De trío en trío. Antecedentes

Mi macho me quiere quiere compartir.

Me desperté las 10:00h. Los cajones de mi vecina chocando repetidamente contra sus topes y un rayo de sol que atravesaba las hendiduras de mi persiana me hicieron abrir los ojos prematuramente. La mañana me gusta por el placer del desayuno. Es con la tripa vacía como me gusta comer y, en la misma medida, es con la cabeza limpia aún de sucesos del día como me gusta pensar. Si es un día laborable levantarse es una putada pero siendo un sábado uno puede tomarse su vaso de leche con cereales tumbado en la cama, dejando que las ideas le invadan tranquilamente y decidan con qué actividad empezar la jornada.

Me limpio la cara con agua y jabón buscando infructuosamente abrir bien los ojos. Me quito la camiseta del pijama un momento y me observo en el espejo –lo hago habitualmente para controlar los resultados de la actividad deportiva. Me miro el vientre, me veo el brazo en posición de sacar bíceps y hasta el culo. A veces me quedo con cara de circunstancia pensando si no estoy haciendo el ridículo, pero cosas peores harán los demás frente al espejo de su baño. Cuando regreso a mi habitación y me tiro en la cama, dejando la “neox” de fondo como una especie de acompañante fantasma que te hace sentir menos solo. Recuerdo que dejé a medias una conversación en Guille. No es mi novio, pero hay que decir que la conexión física y química con él es bastante profunda y “algo hay” entre nosotros.

Pillo el teléfono y me dispongo a contestarle. Antes que nada, hace falta contextualizar un poco. Guille era un chico bi, aunque si bien yo había quedado ya con algunos chicos antes de encontrarle, para él yo era el primero y el único. Me consta que, además de mí, había quedado con algunas chicas pero diría que tíos, ninguno. Él no tenía novia en ese momento, así se había lanzado a explorar el mundo gay. Por eso nos conocimos en una app de ligar. Parece ser que la mamada que le hice por primera vez le dio tanto morbo que quiso repetir y empezamos a quedar. A veces parecíamos casi una pareja. Digo casi porque no era una relación cerrada, habíamos dicho que si alguna vez nos enrollábamos con otra persona no pasaba nada, que usáramos preservativo y solucionado. Así nosotros podríamos seguir follando a pelo. Llevábamos poco más de tres meses. Tres meses fenomenales. Físicamente era moreno, con barbita, viril, activo. Más fuerte que yo. Tenía 27 años, uno más que yo. No era muy peludo, tampoco muy poco. Yo, de todas formas, no tengo preferencias sobre el vello corporal. Él sí. A él sí le gustaban los chicos depilados. Y aquí entro en sus fetiches y gustos. A él le gustaban los chicos sin pelo en el pecho, la tripa y el culo. Como más femeninos. Sólo había una excepción: tanto en los chicos como en las chicas le gustaba un poco de pelo en forma de tira en el pubis. Le daba morbo. Por supuesto yo me depilaba como él quería porque me encantaba complacer a mi macho. A veces me lo hacía él. En la ducha me ayudaba a quitarme el vello y acaba tan cachondo que me follaba contra la mampara –bueno, ya se sabe, no hay nunca mal momento para follar.

Como os decía, abro el whatsapp para contestarle y no tarda en responderme. Estuvimos hablando de realizar algunas fantasías la noche anterior y por la mañana continuamos hablando de lo mismo. Al parecer quería aprovechar que estaba conmigo para cumplir todas las fantasías que pudiese. Una de ellas era hacer un trío con otro hombre. Por eso buscando en las redes encontró un chico bastante guapo y versátil que estaba interesado en los ménage à trois . A mí me daba morbo también, así que acepté encantado.

Por la tarde, Guille viene a mi casa para charlar del tema cara a cara. Nos besamos y nos quedamos en ropa interior en la cama. Entonces para provocarle un poco me pongo encima de él, moviendo mi culo contra su polla para ponérsela dura.

–¿Y como se llama el chico este y que edad tiene? En la foto parece joven –pregunté.

–Javier, 29 años.

–Pero… ¿has quedado con él alguna vez ya?

–Que va, que va. Bueno…

–¿Bueno, qué? –pregunto extrañado.

–Estuvimos hablando un poco y nos pusimos calientes y me mandó fotos...

–Eres un vicioso –le digo juguetón mientras noto su polla ya dura contra la mía y contra mi trasero–. Enséñamelas.

Me levanto, alcanzo el móvil, se lo entrego y vuelvo a mi posición inicial.

–Aquí están, mira –efectivamente, había fotos de Javier desnudo y fotopollas.

–Está bien dotado –afirmo convencido–.

–Me pone imaginarte que te folla –me confiesa Guille desde abajo mientras me pega un azote en el culo– Sentiré unos pocos celos pero el morbo me pone más.

–¿Sí? –le beso–. Pues te miraré a los ojos mientras me da duro.

–Espera, le mando una foto de los dos.

Me pongo acostado a su lado y nos hacemos una selfie.

–¿Y tu, quieres ver como me lo follo? –me pregunta.

–Claro. Eres un Dios griego en plena acción.

Se ríe. Yo bajo hasta sus calzoncillos y empiezo a morderle los contornos de su polla por fuera de la pieza de ropa, baboseándola. Entonces tiro de la goma y le desnudo poco a poco. Luego me acerco y me la meto en la boca. Está muy caliente, prácticamente le palpita en mi boca. Acompaño mi mamada con la mano.

–Me ha contestado –dice.

Mientras yo sigo haciéndole la felación, me hace una foto y se la manda.

–Le he dicho que mañana me la haréis los dos a la vez.

–Dios, como me estás poniendo con tus juegos. Fóllame, lléname de leche… –le suplico y me pongo a cuatro con el culo hacia fuera.

Él se pone lubricante en la polla mientras lo escucho decir:

–¿Quieres follarte este culo? –no me lo decía a mí, era un audio que le estaba mandando a Javier.

Me gustaba la iniciativa que llevaba en el trío. Se pone detrás de mí y me baja los boxers hasta las rodillas, después me mete poco a poco la polla. Antes de que me la meta toda, me abre un poco el culo con una mano y con la otra hace una foto para Javier de mi agujerito tragándose su falo. Entonces yo mismo me echo hacia atrás clavándomela toda. Él empieza a embestirme y arañarme fuerte la espalda. Luego llega un mensaje del chico. Guille sale de mí y me enseña el video. Era Javier masturbándose. En el video, se le escucha decir que quiere probar mi culo y sentir la polla de Guille en el suyo. Me rio, muy cachondo. Acompaño con la mano el pecho de Guille y lo dejo tumbado boca arriba. Me deshago de mi ropa interior completamente y me subo encima, dejándome caer sobre su polla, que entra de golpe. Dejó escapar un suspiro de pequeño dolor, por la brusquedad del acto, pero enseguida empiezo a saltar. Desde arriba veía sus ojos lujuriosos y su apetitosa mandíbula ancha. No puedo más, me masturbo un poco y me derramo sobre su torso. Yo no ceso el vaivén mientras él limpia su corrida con los dedos y me la pone en la boca y en la cara.

–¿Estás pensando que Javier se ha corrido en mi cara, verdad? –inquiero.

–Sí…

Entrecierra sus ojos, está apunto, acelero mis saltos y, finalmente, dejando escapar un gemido, noto como me preña, siento su miel caliente correr por mi recto. Yo me levanto un poco, asegurando que parte de su leche salga hacia afuera por obra de la gravedad… Y me pongo a cuatro patas otra vez, con la cabeza apoyada en el colchón y abriéndome el culo.

–Que bien enseñado te tengo… –dice mientras espera ver salir el líquido blanco.

Sé que le encanta. Él juega con mi agujerito, mete el dedo, lo abre, toca su semen.

–Aquí está –avisa.

Yo noto como cae una gota, se desliza en dirección hacía mis huevos. Lo miro satisfecho. Al final, nos tumbamos uno al lado del otro, acurrucados.

–Dice que mañana puede quedar.

–Pues genial. ¿Vamos a tu casa?

–No, mejor aquí, sobre tu cama –me dice.

–Qué cruel eres –acaricio sus pectorales con mi mano.

Nos fundimos en un beso. Así es como empecé con los tríos y el sexo en grupo. Ya los contaré...