De Servicio

Xana descubre el excitante mundo del placer en el trabajo de la mano de un joven compañero.

De Servicio

Mi despertador sonó. Mi mano torpemente lo apagó mientras me incorporaba en la cama. Ya eran las ocho y media de la tarde, y en poco menos de dos horas entraría a trabajar.

Entre en la ducha aún entre bostezos, mi pensamiento estaba centrado en Javi, mi EX. Habíamos dejado nuestra relación haría un mes y aunque fue decisión mía tenía una rara sensación, como si al tomar ese camino me hubiese equivocado. Pero nada más lejos de la realidad como más tarde me daría cuenta.

Mientras pensaba todo esto, casi instintivamente había colocado el chorro de la ducha apuntando a mi clítoris. Quizás todas aquellas dudas eran porque llevaba todo ese tiempo sin tener ningún tipo de relación.

Cuando llegue a trabajar el turno saliente esperaba por mí, sumergida en mis pensamientos me había despistado y llegaba tarde. Observe el cuadro de servicio, soy policía local en un pequeño municipio del norte, aquella noche estaba sola con lo que tuve que avisar a la central para que mandaran aun compañero.

Me cambie tranquilamente, no podía hacer nada hasta que llegara mi compañero.

Otra era quien me tocaría porque por desgracia había mucho baboso sin tacto, ya había sufrido algunas propuestas de lo más grosero la verdad.

Al final del pasillo note la puerta abriéndose y acto seguido una exclamación:

¿Hay alguien?

Pasa, pasa salgo ahora.

Por la voz intuí que era uno de los nuevos compañeros que apenas hacia un año que había entrado. La verdad que la mayoría de los compañeros deja mucho que desear, pero alguno de los novatos no estaban nada mal. Por un momento evalué lo que estaba pensando y me di cuenta de que las necesidades me estaban acuciando.

Cuando salí me encontré con Marcos, uno de los nuevos (había dado en el clavo. Era un chico bastante atractivo de pelo castaño, 180 de altura. De nuevo me di cuenta que mi situación era un poco desesperada.

La noche pasaba muy tranquila, era un martes y por supuesto no había apenas movimiento. Además la charla con Marcos era fluida y el tiempo pasaba rápido. La verdad que solo había coincidido con él en algún dispositivo cuando las fiestas, ya que él estaba destinado en la capital del municipio.

Mientras él conducía seguíamos charlando pero poco a poco me daba cuenta que mis ojos observaban sus labios moverse, y cada vez que me sonreía notaba un hormigueo por todo mi cuerpo, incluso mis fluidos comenzaban a humedecer mi sexo.

¿Estas bien? ; me pregunto marcos, mis mejillas se terminaron de enrojecer pero esta vez de la vergüenza, salí del paso como pude..

Si, si es el calor que me mata

Bueno, hacemos una parada y así te echas un poco de agua.

Me parece perfecto.

Al llegar a la tenencia acelere mi paso, necesitaba un poco de soledad para tranquilizarme. Al entrar en el baño me cerré la puerta y me mire al espejo. Notaba aún mi sexo húmedo, había tenido un buen calentón, me eche un poco de agua a la cara y ya recompuesta salí a la oficina, con todo controlado (o eso creía yo.

Marcos se había quitado el cinturón con la pistola y estaba sentado frente al ordenador, su espalda musculada sobresalía de la silla. Al oírme llegar se giro y de nuevo me pillo con la misma cara. Esta vez sonrió, pero aquella sonrisa denotaba otra cosa. Se levanto y coloco su mano en mi frente a la vez que me preguntaba entre sonrisas si tenía fiebre. Para esas el ya sabía de sobra lo que ocurría.

Al acercarse tanto yo ya no me pude retener y le bese, pese a que en el momento se quedo algo parado, enseguida continuo aquel beso cada vez más húmedo. En un momento se separo de mí y se acerco a la puerta, cerrando esta con llave. Acto seguido volvió a mi lado y mientras me volvía a besar me cogía en volandas y entraba en el despacho. Se sentó en la silla y yo a horcajadas encima de él mientras yo aceleradamente desabotonaba su camisa y aflojaba su corbata. Ante mí ese torso desnudo y bien forjado, que contemplaba mientras me quitaba el cinturón. En aquel momento pesaba mas aquellos besos húmedos como nunca nadie más me los había dado, que si estábamos de servicio o que sí él era casi diez años menor que yo.

Me quito la parte superior, quedando en ropa interior y tras mirarme, comenzó a bajar su lengua por mi cuello hasta mis pechos. Con una gran facilidad y maestría desabrocho mi sostén dejando a la vista mi pecho. Mi largo y rizado pelo rubio nos molestaba por lo que rápidamente me lo recogí mientras él recorría mis pezones con su lengua. Si ya estaba mojada con aquella práctica casi notaba arrollar mis fluidos por las piernas.

Nos levantamos de aquella silla y me puso contra la pared de una manera vigorosa casi dominante, y eso me excito aun más si cabe. Su lengua trabajaba mi cuello mientras sus manos se habían establecido en mi culo. Yo no dejaba de tocar su musculoso torso cuando note mis pantalones caer al suelo, como puede me quite los zapatos para estar más cómoda. Pero a estas alturas yo tenía mis manos en su joven miembro. No me aguantaba más y necesitaba saber a que sabia y fui yo, esta vez, la que lo puso en la pared mientras mis manos bajaban desde su pecho a su cremallera. Desabroche los botones y tire de su ropa dejando a la vista aquel robusto y rasurado miembro.

Por un momento me quede observándolo muy complacía pero no pude más y lo engullí de un bocado.

Marcos se retorcía de placer mientras yo recorría su pene con mi lengua. Y más aún cuando lo intentaba introducir entero en mi boca apretando con fuerza su trasero con mis manos. En ese momento me agarro por lo hombro haciendo que me levantara, y mientras me besaba volvía a cogerme en volandas y me colocaba en la mesa mientras se quitaba la poca ropa que le quedaba. Se paro delante de mí observándome con una sonrisa que me hizo enloquecer amarrándolo y acercándolo con fuerza hacia mí. Volvio a besarme, a pasar su lengua por mi cuello y siguió bajando hasta los pezones duros como piedras, pero esta vez continuo el camino hasta mis braguitas. Cuando llego allí me pego un pequeño mordisquillo en ella lo que provoco un gran suspiro por mi parte. Tiro de mi ropa intima mientras me dedicaba una mirada. Lentamente fue bajándolas a lo largo de mis piernas. Mi grado de excitación era tal que necesitaba que me follase ya.

Una vez despojada de mí ultimo reducto de ropa poso su lengua en mis pies y recorrió lentamente mis piernas hasta mi sexo, provocando mis primeros gemidos. Jugueteaba con su lengua en mi clítoris con una gran maestría, así fue que me vine como nunca lo había hecho antes, me convulsionaba y notaba como mis fluidos inundaban su boca complacida.

Disfrute de mi orgasmo hasta el último segundo, pero necesitaba saborear su miembro de nuevo. Lo separe y me arrodille, al notar mi lengua en su glande emitió un gran suspiro y note unas pequeñas gotas que me acelere en degustar.

Estaba fuera de mí, estaba a merced de él haría lo que quisiese con tal de que me follase. Hasta tal punto que me acerque a su oído y le pedí que me la metiese. Aquellas palabras le excitaron más si cabe aún, y cogiendome del culo me elevo en el aire y me acerco a su miembro, que yo coloque gustosa en mi rajita, y que entro con suma facilidad en mi sexo. Comenzo a darme cada vez más fuerte sus músculos se hinchaban del esfuerzo que realizaba.

Fuera de mí me acercaba a su oído y le pedía que me la metiera hasta el fondo. Ambos sudábamos mucho y aprovechando un pequeño respiro se sentó en la silla sin sacar su miembro de mí. Una vez colocado me miro y me dijo: -quiero ver lo que sabes hacer; Ese desafió que me lanzo me hizo darle de su propia medicina, y ayudada por el suelo comencé a moverme como una posesa. Mis caderas iban y venían a gran velocidad mis pechos se movían con autentico frenesí.

Notaba como me venía otra vez y acelere el ritmo, el lo noto y se me quedo mirándome fijamente, quería ver como me corría, para esa mis gemidos ya eran gritos, gritos por el placer que me estaba dando.

Cogiendome de la cintura me levanto sacando su miembro de mí, en ese momento me sentí malhumorada, no quería que me la sacara, era como un sentimiento de posesión.

Me coloco de espaldas a él, cada segundo que pasaba sin estar dentro de mí parecía un año. Estaba tan fuera de mí que le lance un grito: - metemela ya, dame, dame... necesito que me des. Al oír esas palabras de arenga acerco la punta de su pene y mientras me la metía me cogió de mi cola con fuerza.

Yo estaba apoyada con mis manos en la mesa de pie y el tras de mí empujando con fuerte ritmo sin soltar mi pelo. Mis pechos se movían un lado y otro. Yo movía mi culo hacia él necesitaba sentir hasta él ultimo centímetro de su pene. Su brazo derecho recorrió mi espalda lentamente hasta mi pecho, para luego bajar lentamente por la parte delantera hasta mi clítoris. Solo con rozarme con su mano me corrí otra vez. Nadie había conseguido que me corriera tres veces seguidas. Cuando me comencé a correr soltó mi coleta para agarrar firmemente mis caderas a la vez que aumentaba el ritmo de las envestidas, Mis convulsiones duraron casi un minuto.

Aquella faena merecía una recompensa para Marcos y cuando note como el se iba a correr le recompense haciendo algo que nunca me había dejado hacer.

Pase mi mano derecha por encima de mi espalda y agarrando su pene le hice separase mientras mi boca se acercaba a él. La introduje en mi boca un par de veces y Marcos ya no pudo más. La saque y mientras mi mano la frotaba arriba y abajo un gran chorro empapo mi cara. Era extraño estaba tan desatada que hasta el semen en mi cara me complacía hasta el punto de que metí de nuevo su miembro en mi boca para saborearlo.

Aquel día hubo una fuerte conexión. Ahora estoy desde hace unos meses con un chico, y me entere de que Marcos tenía novia y se iba a casar. Pero así todo cuando coincidimos en el turno de noche sigue existiendo esa conexión, pero eso es otra historia...