De vacaciones con 11 amigos en una casa (Parte 1)
Tras los exámenes, llegan unas merecidas vacaciones. Seís hombes y sus respectivas parejas nos vamos a una casa en el campo, alejada de todo el mundo. Interesantes historias que ocurren allí.
Oí como sonaba el timbre de la casa, dejé el portátil en el suelo, me levanté de la cama y subí las escaleras para abrir la puerta. Por fin estaba de vacaciones, después de tres semanas de exámenes finales, ese mismo día terminé el último, estaba libre.
No se escuchaba ningún ruido en la casa, mas mi perro ladrando en el jardín, como cada vez que alguien está en la puerta. Mis hermanas estaban de playeo y mis padres aún no habían llegado de trabajar, raro era, pues eran las 4 de la tarde.
Cuando terminé de subir las escaleras me asomé al salón, efectivamente, la comida seguía en la mesa y no había nadie. Abrí la puerta de la casa y me asomé a la calle. Vi a mi novia, Lucía, sonriéndome y diciendo que le abriese. Habían pasado semana y media desde la última vez que nos vimos, asquerosos exámenes…
Hola queridos lectores, me llamo Jose, en el momento de esta historia tenía 24 años. Mido 1,80, peso 72 Kg, tengo una complexión normal, después de un año currándomelo, más o menos estoy lo que se llama “cuadrao” pero sin pasarse. Sólo unos pocos abdominales y los brazos un poco marcados. Tengo los ojos verdes y el pelo castaño claro.
Desde hace menos de un año salía con mi novia Lucia, tiene dos años menos que yo, es castaña oscura, con los ojos marrones, mide 1,70 y pesa 55kg. Además tiene una 90 de pecho, buena figura y un trasero redondito y muy bien formado, que por cierto me encanta.
Tras abrir la puerta a Lucía, nos bajamos a mi habitación, nos tiramos en la cama y nos empezamos a besar. Nos dimos los besos y las caricias que durante semanas no nos pudimos dar.
Estando los dos de lado, uno frente al otro y besándonos, le acariciaba el culo mientras que ella me acariciaba mi torso desnudo. Ella llevaba una minifalda, una camiseta y debajo el bikini, pues después nos íbamos a ir a la playa. Yo en cambio únicamente llevaba mi bañador que me llegaba hasta las rodillas.
Metí mi mano por debajo de su minifalda, le acariciaba mientras que iba llevando mi mano hacia su vientre. Entretanto ella me acariciaba la espalda, el pecho, la barriga, por encima de la goma del bañador… Cuando iba a meter la mano debajo de éste sonó mi móvil.
- Mierda, debí apagarlo. – Dije mientras me levantaba y cruzaba la habitación para cogerlo.
- Jajaja, ¿quién es? – Me dijo ella, mientras se incorporaba un poco y se arreglaba.
- Es Samu. ¡Qué raro! Hace tiempo que no hablo con él. – Tras descolgar – ¿Sí?
- Jose, ¿qué tal? ¿Cómo acabaste los exámenes?
- Creo que aprobé todas, pero no sé, aún no me han dado las notas y hoy hice el último. ¿Y tú qué tal?
- ¡Qué bien! Pues yo terminé hace una semana y ya tengo las notas, ¡¡he aprobado todas!!
- ¡Qué bien, me alegro! – Dije yo, aunque lo que me extrañaría sería lo contrario.
- Gracias, pues te llamaba para decirte que he hablado con Félix y hemos decidido que vamos a ir a una casita que los padres de su novia tienen. Al parecer está muy bien, tiene una piscina con barbacoa, muchas habitaciones, es decir que la casa es grande y además tiene la playa a 10 minutos andando. Y está apartado del mundo, no tiene vecinos ni na'. ¿Te vienes?
- ¿Me estás vendiendo la casa o me estás pidiendo que vaya? Jajaja ¿Quiénes iríamos y cuándo y cómo?
- Pues de momento vamos: Félix y su novia, Elena y yo, tú y tu novia si es que decís que sí y ahora iba a llamar a Laura, Nacho y….. a Yoli. Y vamos todos con nuestras parejas. ¿Te apuntas?
Samu es un amigo del instituto, es de los pocos o el único con el que me hablo desde que acabé el bachillerato. Mide poco más de 1,70, no sé lo que pesará, pero esta normal, hace deporte. Tiene los ojos marrones, es castaño, blanco de piel, aunque más moreno que yo. Tiene 22 años y sale con su novia desde los 17. Ella se llama Elena, tiene también 22, es delgada y de estatura como la de su novio. Tiene los ojos marrones, es castaña y de piel blanca. Tiene poco pecho y poco culo. Es muy simpática y siempre me ha caído muy bien.
Gracias a Samuel, conocí a Félix y Laura, pues ellos eran compañeros en una banda que tocaba cuando eran pequeños. Félix es como yo de alto, está fuerte y marcado, es un poco más delgado que yo, tiene los ojos azules es moreno aunque con el pelo teñido de rubio, siempre lleva un poco de barba. Sale con su novia Carmen desde hace 5 años, nunca la he conocido, pero por las redes sociales sé que son de la misma edad, 22, mide poco menos de 1,70 y es del montón, muy mona, ojos marrones, pelo liso castaño y cuerpo normalito.
Con Laura me llevo menos, hemos hablado muy poco, se lleva mejor con Samuel y Félix. Ella mide 1,60 es delgadita, debe tener una 80 de pecho o menos, culo pequeño, ojos marrones, tiene el pelo negro y un poco rizado. Su novio se llama Diego, tiene un año más que ella, 23, está normal, se nota que hace deporte, es rubio con los ojos claros y es de mi estatura.
Nacho al igual que Samuel, es de mi instituto. Siempre estuvo colado de mi novia por aquellos tiempos y tras acabar el insti pocas son las ocasiones en las que hemos vuelto a hablar. Él es bastante grandote, de mi estatura, más gordo que yo, aunque al estar siempre en gimnasio, haciendo remo y ‘yuyitsu’ o alguna forma de lucha de esas, pues está bastante fuerte. Se puede considerar buen amigo, pero muy pesado con las mujeres y que yo sepa nunca tuvo relación alguna.
Por último describo a Yolanda. Ella fue mi novia durante los tres años que estuve en el instituto. Tiene 22 años, mide al igual que Laura 1,60, está de muy buen ver, buenos pechos (talla 90) y muy buen culo, ojos marrones y pelo castaño y rizado. Desde que la conocí me volví loco por ella y aunque rompimos la relación al empezar la universidad hace 4 años, nunca la he olvidado y siempre me ha quedado un sentimiento por ella. Hemos hablado bastante poco, simplemente felicitaciones por nuestros cumpleaños y alguna que otra vez que nos hemos cruzado por la calle. Gracias a las redes sociales, sé que desde hace unos meses sale con un chaval de mi edad, Carlos. Él tiene los ojos marrones, pelo castaño, un cuerpo normal, y de estatura es poco más bajo que yo.
- Puff, entonces si va ella no sé si iré yo ehh. – dije refiriéndome a mi ex, Yolanda.
- Va, tío. Si supuestamente acabasteis bien. Aquello es bastante grande y podéis no veros si no queréis. Además quiero estar con mis amigos, todos juntos.
- Bueno, me lo pensaré. Te llamo dentro de unos días y te respondo.
- Ok, voy a llamar al resto a ver que dicen. Nos vemos.
- Venga, un saludo a Elena. Bye, bye!
Al colgar, miré a mi novia, que volvía a estar tumbada en la cama, con una pierna estirada y la otra doblada, con el codo en la cama y apoyándose la cabeza, sonriéndome y sacando un poco la lengua de forma sugerente.
- ¿quién era? – me preguntó acariciándose la pierna levantada y subiéndose poco a poco la falda.
- Samu, después te cuento. Ahora vamos a lo que vamos, antes de que lleguen mis padres.
En el momento que me acerqué a ella, escuchamos como la puerta de mi casa se cerraba, mis padres acababan de llegar. Nos levantamos, fuimos a saludarlos y nos fuimos a la playa. Allí le conté la conversación telefónica que tuve con mi amigo Samuel. Al principio no quería ir, pues aunque ella quería conocer a mis amigos, no quería encontrarse con mi ex. Si al principio estábamos los dos en contra, no sé que pasó pero los dos accedimos en ir.
En los días siguientes hablé con Samuel, que me dijo que finalmente iríamos todos. Éramos doce, ya que Nacho se llevaba una amiga, pero ellos irían unos días después que nosotros. Así pues nos teníamos que repartir los diez en dos coches.
Mi novia, Lucía, aunque viviese cerca de mí, ese mismo sábado que nos íbamos, iba a estar en casa de su abuela que vivía bastante lejos. Así que decidimos que aunque no conociese a ninguno de mis amigos ella se iría en el coche de Félix, en el que iban él, su novia, Laura y su pareja. En cambio en mi coche iríamos Samuel, Elena, Yolanda, su pareja y yo. Se me iba hacer el viaje en coche muy pero muy largo.
Llegó el sábado, faltaba poco para que diesen las 11 de la mañana, hora a la que había quedado en casa de Yolanda para recogerlos. Al llegar, apagué el motor, me bajé del coche y llamé a su puerta que me abrió ella vestida con un polo en el que solo estaban abrochados un par de botones y asomaba un buen escote; y unos pantalones cortos un poco anchos.
- Hola, Jose. – Dijo Yolanda un poco tímida y cortada… muuuy largo iba a ser el viaje. Me acerqué a ella para darle dos besos.
- Hola, guapa. ¿Estáis listos?
- Sí – dijo volviéndose a meter en su casa.
Al darse la vuelta, como no, le miré el culo, vi que se notaba que llevaba tanga y todos los recuerdos de años y momentos mejores y juntos volvieron a mi memoria. La echaba de menos, pero todo acabó hacía 4 años y ahora cada uno estaba con sus respectivas parejas.
Yolanda nos presentó a Carlos y a mí. Nos dimos un fuerte apretón de manos, intentando demostrar quién era más fuerte, quién era el macho alfa y marcando territorio… cosas de hombres. Metimos sus maletas en el coche y nos metimos en él. Yolanda se sentó delante, como mi copiloto, y su novio detrás solo. Fuimos a por Samuel y su novia a casa de éste. Al llegar, Yolanda fue a buscarlos, mientras que bajaba la miré, era cierto, llevaba tanga. Me quedé embobado mirándolo hasta que cerró la puerta. No crucé ni una palabra con Carlos. Vi llegar a Samuel y su novia, así que me bajé para saludarlos y ayudar con las maletas.
Tras jugar al Tetris con el equipaje en el maletero, volvimos dentro del coche y partimos hacia nuestro destino. Al sentarse Samuel delante se me hizo menos largo el trayecto a pesar de mirar por el retrovisor y ver las carantoñas que hacía Carlos a Yolanda, como si quisiese ponerme celoso, el muy cabrón lo consiguió, aunque no dije nada y ni me inmuté.
Al cabo de 2 horas y media de salir, llegamos a la casa. En cuanto aparqué delante de ella, vimos como estaban bajando las maletas Félix y Diego, el novio de Laura. Nos saludamos todos. Volví al coche a descargar el equipaje. Frente al maletero estaba Yolanda que miró hacia la casa, vi que ponía cara de celos, envidia, rabia, enfado… me giré a ver que pasaba y vi como mi novia, Lucía, se acercaba. Llevaba un pareo y una camiseta de tirantes blanca con bastante escote, en la que se trasparentaba su bikini amarillo. Al llevar ya unas semanas de vacaciones, se notaba que había tomado el sol, pues era la que más morena estaba de todos.
Terminamos de saludarnos y de descargar las maletas. Vimos que la casa era bastante grande, un salón muy amplio con tres sofás grandes semi rodeando a una televisión de 52 pulgadas y un comedor con una amplia mesa en la que cabían como 12 o 14 personas. Carmen nos enseñó la casa, 8 cuartos de baños, una cocina, un gimnasio, casi 10 o más habitaciones, un despacho, otro salón con una barra de bar y una mini cocina, todo ello en una planta (piso). El jardín era enorme también, tras un pequeño porche junto a la casa y unos setos se escondía un porche mucho más grande con una gran mesa, una barbacoa, todo ello pegado a una casa que al parecer era de para las fiestas. Dentro había un salón mucho más grande que el de la casa principal con una cocina y una barra de bar. Pegado a la casa de fiestas había una piscina de unos 25 metros de largo y 12 de ancho y 6 butacas con 3 mesitas. Todo el terreno de la casa estaba rodeado de setos, perfectamente cortados, y tras ellos había un bosque inmenso y precioso, con árboles muy altos y de distintas variedades. Es decir, una casa de que ni en el mejor de los sueños.
Tras la visita de la casa, las mujeres se fueron todas juntas a la cocina, a preparar la comida y todos sabemos que a cotillear. En cambio los hombres nos pusimos en el salón a ver “Los Simpsons” y a ponernos al día, de como van los estudios, de como acabó la liga, de la F1, etc. es decir, conversaciones de hombres.
Terminamos de comer, recogimos la mesa y limpiamos lo ensuciado en la cocina. Algunos se fueron a sus respectivas habitaciones a dormir la siesta, pues algunos salieron el día anterior por la noche, otros se pusieron a ver alguna película en el salón para finalmente quedarse dormidos. En cambio yo me fui, solo, a la piscina a tomar el sol, que me hacía falta, y a nadar un poco.
Al cabo de un rato Félix, Samuel y Carlos vinieron a la piscina. Pasamos el resto de la tarde jugando con un balón en la piscina y después a cartas en el césped. Cuando dieron las 8 me levanté para ir a correr como hacía cada tarde. Habíamos quedado en ir a las 10 de la noche a cenar al pueblo, así que me puse las zapatillas y me fui. Tras relajarme corriendo durante una hora por el bosque, aparecí en la casa y llamé al timbre, como nadie me abría fui a dar la vuelta y entrar por detrás. Mientras que iba por el lateral de la casa, observé que por una de las ventanas daba a la habitación donde estaba Yolanda.
Ella acababa de salir de la ducha, pues aún llevaba un albornoz. Me escondí detrás de un árbol y la miré. Sabía que no debía hacer lo que estaba haciendo, pero nunca me he podido olvidar de ella ni de su estupendo cuerpo, así que ni me moví. Observé como se agachaba hacia su maleta y sacaba algo. Era un tanga celeste semitransparente, que se puso. Cuando terminó de ponérselo se quitó el albornoz, vi sus hermosos pechos al alza y su morena piel. Se giró un poco para mirarse al espejo que estaba frente a la ventana, así que miré su culo con el tanga puesto. Gracias a este proceso mi amigo “Joselito” empezó a despertar. Vi como Yolanda volvía a agacharse para coger algo de ropa, al levantarse, se puso un sujetador a juego con el tanga. En ese momento miró a la puerta y se tapó con el albornoz. Carlos asomó por el marco de la puerta y entró cerrando la puerta tras de si. Se dieron un beso en los labios. Él comenzó a desnudarse mientras que ella se vestía. Me alejé de allí sin hacer ruido, entré a la casa por detrás. Fui a mi habitación a ducharme y a vestirme. Al entrar vi que estaba Lucía con un pantaloncito vaquero corto y una camiseta transparente verde, debajo llevaba otra verde más oscura y opaca. Al poco rato salimos de la casa para ir al restaurante. Parecía que todas las mujeres, excepto Lucía, competían a ver cuál llevaba el mejor y más grande escote. Claramente ganaba Yolanda.
Estuvimos toda la noche entre risas y alcohol. Terminamos de cenar y nos fuimos a una discoteca cerca de allí. Pasando las horas y mucho alcohol se notaba que el ambiente se iba calentando, pues algunas de las parejas se metían mano sin importarse quién estaba alrededor, pero sin pasarse y ser descarados. A pesar de que yo estaba bastante caliente tras la imagen de la ventana, los vestidos de las mujeres, el ambiente fogoso y que Lucía me estaba pidiendo sexo con los ojos y con los besos que me daba, me calmé un poco y no metía mucha mano.
No sé si fui el malo o el pensante de la noche, pero aconsejé y decidimos volver a la casa, antes de que se desmadrase más la cosa. Al volver cada pareja se fue a su habitación a crujir muelles y gritar un poco. Yo por respeto a los demás, le dije a Lucía que se abstuviese de gritar, ella pensaba lo mismo que yo. Así que me acerqué a ella y le di un beso profundo en los labios, la rodeé con un brazo y la atraje fuertemente hacia mí, mientras con la otra mano le iba acariciando la cara.
La besé en el cuello y suavemente le iba quitando la ropa. Ella me quitó mi camisa, el cinturón y me desabrochó los pantalones. Iba agachándose cuando la frené, hice que se pusiese de pie y la volví a besar mientras que le quitaba el sujetador. La empujé fuerte tirándola contra la cama y me puse encima de ella. La besé en el cuello, iba bajando por el pecho, en el que me quedé un rato, seguí por la barriga y vientre, le quité el tanga y dejé al aire libre sus labios con una pequeña línea de vello sobre el monte venus. Hice que abriese las piernas, que comencé besándolas, hasta llegar a sus labios y su clítoris. Los besé y chupé como si no hubiese un mañana. Sin que se diese cuenta y sin parar, yo me fui quitando los pantalones y los bóxers hasta quedarme igual de desnudo que ella. Ella no aguantó mucho más, arqueó la espalda, apretó las piernas y las cerró teniendo en medio mi cuerpo, con una mano me agarró la cabeza y me apretó, para que no me alejase y parase de chupar su coño, con la otra mano alcanzó un cojín que había en la cama y se lo puso en la cara.
- AHHH!!! – se escuchó un murmuro salir del cojín.
Retiró el cojín y la miré mientras que no paraba de chupar, cruzamos miradas y me sonrió.
- Gracias, ha sido muy intenso y tenía muchas ganas, pero tengo un problema. – me dijo mirándome muy seria.
Yo paré, me acerqué a su cara, la mire con dulzura y acariciándola.
- ¿Qué te pasa mi amor? ¿Qué te preocupa?
- Que tú no te has corrido aún.
De un fuerte movimiento y sin yo esperar nada se puso encima mía. Agachó la cabeza y me besó por el vientre, mientras que con una mano me iba haciendo una manola (paja). Acercó sus labios a la punta de mi pene, sacó su lengua y jugueteó por esa zona tan sensible. Se la metió, a pesar de que tiene una boca grande y profunda, no le cupo toda mi polla. Hizo un sube y baja. Dejó el tronco de mi pene para pasar a los testículos, mientras que seguía haciendo una paja. Se metió un huevo dentro, después se metió el otro y volvió a chuparme la polla. Me miró a los ojos, mientras yo la miraba a ella y me sonreía. Cerré los ojos del gusto, ella siguió mamando. Dejó de chupar y siguió con la mano y de repente se sentó encima de mí, metiéndose mi polla en su coño. Justo cuando iba a gritar de placer, ella cogió el cojín y me lo puso en la boca, para que no se escuchase.
Empezó a cabalgar sobre mi, yo tenía una mano acariciando su pezón derecho, mientras que con la otra mano acompañaba a su cintura en el sube y baja. En un momento miré a la ventana, vi que estaba abierta con la persiana y las cortinas sin echar. Observé en el jardín y me pareció ver a Yolanda tras un árbol mirándome. En ese momento desvié la mirada porque Lucía se agachó, pegando su cuerpo al mío. Cuando volví a mirar por la ventana no vi nada más que árboles. No sé si fue una ilusión o no. Al no ver nada, volví a mi tarea.
Con un rápido movimiento y sin que nada se saliese de su sitio, me giré y me puse encima de ella. Estuvimos dándole un rato, hasta que no aguanté más y me terminé dentro de ella. Nos quedamos dormidos desnudos, abrazados y sonriendo.
Escuché a los pájaros piar y me desperté. Aún no había empezado a amanecer, pero faltaban pocos minutos. Me vestí para salir a correr, entré en la cocina y me preparé algo para desayunar. Cogí una bandeja y me fui a desayunar al porche, en el jardín. Me senté en una de las sillas, mirando hacia la casa de fiestas y el resto del jardín. Escuché a más pájaros piar y los vi como comenzaban a salir de los nidos.
- ¿Qué haces aquí tan temprano? – me dijo Yolanda que estaba en el umbral de la puerta del salón.
- ¡Ah! No sabía que estabas despierta, buenos días. Pues desayunar y ver el amanecer y ya mismo me voy a correr. ¿Y tú?
- Buenas, pues me he levantado al servicio y he escuchado un ruido. ¿Correr? ¿Desde cuando corres tú?
- Pues desde hace un año más o menos, decidí ponerme en forma y ya ves, en estos 4 años he conseguido engordar 10 kilos y moverme un poco más que antes.
- Ya veo. Ahora estás mucho mejor que antes. – me dijo con una sonrisita tonta – Bueno pues te dejo que termines, yo me vuelvo a dormir.
- ¡Espera! – le dije mientras que se giraba para entrar – quiero saber una cosa. ¿Está todo bien por nuestra parte?
- Por mi si, sé que es un poco raro, pero ya me acostumbraré a que estés así de bueno jajaja
- Jajaja Anda, vuelve a la cama que no has dormido lo suficiente.
- Venga, hasta luego.
Mientras que ella se iba a la cama, yo me quedé en el porche pensando en ella como si estos últimos 7 años no hubieran pasado y estuviésemos aún en 4º de la ESO tonteando como dos adolescentes que éramos. Me dije a mi mismo que esto no podía estar pasando, no podía volver a tener los mismos pensamientos y los mismos sentimientos, así que llevé los restos del desayuno al fregadero de la cocina y salí a correr.
Al cabo de dos horas volví a la casa. Por el jaleo que había, supuse que ya todos se habían levantado. Al entrar me encontré a todos en la cocina vestidos y listos para ir a la playa.
- Te estábamos esperando. – me dijo Félix – ponte el bañador que nos vamos a la playa.
- Vale, me pego una ducha rápida y vamos
Al entrar en mi habitación me encontré con Lucía vestida de igual modo que el día anterior, con una camiseta blanca escotada y de tirantes y un pareo, aunque esta vez el bikini que llevaba debajo era negro.
- Buenos días, mi amor. – Me dijo mientras se me abalanzaba y me besaba – Me encantó lo de anoche y quiero repetirlo.
Me hablaba mientras me quitaba la ropa. No le dejé desnudarme entero, porque sabía lo que iba a pasar después y yo estaba empapado de sudor, así que me despedí suavemente y entré en el baño contiguo y que pertenecía a mi habitación. Salí de la ducha, me sequé un poco con la toalla, me la puse a la cintura y volví a la habitación. Lucía seguía allí, con una bolsa con dos toallas en la mano.
Dejó la bolsa en el suelo, se acercó a mí, me besó en los labios, mientras me quitaba la toalla. Comenzó a pajearme suavemente, cuando se me puso dura se agachó y comenzó a chupármela suavemente. Miré al espejo que tenía enfrente y que se veía la ventana que tenía a mis espaldas. En él, me di cuenta que tras un árbol estaba Yolanda mirándonos. Esta vez no hice ningún movimiento, ahora sabía que no era ningún espejismo y ella no podía saber que yo sabía que estaba allí, pues yo miraba al espejo. Con suavidad me giré un poco y me puse para que a mi izquierda tuviese la venta, para así darle un espectáculo a la voyeurista.
- Bueno, pues ya está. – me dice Lucía mientras se levanta.
- Pero qué dices si aún no has acabado.
- Jajaja pues por eso, yo antes me he quedado con las ganas, pues ahora tu jeje.
Tras decir eso, se largó, dejándome con la “miel” en la punta y sin terminar. Volví a mirar al espejo y volví a ver a Yolanda escondida, aún no se había ido. Me fui vistiendo poco a poco, tardando un poco y dándole un pequeño espectáculo para ella. Me ponía mucho que mi ex me viese desnudo como si fuese la primera vez, que no lo era.
Salí de la habitación y nos fuimos a pie hasta la playa. A pesar de que Yolanda caminaba cerca de mí no hizo alusión alguna de lo que vio.
Llegamos a la playa, no había ni un alma, ni socorrista, ni nadie. La playa era una calita de 300 metros, rodeada de un bosque espeso con un pequeño camino para coches. La arena era muy fina y natural, el agua transparente y con olitas. Desde el bosque hasta la orilla había casi 150 metros. Nos pusimos cerca de la orilla. Tendieron las toallas, en cambio yo dejé las cosas en la arena sin estirar nada, me quité la camiseta y las chanclas y me fui corriendo al agua. Desde el rompeolas hasta donde teníamos las cosas había unos 15 metros y después del rompeolas no llegaba a cubrir lo suficiente hasta después de bastantes metros. Así pues yo seguía corriendo y corriendo y me tiré de cabeza. El agua estaba fresquita, para los casi 40 grados que hacía a las 11 de la mañana.
Salí del agua y volví a donde estaban mis amigos y las toallas. Al llegar vi que las mujeres ya estaban todas en bikinis, unos más anchos que otros. Me fijé que Lucía llevaba uno que tapaba medio culo, el resto del bikini era en forma de tanga, la parte de arriba era ancha y le apretaba un poco, le realzaba los pechos. Carmen también llevaba un bikini negro, pero el suyo era de tipo tanga y la parte de arriba más estrecho, así que tapaba menos. Laura en cambio llevaba uno verde y era el que más tapaba, aunque no hubiese mucho que tapar. Elena llevaba uno parecido al de Carmen y de color rojo. Y por último miré a Yolanda, ella aún se estaba quitando el mini pantaloncito que llevaba. Tenía un bikini gris oscuro que realzaba, aunque no lo necesitaba, sus pechos y que la parte de abajo era estrecho aunque no llegaba a ser de tipo tanga ni parecido.
Todos fuimos al agua. Al volver a las toallas las mujeres se pusieron a tomar el sol. Carmen preguntó si nos molestaba alguno que ella hiciese topless, por supuesto ninguno nos quejamos y las mujeres tampoco dijeron nada. Cuando se quitó la parte de arriba del bikini, dejó a la vista unas ricas tetas, eran perfectas, pues cabían en una mano sin que sobresaliese mucho, tenía el pezón como si fuese una gominola y tenía pinta de saber igual de bien. Tras el pequeño espectáculo los chicos nos fuimos un poco apartados de las mujeres a jugar con un balón que se habían traído.
Al cabo de un rato y mucho calor, ya no aguantaba más, así que me fui a las toallas y a la sombrilla. Cuando me acerqué vi que las 5 mujeres estaban bocabajo y que Yolanda y Lucía se habían desabrochado la parte de arriba del bikini para que no tener marcas. Me tumbé al lado de mi novia y aunque ella estuviera medio dormida, comencé a hacerle cosquillas en la espalda intenté que se levantase y se le cayese el bikini, pero no tuve suerte. Aunque yo ya las había visto, me daba mucho morbo que ella hiciese topless, pero nunca lo ha hecho.
Jugueteando con ella conseguí que se levantase un poco, en ese mismo instante le quité el bikini y salí corriendo con él en la mano. Mi novia comenzó a gritar, se levantó tapándose los pechos con los brazos siguiéndome. Los chicos se acercaron a donde estaban las mujeres y se quedaron mirando como Lucía iba corriendo tapándose. Comencé a dar vueltas alrededor de las toallas y detrás de mí, mi novia. Cuando iba ya por la tercera vuelta me dirigí al agua. Me tiré como si de una piscina se tratase y me giré. Lucía ya estaba a dos metros de mí.
- Ya me has hecho corre, ahora dame el bikini antes de que me vean algo más.
- Si lo que debes hacer es mostrarlas que son perfectas. – Miré a ver dónde estaban todos, y vi que estaban sentados y tumbados en las toallas y no había nadie cerca nuestra ni en el agua. – Déjame verlas, que no hay nadie cerca.
- ¡Qué manía tienes de que haga topless!
Dicho esto, ella miró si era cierto que estábamos solos o alejados de nuestros amigos. Cuando volvió a mirarme, se destapó, me dejó ver sus grandes pechos y sus pezones duros y salidos por la excitación del momento. Se acercó a mí y nos empezamos a morrear, a acariciar y a calentar. Me di cuenta de que el gentío se empezaba a acercar, así que me separé de Lucía y le devolví su bikini, que se lo puso al instante.
Comimos allí, en la playa, unos bocadillos que habían hecho. El resto de tarde la pasamos igual que la mañana, tomando el sol y jugando con la pelota y las cartas. Cuando llegaron las 8 de la tarde decidieron que en vez de salir otra vez por el pueblo, cenábamos allí. Así que volvimos a la casa y cogimos un par de mesas plegables, sillas, comida y sobretodo alcohol. Lo montamos en el coche de Félix y se fueron. Laura, su novio, Carlos y yo íbamos a ir a pie, pero en ese instante me llamaron al móvil.
- Oye, ir yendo vosotros, que tengo que mirar algo en mi portátil. Ahora iré yo para allá. – dije mientras que caminaba hacia la puerta de la casa.
- Ok, pero no tardes. Toma las llaves y después cierra todo. – Me dijo Laura mientras me tiraba las llaves.
Entré, encendí algunas luces, ya que era casi de noche y poco se veía. Entré en mi habitación, hice lo que mi madre me pidió por teléfono que hiciese y salí. Me dirigía, por el pasillo, a la puerta de la casa, cuando escuché un ruido en la primera puerta del pasillo. Vi un poco de luz y seguía escuchando ruido. Comencé a decir “hola” esperando alguna respuesta, que no llegó.
Abrí la puerta de la habitación, era la de Félix y Carmen, y no había nadie. La luz salía de la puerta del baño que daba al dormitorio. Me acerqué cuando de repente se abrió y apareció Carmen envuelta en una toalla. Los dos pegamos un bote, ya que no nos lo esperábamos, ella incluso gritó. Del susto se le calló la toalla. Se quedó totalmente desnuda, sus pechos ya los había visto en la playa, miré más abajo y vi que iba depilada totalmente, se le veían unos labios carnosos y apetitosos. Los tenía un poco abiertos, como si se hubiera masturbado hace poco. Al ver tal escena me empalmé enseguida.
- ¡Qué susto me has dado! No sabía que estabas aquí. – me dijo ella sin ni siquiera inmutarse por su toalla caída.
- Perdón, pero pensaba que te habías ido a la playa en el coche y que yo estaba solo en casa. Escuché un ruido y como nadie me contestaba, entré. Salgo para que te puedas vestir, te espero y nos vamos juntos. – Me giré y caminé hacia la puerta.
- No hace falta que te vayas, ya da igual, me has visto desnuda. Quédate y me ayudas a elegir que me pongo.
No sé que pretendía, su novio era mi amigo y aunque estuviese bastante buena, los dos teníamos pareja y yo quería lo suficiente a Lucía para no ponerle los cuernos. Aun así me quedé. Ella se paseó por la habitación, me hizo sentarme en la cama, mientras que recogía todo. En varias ocasiones se agachaba de tal forma que quedaba culo en pompa de espaldas a mí. Pude ver absolutamente todo, y tal visión hizo que mi bañador estuviese apunto de reventar. Ella se dio cuenta y parecía que le gustaba, pues los juegos continuaban. Se acercó a al armario y sacó un tanga de hilo y blanco, en el que se transparentaba todo.
- ¿Me queda bien? – dijo cuando se lo terminó de poner y dándose una vuelta frente a mí para que lo viese todo.
- Sss… sí – teniendo lo que tenía delante poco más podía decir.
- Pues entonces me lo llevo. ¿Me puedes alcanzar la maleta que está en lo alto del armario? Es que no llego.
Me levanté a cogerla, me puse frente al armario, junto a ella. Levanté los brazos para coger la maleta que estaba en lo alto del armario cuando ella me tocó la polla, literalmente.
- Uff… como la tienes. – decía mientras que me hacía un mini masaje. – Esto como no se solucione vas a tener un problema jeje.
- Carmen, para.
- Vale, vale. Yo sólo te sugería una idea, me tendré que esperar un poco, pero no tardes mucho que no aguanto.
Tras decir eso le bajé la maleta, de donde sacó un vestido blanco. Cuando se lo terminó de poner, me di cuenta que el vestido también trasparentaba, pero no dije nada. Tardó un par de minutos más en terminar de arreglarse y los dos salimos hacia la playa sin decir nada.
Cuando llegamos a los 10 minutos, nuestros amigos ya estaban bebiendo y comiendo, pero sobretodo bebiendo. Nos sentamos cada uno al lado de su pareja y nos unimos a la fiesta.
Tras acabar de cenar, algunos ya estaban muy borrachos y propusieron jugar a la botella, al strip poker, pasarse el hielo y muchos juegos más. Al final decidimos jugar a pasarse el hielo, pero antes teníamos que beber una copa, cargada, de alcohol.
Nos sentamos de tal modo que hubiese una persona de diferente sexo a cada lado y que no fuese nuestras respectivas parejas. Lo echamos a suertes y quedamos en que primero iría Diego, después Lucía, Samuel, Carolina, yo, Yolanda, Félix, Laura, Carlos y por último Elena que estaba a su vez al lado de Diego.
Diego sacó un hielo grande de la mini nevera que se habían traído, se lo metió en la boca y nos lo fuimos pasando. En la segunda vuelta, el hielo ya no era tan grande y los labios empezaban a rozarse. Llegó el turno para que Carmen me pasase el hielo y así lo hizo, pero en vez de apartarse cuando yo ya tenía el hielo, se juntó más y me besó. Nos separamos, nadie dijo nada, todos nos reíamos, así pues continuábamos. Se lo pasé a Yolanda e hice lo mismo que Carmen me hizo a mí, le di un beso. Cuando me separé, miré a mi novia Lucía y vi que se había mosqueado por haber besado a mi ex. Nadie más se dio cuenta. Cuando llegó el turno de Diego y Lucía, éstos se dieron un beso más duradero que el del resto, por venganza, noté yo. El hielo era tan pequeño como una onza de chocolate. Aun así, cuando Carmen me lo pasó y después de darme un morreo, se le cayó a ella. Nos reímos todos, como castigo a todos nos impusimos beber 2 chupitos y a la que se le cayó se tenía que meter tal y como iba vestida en el mar y cuando volviese beber 3.
Así que Carmen cumplió con su castigo, salió del agua y se acercó a nosotros. Al llevar un vestido blanco y no sujetador, pues se le transparentaba todo. Como también llevaba un tanga blanco, del mismo modo se le transparentaron los labios del coño. Nadie dijo nada, todos nos quedamos mirando y cuando ella se dio cuenta se rio y se bebió sus tres chupitos. Volvimos a empezar, pero esta vez dijimos que a quién se le caía, a parte de bañarse y beber, se tenía que desprender de una prenda. Así que a partir de ese momento a parte de darnos morreos hacíamos todo lo posible para que a la otra persona se le cayese. La persona a la que se le caía no era el recipiente, si no la que pasaba el hielo.
Primero se le cayó a Samuel, así que se desprendió de su camiseta después de salir del mar. Después le tocó el turno a Félix, Elena, Lucía, Carmen que al tener sólo el vestido y el tanga se quedó únicamente con el tanga. Para no pasarnos más, decidimos que en vez de 2 chupitos se tomase medio, pues alguno ya iba muy ‘pedo’. Continuó Laura quitándose, como todos, la camiseta, después yo, Lucía que se quedó únicamente con el bikini, eso sí, entero. Tras pasar bastante rato a todos nos quedaban 2 piezas de vestir, a los hombres el bañador y el calzoncillo y a las mujeres el bikini, excepto a Carmen que sólo llevaba un tanga.
Yolanda fue la primera en quitarse la parte de arriba del bikini y a pesar de todo el alcohol que nos habíamos bebido, estaba muy tímida. Tardó un poco, pero finalmente se lo quitó. Nos mostró a todos esas dos bellezas. Por el juego, todos estábamos bastante calientes y a los hombres se nos notaba que la situación iba para arriba. Decidimos no volver a mojarnos, porque ya era de madrugada y podíamos coger algo de frío. La segunda que se quitó la parte de arriba del bikini fue Elena, nos mostró sus pechos que aunque fueses pequeños y cabían en una mano tenía unos bonitos pezones al estilo gominola.
El primer hombre en quitarse el bañador fue Carlos, que a pesar de llevar calzoncillos se le notaba una gran erección. Las mujeres se pusieron a chillar como si de un boys se tratara. Le siguió Samuel al que también se le notaba una erección, aunque más pequeña. Después Diego, de igual tamaño que el anterior. Es lo malo de los bóxers, que todos los hombres llevábamos, se marca absolutamente todo. Justo después le volvió a tocar a él, así que se quedó totalmente desnudo. Mostrando una erección bastante recta y pidiendo guerra. Como nadie dijo nada más que risas y gritos, pues continuamos. Después se tuvo que desnudar Carlos, Cuando se quitó los bóxers las 5 mujeres gritaron más que antes, pues él la tenía bastante grande, a mi pesar. Pues yo quería al menos ganarle en eso a los ojos de las mujeres y sobretodo de Yolanda.
Carmen fue la primera mujer en quedarse desnuda. Tras beber como siempre, tarareó una música de estriptis y nos lo hizo. A pesar de que yo ya la había visto desnuda y que todos le habíamos visto el coño transparentado en el tanga, todos los hombres nos pusimos más cachondos. Esta vez fuimos nosotros quienes gritamos. La siguieron Laura quitándose la parte de arriba y mi novia, Lucía que hizo lo mismo. Cuando le tocó el turno a esta última, hubo más gritos que el resto de la noche, pues era la mujer que más pechos tenía. Después fuimos Félix y yo, que nos quedamos con los bóxers puestos.
Le tocó el turno a Elena, que sin esperar, se quitó el bikini de golpe. Nos enseñó sus labios rosados que hacían juego con su piel blanquecina y contrastaba con un pequeño matojo de vello rodeando los labios. Le llegó el turno a Félix, mientras se quitaba los calzoncillos, observé como su novia Elena y Laura metían la mano debajo de la mesa, supuse que le estaban haciendo una paja entre las dos a Carlos, pues éste se sobresaltó un poco, aunque después continuó como si nada pasase.
Le siguieron Laura y después Samuel. Cuando él estaba de pie bebiendo, vi como Carlos metía mano a Laura también. Continuaron Yolanda y Lucía, cuando les tocó a estas dos, los hombres pararon de manosear a las mujeres que tenían a su lado. Todos se estaban manoseando excepto ellas dos y yo. Primero lo hizo Yolanda y todos observamos que estaba bien depilada, menos un pequeño triángulo encima del clítoris. Vitoreamos y aplaudimos por semejante belleza. Después la siguió Lucía y ocurrió exactamente lo mismo. Cuando se sentó iba a coger otro hielo más. Pero me negué. Me levanté y me declaré ganador, pues era el único que aún llevaba ropa. Por premio, me quité los calzoncillos, asomando mi pequeño “Joselito” al que todos y todas vitorearon y aplaudieron.
Cuando me iba a sentar, Carmen, que estaba a mi derecha, me agarró la polla delante de todos y justo después se la metió en la boca. No supe que hacer y miré a Lucía, ella me sonrió, como si lo aprobase y se agachó para hacerle lo mismo a Diego.
Carmen hizo que me tumbase en una toalla que había en la arena y se puso a cuatro patas a chuparme la polla, mientras que Yolanda se agachaba intentando hacer un 69, mientras que yo le chupaba el coño, ella se turnaba con Carmen en chupármela a mí. Samuel se colocó detrás de Carmen y la penetró de tal forma que ella me dio un pequeño bocado. Afortunadamente no pasó de ahí y no me dolió, sino que me excitó.
Paré de chupar y giré la cabeza hacia un lado. Observé como Elena, estando tumbada en la mesa, estaba siendo follada por Carlos que estaba de pie frente a ella y a la vez chupándole el coño a Laura.
A mi otro lado, me encontré a mi novia Lucía siendo doblemente penetrada por Diego y Félix. Diego estaba tumbado en una toalla, encima estaba Lucía y detrás de ella Félix, dándole por culo y nunca mejor dicho.
Tras ver cada escena, hice que Samuel se tumbase y tanto Yolanda como Carmen se pusiesen a 4 patas chupándosela. Antes de hacer nada Carmen me puso un condón, pues al parecer, se habían traído bastantes a la playa. Primero cogí a Carmen, se la metí del tirón en el coño que no tuvo dificultad alguna, pues estaba mojadísimo. Mientras tanto, eché saliva en mi mano y le hice un dedo a Yolanda, tanto por delante como por detrás.
Aunque pasasen los minutos, los tres grupos que se hicieron, no se cambiaron entre sí. Cada grupo que iba terminando se iban directos a la casa y sin esperar a los otros. Félix se corrió en el condón mientras que follaba con Yolanda. Cuando terminó, recogió algunas cosas y también se fue.
Finalmente sólo quedábamos tres, Yolanda, Carmen y yo. Ellas se corrieron varias veces antes de que yo les dijese que se pusieran de rodillas. Cuando lo hicieron, me quité el condón y ellas me la chuparon entre las dos. Como no pude aguantarme más, me corrí en las caras de las dos. Ellas estaban con la boca abierta y cuando yo terminé de correrme, se relamieron mutuamente para retirar los restos, acabando dándose un morreo entre las dos.
- Ha estado genial, hay que repetirlo. – me dijo Carmen mientras que se vestía y recogíamos las cosas.
- Es cierto, hay que repetir, porque quiero probar ese culito y aceros un beso negro, que me encanta hacérselo a una mujer. – dije yo, mientras les daba una palmadita a cada una en el culo.
- Sí, es verdad, aún me acuerdo cuando me lo hacías a mí. Que por cierto me encantaba y lo hecho de menos.
Los tres nos fuimos riendo. Al llegar a la casa, cada uno se fue a su habitación. Las despedí a cada una, en sus respectivas puertas, con un beso en los labios. Al llegar a mi dormitorio, me di una ducha relajante y me metí en la cama.
- ¿Te lo has pasado bien, amor mío? – me dijo Lucía mientras me acariciaba y besaba.
- Ha estado genial. Algún día podríamos repetir. – Le contesté yo mientras que le devolvía los besos y las caricias.
- ¿Cómo que algún día? Mañana mismo lo volvemos hacer. – Me respondió ella mientras que me metía mano.
Mi “amiguito” se volvió a despertar, seguía teniendo ganas de guerra como Lucía, así que había que dársela.
To be continue...