De timido a golfo 9- Despedida y bienvenida

En su ultimo encuentro Fernando y Laura lo daran todo

Septiembre llego rapidísimo, y a dos días de empezar la universidad, me prepare porque había quedado con Laura ya que ella se iría a Holanda y queríamos terminar nuestra “relación” a lo grande y ella prometió una sorpresa, mientras me duchaba pensé en todo. Diego aún estaba con Paula todo un record, sabiendo como era el, Amelia y yo seguimos nuestra relación de hermanos como si aquella paja no hubiera existido nunca y ciertamente ya no sentía aquella obsesión que me llevaba loco, maura según mi hermana empezaba a tener problemas con su novio cosa que aproveche para sutilmente hacerle saber que estaba allí para todo.

Y si preguntáis por Claudia… la pelirroja emprendió una cruzada para ignorarme completamente, desde la pelea no supe de ella nada, le envié mensajes que no respondía, llamadas que no cogía nunca, incluso fui a su casa harto de la situación pero su madre salió diciendo que su hija le pidió que no me dejase pasar, dada mi cara  triste intento animarme asegurando que yo era importante para Claudia y pronto se le pasaría, por su cara, Katherine estaba diciendo todo y nada, supongo que aunque parezca mentira ella intuía que pasaba

Termine de vestirme para encontrarme con Laura en un último encuentro sexual y tenía algo de tristeza, ya que ella me demostró ser de ese tipo de amigas con las se puede contar para todo, ya sea contarle mis penas o tener buen sexo, por eso y mas no solo se irían los espectaculares polvos también una gran amiga.

Por primera vez quedamos en mi casa ya que Mis padres y Amelia no llegarían hasta la tarde porque fueron de  compras a la ciudad así que Laura y yo teníamos toda la mañana para nosotros.

Llego a casa enfundada en un vestido corto ajustado que resaltaba sus enormes pechos y sus hermosas piernas, nada más vernos empezamos a besarnos, sus suaves labios se juntaron con los míos y pude saborear su siempre dulce y cálida lengua, mientras mis manos se deslizaban por su espalda.

-¿que llevas ahí?  -dije fijado me que llevaba una bolsa

  • Fernandito no me seas impaciente –dijo mientras entraba- vamos a pasarlo genial

Subimos a mi habitación entre besos y risa, ya en la puerta ella entro pero me dijo que me quedara fuera para preparse, espere como diez minutos hasta que escuche a Laura invitado me a pasar…

Ahora entendía la bolsa ¡era lencería! Laura llevaba unos zapatos de tacón negros, una cortísima falda oscura que a cualquier movimiento brusco podía descubrir sus "encantos", y una blusa  también oscura. Lo que más me había llamado la atención eran sus muslos, se veían mucho más sensuales que con el vestidito.

—Bonitas medias... —Le comenté mientras me ensañaba en mirar.

—Es un liguero. —dijo mientras  se puso de perfil, y me mostró que era cierto. Se alzó la falda dejando al descubierto totalmente la pierna derecha. El encaje cuidadosamente detallado hizo que me hirviera la sangre—. ¿Verdad que es lindo? Fue difícil conseguirlo, pero hay que ver los resultados para saber que vale lo que cuesta.

— ¿Cuáles resultados? —pregunté como ignorando lo evidente

—Bueno, jamás había visto a un chico excitarse tanto con sólo ver un liguero, debería haberlo hecho antes-dijo mirando mi erección descaradamente

Laura empezó a moverse sensualmente para mí. Poco a poco aquello había dejado de ser un  juego, y se iba convirtiendo en el mejor show posible. Con un ritmo que sonaba en el interior de su cabeza, empezó a mover su cuerpo. Su cadera hacía círculos haciendo que su ropa acentuara y se metiera entre sus nalgas. Después de que mostró lo flexible que era, se quitó la blusa como si estuviera acalorada. Un sujetador  completamente adornado con encaje se presentó orgulloso, cargando esos dos perfectos pechos redondos.

— ¡Tus tetas son impresionantes! —expresé asombrado,  normalmente nunca llevaba sujetador porque no necesitaba sus pechos parecían burlar la gravedad, un día entre risas confeso que eran operadas, por eso me asombre, ya que ninguna de las camisas o prendas que ella solía usar, acentuaban tanto sus pechos como aquel sujetador.

—jiji ¿Son grandes verdad?-dijo coquetamente juntándolos, tan sólo el hecho de tenerlas de ese tamaño hacía que mi pasión por su figura aumentara más.

Laura  siguió con su baile, haciendo que su lleno escote cobrara vida propia, moviéndose según la gravedad ordenaba. Ya no podía más, la cabeza me iba a explotar por toda la sangre que se me estaba subiendo. Ella debió notarlo, porque prosiguió con algo mucho más cautivador que su baile: Se sentó en mi pierna. Sus dos muslos hicieron contacto en mí. Apoyándose sobre sus rodillas, no dejó los estimulantes movimientos estando en esa posición.

—Te pusiste durito, ¿verdad Fernandito? —Preguntó suavemente, restregando su trasero justo en mi bulto—. Dime, ¿desde cuando estás durito?

—Pues...casi todo el tiempo... Pero mucho más cuando saliste con esta ropa -dije besándole el hombro

Ella empezó a moverse más frenéticamente. La falda se subió con la fricción, y una tanga transparente me mostró el camino que separaba las dos nalgas. Su trasero parecía tragarse aquel hilo dental. La excitación ya estaba llegando a un punto en el que no lo soporté y por primera vez sin quererlo me corrí dentro de mis calzoncillos, y Laura lo sintió.

-vaya que mal toda una carga de tu lechita –dijo como una niña caprichosa

-tranquila, tenemos toda la mañana para que la pruebes –dije cerca de su oído

-estoy ansiosa –dijo con deseo mientras me tumbo sobre la cama boca arriba, desnudo mi torso y comenzó a besar sensualmente mi pecho, su mirada buscaba mi expresión, que no podía ser otra que un reflejo del placer que me estaban dando sus cálidos labios sobre mi piel...

Nos incorporamos, la  ayudé a deshacerse del sujetador  para dejar a la vista sus preciosas tetas, hizo lo mismo con las medias y luego de mi pantalón, dejando a la vista mi polla, deseosa de cuidados, la acaricio brevemente e  inmediatamente la introdujo en su boca, proporcionándome, como siempre, un inmenso placer al sentir el calor húmedo de su boca envolviendo mi miembro, echaría en falta esa maestría con las mamadas.

La tumbe en la cama y empecé a lamer su delicioso coño, jugando con su clítoris buscando que se retorciera de placer, buscando su orgasmo con dedicación. Se dejó llevar por las sensaciones que la recorrían mientras le penetraba con mis dedos y mi lengua, estimulándole las zonas más sensibles, deleitándome con el placer de oír sus gemidos entrecortados.

-ah… mmm te has vuelto muy…mmm uff genial –dijo entre gemidos

-pues acaba de empezar –dije seductoramente

Seguí jugando con los dedos en su coño mientras mi boca buscaba de nuevo la suya, deteniéndose antes en los pechos, besando su suave redondez, mordisqueando sus erectos pezones. Pronto  anuncio la inminente corrida cosa que no me hizo detener, seguí estimulándola, para aumentar la intensidad de su excitación, que podía percibir por como agarro mi polla caliente palpitando en su mano.

Nos miramos, hacerlo tantas veces hacia que adivinar lo quería fuera fácil así que supe que deseaba: sentir mi polla dentro, alargue la mano para coger un preservativo, me lo coloqué y dirigí mi capullo a la  entrada, deslizándolo hasta el fondo de ese delicioso coño, sintiendo yo su calor acogiéndome.

Un cadencioso mete y saca volvía a hacer aflorar pequeños y contenidos gemidos, nuestras bocas se besaron de nuevo, puso sus piernas contra mis hombros para sentir como  mi polla avanzaba muy dentro de ella, mientras sus manos acariciaban mi espalda, multiplicando mi placer, cambiamos de postura, la coloqué de costado, con una pierna estirada y la otra encogida, penetrándola mientras mis huevos se deslizaban por su muslo, mis manos amasaban su trasero, y mi polla entraba hasta las profundidades de tu coño...

Cambiamos de nuevo de postura, colocado ahora de costado tras de ella,  golpeando mi vientre contra tu trasero en cada embestida, metiendo mis dedos en su boca, sintiendo de nuevo el calor de esa boca viciosa, seguí bombeando hasta que los dos alcanzamos el orgasmo, tras lo que saqué mi polla del  interior

Paremos un rato para recobrar fuerza mientras me quitaba el preservativo de mí ya flácido miembro ella se tumbó a mi lado recostando la cabeza en mi pecho

-          Uff es increíble Fernandito, aguantas bastante, recuerdo la primera vez…-dijo con nostalgia

Si, cuando creí que era

-          puta jajaja –dije en broma

-          Ahora en serio, cuando te conocí eras muy tímido pero ahora !me encantas! Aish... ojala tuviera cinco años menos–dijo poniéndose cariñosa

-          A mí me pasa lo  mismo, cinco años…-dije sinceramente

Mientras ella se colocó entre mis pierna y puso mi flácido miembro entre sus enormes tetas,  que enseguida endureció ante esa deliciosa paja.

-Disfruta de esta última cubana Fernandito-dijo con dulzura mientras apretaba las tetas ocultando mi polla, y cuando el capullo asomo lo lamia, una imagen deliciosamente excitante.

Esta vez fue ella la que puso el preservativo para colocase a horcajadas sobre mí, subiendo y bajando, mientras sus manos apretaban las mías contra sus tetas, pidiéndome sin hablar que no los soltara, que los amasara sin piedad, para pasar a acariciar mi pecho, mientras seguía moviéndose sobre mí...

Se sacó mi polla de su coño para quitarle el preservativo y volver a acariciarla con su lengua, devolviéndome todo el placer que le había dado, me corrí mientras su boca seguía devorando mi polla, de la que pasó a mis labios, volvimos a besarnos.

Nos tumbamos juntos mis manos recorrían su piel, su cintura, muslos y coño, tan sensible que el solo roce le hacía estremecer.

-          Genial como siempre Fernandito –dijo mientras , sus manos recorrían mi cuerpo con suaves caricias, relajándome y excitándome a la vez,

-          Qué pena que te vayas a Holanda –dije besando su hombro

La acompañe a la puerta y nos despedimos ahora solo como amigos ya que quedamos en dejar en esa habitación todo lo sucedido como amantes, pienso que era mejor, así terminó mi historia con la candente y porque no decirlo zorrilla Laura, ahora debía  arreglar las cosas con Claudia de  una vez y decirle como me sentía respecto a ella

Entonces llegaron mis padres, Amelia… y Sasha… ¡Sasha! Mi confusión y sorpresa fueron patentes en mi cara, mi prima de Americana en mi casa.