De una receta de Bacalao a una película coreana

Es una historia real de una mujer que vive su segunda juventud apasionadamente.

Empezamos a conocernos a través de largas cartas más filosóficas que otra cosa, aunque siempre estuvo presente la gastronomía, que era nuestro denominador común.

Poco a poco fuimos intimando, sin conocer la edad que teníamos, pero por varios comentarios podía intuir que éramos cohetaneos. Lo cierto es que cada dia esperaba más sus correos, no quería dar esa impresión, pero la desazón que tenía cada mañana hasta que llegaba, a veces era obsesiva. En un momento dado salió un tema sexual, el rozo el tema con tal sutileza que no dije que toco el tema, las palabras adecuadas y una sintaxis sutil hizo que me mojara la braga y a partir de ese día, la conversación cambio de términos y donde había perfume empezó a ser un aroma, la pimienta paso a ser cayena y empezamos a llamar a las cosas por su nombre. El siempre fue fiel a nuestro pacto inicial, nada de cuestiones personales y yo no podía ser menos, aunque me moría por preguntarle si era soltero o casado, viudo o divorciado. Pero no dije nada. Poco a poco las conversaciones eran más calientes, antes me preguntaba qué haría para comer ahora me preguntaba por el conjunto de ropa interior que llevaba. Habíamos empezado a mandarnos fotos de los platos cocinados y ahora nos las enviabamos ligeros de ropa, pensaba todo el día en el y por las noches, esa fue una condición que me impuse a mí misma le contestaba a sus correos, el solía enviarme tres o cuatro. A veces estaba más de una hora pero era mi mejor hora del día, antes de escribirle me preparaba, sabía lo que ocurría cada noche cuando me levanta de la silla para irme a dormir, por lo que ponía siempre una toalla entre mi pijama y la silla del escritorio.

Un día el me propuso hablar a través de un chat, yo desconocía cómo hacerlo, no era muy experta en temas de internet, pero el me envió correos guía y como debía de hacer paso a paso hasta llegar a conectarnos, tardamos varios dias hasta consumar la operación, no le había pasado tan mal desde mi último parto, pero por supuesto no se lo dije a él, o al menos con esas palabras.

Al principio estábamos algo cortados y nos costó retomar la fluidez de los correos, tal vez me daban más capacidad de reacción y por supuesto mucho más tiempo para interpretar lo que me decía y también para contestarle más reposadamente pero uno llega a acostumbrarse a todo y después ya de unos días las frases ya fluían más fácilmente y torno la calentura, con más fuerza si cabe. Ahora entre frase y frase me tocaba las tetas y yo le imaginaba a el masturbándose mientras escribía la conversación era mucho más lenta pero tiene mucho más placentera.

No tardamos mucho en practicar aquello que el llamaba ciber sexo y describimos paso a paso y punto por punto como follabamos.

Me hizo llegar al orgasmo en varias ocasiones, incluso dos veces en la misma noche.

Cada vez estaba más entregada a aquel juego me excitaba cada vez más y mejor. El volvió a proponerme dar un paso más en nuestra amistad y me habló de conectarnos y poder vernos y oírnos, yo sabía lo que era, lo hacía con mi hija y mi nieto a través del WhatsApp.

Accedí a ello pero con otra condición, no vernos las caras, el accedió como el caballero que era y acordamos conectarnos con gafas de sol y mascarilla.

La primera impresión fue fuerte, pero no decepcionante, el sería un hombre algo más mayor que yo, tendría unos cincuenta y cinco o alguno más, yo acababa de cumplir cincuenta.

Tenía el pelo canoso y un peinado cuidado, vestía una camisa de vestir perfectamente planchada y como si acabase de quitarse la corbata. Nuevamente el primer día que nos vimos a través de la pantalla fue cortante, pero al cabo de unos días ya hablábamos mucho más sueltos.

No tarde mucho en enseñarle los sujetadores y las bragas tal y como hacía unos meses le explicaba mis conjuntos de lencería. Me excitaba enseñarle, incluso me preparaba antes de la conexión, me ponía la lencería antes de empezar la conexión para enseñársela, me peinaba me maquillaba ligeramente, incluso me perfumaba. El consiguió hacer de mi otra mujer distinta, sentirme más segura de mí misma, más sexy, aunque ya me recortaba el vello púbico, llegue a depilarmelo totalmente, no sabía que me diría mi ginecóloga como era muy bromista, me preguntaría si me había echado novio.

Hace poco más de un mes le enseñe las tetas a petición suya, me pidió enseñarle de cerca las aureolas como queriendo chuparlas, me puso a cien solo pensar en el calor de sus labios en mis pezones y por debajo de la mesa sin que el pudiera verlo me estaba acariciando el coño, mi cara no podía ocultar el placer que me estaba dando y también pude ver cómo había un movimiento en su cámara como si se la estuviera cascando, no pudimos ocultarlo ni tampoco quisimos y desde entonces cada noche a la misma hora nos conectamos para darnos ese placer de corrernos juntos al calor de una buena masturbación.

Todo fue muy rápido y cada vez necesitaba más, nunca jamás me había sentido tan insaciable, del orgasmo todas las noches con Gonzalo, pase también a masturbarme por las mañanas.

Pero lo que realmente me tenía fuera de mí y excitada como una perra fue su proposición de ayer, no sabía cómo enfocarlo y le pedí tiempo hoy me preguntaría antes de hacer el amor como ambos convinimos llamarlo.

Y todavía no sabía que decirle.

Me había propuesto vernos, en una cafetería o en un restaurante pero yo buscaba algo distinto,valgo más morboso y estuve todo el día dándole vueltas....

Cuando nos escribiamos por correo electrónico, las ideas iban fluyendo a medida que iba escribiendo y sin darle más vueltas empecé a escribir esa idea que me rondaba por la cabeza.

Pensé que vernos cara a cara sería muy fuerte, a mí me daba un poco de vergüenza y pensé que sería mejor algo más atenuado por la oscuridad, tal vez de noche, aunque tenía cierto respeto por la noche.

De pronto se me ocurrió que lo ideal sería quedar en un cine con la sesión ya empezada, buscaría una película poco taquillera y la sesión con menos público.

Busque en la cartelera y una sala multicine exhibía una película coreana con mala crítica y la sesión de las cuatro de la tarde no solía ir casi nadie.

Le cite en aquel cine en la sala cuatro del centro comercial.

Quedamos a las 4:05, la sesión empezaba a las 4:00 , estuve otro día y comprobé como era la sala, dandome cuenta que el aforo era de unas 100 personas y que en las filas de atrás no habría casi nadie y la parte de la izquierda había menos gente que en la derecha por estar más alejada de la puerta de entrada y otra cosa importante no había acomodador.

La cita fue en la última fila de la parte izquierda de la sala.

Llegó el día previsto y me acomode en mi butaca antes de que se pagarán las luces.

A las 4:05 puntual como un reloj suizo hizo su entrada se dirigía hacia mí con paso energético y seguro, se sentó a mi lado y le vi la cara por el resplandor de la pantalla y en voz baja me dijo buenas tardes. Le cogí su mano a modo de saludo, su piel era suave y no se la solté en señal de aceptación y el empezó a mirarme y yo le devolví la mirada y nuestros brazos se rozaron me acerque a su cara y le di un beso y le di las gracias por venir y el cogió mi mano con su otra mano y enseguida yo acerque tambien la mia. El me devolvió mi beso esta vez buscando la comisura de mis labios y aprovecho el momento para pasar su brazo por mi hombro y se acercó más a mí, yo apoyé mi cabeza en su hombro, note su respiración busque sus labios y nos besamos apasionadamente, era un beso deseado, durante muchos tiempo y fue uno tras otro y sus manos buscaban mi pecho y mi respiración se entrecortsba mientras su mano se abría paso entre los botones de mi blusa y me acariciaba el pecho por encima del sujetador, hasta que empezó a meterla por dentro y con su dedo pulgar rozaba mi pezón, volvió a besarme y el resplandor de la pantalla se iluminó más y baje la mirada hacia su pantalón y vi como tenía la polla fuera de la bragueta, me arme de valor y se la cogí sin esperar un momento. Mientras mi mano subía y bajaba sus manos habían cogido mis tetas después de desabrocharle toda la blusa. Notaba la humedad en mi sexo y mis piernas se abrían pidiendo guerra, no tardó en meterme mano y jugar con mi chochito, me besaba con lujuria y me dijo susurrándome que quería follarme, me dio miedo y acelere la paja para que se corriera y disuadirle de follarme alli mismo, aunque a decir verdad yo lo deseaba tanto como el.

No tardó en correrse y saqué unos pañuelos de mi bolso y le limpié la polla y mi mano. Le pregunté que tal y me dijo que muy bien, me pregunto si quería correrme yo y le dije que por hoy estaba bien y que está noche hablaríamos y que a partir de hoy no era ya precisa ni la mascarilla ni las gafas de sol y le pedí por favor, que se fuera antes de que acabará la sesión, me dio un beso en la mejilla, se levantó y se fue. Yo respire profundamente y note que estaba empapada fui a limpiarme, pero estaba muy excitada y me masturbe corriéndome en un par de minutos, me limpie, me quite las bragas y las guarde en el bolso y salí del cine.