De timido a golfo 7.- El postre ideal
Fernando va a casa de Diego a cenar...
Todo fue normal en la cena, mama actuaba como si nada, cosa que me sorprendía, no hacia ni dos horas se moría de placer con diego y ahora parecía la esposa y madre ideal, pero de alguna manera me sentía eufórico ella no se espera que tenga grabado su encuentro con diego, así que podría aprovecharme de eso y sabia como.
Esa noche descargue tanto el audio como el video en mi portátil, una vez echo trace mi plan, el plan consistía en enseñarle el video a Amelia, ella no querrá que papa se entere, lo sé, entonces le pediría una compensación y no de dinero precisamente, estaba enfermo, lo sé, pero desde lo del baño mi hermana era mi obsesión, si salía mal y Amelia contaba algo con, borrar el video… sonreí ja podía funcionar, cerré la luz, mire al techo hasta quedarme dormido
Diego llego 5 minutos tarde a la parada de autobús que nos llevaba a la universidad
-llegas tarde casi lo perdemos –dije molesto
-tranquilo colega –se miró el reloj- solo 5 minutos que exagerado eres abecés, y ¿que como va? hace tiempo que no nos vemos –si él se entera de que ayer lo vi se descojonaría, pero si hacia un tiempo que no nos habíamos visto.
- pues bien, bueno haber…-me aclare la garganta y le explique todo sobre mi confesión a Maura, la pelea con Claudia y mi lio mental sobre que elegir
-je, sabía yo que la pelirroja mojaba las bragas por ti-era su aporte a mi problema… muy acorde a el- pues claro y en botella intenta algo con Claudia si ves que no te convence, acércate a Maura que no creo que le seas indiferente
-tiene novio ¿sabes?-dije convencido
- ay Fernandito… como se nota que de chicas no entiendes –dijo dándome golpecitos en la espalda- Maura no durara con el novio lo conozco es un golfo, adivina quien se pondrá celosa de verte con la pelirroja y tendrás un trio amoroso contigo en medio y como son tan amigas igual te comparten jajaja-dijo guiñando un ojo
-sí, ya… anda sube-nos sentamos al fondo
Diego me explicó que hacía como un par de meses que estaba saliendo con su ex ahora novia Paula. Y que últimamente su tiempo estaba acaparado por ella.
-Tío que está mucho más buena… me tiene loco… y follando bufffff -decia diego embobado
Conocí a Paula en una fiesta de navidad, diego la presento como una amiga, más tarde supe que estaban saliendo, unos meses después lo dejaron por las infidelidades de él. Era de nuestra edad, morena, pelo a media melena, ojos negros, era guapa en aquel entonces y parecía que ahora, utilizando las palabras de Diego: un cuerpo de escándalo.
(No voy a indagar en la matriculación en la universidad porque nada paso que requiera explicación ni afecta a la historia)
Diego a la vuelta me invito a su casa para de paso que cenáramos con su chica. Pero la chica además de estar muy buena resulta que era de poco salir, también según las palabras de mi amigo. Decía que a su novia le apetecía que me invitara porque también le había hablado mucho de mí. Eso de encerrarme una noche con una pareja de tortolitos no era mi plan preferido, pero de tanto insistir acepté.
Me despedí de diego y me dirigí a casa para ducharme, parecía que no había nadie entonces encontré dos notas:
“tu padre y yo hemos salido a cenar. Atte.: mama”
“me quedo a dormir en casa de Maura. Atte.: Amelia”
Me presenté con unos pasteles para el postre. Paula, me abrió la puerta.
Al verla creo que hice el mayor de los ridículos. Mis manos estaban ocupadas. Hice ademán de saludarla con la mano pero era imposible y antes de que me diera cuenta me planto dos besos en las mejillas. Sobraban las presentaciones, era obvio. Aun así suplimos los nervios con el intercambio de nombres y alguna otra cosa absurda.
No puedo recordarlo porque además en ese pequeño instante bajo el quicio de la puerta lo único que fui capaz de hacer fue recorrerla con los ojos de arriba abajo, estoy seguro que tuvo que notarlo porque mi mandíbula cedió por asombro.
Iba vestida con un pantalón que me pareció diminuto y una camiseta de tirantes. Ya en ese momento aposté porque era lo único que llevaba encima.
-Pasa, pasa -me dijo al verme azorado- es que Diego no ha podido abrirte porque está en la ducha, enseguida sale -al verla por detrás, mis ojos de forma irremediable se posaron en las curvas de su trasero.
Ufff, realmente Diego no se había excedido en sus comentarios. Paula estaba muy pero que muy buena supongo que tres años son muchos. Llegamos al salón y yo seguía embelesado, a la vez que nervioso.
-Siéntate, ponte cómodo ¿te traigo algo de beber?-dijo amablemente
-Sí bueno… un zumo –ella asintió sonriendo
La veía moverse por la cocina desde el sillón del salón. Ella estaba de espaldas y se agachó para coger el zumo de un modo que me resultó provocativo, pudiendo contemplar las curvas de su trasero perfectamente definidas a través del minúsculo pantalón.
Me trajo el zumo con una sonrisa perfecta y sin dejar de mirarme mientras se acercaba. Todo me parecía insinuante, por un momento se me llegó a pasar por la cabeza: ¡esta tía quiere guerra! pero coño no podía ser, era la novia de mi mejor amigo. Al dejar la cerveza en la mesa, volvió a agacharse pero esta vez de frente a mí. Como la camiseta era de algodón cedió con facilidad ante el peso de sus pechos y pude cerciorarme de que efectivamente no había nada más de ropa bajo su camiseta.
Fue un leve instante pero lo suficiente como para notar el primer síntoma de una inminente erección bajo mi pantalón. Paula me estaba poniendo cachondo sin quererlo ¿o si lo sabía y era su intención? Porque en aquel momento todavía suponía que no era su intención el calentarme. Mientras tomaba la cerveza apareció mi amigo, recién salido de la ducha y envuelto en una toalla.
-Joder, tío como se ve que te cuidas eh, -dije mientras el apretaba uno de sus bíceps.
Diego siempre había sido un chico corpulento. Y así, mojado y envuelto en la toalla, era fácil reconocer también que el tío era guapo.
Después volvió a aparecer Paula y sin mediar palabra se acercó a Diego, enlazándose los dos, a un metro de mis narices, en un abrazo largo y efusivo cargado de pasión, tanta que sentí algo de vergüenza e hice como que miraba para otro lado al ver como la mano de mi amigo se clavaba en el culo de ella, buscando con los dedos lo más profundo de su entrepierna.
¡Era cabrón!… este, lo que quería era darme envidia, fue mi pensamiento inmediato. Él se sentó a mi lado, al parecer no tenía intención de vestirse, bueno, total somos amigos y no me iba a sentir incomodo por eso, además Diego y yo ya nos habíamos visto muchas veces desnudos en los vestuarios.
Mientras hablábamos, yo seguía mirando de refilón hacia la cocina y veía como Paula iba y venía una y otra vez terminando de preparar la cena.
“Chicooossss esto ya estaaaa”
Nos levantamos y fuimos hasta la cocina para ayudar con los platos. Estaba nervioso, me sentía excitado por el cuerpo de Paula y eso a la vez me ponía en una situación incómoda respecto a Diego.
Con los nervios y mientras preguntaba la manera de ayudar, al girarme una de las veces en la estrecha cocina, choque con el cuerpo de Paula, sus pechos rozaron mi brazo de forma notoria. Mi excitación seguía en aumento y el calor debió subirme a la cara. Paula además se encargó de recordarme:
-tranquilo, no pasa nada, estas cosas son normales y… estamos entre amigos ¿no?-dijo con interrogación que iba acompañada de una nueva mueca. ¿Me estaba volviendo loco? Cada vez me parecían más claras sus insinuaciones. Nos sentamos a la mesa. Ellos dos se sentaron en un lado, muy juntos a mi parecer para una mesa tan grande y yo frente a ellos, más o menos centrado.
La cena estaba rica y la conversación era fluida. Paula además de estar buenísima era muy simpática y ló
lógicamente no paraba de hacerme preguntas sobre anécdotas que previamente mi amigo ya le había contado, era como una especie de test para confirmar que todo lo que sabía de mí era verdad. Ellos se mostraban muy cariñosos, como tortolitos. Su actitud me hizo olvidarme por momentos de lo que me habían parecido insinuaciones. Se les veía realmente enamorados.
En un momento de la cena… volvieron a enlazarse en un prolongado beso. No sabía dónde mirar y sin embargo no apartaba la vista del cuerpo de Paula. Noté como sus pezones se marcaban en la camiseta. El beso la estaba excitando. Bueno… el beso y algo más que debía estar pasando bajo la mesa porque Diego llevaba un buen rato con la mano derecha bajo la mesa y yo intuía que estaba acariciando a Paula.
Me costaba concentrarme en la conversación y cada vez sentía más calor en mi cuerpo. El calor y la excitación hicieron despertar mi lado golfo. Quería saber que era lo que Diego llevaba tanto tiempo haciendo con la mano bajo la mesa, me las ingenié para que cayera un tenedor al suelo. Solo fue un instante pero me dio tiempo a ver como retiraba la mano del coño de su novia.
Será mamón… la está pajeando a dos palmos de mis narices. Mientras cogía el tenedor del suelo, clave los ojos en los muslos separados de Paula, Ufff… el pantalón había quedado algo descolocado por las caricias de Diego. Al subir de nuevo y sentarme, ambos me miraron cómplices, sabían que les había pillado in fraganti.
-Disculpa… no queríamos molestarte -dijo Diego.
-No, no tranquilos si es normal… se os ven tan pillados que… si queréis me voy eh-dije pícaramente
-No para nada –contestó Paula- ¿estamos entre amigos no? -al instante la mano de Diego volvió a perderse bajo la mesa y sus besos eran cada vez más seguidos y más duraderos.
A mí, comer me resultaba ya imposible. No podía dejar de pensar en la mano de mi amigo, tocando el coño de Paula, estaba totalmente empalmado y empezaba a sentir ganas de tocarme yo también. Un nuevo elemento me sorprendió. Aquello era demasiado: sentí claramente como el pie de Paula me tocaba bajo la mesa.
Pero… ¿Qué hace? Esta tía está loca, como se entere Diego nos va a dar dos hostias a cada uno, mientras me tocaba la pierna con su pie desnudo la miré a los ojos. Me parecieron cargados de lujuria… y adiviné un gesto pidiéndome que no dijera nada.
Su pie sabía muy bien lo que buscaba y donde ir. Al instante estaba sobre mi polla presionando y moviéndose en círculos. Me estaba poniendo a mil, la muy…Por supuesto yo ya no podía ni decir palabra, había perdido el control y no adivinaba como podía terminar aquello.
- ¿Sabes Cariño? Tu amigo está muy caliente, casi tanto como tú mi amor-dijo Paula en un tono muy sensual, no sabía dónde meterme ¿Pero qué hacía? Me puse rojo como un tomate.
-Ya sabía yo que ibas a hacer de las tuyas-le dijo mirándola a la vez que una de sus manos tocaba el pecho de Paula.
-¿Cómo?-dije confuso
–Venga… no me digas que no te apetece que nos lo montemos los tres ahora mismo-dijo gimiendo Paula
El sobeteo de Diego sobre el pecho de Paula ya no era por encima de la camiseta sino por debajo. La tela de la camiseta había subido y podía verse el principio de los senos. Diego acabo levantando la camiseta de Paula por completo, mostrándome los pechos. Eran preciosos tal y como los había imaginado.
Diego había dejado de acariciar los pechos con sus manos y ahora los estaba besando. Cada vez que tocaba el pezón con la punta de la lengua… se separaba un poco para dejarme ver y después me miraba a mí, como si me invitara. No me decidía, no sabía muy bien cómo actuar y tuvo que ser Paula de nuevo la que tomara las riendas.
-¿Qué pasa mmm… no quieres probar mmm… tú también?-dijo entre gemidos, la sacudida de mi miembro bajo el pantalón fue como un sí de todo mi cuerpo.
Me levanté de la silla y fui hacia su lado colocándome a la derecha de Paula, fue ella la que directamente bajó la cremallera del pantalón y desabrochó el botón. Se reían los dos, parecía que lo habían planificado todo a la perfección.
-Veamos lo que tiene aquí tu amiguito –dijo Paula que hurgó rápida en mi slip y agarró mi miembro de manera fuerte
El movimiento de su mano era firme sobre mi polla, comencé a tocarla el pecho, sentí la suavidad de su seno en mi mano. Mientras Diego seguía acariciándola con su boca. Se había reclinado en el asiento y desde mi posición contemplaba como la boca de el bajaba por el abdomen de Paula.
No veía las manos a mi amigo pero suponía que estaba tocándole el coño por la forma en que comenzaba a jadear Paula.
Los movimientos de la mano en mi polla se estaban acelerando y por un momento pensé que iba a correrme en aquella novedad para mí.
Diego apartó de un movimiento la mesa y pasó a colocarse de rodillas entre las piernas de Paula, pude ver cómo le quitaba el minúsculo pantalón y nuevamente ratificar que no había nada más bajo aquella prenda, mientras él quitaba el pantalón, yo tiré de la camiseta hacia arriba.
Ella estaba allí sentada, completamente desnuda ante nosotros, Diego se desprendió de la toalla y quedó igualmente desnudo arrodillado entre sus piernas.
Yo seguía de pie, acariciando los pechos de Paula de forma minuciosa, recreándome. Cuando mi compañero comenzó a besar los muslos de ella y separó bien sus piernas sabía dónde iban a llegar sus besos y cuál era el objetivo.
El calor iba en aumento y me fui desprendiendo de la ropa como pude, soltando los botones de la camisa tan rápido como fue posible. Quería volver a acariciar el cuerpo de Paula.
Mi pantalón, a esas alturas, ya había caído al suelo y me desprendí de él con dos patadas al aire, estábamos en igualdad de condiciones, los tres completamente desnudos.
Justo en el momento en que Diego había comenzado a lamer el coño de su novia, ella cambió las caricias de su mano en mi miembro por las de su boca. Muy despacio primero, mirando hacia arriba de vez en cuando para contemplar mi cara de satisfacción. Sus labios se abrieron.
Sentí la calidez de la boca en la punta de mi pene. Los movimientos de la lengua chocando en mi prepucio. Su mano acariciaba mis huevos. La situación me estaba volviendo loco.
Diego seguía entre sus piernas chupando y lamiendo sin parar. Veía como además se estaba ayudando de sus dedos para acariciar a Paula cuando una buena parte de mi miembro fue tragada por ella el instinto me hizo moverme como si la estuviera follando. Estaba a punto de correrme ahora sí que sabía que no podría parar.
Comencé a gemir, mis piernas temblaban. Paula apretaba sus labios a lo largo de mi pene mientras gemía. De pronto cuando todo parecía que acabaría de aquella manera, de nuevo Paula cambió de decisión
-Eh chicos, mejor vamos a la cama, quiero que me folléis bien follada –dijo tomando un respiro, Diego y yo nos miramos sonriendo
Fuimos andando hasta el dormitorio agarrados cada uno de una mano de Paula, como buenos amigos, al llegar ella se puso directamente a cuatro patas sobre la cama, en un lateral dirigiéndose a Diego, dijo
-Ven cariño ahora quiero comerte yo a ti- él se colocó de pie con la polla a la altura de su boca.
Empezó a mamársela con todas las ganas, esta vez no hicieron falta más indicaciones y directamente me coloqué de rodillas por detrás de Paula.
Agarré sus caderas, arañé su espalda y de forma rápida busque con la punta de mi pene la entrada de su sexo pero ella me señaló el ojete, vaya tampoco importaba así que de un fuerte empujón y mis huevos chocaron en sus nalgas. Aquello era súper excitante. Veía a mi amigo, de pie frente a mí, con la polla dentro de la boca de su novia y a ella acompañando cada embestida.
Cada empujón que recibía desde atrás hacia que tragara casi por completo la polla de mi amigo. Tiraba fuerte de sus caderas… llegué a alcanzar su pechos por debajo. No hizo falta mucho más para sentir que el clímax era inminente.
El tiempo de calentura previo había sido muy largo y satisfactorio. Los latigazos en mi pene fueron evidentes, sentí el calor del semen estallando dentro del cuerpo de Paula y grité con todas mis fuerzas mientras clavaba mis manos en las caderas.
Al instante adiviné que Diego también estaba corriéndose en la boca de su novia y un calor intenso que casi quema mi polla, unido a las convulsiones de Paula me hizo saber que los tres estábamos disfrutando de un orgasmo maravilloso.
Los movimientos se fueron reduciendo hasta quedarnos casi inmóviles y finalmente los tres caímos extasiados sobre la cama, abrazados. Paula en medio, compartida por los dos mejores amigos. La noche continuó y tuvimos tiempo de recrearnos en otras posiciones.
Continuara…