó la puerta y no tenía excusa para mostrarme desnudo. Así que la recibí con la toalla anudada a la cintura.

A la mañana siguiente, dimos una vuelta de tuerca. Yo la volví a esperar en la ducha. Puri entró y me dio los buenos días como si verme en pelotas fuera lo más natural del mundo. Empezamos a charlar y yo, además, a excitarme. Al cabo de un momento, entró Loli.

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¿¡Pero qué está pasando aquí?!- exclamó.

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Nada, hija, aquí charlando con mi yerno.

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Pues ya vuelvo en un rato.

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No, quédate- le respondí- si no estamos hablando de nada en particular.

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Es que me quería tomar una ducha, y ya veo que hay overbooking.

Y la zorra de mi suegra va y le suelta:

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Pues pasa ahora, que seguro que a Javier no le importará. Ja, ja, ja.

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Yo ya estoy terminando –aduje.

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¡Pues qué pena!- replicó Loli.

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Cuestión de organizarse para otro día- las reté.- ¿Me pasáis la toalla?

Y Loli corrió ligeramente la cortina para pasarme la toalla. Yo me acerqué a la obertura disimuladamente para que me pudiera ver: y me vio. En aquel momento, tenía la polla morcillona, pero lo que la debió sorprender es que llevo el pubis depilado. Loli no pudo disimular abrir los ojos como dos platos. Me sequé rápidamente, me anudé la toalla a la cintura y me fui a mi habitación, dejando a las dos hermanas cuchicheando.

El siguiente paso tuvo lugar al cabo de dos días. Habíamos pasado el día fuera, una excursión que incluía la visita a un castillo, baño en unas pozas y visita a la fiesta mayor de un pueblo cercano. Llegamos a casa todos reventados, y todo el mundo se fue a dormir. Yo sabía que por las noches, Puri y Loli se quedaban a ver la tele hasta tarde, pero dijeron que se iban a dormir.

Me desperté al cabo de una hora, envuelto en una enrome gota de sudor. Me fui a la cocina, como no, en bóxers, pero pensando que no me encontraría a nadie. Solo se oían los inmisericordiosos ronquidos de Edelmiro. Y cuando entré a la cocina, me topé con Loli. Que estaba sentada ante un vaso de agua, con su sensual bata.

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Hola, Loli. Qué calorazo que hace. He venido a beber un poco de agua.

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Ay, sí, hijo – me dijo, clavando su mirada en mi paquete, que, como no, empezó a crecer indiscretamente- yo ya no sé qué puedo hacer para dormir. Lo he probado todo.

Me serví el agua y me senté a su lado. La conversación fue de lo más superficial, repasando lo bien que nos lo habíamos pasado el día anterior. Pero, de pronto, Loli cambió el tercio de la conversación, para preguntarme:

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Por cierto, el otro día, en el baño, no pude evitar verte el… pirulo- dijo, señalándolo- ¿no te duele que te depilen?

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La verdad es que un poco sí. Sobre todo en la parte del escroto, pero es que las ventajas lo compensan.

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¿Ventajas?

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Para empezar, a Sonia (mi mujer), le encanta. Es mucho más suave al tacto, tanto para ella como para mí. Además, que se ve más grande y bonita. Bueno, ya la vistes, ja, ja, ja – repliqué guiñándole el ojo.

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Bueno, tampoco creas que pude tiempo a fijarme, que todo fue muy rápido.

Huelga decir que la conversación y la bata semiabierta de Loli me la estaban poniendo dura. La excitación me debió obnubilar la mente, porque en ese momento me puse en pie ante ella, me bajé los calzoncillos hasta el principio de mi polla y le dije.

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Loli, que tenemos confianza, dame la mano.

  • Obediente, Loli me la dio y pasé su palma por mi pubis depilado, lo que ya provocó una erección en toda regla.

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Qué suave, Javier- susurró- ¿El resto también se te ha quedado así de suave?

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Claro, mira- y me terminé de bajar los calzoncillos, dejando mi polla apuntando desafiante a su cara.

Ya no hacía falta que le guiara su mano. Ella me empezó a acariciar el escroto y a pajearme la polla. Le quité la bata y quedaron sus dos hermosas tetazas al aire, pero el aquel momento, Loli engulló mi polla sin ningún tipo de miramiento, regalándome una mamada de verdadera profesional. Llevaba tantos días con el calentón que no tardé en correrme. La avisé y me pidió que me corriera sobre sus tetas, lo que hice abundantemente. Se levantó y me dijo que se iba a dormir.

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Por hoy es suficiente, cielo. Me voy a dormir envuelta en tu leche…- dijo a modo de despedida, que la acompañó con un beso en la mejilla.

Me limpié la polla con un trapo de cocina y me volví a la cama. Eso sí, tentado de entrar en su habitación y follármela.

A la mañana siguiente, me levanté tarde. Toda la familia estaba en la cocina, desayunando, y fue recibido con jolgorio en general y acusaciones de dormilón.

Loli, Puri y yo nos cruzamos varias miradas. Loli y yo de complicidad. Puri, de cierta desaprobación. Pero su ceño fruncido no hizo más que aumentar mi deseo hacia ella. Me las quería tirar a las dos. Y me quedaban cinco días antes de regresar a casa. Ese era mi reto.